Que se haga en mí según tu palabra.
- 20 Diciembre 2017
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Evangelio según San Lucas 1,26-38.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.
MONICIÓN
Nos acercamos al día santo de la Navidad. Las escenas evangélicas nos ofrecen los relatos, transmitidos, como dice Benedicto XVI, por la tradición familiar. Pocas escenas como la de la anunciación del Ángel a María corresponde a esa tradición.
La Iglesia cree y canta diariamente, al alba, al mediodía y al atardecer el misterio de la concepción del Verbo de Dios en el seno de María sin concurso de varón. Los monjes han tomado la imagen de la zarza ardiente de Moisés, arbusto que arde y no se consume, como símbolo de la maternidad virgen de María. Parece extraño que invoquemos la zarza en el contexto del Adviento, y sin embargo, se puede contemplar como la paradoja del Creador, que envía a su Hijo para redimir el desierto y convertirlo en vergel, para que los abrojos y espinas se conviertan en redención.
TEXTO BÍBLICO
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.”
TEXTO MÍSTICO
“¡Ay, quién podrá sanarme!/ Acaba de entregarte ya de vero;/ no quieras enviarme de hoy más ya mensajero,/ que no saben decirme lo que quiero” (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual 6).
TEXTO PONTIFICIO
“El Señor, en el colmo del misterio de la Encarnación, quiso llegar a nuestra intimidad a través de un pedazo de materia. No desde arriba, sino desde adentro, para que en nuestro propio mundo pudiéramos encontrarlo a él” (Francisco, LS 236).
LA ZARZA
“El ángel del Señor se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía. Dijo, pues, Moisés: «Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza». Cuando vio el Señor que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: «¡Moisés, Moisés!» El respondió: «Heme aquí». Le dijo: «No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada» (Ex 3, 2-5).
¿Te atreves a interpretar que donde está tu debilidad, tu espina, está la fuerza del Señor?
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia Alabanzas de la Virgen María, 4,11
“Que se haga en mí según tu palabra.”
Escuchemos la respuesta de aquella que fue elegida para ser Madre de Dios sin perder su humildad: “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra.” (Lc 1,38)...Diciendo estas palabras, María expresa más bien su vivo deseo que no la realización de él, como quien tuviera alguna duda acerca de su cumplimiento. No obstante, nada nos impide de ver en su “hágase” una “oración”. Porque Dios quiere que le pidamos incluso las cosas que él nos promete. Sin duda, ésta es la razón porque empieza por prometernos muchas cosas que tiene decidido darnos: la promesa despierta nuestra piedad, y la oración nos hace merecedores de lo que gratuitamente recibimos...
La Virgen lo ha comprendido ya que al don gratuito une el mérito de su oración: “Que se haga en mí según tu palabra. Que la Palabra eterna haga en mí lo que dice tu palabra hoy. Que la Palabra que desde el origen está junto a Dios se haga carne en mi carne según tu palabra... Que esta Palabra no sea sólo perceptible a mis oídos sino visible a mis ojos, palpable a mis manos, que yo la pueda llevar en mis brazos. Que no sea una palabra escrita y muda, sino la Palabra encarnada y viviente; no por signos inertes trazados sobre un pergamino seco, sino una Palabra en forma humana, impresa y viva en mis entrañas... “Después de hablar Dios muchas veces y de diversos modos antiguamente a nuestros mayores por medio de los profetas....” (Hb 1,1) Su palabra les fue dado a conocer, a proclamar y a practicar... En cuanto a mí, yo pido que se instale en mis entrañas... Llamo a la Palabra insuflada en mí en el silencio, encarnada en una persona, corporalmente unida a mi carne... Que se encarne en mí para el mundo entero".
San Domingo de Silos
Santo Domingo de Silos, abad
En el monasterio de Silos, en la región de Castilla, en España, santo Domingo, abad, el cual, siendo ermitaño, restauró después este monasterio que estaba relajado, introdujo allí la disciplina y favoreció día y noche la alabanza divina.
Cuenta la tradición que santo Domingo vino al mundo en el año mil de la era cristiana, en la pequeña villa de Cañas, que en aquellos tiempos pertenecía al reino de Navarra (actualmente provincia y comunidad de La Rioja), dentro de una familia de noble linaje. Ya desde niño, asistía a los Oficios Divinos con tal gravedad y cordura, que revelaba en él un profundo espíritu de fe. Después de ejercer cuatro años el oficio de pastor, los padres de Domingo quisieron secundar los deseos del muchacho de consagrarse a Dios, por lo que le dedicaron como clérigo, tal vez con patrimonio de la familia, al servicio y ayuda del sacerdote de la parroquia, con el cual aprendió los Salmos de David, el canto eclesiástico y el Evangelio, ensayándose en la lectura y la comprensión de los libros de la Sagrada Escritura, pasionarios y homilías de los Santos Padres que más frecuentemente se recitaban en los Oficios Divinos. No nos consta con certidumbre si hizo toda la carrera eclesiástica en su pueblo, ya que solía haber una especie de seminarios parroquiales, o bien cursó lo que llamaríamos hoy teología en la ciudad episcopal de Nájera. Lo cierto es que don Sancho, obispo de esta ciudad, se decidió a conferir a Domingo el presbiterado cuando apenas contaba con veintiseis años, edad a la que los otros clérigos recibían solamente el diaconado.
Después de una breve experiencia eremítica, a los treinta años, decidió ingresar en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla. En los primeros tiempos de vida monástica, se dedicó Domingo a completar su formación intelectual, aprovechando la rica biblioteca del monasterio; allí estudió a Esmaragdo y, sobre todo, el famoso códice de San Millán, que contenían las promulgaciones dogmáticas de los concilios ecuménicos de la Iglesia y otros particulares. A los dos años de profeso, el abad le nombró maestro de los jóvenes que se educaban en el monasterio.
Semejante encumbramiento moral tan rápidamente conquistado, no pudo menos de suscitar ciertos recelos en algunos religiosos que, más antiguos de la casa, podían creerse postergados. Por envidia o buena fe, se puso en tela de juicio su virtud y la objetividad de sus ideales. "Fácil es", decían, "obedecer cuando la obediencia trae consigo honores y cuando el trabajo se ve recompensado con el cariño y el agradecimiento. Confíesele una misión más dura y entonces veremos el verdadero valor de la obediencia". Fue entonces nombrado prior de Santa María de Cañas. El priorato se encontraba en un estado lamentable: desmantelado, sin enseres, sin bienes y sin libros. Con esfuerzo y gran acierto en el manejo de los negocios temporales, arregló las cuentas atrasadas y fomentó el cultivo en las propiedades del monasterio, de suerte que poco tiempo después pudo ya vivir de su trabajo y del de sus monjes, y procurar al priorato lo más preciso en ropas, ornamentos de iglesia y códices, construyendo poco después una iglesia nueva.
Desde el monasterio de San Millán de la Cogolla, se seguía con interés la obra que Domingo realizaba en Cañas, por lo que a finales de 1038, Domingo fue nombrado prior mayor del monasterio, casi a la fuerza, porque la humildad del santo rehuía los honores de tan alto cargo. Desgraciadamente ocurrió que a los pocos meses de ser nombrado prior, murió el abad don García y en su lugar fue nombrado el anterior prior don Gomesano. Si la elección hubiese sido libre y estado en manos de los monjes, es indudable que hubiera recaído en la persona de Domingo.
Gobernaba por entonces los reinos de Navarra y La Rioja don García, hijo mayor del rey don Sancho. Pródigo a veces con los monasterios e iglesias, cuando se veía apurado por las necesidades de la guerra, no respetaba ni derechos sagrados ni sus propias donaciones, ni siquiera las de San Millán. En el año 1040, exhausto su tesoro y creyendo que el nuevo abad le apoyaría en sus pretensiones, se dirigió al monasterio exigiendo una fuerte suma por sus pretendidos derechos reales. La negativa de Domingo fue respetuosa pero rotunda. Esta obstinación exacerbó de tal manera la cólera del monarca, que apenas salió de la iglesia, el rey tuvo una larga entrevista con el abad, quien consintió en deponer a Domingo del cargo de prior y enviarle desterrado al priorato de San Cristóbal, llamado también Tres Celdas. En 1041, Domingo se dirige hacia Castilla. El rey don Fernando le ofreció su protección y una morada en palacio, pero el santo pidió al monarca licencia para vivir retirado en la ermita que pertenecía al monasterio de San Millán, sirviendo en ella a la Virgen María.
A principios del año 1041, el monasterio de San Sebastián de Silos estaba casi abandonado. Perdido su antiguo prestigio y gran parte del patrimonio, todo anunciaba un fin poco glorioso, pues el puñado de monjes que lo habitaba, vegetaba y languidecía tristemente. Fue entonces cuando el rey don Fernando, movido tal vez por los ruegos del padre del Cid Campeador, que tenía sus posesiones colindantes con las de Silos, encomendó a Domingo la resturación del monasterio de San Sebastián de Silos y le propuso como abad. En una mañana de invierno, Santo Domingo entraba en la iglesia acompañado del obispo y de algunos nobles, para tomar posesión del cargo.
Comenzó la restauración material del monasterio por la iglesia, de tal modo que, completada con la cúpula y atrio por sus sucesores, llegó a ser una de las más bellas basílicas románicas de España, parecida a la catedral antigua de Salamanca. Hacia 1056, se comenzó la construcción de la sala capitular en el sitio llamado hoy el "gallinero del santo", así como el maravilloso claustro románico, que es la joya más original en su estilo y que eternizará en la historia del arte el nombre de santo Domingo de Silos.
Corrían los años, y con ellos la actividad material y espiritual del monasterio de Silos iba aumentando. En los últimos años, la muerte se había llevado a sus mejores amigos: al rey don Fernando y a su hijo don Sancho, y finalmente a su amigo y vecino el abad de Arlanza, en 1072. Las fuerzas de su cuerpo se rendían al peso de sus 72 años, tan cargados de fatigas; su cuerpo, necesitaba el apoyo de aquel báculo sencillo de avellano, que aún se conserva en el Monasterio como preciosa reliquia. Su espíritu se mantenía firme y sereno, pero las fatigas del otoño de 1073, después de los últimos esfuerzos para la distribución de las cosechas, le rindieron del todo y cayó enfermo. Santo Domingo, murió el viernes 20 de diciembre de 1073.
fuente: Monasterio de Santo Domingo de Silos
Oremos
Señor, tú que diste a Santo Domingo de Silos la abundancia del espíritu de verdad y de amor para que fuera un buen pastor de tu pueblo, concede a cuantos celebramos hoy su fiesta adelantar en la virtud, imitando sus ejemplos, y sentirnos protegidos con su valiosa intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
HOMILÍA DE FRANCISCO EN SANTA MARTA
¿Cómo son los corazones "objetos de museo" que critica el Papa?
Francisco tacha de "enfermedad mala" el "invierno demográfico" en Occidente
Redacción, 19 de diciembre de 2017 a las 16:01
Papa y corazón
El diablo quiere la esterilidad. Quiere que cada uno de nosotros no viva para dar vida, tanto física como espiritual, a los demás. Que viva para sí mismo: el egoísmo, la soberbia, la vanidad. Engordar el alma sin vivir para los demás
Esterilidad y fecundidad: son las dos palabras en torno a las cuales reflexionó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el tercer martes de diciembre.
Las lecturas del día presentan el nacimiento de Sansón y de Juan Bautista que el ángel había anunciado a dos mujeres estériles o que tenían demasiados años como el caso de Isabel. El Santo Padre recordó que en aquel tiempo la esterilidad era una vergüenza, porque el nacimiento de un hijo se consideraba una gracia y un don de Dios. El Papa también recordó que en la Biblia se lee de tantas mujeres estériles, que deseaban ardientemente tener un hijo, o de tantas otras madres que lloraban por la pérdida del hijo y porque se habían quedado sin descendencia, como Sara, Noemí, Ana e Isabel, por ejemplo.
"La fecundidad en la Biblia es una bendición" "Llenen la tierra, sean fecundos". Francisco recordó que se trata del primer mandamiento que Dios dio a nuestros padres. Y añadió que "Donde está Dios, hay fecundidad": "Me vienen a la mente (...) algunos países que han elegido la vía de la esterilidad y padecen esa enfermedad tan mala que es el invierno demográfico. Los conocemos. No tienen hijos. No. Que el bienestar, que esto, que esto otro... Países vacíos de niños y esto no es una bendición. Pero esto es algo de pasaje. La fecundidad siempre es una bendición de Dios".
El Papa destacó la fecundidad material y espiritual. El hecho de dar la vida. Y dijo que una persona puede ser célibe, como los sacerdotes y los consagrados, pero debe vivir igualmente dando la vida a los demás. Ay de nosotros -subrayó Francisco- si no somos fecundos a través de las buenas obras.
"También el desierto florecerá: es la promesa de Dios"
La fecundidad es un signo de Dios. Y el Pontífice recordó que los profetas han elegido símbolos hermosos, como el desierto. Qué otra cosa es más estéril que un desierto -dijo- y sin embargo, ellos dicen que también "el desierto florecerá, la aridez se llenará de agua". Es, precisamente -agregó Francisco - la promesa de Dios. Dios es fecundo.
"Es verdad, el diablo quiere la esterilidad. Quiere que cada uno de nosotros no viva para dar vida, tanto física como espiritual, a los demás. Que viva para sí mismo: el egoísmo, la soberbia, la vanidad. Engordar el alma sin vivir para los demás. El diablo es el que hace crecer la cizaña del egoísmo y no nos hace fecundos.
"La fecundidad es una gracia que hay que pedir a Dios"
Es una gracia tener hijos que nos cierren los ojos en la hora de nuestra muerte -dijo también el Papa Francisco- y citó el ejemplo de un anciano misionero de la Patagonia que, cuando tenía 90 años, decía que su vida había pasado como un soplo, pero que tenía tantos hijos espirituales junto a sí en su última enfermedad.
Aludiendo a la inminente Navidad el Papa dijo:
"Aquí hay una cuna vacía. Podemos verla. Puede ser símbolo de esperanza porque vendrá el Niño; puede ser un objeto de museo, vacío durante toda la vida. Nuestro corazón es una cuna. ¿Cómo es mi corazón? ¿Está vacío -siempre vacío- pero abierto para recibir continuamente la vida y dar la vida? ¿Para recibir y ser fecundo? ¿O será un corazón conservado como un objeto de museo que jamás ha sido abierto a la vida ni a dar la vida?".
El Santo Padre Francisco concluyó su reflexión sugiriendo mirar esta cuna vacía y decir: "Ven Señor, llena la cuna, llena mi corazón e impúlsame a dar la vida, a ser fecundo".
(RD/Vaticannews)
LA SUPERIORA Y COMUNIDAD DE LAS MISIONERAS DE PAX VOBIS LE DESEAN A USTED Y FAMILIA SUS MEJORES DESEOS DE PAZ Y AMOR EN ESTAS FIESTAS DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO. QUE LA LUZ DE LA SAGRADA FAMILIA LES CONCEDA LA SALUD DE CUERPO Y ALMA Y QUE LA GRACIA DE LA FE LLENE SUS CORAZONES DE SUS MEJORES DESEOS CON LA VENIDA DEL NIÑO JESUS A LOS SUYOS.
CON AMOR TENGAN UNA FELIZ NAVIDAD
Santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38. Miércoles III de Adviento.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te doy las gracias por este momento que me regalas. Has esperado desde siempre este momento. Me amas y me has esperado pacientemente. ¡Gracias! De tus manos amorosas he recibido todo lo que tengo y lo que soy. Hoy quisiera agradecerte por ser quien eres. Porque eres simplemente maravilloso…y me amas tal cual soy.
Creo en Ti, pero ayúdame a creer cada día más en Ti y en que, si Tú estás conmigo, nada debo temer. Confío en Ti, pero aumenta mi confianza. Ayúdame a abandonarme en tus brazos igual que un bebé se abandona en los de su mamá.Te amo, Jesús, empero, te suplico que me enseñes a amarte. ¡Aumenta mi amor! Hazme un instrumento de tu amor. Quiero ser un reflejo de tu amor para los demás. Ayúdame y no permitas que me separe de Ti. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
María, hoy quisiera penetrar en tus pensamientos y descubrir cuáles son los sentimientos que se albergan en tu corazón. ¿Cómo pasas las noches antes de que llegue el momento en que puedas mirar el rostro de tu Hijo?
Me parece verte allí, sentada, acariciando tu vientre con un amor casi tan indescriptible como grande. Han pasado ya casi nueve meses desde el anuncio del ángel. En tu corazón todavía resuenan las palabras: "alégrate, el Señor está contigo".
¡Realmente está contigo! Puedes sentir cómo poco a poco el Dios todopoderoso va haciéndose carne en tus entrañas. El Señor está contigo y Él es tu alegría. Él es tu alegría como lo es cualquier hijo para su mamá…pero sobre todo, Él es tu alegría porque Él es Dios y está contigo… está dentro de ti.
Me parece ver a José que te mira desde un ángulo de la habitación, también él absorto en sus pensamientos. Recuerda las dudas que le asaltaron cuando te vio encinta y pensó en dejarte en secreto. Ha pasado el tiempo. Mira cómo dentro de su esposa crece el Dios todopoderoso a quién él deberá de defender.
Veo que te percatas de la presencia de José y lo invitas a venir a tu lado. ¡Qué silencio tan maravilloso! No tienen necesidad de palabras para comprender lo que pasa en el corazón del otro. Ese silencio es tan sagrado, es como si tú y José, intentaran escuchar a la Palabra eterna de Dios que ahora crece en silencio dentro de ti, María.
¡Enséñame, Madre, a esperar a Jesús con el amor con que tú y José lo esperan ya!
La Virgen María está llamada en primer lugar a regocijarse por todo lo que el Señor hizo en ella. La gracia de Dios la envolvió, haciéndola digna de convertirse en la madre de Cristo. Cuando Gabriel entra en su casa, también el misterio más profundo, que va más más allá de la capacidad de la razón, se convierte para ella en un motivo de alegría, motivo de fe, motivo de abandono a la palabra que se revela. La plenitud de la gracia transforma el corazón, y lo hace capaz de realizar ese acto tan grande que cambiará la historia de la humanidad.
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de diciembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me detendré delante de un nacimiento y rezaré un Avemaría pidiéndole a María que me enseñe a esperar, como ella, a Jesús.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del
Gracias, Madre, mil gracias, por haber dicho que sí
Sin luz, sin amor, sin sentido de vivir. ¿Qué hubiera sido de nosotros, sin Ti, Virgen Misericordiosa?
Gracias, Madre, mil gracias, Bendita,
por haber dicho que sí.
Nos trajiste lo mejor.
Estábamos destinados al eterno dolor
Éramos enemigos del Dios que tú amas.
Éramos hijos pródigos devorando bellotas,
Éramos casi como los animales que las comían,
pues apacentamos nuestras feas pasiones.
en los campos de Satanás.
La desesperación hubiera sido nuestra forma de vivir,
una tristeza creciente, sin cambio, sin sol.
Las tinieblas de muchos pecados
nos ocultaban el sol del amor.
Sin luz, sin amor, sin sentido de vivir.
¿Qué hubiera sido de nosotros, sin Ti,
Virgen Misericordiosa?
No había esperanza para nosotros,
prisioneros de ese campo de concentración
que hubiera sido el mundo.
El número de suicidas hubiera sido mayor
que el de los que quisieran seguir viviendo,
Pero llegaste Tú, la elegida, la abogada,
la llena de gracia…
Y nuestro mundo triste y amargado
se convirtió en lugar de consuelo y de paz.
Gracias por haber existido, por ser quien eres, por ser como eres.
Gracias mil veces porque nos trajiste la salvación.
Durante nueve meses, como todas las madres,
paseaste a Jesús en tu seno
por las calles de Nazareth, de Belén,
por los caminos y campos de Palestina,
La noche del mundo se convirtió en mediodía
cuando diste a luz al que se llamaría a sí mismo
Luz del mundo.
Tú fuiste la esclava sublime del Dios Altísimo.
Tú respondiste al Dios tres veces Santo
en nuestro lugar.
Borraste todas nuestras indignas respuestas
con tu sí heroico y generoso.
Y Dios, al complacerse en Ti.
nos miró también a nosotros con amor.
Porque eres de carne y hueso como nosotros,
Eres de nuestra raza
Y nuestra raza dió en Ti
la respuesta que Dios esperaba.
Jesús viene. Es el salvador,
pero ha querido venir a través de Ti.
Antes de ser de todos como redentor
fue todo tuyo, porque nadie lo sabía,
ni siquiera José, tu fiel esposo,
Luego, desde la cuna de Belén
no lo quisiste solo para Ti,
nos lo diste a todos los hombres.
A mí me has dado con inmenso amor
el fruto de tus entrañas purísimas.
Jesús es tuyo y Jesús es mío, `
porque Él es mi hermano y salvador
desde que Tú eres madre de ambos.
¿Qué cosa más grande, más hermosa,
más maravillosa podías darnos que a Jesús?
Un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado, confirma la Sagrada Biblia.
Desde entonces puedo llamar padre a Dios,
igual que te llamo a Ti madre.
Mi Padre bendito, mi Madre bendita.
Desde entonces Jesús es mi Dios, mi compañero, mi padre, mi grande y único amor
y la única razón de mi existencia.
Desde entonces he bebido una y mil veces
de la fuente de agua vivas
en los sacramentos de la Iglesia.
Tú asististe a mi bautismo.
El primer beso en mi frente de niño cristiano
lo recibí de tus labios, oh Madre.
Tú preparaste mi alma para recibir
por primera vez a tu Jesús y a mi Jesús.
¡Qué día tan hermoso para mí,
para Ti y para Jesús.
Tú estuviste presente en mis bodas de Caná
Deseándome que me fuera como a Ti
en tu matrimonio con José.
Tal vez no me ha ido lo mismo…
Tú sabes mejor que nadie cómo me ha ido
en mis amores..
Ten misericordia de mi matrimonio,
esposa magnífica, como no ha habido
ni habrá ninguna.
Misericordia de mis hijos.
Aunque estén en malos pasos
quiero dejarlos siempre en tus manos buenas,
para que los salves del maligno,
del mundo y de sus pasiones.
Concédeme de parte de Dios una Navidad,
si no totalmente feliz, al menos en paz, alegría,
en amor, como debe ser.
Vienes a darnos, a darme otra vez a Jesús.
Y hoy es el día y la noche buena.
Si alguna vez y algún día debo estar feliz,
es en esta noche buena y el día de Navidad.
Permíteme disfrutar algo de la felicidad del cielo
en esta Navidad
porque viene a mi corazón y a mi familia
el cielo entero con Jesús.
Pero viene el cielo, viene Dios
de la forma más sorprendente.
A todos nos ha dejado sin palabra ese Dios niño,
ese gitanillo precioso.
Perdona que así lo llame,
porque ha nacido como otros gitanillos,
si no debajo de un puente,
sí en un portal de animales.
Gitanillo se hizo por mí,
por amor, por amor, por amor.
El Niño Jesús es todo amor,
sólo amor y siempre amor para mí.
Déjame besarlo, abrazarlo con cariño,
y amarlo con todas las fuerzas de mi alma.
Déjame besarte, déjame abrazarte, Madre querida,
con toda la ternura de mi corazón.
¿Cómo no amarte, ángel de mi vida, Madre bendita,
si nos has traído al tres veces Santo,
si nos has dado al Verbo de Dios,
si has convertido al Hijo eterno del Padre
en un niño de esta tierra.
Con qué seriedad y cariño se llamará a sí mismo
el Hijo del Hombre.
El Hijo amadísimo del Padre
en quien tiene todas sus complacencias
insiste en llamarse el Hijo del Hombre,
para que quedara claro cuánto nos amaba.
Pues Tú, Madre bendita, convertiste al Hijo de Dios
en hijo del hombre, al darle tu sangre.
Nos diste un Dios niño, con cuerpecito de niño,
con un corazón de niño.
Pero a través de sus latidos
nos ama el Dios que es Amor.
Lloraba ese niño lágrimas de niño
y lágrimas de Dios.
Latía aquel corazón chiquito
como el de cualquier niño
pero era el corazón de Dios
que nos ha amado con eterno amor.
Madre admirable,
Enséñame a amar a tu Hijo divino…
Enséñame a amarlo todo lo que Él quiera,
todo lo que Tú quieras.
¿Será tan difícil amar entrañablemente
a un niño como el tuyo, María,
a un Dios que se hace niño por mí,
a un salvador que me ama con infinito amor?
En esta Navidad, Madre querida,
dame al Jesús de tus entrañas adorables,
al Jesús de tu alma y de tu vida,
al Jesús que amas como Virgen purísima
y como Madre amantísima.
Quiero amar a tu hijo con todo mi ser,
al mismo Jesús que Tú amas así,
quiero amarlo yo también,
con mi pobre corazón,
con mi vida que no es tan pura,
con mi alma que necesita ser redimida por Él.
Quiero amar y servir a ese ser divino
pero que es también carne de tu carne
y sangre de tu sangre,
rosa de tu rosal, a Jesús niño.
Reto a los ateos a que vengan al portal de Belén
¿A quién niegan? ¿A quién odian?
A un pedacito de carne, de carne viva
que se ha hecho niño por amor a ellos.
Él te ha dado la vida, ateo desconcertante,
ateo inexplicable, ateo desagradecido.
No sabes a quién desprecias.
Odias no a un ser cualquiera,
odias al ser más adorable,
al que han adorado hasta el martirio
millones y millones de tus hermanos hombres
Que vengan los perversos…
¿Quién no puede arrodillarse ante ese Dios hecho niño?
Te adoro, mi Dios, con cuerpecillo de niño.
Te adoro mi Rey en trono de paja.
Te adoro mi Señor, que no sabes ni hablar.
Te adoro y te amo…
Nuestro corazón es una cuna. ¿Cómo es mi corazón?
El Papa Francisco criticó a los países donde la natalidad es baja y dijo que es el resultado del engaño del demonio.
Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa/ 19 Diciembre 2017
Al comentar el Evangelio de la liturgia del día, el Papa Francisco criticó a los países donde la natalidad es baja y dijo que es el resultado del engaño del demonio.
En la Misa que celebró en la Casa Santa Marta, el Pontífice recordó que el primer mandamiento de Dios fue el de “llenad la tierra, sed fecundos”. Y afirmó que “donde está Dios hay fecundidad”:
“Me viene a la mente cómo algunos países han elegido el camino de la esterilidad y padecen de esa enfermedad tan mala que es el invierno demográfico”.
“Los conocemos. No tienen hijos. ‘No, que el bienestar, que esto, que lo otro’. Ciudades vacías de niños, y esto no es una bendición. Pero esto es una cosa de paso. La fecundidad siempre es una bendición de Dios”, añadió.
En este sentido, advirtió de que “el diablo quiere la esterilidad. Quiere que cada uno de nosotros no viva para dar vida, sea física o espiritualmente, a los demás”. “Que viva para sí mismo: el egoísmo, la soberbia, la vanidad. Engordar el alma sin vivir para los otros. El diablo es el que hace crecer la cizaña del egoísmo y no nos hace fecundos”.
Francisco expresó que es una gracia tener hijos y habló de la Navidad: “aquí hay una cuna vacía, la podemos observar. Puede ser símbolo de esperanza porque vendrá el Niño, puede ser un objeto de museo, vacía toda la vida”.
“Nuestro corazón es una cuna. ¿Cómo es mi corazón? ¿Está vacío, siempre vacío, pero abierto a recibir continuamente vida y dar vida? ¿Para recibir y ser fecundo? ¿O será un corazón conservado como un objeto de museo que nunca ha estado abierto a la vida y a dar la vida?”, invitó a preguntarse a los fieles
"A TODOS LES DESEO UNA FELIZ NAVIDAD. QUE DIOS LOS BENDIGA"
El Papa pide a padres y abuelos que "enseñen a santiguarse bien a los niños"
Insta a los fieles a "no llegar con retraso a misa, para preparar el corazón a la celeración"
José Manuel Vidal, 20 de diciembre de 2017 a las 09:17
Audiencia papal en el aula Pablo VI
Todos somos pecadores. Si alguno no es pecador, que levante la mano...No hay manos levantadas, está bien. Todos somos pecadores...
(José M. Vidal).- En la audiencia del miércoles, el Papa Francisco desea Feliz Navidad a los fieles y centra su catequesis en los ritos introductorios de la misa. Explicándolos, invita a los fieles a no llegar tarde a la eucaristía y, sobre todo, pide a padres y abuelos que "enseñen a santiguarse bien a los niños", que, e menudo, hacen garabatos en la cara, en vez del signo de la cruz.
El contacto del Papa con la gente, en el aula Pablo VI, es todavía más cercano y directo que en la Plaza de San Pedro. El pasillo central del aula es toda una catequesis ambulante. El Papa bendice, estrecha manos, acricia a los niños y a los ancianos, sobre todo. Cambia de lado, entre los flashes de los móviles.
Le dicen de todo y le regalan de todo. Desde una tarta a libros, revistas, bufandas, ramos de flores, estampas, camisetas. Y, sobre todo, reparte abrazos y besos. Caricias de ternura.
Lectura de los Hechos de los póstoles: "Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en las enseñanzas y en las oraciones. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común...Vendían posesiones y bienes y lo repartián en función de las necesidades de cada uno...Eran bienvistos de todo el pueblo".
Algunas frases de la catequesis del Papa
"Estamos haciendo la catequesis sobre la misa"
"Dos partes: liturgia de la Palabra y liturgia eucarística"
"La celebración es un único cuerpo y no se puede separar"
"Saborear toda su belleza"
"Los ritos introductorios, el saludo, el acto penitencial, el kirye, el gloria y la oración colecta de las intenciones de todo el pueblo, que sube al cielo como oración"
"No es una buena costumbre mirar el reloj y decir llego a tiempo, porque llego después del sermón y, así, cumplo el precepto. La misa comienza con los ritos introductorios, cuando comenzamos adorar a Dios como comunidad. No llegar con retraso, para preparar el corazón a la celeración de la comunidad"
"El sacerdote se inclina y besa el altar, porque el altar es la figura de Cristo. El altar es Cristo"
"La misa es un encuentro de amor con Cristo que, al ofrecer su cuerpo en la cruz, se convierte en altar, víctima y sacerdote"
"El sacerdote traza sobre sí mismo el signo de la cruz...¿Habéis visto cómo se santiguan los niños...así, rápidamemte. No saben lo que hacen. Dan vueltas, hacen un dibujo en la cara que no es el signo de la cruz. Madres, padres, abuelos enseñad a los niños, desde el principio, desde pequeños, a hacer el signo de la cruz. Explicarles que hay que llevar como protección el signo de la cruz"
"La misa es una sinfonía orante..."
"Todos somos pecadores. Si alguno no es pecador, que levante la mano...No hay manos levantadas, está bien. Todos somos pecadores..."
"Confesarse pecadores ante Dios y ante los hermanos, con humldad y sinceridad. Como el publicano en el templo"
"La importancia del acto penitencial, que abordaremos en la próxima catequesis"
"Os recomiendo que enseñéis bien a los niños a santiguarse. Gracias"
Texto completo del saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
La serie de catequesis sobre la Santa Misa nos lleva a reflexionar en la celebración de la Eucaristía como un único acto compuesto de dos partes: la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística. Hoy, deseo detenerme en los ritos introductorios que preceden a esos dos grandes momentos.
El sacerdote, al inicio de la celebración, se dirige al presbiterio mientras se entona el canto de ingreso, al llegar se inclina ante el altar en signo de veneración, lo besa y lo inciensa. A continuación, el sacerdote que preside traza sobre su pecho el signo de la cruz, y junto con él lo hacen también todos los presentes. Este signo nos recuerda que todo acto litúrgico se cumple «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
Después, quien preside se dirige a la asamblea con un saludo como éste: «el Señor esté con ustedes», al que el Pueblo responde: «y con tu espíritu».
Este saludo y esta respuesta manifiestan el misterio de la Iglesia reunida, que confiesa una misma fe y desea estar unida con su Señor. Posteriormente, el sacerdote invita al acto penitencial, que no es sólo pensar en los pecados cometidos, sino confesarnos pecadores ante Dios y ante los hermanos, para que podamos resurgir a una vida nueva con Cristo.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Ante la proximidad de la Celebración del Nacimiento de Nuestro Señor, los animo a vivir con intensidad estos días, participando en la Santa Misa y experimentando la gracia del encuentro personal con Cristo, que ha querido nacer de una Mujer, María, para salvarnos y colmarnos de paz y de alegría.
A todos les deseo una Feliz Navidad.
Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludo en polaco
Al final del saludo en polaco, los niños de ese país le cantaron al Papa un villancico y un malabarista de un circo cubano le ofrece una actuación en vivo y en directo con balones de fútbol.
Saludo en italiano
"Saludo al circo de Cuba" Saluda a los nuevos sacerdotes de los Legionarios de Cristo.
"Transmitid la misericordia de Dios en el contexto actual"
Texto completo de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Retomando el camino de catequesis sobre la Misa, hoy nos preguntamos: ¿Por qué ir a Misa el domingo?
La celebración dominical de la Eucaristía está al centro de la vida de la Iglesia (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2177). Nosotros los cristianos vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor dicho para dejarnos encontrar por Él, escuchar su palabra, nutrirnos en su mesa, y así hacernos Iglesia, es decir, su Cuerpo místico viviente en el mundo.
Lo han comprendido, desde el primer momento, los discípulos de Jesús, los cuales han celebrado el encuentro eucarístico con el Señor en el día de la semana que los judíos llamaban "el primero de la semana" y los romanos "día del sol", porque ese día Jesús había resucitado de los muertos y se había aparecido a los discípulos, hablando con ellos, comiendo con ellos, donándoles a ellos el Espíritu Santo (Cfr. Mt 28,1; Mc 16,9.14; Lc 24,1.13; Jn 20,1.19), como hemos escuchado en la Lectura bíblica. Incluso la gran efusión del Espíritu en Pentecostés sucede el domingo, el quincuagésimo día después de la resurrección de Jesús. Por estas razones, el domingo es un día santo para nosotros, santificado por la celebración eucarística, presencia viva del Señor entre nosotros y para nosotros. ¡Es la Misa, pues, lo que hace al domingo cristiano! El domingo cristiano gira alrededor de la Misa. ¿Qué domingo es, para un cristiano, aquel en el cual falta el encuentro con el Señor?
Existen comunidades cristianas que, lamentablemente, no pueden gozar de la Misa cada domingo; sin embargo ellas, en este santo día, están llamadas a recogerse en oración en el nombre del Señor, escuchando la Palabra de Dios y teniendo vivo el deseo de la Eucaristía. Algunas sociedades secularizadas han perdido el sentido cristiano del domingo iluminado por la Eucaristía. Es un pecado, esto. En este contexto es necesario reavivar esta conciencia, para recuperar el significado de la fiesta - no perder el sentido de la fiesta -, el significado de la alegría, de la comunidad parroquial, de la solidaridad, del descanso que repone el alma y el cuerpo (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2177-2188). De todos estos valores nos es maestra la Eucaristía, domingo tras domingo. Por esto el Concilio Vaticano II ha querido reafirmar que «el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo» (Const. Sacrosanctum Concilium, 106).
La abstención dominical del trabajo no existía en los primeros siglos: es un aporte específico del cristianismo. Por tradición bíblica los judíos descansan el sábado, mientras en la sociedad romana no estaba previsto un día semanal de abstención de los trabajos serviles. Fue el sentido cristiano del vivir como hijos y no como esclavos, animado por la Eucaristía, a hacer del domingo - casi universalmente - el día de descanso. Sin Cristo somos condenados a ser dominados por el cansancio del cotidiano, con sus preocupaciones, y del temor del mañana. El encuentro dominical con el Señor nos da la fuerza de vivir el hoy con confianza y valentía e ir adelante con esperanza. Por esto los cristianos vamos a encontrar al Señor el domingo, en la celebración eucarística.
La Comunión eucarística con Jesús, Resucitado y Vivo en eterno, anticipa el domingo sin ocaso, cuando no existirá más fatiga ni dolor ni luto ni lágrimas, sino sólo la alegría de vivir plenamente y por siempre con el Señor. También de este beato descanso nos habla la Misa del domingo, enseñándonos, en el fluir de la semana, a encomendarnos en las manos del Padre que está en los cielos.
¿Qué cosa podemos responder a quien dice que no sirve ir a Misa, ni siquiera el domingo, porque lo importante es vivir bien, amar al prójimo? Es verdad que la calidad de la vida cristiana se mide por la capacidad de amar, como ha dicho Jesús: «En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros» (Jn 13,35); pero, ¿Cómo podemos practicar el Evangelio sin tomar la energía necesaria para hacerlo, un domingo detrás del otro, de la fuente inagotable de la Eucaristía? No vamos a Misa para dar algo a Dios, sino para recibir de Él lo que de verdad tenemos necesidad. Lo recuerda la oración de la Iglesia, que así se dirige a Dios: «Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación» (Misal Romano, Prefacio Común IV).
En conclusión, ¿Por qué ir a Misa el domingo? No es suficiente responder que es un precepto de la Iglesia; esto ayuda a cuidar el valor, pero esto sólo no es suficiente. Nosotros los cristianos tenemos necesidad de participar en la Misa dominical porque sólo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en nosotros y entre nosotros, podemos poner en práctica su mandamiento, y así ser sus testigos creíbles. Gracias.