El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él

Evangelio según San Lucas 2,36-40. 


Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. 
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. 
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. 
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

Fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, María y José

Fiesta de la Sagrada Familia



El mensaje que viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la casa de Nazaret es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central.

Para María y José esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió, pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y fidelidad. María y José enseñan con su vida que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, y que se apoya en la confianza común en Dios. Se trata de una alianza tan noble, profunda y definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia. La fidelidad de los cónyuges es, a su vez, como una roca sólida en la que se apoya la confianza de los hijos.

Cuando padres e hijos respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia. Es necesario alimentar esa atmósfera de fe. 


Encomiendo a María, "Reina de la familia", a todas las familias del mundo especialmente a las que atraviesan grandes dificultades, e invoco sobre ellas su protección materna. 
La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad Meditación dominical de S.S. Juan Pablo II diciembre de 1997

San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia 


Sermón 147, sobre el misterio de la Encarnación


Por fin Ana ve a Dios en su Templo

¿Cómo es posible que a ese Dios que el mundo no puede estrechar, el hombre, con su mirada tan limitada, lo pueda circunscribir? El amor no se preocupa por saber si una cosa es segura, conveniente o posible: el amor... ignora la medida. No se consuela bajo pretexto de que es imposible; la dificultad no lo echa atrás... El amor no puede dejar de ver lo que ama... ¿Cómo creerse amado de Dios sin contemplarlo? Así, el amor que desea ver a Dios, aunque no sea razonable, es inspirado por la intuición del corazón. Por eso Moisés se atrevió a decir: «Si he encontrado gracia ante tus ojos, muéstrame tu rostro» (Ex 33, 13s), y el salmista: «Que tu rostro brille sobre mi» (cf 79,4)...

    

Conociendo Dios el deseo de los hombres de verle, escogió un medio para hacerse visible el cual, al mismo tiempo que era un beneficio para los habitantes de la tierra, no fuera una degradación para el cielo. La criatura que él mismo había hecho semejante a él para habitar la tierra ¿podía pasar en el cielo por poco honorable? «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» había dicho Dios (Gn 1,26)... Si Dios hubiera tomado en el cielo la forma de un ángel, hubiera permanecido del todo invisible; si, por el contrario, se hubiera encarnado en la tierra en una naturaleza inferior a la del hombre, hubiera sido una injuria a la divinidad y el hombre hubiera quedado rebajado en lugar de ser elevado. Que nadie, pues, hermanos muy amados, considere ser una injuria a Dios el hecho de haya venido a los hombres a través de un hombre, y haya encontrado este medio para ser visto por nosotros.

El encuentro de Ana con el niño Jesús

Santo Evangelio según San Lucas 2, 36-40. Día Sexto de la Octava de Navidad.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, aumenta mi fe, para creer con sentimientos vivísimos, que Tú te has quedado realmente en el sacramento de la eucaristía para saberme amado por Ti, y que en este preciso momento estás aquí conmigo, me estás acompañando, estás a mi lado y quieres compartir este momento de oración junto a mí. Señor, aumenta mi esperanza para saberme acompañado por tu gran misericordia y que, algún día, yo llegaré a ese cielo que Tú me prometiste; pero ayúdame a esperar con fidelidad, pues Tú sabes de qué estoy hecho y sabes que te puedo fallar, mas dame la fuerza necesaria para no hacerlo. Señor, aumenta mi caridad, primero para amarte a Ti por encima de todo, de mis vanidades, de mi orgullo, de mi propio amor; y a mi prójimo que pueda y aprenda amarlo en Ti, con un amor puro, desinteresado, que pueda buscarle no por lo que me pueda dar, sino por lo que es, tu hijo y mi hermano, sabiendo que juntos estamos llamados a ser santos y llegar a la patria celestial.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Parece que Ana tenía muy claro lo primordial, lo que es esencial y a lo que estamos llamados todos nosotros:"Servir a Dios nuestro Señor". Ella, después de haber quedado viuda, después de entregar su único amor terrenal (marido), quiere buscar a Aquél que da la verdadera felicidad en esta tierra, y en la eternidad, de una manera inexplicable. Y yo, ¿qué estoy dispuesto a dejar para entregarle mi felicidad a Jesús para que pueda transformarla en felicidad verdadera? Cristo conoce muy bien toda mi entrega, todos mis pequeños sacrificios, mis molestias, mis dolores, puesto que mi dolor es también el dolor de Cristo. De ahí que Ana experimenta gran alegría al ver al niño Jesús, al tenerle en los brazos, al contemplar su rostro, al saber que para Cristo no es indiferente, como me pasa a mí cuando pongo mis oraciones y mis sacrificios en sus manos.

"Crecer en el Nazaret de mi hogar de la mano del niño Jesús". Lo único que sé de la infancia y juventud de Jesús por medio del Evangelio es que, "regresó a Nazaret"(Lc 2, 39) y que "el niño crecía en gracia y sabiduría delante de Dios y de los hombres" (Lc 2, 40). No debo tener miedo de traer a este Niño a mi hogar, a ir creciendo de la mano del Niño Jesús, de María santísima y san José; que ellos sean las columnas fundamentales en mi hogar para ir creciendo en gracia y santidad delante de Dios. Basta contemplar cómo hablaban, cómo rezaban, cómo era el trato que tenía entre ellos y preguntarme, ¿cómo estoy creciendo en mi hogar?

Pondré todas las intenciones en manos de María Santísima, para que ella las presente a su Hijo y me conceda las gracias que tanto necesito.

Cuando las familias tienen hijos, los forman en la fe y en sanos valores, y les enseñan a colaborar en la sociedad, se convierten en una bendición para nuestro mundo. La familia puede ser bendición para el mundo. El amor de Dios se hace presente y operante a través de nuestro amor y de las buenas obras que hacemos. Extendemos el reino de Cristo en este mundo. Y al hacer esto, somos fieles a la misión profética que hemos recibido en el bautismo. Durante este año, […], os pediría, como familias, que fuerais especialmente conscientes de vuestra llamada a ser discípulos misioneros de Jesus. Esto significa estar dispuestos a salir de vuestras casas y atender a nuestros hermanos y hermanas más necesitados.
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de enero de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré una visita al Niño Jesús y le daré la prioridad en mi vida.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.


Un año nuevo está por comenzar...


¿Qué pasó con aquellos deseos que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: 



El sábado sonarán las campanas en el reloj...



Las 12. Las 12 de la noche.



Parece que los meses del año que termina, con sus días y sus horas se columpian en cada una de ellas... Doce meses, doce campanadas. El año se va. El año 2016 se acaba. Se esfuman los doce meses como en un conjuro de tiempo y eternidad. Los tuvimos en nuestras manos paro ya no volverán.



Fueron instantes nuestros, únicos e irrepetibles, vividos dentro de nuestro libre albedrío, hora tras hora y ahora se van, perdiéndose en la noche última del año. La noche vieja.



El poeta dice:



El indivisible tiempo

lo hemos dividido en años

y así decimos que pasa

cuando nosotros pasamos. 



Así es, decimos que el tiempo se va cuando somos nosotros los que nos vamos. Decimos que el tiempo corre, que el tiempo vuela, pero los que corremos, los que volamos sobre el tiempo somos nosotros. El tiempo siempre está, el tiempo ni tiene tiempo, ni es joven ni viejo, nosotros si.



Las 12. Noche Vieja. Un año nuevo está por comenzar.



Las 12 horas del 31 de diciembre de 2016... ¿Qué hicimos con estos trescientos sesenta y cinco días? ¿Qué dijimos, qué pensamos una noche como esta pero del año pasado? ¡Cuántos planes, cuántas promesas, cuántos propósitos! ¿Somos los mismos de aquella noche de otras muchas noches o sentimos que fuimos limando las aristas de nuestro carácter, rellenando "baches" en los que caíamos una y otra vez, quitando obstáculos, que quizá amábamos pero que nos hacían tropezar en nuestro plan de ser mejores como seres humanos en nuestra plenitud y dignidad? ¿Qué pasó con aquellos deseos vehementes que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: "¡Ahora sí, este año nuevo sí!



Poco a poco se nos fueron aminorando las fuerzas, el entusiasmo, y llegó esa desgana o indiferencia por las cosas. La bruma de la rutina nos envolvió en sus días grises y nos heló el corazón y el coraje.



O no fue así... y sentimos que sí ha habido un cambio positivo. Que el sol del amor nos arropa y podemos repartir el calor que hay en nuestra alma a los demás. Que estamos en pie de lucha, que las 12 campanadas resuenan en nuestro corazón como el tañer de las campanas de la ermita invitándonos a orar.



Que cada campanada se un:


Perdón y gracias, Dios mío, me estás regalando otro año para crecer en la fe y en el amor a Ti y a los demás. El tiempo pasado está en Tus manos , el que comienza en las mías, pero quiero que Tu me acompañes a vivirlo!.



 

Y con el año que se va y el nuevo que comienza, en esta Noche Vieja, la más vieja del año,recordamos al poeta que nos dice:


Un año más, no mires con desvelo

la carrera veloz del tiempo alado

que un año más en la virtud pasado

un paso es más que te aproxima al cielo.


Y siguiendo con los versos terminaremos esta pequeña reflexión con uno que una noche como esta me inspiro:


Esta noche es "noche-vieja"

y yo hago un alto en mi camino,

sentada bajo la luna

abro mi alforja y la miro.

¿Qué es lo que tengo en ella?

Oro y plata:-Te lo cambio

por la sonrisa de un niño.

Quiero caminar descalza
por lo prados con rocío

quiero soltar mis amarras

y extender libre mis alas
y sentir mi poderío.

Poderío y libertad

olvidando el claro-oscuro

de ambiciones que esclavizan

tan pesadas como un yugo.

Esta noche es "noche vieja"

tengo el alma transparente,

cuando llegue el año nuevo

que me encuentre en la vereda

como quién vuelve a nacer,

sin sandalias ,sin alforja,
con la piel limpia de luna

las estrellas en mi pelo

y cantando el "aleluya".

Esta noche es noche vieja,

y yo tengo el alma nueva...

¡quién lo pudiera creer!



Una forma realmente católica de despedir el año

Una respuesta llena de fe a las supersticiones y ritos con las muchos inician el año



Una de las cosas más divertidas de la despedida del año viejo –o el recibimiento del nuevo, depende de cómo se mire– es ver la cantidad de rituales que hace la gente. Que si andar con una maleta… o darse un baño de rosas… o vestirse de tal o cual color… o comer 12 uvas… o poner una moneda dentro de tu calzado… todo esto para “despojarse” de la mala suerte y “atraer” la “energía” positiva. ¡Hay que ver las cosas que cree la gente…!!!

Lamento darte la noticia, pero esto no funciona… y, encima de eso, en lugar de comenzar el año “despojado”, lo que haces es añadirle a tu alma el pecado de poner tu confianza en supersticiones en lugar de ponerla en Dios.

Lo sé, el año que termina ha estado duro. Mucha gente perdió sus trabajos y la economía anda por el piso. La violencia y la criminalidad nos arropan. Los gobiernos, en lugar de aliviar la crisis, parecen agravarla. Y la actitud general de la mayoría va desde la desesperanza hasta la desesperación. Ante tal panorama, no en balde se busca algo de qué aferrarse.

Por eso quiero darte la receta del mejor ritual para despedir este año que termina y comenzar el nuevo:

•    Comienza por ir a visitar al Señor… Muchas Iglesias tienen hoy una Hora Santa para dar gracias por el año que pasó. También puedes ir a visitarlo al Sagrario, Él siempre está allí esperándonos. Si puedes asistir a Misa y recibirlo en la Eucaristía, ¡mejor!
•    Un examen de conciencia exhaustivo te vendría bien. Si puedes completarlo con una buena Confesión, ¡perfecto! Así comienzas el próximo año en gracia y con el alma limpiecita. (Recuerda que si estás en pecado, la Confesión debe venir primero que la Comunión.)

•    Ten fe… y junto con la fe vienen la confianza, la esperanza y la caridad. Cree en Dios y, sobre todo, créele a Dios. Las Escrituras están llenas de Palabras maravillosas que van dirigidas a ti. ¡Créelas! Dios te ama, te conoce desde el vientre de tu madre, te tiene tatuado en la palma de su mano, no cae uno de tus cabellos sin que Él lo permita… abandónate en Él y proponte hacer su Voluntad. Te prometo que todo marchará sobre ruedas si lo haces.

•    Abraza a tu esposa/o, a tus hijos, a tus padres, a tus amigos… abrázales y diles que los amas. Que tus palabras broten del fondo de tu corazón, que sean tan sólidas que casi puedan cogerse con la mano. Y no olvides sonreír. La alegría es contagiosa y si tú estás alegre, las personas a tu alrededor también lo estarán.
•    Hazte el propósito de ser mejor en el próximo año… pero, al contrario de la sociedad que nos rodea, este próximo año no será mejor si progresamos económicamente, sino si hemos crecido en el amor a Dios… si hemos sido mejores esposos, mejores padres, mejores hijos, mejores amigos: en fin, será un año bueno si al final podemos decir que somos mejores seres humanos.

¡Muchas felicidades… y que Dios te bendiga!

"EL TEÓLOGO ESTUDIA, PIENSA, REFLEXIONA, PERO LO HACE DE RODILLAS", SOSTIENE

Francisco, a los teólogos: "Asuman la tarea de repensar la Iglesia para que sea conforme al Evangelio"

"Teología es también ser teólogos en la Iglesia. Lo diré con una palabra no teológica, el olfato de la fe"

Jesús Bastante, 29 de diciembre de 2017 a las 17:54
 
Es sobre todo en el deseo y la perspectiva de una Iglesia en salida misionera que el ministerio teológico resulta, en esta coyuntura histórica, particularmente importante y urgente"

"Se necesita una teología que esté formada por cristianas y cristianos que no piensen sólo en hablar entre ellos mismos, sino que sepan estar al servicio de las diversas Iglesias y de la Iglesia", señaló el Papa Francisco a los miembros de la Asociación Teológica italiana, a quienes pidió que "asuman también la tarea de repensar la Iglesia para que sea conforme al Evangelio que debe anunciar". Durante el encuentro, celebrado en la sala Clementina, el Pontífice alentó a proponer una teología que muestre al Dios Salvífico y misericordioso. "En estos días estamos inmersos en la contemplación de nuestro Dios, que se ha implicado y comprometido con nuestra pobre humanidad hasta llegar a enviar a su Hijo y a tomar, en Él nuestra frágil carne", recalcó.

"Todo pensamiento teológico cristiano no puede no comenzar siempre e incesantemente desde aquí, en una reflexión que nunca extinguirá el manantial vivo del Amor divino, que se ha dejado tocar, mirar y saborear en la gruta de Belén", apuntó el Papa, quien invitó a los teólogos italianos a perseverar "en el espíritu de servicio y de comunión indicado por el Concilio Ecuménico Vaticano II" impulsando la "fidelidad creativa" y el "hacer teología juntos", y poniéndose en guardia contra el individualismo.

Francisco hizo hincapié en la importancia de la tarea de los teólogos, al afirmar que con su tarea la Iglesia pueda seguir anunciando el corazón del Evangelio a las mujeres y a los hombres de hoy, en una cultura profundamente cambiada.

"Se necesita una teología que ayude a todos los cristianos a anunciar y mostrar, sobre todo, el rostro salvífico de Dios, el Dios misericordioso, en especial ante algunos desafíos inéditos que involucran hoy a la humanidad: como el de la crisis ecológica, el desarrollo de las neurociencias o de las técnicas que pueden modificar al hombre; como el desafío de las cada vez más grandes desigualdades sociales o de las migraciones de pueblos enteros", sostuvo, y añadió: "Como el del relativismo teórico, pero también el del relativismo práctico".

El Obispo de Roma afirmó que un teólogo no debe "perder la capacidad de sorprenderse" y recordó, sobre todo, que la teología se "hace de rodillas".

"El teólogo es aquel que estudia, piensa, reflexiona, pero lo hace de rodillas. Hay que hacer teología de rodillas como los grandes Padres de la Iglesia que pensaban, oraban, adoraban y loaban a Dios. Teología es también ser teólogos en la Iglesia, esto es en el santo pueblo de Dios que tiene, lo diré con una palabra no teológica, el olfato de la fe", profundizó.

Francisco aseguró que "es sobre todo en el deseo y la perspectiva de una Iglesia en salida misionera que el ministerio teológico resulta, en esta coyuntura histórica, particularmente importante y urgente".

"Para que la Iglesia pueda continuar haciendo oír el centro del Evangelio a las mujeres y a los hombres de hoy, para que el Evangelio alcance de verdad a las personas en su singularidad y con el fin de que impregne a la sociedad en todas sus dimensiones", concluyó.




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