Grande a los ojos del Señor

III LUNES DE ADVIENTO

MONICIÓN
Si hay algo en la Biblia que se relacione con la Navidad es, sin duda, la paz. Los ángeles cantan: “Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”. Y la historia señala que cuando todas las naciones estaban en paz, aconteció el nacimiento del Mesías.

La paz es un deseo permanente. En la Biblia la simboliza la paloma con la rama de olivo, icono que recuerda la escena de tiempos de Noé, que recibió la señal de que podía salir del arca porque ya se había secado la tierra, pues la paloma traía una ramita de olivo.

El olivo es árbol sagrado por su hoja perenne y sobre todo por su fruto, del que se saca el aceite, que sirve para alimento, para dar luz y para ungir. Estas propiedades del aceite se concentran en el Mesías.

TEXTO BÍBLICO
“Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente”.

TEXTO MÍSTICO
“En una noche oscura,/ Con ansias, en amores inflamada,/ ¡oh dichosa ventura!/ salí sin ser notada/ estando ya mi casa sosegada” (San Juan de la Cruz, Noche Oscura 1).

TEXTO PONTIFICIO
Francisco de Asís “era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compro¬miso con la sociedad y la paz interior” (Francisco, LS 10).

EL OLIVO
“… como flor del rosal en primavera,/ como lirio junto a un manantial,/ como brote del Líbano en verano,/ como fuego e incienso en el incensario,/ como vaso de oro macizo/ adornado de toda clase de piedras preciosas,/ como olivo floreciente de frutos,/ como ciprés que se eleva hasta las nubes” (Ecco 50, 8-10).

¿Te sientes ungido con el aceite bautismal? ¿Te mueves a curar con el aceite samaritano las heridas de quienes sufren junto a ti?

II MARTES DE ADVIENTO

MONICIÓN
El tiempo de Adviento es propicio para disponernos interiormente a la fiesta de Navidad. Es buen momento de reconciliación y de practicar la generosidad. Suele ser costumbre en muchos pueblos el aguinaldo, y en algunos países los niños van de casa en casa y recogen grandes sumas de dinero para obras sociales.

En el mundo judío, y también entre los cristianos, antes de las fiestas se suele invitar al ayuno, a cierta austeridad como preparación y llamada a ser conscientes. Estos preceptos se pueden interpretar como legalismo ascético, pero es bueno hacer higiene alimenticia. El texto que hoy se proclama describe lo que exige el ángel del Señor a la que será la madre del primer juez de Israel.

En la simbología judía, la higuera representa la fidelidad a cuanto prescribe la ley.

TEXTO BÍBLICO
“Ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo”.

TEXTO MÍSTICO
“Buscando mis amores,/ iré por esos montes y riberas;/ ni cogeré las flores,/ni temeré las fieras,/ y pasaré los fuertes y fronteras” (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual).

TEXTO PONTIFICIO
“Espero también que en nuestros seminarios y casas religiosas de formación se eduque para una austeridad responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente” (Francisco, LS 214).

LA HIGUERA
“Judá e Israel vivieron en seguridad, cada uno bajo su parra y bajo su higuera, desde Dan hasta Berseba, todos los días de Salomón” (1Re 5, 5).

No pretendo quitar valor al ascetismo y al ejercicio de la voluntad, pero como tarea preparatoria y disposición del ánimo ante las próximas fiestas de Navidad, sé que Quien en verdad nos libera es el Señor, y por amor a Él cabe la privación, como el enamorado que se olvida de la necesidad de comer.

¿Eres consumista o austero?

San Anastasio I, papa

En Roma, en el cementerio Ponciano, en la vía Portuense, sepultura de san Anastasio I, papa, varón de gran pobreza y de apostólica solicitud, que se opuso firmemente a las doctrinas heréticas.

El «Liber Pontificalis» dice que fue de origen romano, y que su padre se llamaba Máximo. Sucedió a san Siricio en 399, y fue el 39º Obispo de Roma. Edificó en Roma la basílica Crescenciana, mencionada todavía en el sínodo del 499, e individualizada hoy en San Sisto Vecchio. Combatió con energía el donatismo en las provincias del norte de África, y ratificó las decisiones del Concilio de Toledo del 400, por decisión del cual algunos obispos gaelicos que habían renegado del donatista Prisciliano pudieron conservar su sede, siempre que su readmisión fuese aprobada por Anastasio. El Liber Pontificalis nos informa también cómo descubrió en Roma un cierto número de maniqueos. Lo animaba el espíritu de los defensores de la Iglesia contra el arrianismo, y los derechos del patriarcado occidental en el Ilírico encontraron en él un baluarte.

Anastasio es conocido especialmente por su papel en la disputa origenista y por la severidad mostrada hacia Rufino: En el 399 los amigos de san Jerónimo presionaban para obtener del papa una condena formal del origenismo. Solicitado incluso por cartas y embajadores de parte de Teófilo, obispo de Alejandría, para que Occidente participe en esta lucha, condenó las «Proposiciones blasfematorias presentadas».

Rufino, profundamente irritado por esta campaña, le hizo presente una «Defensa de Orígenes», «para borrar toda huella de sospecha y para remitir al Papa la declaración de fe». Esta defensa, sin embargo, no produjo efecto en Anastasio. Sobre el origenismo escribió varias cartas, una dirigida a Venerio de Milán. De la copiosa correspondencia que Anastasio dirigió desde Letrán a personalidades de diversos países, sólo se han conservado unas pocas cartas.

Después de un pontificado breve (399-401) y muy activo, murió el 19 de diciembre del 401, como lo demuestra Duchesne en su comentario al Liber Pontificalis, aunque en otras biografías se interpreta que murió en 402. Fue enterrado en la Via Portuense, en una tumba situada entre las basílicas de Santa Cándida y Santos Abdón y Sennen. San Jerónimo, quien tuvo palabras de alto elogio para Anastasio, llegó a escribir que, si murió tan pronto, fue «porque el mundo no podía ser decapitado mientras lo gobernase tal obispo», en alusión a la caída de Roma, que tuvo lugar en el año 410 por obra de Alarico. Este elogio aun figuraba en la versión anterior del Martirologio Romano.

 Filippo Caraffa en Enciclopedia dei Santi. Duchesne del Liher Pontificalis (vol. I, pp. 218 ss.). Acta Sanctorum Sept, vol III (día 27).

Evangelio según San Lucas 1,5-25. 

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón.

Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. 

Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. 

Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. 

Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso. 

Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. 

Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. 

Pero el Angel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. 

El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. 

Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto". 

Pero Zacarías dijo al Angel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada". 
El Angel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. 
Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo". 
Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario. 
Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo. 
Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. 

Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. 
Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres". 

Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo  Homilías sobre el Evangelio según San Lucas, numero 3.

«Grande a los ojos del Señor »

Al ver el ángel Zacarías se turbó. De hecho, cuando una figura desconocida se presenta a las miradas humanas, ésta confunde la inteligencia y atemoriza al corazón. Es por eso que el ángel, conociendo la naturaleza humana, lleva primero el remedio a su temor por medio de estas palabras: «No temas Zacarías». Reconforta su alma asustada y la llena de alegría por este nuevo mensaje: «tu petición ha sido escuchada: Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan y te llenará de gozo y alegría». Incluso ahora el nacimiento de Juan es para todo el mundo el anuncio de una feliz noticia. Aquel que consiente a tener hijos, y a asumir esa responsabilidad debe suplicar a Dios que su hijo sea capaz de hacer una similar venida al mundo, y ese nacimiento le procurará también una gran alegría. 

Está escrito que Juan «será grande a los ojos del Señor». Esas palabras revelan la grandeza del alma de Juan, la grandeza que aparece a la mirada de Dios. Pero también hay una cierta pequeñez del alma. Es así, al menos, que comprendo ese pasaje del Evangelio: «cuídense de menospreciar a uno de estos pequeñitos que están en la Iglesia» (Mt 18:10). No se me pide que menosprecie al que es grande, porque el que es grande no puede ser despreciado; pero me dicen: «No menosprecies uno de estos pequeñitos»: «pequeñito» y «pequeño» no son palabras tomadas al azar. 

San Francisco Javier Hà

Santos Francisco Javier Hà Trong Mâu y compañeros, mártires

En el lugar llamado Bac-Ninh, en Tonkin, santos mártires Francisco Javier Há Trong Mâu y Domingo Bùi Van Uy, catequistas; Tomás Nguyen Van Dê, sastre; también Agustín Nguyen Van Mói y Esteban Nguyen Van Vinh, agricultores, el primero de estos últimos neófito y el segundo todavía catecúmeno, todos los cuales, negándose a pisotear la cruz, sufrieron la cárcel y tormentos, y finalmente, por mandato del emperador Minh Mang, fueron estrangulados.

Cumpliendo la orden real que había conmutado la pena de destierro por la de muerte, el 19 de diciembre de 1839 fueron conducidos al poblado de Co-Mé junto a Bac-Ninh, en el Tonquín, cinco cristianos seglares, y allí fueron estrangulados. Todos ellos pertenecían a la comunidad cristiana de Ké-Mot, encomendada al P. Pedro Tu, y fueron arrestados con motivo de la intensa búsqueda que del párroco hacían las autoridades. La búsqueda empezó el 28 de junio de 1838, y el día 1 de julio siguiente ya estaban los cinco capturados y eran conducidos a la capital de la provincia Nonh-Thai. Llevados ante el tribunal se les conminó durante días y días a pisotear la cruz.

Por fin el 27 de julio se dictó contra ellos sentencia de destierro perpetuo, además de ciento cincuenta azotes. Sin embargo el rey Minh-Manh ordenó que la sentencia fuera cambiada por la pena de muerte si no se producía la apostasía. Los presos siguieron en la cárcel, donde hicieron un exitoso apostolado entre los otros reclusos. Así se llegó al 24 de noviembre de 1839 en que, vista la perseverancia en la fe, se confirmó la sentencia de muerte, que se ejecutó el 19 de diciembre en Bac Ninh. Beatificados en 1900, fueron canonizados por SS Juan Pablo II en 1988.

Francisco Javier Há Trong Mâu nació en Ké-Dieu en 1794 y era celoso catequista de la parroquia del poblado de Ké-Mot, a donde se había trasladado a vivir. Era terciario dominico. Cuando llegaron los soldados al pueblo para hacer varios arrestos, él pudo escapar y refugiarse en Naht, en casa de un amigo pagano, pero éste lo traicionó y señaló su presencia al mandarín local, que lo arrestó y lo envió a la capital, donde se unió a los otros mártires.

Domingo Bùi Van Uy desconocía el lugar de su nacimiento. De pequeño había sido acogido en la Casa de Dios y criado por los padres dominicos, que se lo asignaron a san Pedro Tu y lo prepararon cuidadosamente para el apostolado. Acompañado de este sacerdote llegó al poblado de Ké-Mot en la primavera de 1838. Al llegar los soldados el 28 de junio pudo huir al vecino pueblo de Huong-Trang, donde un pagano los escondió en su casa. Pero al día siguiente ambos fueron arrestados. Se le separó del sacerdote, que fue decapitado el 5 de septiembre de aquel año, mientras él siguió en la cárcel hasta su muerte.

Tomás Nguyen Van Dê había nacido en Ké-Mot, en el que creció, se casó, tuvo hijos y se ganaba la vida como sastre. Al llegar los soldados lo arrestaron por ser el cristiano más distinguido del pueblo. Tras el primer interrogatorio, pudo visitarlo su esposa y él le encomendó a sus tres hijos diciéndole que estaba dispuesto a morir por Cristo. En la cárcel hizo la profesión en la Orden Tercera de Santo Domingo. Tenía 27 años de edad.

Agustín Nguyen Van Mói había nacido en 1806 en Phu Trang y más tarde se trasladó al pueblo de Ké-Mot donde conoció la religión cristiana y se convirtió a ella. Hecho el catecumenado recibió el bautismo en 1836 de manos del párroco san Pedro Tu, religioso dominico. Arrestado el 28 de junio de 1838, se negó firmemente a abandonar la fe y aprovechó su estancia en la cárcel para atraer a la fe a otros presos, e hizo allí mismo la profesión en la Orden Tercera de Santo Domingo. Trabajaba en el campo. 

Esteban Nguyen Van Vinh era natural de Phu Trang y se había ido a vivir a Ké-Mot, ganándose la vida como trabajador del campo. Conoció el cristianismo y se inscribió en el catecumenado. Arrestado el 28 de junio de 1838, confesó la fe cristiana con firmeza y perseveró en ella hasta la muerte. El Martirologio romano lo llama catecúmeno pero parece que en la cárcel uno de los catequistas presos con él le administró el sacramento del bautismo.

"SE HIZO CARGO DE UNA PATERNIDAD QUE NO ERA LA SUYA, SINO QUE PROVENÍA DEL PADRE"
Francisco reivindica a San José, "el hombre del silencio, de la obediencia silenciosa"
"Si Jesús hombre aprendió a decir 'papá', a Dios, lo aprendió de la vida, del testimonio de José"

Jesús Bastante, 18 de diciembre de 2017 a las 15:42

El 'San José dormido' en Santa Marta Agencias

José no fue a consolarse con sus amigos, no fue al psiquiatra para que interpretara el sueño... No. Creyó. Y fue adelante. Tomó en sus manos la situación

(J.B./VaticanNews).- "El hombre del silencio, de la obediencia silenciosa". El Papa Francisco reivindicó esta mañana a San José, que "creyó y obedeció", y desempeñó el papel de padre de niño Jesús que, en una semana, vuelve a nacer en Belén.

"Se hizo cargo de una paternidad que no era suya, sino que provenía del Padre, e hizo crecer al Niño Jesús llevándolo hasta la madurez del hombre", subrayó Bergoglio en su homilía de la misa de Santa Marta. Y es que José es el maestro para "caminar en la oscuridad", o "escuchar la voz de Dios en silenio". Un hombre que, como recordó el Papa, tuvo dudas y sufrió por las murmuraciones, especialmente cuando comenzaron a ser "visibles" los signos de la maternidad de María, tras regresar de casa de su prima Isabel.

"Él no comprendió, aunque sabía que María era una mujer de Dios", por lo quehabía decidido "dejarla en silencio", sin acusarla públicamente de adulterio. Un hombre justo que recibió la visita de un ángel, que se le aparece en sueños y le explicó que su hijo "provenía del Espíritu Santo".

"José luchaba por dentro y en esa lucha, la voz de Dios: "Pero levántate - ese ‘levántate' (que aparece) tantas veces al inicio de una misión en la Biblia: ‘¡Levántate!' - toma a María, llévala a tu casa. Hazte cargo de la situación: toma en tus manos esta situación y ve adelante". José no fue a consolarse con sus amigos, no fue al psiquiatra para que interpretara el sueño... No. Creyó. Y fue adelante. Tomó en sus manos la situación. Pero, ¿qué debía tomar José en sus manos? ¿Cuál era la situación? ¿De qué cosa José debía hacerse cargo? De dos cosas. De la paternidad y del misterio", recalcó el Papa.

José decidió "hacerse cargo" de la paternidad, reveló Francisco, para que se cumpliera la genealogía de Jesús. "Él se hizo cargo de una paternidad que no era suya: venía del Padre. Y llevó adelante la paternidad con lo que significa: no sólo sostener a María y al Niño, sino también hacer crecer al Niño, enseñarle un oficio, llevarlo a la madurez de hombre. ‘Hazte cargo de la paternidad que no es tuya, es de Dios'. Y esto, sin decir una palabra. En el Evangelio no hay ninguna palabra dicha por José. El hombre del silencio, de la obediencia silenciosa".

San José, añadió el Papa, "toma en sus manos este misterio y ayuda: con su silencio, con su trabajo, hasta el momento en que Dios lo llama a sí". "De este hombre que se hizo cargo de la paternidad y del misterio, se dice que era la sombra del Padre: la sombra de Dios Padre. Y si Jesús hombre aprendió a decir "papá", "padre", a su Padre que conocía como Dios, lo aprendió de la vida, del testimonio de José: el hombre que custodia, el hombre que hace crecer, el hombre que lleva adelante toda paternidad y todo misterio, pero que no toma nada para sí mismo", concluyó.

Calculando la Navidad: la auténtica historia del 25 de diciembre

La opción del 25 de diciembre es el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús.

No fueron los cristianos quienes asumieron una fiesta pagana, sino al revés. Recuperamos un artículo muy útil en estas fechas.

Muchos cristianos creen que el cristianismo celebra el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre porque los padres de la Iglesia se apropiaron de la fecha de un festival pagano. Casi nadie da importancia a este hecho, excepto algunos grupos marginales de evangélicos americanos, que parecen interpretar que ello convierte a la Navidad en un festival pagano.

Sin embargo, resulta interesante saber que la opción del 25 de diciembre es el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús, basándose en cálculos de calendario que nada tenían que ver con los festivales paganos.

Fue más bien al contrario, ya que el festival pagano del "Nacimiento del Sol Invicto", instituido por el emperador romano Aurelio el 25 de diciembre de 274, fue casi con toda certeza un intento de crear la alternativa pagana a una fecha que ya gozaba de cierta importancia para los cristianos romanos. Así pues, "los orígenes paganos de la Navidad" son un mito sin fundamento histórico.

Un error

La idea de que la fecha fue sacada de los paganos se remonta a dos estudiosos de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Paul Ernst Jablonski, un protestante alemán, pretendía demostrar que la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre era una de las muchas "paganizaciones" del cristianismo que la Iglesia del siglo IV había adoptado, como una de las muchas "degeneraciones" que habían transformado el cristianismo apostólico puro en catolicismo.

Dom Jean Hardouin, un monje benedictino, intentó demostrar que la Iglesia católica había adoptado festivales paganos para fines cristianos sin paganizar el Evangelio. En el calendario juliano, creado en el año 45 a.C. bajo Julio César, el solsticio de invierno caía en 25 de diciembre y, por tanto, a Jablonski y a Hardouin les pareció evidente que esa fecha debía haber contenido obligatoriamente un significado pagano antes de haber sido cristiano.

Pero, en realidad, la fecha no había tenido ningún sentido religioso en el calendario festivo pagano en tiempos anteriores a Aurelio, y el culto al sol tampoco desempeñaba un papel importante en Roma antes de su llegada.

Había dos templos del sol en Roma. Uno de ellos (mantenido por el clan en el que nació o fue adoptado Aurelio) celebraba su festival de consagración el 9 de agosto, y el otro el 28 de agosto. Sin embargo, ambos cultos cayeron en desuso en el siglo II, en que los cultos solares orientales, como el mitraísmo, empezaron a ganar adeptos en Roma. Y en cualquier caso, ninguno de estos cultos, antiguos o nuevos, tenían festivales relacionados con solsticios o equinoccios.

Lo que ocurrió realmente fue que Aurelio, que gobernó desde el año 270 hasta su asesinato en 275, era hostil hacia el cristianismo, y está documentado que promocionó el establecimiento del festival del "Nacimiento del Sol Invicto" como método para unificar los diversos cultos paganos del Imperio Romano alrededor de una conmemoración del "renacimiento" anual del sol. Lideró un imperio que avanzaba hacia el colapso, ante las agitaciones internas, las rebeliones en las provincias, el declive económico y los repetidos ataques por parte de tribus germanas por el norte y del Imperio Persa por el este.

Al crear esa nueva festividad, su intención era que el día 25, en el que comenzaba a alargarse la luz del día y a acortarse la oscuridad, fuera un símbolo del esperado "renacimiento" o eterno rejuvenecimiento del Imperio Romano, que debía ser el resultado de la perseverancia en la adoración de los dioses cuya tutela (según creían los romanos) había llevado a Roma a la gloria y a gobernar el mundo entero. Y si podía solaparse con la celebración cristiana, mejor aún.

Una consecuencia

Es cierto que la primera prueba de una celebración cristiana en 25 de diciembre como fecha de la Natividad del Señor se encuentra en Roma, algunos años después de Aurelio, en el año 336 d.C., pero sí hay pruebas del Este griego y del oeste latino donde los cristianos intentaban averiguar la fecha del nacimiento de Cristo mucho antes de que lo empezaran a celebrar de una forma litúrgica, incluso en los siglos II y III. De hecho, las pruebas indican que la atribución a la fecha de 25 de diciembre fue una consecuencia de los intentos por determinar cuándo se debía celebrar su muerte y resurrección.

¿Y cómo ocurrió todo esto? Parece haber una contradicción en la fecha de la muerte del Señor entre los Evangelios Sinópticos y el Evangelio de Juan. Los sinópticos la situarían en la Pascua de los judíos (después de la Última Cena la noche anterior), mientras que Juan la describiría en la Víspera de la Pascua, en el momento en que los corderos eran sacrificados en el Templo de Jerusalén para el ágape que tendría lugar después de la salida del sol ese mismo día.

La solución a esta cuestión implica contestar a la pregunta de si la Santa Cena fue un ágape pascual o una cena que tuvo lugar un día antes, lo cual no estudiaremos aquí. Basta con decir que la primitiva Iglesia siguió a Juan y no a los sinópticos y, por tanto, creyó que la muerte de Cristo había tenido lugar el 14 Nisán, de acuerdo con el calendario lunar judío.

Por cierto, los estudiosos modernos se muestran de acuerdo con que la muerte de Cristo podría haber tenido lugar en el año 30 o en el 33 d.C., ya que éstos son los únicos años de esa época en los que la Vigilia de Pascua podían haber caído en viernes. Las posibilidades son, por tanto, el 7 de abril del 30 o el 3 de abril del 33.

Sin embargo, dado que la Iglesia primitiva fue forzosamente separada del judaísmo, entró en un mundo de calendarios distintos y tuvo que instaurar sus propios momentos para celebrar la Pasión del Señor, en parte también para independizarse de los cálculos rabínicos de la fecha de Pascua. Por otra parte, como el calendario judío era un calendario lunar que constaba de 12 meses de 30 días cada uno, cada pocos años debía añadirse un mes decimotercero por un decreto del Sanedrín, para mantener el calendario sincronizado con los equinoccios y los solsticios, así como para evitar que las estaciones se fueran "desviando" hacia meses inapropiados.

Aparte de la dificultad que debieron tener los cristianos en investigar, o quizás en ser bien informados sobre las fechas pascuales en un determinado año, el hecho de seguir un calendario lunar diseñado por ellos habría dispuesto en su contra tanto a judíos como a paganos, y seguramente también les habría sumido en inacabables disputas entre sí mismos.

El siglo II vio fuertes disputas sobre si la Pascua tenía que caer siempre en domingo o en cualquier día de la semana dos días después del 14 Artemision/Nisán, pero haber seguido un calendario lunar no habría hecho más que agravar estos problemas.

Estas divergencias eran interpretadas de distintas maneras entre los cristianos griegos de la parte oriental del imperio y los cristianos latinos en la parte occidental del mismo. Parece ser que los cristianos griegos quisieron encontrar una fecha equivalente a su 14 Nisán en su propio calendario solar y, dado que el Nisán era el mes en el que tenía lugar el equinoccio de primavera, eligieron el día 14 de Artemision, el mes en el que el equinoccio de primavera caía invariablemente en su propio calendario.
Alrededor del 300 d.C., el calendario griego fue solapado por el romano y, como las fechas de principio y final de los meses en estos dos sistemas no coincidían, el 14 Artemision se convirtió en el 6 de abril.

No obstante, parece que los cristianos latinos del siglo II en Roma y África del norte querían establecer la fecha histórica en la que murió Jesús. En la época de Tertuliano [c.155 -220 d.C.] habían concluido que murió en viernes, 25 de marzo del 29. Como nota aparte, debo hacer constar que ello es imposible: el 25 de marzo del 29 no cayó en viernes, y la Víspera de Pascua judía en el 29 d.C. no caía en viernes ni en 25 de marzo, ni siquiera en el mes de marzo.

Edad Integral

Así pues, en el este, tenemos el 6 de abril y, en el oeste, el 25 de marzo. Llegados a este punto, debemos introducir una creencia que parece ser que se propagó en el judaísmo en el tiempo de Cristo, pero la cual, como no aparece en la Biblia, no han tenido presente los cristianos. Se trata de la "edad integral" de los grandes profetas judíos: la idea de que los profetas de Israel murieron en la misma fecha que la de su nacimiento o concepción.

Este conocimiento es un factor clave a la hora de entender por qué algunos de los primeros cristianos llegaron a la conclusión de que el 25 de diciembre fue la fecha del nacimiento de Jesucristo. Los primeros cristianos aplicaron esta idea a Jesús, con lo que el 25 de marzo y el 6 de abril no sólo eran las supuestas fechas de la muerte de Jesús, sino también las de su concepción o nacimiento. Existe alguna prueba fugaz de que al menos algunos cristianos en los siglos I y II consideraron el 25 de marzo y el 6 de abril como la fecha del nacimiento de Cristo, pero rápidamente prevaleció la asignación del 25 de marzo como la fecha de la concepción de Cristo.

Y es en este día, conmemorado casi universalmente entre cristianos como la Fiesta de la Anunciación, cuando el Arcángel Gabriel llevó la Buena Nueva de un salvador a la Virgen María, con cuyo consentimiento la Palabra de Dios ("Luz de Luz, Dios verdadero del Dios verdadero, nacido del Padre antes de todos los tiempos") se encarnó en su vientre. ¿Cuánto dura un embarazo? Nueve meses. Si contamos nueve meses a partir del 25 de marzo, es 25 de diciembre; si es a partir del 6 de abril, tenemos el 6 de enero. El 25 de diciembre es Navidad y, el 6 de enero, es la Epifanía.

La Navidad (el 25 de diciembre) es una fiesta de origen cristiano occidental. Parece que en Constantinopla fue introducida en el año 379 ó 380. De un sermón de San Juan Crisóstomo, que en su época fue un renombrado asceta y predicador en su nativa Antioquía, parece que ahí la fiesta se celebró por primera vez el 25 de diciembre del 386. Desde esos centros, se esparció por todo el Oriente cristiano y se adoptó en Alejandría alrededor del 432, mientras que en Jerusalén se asumió un siglo o un poco más después. Los armenios, solos entre las Iglesias cristianas antiguas, nunca la adoptaron, y hasta hoy llevan celebrando el nacimiento de Cristo, la adoración de los Reyes y el bautismo el 6 de enero.

Por su parte, las Iglesias occidentales fueron adoptando gradualmente la celebración de la Epifanía del este el 6 de enero, y Roma lo hizo entre el 366 y el 394. Pero en Occidente, esta festividad se presentaba normalmente como la conmemoración de la visita de los Reyes Magos al niño Jesús y, como tal, era una fiesta importante, pero no una de las más determinantes. Ello provocaba un fuerte contraste con la posición de la Iglesia oriental, donde sigue siendo la segunda fiesta más importante de la iglesia después de la Pascua.

En Oriente, la Epifanía es mucho más importante que la Navidad. La razón es que la festividad también celebra el bautismo de Cristo en el Jordán y el momento en que la Voz del Padre y el Descenso del Espíritu Santo manifestaron por primera vez a los mortales la divinidad del Cristo Encarnado y la Trinidad de las 3 Personas en un solo Dios.

Una fiesta cristiana

Así pues, parece que el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Cristo no está en absoluto en deuda con las influencias paganas en las prácticas de la Iglesia durante o después del tiempo de Constantino. Es totalmente improbable que fuera la fecha exacta del nacimiento de Cristo, pero surgió estrictamente de los esfuerzos de los primeros cristianos latinos para averiguar la fecha histórica de la muerte de Cristo.

En cambio, la fiesta pagana que instituyó el emperador Aurelio en esa fecha, en el año 274, no sólo fue un esfuerzo para utilizar el solsticio de invierno con el objetivo de hacer una declaración política, sino que, casi con toda certeza, fue también un intento de dar un sentido pagano a una fecha ya importante para los cristianos romanos. A su vez, los cristianos podrían más tarde volver a adoptar la fiesta del "Nacimiento del Sol Invicto" para referirse, en memoria del nacimiento de Jesús, a la ascensión del "Sol de la Salvación" o el "Sol de la Justicia".
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William J. Tighe, corresponsal de TOUCHSTONE y profesor adjunto de la Universidad de Muhlenberg. Para los interesados, recomienda la lectura de Los Orígenes del Año Litúrgico de Thomas J. Talley.

Lo único que tenemos que hacer es confiar

Santo Evangelio según San Lucas 1, 5-25. Martes III de Adviento.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, no permitas que jamás dude de la grandeza de tu amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso; mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces el ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos, y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo".

Pero Zacarías replicó: "¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada". El ángel le contestó: "Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo".

Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías, y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no podo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.

Al terminar los días de su ministerio, volvió a casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: "Esto es obra del Señor. Por fin se dignó quitar el oprobio que pesaba sobre mí".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Lo único que tenemos que hacer es confiar

Hay oraciones que nunca han salido más allá de nuestra boca; se han quedado en cuatro paredes, en nuestro pensamiento y en nuestro corazón.Son oraciones que muestran aquello que anhelamos, y aunque no las digamos, estamos seguros que Dios las conoce.

Ese tipo de oraciones, que también son deseos, podemos confiar que Dios los ha puesto en nuestro corazón pues los quiere cumplir; nosotros lo único que tenemos que hacer, es confiar.

Confiar en que si éstos vienen de Dios se cumplirán; confiar en que se realizarán, quizá no pensábamos, pero siempre de la mejor manera, pues Dios siempre da más de lo que uno puede esperar.

Confiar… Confiar…

Suena muy fácil; de hecho, es sencillo de escribir, pero no lo es tanto de vivir. Sin embargo, tenemos que recordar que Dios es un Dios que calla, que escucha y responde. Un Dios que muchas veces se nos ha acercado y nos dice "No teman pues su petición ha sido escuchada". Un Dios que nos conoce y sabe cuáles son nuestros profundos deseos…, nuestras más profundas ilusiones y que nos concederá aquello que no necesitamos y que incluso no hemos sabido pedir.

Confiar...confiar...

El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrenales, pero iluminándolas con la luz que viene de Dios. El confiarse de forma prioritaria a Dios y la esperanza en Él no comportan una huida de la realidad, sino restituir laboriosamente a Dios aquello que le pertenece. Por eso el creyente mira a la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrenal con plenitud y responder con coraje a sus desafíos.

(Homilía de S.S. Francisco, 22 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer un acto de confianza en mi prójimo, obedeciendo con prontitud y confianza, lo que hoy se me pida.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿De verdad son tan malos los horóscopos?

La Iglesia ha hablado sobre este tema -desde la antiguedad- condenando la creencia en la astrología.

Pregunta:

¿No es exagerado el énfasis que algunos predicadores ponen en el tema de la Nueva Era y de los horóscopos? Para mí es algo simplemente divertido, a lo que no le doy mucha importancia pero que, de vez en cuando, tiene coincidencias asombrosas con lo que luego me sucede en el dia. Y es por eso por lo que me he vuelto aficionado a leer mi horóscopo todos los días, aunque en realidad no creo en eso. ¿De verdad estoy haciendo algo muy malo? --B.S.

Respuesta:

El portal católico Aciprensa tiene una respuesta interesante, que transcribo aquí:

La Iglesia ha hablado sobre este tema desde lo antiguo condenando la creencia en la astrología; en el Concilio de Toledo del año 400, o el Concilio de Braga del 561, por citar algunos ejemplos. El juicio del Magisterio de la Iglesia puede resumirse en lo que dice el Catecismo de la Iglesia: "Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone 'desvelan' el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a 'mediums' encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios".

Todo género de adivinación, en definitiva, nace de la falta de fe en el Dios verdadero; y es el castigo del abandono de la auténtica fe. Por eso, en uno de sus cuentos escribía Chesterton: "La gente no vacila en tragarse cualquier opinión no comprobada sobre cual­quier cosa... Y esto lleva el nombre de superstición...

Es el primer paso con que se tropieza cuando no se cree en Dios: se pierde el sentido común y se dejan de ver las cosas como son en realidad. Cualquier cosa que opine el menos autorizado afirmando que se trata de algo profundo, basta para que se propague indefinidamente como una pesadilla. Un perro resulta entonces una predicción; un gato negro un misterio, un cerdo una cábala, un insecto una insignia, resucitando con ello el politeísmo del viejo Egipto y de la antigua India... y todo ello por temor a tres palabras: SE HIZO HOMBRE".

En conclusión, si uno recurre a las prácticas astrológicas o consulta los horóscopos, creyendo seriamente en ello, comete un pecado de superstición propiamente dicho (pudiendo, incluso, llegar a la idolatría); si lo hace sólo por curiosidad y diversión, no hace otra cosa que recurrir a un pasatiempo fútil, que va poco a poco desgastando peligrosamente su fe verdadera. Si lo hace para granjearse la "protección" de los demonios, comete un pecado de idolatría diabólica, y tal vez tenga que decir alguna vez con el poeta Goëthe: "No puedo librarme de los espíritus que invoqué".

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