Pensando que con sólo tocarle el vestido curaría

Evangelio según San Marcos 5,21-43. 

Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. 
Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". 

Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. 

Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. 

Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. 

Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". 

Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. 
Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?". 

Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?". 
Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. 

Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. 

Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad". 

Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?". 

Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas". 

Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. 

Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme". 

Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. 

La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate". 

En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido.

Después dijo que le dieran de comer.

San Muciano María Viaux

San Muciano María Viaux, religioso

En Malonne, población de Bélgica, san Muciano María (Luis) Viaux, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó toda su vida, con constancia y generosidad, a la formación de los jóvenes.

Luis Wiaux, tercero de seis hijos, nace el 20 de marzo de 1841 en Mellet, un pueblecito de Bélgica francófona en el que casi todo el mundo es católico practicante. Su padre es herrero, y su madre ayuda a llevar un café en una sala de la casa familiar. El lenguaje grosero no se tolera allí y las tardes de cerveza y de juego de cartas se terminan siempre con el rezo del rosario. Luis no tiene las capacidades físicas ni el gusto por el oficio de su padre; está convencido de que el Señor le llama a otro tipo de trabajo. Apenas ve a los Hermanos en una escuela vecina decide entrar en el Noviciado de Namur. Después de haber enseñado 2 años en clases elementales, es destinado al pensionado de Malonne, donde pasará los 58 próximos años. 

Al comienzo tiene dificultades para enfrentarse al mismo tiempo a las exigencias de la enseñanza y de la vigilancia. El Hermano encargado de los cursos de música y arte, que entonces eran una parte importante del programa, se presta a ayudarle. A partir de ese momento el Hermano Muciano es no solamente un enseñante eficaz en estas asignaturas, vigilante cuidadoso en los cursos escolares, catequista en la parroquia cercana, sino que tiene una extraordinaria influencia en los alumnos por su paciencia y su piedad evidente. Se sabe que pasa todo el tiempo que puede ante el tabernáculo o la gruta de Nuestra Señora. 

Entre los Hermanos, se comenta que no se le ha visto nunca transgredir el menor punto de la Regla de los Hermanos. Después de su muerte en Malonne, su fama se extiende por toda Bélgica y se le atribuyen numerosos milagros. Sus reliquias se veneran en Malonne, en el monumento construido en su honor después de su canonización. Falleció el 30 de enero de 1917, fue beatificado por SS Pablo VI en 1977, y canonizado por SS Juan Pablo II el 10 de diciembre de 1989.

fuente: Hermanos de las Escuelas Cristianas - La Salle

Oremos

Tú, Señor, que concediste al Beato Bronislao Markiewicz el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo Homilía 4 sobre el Levítico; PG 112, 442-443

“Pensando que con sólo tocarle el vestido curaría”

Refiriéndose a la ofrenda de los primeros frutos de la tierra, dice la Ley: “Todo cuanto los toque quedará consagrado” (Lev 6,11). Cristo inmolado es el único y perfecto sacrificio, del cual eran el símbolo y la prefiguración todos los sacrificios de la antigua Ley. El que toca la carne de este sacrificio  queda inmediatamente santificado: si es impuro, queda purificado; si está herido, su herida se cura. Es así como lo comprendió la mujer que padecía flujos de sangre... Porque comprendió que verdaderamente había allí la carne del Santo de los Santos, se acercó. No se atreva a tocar la carne misma porque no había todavía captado que es lo perfecto; pero tocó la franja del vestido que tocaba a esta carne santísima. Y porque le tocó con fe “una fuerza salió” de la humanidad de Cristo, para purificarla de su impureza y curar su enfermedad...

Así pues ¿no crees tú que este texto de la Ley debe entenderse así: Si alguno toca la carne de Jesús con las disposiciones que acabamos de decir, si con toda su fe, toda su obediencia, se acerca a Jesús como al Verbo hecho carne, éste ha tocado la verdadera carne del sacrificio y es santificado?

Tres pasos para acercarse a Jesús

Santo Evangelio según San Marcos 5, 21-43. Martes IV de Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame, Señor, una fe firme que me ayude a confiar siempre en Ti. Haz que mi corazón nunca dude de tu gran poder, para acercarme a Ti como un hijo con su Padre.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Este Evangelio nos presenta dos ejemplos de una fe grande, pero no me quiero centrar sólo en la fe de estos personajes, sino en la manera de acercarse a Cristo. Suponemos que todos los que estaban junto a Jesús en ese momento, tenían fe en Él, pero no recibieron un milagro como el que vemos en Jairo y en la hemorroísa. No fue solo su fe lo que les curó, sino su manera de acercarse a Cristo. Me imagino que si toda la gente que estaba al lado de Cristo, se hubiera acercado como lo hicieron los dos, tendríamos un Evangelio más extenso.

Jairo y la hemorroísa siguieron tres pasos para acercarse a Cristo. Primero, reconocieron su condición de creaturas necesitadas y el poder de Dios. Debemos de reconocer que nada podemos sin la ayuda de Dios. En segundo lugar, al acercarse a Jesús lo hicieron con sencillez, confiando que lo que les fuera a pasar, era lo mejor. Aceptan la voluntad de Dios, sabiendo que para ser plenamente felices la deben de cumplir. No le ponen medidas a Dios, que les permite dar el siguiente paso. Por último, confiaron plenamente en Dios, le dejaron entrar en sus vidas. La confianza que pusieron en Cristo, les permitió obtener la gracia que necesitaban en ese momento.

Estos dos episodios --una sanación y una resurrección-- tienen un único centro: la fe. El mensaje es claro, y se puede resumir en una pregunta, una pregunta para hacernos: ¿creemos que Jesús nos puede sanar y nos puede despertar de la muerte?

(Homilía de S.S. Francisco, 28 de junio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré una visita a Cristo Eucaristía, acercándome como lo hicieron Jairo y la hemorroísa, confiándole todas mis necesidades.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Cómo tocar el corazón de Dios con la oracion?

En la oración nos presentamos conscientes de nuestra debilidad, pero a la vez llenos de fe en el poder de Dios

La oración es acercarse a Jesús con humildad y tocarlo desde la fe. La oración llena de fe es "la debilidad" de Dios y la fuerza del hombre. Jesús no se resiste a hacer milagros cuando percibe una gran fe. No basta con tocar a Jesús, sino tocarlo con fe y experimentar cómo muchas virtudes, gracias, salen de Él para curar nuestro corazón y cuerpo.

"Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie, se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al punto se le paró el flujo de sangre. Jesús dijo: «¿Quién me ha tocado?» Como todos negasen, dijo Pedro: «Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen». Pero Jesús dijo: «Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí». Viéndose descubierta la mujer, se acercó temblorosa, y postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz". (Lucas 8,43-48)

Nuestra propia enfermedad debe ser presentada con fe y esperanza

La mujer hemorroisa sufría desde hacía 12 años esta enfermedad. No había encontrado remedio, se había gastado todo en doctores. Sólo le quedaba una esperanza, ese Jesús del que toda la gente hablaba. Debido a su enfermedad era impura y todo lo que tocase automáticamente se convertía en impuro. Vivía en una soledad total, separada de la sociedad, de su familia, 12 años queriendo "volver a vivir". Esta soledad, necesidad de vivir, de ser alguien, hizo que sin temor se acercase a Jesús. Percibía en Él alguien que podría devolverle la vida, que podría dar sentido a esta enfermedad y poder ser curada.

En la oración nos presentamos también enfermos, débiles, con temores, resistencias, profundas heridas que todavía sangran. Con facilidad buscamos en el mundo diversos “doctores” que nos puedan curar, distracciones, pasatiempos que en el fondo nos dejan igual y nos vamos desgastando. En la oración nos presentamos conscientes de esta debilidad, pero a la vez llenos de fe porque estamos ante el único que nos puede curar de raíz, el que puede devolvernos la vida, dar un sentido profundo y nuevo a nuestra existencia, a nuestra soledad. Este acto de fe y confianza son los pasos necesarios para llegar hasta el Maestro: "Creo en ti Señor, espero en tu amor, confío en ti, quiero amarte para vivir". Presentamos nuestra vida ante Él, nuestra debilidad, enfermedad, con fe y confianza para que Él nos cure.

Acercarse a Jesús con humildad, con la mirada siempre fija en su Amor y ternura

Con gran fe, se acercó a Jesús por detrás, y con delicadeza, consciente de su impureza, se atrevió a tocarle con fe la orla de su manto.

Cuando hay fe y amor, la oración se convierte en un buscar el bien de la otra Persona: acogerle, cuidarlo, amarlo. Esto es lo que hace la hemorroisa. No piensa en sí misma. No quiere "molestar" al Señor: con humildad se acerca por detrás y busca tocar tan sólo el borde de su manto. Esto sería suficiente. La fe no busca evidencia, no quiere tocar a toda costa, palpar como lo hizo Santo Tomás. Basta con un detalle, un gesto cercano y tierno. Es un decirle a Jesús: "no te quiero molestar, sé que me amas y con tocarte el borde del manto, te darás cuenta que te necesito, que estoy aquí, que te amo y que quiero poderte abrazar… pero soy impura, mi alma es impura, necesito que tu amor me purifique y me haga digna de Ti".

Así la hemorroisa buscando el bien de Jesús, el no "hacerle" impuro, logra su propio bien. La oración es buscar al otro para encontrarse con el otro. Es dejarse encontrar buscando. Es rozar su Corazón para encontrase dentro de él.

La fe mueve el Corazón de Jesús y fija su mirada en la humildad

La mujer queda curada al instante. Jesús no espera a que la mujer le diga qué necesita. Así es el Buen Pastor, conoce a sus ovejas, nos conoce y sabe lo que necesitamos incluso antes de que se lo pidamos. Por eso, muchas veces la oración es ponerse en su presencia, quizás experimentando un silencio que no es indiferencia por parte de Jesús, sino un querer expresar ternura, contemplar a su creatura tan amada y admirarla con amor.

Jesús estaba siendo oprimido por la multitud, sin embargo, sintió que una virtud salía de Él y gritó: « ¿Quién me ha tocado? » Los discípulos, asombrados, no entienden esta pregunta. Decenas de personas están agolpadas, se empujan y estrujan a Jesús y sólo una "le ha tocado", aquella que apenas ha rozado el borde de su manto.

Aquí Jesús nos dice con claridad que tocarle es amarle, es tener la humildad de confiar en Él, de tratarle con ternura y fe. De acercarse a Él como un niño a su Padre y estar, sí, estar junto a Él. Muchos estaban más cerca que la mujer, pero no tenían fe, era quizás más bien curiosidad, rutina.

La oración nunca puede ser curiosidad o rutina. No es una actividad para llenarme de ideas o repetir fórmulas aprendidas de memoria. Esto sería como empujar y estrujar a Jesús, como aquel grupo que lo seguía. No, esta mujer nos enseña que para tocar a Jesús hay que tener fe, hay que acudir con confianza, presentarse con humildad y tener ternura hacia Dios. ¡Ah!, y sobre todo, hay que dejarse querer por el Maestro que nos conoce, nos espera y al instante nos abraza con amor.

Queremos tocarte Jesús. Ayúdanos Señor a tocarte con fe.

El Síndrome de Peter Pan

¿Estamos educando a nuestros hijos para la vida adulta?

El llamado Síndrome de Peter Pan está muy extendido en la actual sociedad y paradójicamente se refiere a los hijos mayores, con trabajo bien retribuido y que no se marchan de su casa.

Adultos no independientes

En el ámbito familia, suelen sentirse con el derecho para exigir a los demás cualquier sacrificio, se preocupan excesivamente de su aspecto físico y bienestar personal y se las ingenian para que toda su familia esté pendiente y gire en torno a él.  Sólo con mucha dificultad disculpan cualquier omisión, retraso o error en los pequeños encargos que realizaron a sus familiares y se manifiestan incapaces de tolerar la más pequeña crítica negativa, aunque esté objetivamente fundada.

En el ámbito profesional suelen manifestarse excesivamente hipersensibles ante el hecho de ser evaluados por sus superiores, no toleran la frustración que acompaña a las críticas, a pesar de que éstas estén bien fundadas, reaccionan de forma explosiva o inhibiéndose, ante cualquier pequeña corrección que se le hace, les encanta hablar de sí mismos, de sus logros, éxitos y triunfos hasta la auto-exaltación, les incomoda tener que escuchar lo que otros refieren de ellos mismos y manifiestan una intensa intolerancia e incomprensión ante los defectos ajenos.

En el ámbito social, algunas de las notas que concurren a su caracterización son las siguientes:  no disponen de verdaderos amigos, aunque si de muchos conocidos, el compromiso propio de la amistad les pone nerviosos, sus relaciones sociales son muy inestables y poco duraderas y nadie les parece suficientemente bueno o digno de su amistad,  cambian de parecer súbitamente, de acuerdo a que satisfagan o no sus intensas exigencias en lo relativo a su personalidad, posición social y necesidades y casi siempre exigen un trato y consideración especiales.

¿Habías escuchado esto antes?  ¿conoces a un adulto joven, que presenta estas características?

Pues es algo serio y que está presente en nuestra sociedad. El Síndrome de Peter Pan, ha sido y es estudiado por psiquiatras y especialistas en la psicología, que han visto que en la mayoría de ellos presentan tres rasgos en su biografía infantil:

1. Déficit afectivo: se produce cuando el niño recibe menos afecto y dedicación familiar del que necesita para sentirse querido. También puede producirse como consecuencia de agravios comparativos con sus hermanos, u otros niños que formen parte de su círculo íntimo, en relación a los cuales pueda sentirse inferior o tratado de forma discriminatoria.2

2. Déficit escolar:se refiere a la percepción que tiene el niño de que su rendimiento y aprovechamiento escolar no le está permitiendo ganar seguridad ni sentirse competente. Se desarrolla un sentimiento de desconfianza con respecto a sus valores y capacidades.  Ambos déficits tienden a retroalimentarse puesto que los problemas afectivos suelen influir negativamente en el rendimiento escolar y viceversa.

3. Educación permisiva:exceso de protección y falta de límites en que fue educado por sus padres, falta de relación entre esfuerzo y recompensa que lleva a la conclusión que el mejor modo de realizar sus deseos es seguir comportándose como un niño.

Y nos encontramos con hombres que tienen un claro perfil de Peter Pan, el cual:

- Mantiene un alto grado de necesidad afectiva.

- Posee un exceso de egocentrismo y narcisismo

- Tiene escasa resistencia a la frustración.

- Desarrolla poco la capacidad de autocrítica.

- Presenta dificultades para aceptar relaciones simétricas con el otro sexo.

Cada uno de estos rasgos genera unas necesidades básicas correlacionadas, mismas que dan lugar a la problemática que caracteriza su comportamiento:

- Como necesita sentirse muy querido, busca afanosamente el amor sin pararse a pensar si se enamora de la persona adecuada o si la relación es viable.

- Como es egocéntrico y narcisista, necesita sentirse protagonista aunque ello pueda implicar herir o desatender a sus seres queridos.

- Como tiene poca resistencia a la frustración, precisa evadirse de la realidad, lo cual puede conducirle a refugiarse en paraísos artificiales.

- Como se critica poco, tiende a criticar a los demás y desplaza en ellos sus propias culpas y responsabilidades.

- Como no acepta relaciones simétricas, tiende a adoptar actitudes narcisistas y a establecer con sus parejas relaciones de ventaja y poco compromiso.

En definitiva, el hombre Peter Pan es una completa mezcla de necesidades contrapuestas.   Por un lado, necesita sentirse querido y admirado, por otro, tiene dificultades para mantener relaciones estables porque eso significaría actuar con un nivel de responsabilidad y capacidad de autocrítica que no ha desarrollado. Son hombres que prefieren mantenerse en la infancia.

Si estás en esta situación o conoces a un hombre que la viva, acude de inmediato con un profesional que te ayude a aceptar que los adultos también pueden disfrutar placeres y vivir aventuras.

Satanás ha sido derrotado

¿Cuál pretexto pongo yo para no seguir a Jesús?

II Samuel 5, 1-7.10: “Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo”
Salmo 88: “Contará con mi amor y mi lealtad”
San Marcos 3, 22-30: “Satanás ha sido derrotado”

¿Cuál pretexto pongo yo para no seguir a Jesús? Hemos escuchado muchas veces acusaciones en contra de su Iglesia a la que se le condena como perversa y ambiciosa, pero esto parece más un pretexto para no acercarse a Jesús y justificar los propios problemas. No justifico los errores que cometemos como Iglesia, pero esto no puede servirnos de pretexto para alejarnos de Jesús. Las acusaciones que le hacen a Jesús no están lejanas en la actualidad. También a Él se le decía que era diabólico, también se le decía que tenía un espíritu inmundo… y sin embargo lo que se buscaba era justificar los propios pecados y no escuchar la buena nueva que ofrece Jesús. Las acusaciones le sirven de ocasión a Jesús para insistir en la unidad pues la división destruye no solamente las obras malas, sino también las grandes y heroicas comunidades que buscan vivir el evangelio. Detrás de la división se encuentra el egoísmo y la ambición que mira a los otros como si fueran enemigos y no como hermanos. Pero lo que más llama mi atención en el pasaje de este día, es la afirmación que hace Jesús de que se perdonarán todos los pecados y todas las blasfemias pero que no se perdonará la blasfemia contra el Espíritu Santo. Con frecuencia en la confesión se acercan personas agobiadas por sus pecados y dudando de la misericordia de Dios. Muchas veces, dudando, me dicen: “¿Dios me perdonará mi pecado?”. Y yo recuerdo estas palabras de Jesús y les aseguro que todo pecado tiene perdón. Ésa es la gran enseñanza que nos ha traído Jesús: manifestarnos a Dios como un padre amoroso que está esperando a que el pecador se arrepienta y se vuelva a casa. Siempre que el hombre retorna de su pecado, encuentra un Padre que lo ama, lo rescata, lo purifica y le devuelve su dignidad de Hijo. Es más, el mismo Padre ha enviado a su Hijo a buscarnos a nosotros que somos pecadores. El gran problema es cuando nosotros no queremos aceptar ese perdón, cuando no queremos arrepentirnos y nos obstinamos en el mal camino. No se puede perdonar a quien trastoca los valores y, a sabiendas hace confundir el mal con el bien. No se puede perdonar a quien no se quiere arrepentir. ¿Tendremos el corazón tan duro como para no aceptar la reconciliación que nos ofrece nuestro Padre?

Vivir correctamente la Santa Misa. Explicación

En la Misa nos reunimos para celebrar recordando y viviendo la Última Cena y el sacrificio de Jesús en la cruz.

Cuando se asiste a Misa, lo primero que se hace es, laReunión, que significa IGLESIA - ECLESIA - del griego = Asamblea Reunida. Todos se reúnen. Antiguamente, la preparación para la reunión de todos los que se congregaban para una celebración, se hacía con una procesión solemne.

La Santa Misa es la celebración dentro de la cual se lleva a cabo el sacramento de la Eucaristía.

Su origen se remonta a los primeros tiempos de la Iglesia, en donde los apóstoles y los primeros discípulos se reunían el primer día de la semana, recordando la Resurrección de Cristo, para estudiar las Escrituras y compartir el pan de la Eucaristía.

En la Misa nos reunimos para celebrar recordando y viviendo la Última Cena y el sacrificio de Jesús en la cruz. Nosotros debemos escuchar con atención lo que Dios nos quiere decir cada domingo en la Misa.

En ésta podemos participar en Jesucristo de la siguiente manera: podemos ofrecer a Dios nuestra vida, nuestras obras, pedir perdón por nuestros pecados y unimos a Jesús por medio de la Comunión.

En la Misa va a suceder un milagro: Dios se va a hacer presente y se va a quedar con nosotros.

El nombre de “Misa” se debe a que al terminar la celebración, el sacerdote nos dice que vayamos a cumplir con la “misión” de ser testigos de Cristo ante los hombres.

¿Cómo debemos vivir la Misa?
En la Misa debemos poner atención durante las lecturas y la homilía; devoción y adoración durante la consagración; y disposición a cumplir la voluntad de Dios durante el Ofertorio y la Comunión.

¿Qué posturas debemos tener en la Misa?
En la Misa tenemos tres posturas diferentes: sentados, de pie y de rodillas. Cuando estamos sentados estamos en actitud de escuchar con atención, como lo hacían los amigos de Jesús. Cuando estamos de pie estamos en actitud de estar listos y disponibles para la llamada de Dios. Cuando estamos de rodillas estamos en actitud de adoración a nuestro Dios y Salvador.

Cuando vivimos la Misa correctamente obtenemos varios frutos:

  • Entendemos la palabra de Dios,
  • Crecemos en nuestra fe para reconocer a Jesús,
  • Nos llenamos de alegría y paz interior;
  • Tenemos a Jesús presente en nuestra alma y las fuerzas necesarias para cumplir con nuestra misión.

Explicación detallada de la Misa

Entrada del sacerdote: Entra el sacerdote quién hace unos gestos que pasan desapercibidos; tales como, una genuflexión y un beso ante el altar. Estos gestos tienen un sentido muy importante y relevante. La Misa se celebra en un altar = alto, presidido por un crucifijo que es imprescindible, ya que ahí se va a llevar a cabo el sacrificio incruento de la Cruz, por lo tanto, es un recordatorio para el sacerdote y los fieles, de lo que ahí va a suceder. La inclinación del sacerdote es el primer acto de adoración y reverencia. El beso al altar significa el beso a la Iglesia.

Rito introductorio: La misa comienza con la señal de la cruz, símbolo del cristiano que indica nuestra fe en la Trinidad, la cual debe de ir acompañada internamente de la deliberada y consciente confesión de nuestra fe. Después, el sacerdote abre los brazos en señal de saludo, con uno saluda a Dios y con otro al pueblo. Las frases que pronuncia significan la unión entre el sacerdote y el pueblo: “El Señor .... Y con tu espíritu”.

Actos penitenciales: El sacerdote junta las manos en señal de humildad, se hace el primer silencio de la Misa, silencio de reflexión ante la invitación del sacerdote a arrepentirnos. Estos actos concluyen después de haber manifestado una actitud de humildad, un reconocimiento de nuestra condición de pecadores y de haber pedido misericordia con la absolución del sacerdote, pero, no para pecados graves. Sigue el Gloria, canto de alabanza todos los domingos excepto los de la Cuaresma y Adviento. Además de los días señalados como fiestas.

Oración colecta: Petición a Dios. Antes de rezarla se hace el segundo silencio, silencio de petición comunitaria. Oración principal de la Misa y dirigida al Padre, donde se pide un bien espiritual, se acomoda a los tiempos litúrgicos y finaliza con una invocación a la Santísima Trinidad. Con esto, termina el rito introductorio.

La primera parte esencial de la Misa:

La Liturgia de la Palabra: Se lleva a cabo en el ambón. Es una de las partes más importantes de la Misa. En la Misa diaria, hay una sola lectura. Los domingos y días de fiestas hay dos lecturas, siendo la primera, generalmente, del Antiguo Testamento, la segunda, es tomada generalmente, de Hechos, Cartas, Nuevo Testamento.

Entre la primera y la segunda, se recita el Salmo Responsorial, parte de canto y parte de meditación. La respuesta al Salmo es para favorecer la meditación. En esta parte, los fieles permanecen sentados con una actitud de atención, para que la Palabra los alimente y fortalezca. Dios habla, hay que escuchar con veneración.

Sigue el Aleluya, canto de alegría, preparación para el Evangelio; hay movimiento en el altar, el sacerdote va al ambón.

La Misa continúa con el Evangelio. Antes de su lectura, el sacerdote junta las manos y con gran recogimiento, dice: “Purifica Señor mi corazón y mis labios para que pueda anunciar dignamente tu Evangelio”. Éste debe ser leído por el ministro, en caso de que sea un diácono quien lo lea, debe pedirle su bendición al sacerdote. Un sacerdote no le pide la bendición a otro, sólo al Obispo. Si se escucha con atención y con las debidas disposiciones: humildad, atención y piedad, se depositará en el interior de cada fiel, una nueva semilla, sin importar cuántas veces se ha escuchado el mismo Evangelio, siempre habrá algo nuevo. Al finalizar el sacerdote dice: “Esta es Palabra de Dios” y besa el Evangelio diciendo: “Por lo leído se purifiquen nuestros pecados”.

La Homilía, momento muy importante para la vida práctica de los fieles; no se puede omitir en domingos y días festivos. En la lectura de la Sagrada Escritura, habla Dios; en la Homilía, habla la Iglesia, depositaria de la Revelación, con la asistencia del Espíritu Santo para que se interprete rectamente la Escritura. Hay que escuchar con una actitud activa lo que la Iglesia quiere decir por medio del sacerdote, no hay que juzgarlo. La Homilía es una catequesis, no debe hablarse de otros temas que no sean referentes a la fe y a la salvación. Si no hay homilía, debe haber un silencio meditativo después del Evangelio. El Obispo predica sentado con báculo y mitra.

El Credo, nuestra profesión de fe. Se profesan doce artículos, manifestando la fe en Dios, Sólo se reza en domingos y días festivos. En Navidad y en el día de la Encarnación, se arrodilla cuando se dice: “... Se encarnó de María, la Virgen”.

La Oración de los fieles: Todas estas oraciones son de petición. Los fieles ofrecen sus peticiones al Señor. Pueden ser hechas por los fieles. Su finalidad es pedir a Dios por las necesidades de la Iglesia:

  • Una debe ser por toda la Iglesia Universal.
  • Otra por la jerarquía, el Papa y los Obispos.
  • Por los gobernantes.
  • Por los pobres y necesitados.
  • Por la Iglesia particular o local.
  • Pueden haber más, pero no demasiadas. La introducción y la conclusión debe hacerla el sacerdote.

La preparación de las Ofrendas: Se llevan las ofrendas al altar, lo más conveniente es que los fieles las lleven. Estas son el vino y el pan. Se recoge la limosna, la cual es también una ofrenda. El sacerdote prepara el altar, extiende el corporal, si tiene copón lo destapa. El sacerdote recibe las ofrendas del pueblo. Con las ofrendas, la asamblea no sólo ofrece lo material, sino que simboliza la entrega del cristiano, su total disponibilidad a lo que Dios le tiene señalado. Se entregan los dones que Dios ha dado a cada quien, todo se pone a su disposición.

Ofrecimiento del pan y del vino: El pan y el vino se ofrecen por separado. El vino es preparado por el sacerdote que le añade unas gotas de agua diciendo: “Que así como el agua se mezcla con el vino, participemos de la divinidad de Aquél, que quizó compartir nuestra humanidad”. Existe un simbolismo entre el pan y el trabajo, además de que, en el pan hay muchos granos de trigo. Y como dice San Pablo: “Porque el pan es uno, somos muchos un sólo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan” (1 Cor 10, 17). El vino se obtiene de la vid, machacando y pisando, símbolo de dolor, de sufrimiento y se ofrece para convertirlo en la Sangre de Cristo por un deseo de expiación. Con el pan y el vino se ofrece el trabajo, el descanso, las alegrías, las contrariedades; pero sobre todo, el deseo de que Dios acepte a cada quien con sus miserias, y los transforme con su Gracia hasta asemejarlos a su Hijo.

El lavatorio de manos: Con este gesto el sacerdote, una vez más, expresa su deseo de purificación y limpieza interior. Esta acción indica que se debe estar puro de todo pecado, lava las manos para purificarlas. El sacerdote dice: “Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado”.

Oración sobre las ofrendas: El sacerdote abre los brazos y dice: ”Orad hermanos...”, recordando a los fieles que también ellos ofrecen junto con él, el sacrificio, que no deben ni pueden quedar al margen. Se lee la oración de las ofrendas que expresan a Dios, de modo oficial, los sentimientos y deseos de los fieles, de la Iglesia en relación a las ofrendas, suplicando que las reciba y después de santificarlas, conceda los bienes espirituales que emanan del sacrificio.

La segunda parte esencial de la Misa: Liturgia Eucarística:

Suele llamarse canon = regla. Comienza con el Prefacio, que es un canto. Hay diferentes prefacios, unos provienen de la Iglesia oriental, otros de la romana, esto es con el fin de unificar a la Iglesia. Es una exhortación a elevar los corazones dejando todo lo mundano porque en unos momentos Dios se va a hacer presente. Se agradece a Dios su preocupación por los fieles, dando gracias según la fiesta. No se da gracias por cosas materiales en este momento, sino porque fortaleció la debilidad humana y porque con la muerte no se pierde la vida. Luego, el sacerdote nos invita a alabar (Hosanna), junto con los ángeles y arcángeles, y a dar la bienvenida a Cristo que está por venir.

Sigue con la Anámnesis, para recordar la conmemoración del misterio pascual. Ofrecimiento de la Víctima Divina. Después viene la invocación del Espíritu Santo o Epíclesis, al poner el sacerdote las manos sobre el cáliz, es el momento para que los fieles se arrodillen. Narración de la institución de la Eucaristía: El canon puede variar, pero, las palabras no varían en la narración. Al terminar la narración, y antes de formular las palabras de la Consagración, el sacerdote se inclina sobre el altar con el fin de separar lo que era una narración y lo que ahí va a suceder.

El sacerdote eleva primero el pan diciendo las palabras de la Consagración, hace una genuflexión, eleva el vino diciendo las palabras correspondientes y vuelve a hacer una genuflexión. La Consagración es el punto central de la Misa, la parte más importante, porque se vuelve a celebrar el sacrificio incruento de la Cruz. Al terminar el sacerdote dice: “Este es el misterio de nuestra fe”, como invitación a los fieles a que se adhieran conscientemente al misterio de la Iglesia. En esta parte se pide por los vivos, por los santos, se conmemoran a los difuntos y el sacerdote hace su petición personal. El rito de la consagración termina con las palabras: “Por Él, con Él y en Él, al Padre en unidad con el Espíritu Santo, todo honor y toda Gloria por los siglos de los siglos”, es la glorificación de la Trinidad (doxología). Si se analiza éste es el objeto de la creación: la Gloria de Dios.

Rito de la Comunión o Plegaria Eucarística: La consumación del sacrificio, el banquete. Comienza con el Padre Nuestro. La oración por excelencia que nos enseñó Jesús. Sus siete peticiones toman un sentido especial cuando se recita, poder sentirse hijos de Dios, contiene todo lo que se da en el sacrificio de la Misa.

Oraciones por la paz: Se pide la paz en la oración que enlaza con el Padre Nuestro y la que enseguida se dirige a Cristo. No se pide una paz externa, sino interna. Una paz que exige valor, que es una lucha contra el pecado. Se puede resumir en el encuentro de la Salvación. Cuando se da la paz, se debe de tener una verdadera disposición a ello, ninguna palabra mencionada en la Misa es formulario.

La Fracción del pan: el sacerdote parte la hostia consagrada en tres. La más pequeña la junta con las demás. Se invoca al Cordero de Dios, que es el que quita el pecado, lo destruye y que por su sacrificio es el que da la posibilidad del desprendimiento de los pecados. El sacerdote dice una oración con sentimiento de humildad, pidiendo que lo libre de cualquier falta y que cumpla sus mandamientos.

La recepción del sacramento,la Comunión: Si no hubiera comunión, la Misa sería incompleta, no hay que olvidar que Cristo, en la Última Cena, nos exhorta a ello. El sacerdote comulga primero, luego la distribuye a los fieles, quienes deben de estar conscientes de lo que van a hacer.

Rito de purificación: Luego de haber distribuido la Comunión, se limpian o purifican los objetos sagrados, con el fin de que el cuerpo y la sangre de Cristo no sean mal utilizados o sin la reverencia que se merecen.

La acción de gracias: Es elemental detenerse un momento para dar gracias a Dios, que está dentro de los que lo han recibido, y agradecerle todo los beneficios recibidos. Debe de haber una postura de recogimiento.

La oración post comunión: Se recita y relaciona la liturgia con la Comunión. Luego, el sacerdote despide a los fieles y les da su bendición, indicándoles, que han de seguir viviendo la Misa. 

PAXTV.ORG