Jesús, nuestro todo
- 02 Mayo 2018
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Evangelio según San Juan 15,1-8.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
San Atanasio
Atanasio significa: Inmortal.
Es el arzobispo que fue desterrado cinco veces por defender la religión. En la misa de su fiesta se lee el evangelio que trae esta recomendación de Jesús: "Cuando los destierren de una ciudad, váyanse a otra. Les aseguro que no se acabarán las ciudades de su país antes de que venga el Hijo del Hombre. El discípulo no es más que su maestro. Si a Mí me han perseguido, también a Uds. los perseguirán".
San Atanasio nació en Alejandría, Egipto, hacia el año 297. Siendo todavía un niño en el año 311, presenció el martirio de su obispo Pedro de Alejandría y de otros cristiano, muertos en la persecución que hicieron los paganos. Luego supo con alegría que el año 313 el emperador Constantino declaraba la libertad religiosa para los cristianos, y se acababa la persecución.
De joven conoció al gran penitente San Antonio Abad y la amistad con tan famosos santo le fue de inmenso provecho durante toda su vida.
Con grandes cualidades para la oratoria y una brillante inteligencia, se dedicó a prepararse para el sacerdocio, y siendo diácono fue escogido como secretario de Alejandro, arzobispo de Alejandría. En esta joven edad de 23 años escribió su primero libro acerca de la Encarnación de Jesucristo.
Por aquél tiempo apareció en Alejandría un hereje llamado Arrio, que enseñaba que Jesucristo no era Dios. (Si Jesucristo no fuera Dios, nuestra religión sería vana, pues estaríamos adorando a un hombre. Y un hombre no le resuelve los problemas a nade. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre).
Atanasio de dedicó a combatir al hereje Arrio y obtuvo que su arzobispo reuniera a los obispos de la nación y a muchos sacerdotes y en un Concilio Nacional condenaron a Arrio y le prohibieron enseñar sus errores.
Pero Arrio era un hombre terrible y se dedicó a propagar su herejía por países, y muchos que deseaban vivir una vida más fácil y que sabían que si Cristo no era Dios no había entonces porqué obedecerle ni seguir sus leyes, se dedicaron a propagar su dañosa herejía. Entonces se reunieron los obispos del mundo, en el Primer Concilio, el Concilio de Nicea, el año 325, y condenaron a Arrio y decretaron que debía ser derrotado. San Atanasio asistió a ese Concilio como Secretario de su obispo Alejandro y fue su consejero en las discusiones.
Y sucedió que Eusebio de Nicomedia, un hombre muy influyente en el gobierno, convenció al emperador Constantino de que Arrio debía ser admitido otra vez en la Iglesia Católica. Constantino escribió a San Atanasio pidiéndole que admitiera al hereje, y el santo le respondió que jamás podía él aceptar como católico a quien se atrevía a negar que Jesucristo es Dios. Y entonces el emperador desterró a Atanasio, hacia Tréveris, ciudad de Alemania. Allá estuvo dos años desterrado, e hizo muy buena amistad con San Maximino el obispo de esa ciudad.
Al morir Constantino, su sucesor dio permiso para que volvieran a sus ciudades los que estaban desterrados, y Atanasio volvió a Alejandría, siendo recibido por el pueblo con grandes demostraciones de alegría. Pero los arrianos y otros enemigos de la verdadera religión le inventaron muchas calumnias y eligieron a un falso arzobispo e hicieron que Atanasio tuviera que irse de la nación por ocho años. Se fue a Roma y allá el Sumo Pontífice se declaró a su favor. (Una de las calumnias que le inventaban era que él había matado a un obispo, y presentaban el brazo cortado del tal obispo. San Atanasio supo dónde tenían escondido al obispo aquel y se fue y se lo trajo y cuando ya lo iban a condenar por ese homicidio les presentó al tal muerto, bien vivo y muy lleno de salud y con ambos brazos).
El emperador Cosntante, que era arriano, expulsó a la fuerza otra vez a Atanasio, porque defendía que Cristo sí es Dios. Y el santo tuvo que estarse escondido seis años entre los monjes del desierto. En estos años escribió sus mejores obras y llegó a una gran santidad.
Al morir Constante, volvió Atanasio a Alejandría, pero poco después subió al trono un apóstata, renegado, llamado Juliano y lo desterró también. (Cuando la policía de Juliano lo iba persiguiendo por el Río Nilo, el santo que iba disfrazado de campesino hizo devolver su embarcación, y al encontrarse con los perseguidores, éstos le preguntaron: "¿Ha pasado por aquí Atanasio? ¿Estará muy lejos?". Y él les respondió: "Sí, pasó hace poco rato y no está lejos". Los otros siguieron río arriba, y no lograron reconocerlo). Al morir Juliano, ya pudo volver el obispo otra vez a Alejandría.
Y llegó un nuevo emperador, Valente, el cual decretó otra vez que Atanasio debía ser desterrado. El santo se refugió en una casa de las afueras de la ciudad, cerca del sepulcro de su padre, y allí estuvo escondido por cuatro meses, durante los cuales escribió una biografía que se ha hecho famosa: La Vida de San Antonio Abad. Pero luego el emperador, por miedo a que en Alejandría estallara alguna revolución, porque los católicos estaban cansados de tanto ver perseguir a su arzobispo, decretó que podía volver otra vez a la ciudad. Y en los últimos siete años ya nadie lo volvió a desterrar. Había estado desterrado por 17 años, en sus 5 destierros.
San Atanasio fue el obispo más famoso de su siglo. Tuvo que vivir en una época sumamente difícil y combatir a enemigos muy peligrosos y traicioneros que pretendían quitarle a la religión católica una verdad fundamental que es la que enseña que Jesucristo sí es Dios. En sus 45 años de sacerdocio no dejó nunca de predicar en favor de Jesucristo. Por eso se dice que después de los apóstoles en la antigüedad quizá ninguno contribuyó más que Atanasio a hacer amar a Jesucristo.
Dice un obispo de su tiempo: "Cuando murió el obispo Alejandro, el pueblo se reunió en el templo durante tres días y gritaba que deseaba por obispo a Atanasio porque les parecía el más santo de los candidatos a obispo". Es que ya desde joven tenía fama de ser santo. Su vida fue un calvario: cinco reyes lo desterraron, pero jamás ninguno logró conseguir que dejara de proclamar que Cristo sí es Dios y que la divinidad de Jesús es la razón de nuestra esperanza.
Atanasio fue el campeón de la libertad de la iglesia frente a los poderes civiles que pretendían meterse en lo religioso que a ellos no les pertenece. Tenía temple de luchador, y se enfrentaba sin miedo a cuantos trataban de negar las verdades de la religión católica. Pero a la vez cumplía lo que decía Jesús: "Sean prudentes como serpientes", y cuando veía que sus adversarios le tenían trampas preparadas, huía muy a tiempo antes de caer en sus garras. Algunas de sus fugas fueron espectaculares. Cuando ya los enemigos se imaginaban que caería en sus garras, él aparecía en otros sitios muy distantes escribiendo y hablando en favor de Cristo y previniendo a los creyentes para que no se dejaran engañar de los herejes.
Hablaba un lenguaje totalmente claro y franco y no iba con rodeos cuando había que defender la verdadera fe. Al pan lo llamaba pan y al vino, vino, gustara o no gustara a los enemigos de la religión.
Cuando Dios le señala a una persona un oficio muy especial en su Iglesia le concede una personalidad apropiada para el oficio que va a tener que desempeñar. A Atanasio le concedió un temperamento heroico y a la vez le fue alimentando su gran personalidad permitiéndole que en cada destierro lograr ir al desierto o a otros sitios alejados a meditar, a rezar, a estudiar y a prepararse para sus futuros combates. De uno de sus perseguidores, Juliano el apóstata, se dice que le preguntó por burla a un carpintero católico: "¿Qué está haciendo en el cielo su jefe el Carpintero de Nazareth?". Y que el creyente le respondió: "Está fabricando ataúdes para los que se oponen a su santa religión". Y se cuenta también que Juliano al morir atravesado en una batalla, se arrancó la flecha que lo hería y murió mirando al cielo y diciendo: "Venciste Galileo". En cambio San Atanasio al terminar su existencia pudo exclamar gozoso: mi vida fue un calvario. Me persiguieron pero no pudieron conmigo. Te acompañé en esta vida en tu Pasión Dolorosa, ahora espero acompañarte en tu gloria en la Vida Eterna.
Murió el 2 de mayo del año 373, a los 76 años.
Dijo Jesús: "A quien se declare a mi favor ante la gente de este mundo, yo me declararé a su favor ante mi Padre Celestial y sus ángeles".
HONDO SABER DE DIOS FUE VUESTRA CIENCIA
Hondo saber de Dios fue vuestra ciencia.
su espíritu de verdad os dio a beberla
en la Revelación, que es su presencia
en velos de palabra siempre nueva.
Abristeis el camino para hallarla
a todo el que de Dios hambre tenía,
palabra del Señor que, al contemplarla,
enciende nuestras luces que iluminan.
Saber de Dios en vida convertido
es la virtud del justo, que, a su tiempo,
si Dios le dio la luz, fue lo debido
que fuera su verdad, su pensamiento.
Demos gracias a Dios humildemente,
y al Hijo, su verdad que a todos guía,
dejemos que su Luz, faro esplendente,
nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.
Dios todopoderoso y eterno, que suscitaste a san Atanasio como preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, haz que nosotros, iluminados por sus enseñanzas y ayudados por sus ejemplos, crezcamos en tu conocimiento y en tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
San Luís María de Griñón de Monfort (1673-1716) predicador, fundador de comunidades religiosas
Tratado de la verdadera devoción a la santísima virgen María, §61 (Trad. ©Evangelizo.org)
«Jesús, nuestro todo»
[Jesús] es nuestro único Maestro que debe enseñarnos, nuestro único Señor de quien debemos depender, nuestra única Cabeza a la que debemos estar unidos, nuestro único Modelo a quien debemos asemejarnos, nuestro único Médico que debe curarnos, nuestro único Pastor que debe alimentarnos, nuestro único Camino que debe conducirnos, nuestra única Verdad que debemos creer,nuestra única Vida que debe vivificarnos y nuestro único Todo que en todo debe bastarnos. No nos ha sido dado bajo el cielo otro nombre por el que nosotros debamos salvarnos. Dios no nos ha dado otro fundamento de salvación, perfección y gloria que Jesucristo: todo edificio que no esté construido sobre esta roca firme, se apoya en arena movediza, e infaliblemente se derrumbará tarde o temprano. Todo fiel que no esté unido a Cristo como el sarmiento a la vid, caerá, se secará y lo echarán al fuego. Si permanecemos en Jesucristo, y Jesucristo en nosotros, no debemos temer a la condenación; ni los ángeles del cielo, ni los hombres de la tierra, ni los demonios del infierno, ninguna creatura podrá hacernos daño, porque nadie podrá separarnos de la caridad de Dios presente en Cristo Jesús.
Santo Evangelio según San Juan 15,1-8. Miércoles V de Pascua.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Vivir en Ti, Señor, es creer en tu Palabra. ¡Aumenta mi fe! Vivir en Ti es confiar en tus caminos. ¡Aumenta mi esperanza! Vivir en Ti es amarte con todo el corazón. ¡Aumenta mi amor! Concédeme vivir en Ti cada día mejor, y jamás permitas que me separe de Ti. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Qué sería un cristiano sin Cristo? ¿Qué sería una rama sin árbol? Éste es el mensaje del Evangelio hoy. Así de radical. Así de sencillo. Así de claro. Sólo quien está injertado en la vid recibe la vida; sólo quien está unido a Dios sacia su sed directo de la fuente.
Los frutos en las ramas, las ramas en el tronco. Así se transmite la vida dentro de una planta. La savia va empapando cada fibra; lo llena todo de nutrientes y lo anima con su energía. Así también se transmite la vida cristiana. Los frutos de santidad provienen de la gracia que corre en nosotros. Más aún; la auténtica vida se encuentra sólo en Dios; lo demás está vacío, no tiene sentido, ha muerto antes de nacer. «Sin mí no podéis hacer nada». Sólo vive realmente el que vive en Cristo.
¿Cómo mantenernos unidos a Cristo? ¿De dónde proviene la savia que nos nutre? La tenemos ahí, en los sacramentos. En la confesión, que nos sana del pecado. En la Eucaristía, que nos da la fuerza para dar frutos. Tenemos la vida eterna al alcance de la mano, y sólo tenemos que permanecer en el amor de Cristo, y así brotarán los frutos de una vida plenamente dichosa.
Hacer frente a estas tentaciones [caminar sin rumbo y sin meta] no es fácil, pero es posible si estamos injertados en Jesús. Cuanto más enraizados estemos en Cristo, más vivos y fecundos seremos. Así se conservará la maravilla, la pasión del primer encuentro, la atracción y la gratitud en su vida con Dios y en su misión. La calidad de nuestra consagración depende de cómo sea nuestra vida espiritual.
(Cf Discurso de S.S. Francisco, 29 de abril de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy haré una visita al Santísimo Sacramento, agradeciendo por el don de la Eucaristía.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
En la vida deseamos la fecundidad verdadera, la que produce frutos buenos que duran y que sirven.
Nos gusta la vida, sobre todo por tantas experiencias de amor que dan sentido y brillo a cada jornada.
En esa vida deseamos la fecundidad verdadera, la que produce frutos buenos que duran y que sirven para el presente y para el futuro.
La fecundidad llega a ser plena si se construye en el tiempo y salta hasta la vida eterna. Entonces todo adquiere sentido, porque tiene la fuerza del amor completo.
Esa fecundidad plena solo es posible cuando el sarmiento está unido a la vid, cuando el discípulo vive junto a su Maestro.
“Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5).
Cuando dejamos al Señor, cuando buscamos vivir según los criterios del mundo, empezamos a ser estériles.
Entonces todo lo que hacemos, incluso lo que podría ser útil, está herido por el mal del egoísmo, la avaricia, la soberbia, la vanagloria.
En cambio, si permitimos que la Sangre de Cristo alimente nuestras almas y nos contagie con el Amor pleno, adquirimos esa fecundidad que lleva a la vida.
Cada día escojo con qué linfa alimento mis pensamientos y decisiones. Si me uno a la Vid de Dios un fuego indestructible habitará en mis actos, y llegaré a milagros insospechados.
“En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre” (Jn 14,12).
INVITA A HACER EL SIGNO DE LA CRUZ CON EL AGUA BENDITA DE LA ENTRADA DE LAS IGLESIAS
El Papa asegura que "no es posible seguir a Cristo, poniendo condiciones"
"La renuncia a Satanás y la profesión de fe son dos hechos que están estrechamente unidos"
José Manuel Vidal, 02 de mayo de 2018 a las 10:35
Francisco, en la audiencia
Los invito a que hagan memoria agradecida de su bautismo, y a que renueven con alegría y convencimiento el compromiso que sellaron aquel día
(José M. Vidal).- En la catequesis sobre el bautismo y el símbolo del agua, el Papaasegura que "no se puede seguir a Dios con condiciones". También invitó a los fieles a tomar agua de las piletas colocadas en las entradas a las iglesias para santiguarse.Texto completo del saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
Reflexionamos hoy sobre los ritos del sacramento del bautismo que se realizan junto a la fuente bautismal, que son: la bendición del agua y la renuncia al pecado y la profesión de fe.
El agua es un elemento que se caracteriza por su capacidad de vivificar y de purificar. Este simbolismo natural aparece en varios pasajes de la Palabra de Dios, que son recordados al bendecir el agua que se usará para el bautismo, a la vez que se invoca sobre ella la fuerza del Espíritu Santo, para que todos los que reciban el bautismo sean sepultados con Cristo en su muerte y con él renazcan a una vida inmortal.
Una vez que ha sido bendecida el agua, es necesario disponer el corazón para acceder al bautismo, por eso se realiza la renuncia a satanás y la profesión de fe. Estos son dos hechos que están estrechamente unidos, pues no se puede seguir a Cristo con condiciones, sino que hay que despojarse de todo lo malo para empezar la vida nueva en Cristo.
La respuesta a las renuncias y a la profesión de fe, se realiza en primera persona del singular. Esto indica que es una elección personal y responsable, que debe ser traducida en gestos concretos de confianza en Dios, y que no se reduce solo al momento del bautismo, sino que deberá acompañar todo el crecimiento y maduración de la vida cristiana.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los invito a que hagan memoria agradecida de su bautismo, y a que renueven con alegría y convencimiento el compromiso que sellaron aquel día, de modo que vivan siempre inmersos en el amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Muchas gracias.
¿Quién es la persona triunfadora?
Estos triunfadores van mostrando un poco el rostro de Cristo
“Concebir el bien no es suficiente, debemos hacerlo victorioso entre los hombres” Joseph Ernest Renan
Muchas veces creemos que el único triunfador en la vida es la persona que tiene éxito, fama, dinero, posesiones, estudios, un puesto importante en la empresa, familia, etc.…el que ha logrado un status alto en la sociedad, que se le reconoce en los medios de comunicación, y no cabe duda de que estas personas han conseguido triunfar con disciplina, esfuerzo, trabajo.
Se vale hacer una pregunta ¿estos triunfadores a los ojos del mundo, logran también ser auténticos triunfadores?
Hay millones de triunfadores que no tienen dinero que no tienen fama,posesiones, un puesto importante ni mayores estudios y que a los ojos del mundo aparecen como perdedores, son así calificados por no dar resultados visibles en las áreas que el hombre considera como valiosas. Es interesante y vale la pena ahondar un poco en la vida de estas personas anónimas que viven como auténticos triunfadores a los ojos de Dios.
Estas personas que recibieron la herencia de sus abuelos, de sus padres, ese tesoro, ese legado, esa estafeta de vivir y transmitir lo que a los ojos de Cristo es un triunfador. Estos hombres que viven los valores, y al vivirlos los han convertido en virtudes. Al practicar por ejemplo la honestidad, la justicia, la prudencia, la fortaleza, lealtad, paciencia, comprensión, solidaridad, responsabilidad, perseverancia.
El auténtico triunfador no tiene que ver con los triunfos humanos. De ser así diríamos que Jesús fue un perdedor para los de su época, incluso mucha gente no acaba de entender la vida de Jesús. Del Hijo de Dios del Creador del universo, en quien están sustentadas todas las cosas y que no tenía dónde reclinar su cabeza. De Dios que es camino verdad, vida libertad, y se le considera que ha perdido la razón, del Dios que todo lo puede y se entrega libremente a la muerte por amor. Del Dios que se queda como alimento para todos los que tengan hambre en la fragilidad de un pan.
No es fácil entender que hay que morir para vivir, que al morir al egoísmo se vive la generosidad, que al morir al individualismo, se vive la solidaridad, que al morir a la ambición por acumular más, se vive la justicia, que al morir al deseo de hacer lo que te venga en gana, se vive el respeto, que al morir al orgullo se vive la humildad.
La persona triunfadora es una persona madura, es el líder auténtico por excelencia aquel que con su conducta, más que con su discurso, invita a otros a seguir sus huellas, aquel que es capaz de transformar su entorno, familia, trabajo, sociedad.
Cuando este triunfador pasa a nuestro lado va dejando un aroma, un perfume, un sabor de gratitud en los corazones que son comprendidos, consolados, perdonados, ayudados en sus necesidades, confortados en sus penas, incluidos a pesar de su condiciones adversas.
Estos triunfadores van mostrando un poco el rostro de Cristo, porque han conseguido venerar al Cristo oculto en cada hermano.
¿No es éste el hijo del carpintero?
Hoy contemplamos a San José como el trabajador y obrero, que con sus manos sostuvo a la Sagrada Familia
San José Obrero
Hechos 14, 19-28: “Contaban a la comunidad cristiana lo que había hecho Dios por medio de ellos”
Salmo 144: “Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya”.
San Mateo 13, 54-58: “¿No es éste el hijo del carpintero?”
Hoy se nos invita a contemplar a San José como el trabajador y obrero, que con sus manos sostuvo a la Sagrada Familia. Muchas asociaciones y grupos también hoy recuerdan el día del trabajo y se solidarizan con las personas que no tienen trabajo, o que sus condiciones laborales no corresponden a la dignidad de un hijo de Dios.
Duele la situación de tantas personas, sobre todo jóvenes, que no tienen oportunidad ni de estudiar, ni de trabajar, o de aquellas otras que, aunque tienen trabajo sus salarios son raquíticos e injustos o las condiciones en que laboran son muy deficientes. Hoy es un día especial porque al contemplar a José y a Jesús como trabajadores, deberíamos revalorar el trabajo no sólo como medio de sustento, sino también como un elemento muy importante en la realización personal. En la actualidad, sobre todo en las ciudades, hemos llegado a una situación en que parece que el trabajo nos absorbe todo el tiempo y no nos deja espacio para otras actividades.
Las madres de familia, los papás, los mismos hijos, tienen que ocupar casi todo el día en sus actividades laborales y se van endureciendo y haciendo insensibles a las necesidades de los demás. La cultura actual propone estilos de ser y de vivir contrarios a la naturaleza y dignidad del ser humano. El poder, la riqueza y el placer se han transformado, por encima del valor de la persona, en la norma y el criterio decisivos en la organización social. Se mira a la persona como una tuerca más en el engranaje de la producción.
Tendremos que esforzarnos mucho para realzar en estas situaciones el valor supremo de cada hombre y de cada mujer. Toda la sociedad debería estar encaminada a procurar una vida con dignidad para cada uno de sus ciudadanos. Que este día nos comprometamos a buscar estructuras más justas, que hagamos de nuestros trabajos una fuente de vida y dignidad para cada una de las personas y que luchemos contra toda injusticia en el campo laboral. Trabajemos con entusiasmo pero mirando nuestras labores como un acercamiento a Dios Padre que siempre trabaja, que sostiene la vida, que nos cuida como hijos.