Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?

Evangelio según San Marcos 10,17-27. 

Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?". 

Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. 

Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". 

El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud". 

Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". 

El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. 

Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!". 

Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!. 

Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios". 

Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". 

Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible". 

San Germán Borgoña

Germán, obispo († 576)  Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que formaban Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V.    No tuvo buena suerte en los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y hasta estuvo con el peligro de morir primero por el intento de aborto por parte de su madre y luego por las manipulaciones de su tía, la madre del primo Estratidio con quien estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.   Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo ordena sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario, su sucesor, lo nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los arrabales de la ciudad.    Modelo de abad, con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la disciplina, el espíritu penitente y la caridad. Comienza a manifestarse en Germán el don de milagros, según el relato de Fortunato.  Se había propuesto el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a pedir se fuera sin comida; un día reparte el pan reservado para los monjes porque ya no había más; llegan al convento dos cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida para las necesidades del monasterio.    El obispo, celoso por las cosas buenas que se hablan de Germán, lo manda poner en la cárcel sin motivo; las puertas se le abrieron al estilo de lo que pasó al principio de la cristiandad con el apóstol,  Germán no se marchó antes de que el mismo obispo fuera a darle la libertad; con este episodio cambió el obispo celos por admiración.   El rey Childeberto usa su autoridad en el 554 para que sea nombrado obispo de París a la muerte de Eusebio y, además, lo nombra limosnero mayor. También curó al rey cuando estaba enfermo en el castillo de Celles, cerca de Melun, donde se juntan el Yona y el Sena, con la sola imposición de las manos.   El buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo del 576. Se enterró en la tumba que se había mandado preparar en san Sinfroniano. El abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando presentes el rey Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después de la invasión de los normandos se llamó ya san Germán. Hoy reposan allí mismo -y se veneran- en una urna de plata que mandó hacer a los orfebres el abad Guillermo, en el año 1408.

Oremos

Señor, tú que diste a San Germán la abundancia del espíritu de verdad, y de amor para que fuera un buen pastor de tu pueblo, concede a cuantos celebramos hoy su fiesta adelantar en la virtud, imitando sus ejemplos, y sentirnos protegidos con su valiosa intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

San Clemente de Alejandría (150-c. 215), teólogo  Homilía  “¿Se puede salvar el rico?”

“Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”

Ignorar a Dios es morir; conocerlo es vivir en Él, amarlo, tratar de parecerse a él, esa es la verdadera vida. Si deseáis la vida eterna... primero tratad de conocerlo, aun si “nadie lo conoce, si no es por el Hijo y aquel a quien el hijo considere justo revelárselo” (Mateo 11,27). Después de Dios, conoced la grandeza del Redentor y su gracia inestimable; “la Ley, dijo el apóstol Juan, nos fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad nos fueron dadas por Jesucristo” (1,17)... Si la Ley de Moisés pudiera darnos la vida eterna, ¿para qué habría venido nuestro Salvador al mundo a sufrir por nosotros desde su nacimiento hasta su muerte, llevando una vida totalmente humana? ¿Por qué el hombre que cumplía tan fielmente desde su juventud los mandamientos de la Ley se lanzaría a los pies de otro para pedir la inmortalidad?

Este joven observaba toda la Ley, y había estado apegado a ella desde su juventud... Pero él bien sabe que aunque no le falte nada a su virtud, la vida aún le hace falta. Por eso va a pedirle al único que lo puede conceder; él está seguro de cumplir con la Ley, pero le implora al Hijo de Dios... Las amarras de la Ley no lo defendían bien del balanceo; inquieto, abandona estas aguas peligrosas y lanza su ancla al puerto del Salvador.

Jesús no le reprocha haber faltado a la Ley, sino que comienza a amarle, conmovido por esta muestra de dedicación. Sin embargo, se declara aún imperfecto...: es un buen obrero de la Ley, pero es perezoso en lo que respecta a la vida eterna. La santa Ley es como un pedagogo que encamina a los mandamientos perfectos de Jesús (Pablo a los Gálatas 3,24) y hacia su gracias. Jesús es “el resultado de la Ley para que sea dada la justicia a todos aquellos que creen en Él” (Romanos 10,4)

Sentimientos de entrega

Santo Evangelio según San Marcos 10, 17-27. Lunes VIII de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, vengo a encontrarme contigo al inicio del día, para escuchar lo que quieres de mí. Enséñame a creerte y a seguirte para experimentar tu Palabra que salva.

Otro día frente a ti, un momento más para ponerme en tu presencia y que así, no pueda olvidarme de todo lo que has hecho por mí. Ayúdame a poder meditar tus palabras, aprender lo que me quieras enseñar y finalmente, tomar fuerzas para siempre hacer tu voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".

Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme". Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!" Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: "Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios".

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: "Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Más de alguna vez se nos ha encendido el corazón a tal grado de querer ser perfectos en la propia misión. Seguramente habremos sentido el deseo de ser santo y habremos tenido la sensación de no tener límites al darlo todo.

Éste es el deseo espontaneo y sincero que Dios mira con ternura y cariño. Pero el obrar de Dios ante esta actitud es sabia. Cuando ve que lo ordinario está en su lugar -los mandamientos-, entra en profundidad para ayudarnos a purificar estos sentimientos.

Nos podemos poner con facilidad en lugar de este joven-rico, cuando Dios encuentra junto a nuestro corazón un tesoro. Un tesoro que se arraiga en el corazón con tanta fuerza que comienza a apagar los latidos del verdadero amor. Cristo lo señala. Cristo lo pide. Cristo quiere todo nuestro corazón.

Los apegos pueden surgir, pero debemos estar atentos al guardar todo nuestro corazón para Aquel que es digno de ser acogido en lo más íntimo de nuestra persona. Éstos son sentimientos de entrega, pero siempre deberán madurar.

El Señor fue claro: no se puede servir a Dios y al dinero. No se pueden servir a dos padrones, dos señores: o tú sirves a Dios o sirves a las riquezas. La historia de ese joven rico, que quería seguir al Señor pero al final era tan rico que eligió las riquezas, un pasaje evangélico en el que se subraya el lema de Jesús: "¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja", y la reacción de los discípulos "un poco asustados: Pero ¿quién se podrá salvar?".

(Homilía de S.S. Francisco, 28 de febrero de 2017, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer un buen examen para encontrar aquello que está deteniendo mi entrega.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.Amén.

Solemnidad de la Santísima Trinidad

La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a al celebración del día de la Santísima Trinidad

Por: S.S. Francisco | Fuente: Vatican.va 

Hoy es el Domingo de la Santísima Trinidad. La luz del tiempo pascual y de Pentecostés renueva cada año en nosotros la alegría y el asombro de la fe: reconozcamos que Dios no es algo vago, nuestro Dios no es un Diosspray, es concreto, no es un abstracto, sino que tiene un nombre: “Dios es amor”. No un amor sentimental, emotivo, sino el amor del Padre que está al origen de cada vida, el amor del Hijo que muere en la cruz y se eleva, el amor del Espíritu que renueva al hombre y almundo. Pensar que Dios es amor nos hace tanto bien, porque nos enseña a amar, a darnos a los otros como Jesús se ha dado a nosotros. Y camina con nosotros y Jesús que camina con nosotros en el camino de la vida.

La Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos, es el rostro con el que Dios mismo se ha revelado, no desde lo alto de una cátedra, sino caminando con la humanidad, y es precisamente Jesús que nos ha revelado al Padre y nos que nos ha prometido al Espíritu Santo. Dios ha caminado con su pueblo en la historia del pueblo de Israel. Y Jesús ha caminado siempre con nosotros. Nos ha prometido el Espíritu Santo que es el fuego y nos enseña todo eso que nosotros no sabemos, que dentro de nosotros nos guía, nos da buenas ideas y buenas inspiraciones.

Hoy alabamos a Dios no por un misterio particular, sino por Él mismo, “por su gloria inmensa”, como dice el himno litúrgico. Lo alabamos y le damos gracias porque es Amor, y porque nos llamar a entrar en el abrazo de su comunión, que es vida eterna.

Confiamos nuestra alabanza a las manos de la Virgen María. Ella, la más humilde entre las criaturas, gracias a Cristo ya ha llegado a la meta del peregrinaje terreno: está ya en la gloria de la Trinidad. Por esto, María nuestra madre, la Virgen brilla para nosotros como signo de segura esperanza. Es la madre de la esperanza, en nuestro camino, en nuestra vía es la madre de la esperanza, es la madre también que nos consuela, la madre de la consolación y la madre que nos acompaña en el camino.

Ahora rezamos a la Virgen, todos juntos a nuestra madre que nos acompaña en el camino.

Después de la oración mariana, el santo padre ha añadido:

Queridos hermanos y hermanas, ayer, en Palermo, fue proclamado Beato Don Giuseppe Puglisi, sacerdote y mártir, asesinado por la mafia en 1993. Don Puglisi fue un sacerdote ejemplar, dedicado especialmente a la pastoral juvenil. Educando a los jóvenes según el Evangelio sacándoles de la mala vida, y así ésta ha tratado de derrotarlo asesinándolo. En realidad, sin embargo, es él que ha vencido, con Cristo Resucitado. Pienso en el dolor de tantos hombres y mujeres, también niños que son explotados por tantas mafias, que les explotan, haciéndoles hacer un trabajo que les hace esclavos, con la prostitución, con tantas presiones sociales. Detrás de estas explotaciones, detrás de esta esclavitud, hay mafias. Recemos al Señor para que convierta el corazón de estas personas. No pueden hacer esto, no pueden hacer de nosotros hermanos, esclavos. Debemos rezar al Señor. Recemos para que estos mafiosos y mafiosas se conviertan a Dios. Te alabamos Señor por este luminoso testimonio, de don Giuseppe Puglisi.

Saludo con afecto a todos los peregrinos presentes, las familias, los grupos parroquiales venidos de Italia, España, Francia y muchos otros países. Saludo en participar a la Asociación Nacional san Pablo de los Oradores y de los Círculos Juveniles, nacida hace 50 años al servicio de los jóvenes. Queridos amigos, san Filippo Neri, que hoy recordamos, y el beato Giuseppe Puglisi apoyen vuestro compromiso. Saludo al grupo de católicos chinos aquí presentes, que se han reunido en Roma para rezar por la Iglesia en China, invocando la intercesión de María Auxiliadora.

Dirijo un pensamiento a cuantos promueve la “Jornada del Socorro”, en favor de los enfermos que viven el tramo final de su camino terreno; como también la Asociación Italiana de Esclerosis Múltiple. ¡Gracias por vuestro compromiso! Saludo a la Asociación Nacional Arma de Caballería, y a los fieles de Fiumecello, en Pádova.

¡Buen domingo a todos!

ÁNGELUS - Plaza de San Pedro - Solemnidad de la Santísima Trinidad - Domingo 26 de mayo de 2013

El milagro del cojo de Calanda

El 27 de abril de 1641 el hecho fue reconocido como milagro por la archidiócesis aragonesa

Finales de julio de 1637. Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda (Teruel) tuvo un accidente durante su trabajo. Cayó al suelo y le pasó por encima de la pierna derecha una de las ruedas del Carro de su tío rompiéndosela más o menos a la altura del tobillo.

Le llevaron al hospital de Valencia y, al ver que cada vez empeoraba más, lo trasladaron a Zaragoza donde llegó a primeros de octubre, con mucha fiebre y la pierna totalmente gangrenada. Antes de ingresar en el hospital fue a la iglesia del Pilar, donde se confesó y comulgó.

Ya en el hospital, viendo los médicos que la pierna no tenía curación decidieron cortarla cuatro dedos por debajo de la rodilla.

Se la serrucharon sin más anestesia que una bebida bien cargada de alcohol mientras él se encomendaba a la Virgen del Pilar. Después de la operación, dos médicos enterraron la pierna en el cementerio del hospital.

Cuando se repuso de la operación, pasó dos años y medio pidiendo limosna en la puerta del Pilar y durmiendo en una posada o en los bancos del hospital. Regresó a Calanda.

Una noche soñó que se untaba el muñón con el aceite de la lámpara de la iglesia del Pilar. Al entrar sus padres en la habitación notaron una extraña fragancia; la madre se aproximó con el candil a su hijo y vio que le salían de entre las sábanas no una sino las dos piernas.

Era su misma pierna amputada: con antiguas cicatrices de niño y la lesión cerca de tobillo que le hizo el carro cuando le pasó por encima.

Además se comprobó que la pierna enterrada en el cementerio del hospital no estaba. El milagro fue plenamente documentado, testificado por centenares de zaragozanos que conocían al cojo de Calanda cuando por espacio de dos años pedía limosna en las puertas del Pilar. La fama de este portento, resistente a toda crítica histórica, absolutamente riguroso, se extendió por todo el mundo y contribuyó no poco a difundir la existencia del Pilar de Zaragoza y la devoción pilarista, principalmente en los países hispanoamericanos.

¿Será que Dios es difícil?

¿No resulta difícil entregar parte de nuestro tiempo y de nuestro corazón a quien no vemos, ni sentimos, ni palpamos?

El corazón humano está hecho para Dios. Así lo explica el Evangelio, así lo enseña la teología, así lo sentimos en momentos particulares de la propia vida.

Sin embargo, muchos viven como si Dios fuese un extraño, un desconocido, un obstáculo, incluso un enemigo.

Piensan y deciden cada día como si hubiera mil cosas más importantes. Dios, al máximo, es visto como si fuera un satélite lejano. Otros lo ven como un residuo de civilizaciones superadas por el avance de las ciencias y la tecnología. Otros llegan a pensarlo como un enemigo de la propia libertad, un obstáculo para la realización personal y social.

¿Por qué ocurre esto? Cada ser humano camina según experiencias e ideas, encuentros y esperanzas. Lo inmediato se toca y se palpa continuamente. Parece más real un aparato electrónico o una sopa de verduras que un Ser que vive en un cielo desconocido, lejano, misterioso.

En cada elección quedamos marcados por lo que hacemos o por lo que dejamos de hacer. Nuestra mente y nuestro corazón perciben resultados concretos. El placer refuerza un comportamiento. El dolor nos aparta de lo que catalogamos como obstáculo para la propia felicidad.
Dios, ¿tiene un lugar en el frenesí moderno? ¿Quedan rendijas en la vida humana para un ser tan poco visible? ¿No resulta difícil entregar parte de nuestro tiempo y de nuestro corazón a quien no vemos, ni sentimos, ni palpamos?

La aparente lejanía de Dios, sin embargo, no es suficiente para apagar una luz interior que brilla en momentos concretos de nuestra vida. Tras un accidente, una enfermedad, un fracaso en las relaciones con amigos o compañeros, se hace más palpable que sin un Dios real y cercano la vida sería simplemente un juego de fuerzas y fortunas donde unos ríen y otros lloran, unos triunfan y otros sucumben.

¿Es eso el existir humano? ¿O podemos abrir ventanas a horizontes infinitos, posibles sólo si hay un Dios bueno, omnipotente, interesado por la vida de cada uno de sus hijos?

Este día tendrá sus momentos de exaltación o sus ratos de angustia. Si vamos más allá de lo inmediato, si rompemos con apegos a lo material que encallan el alma en lo que pasa fugazmente, seremos capaces de dejar espacio a un Dios que busca, que espera, que ofrece, que cura, que salva.

Entonces percibiremos que Dios no es difícil, porque es Alguien cercano, humilde, lleno de cariño. Tan cercano que el Padre envió a su Hijo al mundo para salvarlo. Tan humilde que Cristo puso sus manos en un madero y fue crucificado. Tan lleno de cariño que continuamente me ofrece, respetuosamente, el consuelo incomparable de su misericordia eterna.

VIDEOMENSAJE DE FRANCISCO AL II ENCUENTRO NACIONAL DE JUVENTUD EN ROSARIO
El Papa, a los jóvenes: "Vayan con Jesucristo a sembrar esperanza. Vayan con Él a renovar la historia"

"Vayan con Él a curar las heridas de tantos hermanos nuestros que están tirados al borde del camino"

Doody/Aica, 27 de mayo de 2018 a las 19:41

El Papa, con los jóvenesAgencias

No balconeen la vida, pónganse las zapatillas, salgan con la camiseta de Cristo y juéguense por sus ideales

(C. Doody/Aica).- El futuro tanto de la Iglesia como de la sociedad necesita de la "fuerza de la inquietud y del inconformismo" de los jóvenes. Lo afirmó el Papa en un videomensaje que se proyectó este sábado en el II Encuentro Nacional de Juventud en Rosario, en el que Francisco animó a las nuevas generaciones a que "sean inconformistas" y que "no dejen que la historia se escriba afuera mientras miran por la ventana". "No balconeen la vida, pónganse las zapatillas, salgan con la camiseta de Cristo y juéguense por sus ideales",  es insistió el obispo de Roma. "Presencia, comunión y misión" fueron las tres palabras elegidas por el Papa Francisco como centro de su mensaje, que comenzó expresando su alegría por hacerse presente en este momento. "Me lo pidieron mis hermanos obispos y lo hago con gusto", manifestó Francisco, y agradeció a los jóvenes que "se prepararon con mucho esfuerzo y de muchas maneras para poder estar ahí". "Gracias por todo ese trabajo, por ponerse en camino con alegría, con fe y esperanza, con ilusiones compartidas", expresó. "Cuando uno va a un encuentro de jóvenes siempre hay fe, esperanza, ilusiones que se van compartiendo allí y van creciendo", reconoció.

"¡Gracias por el entusiasmo que contagian!, donde hay jóvenes hay lío, por el amor hacia Cristo y los hermanos que en estos días seguramente va a ir en aumento", añadió, pero advirtió: "que no sea espuma, que no sea sólo espuma, que sea jabón que hace espuma, pero que sea jabón".

"Cuando pensaba en ustedes y en que podía compartirles para este Encuentro, se me ocurrieron tres palabras: presencia, comunión y misión", enumeró el Pontífice.

"La primera palabra es presencia: Jesús está con nosotros, está presente en nuestra historia, si no nos convencemos de esto no somos cristianos, camina con nosotros, aunque no lo conozcamos, pensemos en los discípulos de Emaús", señaló.

Jesús se ha hecho nuestro hermano, recordó, y "nos invita también a nosotros a encarnarnos, a construir juntos esa palabra tan linda: 'la civilización del amor', como discípulos y misioneros suyos, acá y ahora, en tu casa, con tus amigos, en las situaciones que te tocan vivir a diario; para eso es necesario estar con Él, ir a su encuentro en la oración, en la Palabra, en los sacramentos, dedicarle tiempo, hacer silencio para oír su Voz. ¿Vos sabés hacer silencio en tu corazón para escuchar la voz de Jesús? No es fácil, probá", animó Francisco.

El Papa recordó a los jóvenes que Jesús está con ellos "aunque tal vez en algunos momentos te sientas como los de Emaús antes de encontrarse con Jesús Resucitado, te sientas triste, decepcionado, bajoneado, bajoneada, sin muchas esperanzas de que las cosas cambien".

"Vas herido por el camino y parece que ya no podés más, que las contradicciones son más fuertes que todo lo positivo, de toda la polenta que vos le quieras poner, que no ves la luz al final del túnel, pero cuando te encontrás con Jesús, es una gracia, el buen samaritano que se acerca a ayudarte, ese es Jesús: todo se renueva, vos te renovás y podés con Jesús, renovar la historia", aseguró.

"Eh, Padre, ¡no exagere! ¿cómo vamos a renovar la historia? ¡Podés renovar la historia! ¡La renovó una chica de 16 años que en Nazaret dijo Sí! ¡Podés renovar la historia!", exclamó el Papa con entusiasmo ante una multitud que a miles de kilómetros de Roma lo escuchaba atenta.

"El buen samaritano es Cristo que se acerca al pobre, al que lo necesita; el buen samaritano también sos vos cuando, como Cristo, te acercás al que está a tu lado y en él sabés descubrir el rostro de Cristo. Es un camino de amor y misericordia. Jesús nos encuentra, nos sana, nos envía a sanar a otros. Nos envía a sanar a otros", insistió.

Además, advirtió que "solamente nos es lícito mirar a una persona de arriba abajo: desde arriba solamente para agacharnos y ayudarla a levantarse, sino, no tenemos derecho de mirar a nadie desde arriba; si yo miro desde arriba es para agachar y ayudar a levantar", sostuvo.

Para recorrer este camino de ayudar a levantar a otros, recordó Francisco, "necesitamos de los encuentros personales con Jesús, momentos de oración, de Adoración y sobre todo de escuchar la Palabra de Dios".

"¿Cuántos de ustedes leen dos minutos el Evangelio en el día? Dos minutos, eh", preguntó el Pontífice, y aconsejó: "Tenés un evangelio chiquito, lo llevás en el bolsillo, en la cartera, mientras vas en el bus, mientras vas en el subte, en el tren, o te parás y te sentás en tu casa, lo abrís y leés dos minutos, ¡probá! Y vas a ver cómo te cambia la vida, ¿por qué?, ¡porque te encontrás con Jesús! ¡Te encontrás con la Palabra!", expresó.

En cuanto a la segunda palabra, comunión, recordó que "no vamos solos escribiendo la historia, algunos se la creyeron, piensan que solos o con sus planes van a construir la historia; ¡Somos un pueblo! Y la historia la construyen los pueblos, ¡no los ideólogos! ¡Los pueblos son los protagonistas de la historia! ¡Somos una comunidad, somos una Iglesia! Y si vos querés construir, como cristiano, tenés que hacerlo en el Pueblo de Dios, en la Iglesia, como Pueblo, no en un grupito 'pitucón' o estilizado apartado de la vida del pueblo de Dios. El Pueblo de Dios es la Iglesia, con toda la gente de buena voluntad, con sus chicos, sus grandes, sus enfermos, sus sanos, sus pecadores, que somos todos, con Jesús, la Virgen, los santos que nos acompañan. Caminar en pueblo, construir una historia de pueblo", detalló Francisco.

"Jesús cuenta con vos, y también cuenta con él, con ella, con todos nosotros, con cada uno. Sabemos que como Iglesia estamos en un tiempo muy especial, en el año del Sínodo de los obispos, que va a tratar el tema de los jóvenes. Ustedes, los jóvenes, serán el objeto de las reflexiones de este Sínodo y además recibiremos de ustedes los aportes, ya sea de la Asamblea presinodal que se realizó en Roma con 350 chicos y chicas de todo el mundo, cristianos, no cristianos y no creyentes, del cual también participaron 15.000 a través de las redes sociales que se iban comunicando con ellos. Ellos han hecho una propuesta, una semana estudiaron peleando, discutiendo, riéndose, y ese aporte nos llega al Sínodo, y ¡ahí estás vos! Con ese aporte vamos adelante", afirmó.

El Papa invitó a los jóvenes argentinos a "ser partícipes, protagonistas desde el corazón de este acontecimiento especial tan importante".

"No se queden al margen, comprométanse, digan lo que piensan, no sean exquisitos, 'que me miró, que me tocó, que si piensa distinto, que no estoy de acuerdo con el mensaje'", pidió el Santo Padre. "Vos, ¿cómo vivís?, ¡compartí lo que vivís! El Papa quiere escucharlos, el Papa quiere dialogar y buscar juntos nuevos caminos de encuentro, que renueven nuestra fe y revitalicen nuestra misión evangelizadora", añadió.

"Ustedes saben mejor que yo que las computadoras, los celulares, necesitan actualizaciones para funcionar mejor, también nuestra pastoral necesita actualizarse, renovarse, revisar la conexión con Cristo a la luz del Evangelio; ese que desde ahora vas a llevar en el bolsillo y vas a leer dos minutos por día", dijo confiado el Santo Padre.

"Mirando al mundo de hoy, discerniendo y dando nuevas energías a la misión compartida, ese es el trabajo que van a tener ustedes en estos días sobre todo, y que yo acompaño con mi cercanía, mi oración y mi simpatía", afirmó.

La tercera palabra, señaló Francisco, es misión. "Se nos llama a ser Iglesia en salida, en misión. Una Iglesia misionera, no encerrada en nuestra comodidades y esquemas, sino que salga al encuentro del otro; Iglesia samaritana, misericordiosa, en actitud de diálogo, de escucha", recordó. "Jesús nos convoca, nos envía y nos acompaña para acercarnos a todos los hombres y mujeres de hoy, así lo escucharemos el próximo domingo en el Evangelio: 'Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, y Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo'", citó. "Vayan con Él a curar las heridas de tantos hermanos nuestros que están tirados al borde del camino. Vayan con Él a sembrar esperanza en nuestros pueblos y ciudades. Vayan con Él a renovar la historia", exhortó el pastor de Roma. Finalmente, el Santo Padre señaló que "muchas veces han oído decir que ustedes son el futuro, en este caso el futuro de la Patria, el futuro está en las manos de ustedes, es verdad, porque nosotros nos quedamos, y ustedes siguen; pero cuidado, un futuro sólido, un futuro fecundo, un futuro que tenga raíces", animó, advirtiendo que no existe un futuro utópico en que "no, la historia ya pasó, no, lo de antes... no, ahora empieza". "Ahora no empieza nada, ¡te la vendieron!", exclamó Francisco, y recordó al poeta Bernárdez, que termina un verso diciendo: "Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado". En ese sentido, el Santo Padre se dirigió a los jóvenes con un claro llamado: "Volvé a las raíces y armá tu futuro desde las raíces, de donde te viene la savia. No renegués de la historia de tu Patria, no renegués la historia de tu familia, no niegues a tus abuelos, buscá las raíces, busca la historia, y desde allí, construí el futuro. Y aquellos que te dicen: 'Si, los héroes nacionales ya  El Papa invitó también a "mirar en estos días a María, la Virgen del Rosario, que supo estar cerca de su Hijo, acompañándolo en sus misterios de gozo y de dolor, de luz y de Gloria, que ella, María, Madre de la cercanía y de la ternura, Señora del corazón abierto y siempre disponible para ir al encuentro de quienes la necesitan, se su Maestra en el modelo de la vida de fe. Ustedes busquen allí, que Ella les enseñe", envió"Que Jesús los bendiga, que la Virgen Santa los cuide a ustedes, a su familia, a sus comunidades; y por favor, no se olviden de rezar por mí, para que sepa transmitir las raíces a las nuevas generaciones, que las hagan florecer en el futuro, y ¡eso son ustedes! ¡Gracias!", concluyó, desencadenando en el hipódromo un fuerte e incesante aplauso entre los jóvenes que este domingo regresan a sus hogares para comenzar con el desafío de "renovar la historia".

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