El mejor amigo

En el núcleo de la fe cristiana en un Dios trinitario hay una afirmación esencial. Dios no es un ser tenebroso e impenetrable, encerrado egoístamente en sí mismo. Dios es Amor y solo Amor.

Los cristianos creemos que, en el Misterio último de la realidad, dando sentido y consistencia a todo, no hay sino Amor. Jesús no ha escrito ningún tratado acerca de Dios. En ningún momento lo encontramos exponiendo a los campesinos de Galilea doctrina sobre él. Para Jesús, Dios no es un concepto, una bella teoría, una definición sublime. Dios es el mejor Amigo del ser humano.

Los investigadores no dudan de un dato que recogen los evangelios. La gente que escuchaba a Jesús hablar de Dios y le veía actuar en su nombre experimentaba a Dios como una Buena Noticia. Lo que Jesús dice de Dios les resulta algo nuevo y bueno. La experiencia que comunica y contagia les parece la mejor noticia que pueden escuchar de Dios. ¿Por qué?

Tal vez lo primero que captan es que Dios es de todos, no solo de los que se sienten dignos para presentarse ante él en el Templo. Dios no está atado a un lugar sagrado. No pertenece a una religión. No es propiedad de los piadosos que peregrinan a Jerusalén. Según Jesús, «hace salir su sol sobre buenos y malos». Dios no excluye ni discrimina a nadie. Jesús invita a todos a confiar en él: «Cuando oréis, decid: “¡Padre!”».

Con Jesús van descubriendo que Dios no es solo de los que se acercan a él cargados de méritos. Antes que a ellos escucha a quienes le piden compasión, porque se sienten pecadores sin remedio. Según Jesús, Dios anda siempre buscando a los que viven perdidos. Por eso se siente tan amigo de pecadores. Por eso les dice que él «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».

También se dan cuenta de que Dios no es solo de los sabios y entendidos. Jesús le da gracias al Padre porque le gusta revelar, a los pequeños, cosas que les quedan ocultas a los ilustrados. Dios tiene menos problemas para entenderse con el pueblo sencillo que con los doctos que creen saberlo todo.

Pero fue sin duda la vida de Jesús, dedicado en nombre de Dios a aliviar el sufrimiento de los enfermos, liberar a poseídos por espíritus malignos, rescatar a leprosos de la marginación, ofrecer el perdón a pecadores y prostitutas..., lo que les convenció de que Jesús experimentaba a Dios como el mejor Amigo del ser humano, que solo busca nuestro bien y solo se opone a lo que nos hace daño. Los seguidores de Jesús nunca pusieron en duda que el Dios encarnado y revelado en Jesús es Amor y solo Amor hacia todos.

Santísima Trinidad - B
(Mateo 28,16-20)
27 de mayo 2018

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo, que me ungiste con tus dones el día de mi bautismo, no permitas que conviva con capacidades tan grandes, sin ser consciente de ellas y sin ejercitarlas; sería un desagradecido.

Despierta mis ojos y préstales la luz de tu Sabiduría, que mi mirada atraviese la realidad material y descubra en todo la presencia del Creador, y acierte a interpretar la historia desde el saber de Dios.

Espíritu bueno, que lo has hecho todo bueno y para bien, y en todo has dejado semillas de bondad, de belleza y de verdad: que sepa trascender los acontecimientos y que los lea en clave providente, desde el don de la fe.

Maestro interior, que de tantas maneras me aconsejas y me indicas con suavidad el camino que conduce a Dios: abre mi oído interior para que perciba tus insinuaciones y tus llamadas, y tenga fuerza para obedecer a aquello que conduce a la paz.

Tú eres, Espíritu Santo, quien convierte lo débil en fuerte, Tú eres defensor de los pequeños, de los humildes, de quienes se sienten frágiles y menesterosos, ¡Padre de los pobres! Tú eres fortaleza y a la vez misericordia; Tú conviertes las heridas en testigos de gracia. Úngeme con tu fuerza para que no perezca, sobre todo por argumentos subjetivos, por verme incapaz; que siempre confíe en tu gracia y me levante.

Tú eres Espíritu Creador, y al principio has aleteado sobre la faz de las aguas. Gracias a tu aliento existe todo. Nada ni nadie pueden recibir el obsequio de adoración. Solo Dios es Dios, Él es el Autor del universo, y Tú eres el sustentador de toda realidad, soplo y aliento de vida. No permitas que se desvíe mi corazón y rinda culto a las criaturas.

Tú eres el Amor divino, el amor entrañable, el amor que mantiene el hogar encendido en la Comunidad Trinitaria.

Sé también el fuego ardiente en el corazón humano y mantén en mí la capacidad de amar, de compadecer, de practicar la misericordia, de ejercitar la piedad, que no se quede en un sentimiento emocional, sino que mi vida quede afectada ante los que padecen necesidad.

Espíritu Santo, Tú eres el Amigo del alma, el Consejero fiel, el Abogado defensor: defiéndeme de mí mismo. No permitas que me emancipe de ti, que, pretencioso, huya de tu presencia y de tu mirada, ni cierre mis oídos a tus consejos. Sería temerario un camino independiente, orgulloso, como si yo me pudiera valer por mí mismo. Defiéndeme, tanto mis posibles opciones emancipadas, como de los momentos en los que me pueda hundir, desconfiado.

Mantenme siempre en la filiación divina confiada, y haz que no huya nunca de la presencia de Dios, aunque tenga que reconocer avergonzado mi debilidad.

Espíritu Santo, sé que cuanto de expreso ya me lo has dado, y que tan solo es preciso que sea consciente de tanta gracia. No te entristezcas ante mi falta de memoria. Te pido que además de ser la fuente de mis dones, te hagas Consejero permanente y me recuerdes esos dones para que colabore contigo en el acrecentamiento de la creación y sea signo de tu Amor en el mundo. Amén

FRANCISCO PIDE "SOLIDARIDAD" Y "TERNURA" CON PERSONAS CON ENFERMEDADES GRAVES
El Papa, en el ángelus: "Recemos juntos por África, para que haya paz allí"

Recuerda a la nueva beata Leonella Sgorbati, "signo de esperanza para todo el mundo"

Cameron Doody, 27 de mayo de 2018 a las 12:52

Ángelus del Papa FranciscoAgencias

Las lecturas de la Biblia de hoy nos hacen comprender cómo Dios no quiere revelar tanto que Él exista, sino que es el "Dios con nosotros"

(Cameron Doody).- Ángelus del Papa en la fiesta de la Santísima Trinidad. Y Francisco ha dedicado una oración especial después de su catequesis a África"para que haya paz allí". También ha pedido "solidaridad" con personas afectadas por enfermedades graves: la "ternura" propia del cristiano que sabe que su vocación consiste en "sumergir a cada ser humano en este océano que es el amor de Dios: un amor que levanta de los pecados, sana las heridas del alma y nos da la salvación". Algunas frases de la catequesis del Papa:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, domingo después de Pentecostés, celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad

Una fiesta para contemplar y alabar el misterio del Dios de Jesucristo, que es uno en la comunión de tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Para celebrar con nuevo asombro a Dios-Amor, quien nos ofrece su vida gratis

Las lecturas de la Biblia de hoy nos hacen comprender cómo Dios no quiere revelar tanto que Él exista, sino que es el "Dios con nosotros"

Él "es Dios allá arriba en los cielos", pero también "aquí abajo en la tierra"

No creemos en una entidad distante e indiferente, sino en todo lo contrario: en el Amor que creó el universo y generó un pueblo, se hizo carne, murió y resucitó por nosotros

San Pablo nos indica su deseo de ser llamado Padre, o más bien "Papá", con la total confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien le dio la vida

El Espíritu Santo que actúa en nosotros hace que Jesucristo no se reduzca a una persona del pasado, sino que nos sintamos cerca de él, nuestro contemporáneo

Gracias a su presencia y a la fuerza de su Espíritu, podemos alcanzar serenamente la misión que nos confía: proclamar y testimoniar a todos su Evangelio

La alegría es el primer idioma del cristiano La Santísima Trinidad nos hace contemplar el misterio de un Dios que constantemente crea, redime y santifica, siempre con amor y por amor Siempre ha elegido caminar con la humanidad y formar un pueblo que sea una bendición para todas las naciones y para todas las personas, nadie excluido Por lo tanto, la tarea de cada bautizado es la misma que confió Jesús a sus discípulos: "Id, haced discípulos a todos los pueblos" Una tarea que... podríamos traducir como la invitación a "sumergir" a cada ser humano en este océano que es el amor de Dios: un amor que levanta de los pecados, sana las heridas del alma y nos da la salvación

Algunas frases de su saludo:

Queridos hermanos y hermanas

Ayer fue proclamada beata la hermana Leonella Sgorbati, hermana misionera de La Consolata, asesinada en el odio de la fe en Mogadiscio, Somalia, en 2006Su vida, además de su martirio, representa un signo de esperanza para África y para todo el mundo

Recemos juntos por África, para que haya paz allí

Saludo a todos vosotros, queridos romanos y peregrinos, familias y grupos de asociaciones parroquiales

Saludo a todos los que se han reunido en el Policlínico Gemelli para promover la solidaridad con personas afectadas con enfermedades graves

También hemos de ser personas espirituales con los enfermos y estar cerca de ellos con ternura

Permanece con nosotros

Santo Evangelio según San Mateo 28,16-20. Solemnidad de la Santísima Trinidad (Domingo siguiente a Pentecostés). Ciclo B

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy celebramos con toda la Iglesia la solemnidad de la Santísima Trinidad. El Evangelio de hoy nos presenta un momento crítico de Jesús con sus discípulos, la despedida física del poder hablar y verse cara a cara.

Los discípulos ya habían sido testigos de su muerte, resurrección y ascensión gloriosa al cielo. Habían compartido con Él, visto sus milagros y, lo más impresionante de todo, aún dudaban.

De la misma forma muchos de nosotros hemos caído en la rutina de acostumbrarnos a tener la Eucaristía accesible, la confesión al alcance con un sacerdote cercano, la adoración eucarística; hemos visto el paso de Dios por nuestra vida y nada cambia, aún dudamos.

A pesar de esta actitud de los discípulos y nuestra, Jesús deposita su confianza en nosotros y nos deja de llamar "discípulos" para empezar a ser sus "apóstoles"" (-enviados- en griego). Jesús envía a estos hombres a bautizar y enseñar en nombre de Dios Padre, de Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, el único y eterno Dios. ¿No suena esto como una tarea demasiado grande? ¿A quién se le ocurre confiar en estos hombres ignorantes y dudosos? ¡A Dios se le ocurrió! Ésta es la prueba más clara de que la Iglesia es fundada por el mandato misionero de Cristo y que Él ha cumplido su palabra "Yo estaré con ustedes todos los días hasta el final del mundo", porque a pesar de todas las limitantes y todos los errores de los hombres, el mensaje de amor sigue intacto.

Dios Padre a través de su Hijo que es su Palabra hecha carne, nos actualiza hoy la promesa de permanecer con nosotros todos los días de nuestra vida y darnos la fuerza del Espíritu Santo para llegar a la santidad. El Eterno confía en ti con tu historia, tus errores y tus dudas para llamarte a ser su apóstol. "El que cumpla y enseñe estos mandamientos, será grande en el Reino de los Cielos."(Mt 5,19)

En cada eucaristía se celebra la memoria de esta salvación; el memorial de Jesús que se hace presente sobre el altar para darnos la vida, también nosotros, en nuestra propia vida personal, debemos hacer lo mismo: hacer memoria de nuestro camino, porque cada uno de nosotros ha hecho un camino, acompañado por Dios, cerca de Dios, cerca del Señor a veces también alejándose del Señor. Hace bien al corazón de todo cristiano hacer memoria del propio camino y tener claro cómo Dios lo ha conducido hasta aquí, como lo ha llevado de la mano.

(Homilía de S.S. Francisco, 21 de abril de 2016 en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy romperé mi rutina y viviré mi Eucaristía dominical como si fuera la primera y la última.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén. ¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.  En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La Santísima Trinidad, el "misterio de los misterios"

El misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser entendido, es para ser amado y vivido en nuestro interior.

Se nos ha habituado a pensar que, al hablar de la Santísima Trinidad, hemos de concebir algo totalmente oscuro e ininteligible. ¡Por algo es un misterio! Más aún, es -por así decirlo- el misterio por antonomasia de nuestra fe, el "misterio de los misterios". Pero, en vez de plantear el tema en términos de raciocinio o de especulación teológica, yo prefiero mil veces más tratarlo desde un punto de vista mucho más "humano" y personal, si se me permite la expresión. No que la razón no lo sea. Pero yo creo que es mucho más palpitante, cercano y vivencial cuando lo contemplamos con el corazón y bajo el prisma del amor.

Y es que el misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser especulado, es para ser amado y vivido en nuestra interioridad. Al menos, a mí me parece que así es mucho más sabroso y "digerible". La razón es, por lo general, más fría e impersonal. Mientras que el amor es todo lo contrario.

Pues bien, la Santísima Trinidad es un misterio de amor. Es más, es el misterio del "Amor de los amores" –como cantamos en un hermoso motete-. Dios, que "habita en una luz inaccesible" –como nos dice san Pablo en su carta a Timoteo (I Tim 6, 16)— se nos ha querido revelar por medio de su Palabra: Dios, en lo más profundo de su intimidad, es una comunión de personas divinas unidas por el amor. Más aún, son esas mismas personas que son el Amor personificado: el Padre, que es el amor creador; el Hijo, que es el amor redentor; el Espíritu Santo, que es el amor santificador. Pero, además, es un amor recíproco entre ellos mismos; un amor subsistente y personal. Un solo Dios verdadero y tres Personas distintas, cuya vida y existencia es puro Amor. Una relación de amor. Y el amor crea una comunión de personas. Como en el matrimonio y en la familia, pero en un grado infinito y divino. El amor es, por naturaleza, unidad y fecundidad. Esto es, en esencia, el misterio de la Santísima Trinidad.

Y, ¿cómo explicarlo? Es muy difícil encontrar las palabras justas. Más fácil lo podremos comprender a la luz de la propia experiencia del amor que con un discurso racional, aunque sea filosófica y teológicamente muy correcto. ¿Quién de nosotros no sabe lo que es el amor? Todos lo hemos experimentado muchas veces en nuestra propia vida: hemos sentido el calor y la ternura de una madre; la fuerza y seguridad que nos infunde el amor de un padre; el cariño de una hermana o de una amiga; el gozo de la compañía y de la fidelidad de un hermano o de un amigo verdadero; y la dulzura incomparable del amor de una esposa o de un esposo, de unos hijos.

Aristóteles definía la amistad como "una misma alma en dos cuerpos". Y el poeta latino Horacio llamaba a Virgilio, su gran amigo, "dimidium animae meae", "la mitad de mi alma". Grandes poetas, literatos, músicos y artistas de todos los tiempos han ofrecido su tributo a la amistad.

Y han reservado sus mejores canciones y sus notas más líricas para cantar la belleza del amor humano. Sin duda alguna, éste es el tema que más ha inspirado a los hombres a lo largo de la historia, sea en el arte, en la poesía o en la propia vida. Decía Dante Alighieri que "es el amor el que mueve el sol, el cielo y las estrellas". Y el poeta Virgilio afirmaba: "amor vincit omnia", "el amor es capaz de vencer todos los obstáculos". Y tenían toda la razón.

Y es que el amor es lo más grande, lo más noble, lo más bello, lo más maravilloso; en una palabra, lo más sagrado del ser humano. Por eso, con el amor no se juega y éste se merece los mayores sacrificios con tal de conservar toda su pureza y su fragancia virginal.

San Juan nos dejó una estupenda definición de Dios: "Deus Charitas est", "¡Dios es Amor!" (I Jn 4, 8). No se expresó en conceptos racionales, sino en un vocabulario propio del corazón. También lo otro pudo haber sido muy correcto. Pero también, sin duda, más frío e impersonal.

Como aquellas definiciones que dio Aristóteles sobre Dios: "El motor Inmóvil", "el Acto puro", "la Inteligencia más perfecta". O incluso aquella definición teológica y metafísica de santo Tomás de Aquino: "el único Ser necesario, absoluto y trascendente", "el mismo Ser subsistente". Pues sí. Es verdad. Pero, ¿no nos gustan y nos dicen inmensamente más las palabras propias del amor?

Y llegados a este punto, sería interminable la lista de experiencias que todos tenemos sobre el amor… Como decía san Juan al final de su Evangelio, "ni todos los libros del mundo serían suficientes para poderlas contener". Y es que el amor no se puede explicar con conceptos o con raciocinios filosóficos. Se siente. Se experimenta. Así también es Dios.

Sí. Lo más maravilloso y sagrado del hombre es el amor. Y también lo más divino. Por eso, a Dios podemos encontrarlo en lo más profundo de nuestro ser, en lo más recóndito de nuestro espíritu. Dios allí habita. Los más altos pensadores de la humanidad así lo experimentaron. Séneca, aquel famoso filósofo romano de origen cordobés, aun sin ser cristiano, llegó a expresarse de esta manera: "sacer intra nos spiritus sedet, malorum bonorumque nostrorum observator et custos. In unoquoque virorum bonorum habitat deus". En nuestra lengua cervantina sonaría así: "un espíritu sagrado reside dentro de nosotros, y es el observador y el guardián de nuestros males y de nuestros bienes. En cada alma virtuosa habita Dios" (Epístolas morales, núm. 41).

San Pablo, por su parte, nos recuerda que "somos morada de la Santísima Trinidad, templos vivos de Dios y del Espíritu Santo" (I Cor 3, 16). Así fue como nos lo prometió nuestro Señor la noche de su despedida: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada." (Jn 14, 23).

¡Éste es el núcleo más bello del misterio de la Santísima Trinidad! Y lo más maravilloso es que también nosotros hemos sido llamados a participar de esta vida íntima de Dios, que es amor. Y nos adentraremos en el seno de la Trinidad Santísima en la medida de nuestra vida de gracia y de nuestra caridad, que es el grado de amor sobrenatural en nuestra alma.

Santísima Trinidad

Nuestro Dios en su misterio más íntimo no es soledad, sino familia

Lecturas:

Deuteronomio 4, 32-34. 39-40: “El Señor es el Dios del cielo y de la tierra, y no hay otro”.

Salmo 32: “Dichoso el pueblo escogido por Dios”.

Romanos 8, 14-17: “Ustedes han recibido un espíritu de hijos en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios”.

Mateo 28, 16-20: “Bauticen a todos los pueblos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

En una fiesta de la Santísima Trinidad, el sacerdote colocó en el altar el bello icono ortodoxo de Andrei Rublev que representa a Abraham invitando a tres ángeles a participar de su comida, acontecimiento considerado como anuncio de la Santísima Trinidad, muy apreciado sobre todo por la Iglesia Ortodoxa. Una anciana, muy contrariada, me comentó: “Esta Trinidad está muy moderna.

No aparece Dios Padre como un venerable anciano. Ni tampoco el Hijo cargando la cruz y mucho menos el Espíritu que todos conocemos y que es una palomita, muy bonita, que simboliza la paz. Estos hasta parecen tres jóvenes que se disponen a comer”. En vano intenté explicarle que las pinturas o esculturas que tenemos, sobre todo de Dios Trino, más que verdaderas imágenes, tienen el sentido simbólico para encaminarnos al misterio y hacerlo más cercano. Ni Dios Padre es un viejito, ni la imagen del Hijo es su retrato, ni el Espíritu es una paloma, sino sólo son signos que nos pueden ayudar a tener una idea de Dios Trino. Y que lo más importante es la presencia de este Dios Trino en nuestra vida, el descubrir a Dios comunidad y la invitación a sumegirnos en su amor.

Hoy nuestra celebración tiene un sentido muy especial. Es cierto que cada día, y en especial los domingos, nuestra alabanza y contemplación están dirigidas a nuestro Dios; es cierto que todo lo que hacemos tiene su origen y su finalidad en Él, pero hoy lo queremos hacer de un modo más consciente, detenernos un momento y contemplarlo, experimentar su vida interior, y dejarnos “empapar”, envolver, por su amor. Moisés, en la primera lectura de este domingo, se deshace en elogios y alabanzas a un Dios que ha mostrado su poder a favor del pueblo, que ha creado con amor especial al hombre, que le habla, que lo acompaña, que lo saca de la esclavitud para hacerlo su pueblo. Dios es alguien que se ha revelado, se ha descubierto y ha dejado entrever su rostro en medio del fuego. Se vincula con toda la persona; convierte a Israel en su pueblo predilecto; lo asume como su propiedad personal. Todos estos beneficios han sido gratuitos, inmerecidos por parte de los hebreos. Y por eso Moisés le pide al pueblo que no lo olvide, que su ley es ley de vida para mantener la relación con Dios, fuente de felicidad.

Cuando escucho a Moisés hablar y expresarse así de Dios, me resulta extraño oír a quienes afirman que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios cruel y castigador… Es cierto, es celoso, pero por amor. Pero me resulta más extraño las imágenes que muchos de nosotros tenemos de Dios, reducido a caricatura de lo que no es.

A una especie de tapagujeros para solucionar lo que nuestra ignorancia o pereza no han descubierto. Alguien a quien echarle la culpa de nuestros complejos y fracasos. Alguien lejano y al mismo tiempo inquisidor. Y cuando se tiene un concepto tan erróneo de Dios se acaba por negarlo, aunque después se le busque en la belleza, en la justicia, en el deseo de comunidad y de amor.

Si ya en el Antiguo Testamento encontrábamos destellos de esta bondad y belleza de un Dios cercano, con Cristo, “el Verbo hecho carne”, Dios rompe los muros donde lo habíamos encerrado, el cielo, el templo y el santuario, y se hace caminante, compañero, amigo y hermano. Un rostro que descubre y devela un gran misterio y que nos llama a conocerlo y vivirlo: “Ven y lo verás” “No los llamo siervos porque el siervo no sabe lo que hace su amo, los llamo amigos porque les he dado a conocer todo lo que he aprendido del Padre” Y nos invita a participar de esa vida, unidad y dinamismo que en compañía del Espíritu está viviendo. Su deseo es que “todos sean uno como tú en mí y yo en ti somos uno”. Nuestro Dios en su misterio más íntimo no es soledad, sino familia. Y a esta unidad y vitalidad nos invita el Señor Jesús. Es el misterio que nos quiere revelar, pero no para examinarlo científicamente, sino para vivirlo en amor y amistad. Los científicos ahora se preocupan de las glándulas y hormonas que ayudan o estorban a despertar el amor o la amistad, pero quien ama de verdad, quien es amigo de verdad, no necesita descripciones sino la experiencia del amor. Así también Jesús, rostro amoroso del Padre, nos llama y nos invita a vivir en esta armonía, dinámica y creadora, de la Santísima Trinidad, donde todo es unidad, creación y explosión de amor.

El envío que hoy  hace Jesús en el evangelio no tendría ningún sentido si no hemos vivido el amor en primera persona. No tiene sentido “bautizarse”, sumergirse, perderse en la Trinidad, si no estamos llenos del Espíritu de Amor. No es cuestión de aprendizaje, es cuestión de vida, de dejarse amar, de perderse en el infinito de este Dios Trino que nos llena de toda su vida, de su amor y de su Espíritu creador. Nuestro envío tiene el mismo sentido y el mismo poder de Jesús: “Así como el Padre me ha enviado”. También nosotros somos enviados a proclamar, a vivir y a anunciar el amor que hay en nuestro Dios. A proclamar y anunciar lo que nosotros hemos experimentado y a hacer partícipes de este amor a todos los hombres. Día de la Santísima Trinidad, día en que debemos vivir plenamente esta comunión con nuestro Dios y con nuestros hermanos ¿Cómo lo estamos viviendo?

Dios Padre, que al enviar al mundo al Verbo de verdad y al Espíritu de santidad, revelaste a los hombres tu misterio admirable, concédenos que al profesar la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la unidad de su majestad omnipotente.  Amén.

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