¿No es éste el hijo del carpintero?
- 31 Enero 2018
- 31 Enero 2018
- 31 Enero 2018
Evangelio según San Marcos 6,1-6.
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
San Juan Bosco
San Juan Bosco, presbítero y fundador
Memoria de san Juan Bosco, presbítero, el cual, después de una niñez dura, fue ordenado sacerdote, y en la ciudad de Turín se dedicó esforzadamente a la formación de los adolescentes. Fundó la Sociedad Salesiana y, con la ayuda de santa María Domènica Mazzarello, el Instituto de Hijas de María Auxiliadora, para enseñar oficios a la juventud e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo, en este día, en la misma ciudad de Turín, en Italia.
Calendario de fiestas marianas: Apariciones de Nuestra Señora a la Beata Angela de Foligny (1285).
San Juan Bosco, presbítero y fundador
Memoria de san Juan Bosco, presbítero, el cual, después de una niñez dura, fue ordenado sacerdote, y en la ciudad de Turín se dedicó esforzadamente a la formación de los adolescentes. Fundó la Sociedad Salesiana y, con la ayuda de santa María Domènica Mazzarello, el Instituto de Hijas de María Auxiliadora, para enseñar oficios a la juventud e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo, en este día, en la misma ciudad de Turín, en Italia.
En su vida, lo sobrenatural se hizo casi natural y lo extraordinario, ordinario. Tales fueron las palabras que el Papa Pío XI dijo sobre Don Bosco.
Juan Melchor había nacido en 1815, y era el menor de los hijos de un campesino piamontés. Su padre murió cuando Juan sólo tenía dos años. Su madre, santa y laboriosa mujer, que debió luchar mucho para sacar adelante u sus hijos, se hizo cargo de su educación. A los nueve años de edad, un sueño que el rapazuelo no olvidó nunca, le reveló su vocación. Más adelante, en todos los períodos críticos de su vida, una visión del cielo le indicó siempre el camino que debía seguir. En aquel primer sueño, se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí y blasfemaban; Juan Bosco trató de hacer la paz, primero con exhortaciones y después con los puños. Súbitamente apareció una misteriosa mujer que le dijo: «¡No, no; tienes que ganártelos por el amor! Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas». Cuando la señora pronunció estas palabras los niños se convirtieron, primero en bestias feroces y luego en ovejas. El sueño terminó, pero desde aquel momento Juan Bosco comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres, y empezó inmediatamente a enseñar el catecismo y a llevar a la iglesia a los chicos de su pueblo. Para ganárselos, acostumbraba ejecutar ante ellos toda clase de acrobacias, en las que llegó a ser muy ducho. Un domingo por la mañana, un acróbata ambulante dio una función pública y los niños no acudieron a la iglesia; Juan Bosco desafió al acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente con los chicos a la misa.
Durante las semanas que vivió con una tía que prestaba servicios en casa de un sacerdote, Juan Bosco aprendió a leer. Tenía un gran deseo de ser sacerdote, pero hubo de vencer numerosas dificultades antes de poder empezar sus estudios. A los dieciséis años, ingresó finalmente en el seminario de Chieri y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables. El alcalde del pueblo le regaló el sombrero, el párroco la chaqueta, uno de los parroquianos el abrigo y otro, un par de zapatos. Después de haber recibido el diaconado, Juan Bosco pasó al seminario mayor de Turín y allí empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir los domingos a un grupo de chiquillos y mozuelos abandonados de la ciudad.
San José Cafasso, cura de la parroquia anexa al seminario mayor de Turín, confirmó a Juan Bosco en su vocación, explicándole que Dios no quería que fuese a las misiones extranjeras: «Desempaca tus bártulos -le dijo-, y prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti». El mismo Don Cafasso le puso en contacto con los ricos que podían ayudarle con limosnas para su obra, y le mostró las prisiones y los barrios bajos en los que encontraría suficientes clientes para aprovechar los donativos de los ricos. El primer puesto que ocupó Don Bosco fue el de capellán auxiliar en una casa de refugio para muchachas, que había fundado la marquesa di Barola, la rica y caritativa mujer que socorrió a Silvio Pellico cuando éste salió de la prisión. Los domingos, Don Bosco no tenía trabajo de modo que podía ocuparse de sus chicos, a los que consagraba el día entero en una especie de escuela y centro de recreo, que él llamó «Oratorio Festivo». Pero muy pronto, la marquesa le negó el permiso de reunir a los niños en sus terrenos, porque hacían ruido y destruían las flores. Durante un año, Don Bosco y sus chiquillos anduvieron «de Herodes a Pilatos», porque nadie quería aceptar ese pequeño ejército de más de un centenar de revoltosos muchachos. Cuando Don Bosco consiguió, por fin, alquilar un viejo granero, y todo empezaba a arreglarse, la marquesa, que a pesar de su generosidad tenía algo de autócrata, le exigió que escogiera entre quedarse con su tropa o con su puesto en el refugio para muchachas. El santo escogió a sus chicos.
En esos momentos críticos, le sobrevino una pulmonía, cuyas complicaciones estuvieron a punto de costarle la vida. En cuanto se repuso, fue a vivir en unos cuartuchos miserables de su nuevo oratorio, en compañía de su madre, y allí se entregó, con toda el alma, a consolidar y extender su obra. Dio forma acabada a una escuela nocturna, que había inaugurado el año precedente, y como el oratorio estaba lleno a reventar, abrió otros dos centros en otros tantos barrios de Turín. Por la misma época, empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al poco tiempo, había ya treinta o cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que vivían con Don Bosco y su madre en el barrio de Valdocco. Los chicos llamaban a la madre de Don Bosco «Mamá Margarita». Pero Don Bosco cayó pronto en la cuenta que todo el bien que hacía a sus chicos se perdía con las malas influencias del exterior, y decidió construir sus propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros: el de los zapateros y el de los sastres, fueron inaugurados en 1853.
El siguiente paso fue construir una iglesia, consagrada a San Francisco de Sales. Después vino la construcción de una casa para la enorme familia. El dinero no faltaba, a veces, por verdadero milagro. Don Bosco distinguía dos grupos entre sus chicos: el de los aprendices, y el de los que daban señales de una posible vocación sacerdotal. Al principio iban a las escuelas del pueblo; pero con el tiempo, cuando los fondos fueron suficientes, Don Bosco instituyó los cursos técnicos y los de primeras letras en el oratorio. En 1856, había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro clases de latín y diez sacerdotes. Los externos eran 500. Con su extraordinario don de simpatía y de leer en los corazones, Don Bosco ejercía una influencia ilimitada sobre sus chicos, de suerte que podía gobernarles con aparente indulgencia y sin castigos, para gran escándalo de los educadores de su tiempo. Además de este trabajo, Don Bosco se veía asediado de peticiones para que predicara, la fama de su elocuencia se había extendido enormemente a causa de los milagros y curaciones obradas por la intercesión del santo. Otra forma de actividad, que ejerció durante muchos años, fue la de escribir libros para el gusto popular, pues estaba convencido de la influencia de la lectura. Unas veces se trataba de una obra de apologética, otras de un libro de historia, de educación o bien de una serie de lecturas católicas. Este trabajo le robaba gran parte de la noche y al fin, tuvo que abandonarlo, porque sus ojos empezaron a debilitarse.
El mayor problema de Don Bosco, durante largo tiempo, fue el de encontrar colaboradores. Muchos jóvenes sacerdotes entusiastas, ofrecían sus servicios, pero acababan por cansarse, ya fuese porque no lograban dominar los métodos impuestos por Don Bosco, o porque carecían de su paciencia para sobrellevar las travesuras de aquel tropel de chicos mal educados y frecuentemente viciosos, o porque perdían la cabeza al ver que el santo se lanzaba a la construcción de escuelas y talleres, sin contar con un céntimo. Aun hubo algunos que llevaron a mal que Don Bosco no convirtiera el oratorio en un club político para propagar la causa de «La Joven Italia». En 1850, no quedaba a Don Bosco más que un colaborador y esto lo decidió a preparar, por sí mismo, a sus futuros colaboradores. Así fue como santo Domingo Savio ingresó en el oratorio, en 1854.
Por otra parte, Don Bosco había acariciado siempre la idea, más o menos vaga, de fundar una congregación religiosa. Después de algunos descalabros, consiguió por fin formar un pequeño núcleo. «En la noche del 26 de enero de 1854 -escribe uno de los testigos- nos reunimos en el cuarto de Don Bosco. Se hallaban allí además, Cagliero, Rocchetti, Artiglia y Rúa. Llegamos a la conclusión de que, con la ayuda de Dios, íbamos a entrar en un período de trabajos prácticos de caridad para ayudar a nuestros prójimos. Al fin de ese período, estaríamos en libertad de ligarnos con una promesa, que más tarde podría transformarse en voto. Desde aquella noche recibieron el nombre de Salesianos todos los que se consagraron a tal forma de apostolado. Naturalmente, el nombre provenía del gran obispo de Ginebra. El momento no parecía muy oportuno para fundar una nueva congregación, pues el Piamonte no había sido nunca más anticlerical que entonces. Los jesuitas y las Damas del Sagrado Corazón habían sido expulsados; muchos conventos habían sido suprimidos y, cada día, se publicaban nuevas leyes que coartaban los derechos de las órdenes religiosas. Sin embargo, fue el ministro Rattazzi, uno de los que más parte había tenido en la legislación, quien urgió un día a Don Bosco a fundar una congregación para perpetuar su trabajo y le prometió su apoyo ante el rey.
En diciembre de 1859, Don Bosco y sus veintidós compañeros decidieron finalmente organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por Pío IX. Pero la aprobación definitiva no llegó sino hasta quince años después, junto con el permiso de ordenación para los candidatos del momento. La nueva congregación creció rápidamente: en 1863 había treinta y nueve salesianos; y a la muerte del fundador, eran ya 768. Don Bosco realizó uno de sus sueños al enviar sus primeros misioneros a la Patagonia. Poco a poco, los Salesianos se extendieron por toda la América del Sur. Cuando san Juan Bosco murió, la congregación tenía veintiséis casas en el Nuevo Mundo y treinta y ocho en Europa. Las instituciones salesianas en la actualidad comprenden escuelas de primera y segunda enseñanza, seminarios, escuelas para adultos, escuelas técnicas y de agricultura, talleres de imprenta y librería, hospitales, etc. sin omitir las misiones extranjeras y el trabajo pastoral.
El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación femenina, encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por los niños. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma de hábito de veintisiete jóvenes a las que el santo llamó Hijas de Nuestra Señora, Auxilio de los Cristianos. La nueva comunidad se desarrolló casi tan rápidamente como la anterior y emprendió, además de otras actividades, la creación de escuelas de primera enseñanza en Italia, Brasil, Argentina y otros países. Para completar su obra, Don Bosco organizó a sus numerosos colaboradores del exterior en una especie de tercera orden, a la que dio el título de Colaboradores Salesianos. Se trataba de hombres y mujeres de todas las clases sociales, que se obligaban a ayudar en alguna forma a los educadores salesianos.
El sueño o visión que tuvo Don Bosco en su juventud marcó toda su actividad posterior con los niños. Todo el mundo sabe que para trabajar con los niños, hay que amarlos; pero lo importante es que ese amor se manifieste en forma comprensible para ellos. Ahora bien, en el caso de Don Bosco, el amor era evidente, y fue ese amor el que le ayudó a formar sus ideas sobre el castigo, en una época en que nadie ponía en tela de juicio las más burdas supersticiones acerca de ese punto. Los métodos de Don Bosco consistían en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad. En 1877 escribía: «No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho. Por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aun mis menores deseos». Pero a esta cualidad se unía la perfecta conciencia del daño que puede hacer a los niños un amor demasiado indulgente, y así lo repetía constantemente Don Bosco a los padres.
Una de las imágenes más agradables que suscita el nombre de Don Bosco es la de sus excursiones domingueras al bosque, con una parvada de rapazuelos. El santo celebraba la misa en alguna iglesita de pueblo, comía y jugaba con los chicos en el campo, les daba una clase de catecismo, y todo terminaba al atardecer, con el canto de las vísperas, pues Don Bosco creía firmemente en los benéficos efectos de la buena música.
El relato de la vida de Don Bosco quedaría trunco, si no hiciéramos mención de su obra de constructor de iglesias. La primera que erigió era pequeña y resultó pronto insuficiente para la congregación. El santo emprendió entonces la construcción de otra mucho más grande, que quedó terminada en 1868. A ésta siguió una gran basílica en uno de los barrios pobres de Turín, consagrada a San Juan Evangelista. El esfuerzo para reunir los fondos necesarios había sido inmenso; al terminar la basílica, el santo no tenía un céntimo y estaba muy fatigado, pero su trabajo no había acabado todavía. Durante los últimos años del pontificado de Pío IX, se había creado el proyecto de construir una iglesia del Sagrado Corazón en Roma, y el Papa había dado el dinero necesario para comprar el terreno. El sucesor de Pío IX se interesaba en la obra tanto como su predecesor, pero parecía imposible reunir los fondos para la construcción. «Es una pena que no podamos avanzar -dijo el papa al terminar un consistorio-; la gloria de Dios, el honor de la Santa Sede y el bien espiritual de muchos fieles están comprometidos en la empresa. Y no veo cómo podríamos llevarla adelante».
-Yo puedo sugerir una manera de hacerlo -dijo el cardenal Alimonda.
-¿Cuál? -preguntó el papa.
-Confiar el asunto a Don Bosco.
-¿Y Don Bosco estaría dispuesto a aceptar?
-Yo le conozco bien -replicó el cardenal-; la simple manifestación del deseo de Vuestra Santidad será una orden para él.
La tarea fue propuesta a Don Bosco, quien la aceptó al punto. Cuando ya no pudo obtener más fondos en Italia, se trasladó a Francia, el país en que había nacido la devoción al Sagrado Corazón. Las gentes le aclamaban en todas partes por su santidad y sus milagros y el dinero le llovía. El porvenir de la construcción de la nueva iglesia estaba ya asegurado; pero cuando se aproximaba la fecha de la consagración, Don Bosco repetía que, si se retardaba demasiado, no estaría en vida para asistir a ella. La consagración de la iglesia tuvo lugar el 14 de mayo de 1887, y san Juan Bosco celebró allí la misa poco después. Pero sus días tocaban a su fin. Dos años antes, los médicos habían declarado que el santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de enero de 1888, cuando apenas comenzaba el día, de suerte que algunos autores escriben, sin razón, que Don Bosco murió al día siguiente de la fiesta de San Francisco de Sales (que en aquel momento se celebraba el 29 de enero). Cuarenta mil personas desfilaron ante su cadáver en la iglesia, y sus funerales fueron una especie de marcha triunfal, porque toda la ciudad de Turín salió a la calle a honrar a Don Bosco por última vez. Su canonización tuvo lugar en 1934’’
’’Oremos
Señor Dios nuestro, que has dado a la Iglesia, en el prebístero San Juan Bosco, un padre y un maestro de la juventud, concédenos que, movidos por un amor semejante al suyo, nos entreguemos tu servicio, trabajando para la salvación de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Experiencia transformante
Santo Evangelio según San Marcos 6,1-6. Miércoles IV de Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, enséñame a estar atento a la tu voz y a entender aquello que me pidas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es una realidad el hecho de que Dios no es ajeno a nuestras vidas, menos aún si hay momentos en los cuales no sentimos su voz o creemos que no está a nuestro lado. Él, más que nunca, está ahí presente, acompañándonos y sosteniéndonos para seguir adelante.
¿Qué tal está nuestra fe? ¿Realmente creemos o dudamos?
Es otra realidad el hecho de que Dios es el único que puede cambiar nuestras vidas. Sí podemos decir que las personas nos cambian, que las situaciones nos vuelven personas diferentes, que los lugares o ambientes influyen en nuestras vidas, y tenemos razón, pero, ¿quién está detrás de todo ello? Adivinen. Es Dios quien está ahí, en primera fila, más presente que nunca, y es Él quien se vale de todo ello para enseñarnos y para hacernos cambiar. No un cambio solamente exterior, sino un cambio interior, un cambio que incluye nuestra mente y nuestro corazón.
Mientras Jesús crecía, ése al cual llamaban hijo de un carpintero, hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón, a ése, poco a poco la relación íntima que tenía especialmente en la oración con Dios su Padre, le iba cambiando e iba inflamando su corazón de amor por los hombres, tanto así, que amó hasta dar su vida para que cada uno de nosotros comprendiéramos cuánto nos ama y nos ha amado desde toda la eternidad.
Pidamos a la Santísima Virgen que nos enseñe a reconocer a su hijo Jesucristo, no en los grandes milagros, no en las cosas extraordinarias y deslumbrantes, sino en cada detalle, en cada muestra de amor que nos da día con día.
Su mirada transforma nuestras miradas, su corazón transforma nuestro corazón. Dios es Padre que busca la salvación de todos sus hijos"
(Homilía del Papa Francisco, 21 de septiembre de 2015)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré un momento de silencio y de recogimiento para escuchar la Palabra de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Nadie es profeta en su tierra
Señor, ¿a quien iremos sino a ti? Tú solo tienes palabras de vida eterna....
Jesús nos ha advertido muchas veces que debemos ser personas de fe, y que la fe es la llave que abre todos los tesoros de su Corazón.
En el Evangelio nos va a decir lo mismo, pero de una manera del todo inesperada. Diríamos que lo va a hacer presentándonos un cuadro a contra luz.
Quiere llevar el mensaje de la salvación a un puesto muy querido --¡y tan querido, como es su pueblo de Nazaret!--, pero la incredulidad de sus paisanos va a cerrar todas las puertas a la generosidad de ese su Corazón, tan delicado y sensible.
Jesús llegó a Nazaret acompañado de sus discípulos. El carpintero de antes, el trabajador de los campos, el muchacho bueno y amigo de todos, viene ahora como una persona importante, pues su enseñanza, sus milagros, su fama por toda Palestina hacen de Él un personaje fuera de serie. Jesús, sin embargo, sigue tan humilde y sencillo como antes.
Al llegar el sábado se presenta en la sinagoga como lo había hecho siempre. Aunque ahora lo hace no para escuchar, sino para tomar la palabra y enseñar. Y lo hace tan bien, con tanta gracia y sabiduría, que todos se quedan pasmados.
Vienen entonces los comentarios obligados.
Para unos, este Jesús es algo extraordinario:
- ¿De dónde tanto conocimiento? ¡Pero, cómo domina la Escritura! Y esos milagros que dicen ha hecho en Cafarnaúm y en otras partes... Dios está seguramente con Él.
Otros, sin embargo, se escandalizan y siembran la cizaña entre el auditorio:
- Pero, ¿no es éste el carpintero, el hijo de María? ¿Y no están entre nosotros todos sus parientes? ¿Cómo le vamos a hacer caso?
Jesús se ve aquí como un signo de contradicción. Unos que sí, otros que no... Y con cara triste les asegura a sus paisanos:
- Un profeta no es despreciado sino en su patria, entre sus parientes y en su propia casa.
Así y todo, aún se dignó imponer la mano sobre algunos enfermos y curarlos, porque el corazón le traicionaba siempre. Pero también manifestó sus sentimientos íntimos:
- Me maravilla vuestra incredulidad. Quisiera haberos ayudado más, pero no puedo ante vuestra falta de fe...
Y no tuvo Jesús más remedio que asumir semejante fracaso y marcharse a predicar por los otros pueblos y aldeas.
Al leer este pasaje del Evangelio nos topamos con el problema de la incredulidad y del rechazo de Dios, que es un pecado tan frecuentemente denunciado en la Biblia.
Israel sintió siempre la tentación de volverse a los dioses de los paganos, dejando al Dios que los había sacado de Egipto. Rompían la alianza y se prostituían ante cualquier altar levantado en las colinas a los ídolos de los extranjeros. No escarmentaban con los castigos de Dios, castigos siempre amorosos para apartarlos de esos cultos idolátricos.
Ahora va a ser peor. Ahora rechazan a Dios que se les presenta en Jesucristo. A pesar de los milagros que hace, a pesar de su enseñanza tan bella, a pesar de todo, no creen en Jesús, se escandalizan de Él, y se lo echan bien lejos...
Todo esto, por sus apariencias humildes. Venían de decirse:
Que venga un Cristo fulgurante, y le haremos caso.
Que detenga el sol como Josué, y creeremos en Él.
Que eche bien lejos a los romanos, y lo aceptaremos.
Que someta las naciones de los gentiles a Israel, y entonces sabremos que es el Mesías, el que queremos y esperamos...
Esto pensaban y esto querían los dirigentes del pueblo.
Pero como Jesús no hacía nada de esto, y aseguraba que el Reino de Dios tan esperado era una cosa tan diferente, se vio rechazado como Mesías. Hasta que pudo decir Él mismo sobre la Jerusalén incrédula:
- ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajos las alas, y tú no has querido!...
Esta podría ser nuestra situación, como pueblos y como personas. Pero Dios no quiera que nos suceda algo semejante. Podremos tener nuestras debilidades, colectivas como personales, pero eso de rechazar a Jesucristo, ¡no!...
La fe en Jesucristo y en su Iglesia no la perderemos. A veces se nos presentarán con apariencias humildes y exigentes, cuando nos hablen de puntos de la Ley de Dios que el mundo rechaza. Nosotros, con la gracia de Dios, queremos permanecer fieles y seremos dóciles al Magisterio de nuestros Pastores, que vienen y nos enseñan como enviados del mismo Dios.
¡Señor Jesucristo! Aunque hoy te ves rechazado por muchos, nosotros te acogemos como el Enviado de Dios y como el Salvador. Nuestra respuesta será siempre la de Pedro: -Señor, ¿a quien iremos sino a ti? Tú solo tienes palabras de vida eterna.
Ser pastores cercanos
El Papa Francisco pide sacerdotes que sean pastores cercanos y no “patrones de finca”
El Papa Francisco pidió a los sacerdotes, durante la Misa celebrada en Casa Santa Marta este martes 30 de enero, que sean pastores cercanos en medio del pueblo de Dios, y que no sean como el “patrón de la finca” que “bastonea a las ovejas”.
El Santo Padre comentó, en su homilía, el episodio evangélico de la resurrección de la hija de Jairo y la curación de una mujer que sufría flujo de sangre. El Pontífice destacó “la gran multitud que seguía a Jesús” a lo largo del camino.
En este sentido, destacó que a Jesús le gustaba sentirse en medio del pueblo, eliminar toda distancia entre él y aquellos que le seguían con esperanza.
Francisco ironizó: “Jesús no abre una oficina de asesoría espiritual con un cartel que diga: ‘El profeta recibe lunes, miércoles, viernes de 3 a 5. La entrada cuesta esto o, si prefiere, podemos hacer una oferta’.
No, Jesús no hace eso. Tampoco abre un estudio médico con un cartel que ponga: ‘Los enfermos deben venir tal día, tal día y tal día y se curarán’. No. Jesús se pone en medio del pueblo”.
“Esa es la figura de pastor que Jesús nos propone: un sacerdote santo que acompaña a su pueblo”, explicó el Santo Padre.
Es así cómo la mujer enferma consigue acercarse a Jesús y curarse después de tocar su manto. “
“Al pastor que no se hace cercano, le falta algo. Puede que sea un ‘patrón de la finca’, pero no un pastor. Un pastor al que le falta la ternura es un pastor rígido que bastonea a sus ovejas. Cercanía y ternura: lo vemos aquí. Así era Jesús”.
El Pastor que sigue a Jesús “termina su día agotado de hacer el bien”, afirmó el Papa. De esa manera, el pueblo sentirá la presencia de Dios vivo.
El Papa Francisco finalizó la homilía proponiendo rezar por los pastores, “para que el Señor les de esta gracia de caminar con el pueblo, de estar presentes en medio del pueblo con ternura y cercanía. Y cuando el pueblo encuentra al pastor, siente esa cosa especial que sólo se siente en presencia de Dios, que es como termina el pasaje del Evangelio de hoy: ‘Quedaron fuera de sí, llenos de estupor’. El estupor de sentir la cercanía y la ternura de Dios en el pastor”.
ESTE 31 DE ENERO SE CELEBRA LA FESTIVIDAD DEL FUNDADOR DE LOS SALESIANOS
Don Bosco, patrono (también) de los magos, los soldados y los actores
Editores, aprendices, estudiantes, gentes del circo, dobladores... jóvenes, bajo su patronazgo
Celebrando la santidad de Don Bosco
Tú que también fuiste Mago y por tu noble labor te convertiste en Santo, haz que la labor que hago por lo menos logre mitigar un llanto
(Javier Valiente, en Salesianos).- ¿En qué se parecen un mago, un soldado y un actor? Pues ellos, en el ejercicio de su profesión, tienen algo en común. Si quieren encomendarse a alguien en los Cielos, recurren a san Juan Bosco. El santo fundador de la Congregación Salesiana es el patrono de estos profesionales. Junto a ellos, editores, aprendices, cineastas, estudiantes de formación profesional, gentes del circo, actores de doblajeaparecen en las listas de profesiones que invocan a Don Bosco como patrono protector.
Hacer un buen truco o un juego de manos tiene mucho de habilidad, aunque no vendrá mal la ayuda de lo Alto. En este caso, nada mejor que acudir a san Juan Bosco, que hizo de ilusionista y malabarista para divertir y educar a los jóvenes. En 1953, en España, Don Bosco fue proclamado patrono de los magos e ilusionistas. "Tú que también fuiste Mago y por tu noble labor te convertiste en Santo, haz que la labor que hago por lo menos logre mitigar un llanto", es una parte de la oración que recitan los predecesores de Harry Potter (www.redmaso.com.ar/bosco.htm).
También los soldados del Cuerpo de Especialistas del Ejército de Tierratienen asignado como patrón a Don Bosco, según explica el Arzobispado Castrense, por concesión de la Congregación para el Culto Divino.
Don Bosco, además, es patrón de los Editores Católicos desde 1946; en el 1958 fue declarado patrono de los aprendices de Italia. En España, además, es el santo protector de los estudiantes de Formación Profesional y su fiesta, hasta hace poco, se celebraba en todos los centros educativos que impartían este tipo de formación. En algunas listas de patronos celestiales de oficios muy terrenales, Don Bosco aparece como el santo al que recurren los actores de doblaje, los capellanes de cárceles, y las personas que trabajan en el circo.
Si un director de cine, ya se sabe, quiere hacer una buena toma, también puede encomendarse a Don Bosco pues, tradicionalmente, se le considera el patrono del séptimo arte. De hecho, en España, los premios Goya de la Academia del Cine se entregan alrededor de la fiesta del Santo turinés, siguiendo la tradición del antiguo Sindicato de Actores que consideraba a san Juan Bosco su patrono. Recordaban así el impulso a la música y al teatro que había dado Juan Bosco como medios de educación. Dentro de la historia del teatro en Italia, por ejemplo, se cita a Don Bosco y su teatro educativo. Durante muchos años, las obras de la Galería Dramática Salesiana, se representaban en numerosos centros escolares.
Pero, seguramente, el título del que el propio Don Bosco puede estar más contento de llevar, es el que el 24 de enero de 1989 le confirió san Juan Pablo II al proclamarlo "Padre y Maestro de la Juventud", en la clausura de las celebraciones por el centenario de su muerte. Un título que define a san Juan Bosco y que se ha convertido en programa de vida de muchos educadores que trabajan con el carisma del Santo de los jóvenes.
PIDE LECTORES QUE "SEPAN LEER" Y QUE ENSAYEN ANTES DE PROCLAMAR LA PALABRA
El Papa advierte de que está prohibido sustituir las lecturas de la misa por la del periódico
"A veces, mientras se escucha la Palabra, se hacen comentarios entre la gente: 'mira lo que lleva aquella'"
José Manuel Vidal, 31 de enero de 2018 a las 10:41
Francisco, con dulleta, en la audiencia
La Palabra la escuchamos con el oído, del oído pasa al corazón y del corazón a las manos
(José M. Vidal).- El Papa Francisco aprovechó la audiencia pública de los miércoles, para continuar su catequesis sobre la Santa Misa, concretamente sobre la liturgia de la Palabra. Advierte el Papa que las lecturas no se pueden omitir ni cambiar por otras, como el periódico; pide lectores que sepan leer y que la gente escuche atentamente, sin hacer comentarios sobre los demás.
Audiencia papal en la Plaza de San Pedro. Como siempre, con el paseíllo previo de Francisco entre la gente, que lo aclama. El responde con bendiciones y hace subir a su papamóvil a varios niños, que lo acomoañan en el recorrido.
Lectura de la Carta a los Hebreos: "En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios a nuestros padres por los profetas...Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo".
Algunas frases de la catequesis del Papa
"Continuamos hoy las catequesis sobre la Santa Misa"
"Consideremos, ahora, la liturgia de la Palabra, parte constitutiva, porque nos reunimos paa escuchar lo que Dios hizo y sigue haciendo por nosotros"
"Una experiencia que sucede en directo...Dios mismo habla a su pueblo y Cristo, presente en la palabra..."
"A veces, mientras se escucha la palabra de Dios se hacen comentarios entre la gente: 'mira lo que lleva aquella'".
"¿Se deben hacer comentarios, meintras se escucha la Palabra de Dios? No. Tenemos que escuchar y abrir el corazón, proque es Dios mismo el que nos habla. ¿Entendido?"
"Es Dios mismo el que nos habla y nos interpela"
"Para escuchar la Palabra de Dios hay que tener el corazón abierto"
"Dios habla, nosotros ecuchamos, para poner en práctica, después, lo que escuchamos"
"A veces hay lecturas difícilles, pero Dios nos habla igual. Escuchemos siempre la Palabra de Dios"
"Necesitamos escucharlo. Es una cuestión de vida"
"La mesa de la liturgia es abundante"
"Pensemos en las riquezas de las lecturas bíblicas ofrecidas en los ciclos litúrgicos"
"Importancia del salmo responsorial"
"Omisiones de lectura o su sustitución con textos no bíblicos están prohibidos..."
"No se puede leer el periódico...el periódico lo podemos leer después...no sustituir la Palabra con otras cosas"
"Buscar buenos lectores, que sepan leer, no los que lean sin que nadie les entienda...Hay que prepararse y ensayar antes de la misa, para ler bien"
"Tu Palabra, luz en mi camino"
"Alimentados e iluminados por la Palabra de Dios, que resuena en la liturgia"
"Corazones que se dejen trabajar"
"Poner en práctica la Palabra y no sólo oyentes de la Palabra"
"La Palabra la escuchamos con el oído, del oído pasa al corazón y del corazón a las manos".
Saludo en español
Saluda especialmente a los seminaristas de Ciudad Real y a los directores de medios de comunicación de las diócesis españolas presents en Roma.
Texto integro del saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
Después de haber dedicado varias catequesis a los ritos introductorios de la Santa Misa, consideramos ahora la liturgia de la Palabra, que es una parte constitutiva de la celebración eucarística, en la que nos reunimos para escuchar lo que Dios ha hecho y quiere hacer por nosotros.
En la liturgia de la Palabra las páginas de la Biblia dejan de ser un texto escrito para ser palabra viva de Dios. Él mismo nos habla y nosotros lo escuchamos poniendo en práctica lo que nos dice. Tenemos necesidad de escuchar la Palabra de Dios, pues «no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». De hecho, hablamos de liturgia de la Palabra como de una «mesa» que el Señor dispone para alimentar nuestra vida espiritual, tanto con las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento, como también del salmo responsorial.
La proclamación litúrgica de las lecturas, con las antífonas y cantos tomados de la Sagrada Escritura, manifiestan y favorecen la comunión eclesial, y acompañan nuestro camino de fe. Hay que valorar la liturgia de la Palabra, formando lectores y creando un clima de silencio que favorezca la experiencia del diálogo entre Dios y la comunidad creyente.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica; de modo particular a los seminaristas del Seminario Menor de Ciudad Real, y a los participantes en la Asamblea anual de Delegados diocesanos de Medios de Comunicación de España. Los invito a acoger cada día el alimento y la luz de la Palabra de Dios que resuena en la liturgia, siendo capaces de ponerla en práctica con obras concretas.
Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludo en italiano
"Hoy recordamos a San Juan Bosco, padre y maestro de la juventud"