Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial

Evangelio según San Juan 1,47-51. 

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". 

"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". 

Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". 

Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". 

Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre." 

San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia 

Avisos y sentencias espirituales, 168-169, 171-172, 176 (Escritores del Siglo XVI, Tomo primero, Beato Juan de la Cruz, p. 253 - Ed. M. Rivadera, 1862)

«Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial»

Los ángeles son nuestros pastores; porque, no sólo llevan a Dios nuestros recados, sino también los de Dios a nuestras almas, apacentándolas de dulces inspiraciones y comunicaciones de Dios; y, como buenos pastores, nos amparan y defienden de los lobos, que son los demonios. 

Los ángeles, mediante sus secretas inspiraciones que hacen al alma, le dan más alto conocimiento de Dios; y así, la enamoran más de Dios hasta dejarla llagada de amor. 

La luz de Dios que al ángel ilumina esclareciéndole y encendiéndole en amor, como a puro espíritu dispuesto para la tal infusión, al hombre, por ser impuro y flaco, regularmente le ilumina en obscuridad, pena y aprieto... 

Cuando el hombre llega a estar espiritualizado y substituido mediante el fuego del divino amor que le purifica, entonces recibe la unión e influencia de la amorosa iluminación con suavidad a modo de los ángeles... 

Acuérdate cuán vana cosa es gozarse de otra cosa que de servir a Dios, y cuán peligrosa y perniciosa, considerando cuánto daño fue para los ángeles gozarse y complacerse de su hermosura y bienes naturales, pues por eso cayeron feos en los abismos. 

REDACCIÓN CENTRAL, 29 Sep. 16 / 12:04 am (ACI).- El 29 de septiembre se celebra a los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, los cuales aparecen en la Biblia con misiones importantes de Dios.

San Miguel en hebreo significa “¿Quién como Dios?” y es uno de los principales ángeles. Su nombre era el grito de guerra en la batalla liberada en el cielo contra el enemigo y sus seguidores.

San Rafael quiere decir “Medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”. Es el Arcángel amigo de los caminantes y médico de los enfermos.

San Gabriel significa “Fortaleza de Dios”. Tuvo la misión importantísima de anunciarle a la Virgen María que sería la Madre del Salvador.

7 cosas que tal vez no sabías de los Santos Arcángeles

Cada 29 de septiembre la Iglesia Católica celebra la fiesta de tres Santos Arcángeles: San Miguel, San Gabriel y San Rafael.

Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel / Foto: joelespinoza.blogspot.pe

Son los más cercanos a los humanos

Desde Pseudo-Dionisio, Padre de la Iglesia del siglo VI, se suele enumerar tres jerarquías de ángeles. En la primera están los Serafines, Querubines y Tronos. Les siguen las Dominaciones, Virtudes y Potestades. Mientras que en la tercera jerarquía se encuentran los Principados, Arcángeles y Ángeles. Estos últimos son los que están más cercanos a las necesidades de los seres humanos.

Son mensajeros de anuncios importantes

La palabra Arcángel proviene de las palabras griegas “Arc” que significa “principal” y “ángel” que es “mensajero de Dios”. Al respecto, señala San Gregorio Magno:

“Hay que saber que el nombre de ‘ángel’ designa la función, no el ser del que lo lleva. En efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles”.

Hay 7 Arcángeles según la Biblia

En el libro de Tobías (12,15) San Rafael se presenta como “uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia”. Mientras que en el Apocalipsis (8,2) San Juan describe: “vi a los siete Ángeles que estaban delante de Dios, y ellos recibieron siete trompetas”. Por estas dos citas bíblicas se afirma que son 7 Arcángeles.

Sólo conocemos tres nombres

La Biblia solo da el nombre de tres Arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel. Los otros nombres (Uriel, Barachiel o Baraquiel, Jehudiel, Saeltiel) aparecen en libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en literatura rabínica. Sin embargo, la Iglesia solamente reconoce los tres nombres que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás pueden servir como referencia, pero no son doctrina.

Gabriel significa “la fuerza de Dios”

En el Antiguo Testamento, San Gabriel Arcángel aparece en el libro sagrado de Daniel explicándole al profeta una visión del carnero y el chivo (Dn. 8), así como instruyéndolo en las cosas futuras (Dn. 9,21-27).  En los Evangelios, San Lucas (1,11-20) lo menciona anunciando a Zacarías el nacimiento de San Juan Bautista y a María (Lc. 1,26-38) que concebiría y daría a luz a Jesús.

San Gabriel Arcángel es conocido como el “ángel mensajero”, se le representa con una vara de perfumada azucena y es patrono de las comunicaciones y de los comunicadores porque trajo al mundo la más bella noticia con la Anunciación.

Rafael en hebreo es “Dios te sana”

El único libro sagrado que menciona a San Rafael Arcángel es el de Tobías y figura en varios capítulos. Allí se lee que Dios envía a este Arcángel para que acompañe a Tobías en un viaje, en el que se casó con Sara.

De igual manera San Rafael le indicó a Tobías cómo devolverle la vista a su padre. Por esta razón es invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.

Miguel significa “¿Quién como Dios?”

El nombre del Arcángel Miguel viene del hebreo “Mija-El” que significa “¿Quién como Dios?” y que, según la tradición, fue el grito de guerra en defensa de los derechos de Dios cuando Lucifer se opuso a los planes salvíficos y de amor del Creador.

La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Se le suele representar con el traje de guerrero o soldado centurión poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo.

Miguel, Gabriel y Rafael, Arcángeles

Fiesta Litúrgica, 29 de septiembre

Los 3 Arcángeles, los únicos cuyos nombres constan en la Biblia

Martirologio Romano: Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.

Breve Semblanza

Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte celestial.

Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el

Señor a diferentes misiones, anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil encargo y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su esposa.

Actualmente, se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden "angelitos" de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres.

Hay que tener cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles atribuciones que no les corresponden y elevarlos a un lugar de semidioses, convertirlos en "amuletos" que hacen caer en la idolatría, o crear confusiones entre lo que son las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.

A pesar de que están de moda, por otro lado, es muy fácil que nos olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la vida y principalmente, porque no los vemos.

Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de los ángeles.

Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.

Misión de los ángeles

Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad.

Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos.

En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.

En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor dificultad.

En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo, el profeta Daniel escribe que un "ser que parecía varón" -se refería al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21). Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.

La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores, custodios, guardianes, protectores y ministros de la justicia divina.

La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.

Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles: nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas del mal.luchan con todo su poder por y con nosotros.

Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.

Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente y para descubrir la verdad.

Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.

Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor, como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).

Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante. El arcángel Rafael dice a Tobías: "Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor", (Tob 12, 12 - 16).

Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de Dios y también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para saber obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. "Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente", (Lucas 15, 10).

Jerarquía de los ángeles

Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los inferiores de sus conocimientos.

Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la corte celestial.

Jerarquía Suprema:

  • serafines
  • querubines
  • tronos

Jerarquía Media:

  • ominaciones
  • virtudes
  • potestades

Jerarquía Inferior:

  • principados
  • arcángeles
  • ángeles

Serafines: Son los "alabadores" de Dios. Serafín significa "amor ardiente". Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su santidad.
(Isaías 6, 17)

Querubines: Son los "guardianes" de las cosas de Dios. Aparecen como encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. "Se sienta sobre querubines".
(Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).

Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:

En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como correspondientes a su grado de perfección. Para San Gregorio, los nombres de los ángeles se refieren a su ministerio:

  • los principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales
  • las virtudes son los encargados de hacer los milagros
  • las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas
  • las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades
  • los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.

Existe, también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los "asistentes de Dios". Son ángeles que están al servicio directo del Señor para cumplir misiones especiales.

Arcángel San Miguel: es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa "quien como Dios". Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.

Arcángel San Gabriel: en hebreo significa "Dios es fuerte", "Fortaleza de Dios". Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la Encarnación del Hijo de Dios.

Arcángel San Rafael: su nombre quiere decir "medicina de Dios". Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.

Los ángeles custodios

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia".

En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un ángel, (1 Reyes, 19, 5).

En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en el desierto, entre otros ejemplos.

Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran ayuda.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.

Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.

Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.

¿Qué nos enseñan los ángeles?

Nos enseñan a:

Glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.

Cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.

Servir al prójimo, pues ellos están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan en la vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y alegrías.

¿Quiénes son los ángeles caídos?

Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a Dios con un acto inteligente y libre de su parte.

A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en donde nunca más podrán ver a Dios.

No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.

Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo busca apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.

Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los superiores.

Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: “...no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”

¿Por qué creer en los ángeles?

Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.

Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los ángeles.

El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.

El Concilio IV de Letrán, en 1215, se señaló que Dios es creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, de las criaturas espirituales y las corporales. Se señaló que a unas y a otras, las creó de la nada.

En 1870, debido al materialismo y racionalismo que imperante en esa época, el Concilio Vaticano I afirmó de nuevo la existencia de los ángeles.

Pablo VI volvió a poner de manifiesto la existencia de los ángeles en 1968, al formular el Credo.

En la reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó establecido el día 29 de septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel y el día 2 de Octubre, para rendir culto a los ángeles custodios.

Oración a San Miguel Arcángel

    San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
    Ayúdanos a luchar contra el mal.
    Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo,
    combate y vence a Satanás
    y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
    deseando la ruina de las almas.
    Amén.

Oración al Ángel de la Guarda

    Ángel del Señor, que eres mi custodio,
    Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
    Ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname
    en este día.
    Amén.

    Ángel de la Guarda, dulce compañía
    No me desampares, ni de noche ni de día,
    hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.

7 trazos de la silueta de un confesor

El perfil del confesor según el Papa Francisco

Honor y carga para el sacerdote ser confesor. Honor de perdonar, en nombre de Dios, a hombres y mujeres. Carga por ser cirineo que ayuda a Cristo llevando el madero del pecado.

Ser confesor no es sentarse unas horas en un confesionario a escuchar pecados de otros y luego rezar una oración que termina con el gesto de la cruz. Ser confesor es ser canal de la misericordia de Dios. ¿Cómo tiene que ser un sacerdote al confesar? ¿Qué espera el Papa de cada sacerdote que ejercita este ministerio de la confesión?

La Carta Apostólica “Misericordia et misera” del Papa Francisco ofrece 7 trazos concretos para delinear la silueta de un confesor. Dice así el Papa:

A los sacerdotes renuevo la invitación a prepararse con mucho esmero para el ministerio de la Confesión, que es una verdadera misión sacerdotal. Os agradezco de corazón vuestro servicio y os pido que seáis acogedores con todos; testigos de la ternura paterna, a pesar de la gravedad del pecado; solícitos en ayudar a reflexionar sobre el mal cometido; claros a la hora de presentar los principios morales; disponibles para acompañar a los fieles en el camino penitencial, siguiendo el paso de cada uno con paciencia; prudentes en el discernimiento de cada caso concreto; generosos en el momento de dispensar el perdón de Dios. Así como Jesús ante la mujer adúltera optó por permanecer en silencio para salvarla de su condena a muerte, del mismo modo el sacerdote en el confesionario debe tener también un corazón magnánimo, recordando que cada penitente lo remite a su propia condición personal: pecador, pero ministro de la misericordia.

1 Acogedores

El sacerdote no puede tener un “horario ejecutivo” para confesar. Espontáneamente debe brotar una palabra de saludo al penitente, tiene que existir una acogida breve pero cordial al confesionario, lugar de misericordia. Lograr que el penitente sepa que está llegando a su propia casa y que ahora, con él, puede iniciar la fiesta en el Cielo

2 Testigos

El ministro ordenado experimenta en primera persona cómo Dios abre sus brazos al pecador. No importa lo que haya sucedido, no importa cuánto tiempo haya pasado.Dios derrama sus lágrimas de perdón sobre aquel hombre o mujer, y el sacerdote se hace testigo del desborde de amor del Padre.

3 Solícitos

El confesor tiene que ser diligente para incitar la reflexión sobre el pecado cometido y cuidadoso para ayudar en el camino de la contrición. Es la posibilidad de poder ilustrar cuánto amor tiene Dios por cada ser humano para que la conversión toque raíces profundas en la vida.

4 Claros

Nada de titubeos. ¡Qué importante es la formación permanente en la vida de un sacerdote! Razonar lo escuchado en confesión para poder dar un juicio que ilumine, guíe y oriente la vida del penitente. Y ciertamente, pedir mucha luz al Espíritu Santo para que susurre las palabras a ser dichas.

5 Disponibles

La conversión y el perdón son muchas veces la primera roca de un edificio. ¿Quién va a mostrar los planos a los novatos constructores? El sacerdote, en la medida que pueda, debe estar allí para seguir el camino de sus ovejas a través de la dirección espiritual y de la cercanía sacramental.

6 Prudentes

El sacerdote no está para dictar y condenar. Cada persona es única, y cada pecado está fue gestado de manera diversa. Cuánta sabiduría y oración hacen simbiosis al momento de confesar. Discernir y distinguir, y no cansarse en ello.

7 Generosos

Dar a manos llenas lo recibido. El sacerdote experimenta en su vida el cariño de Dios, y en la confesión aprende el arte de transmitirlo a todos los que sufren y se sienten solos. Nunca terminará de comprender el presbítero el misterio de Dios, la locura de su amor que no se cansa jamás de perdonar.

"¿De qué me conoces?"

Santo Evangelio según San Juan 1,47-51. Fiesta de los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

Por: H. Hiram Samir Galán Jaime, L.C. | Fuente: missionkits.org 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, eres mi Creador, mi Redentor y mi Padre. Sé que tienes algo que decirme hoy, pero necesito tu gracia para estar atento y escucharte . Que todos mis pensamientos y mis sentimientos se dirigan hacia Ti para alabarte y darte gloria. Y que por mi testimonio los demás se acerquen a Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 1,47-51

En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: "Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez". Natanael le preguntó: "¿De dónde me conoces?" Jesús le respondió: "Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera". Respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el rey de Israel". Jesús le contestó: "Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver". Después añadió: "Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Todos tenemos una parte de nuestra vida que podríamos decir es secreta. Es decir, en nuestro corazón tenemos situaciones, sufrimientos y gozos que muchas personas no conocen y que, incluso, sólo nosotros conocemos. Es por ello que tienen mucho peso y repercusión en nuestra vida para bien y para mal.

Pero realmente creemos que eso permanece oculto a los ojos de Dios. Me refiero, sobre todo, a aquellos pecados o heridas que guardamos en nuestro corazón y que permanecen sin sanar porque creemos que nadie nos podría entender. Pero no es así. Dios, desde que nos creó, sabía del barro que estaríamos hechos y las caídas y las heridas que sufriríamos en nuestro camino por esta vida. Pero aun así nos ama. Y no sólo nos comprende y acepta con todo lo que somos, sino que también nos quiere sanar.

Sólo necesita que le abramos el corazón y aunque Él ya lo sabe lo que necesitamos o anhelamos, quiere escucharlo de nuestros labios. Quiere que confiemos en Él como el niño que se lanza del árbol a los brazos de su padre sabiendo que éste no permitirá que caiga al suelo y se lastime.

María, Madre nuestra, ayúdanos a comprender que sólo en Dios puede descansar nuestra alma. Que sólo con su amor podremos sanar; sólo con su amor podremos ser felices.

El Señor me espera, el Señor quiere que yo abra la puerta de mi corazón, porque Él está ahí y me espera para entrar. Sin condiciones. Claro que alguno podrá decir: "Pero, padre, a mí me gustaría pero ¡tengo muchas cosas feas dentro!". "¡Es mejor!" Porque te espera, así como eres, no como te dicen que se debe hacer. Se debe ser como eres tú. Te ama así, para abrazarte, besarte, perdonarte. Ve sin tardanza al Señor y dile: "Tú sabes, Señor, que yo te amo".

(Cf Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy en oración le contare lo más íntimo y secreto de mi alma a Jesús confiando y abandonándome en su amor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Por qué nos cuesta abrir el corazón a Dios?

¿Por qué existo? ¿Por qué yo soy quien soy, y no otro?

Más allá de querer o no, tener presente a Dios en nuestras vidas; que abramos o no, las puertas de nuestro corazón; que nos esforcemos o no, para que Dios sea más o menos importante para nosotros, la verdad –aceptemos o no– es que su huella está profundamente inscrita en nuestro interior. Negar esa realidad es negarnos a nosotros mismos. Es negar el origen y fundamento de lo que somos. De cómo aceptemos o vivamos esta realidad dependerá nuestra realización personal.

Preguntémonos: ¿Por qué existo? ¿Por qué yo soy quien soy, y no otro? No somos dueños de nuestras vidas. No somos nosotros quien elegimos existir, y mucho menos ser quienes somos. Decir que existimos y somos quién somos gracias a nuestros padres y ancestros no es equivocado, pero quedarnos solamente con esa dimensión de la realidad sería empobrecer nuestras existencias. Nuestros padres nos conceden la existencia genética y biológica, nos educan, nos forman, etc… además de las características, riquezas y deficiencias que podemos tener de por sí, mucho de lo que somos depende también de lo que aprendemos a lo largo de nuestra vida, en los distintos lugares dónde nos desenvolvemos. Pero aun así, hay algo en nuestro interior que define quienes somos. Eso es nuestro espíritu. Nuestro interior. Nuestra consciencia. Nuestro “corazón”. Es decir, nuestro “mundo interior”. Es algo muy distinto en cada persona. Esa diferencia interior, del corazón, espiritual, no lo recibimos de los padres, ni tampoco es algo que la sociedad poco a poco va determinando. Tampoco somos nosotros quien lo elegimos. Así nacemos. Así lo ha querido Dios. Querámoslo o no.

¿Qué tan profundo es nuestro mundo interior? ¿Nos sentimos satisfechos con lo que el mundo puede ofrecernos? No hablo sólo en términos negativos. Efectivamente, hay muchas cosas valiosas como nuestro trabajo, estudios, la familia, nuestros hijos, etc… realidades de nuestra vida que son fundamentales y realmente llenan de felicidad nuestro mundo interior. Pero todas ellas son finitas, en algún momento terminan. Entonces brota la pregunta: ¿Todo eso llena y satisface plenamente nuestro interior? O acaso ¿no buscamos alguien que nos ofrezca una felicidad sin límites? Todos buscamos siempre lo infinito.

Por lo tanto, si sabemos que sólo Dios es esa persona infinita que puede saciar nuestra “hambre” interior ¿por qué nos cuesta abrir el corazón a Dios? Dejar que el amor de Dios llene de sentido nuestra vida. La respuesta no es fácil. Implica muchas variables. Cada uno tiene sus propias razones para abrir o no el corazón a Dios. Qué tipo de educación y formación recibimos en la familia, cuánto influenciaron nuestras amistades o el mundo con sus falsas propuestas, la educación que recibimos en las escuelas y universidad, las corrientes de pensamiento vigentes de la determinada circunstancia cultural en la que vivimos. Experiencias problemáticas o traumáticas que llevaron a que cerrásemos nuestros corazones, no sólo a Dios, sino a los demás.

Esas experiencias difíciles o traumáticas pueden generar problemas de índole psicológica que distorsionan la manera como nos acercamos a la realidad. También las experiencias de sufrimiento y dolor que podemos atravesar en la vida, pueden, en muchos casos, llevar a renegar de Dios. Cómo si Dios fuera el culpable de todo lo malo que sucede en la vida. Por otro lado, están los que creen que Dios nunca los escucha, los que no saben cómo hablar o relacionarse con Él. Los que están tan encerrados en sí mismos, que no son capaces de percibir la acción de Dios en sus vidas. También están aquellos que sencillamente no conocen a Dios. Por distintas razones nadie les habló de Dios, ni tampoco les ayudaron a acercarse a Él. Finalmente, están nuestros propios pecados personales, que objetivamente nos alejan de Dios, que nos hacen creer que ya no somos dignos de acercarnos a Él. Nos desesperanzamos. Creemos que no hay salida para nuestra postración. Estas son algunas razones por las que se hace difícil que Dios entre en nuestros corazones. Cada persona tiene sus propias dificultades. Sino superamos esas dificultades terminaremos alejándonos cada vez más de Él.

Sin embargo, Dios nunca se cansa de salir a nuestro encuentro. Conoce nuestros corazones. Nos conoce mucho mejor que nosotros mismos. Apuesta por nosotros. Desde el comienzo, luego del pecado original, promete un Mesías, un Salvador, que vendría a liberarnos del pecado, que vendría a iluminar la oscuridad en la que vivimos. A lo largo de toda la historia del pueblo de Israel, Dios se fue manifestando progresivamente a través de los Patriarcas, profetas, reyes… y, finalmente, envío su propio hijo, que siendo Dios, nació de la Virgen María y se hizo hombre. El todopoderoso se hizo pequeño como un bebe. El Eterno se hizo finito y mortal. Se alegró, se entristeció y lloró. Asumió el peso de nuestros pecados. Apostó tanto por nosotros, se involucró tanto, nos ama tanto, que llegó al punto de entregar su Hijo único a que muriera en la cruz, por nuestros pecados.

¿Qué debemos hacer? Si percibo algo de eso en mi vida, ¿qué tengo que cambiar? El camino, más que preguntarnos ¿qué hacer? ¿Qué cambiar? es descubrir en Dios una persona real con quien puedo relacionarme. Puedo tener muchos y distintos problemas, pero se trata de crecer y fomentar una relación personal. El hecho humano de la relación personal es algo que vivimos cotidianamente. Nos relacionamos con nuestros familiares, amigos, colegas de trabajo, etc… A partir de la relación personal con Dios, aprenderemos a abrir nuestro corazón. Además ¿qué vamos a perder? ¿Por qué tenerle miedo? No hay ninguna razón para temerle. Él es Dios. Nos creó por amor. Entregó su Hijo único para morir en la Cruz por amor. ¿Qué más podemos pedirle a Él que nos muestre cuánto nos ama? Él nos da la verdadera felicidad. A fin de cuentas, el punto es: ¿dónde quiero poner mi corazón? ¿Dónde está mi tesoro? Pues ahí donde descubro el tesoro para mi vida es dónde pondré mi corazón. ¿Qué quiere y necesita mi corazón? Abrir el corazón no es fácil, pero está en juego nuestra felicidad.

"'LA VERDAD OS HARÁ LIBRES' (JN 8, 32). NOTICIAS FALSAS Y PERIODISMO DE PAZ", TEMA
Las "fake news", protagonistas del mensaje del Papa para las Comunicaciones Sociales

Francisco aboga por "un periodismo de paz, que promueva la comprensión entre las personas"

Francisco y los medios de comunicación Agencias

RELIGIÓN | VATICANO

La Iglesia quiere ofrecer una contribución proponiendo una reflexión sobre las causas, sobre las lógicas y sobre las consecuencias de la desinformación en los medios y ayudando a la promoción de un periodismo profesional

(J. Bastante).- En plena era de la posverdad, el Papa Francisco vuelve a cambiar de tercio, y anuncia el título de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. "'La verdad os hará libres' (Jn 8, 32). Noticias falsas y periodismo de paz", es el título de la misma. Una palabra del Papa, necesaria, contra las "fake news".

Al menos así lo ha planteado la Secretaría para la Comunicación, que en un comunicado ha indicado que el mensaje papal "se refiere a las 'noticias falsas', es decir, a las informaciones infundadas que contribuyen a generar y a alimentar una fuerte polarización de las opiniones".

"Se trata de una distorsión a menudo instrumental de los hechos, con posibles repercusiones sobre los comportamientos individuales y colectivos", añade el comunicado, que apunta cómo "la Iglesia quiere ofrecer una contribución proponiendo una reflexión sobre las causas, sobre las lógicas y sobre las consecuencias de la desinformación en los medios y ayudando a la promoción de un periodismo profesional, que busca siempre la verdad y por lo tanto un periodismo de paz, que promueva la comprensión entre las personas".

La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, la única jornada mundial establecida por el Concilio Vaticano II (‘Inter Mirifica', 1963), se celebra en muchos países, siguiendo la recomendación de los obispos del mundo, el Domingo que precede la Solemnidad de Pentecostés, que en 2018, es el 13 de mayo.

El texto del Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se publica tradicionalmente el 24 de enero, en ocasión de la memoria de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas.

DARIO EDOARDO VIGANÒ EN HERDER
En salida Francisco y la comunicación
Un ensayo que analiza la forma de comunicación del Papa

Herder, 29 de septiembre de 2017 a las 11:09

"En salida" (Herder)

Tanto la improvisación, como el uso frecuente de metáforas, anécdotas y apólogos forman parte de la refinada gestión de los códigos lingüísticos y culturales que emplea el papa Francisco

(Herder).- "¡Hermanos y hermanas, buenas tardes!". Todo el mundo se quedó parado y conmovido aquel 13 de marzo de 2013, ante el primer saludo del nuevo Papa desde la logia de las Bendiciones de San Pedro. No menos comunicativo fue el tono de las palabras que siguieron: "Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo., pero aquí estamos. Os agradezco la acogida".

Con estas palabras inicia Dario Viganò el primer capítulo del libro, titulado "Francisco, un hombre sin ceremonial".

Con frecuencia, el papa Francisco abandona el marco rígido de los textos escritos para comunicarse de una forma del todo distinta. El objetivo de En salida es analizar y exponer, de manera clara y amena, este nuevo estilo comunicativo y las estrategias que sigue el Papa para llegar a los fieles.

Tanto la improvisación, como el uso frecuente de metáforas, anécdotas y apólogos forman parte de la refinada gestión de los códigos lingüísticos y culturales que emplea el papa Francisco.

Dario Viganò se sirve de los diversos aspectos de la «representación pública» del pontificado de Francisco (desde el saludo de la logia central de San Pedro hasta los viajes apostólicos, desde las homilías hasta las encíclicas) para explicar las construcciones simbólicas que vehiculan su comunicación.

Dario Edoardo Viganò (Río de Janeiro, 1962) es prefecto de la Secretaría para la Comunicación de la Santa Sede, y dirigió el Centro Televisivo Vaticano entre 2013 y 2015. Es profesor ordinario de Teología de la Comunicación en la Pontificia Universidad Lateranense y director del Máster en Periodismo Digital del Centro de Altos Estudios de Letrán (CLAS) y la Pontificia Universidad Lateranense. Ha publicado diversos estudios acerca de la relación entre los medios de comunicación y el mundo católico

El Santo Padre: la alegría de la evangelización, puede restituir fuerza para la conversión
Audiencia a la plenaria del Pontificio Consejo de la Nueva Evangelización

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 29 Sept. 2017).- La evangelización por su propia naturaleza pertenece al Pueblo de Dios. Y la alegría de la evangelización puede llegar a las personas alejadas y restituirles la fuerza para la conversión.

Lo indicó este viernes el papa Francisco en la sala del consistorio del Palacio Apostólico, dirigiéndose a los participantes de la plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, que se reunió en el Vaticano desde el miércoles 27 de septiembre hasta hoy viernes.

El Papa recordando el Jubileo de la Misericordia, que  comenzó el 8 de diciembre de 2015 y concluyó el 20 de noviembre de 2016, en coincidencia con el 50º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, indicó que ese “momento de gracia que la toda la Iglesia vivió con gran fe e intensa espiritualidad” no podemos permitir “que sea olvidado”.

Les exhortó por lo tanto a recordar que la Iglesia “tiene la gran responsabilidad de seguir sin tregua siendo instrumento de misericordia”. Y que así se consiente que “el Evangelio sea percibido como evento de salvación y pueda dar un sentido pleno y definitivo a la vida personal y social”.

Sobre la evangelización, añadió que “es necesario descubrir cada vez más que esta por su misma naturaleza pertenece al pueblo de Dios”. Y subrayó “el aporte que cada pueblo en particular y sus respectivas culturas ofrecen al camino del pueblo de Dios”.

Riquezas que “la Iglesia tiene que reconocer y valorizar” para llevar a cumplimiento “la unidad ‘de todo el género humano’ de la cual ‘es signo’ y ‘sacramento’. Porque “son auténticos dones que expresan la variedad infinita de la acción creadora del Padre y que confluyen en la unidad de la Iglesia”, volviéndola “lugar concreto de diálogo”.

El Pontífice señaló además que “pocas realidades como la Iglesia pueden decir tener un conocimiento del pueblo, en grado de valorizar ese patrimonio cultural, moral y religioso que constituye la identidad de enteras generaciones”.

Invitó así a penetrar en el corazón de la gente, “para descubrir ese sentido de Dios y de su amor, que ofrece la confianza y la esperanza de mirar adelante con serenidad”. Incluso personas que se encuentran en el abismo de la indiferencia”.

Porque, asegura el Santo Padre “la alegría de la evangelización puede alcanzarlos y restituirles la fuerza para la conversión”.

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