He ahí el Cordero de Dios

Evangelio según San Juan 1,29-34. 

Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 
A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. 
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel". 
Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. 
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'. 
Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".

Santísimo Nombre de Jesús

El santísimo Nombre de Jesús, a cuyo solo nombre toda rodilla se dobla, en el cielo, en la tierra y en el abismo, para gloria de la Divina Majestad.

Honramos el Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor.

Para agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su Cruz (Colvenerius, "De festo SS. Nominis", ix). Descubrimos nuestras cabezas y doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús.

Él da sentido a todos nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de leyes: "En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras deliberaciones". El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

Brinda ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los muertos (Hechos 9, 40). 

Da consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano; le recuerda al justo el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios. 

Nos protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el Nombre de Jesús, Quien lo ha vencido en la Cruz. 

En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre." (Juan 16, 23). Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc. 

Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10).

Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano.

Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad.

Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas (cf. Seeberger, "Key to the Spiritual Treasures", 1897, 102). Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.

El emblema o monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre.

Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente sostienen que las tres letras son las iniciales de "Jesús Hominum Salvator" (Jesús Salvador de los Hombres). 

Los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella. Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo explicar que los clavos eran originalmente una "V", y que el monograma significaba "In Hoc Signo Vinces" (En Esta Señal deben Conquistar), palabras que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312)-

También se sostiene que Urbano IV y Juan XXII concedieron una indulgencia de treinta días a aquellos que añadieran el nombre de Jesús al Ave María o se hincaran, o por lo menos hicieran una venia con las cabezas al escuchar el Nombre de Jesús (Alanus, "Psal. Christi et Mariae", i, 13, and iv, 25, 33; Michael ab Insulis, "Quodlibet", v; Colvenerius, "De festo SS. Nominis", x).

Esta afirmación puede ser cierta; pero fue gracias a los esfuerzos de San Bernardino que la costumbre de añadir el Nombre de Jesús al Ave María fue difundida en Italia, y de ahí a la Iglesia Universal. Pero hasta el siglo XVI era desconocida en Bélgica (Colven., op. Cit., x), mientras que en Bavaria y Austria los fieles aún añaden al Ave María las palabras: "Jesús Christus" (ventris tui, Jesús Christus).

Sixto V (2 de julio de 1587) concedió una indulgencia de cincuenta días a la jaculatoria: "¡Bendito sea el Nombre del Señor!" con la respuesta "Ahora y por siempre", o "Amén". En el sur de Alemania los campesinos se saludan entre ellos con esta fórmula piadosa. Sixto V y Benedicto XIII concedieron una indulgencia de cincuenta días para todo aquél que pronuncie el Nombre de Jesús reverentemente, y una indulgencia plenaria al momento de la muerte.

Estas dos indulgencias fueron confirmadas por Clemente XIII, el 5 de septiembre de 1759. Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús y de María ("¡Jesús!", "¡Maria"!) podremos ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de 1904.

Es también necesario, para ganar la indulgencia papal al momento de la muerte, pronunciar aunque sea mentalmente el Nombre de Jesús.

 LETANÍA DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS

-Señor, ten piedad de nosotros

-Cristo, ten piedad de nosotros

-Señor, ten piedad de nosotros

Cristo, óyenos 

-Cristo, escúchanosSe repite

-Dios, Padre celestial, 

-Dios Hijo, Redentor del mundo, 

Dios Espíritu Santo, 

-Santísima Trinidad, un solo Dios, 

-Jesús, hijo de Dios vivo, 

-Jesús, esplendor del Padre, 

-Jesús, pureza de la luz eterna, 

-Jesús, rey de la gloria, 

-Jesús, sol de justicia, 

-Jesús, hijo de la Virgen María, 

-Jesús, amable, 

-Jesús, admirable, 

-Jesús, Dios fuerte, 

-Jesús, padre del siglo futuro, 

-Jesús, mensajero del plan divino, 

-Jesús, todopoderoso, 

Jesús, pacientísimo, 

-Jesús, obedientísimo, 

-Jesús, manso y humilde de corazón, 

-Jesús, amante de la castidad, 

-Jesús, amador nuestro, 

-Jesús, Dios de paz, 

-Jesús, autor de la vida, 

-Jesús, modelo de virtudes, 

-Jesús, celoso de la salvación de las almas, 

-Jesús, nuestro Dios, 

-Jesús, nuestro refugio, 

-Jesús, padre de los pobres, 

-Jesús, tesoro de los fieles, 

-Jesús, pastor bueno, 

-Jesús, verdadera luz, 

Jesús, sabiduría eterna, 

-Jesús, bondad infinita, 

-Jesús, camino y vida nuestra, 

-Jesús, alegría de los ángeles, 

-Jesús, rey de los patriarcas, 

-Jesús, maestro de los apóstoles, 

-Jesús, doctor de los evangelistas, 

-Jesús, fortaleza de los mártires, 

-Jesús, luz de los confesores, 

-Jesús, pureza de las vírgenes, 

-Jesús, corona de todos los santos,Ten misericordia de nosotros.

-Senos propicioPerdónanos, Jesús.

-Senos propicioEscúchanos, Jesús.

-De todo mal, 

-De todo pecado, 

-De tu ira, 

-De las asechanzas del demonio, 

-Del espíritu impuro, 

-De la muerte eterna, 

-Del menosprecio de tus inspiraciones, 

-Por el misterio de tu santa encarnación, 

-Por tu natividad, 

-Por tu infancia, 

-Por tu divinísima vida, 

-Por tus trabajos, 

Por tu agonía y Pasión, 

-Por tu cruz y desamparo, 

-Por tus sufrimientos, 

-Por tu muerte y sepultura, 

-Por tu resurrección, 

-Por tu ascensión, 

-Por tu institución de la santísima Eucaristía, 

-Por tus gozos, 

-Por tu gloria,Líbranos, Jesús.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,Perdónanos, Jesús.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,Escúchanos Jesús.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,Ten misericordia de nosotros Jesús.

-Jesús, óyenos.

-Jesús, escúchanosSe repite

ORACIÓN

Te pedimos Señor, que quienes veneremos el Santísimo Nombre de Jesús disfrutemos en esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en el Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa 
Las Bodas del Cordero 14/09/1940

«He ahí el Cordero de Dios»

En el Apocalipsis, el apóstol Juan ve «un Cordero en pie con señales de haber sido degollado» (Ap 5:6). Junto al Jordán, Juan el Bautista señaló a Jesús como «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». El apóstol Juan había comprendido esa Palabra, y comprendía ahora esa imagen. El que caminaba junto al Jordán y que se le había manifestado en «vestiduras blancas, con ojos llameantes» y con la espada de juez, «el Primero y el Ultimo» (Ap 1:13-17), llevo verdaderamente a la plenitud todo lo que los ritos de la Antigua Alianza representaban simbólicamente. 

Cuando en el día más santo y solemne del año el Sumo Sacerdote entraba en el Santo de los Santos, en el sacratísimo lugar de la Presencia de Divina, había tomado anticipadamente dos machos cabríos: el uno, para cargar sobre él los pecados del pueblo para que se los llevase al desierto; el otro, para rociar con su sangre la Tienda y el Arca de la Alianza (Lv 16). Ese era el sacrificio expiatorio ofrecido por el pueblo. Después sacrificaba un holocausto para sí mismo y para todo el pueblo quemando totalmente los restos del sacrificio expiatorio. Un día solemne y santo, era ese día de la Reconciliación. 

Pero, ¿qué es lo que hizo posible la reconciliación? no fue ni la sangre de los animales inmolados, ni el Sumo Sacerdote de la descendencia de Aarón, tal y como lo dijo San Pablo en la Carta a los Hebreos (Cap. 8-9). Fue el verdadero sacrificio de reconciliación, el que estaba prefigurado en todos los sacrificios prescritos por la Ley, era «el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec» (Sal 110:4). Él era también el auténtico Cordero pascual por cuya causa el ángel exterminador pasó de largo frente a las casas de los hebreos, cuando atacó a los egipcios (Ex 12:23). El mismo Señor les dio a entender esto a sus discípulos, cuando comió con ellos el cordero pascual por última vez, y se les ofreció a sí mismo como alimento. 

El Santísimo y Dulce nombre de Jesús
El nombre de Jesús es un nombre inventado en el Cielo

El nombre de Jesús --dice Baur-- es un nombre inventado en el Cielo y traído de allí por el Ángel Gabriel, para comunicárselo a la Virgen en el instante de la Anunciación: Darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús. Ahora bien, los nombres impuestos por el Cielo siempre significan un don gratuito otorgado por Dios. Siendo en Cristo este don de la gracia. La salvación de los hombres, con toda propiedad se le impuso el nombre de Jesús, que quiere decir Salvador." (Santo Tomás de Aquino). 

Y, ciertamente, "ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo por el cual podamos salvarnos" (Epist.). La devoción al nombre de Jesús es una preciosa herencia que recibimos de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán. El Beato Jordán de Sajonia, el Beato Enrique Susón, Santa Catalina de Siena y el Beato Juan de Vicenza, fueron apasionados devotos de este Santo Nombre. 

La Iglesia, pero especialmente algunos de los primeros Padres que crearon su doctrina, insistió en la veneración al "dulcísimo" o "sacrosanto" nombre de Jesús. De hecho, aunque el día 1 de enero se celebraba ya esa fiesta, La Iglesia ha dispuesto se celebre esta fiesta al día siguiente de la octava de la Epifanía, a fin de honrar por modo especial el nombre de Jesús, que es:

Nombre verdaderamente divino, que sólo Dios pudo imponer al Salvador del mundo. Nombre venerable, que hace doblar la rodilla a todas las grandezas de la tierra. Nombre sacrosanto, que pone en fuga a los espíritus diabólicos. Nombre omnipotente, en cuya virtud se han obrado los mayores milagros. Nombre salutífero, de quien reciben en cierto modo toda su eficacia los Sacramentos de la Nueva Ley. Nombre propicio, pues todo lo puede con Dios, y por respeto al nombre Jesús oye benigno nuestras oraciones.

Nombre glorioso, extendido por el celo de los apóstoles a todos los gentiles y a todos !os reyes de la tierra. Nombre augusto, por cuya confesión los santos mártires se gloriaron en sufrir cruelísimos tormentos. Nombre, en fin, incomparable, pues no hay otro debajo, del Cielo en cuya virtud podamos ser salvos. Alabémosle, pues, y bendigámosle en todo tiempo.

San Bernardo, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Niceno, Orígenes o San Agustín son algunos de los escritores sagrados que insisten en la importancia del nombre: "Quid est Jesus, nisi Salvator?", dice San Agustín, y San Bernardo lo llama "óleo saludable" que sana cuando la devoción lo aplica, denominándolo también alimento, fuente, medicina y luz, según recuerda Santiago de Vorágine en su Leyenda Dorada.

Gregorio X, en 1274, confió a la Orden de Predicadores, en la persona del Maestro General, Beato Juan de Vercelli, "la predicación de la devoción que derrama dulzura sobre los corazones." Se erigieron Cofradías en las iglesias de la Orden, y tan florecientes, que alguna de las actuales, como en los EE. UU. pasa de tres millones y medio el numero de hombres asociados. El fin de la Cofradía es propagar la devoción y culto del Nombre de Jesús contra la blasfemia y profanación de los días festivos. (Tomado del Misal de la Orden de Predicadores, editado en Valencia en 1958.)

BREVE CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA DE LA DEVOCIÓN AL DULCE NOMBRE DE JESÚS

Durante el Concilio de Lyon, año 1274, el Papa Gregorio X dictó una Bula encaminada a desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las órdenes de los Dominicos y los Franciscanos fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa. Así, Gregorio X escribió una carta a Juan de Vercelli, el entonces Superior General de los Dominicos, donde declaraba, "Nos, hemos prescrito a los fieles… reverenciar de una manera particular ese Nombre que está por encima de todos los nombres…".

Este acto resultó en la fundación de la Sociedad del Santo Nombre. Se decía que el Nombre de Jesús estaba en la boca de San Francisco "como la miel en el panal" y San Francisco mismo escribió, "ningún hombre es digno de decir Tu Nombre". Luego, San Bernardo escribió sermones enteros sobre el Nombre de Jesús y dijo: "Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, un canto de delicia en el corazón". San Buenaventura exclama, "Oh, alma, si escribes, lees, enseñas, o haces cualquier otra cosa, que nada tenga sabor alguno para ti, que nada te agrade excepto el Nombre de Jesús".

Con el nombre “Sociedad del Santo Nombre de Dios” es fundada en 1430, por Fray Diego de Vitoria en el Convento de San Pablo de la ciudad de Burgos la primera Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de España mediante la Bula "Salvatoris et Nómini Nostri Iesu Christi".

INDULGENCIA PLENARIA AL PRONUNCIAR EL DULCE NOMBRE DE JESÚS

Es Tradición Católica que en la hora de la muerte, pronunciar con los labios o el corazón el Dulcísimo Nombre de Nuestro Salvador, nos puede alcanzar la muy necesaria Indulgencia Plenaria; para ello, debemos cumplir las siguientes disposiciones:

- Primero, las mismas condiciones requeridas para ganar cualquier indulgencia: es decir, la persona debe estar en estado de gracia cuando se gane la indulgencia y debe tener la intención de ganar la indulgencia.

- Segundo, debe resignarse completamente a la voluntad de Dios al estar muriendo.

- Tercero, debe pronunciar el Santo Nombre de Jesús con sus labios, si es posible, y si no fuere capaz de hablar, al menos debe invocar el Santo Nombre de Jesús en su corazón.

Subráyese especialmente esta última condición de pronunciar el Santísimo Nombre de Jesús. La Congregación de Indulgencias la pidió el 22 de septiembre de 1892 para ganar la indulgencia plenaria in articulo mortis. Es algo que fácilmente se pasa por alto, y por ello, le damos especial atención.

Míralo y déjate ver

Santo Evangelio según San Juan 1, 29-34. Santísimo nombre de Jesús.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Concédeme la gracia, Señor,de dejarme ver por Ti y aprender a verte.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Evangelio que nos propone la Iglesia para hoy tiene dos momentos, el primero - que se leyó ayer, en el que Juan reconoce lo que no es y acepta lo que es - y el segundo, el de hoy, en que Juan ve a Jesús ir hacia él. Es de notar que Jesús ya había visto a Juan, razón por la que se acercaba a éste, pero lo que importa es lo que el evangelista plasma: el encuentro de dos miradas, momento en el que Juan exclama "Éste es el cordero…"

Piensa en esos momentos en que, por la calle, centro comercial o algún otro sitio, te encuentras a un familiar o amistad, seguramente le reconoces a distancia o probablemente cuando está muy cerca de ti; y, seguramente, con el pensamiento o en voz alta dices "si es xy persona…"- sea agradable o no la persona que te encuentres - lo que pienses o digas parte de una mirada.

En este contexto, Dios quiere intercambiar miradas contigo. Descubre la belleza de la vida en sus ojos, en los ojos de quien te encuentras y con quienes compartes momentos de tu vida. Supera el temor de ver en los demás su dignidad de hija (o) de Dios, y deja que los demás vean que eres hija (o) de Dios. Dirígele tu mirada a Jesús y a cuantos encuentras en tu camino. Dios se encarnó porque en su inocencia quiere que le veas sin temor, y que reconozcas cuanto te ama, quiere encontrarse contigo, Él te ve y quiere que le veas.

Su amor nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad. Él sabe ver más allá de las apariencias, más allá del pecado, más allá del fracaso o de la indignidad. Sabe ver más allá de la categoría social a la que podemos pertenecer. Él ve más allá de todo eso. Él ve esa dignidad de hijo, que todos tenemos, tal vez ensuciada por el pecado, pero siempre presente en el fondo de nuestra alma. Es nuestra dignidad de hijo.

(Homilía S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Trataré de ver a los demás sin juzgarlos. Una sonrisa, un servicio, un gracias desinteresado…

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Los principales nombres que se le dan a Jesús.

Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios.

Leyendo los Santos Evangelios nos sorprende la variedad de nombres que se le dan a Cristo, ya sea por parte de los evangelistas o porque el mismo Cristo se los aplica a sí mismo: Camino, Verdad, Vida, Pastor, Rey, Luz, Pan, Maestro, Compañero de camino, Resurrección, Vida, Salvador, Mesías, Cordero de Dios, etc.. Esto nos demuestra la riqueza inmensa que encierra el corazón de Cristo. Acerquémonos, pues, al Evangelio para descubrir la hondura y profundidad de su Amor.

A lo largo de los Evangelios podemos descubrir diversos títulos de Jesús. Todos nos demuestran que ha sido el hombre más grande de la historia. Muchos hombres han sido admirados, pero no siempre amados. Jesucristo es el único hombre que ha sido amado más allá de su tumba.

A los dos mil años de su muerte, legiones de hombres y mujeres, dejando su familia paterna y su familia futura, sus riquezas y su Patria, despojándose de todo, han vivido sólo para Él. Jesucristo ha sido amado con heroísmo.

Millares y millares de mártires dieron por Él su sangre. Millares y millares de santos centraron en Él su vida. Jesús ha sido también el hombre más combatido de la humanidad. ¿Qué tendrá este hombre que murió hace dos mil años y hoy molesta a tantos vivos? ¿Qué tendrá este hombre que sigue enterrando a sus mismos enemigos y Él sigue vivo? ¿Quién es Jesús?

Fray Luis de León ha escrito lo siguiente: "Vienen a ser casi innumerables los nombres que la Escritura divina da a Cristo, porque le llama León y Cordero, y Puerta y Camino, y Pastor y Sacerdote, y Sacrificio y Esposo, y Vid y Pimpollo, y Rey de Dios y Cara suya, y Piedra y Lucero, y Oriente y Padre, y Príncipe de Paz y Salud, y Vida y Verdad, y así otros nombres sin cuento".

¿Quién es, pues, Cristo?

Aún resuena en nuestros oídos la pregunta que el mismo Cristo formuló hace dos mil años: "¿Quién decís que soy Yo?" (Mateo 16, 16-17).

A esta pregunta respondió su mismo Padre celestial, respondió la gente que le vio y le escuchó y respondió el mismo Jesús.

Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios. Es la riqueza que Dios Padre quiso compartir con la humanidad. Cada uno de nosotros va haciendo a lo largo de la vida diversas experiencias de Jesucristo. Lo importante es estar abierto a este Pozo insondable y acercarnos cada día a sorber aunque sólo sea una gota de su agua saciativa y refrescante.

Ojalá terminemos nuestra vida con el nombre de Jesús en nuestros labios y en nuestro corazón. Con solo escuchar este nombre el alma se pacifica, el corazón se enardece y se ensancha. ¿Cómo no predicarlo por todos los rincones del mundo? En Él está la salvación.

1. Jesús

San Mateo nos dice así, de parte del ángel: Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21). Son palabras del ángel a José. Este nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvéh salva, Dios salva; quiere decir, pues, Salud-dador.

Este el nombre que resume todos los demás que enunció Fray Luis de León. Es el nombre más suave. Así lo dirá san Bernardo: Nada más suave de cantar, nada más grato de oír, nada tan dulce de pensar, como Jesús, Hijo de Dios.

¡Jesús! No existe bajo el cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de salvarnos (Act 4,12).

Manuel de Iribarne cuenta la muerte trágica de Francisco Pizarro diciendo: Pizarro quedó solo en medio de sus enemigos, que arremetieron contra él sin compasión. Atacado por todas partes, el viejo soldado se mantuvo en pie defendiéndose durante algún tiempo, hasta que su nervudo brazo se rindió a la fatiga, incapaz de sostener la espada.

Martín Bilbao le asestó entonces una furiosa cuchillada en el cuello, que dio con él de bruces sobre las losas. Un surtidor de sangre caliente brotó de su garganta. Al caer, el conquistador del Perú pidió confesión a voces. Dícese que antes de lanzar su postres aliento, como español y como cristiano, trazó una cruz con su propia sangre en el suelo -única firma que usó en vida- y luego la besó devotamente. Un tenue y suspirado ¡Jesús! Se escapó de sus labios"


Un nombre, pues, que trae consuelo y confianza incluso en el mismo trance de la muerte trágica.

2. Jesús: Cordero de Dios


Así lo nombró Juan Bautista a orillas del Jordán (cf Jn 1, 29). ¿Qué quiso significar Juan? Tal vez estaba indicándolo como el verdadero Cordero Pascual (cf Ex 12,6), o tenía en mente el cordero del sacrificio cotidiano en el templo (cf Ex 29,38); o tal vez al Siervo de Yahvéh, de Isaías, llevado al matadero como corderito mudo (cf Is 53, 6,7); podía también querer resaltar su cualidad de inocencia o su disposición al sufrimiento.

Es Cordero que quita el pecado del mundo, no sólo que lo lleva. Y san Juan dice que quita y no que quitará, para indicar y significar la virtud natural de Cristo de quitar los pecados.

3. Jesús: Profeta


Este es el profeta Jesús, de Nazaret en Galilea (Mt 21, 9-11). Jesús fue el Profeta esperado. ¿Qué es una profecía? Es un conocimiento impreso en la mente del profeta mediante una revelación divina; es una señal de la divina presciencia.

¿Qué clase de profeta: taumaturgo (que obra milagros), reformador, mesiánico?

Jesús no rechaza el intento popular de colocar su obra y su personalidad dentro del marco de profetismo, pero la supera porque no sólo anuncia la venida del Reino, sino que la realiza en Él mismo. Es profeta, también, porque es rechazado y perseguido; así supera la imagen del profeta mesiánico nacionalista, apocalíptico y espectacular.

Como Profeta Jesús tuvo conocimiento del corazón del hombre. Conocía lo que había en el corazón de Natanael (cf Jn 1, 43). Conocía los pecados de la samaritana (cf Jn 4, 17-18). Conocía las murmuraciones internas de los escribas cuando sana al paralítico (cf Lc 9, 46). Conocía los juicios del fariseo cuando la pecadora lava sus pies con lágrimas (cf Lc 7, 36-50). Conocía la traición de Judas (cf Jn 13, 27). ¡Él conocía lo que hay en el corazón del hombre!

Pero Jesús fue más que un Profeta. Y con sus profecías demostró que era enviado de Dios y además demostró que era Dios. Todo cuanto Él decía lo sabía como Dios y también como Hombre.

4. Jesús: Mesías

Elegido y ungido por Dios y enviado con una misión. Jesús no sólo no usa el término de Mesías, sino que positivamente tiene una actitud de ocultamiento y reserva en este sentido. Impone silencio a los demonios para que no lo descubran como Mesías (Cf Mc 1, 33; 3, 12; Lc 4, 41).

Pero ocurre también que a Jesús le preguntan si es Él el Mesías y responde diciendo:Sí, pero...; sí, pero no del modo como vosotros pensáis.. Su mesianismo va a escandalizar, va a defraudar a muchos, va a ser signo de contradicción, una piedra de escándalo para los judíos.

Cristo había sido reacio a confesar públicamente su identidad mesiánica. Tenía el peligro de que le entendieran en sentido político-nacional, cuando su misión era otra muy distinta. Y cuando lo confesó públicamente en la Pasión, ante el sumo sacerdote, fue tratado de blasfemo.

5. Jesús: Hijo de David


Jesús no se lo aplica nunca espontáneamente, aunque tampoco lo niega cuando se lo atribuyen (Mt 21, 9-15). La muchedumbre lo considera como hijo de David (Mt 12, 23-27; Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39); pero Jesús no reivindica dicho título, como si tuviese miedo a la exaltación política que ello traería consigo. Era en tiempos de Jesús uno de los títulos de más acusado trasfondo político.

6. Jesús: el Hijo del hombre

Tiene estos sentidos: 

Primero: Hijo del hombre en clara referencia al texto de Daniel (7, 9-14). Con ellos viene a indicar que su mesianismo es divino. En efecto, el hijo del hombre es preexistente, proviene del cielo y aparece junto al anciano sobre la nube, lugar de las manifestaciones de Dios.
 

Segundo: Jesús, al usar el título de hijo del hombre, lo hace en conexión con la función del siervo de Yavé, en cuanto que su mesianismo de origen divino y trascendente se realiza con la misión de redimir a la humanidad (Mateo 20, 28), perdonar los pecados, juzgar, consolar a los pecadores. Jesucristo emplea este título ochenta y dos veces.
 

Tercero: Hijo del hombre por ser verdadero hombre. Es el hijo de hombre más extraordinario de todos. Hijo de hombre porque sufrirá todo tipo de humillaciones, porque no tendrá donde reclinar la cabeza. Une la función del Hijo del Hombre con la del siervo de Yavé humillado, servidor y sufrido.

7. Jesús: Maestro

Es curioso ver que de un total de cincuenta y ocho veces en que aparece la palabramaestro en el Nuevo Testamento, cuarenta y ocho se encuentran en los evangelios, y cuarenta y uno referido a Jesús. En muchas ocasiones se dice en el evangelio que Jesúsenseña a los discípulos y a la gente. La actividad pública de Jesús se caracteriza por su enseñanza, por lo que parece justificado hablar respecta a Él designándolo comoMaestro.

Jesús enseña en los lugares públicos de carácter religioso, dirigiéndose a la gente que allí se reúne: en la sinagoga los días de sábado y en el área del templo.
Ocasionalmente los evangelios mencionan la actividad de enseñanza al aire libre, o en las plazas de la aldea.

La instrucción de Jesús se dirige a la gente sin distinción alguna o a los discípulos por separado.
La forma de enseñanza de Jesús corresponde a la de la tradición bíblica, sapiencial y de las escuelas judías: sentencias proverbiales, semejanzas, parábolas, etc.

Este título de Jesús Maestro será objeto de todo un capítulo más adelante.

8. Jesús: Señor

Superior a todos, de condición divina. El título Señor se refiere más directamente a las relaciones de Cristo con nosotros. La función magisterial de Jesús, según el primer evangelista, tiende a coincidir con la de Señor de los discípulos, hasta el punto de que ninguno de ellos puede arrogarse el título de maestro.

En concomitancia con esta acentuación del papel autorizado de Jesús en el evangelio de Mateo, los discípulos se dirigen a Jesús dándole el título de Señor, mientras que son los demás, los de fuera, los que llaman a Jesús maestro. También el evangelio de Lucas revela esta tendencia a reservar el uso del título maestro para los que son extraños al grupo de los discípulos, mientras que estos últimos llaman a Jesús Señor

9. Jesús: Hijo de Dios

Jesús al presentar al Padre, indirectamente se está revelando a sí mismo como el Hijo en un sentido único y trascendente. No es que busque su gloria al revelarse como el Hijo; es que al revelar la gloria del Padre, inevitablemente revela la suya propia.

Es en el evangelio de san Juan donde Jesús se presenta como el Hijo en un sentido único y trascendente. La relación única entre ambos la presenta mediante un conocimiento mutuo único (Jn 1, 18: 10, 15; 17, 25), un amor recíproco también exclusivo (Jn 5, 20; 14, 31; 17, 24.26), mediante la unidad de ambos en la acción (Jn 5, 17.19.20.30), que hace que los dos sean una misma cosa (Jn 14, 10; 17, 21-22). De este modo, quien honra al Padre honra al Hijo (Jn 5, 22-27), y quien ve al Hijo ve igualmente al Padre.

Este es el secreto de la vida íntima de Jesús: su filiación divina. Hay en él, junto a su condición divina, una atracción continua del Padre, un deseo de estar a solas con Él; deseo que a veces sólo puede cumplir quedándose toda la noche de oración tras una jornada agotadora de actividad. Parece como si la esencia misma de la personalidad de Jesús fuese su relación con el Padre. Era algo obsesivo en Él. Incluso le llamaba Abbá, papá, expresando así la conciencia de su filiación divina.

Jesús nos ha introducido por adopción en la relación única filial que él mantiene con el Padre. Ser cristiano es ser hijo en el Hijo.

10. Jesús: Mesías, el Hijo de Dios vivo

Jesús no se autodesigna nunca como el mesías. Son los otros, los discípulos o la gente quienes lo llaman mesias, christós, o con fórmulas equivalentes como hijo de David.

No sólo Jesús no se presenta nunca como mesías, sino que se muestra reticente y en algunos casos contrario frente a semejante reconocimiento por parte de los demás. Incluso cuando Pedro le confesó como Mesías, les impuso a todos los apóstoles severamente que no hablasen de él a nadie (cf. Mc 8, 30).

Se trata del famoso secreto mesiánico. ¿Por qué? Porque había tendencia de entender el término mesias desde el punto de vista demasiado político y social. Y Jesús quería evitar a toda costa ese significado. No es un mesías político ni social, sino un mesías espiritual, un ungido de Dios, que nos salvó del pecado a través de su pasión y muerte en la cruz. No vino a instaurar un mesianismo nacionalista judío. Incluso la fuerte acentuación religiosa de su proyecto, que incluye una nueva imagen de Dios-Padre que acoge a los pobres, a los pequeños y desamparados, a los pecadores y a los extranjeros, choca abiertamente con la visión de un mesianismo político.

Además, la propuesta de una síntesis ética que se caracteriza por el amor gratuito y universal que abraza incluso a los enemigos no se presta a la realización de un programa mesiánico de tipo revolucionario y socializante.

De hecho, Jesús con sus opciones y sus tomas de posición defraudó las esperanzas mesiánico-nacionalistas.

11. Jesús: Salvador


Jesucristo vino a salvar al hombre, no tanto a las circunstancias molestas. Por eso, aún con la venida de Cristo Salvador, perdura el mal en el mundo, sobre todo el mal físico (cf. Mt 19, 12-13; Mc 1, 14-15).Vino a salvar a todo el hombre: sea en el alma, sea el cuerpo. Y vino a salvar a todos los hombres (cf. Mt 28, 19-20). Esa salvación supuso un cambio interior del hombre. La salvación de Cristo nos hace hombres nuevos.

¿Cómo nos salvó? Encarnándose, muriendo por nosotros, satisfaciendo y reparando nuestro pecado.

Nosotros recibimos la salvación reconociéndonos pecadores, abriéndonos a esa salvación en los sacramentos. Estamos llamados a ser co-salvadores con Cristo, mediante nuestro sacrificio, nuestro apostolado directo.

12. Jesús: Siervo de Yavé


Este calificativo hace referencia al hecho de que está íntimamente unido a Dios y que sufrirá por nosotros.

13. Jesús: Sumo sacerdote


Sumo Sacerdote, pues es el puente más directo para unirnos a Dios.

14. Jesús: Mediador

 

Ya que es el intermediario ante Dios de nuestras necesidades.

15. Jesús: Juez


Porque juzgará en el último día.

16. Jesús: Santo de Dios


Se le denomina Santo de Dios dado que es Hijo de Dios.

Consejos para hacer realidad los propósitos de Año Nuevo

Si dejamos que la sabiduría de Dios nos ayude, tendremos mejores resultados

Iniciar un nuevo año no debe ser únicamente acostarse por la noche para levantarse al día siguiente, ni cambiar el calendario viejo por el nuevo. El inicio de un nuevo año constituye una oportunidad para hacer proyectos de vida, fortalecer lo positivo o hacer grandes cambios para sacar de nuestra vida lo que es destructivo. No es la vida la que nos marca lo que tenemos que hacer, somos nosotros los que dirigimos la vida y le damos sentido. Nosotros somos los responsables de construir el presente y el futuro.

¿Cómo construir un Año Nuevo?

Si dejamos que la sabiduría de Dios nos ayude, tendremos mejores resultados. Para ello podemos tomar en cuenta lo que Jesús nos dice en el evangelio de Mateo 7,21,24-29. La primera parte nos recuerda que las palabras no son suficientes para tener logros. Es muy fácil hablar, prometer, decir propósitos, pero lo difícil es ponerlos en práctica. Quizá por eso hay tantas personas que hacen buenos propósitos, pero nunca los ven realizados. Bien decía Jesús: “No todo el que me diga ‘Señor, Señor’, entrará  en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”

Las obras son fundamentales

“Los propósitos y la oración van acompañados de obras”. Con estas palabras comprendemos perfectamente que no es suficiente hacer oración o invocar el nombre de Dios para transformar la vida o hacer frente a los retos  y obstáculos. Hacer un propósito o invocar el nombre de Dios exige tener una actitud de esfuerzo, trabajo y disponibilidad que convierten los pensamientos en acciones.

Lo fácil o lo difícil

Lo fácil no cuesta trabajo, no exige constancia ni esfuerzo. Quizá por eso la mayoría de las personas buscan ese camino y se conforman con pocos resultados. Es más fácil estar descansando que hacer algo de provecho; es más fácil pasar año con 6 de calificación que obtener un 10; es más fácil tener la casa sucia que arreglada y presentada; es más fácil relacionarse sólo con los que me caen bien que ampliar mi grupo de conocidos; es más fácil ver la televisión que leer un libro; es más fácil salir a jugar que estudiar o tomar un curso; es más fácil hacerse una operación de liposucción que hacer ejercicio; es más fácil divorciarse que luchar por el matrimonio; es más fácil alimentar sólo el cuerpo que el espíritu. Muchos buscan siempre lo más fácil, lo más cómodo, pero ese no es el camino del éxito ni del crecimiento. Así lo expresa Cristo cuando dice: “El que escucha mis palabras y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente”.

Construyendo sobre arena

Construir sobre arena es fácil. No es necesario hacer una excavación, no es necesario picar piedra. Esa frase representa a quienes quieren obtener algo rápido y sin esfuerzo. Lamentablemente, los resultados de una actitud así no son los mejores. Cristo lo advierte cuando compara la destrucción y ruina de una casa, con el desmoronamiento o ruina a la que llegan muchas personas en su vida por haber buscado un camino fácil. En estos días de inicio de año no faltan algunos cristianos que buscan el éxito de un nuevo año sólo haciendo oración el día último o el día primero, pero todo el año se olvidan de Dios.

Tampoco faltan los cristianos que, por ignorancia, creen que siguiendo determinados rituales mágicos estará seguro y mejor el nuevo año. Así, se comen las 12 uvas, se ponen ropa interior roja, prenden velas doradas, colocan cuarzos, colocan figuras de borregos en su casa, pasean maletas, etc. Esperan grandes cambios, pero al cimentar su futuro en supersticiones que son como arena, terminan sin recibir nada, con sus ilusiones y esperanzas destruidas, con el ánimo por los suelos y abatidos por los problemas y dificultades que, como los huracanes y sismos, destruyen las casas mal construidas. ¿Valdrá la pena preparar y provocar nuestra destrucción?

Sobre roca firme

La palabra de Cristo nos invita a esforzarnos, a exigirnos, a trabajar con entusiasmo y constancia, a buscar la sabiduría, a poner nuestra mirada en los valores duraderos y no sólo en las cosas pasajeras, a valorar lo terreno, pero sin dejar de cuidar lo espiritual. Por eso Jesús dice: “El que escucha mis palabras y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa, pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca. El año nuevo seguramente traerá muchas bendiciones, pero también nos presentará dificultades, retos, problemas, etc. Es importante estar preparados para afrontar todo lo que pudiera querer tambalearnos. Para eso es necesario construir nuestro presente y futuro sobre aquello que, como roca, sea estable, no sea pasajero, fundamente nuestra acción y nuestro pensamiento, fundamente nuestras relaciones personales, fundamente nuestra fe y nuestro actuar.

Planos y proyectos

Así como un arquitecto o ingeniero reflexionan y estudian de la mejor manera cómo van a construir una casa para que sea resistente, hermosa y duradera, así también el cristiano tiene que dedicar un tiempo para hacer un proyecto de vida: ¿Qué quiero para mi presente y mi futuro? ¿Hasta dónde quiero llegar? ¿Qué logros quiero obtener? De acuerdo con sus proyectos, tendrá que marcar los pasos y etapas necesarias para que se conviertan en realidad. Por eso, todo propósito tiene que marcar etapas y distinguirse en propósitos a corto plazo, a mediano plazo y a largo plazo. Las grandes cosas se van logrando poco a poco, pero se van evaluando constantemente. Si no hay un proyecto de vida se camina, pero no se avanza. Si no hay un proyecto de vida no se puede hacer una evaluación. Si no hay un proyecto de vida se puede perder el camino y la meta. Será necesario hacer proyectos personales, de pareja, de familia, para la salud, para la educación e incluso para lo económico.

Constancia

En una construcción no basta colocar la primera piedra. Después del entusiasmo inicial se tiene que continuar hasta el final. Es necesario vencer a la pereza, al deseo de comodidad, y buscar la constancia para luchar con ella. Muchos inician un maratón, pero no lo terminan. Muchos inician un curso y lo dejan a medias.

Muchos van la primera semana al gimnasio para desertar después. Muchos leen las primeras páginas de un libro, pero no llegan al final. Muchos inician la lectura de la Biblia para dejarla después abandonada. Sin constancia los propósitos se quedan en palabras o escritos.

Más allá de los sentimientos y emociones

Los sentimientos y las emociones son bonitos, pero muy fugaces. Cuando nos dejamos llevar por ellos podemos cometer graves errores. Cuando sólo por sentimiento o emoción se casa una pareja, está preparando su fracaso. Cuando por lo mismo se decide una carrera profesional, un trabajo o incluso una religión, lo más seguro es que pronto cambiemos de parecer. Por eso, al hacer los propósitos de año nuevo será necesario hacerlos con toda calma, buscar un tiempo de reflexión profunda, pidiendo la ayuda de Dios, preguntando a nuestros seres queridos en qué consideran que podríamos ser mejores o qué ven en nosotros que no sea lo mejor. Así podremos hacer que nuestros propósitos se conviertan en realidad y sean como una casa que no es derribada por los días que se aproximan.

"GOLPEARSE EL PECHO PARA INDICAR QUE EL PECADO ES PROPIO Y NO DE OTRO"
El Papa recuerda que los pecados mortales sólo se absuelven en el confesionario
"El presuntuoso es incapaz de recibir perdón, saciado como está de su presunta justicia"

José Manuel Vidal, 03 de enero de 2018 a las 10:28

El Papa, en el aula Pablo VI, en Navidad

Sabemos por experiencia que sólo el que sabe reconocer sus errores recibe la comprensión y el perdón de los demás

(José M. Vidal).-Audiencia del Papa Francisco antes de la fiesta de la Epifanía. Con una catequesis sobre el acto penitencial de la misa, en la que nos reconocemos pecadores y recibimos el perdón. Pero el Papa recuerda que los pecados mortales sólo se absuelven en el confesonario. Lectura de la carta de Pablo a los Corintios"Hermanos: Formaos vuestro juicio sobre lo que digo. ¿El caliz de la bendición que bendecimos no es comunión con la sangre de Cristo? ¿Y el pan que partimos no es comunión con el cuerpo de Cristo?. El pan es uno y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan"

Algunas frases de la catequesis del Papa

"Consideramos hoy el acto penitencial"

"Reconocer que somos pecadores"

"El presuntuoso es incapaz de recibir perdón, saciado como está de su presunta justicia"

"Sabemos por experiencia que sólo el que sabe reconocer sus errores recibe la comprensión y el perdón de los demás"

"Cada uno confiesa a Dios y a los hermanos haber pecado mucho"

"De palabra, obra y omisión"

"El pecado nos separa de Dios y de nuestros hermanos"

"El pecado corta la relación con Dios y con los hermanos"

"Cuesta admitir que somos culpables"

"Recuerdo una anécdota de un viejo misionero: Una mujer que se fue a confesar y comenzó a decir los errores del marido, después los de la suegra y después los de las vecinas. El confesor le dice: ¿Ha terminado? CReo que sí, contestó. Y el congesor le replicó: Terminó con los pecados de los demás. Ahora, comience con los suyos"

"Hay pecados graves, llamados mortales, porque hacen morir en nosotros la vida divina, que, para ser perdonados, necesitan la confesión y la absolución sacramental"

"Pensemos en el hijo pródigo que vuelve a casa del Padre"

Texto íntegro del saludo del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas: Continuamos la catequesis sobre la celebración de la Eucaristía y nos centramos hoy en el acto penitencial, el cual nos dispone a celebrar dignamente la Santa Misa, reconociéndonos pecadores ante Dios y ante los hermanos.

En ese acto introductorio, el sacerdote invita a reconocer nuestros pecados guardando un momento de silencio. Cada uno entra en su interior para tomar conciencia de todo lo que no corresponde con el plan de Dios. Por eso, confesamos en primera persona del singular diciendo: «He pecado mucho de pensamiento, palabras, obras y omisión».

Esta fórmula está acompañada con el gesto de golpearse el pecho para indicar que el pecado es propio y no de otro. Después de esta confesión, suplicamos a la Virgen María, a los ángeles y a los santos que intercedan ante el Señor por nosotros. Su intercesión nos sostiene en nuestro camino hacia la plena comunión con Dios. El acto penitencial concluye con la absolución del sacerdote, en la que se pide a Dios que derrame su misericordia sobre nosotros. Esta absolución no tiene el mismo valor que la del sacramento de la penitencia, pues hay pecados graves, que llamamos mortales, que sólo pueden ser perdonados con la confesión sacramental. 
***
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Al inicio de este nuevo año, les deseo que sea para ustedes un tiempo de paz y que puedan contemplar el abrazo de amor y ternura del Señor en sus vidas. Los invito a que se renueven interiormente siguiendo el ejemplo de tantos personajes de la Sagrada Escritura, como el Rey David, San Pedro, la samaritana; ellos, a pesar de haber ofendido a Dios, fueron capaces de pedirle perdón con humildad y sinceridad, y pudieron experimentar su misericordia que transforma y da la alegría verdadera.

Que Dios los bendiga. Muchas gracias.


 

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