¿Eres tú más grande que nuestro padre Abrahán?
- 22 Marzo 2018
- 22 Marzo 2018
- 22 Marzo 2018
Evangelio según San Juan 8,51-59.
Jesús dijo a los judíos:
"Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás".
Los judíos le dijeron: "Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: 'El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás'.
¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?".
Jesús respondió: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada.
Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman 'nuestro Dios', y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: 'No lo conozco', sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra.
Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría".
Los judíos le dijeron: "Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?".
Jesús respondió: "Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy".
Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo.
Santa Catalina de Génova
Catalina nació en Génova en la primavera de 1447, de la noble familia Fieschi. Muy joven fue desposada con julio Adorno (13-1-1463); matrimonio no por amor, sino provocado por el oportunismo político al que fue sometida.
Los primeros años fueron tristes y desolados, por el carácter difícil del esposo.
Catalina logró superar la crisis, después de la visión de Cristo derramando sangre (22-3-1473). Desde entonces se dedicó mas aun al ejercicio de la caridad.
Las oraciones, los sacrificios y el ejemplo de Santa Catalina dieron provocaron la conversión de su esposo.
A los treinta años (1478) se retiró con el marido a vivir en el hospital civil de Parnmatone poniéndose a tiempo completo al servicio de los enfermos de los cuales vino a ser una humilde enfermera y sucesivamente, administradora y rectora (1489).
Fue dotada por Dios de excepcionales gracias y es contada entre las mas grandes místicas.
De su experiencia personal de purificación nació su brillante "Tratado del Purgatorio". Determinante fue su influjo en la vida eclesial de su tiempo, con el Movimiento del Divino Amor - por ella inspirado, sobre la espiritualidad moderna a través de la Escuela Francesa de los siglos XVI - XVII que sintió mucha admiración por ella. Murió consumida por el fuego devorante del amor al alba del 15 de Septiembre de 1510. Fue canonizada en 1737 por el Papa Clemente XII. Pío XII, en 1943, la proclamó "Patrona de los Hospitales Italianos".
Oremos
Oh gloriosa Santa Catalina, digna hija del pobrecillo de Asís, que te emulaste en la piedad por la Pasión de Jesús y en el ardor de la caridad, tanto que llegaste a hacer de tu vida un continuo acto de amor por Dios y por el prójimo, vuelve a nosotros tu mirada.
Haz que en nuestros corazones se encienda por lo menos una chispa de tu ardiente amor, que arrancándonos de los lazos del pecado, nos una siempre más al Señor.
Sé todavía hoy la suave consoladora de los enfermos, obteniéndoles con la salud del cuerpo, la paz y la alegría del alma.
Extiende también tu oración sobre las almas del Purgatorio, a fin de que, cuanto antes puedan gozar la plena posesión de Dios.
Libéranos de las desgracias, aleja de nosotros todo peligro y obténnos la gracia de merecer, practicando la virtud, la gloria del Paraíso. Amen.
Calendario de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Citeaux, Francia (1098), construida por San Roberto
San Cirilo de Jerusalén (313-350), obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia Catequesis bautismales, nº 5
“¿Eres tú más grande que nuestro padre Abrahán?”
Habría mucho que decir sobre la fe. Nos bastará echar una mirada sobre uno de los modelos que el Antiguo Testamento nos da, Abrahán, puesto que somos sus hijos por la fe. Éste no fue justificado por las obras, sino por la fe. Había hecho muchas acciones buenas, pero no se le consideró amigo de Dios sino después de haber dado pruebas de su fe; todas sus obras han alcanzado, de su fe, la perfección. Es por la fe que dejó a sus padres y familiares; es por la fe que dejó su patria, su país, su casa. ¡También tú puedes llegar a ser justo si obras de la misma manera por la que él ha sido justificado! Más tarde su cuerpo fue incapaz de ser padre porque se había hecho demasiado viejo. Sara, a quien él se había unido, era también vieja; no tenían, pues, ninguna esperanza de descendencia. Ahora bien, Dios anunció a este viejo que llegaría a ser padre, y la fe de Abrahán no se alteró. Considerando que su cuerpo se encontraba ya cercano a la muerte, no cuenta, sin embargo, con su impotencia física, sino con el poder de aquél que le había hecho la promesa, porque le juzgó digno de fe. Es así como de dos cuerpos ya marcados, hasta cierto punto, por la muerte, un hijo nació de manera maravillosa…
Es el ejemplo de la fe de Abrahán la que nos hace a todos hijos de Abrahán. ¿De qué manera? Los hombres consideran increíble la resurrección de muertos, de la misma manera que es increíble que dos ancianos, marcados por la muerte, engendren una descendencia. Mas, cuando se nos anuncia la buena noticia de Cristo, crucificado en el leño, muerto y resucitado, lo creemos. Es pues por la semejanza de esta fe que pasamos a ser hijos de Abrahán. Y entonces, con la fe, recibimos, tal como él, el sello espiritual, circuncidado en el bautismo por el Santo Espíritu.
Santo Evangelio según San Juan 8, 51-59. Jueves V de Cuaresma.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Transforma mi vida, Señor, para que cada día pueda vivir más unido a Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Para quienes nos acercamos a la Palabra de Dios, en ocasiones puede ser un bálsamo, un consuelo, un llamado, o una invitación a cambiar algo en nuestras vidas como espada de doble filo (Hb 4:12), también puede ser un motivo de rechazo como le ocurrió a Jesús hoy en el evangelio.
Jesús anuncia la Palabra sin miedo y con la verdad; Él es como esos médicos que visitábamos de niños de los cuáles lo único que sabíamos era que nos iban a recetar una inyección dolorosa o una amarga medicina. Obviamente los niños odian estas cosas, pero la mamá los logra convencer de que eso les hará bien y efectivamente eso sucede. Las palabras de Jesús enojaron mucho a los judíos que lo oían, pero para quienes verdaderamente aceptaron el mensaje de Jesús, la medicina era una esperanza gigantesca. ¡Quien cumpla mi palabra no morirá jamás!
En nuestra vida cotidiana, en ocasiones, vivimos como esta gente que escuchó al Señor rechazándolo y le decimos, ¿quién pretendes ser tú? Pero la fuerza del amor contenida en la persona de Jesús nos hace la misma promesa de vida eterna. ¿Qué significa entonces cumplir la palabra de Dios? No se trata de vivir con miedo o hacer las cosas por cumplimiento, cumplir la palabra de Dios es dejar que la gracia actúe en nosotros para que seamos el rostro, las manos, la voz, la sonrisa visible de Cristo en la tierra; para que nuestros hermanos que aún no han conocido a Dios o han conocido una idea equivocada de Dios, se extrañen de la alegría que brota de un corazón que tiene a Cristo.
Una relación profunda con el Señor no es saberse mil cosas de Él de memoria, es dejarse transformar poco a poco. Somos débiles y creemos que no avanzamos, pero cada oración salida del corazón, cada comunión, cada acto de bondad nos va asemejando más a Jesús hasta que la unión sea tan profunda que podamos decir "Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí" (Gal 2,20), así empezamos con pequeños pasos a vivir el cielo en la tierra.
Cada uno podría decir: Yo soy un buen cristiano, voy a misa el domingo, hago obras de misericordia, recito las oraciones, educo bien a mis hijos, y esto está muy bien. Tú has hecho todo esto: ¿pero has entrado en el misterio de Jesucristo?, eso que tú no puedes controlar. Un verdadero testigo, uno que ha encontrado a Jesucristo y se ha dejado encontrar por Él y ha entrado en el misterio de Jesucristo que nos amó, se entregó a la muerte por nosotros, que nos ha hecho justos delante de Dios, que ha perdonado todos los pecados, también las raíces del pecado: entrar en el misterio del Señor.
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de octubre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Intentaré vivir esta semana de manera que cuantos traten conmigo, sientan la bondad de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Ser verdaderamente hijos de Dios
Jueves quinta semana de Cuaresma. Tenemos un Dios que nos persigue y busca llegar hasta el fondo de nosotros mismos.
Gn 17, 3-9
Jn 8, 51-59
El tiempo cuaresmal es un camino de conversión que no es simplemente arrepentirnos de nuestros pecados o dejar de hacer obras malas. El camino de conversión no es otra cosa sino el esfuerzo constante, por parte nuestra, de volver a tener la imagen, la visión que Dios nuestro Señor tenía de nosotros desde el principio. El camino de conversión es un camino de reconstrucción de la imagen de Dios en nuestra alma.
La liturgia del día de hoy nos presenta dos actitudes muy diferentes ante lo que Dios propone al hombre. En la primera lectura, Dios le cambia el nombre a Abram. Y de llamarse Abram, le llama Abraham. Este cambio de nombre no es simplemente algo exterior o superficial. Esto requiere de Dios la disponibilidad a cambiar también el interior, a hacer de este hombre un hombre nuevo.
Pero, al mismo tiempo, requiere de Abraham la disponibilidad para acoger el nombre nuevo que Dios le quiere dar.
Por otro lado, en el Evangelio vemos cómo Jesús se enfrenta una vez más a los judíos, haciéndoles ver que aunque se llamen Hijos de Abraham, no saben quién es el Dios de Abraham.
Son las dos formas en las cuales nosotros podemos enfrentarnos con Dios: la forma exterior; totalmente superficial, que respeta y vive según una serie de ritos y costumbres; una forma que incluso nos cataloga como hijos de Abraham o hijos de Dios. Y por otro lado, el camino interior; es decir, ser verdaderamente hijos de Abraham, ser verdaderamente hijos de Dios.
Lo primero es muy fácil, porque basta con ponerse una etiqueta, realizar determinadas costumbres, seguir determinadas tradiciones. Y podríamos pensar que eso nos hace cristianos, que eso nos hace ser católicos; pero estaríamos muy equivocados. Porque todo el exterior es simplemente un nombre, y como un nombre, es algo que resuena, es una palabra que se escucha y el viento se lleva; es tan vacía como cualquier palabra puede ser. Es en el interior de nosotros donde tienen que producirse los auténticos cambios; de donde tiene que brotar hacia el exterior la verdadera transformación, la forma distinta de ser, el modo diferente de comportarse.
No son las formas exteriores las que configuran nuestra persona. Son importantes porque manifiestan nuestra persona, pero si las formas exteriores fuesen simplemente toda nuestra estructura, toda nuestra manera de ser, estaríamos huecos, vacíos. Entonces también Jesús a nosotros podría decirnos: “Sería tan mentiroso como ustedes”. También Jesús nos podría llamar mentirosos, es decir, los que vacían la verdad, los que manifiestan al exterior una forma como si fuese verdad, pero que realmente es mentira.
Qué difícil y exigente es este camino de conversión que Dios nos pide, porque va reclamando de nosotros no solamente una «partecita», sino que acaba reclamando todo lo que somos: toda nuestra vida, todo nuestro ser. El camino de conversión acaba exigiendo la transformación de nuestras más íntimas convicciones, de nuestras raíces más profundas para llegar a cristianizarlas.
Para los judíos solamente Dios estaba por encima de Abraham, por eso, cuando Cristo les dice: “Antes de que Abraham existiese, Yo soy”, ellos entendieron perfecta- mente que Cristo estaba yendo derecho a la raíz de su religión; les estaba diciendo que Él era Dios, el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y es por eso que agarran piedras para intentar apedrearlo, por eso buscan matarlo.
No es simplemente una cuestión dialéctica; ellos han entendido que Cristo no se conforma con cambiar ciertos ritos del templo. Cristo llega al fondo de todas las cosas y al fondo de todas las personas, y mientras Él no llegue ahí, va a estar insistiendo, va a estar buscando, va a estar perseverando hasta conseguir llegar al fondo de nuestro corazón, hasta conseguir recristianizar lo más profundo de nosotros mismos.
El hecho de que Dios le cambie el nombre a Abram, además de significar el querer llegar al fondo, está también significando que solamente quien es dueño de otro le puede cambiar el nombre. (Según la mentalidad judía, solamente quien era patrón de otro podía cambiarle el nombre). Algo semejante a lo que hicieron con nosotros el día de nuestro Bautismo cuando el sacerdote, antes de derramar sobre nuestra cabeza el agua, nos impuso la marca del aceite que nos hacia propiedad de Dios.
¿Realmente somos conscientes de que somos propiedad de Dios? Dios es tan consciente de que somos propiedad suya, que no deja de reclamarnos, que no deja de buscarnos, que no deja de inquietarnos. Como a quien le han quitado algo que es suyo y cada vez que ve a quien se lo quitó, le dice: ¡Acuérdate de que lo que tú tienes es mío! Así es Dios con nosotros. Llega a nuestra alma y nos dice: Acuérdate de que tú eres mío, de que lo que tú tienes es mío: tu vida, tu tiempo, tu historia, tu familia, tus cualidades. Todo lo que tú tienes es mío; eres mi propiedad.
Esto que para nosotros pudiera ser una especie como de fardo pesadísimo, se convierte, gracias a Dios, en una gran certeza y una gran esperanza de que Dios jamás va a desistir de reclamar lo que es suyo. Así estemos muy alejados de Él, sumamente hundidos en la más tremenda de las obscuridades o estemos en el más triste de los pecados, Dios no va a dejar de reclamar lo que es suyo. Sabemos que, estemos donde estemos, Dios siempre va a ir a buscarnos; que hayamos caído donde hayamos caído, Dios nos va a encontrar, porque Él no va a dejar de reclamar lo que es suyo.
Éste es el Dios que nos busca, y lo único que requiere de nosotros es la capacidad y la apertura interior para que, cuando Él llegue, nosotros lo podamos reconocer. “El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”. No habrá nada que nos pueda encadenar, porque el que es fiel a las palabras de Cristo, será buscado por Él, que es la Resurrección y la Vida.
Ojalá que nosotros aprendamos que tenemos un Dios que nos persigue y que busca llegar hasta el fondo de nosotros mismos, y que nos va hacer bajar hasta el fondo de nosotros para que nos podamos, libremente, dar a Él.
¿De qué otra manera más grande puede Dios hacer esto, que a través de la Eucaristía? ¿Qué otro camino sigue Dios sino el de la misma presencia Eucarística? ¿Acaso alguien en la tierra puede bajar tan a lo hondo de nosotros mismos como Cristo Eucaristía? Cristo es el único que, amándonos, puede penetrar hasta el alma de nuestra alma, hasta el espíritu de nuestro espíritu, para decirnos que nos ama.
Permitamos que el Señor, en esta Semana Santa que se avecina, pueda llegar hasta nosotros. Permitámosle hacer la experiencia de estar con nosotros. Y nosotros, a la vez, busquemos la experiencia de estar con Él. Un Dios que no simplemente caminó por nuestra tierra, habló nuestras palabras y vio nuestros paisajes. Un Dios que no simplemente murió derramando hasta la última gota de sangre; un Dios que no solamente resucitó rompiendo las ataduras de la muerte. Un Dios que, además, ha querido hacerse Eucaristía para poder estar en lo más profundo de nuestras vidas y poder encontrarnos, si es necesario, en lo más profundo de nosotros mismos.
Celebremos la Eucaristía
Papa Francisco: Recibir la comunión en Misa nos ayuda a separarnos de los egoísmos
El Papa Francisco ofreció una nueva catequesis sobre la Misa en la Audiencia General del miércoles y habló de la Plegaria Eucarística IV y la comunión y recordó que al recibirla también se dejan atrás los egoísmos.
El Obispo de Roma recordó que “mientras nos une a Cristo, separándonos de nuestros egoísmos, la comunión nos abre y une a todos aquellos que son una sola cosa en Él”.
En definitiva, “nos convertimos en lo que recibimos”.
“Celebramos la eucaristía para nutrirnos de Cristo, que nos dona a sí mismo tanto en la Palabra como en el Sacramento del altar”, señaló.
El Papa aseguró que se trata de una invitación “a experimentar la íntima unión con Cristo, fuente de alegría y de santidad”.
“Una invitación que alegra, y a la vez empuja a un examen de conciencia iluminado por la fe”.
Después de la Fracción del Pan, el sacerdote nos invita a mirar «al Cordero que quita el pecado del mundo», reconociendo la distancia que nos separa de la santidad de Dios y de su bondad al darnos como medicina su preciosa Sangre, derramada para el perdón de los pecados. Somos, por tanto, convocados «al banquete de bodas del Cordero», reconociéndonos indignos de que entre en nuestra casa, pero confiados en la fuerza de su Palabra salvadora.
Francisco explicó que “aunque somos nosotros los que vamos en procesión a hacer la Comunión, en realidad es Cristo quien nos viene al encuentro”.
“Nutrirse de la eucaristía significa dejarse cambiar en cuando la recibimos”, añadió. En este sentido, añadió que “como el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y Sangre del Señor, así cuantos lo reciben con fe son transformados en eucaristía viviente”.
Por otro lado, dijo que “la Iglesia desea vivamente que también los fieles reciban el Cuerpo del Señor con hostias consagradas en la misma Misa; y el banquete eucarístico se expresa con mayor plenitud si la santa Comunión viene hecha bajo las dos especies, sabiendo además que la doctrina católica enseña que bajo una sola especie se recibe a Cristo totalmente”.
El Papa también mencionó que la comunión se recibe en la boca o, donde está permitido, en la mano, y después se invita a “custodiar en el corazón el don recibido” y a esto ayuda “la oración silenciosa, un salmo o un himno de alabanza”.
Rezar, y sobre todo que recen por ti, es la mayor aspiración que uno puede tener en la vida
Rezar es una conversación con los que ya no están, el recuerdo de los que te antecedieron y la oración para seguir su ejemplo. Rezar es pedir por ellos. Y también pedirles a ellos por los que estamos aquí. Es el momento de más calma del día, y, en mi caso, el de primera hora de la mañana, poco más de las seis, y el agua de la ducha caliente cayendo despacio sobre los hombros. Rezar es una fotografía en sepia, un regreso a la casa de tus abuelos y al tiempo sin tiempo de tu infancia. Es pasar por la Iglesia de San Pedro, de camino al colegio, y rezarle al Cristo de Burgos un Padre Nuestro para que te ayude en los exámenes. Es el refugio del frío, y el silencio acogedor. Rezar es tener memoria.
Rezar es lo que va antes del trabajo o después del trabajo, y lo que nunca lo suplanta, porque ya lo dice el refrán: a Dios rogando y con el mazo dando. Es lo único que puedes hacer cuando ya no puedes hacer más, y es la forma de comprometerse de quien no tiene otro medio de hacerlo, como cuando rezamos por un enfermo que se va a operar y ya está todo en manos del cirujano (y de Dios). Rezar no hace milagros, o sí los hace, eso nunca lo sabremos, pero ofrece consuelo al que reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque siempre conforta.
Rezar es decir rezaré por ti y, también, reza por mí. Y es, por tanto, lo contrario a la vanidad. Rezar es la aceptación de tus limitaciones. Es aprender a resignarse cuando lo que pudo ser no ha sido. Es vivir sin rencor, aprender a olvidar, aceptar la derrota con dignidad y celebrar el triunfo con humildad. Rezar es resignación cuando procede, pero también arrebato y pundonor cuando toca. Es buscar las fuerzas si no se tienen y confiar en que las cosas van a ser como deberían ser. Rezar es optimismo, no dar nada por perdido, luchar y resistir, como en la canción, erguido frente a todo, y es mi padre antes de morir. Rezar es fragilidad y entereza.
Rezar es curar las heridas, restañar los arañazos, superar el daño que te han hecho. Pasar página y empezar de cero. Perdonar las ofensas y también pedir perdón. Y sobre todo tener gratitud. Rezar es dar las gracias por vivir y por lo que la vida te ha dado. Es despertarse con las ilusiones renovadas. Aferrarse desesperadamente a lo inmaterial. Acordarse de lo que de verdad importa, y relativizar todo lo demás. Es establecer las prioridades, poner en orden los papeles de tu mesa, buscar la trascendencia, pensar a lo grande.
Rezar es desconectar y apagar el móvil. Es introspección en la sociedad del exhibicionismo. Es relajarse y calmar los nervios. Y prepararse mentalmente para lo que ha de venir. No es solo buscar el coraje, sino también la inspiración, la idea, el enfoque, la luz, el claro en medio de la espesura. Rezar es razonar, aunque parezca lo más irracional que haya. Es la mente funcionando como cuando juegas un partido de tenis. Es planificar y anticipar las jugadas. Es abstracción en los tiempos de lo concreto y lo material. Es pausa en un mundo excitado. Es calma cuando todo es ansiedad. Y es aburrido en la dictadura de lo divertido.
Rezar es una forma extrema de independencia, una actividad casi contracultural, lo más punki que se puede hacer una tarde de domingo. Es la forma más radical de practicar mindfullness, tan pasada de moda que cualquier día se volverá extraordinariamente cool. Rezar podría computar como horas de trabajo para los empleados públicos, pero no sirve porque es una práctica “antisistema”, sin reconocimiento alguno del establishment. Tan políticamente incorrecta que la gente oculta que reza como esconde la tripa para la foto. Rezar es un placer oculto, que se reserva para la intimidad. Un acto privado, y casi a escondidas, que, cuando se hace acompañado, necesita cierta oscuridad y mucha, mucha, confianza.
Rezar es desnudarse y abrir tu alma a la persona con la que rezas. Y es una declaración de amor por la persona que tienes en tus rezos. Es derramar tu cariño sobre los que más quieres y sentir el cariño de los que rezan por ti. Rezar es tener a otros en tus oraciones y estar en las oraciones de otros, que es mucho más que estar solo en su memoria. Rezar, y sobre todo que recen por ti, es la mayor aspiración que uno puede tener en la vida. Un privilegio inmenso. Es querer tanto a alguien como para rezar por él, y que alguien te quiera tanto como para rezar por ti. ¿Cabe mayor orgullo? ¿Existe mayor plenitud que la de saber que hay una madre, un hermano, un hijo o un amigo que quiere que Dios te proteja, y te dé salud, y te ilumine, y te ayude, y te acompañe, y esté siempre contigo?
Rezar es tener fe. Tener fe en la vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en Dios. Rezar es la maestría de niños y abuelos. Y es un súper poder que nos predispone al bien. Rezar es creer y ser practicante de un mundo mejor.
¿Todos somos hijos de Dios?
¿Como no se puede ser hijo de Dios si Él es nuestro padre creador?
Pregunta:
Buenas tardes Fray Nelson, tengo una inquietud y quisiera que usted me ayudara a entender. Yo siempre he creído que todos somos hijos de Dios independientemente de uestras creencias, sin embargo en diálogos con amistades protestantes les escuché decir que solo son hijos de Dios los que lo aceptan en su corazón, cosa que debatí con solo fé y pocos argumento de peso. Hoy en la homilía el padre hablándole a los catecúmenos dijo que se era hijo de Dios al recibir el sacramento del bautismo, y que aquellos no bautizados no eran aún hijos de Dios. Yo quedé más confundida de lo que estaba, pues aunque creo y viví firmemente los sacramentos, no entiendo como no se puede ser hijo de Dios si Él es nuestro Padre Creador, qué pasa entonces con los que son de religiones diferentes, los que nunca se bautizan, etc. Gracias de antemano por su ayuda. Dios y la Virgen lo guarden. --SC
Respuesta:
Las palabras tienen un sentido estricto, que es formal y preciso, y un sentido laxo o amplio, que es el propio de las metáforas. Así por ejemplo, la palabra "pan," en sentido estricto, se refiere a un cierto tipo de alimento pero de manera amplia puede significar todo lo que es requerido para la vida humana.
Apliquemos esa distinción al caso de la palabra "hijo." En sentido ESTRICTO, como nos enseña Santo Tomás, un hijo es aquel ser que recibe y participa de la naturaleza de quien es su padre. Por eso, el hijo de un león es león, y el descendiente de un caracol es un caracol. La idea clave es: participar de la misma naturaleza.
En sentido AMPLIO, puede llamarse "hijo" a aquello que tiene su origen o tiene un parecido con otro ser. Así por ejemplo un escritor puede decir que ha dado a luz una nueva obra, o que quiere a tal libro como a un hijo. Pero tal "hijo" no tiene la misma naturaleza de su "padre."
Si pensamos en sentido "amplio" puede decirse que todo ser humano es hijo de Dios, porque viene de Dios como Creador, y porque todos somos imagen y semejanza de Dios, y porque todos potecialmente estamos llamados a participar de su vida propia. Pero en sentido "propio" no hay una participación de naturaleza que venga simplemente del hecho de ser creación. Entonces en sentido estricto no todos somos hijos de Dios.
En sentido estricto entonces sólo llegamos a ser hijos de Dios por la participación del Espíritu Santo que se da como don propio de la fe. Esa es la fe propia de los sacramentos, empezando por el bautismo. Entonces propiamente han de llamarse hijos de Dios los bautizados en plena comunión con la Iglesia.
¡Luces, cámara, acción!
Estas monjas aprenden a grabar profesionalmente con iPhones y iPad
Las técnicas de realización de vídeo han llegado a los conventos. El ministerio de A Nun’s Life (La Vida de una Monja) alojó a 16 monjas de distintas congregaciones de EEUU entre el 27 y el 28 de octubre para impartir un taller dedicado al montaje y edición de vídeos, según informa GlobalSistersReport.
En el taller participaron como profesores Alexandra Morrow y Ben Severance, fundador de la compañía ganadora de un premio Emmy, Timber & Frame (www.timberandframe.com). Con su ayuda, las monjas han aprendido a utilizar técnicas de grabación y realización de vídeo profesionales con iPhones y iPads para hacer vídeos sobre el discernimiento, la oración, el servicio, la comunidad y otros aspectos de la vida religiosa que puedan ayudar y animar a las nuevas vocaciones.
Grabando con iPhones y iPads
Las monjas aprendieron a realizar vídeos de tipo entrevista basados en la popular serie #nunday del ministerio A Nun’s Life, en el que hermanas de todo el mundo comparten sus testimonios de vida religiosa. Contaron además con la experta en iMovie Julie Brown, que enseñó ciertos aspectos de edición en esta plataforma a las monjas.
Las clases incluyeron una gran variedad de temas, desde cómo crear historias hasta cómo preparar las entrevistas. Las alumnas aprendieron también a escoger y preparar los lugares donde grabar; todo ello por equipos, utilizando tabletas y smartphones. El curso se centró también en la importancia del uso de las redes para promocionarse, utilizando estrategias para publicitar los contenidos que las monjas vayan a crear en un futuro.
“El resultado: buenas conversaciones, nuevas ideas, muchas risas y muchos vídeos de #nunday grabados, editados y producidos por las propias monjas”, ha explicado Maxine Kollasch, cofundadora del ministerio.
Experiencia para producir y experiencia positiva
El taller es un proyecto piloto, por lo que el ministerio preguntó a las monjas qué experiencia se llevaron de él. “El proyecto nació por la gran demanda que teníamos por parte de muchas monjas y congregaciones”, comentó Kollasch. “Quieren utilizar medios apropiados para conectar mejor con la sociedad actual".
Kollasch contó también su propia experiencia en GlobalSistersReport. Según ella ha habido tres cosas que le gustaría resaltar de la actividad: “Lo primero es el espíritu de aventura y creatividad que trajeron las monjas. Me recuerda a generaciones anteriores de hermanas que presentaban una actitud abierta hacia nuevas perspectivas”.
“Otra es que hubo muchos momentos de diversión y risas durante esos dos días. Me recordó a la alegría profunda de la vida religiosa, un regalo maravilloso que podemos compartir con el resto del mundo”.
“Pero para mí lo más conmovedor fueron los ánimos que las monjas dedicaron a todos los potenciales espectadores de sus vídeos”, aseguró. “Ánimos para responder a la llamada de Dios en sus vidas, servir a otros y vivir con compasión, amor, integridad y paz”.
"NO AGRADECEREMOS SUFICIENTEMENTE A FRANCISCO SU 'EVANGELII GAUDIUM'"
González de Cardedal: "La alegría es la alternativa del Papa a los peligros de la humanidad"
"Nos obliga a reformar las instituciones y proyectos que fomentan el individualismo"
Olegario González de Cardedal, 22 de marzo de 2018 a las 10:49
Cinco años de pontificado de la alegríaVatican News
No es pequeña novedad que el primer gran texto del Papa haya comenzado con esta proclamación de la realidad gozosa que ha existido en la historia: el encuentro con Jesucristo
- América se rinde al Papa Francisco
- Francisco: un Papa amado por todos... y con los enemigos dentro
- Cinco años con Bergoglio: ¿A dónde va la Iglesia de Francisco?
(Olegario González de Cardedal, teólogo, en AlfayOmega).- El pasado martes día 13 se cumplían cinco años de la elección del argentino Bergoglio, hoy Francisco, como Obispo de Roma y cabeza visible de la Iglesia católica. Tenía lugar un desplazamiento de la Iglesia del viejo mundo de Europa al nuevo mundo del continente hispanoamericano, entrando en la historia en ese comienzo del siglo XVI, a la vez que aparecía en el horizonte de Europa otro mundo nuevo: la propuesta de Lutero.
Los Papas han solido ofrecer en su primer documento la idea nuclear o una especie de programa para su pontificado. No le agradeceremos suficientemente a Francisco que su primer documento sea "La alegría del Evangelio", publicado el 24 de noviembre de ese mismo año, y que con su propia alegría nos la haya hecho manifiesta. El término "evangelio", en singular, no designa una palabra escrita ni se refiere a un libro, a una idea, a una propuesta moral o a un programa social. En el Nuevo Testamento encontramos no cuatro evangelios sino un único evangelio: el mensaje de salvación ofrecido por Dios a los hombres en Jesucristo. La Iglesia no ha presentado cuatro evangelios como cuatro mensajes distintos, sino un único evangelio según Mateo, Marcos, Lucas, Juan, con cuatro rostros (Tetramorfo).
Francisco antepone a esta palabra otra que ocupa un lugar central en el Nuevo Testamento: "Alegría". Cuando los primeros cristianos tenían que explicar la novedad del mensaje que ofrecían a la sociedad apelaron a parábolas y metáforas. Cuando uno se encuentra con Jesucristo, descubre un nuevo horizonte de vida con la experiencia de saberse alumbrado, amado y perdonado. Entonces va y comunica a los demás eso que para él es el tesoro y la perla encontrados. "El Reino de los cielos (evangelio) es semejante a un tesoro escondido que quien lo encuentra lo oculta y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo" (Mateo 13,44). Eso es la evangelización; que no es la única pero sí la primera y esencial aportación de la Iglesia a la humanidad. Los apóstoles se identificaron ante sus oyentes como "cooperadores de vuestra alegría".
No es pequeña novedad que el primer gran texto del Papa haya comenzado con esta proclamación de la realidad gozosa que ha existido en la historia, alentando y santificando a los hombres, que sigue estando abierta hoy a los hombres: el encuentro con la persona de Jesucristo. Esta son sus palabras: "La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría" (N. 1).
El reverso inmediato de estas palabras es una mirada al mundo, en el que crecen las conquistas de la ciencia, de la técnica y de la política, pero a la vez emerge una especie de desierto moral, en el que también crecen la soledad, la inseguridad, la pérdida de la confianza necesaria para existir con dignidad y esperanza. Prevalecen por un lado el individuo aislado en su soledad y por otro las grandes potencias anónimas, globales, homogeneizadoras. Ellas pueden ser palancas de acercamiento, comunicación e intercambio entre los humanos diversos y lejanos, pero a la vez pueden ser anuladoras de las raíces originarias de cada persona y de cada grupo humano.
¿Cuál es nuestra responsabilidad en esta situación? Pensar un proyecto humano donde la persona sea el centro, donde la libertad y la justicia atiendan a los más pobres, desvalidos y solitarios, donde los niños por nacer sean esperados, acogidos y defendidos en una familia real; donde la naturaleza no sea reducida a materia de transformación técnica en provecho del hombre. Al deber de respetar la tierra y de defenderla como casa común de todos los hombres a los que invita la ecología, dedicará luego Francisco su primera carta encíclica el 14 de mayo del 2015: "Laudato si'". Junto con su posterior exhortación sobre la familia, Amoris laetitia, constituyen los tres documentos más importantes de su pontificado.
Es decisivo el que en ambos textos aparezcan como título dos palabras casi sinónimas: "gozo" y "alegría". Son la alternativa a lo que el Papa considera uno de los peligros de la humanidad. "El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales".
Desde esta convicción nos obliga a reformar las instituciones y proyectos que fomentan ese individualismo, que nos ciega para ver los problemas de quienes están asfixiados por la pobreza, la guerra, el hambre. El Papa señala sistemas económicos y propuestas políticas que aumentan estos dos peligros y que son insensibles a la desigualdad que crece entre los humanos. "La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y del destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada" (N. 189).
En este documento del Papa dedicado a la alegría, que deriva del evangelio en el encuentro personal con Jesucristo, los amantes de las palabras se alegrarán al comprobar que se utiliza repetidas veces el término "acedia", que aunque tiene una larga e intensa historia en nuestra literatura espiritual ha desaparecido en el uso y que apenas se sabe definir como desabrimiento.
"Un descontento, una acedia que seca el alma", dice el Papa. Nuestros catecismos, que la traducen mal por "pereza", la sitúan entre los pecados capitales "porque son como cabezas y raíces de otros pecados que de ella nacen" (Astete). Los lectores se sorprenderían gozosamente si leyesen la larga "questio" con el finísimo análisis que Santo Tomás dedica a la acedia, como tristeza del espíritu opuesta al gozo del amor a Dios y de la caridad con el prójimo (II-II q 35). Ella surge de la concentración en uno mismo como centro del mundo, de la negligencia ante la propia misión, de la renuncia al esfuerzo, de la falta de perseverancia, del olvido del prójimo, del resentimiento y rencor nacidos de la envidia. Procede de ese relativismo practico, que "es actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran" (N. 80).
El 22 de febrero firmaba el español Ladaria, nuevo prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, una Carta donde explicita un diagnóstico que el Papa ya había hecho en "El gozo del evangelio", donde identifica dos abismos que amenazan tanto a la verdad del hombre como a la verdad del evangelio. Con términos de la historia del dogma a uno lo denomina neopelagianismo, esa actitud autorreferencial y prometeica de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas. El otro peligro deriva de la fascinación del nuevo gnosticismo, como cierre en la propia subjetividad, sumergiéndose en un absoluto sin nombre, ni rostro, ni historia. De ese Todo ciego y mudo se espera liberación de la soledad y la experiencia de la plenitud. Tal transhumanismo es una amenaza radical a la comprensión del hombre y una perversión de la auténtica mística cristiana.
Francisco tomó de su santo patrón de Asís el cántico de las criaturas como título de su primera encíclica. Sin duda al "hablar de la alegría tenía en su memoria aquella sorprendente página de las Florecillas que lleva por título: "Sobre las cosas que constituyen la perfecta alegría'". San Francisco ha sido reconocido siempre como "otro Cristo para la Edad media".