El pecado contra el Espíritu Santo

Evangelio según San Marcos 3,20-35. 

Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. 

Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado". 

Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios". 

Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? 

Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. 
Y una familia dividida tampoco puede subsistir. 

Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. 

Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. 

Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. 

Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre". 
Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro". 

Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. 
La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera". 
El les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". 

Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. 
Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre". 

Santo Ángel de Portugal

Los ángeles, que son parte del mundo invisible, extienden  la acción creadora de Dios, viviendo totalmente dedicadas a la alabanza y el servicio de Dios.

La inteligencia humana no puede expresar la naturaleza espiritual de estas criaturas. Su misión, sin embargo, es conocido a través de la Biblia, que en muchos pasajes, da testimonio acerca de la existencia de los Ángeles.

En Portugal, la devoción al Ángel de la Guardia es demasiado antigua.Sin embargo, aumentan con la participación especial del Ángel, en la visita de la Virgen María en Fátima a los tres pastorcitos.

Pío XII introdujo esta celebración en el calendario litúrgico portugués.

San Juan Pablo II (1920-2005), papa Encíclica “Dominum et vivificantem”, § 46 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)

El pecado contra el Espíritu Santo

¿Por qué la blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable? ¿En qué sentido hay que entender esta blasfemia? Santo Tomás de Aquino responde que se trata de un pecado “irremisible por su misma naturaleza porque excluye los elementos gracias a los cuales se concede la remisión de los pecados”.

Según tal exégesis, esta blasfemia no consiste, propiamente, en decir palabras ofensivas contra el Espíritu Santo, sino que consiste en no querer recibir la salvación que Dios ofrece al hombre a través del Espíritu Santo que actúa en virtud del sacrificio de la cruz. Si el hombre rechaza la “manifestación del pecado” que viene del Espíritu Santo (Jn 16,8) y que tiene un carácter salvífico, rechaza, al mismo tiempo, la “venida” del Paráclito (Jn 16,7), “venida” que tiene lugar en el misterio de Pascua, en unión con el poder redentor de la Sangre de Cristo, Sangre que “purifica la conciencia de las obras muertas” (Heb 9,14).

Sabemos que el fruto de una tal purificación es la remisión de los pecados. En consecuencia, quien rechaza al Espíritu y la Sangre (cf 1Jn 5,8) permanece en las “obras muertas”, en el pecado. Y la blasfemia contra el Espíritu Santo consiste, precisamente, en el rechazo radical de esta remisión de la cual él es el dispensador íntimo, y que presupone la verdadera conversión que él opera en la conciencia. Si Jesús dice que el pecado contra el Espíritu Santo no puede ser perdonado ni en este mundo ni en el otro es porque esta “no-remisión” está ligada, como a su causa, a la “no-penitencia”, es decir, al rechazo radical de convertirse...

La blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado cometido por el hombre que presume y reivindica el “derecho” a perseverar en el mal –en el pecado, cualquiera que sea su forma- y por ahí mismo rechaza la Redención. El hombre permanece encerrado en el pecado, haciendo, pues, por su parte, imposible la conversión y, por consiguiente, también la remisión de los pecados, la cual él no juzga esencial ni importante para su vida. En este caso, hay una situación de ruina espiritual, porque la blasfemia contra el Espíritu Santo no permite al hombre salir de la cárcel en la cual él mismo se ha encerrado.

¿Qué es más sano?

La cultura moderna exalta el valor de la salud física y mental, y dedica toda clase de esfuerzos para prevenir y combatir las enfermedades. Pero, al mismo tiempo, estamos construyendo entre todos una sociedad donde no es fácil vivir de modo sano.

Nunca ha estado la vida tan amenazada por el desequilibrio ecológico, la contaminación, el estrés o la depresión. Por otra parte, venimos fomentando un estilo de vida donde la falta de sentido, la carencia de valores, un cierto tipo de consumismo, la trivialización del sexo, la incomunicación y tantas otras frustraciones impiden a las personas crecer de manera sana.

Ya S. Freud, en su obra El malestar en la cultura, consideró la posibilidad de que una sociedad esté enferma en su conjunto y pueda padecer neurosis colectivas de las que tal vez pocos individuos sean conscientes. Puede incluso suceder que dentro de una sociedad enferma se considere precisamente enfermos a aquellos que están más sanos.

Algo de esto sucede con Jesús, de quien sus familiares piensan que «no está en sus cabales», mientras los letrados venidos de Jerusalén consideran que «tiene dentro a Belzebú».

En cualquier caso, hemos de afirmar que una sociedad es sana en la medida en que favorece el desarrollo sano de las personas. Cuando, por el contrario, las conduce a su vaciamiento interior, la fragmentación, la cosificación o disolución como seres humanos, hemos de decir que esa sociedad es, al menos en parte, patógena. Por eso hemos de ser lo suficientemente lúcidos como para preguntarnos si no estamos cayendo en neurosis colectivas y conductas poco sanas sin apenas ser conscientes de ello.

¿Qué es más sano, dejarnos arrastrar por una vida de confort, comodidad y exceso que aletarga el espíritu y disminuye la creatividad de las personas o vivir de modo sobrio y moderado, sin caer en «la patología de la abundancia»?

¿Qué es más sano, seguir funcionando como «objetos» que giran por la vida sin sentido, reduciéndola a un «sistema de deseos y satisfacciones», o construir la existencia día a día dándole un sentido último desde la fe? No olvidemos que Carl G. Jung se atrevió a considerar la neurosis como «el sufrimiento del alma que no ha encontrado su sentido».

¿Qué es más sano, llenar la vida de cosas, productos de moda, vestidos, bebidas, revistas y televisión o cuidar las necesidades más hondas y entrañables del ser humano en la relación de la pareja, en el hogar y en la convivencia social?

¿Qué es más sano, reprimir la dimensión religiosa vaciando de trascendencia nuestra vida o vivir desde una actitud de confianza en ese Dios «amigo de la vida» que solo quiere y busca la plenitud del ser humano?

Domingo 10 Tiempo ordinario – B (Marcos 3,20-35) 10 de junio de 2018

        

X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “B”
(Gn 3,9-15; Sal 129; 2Cor 4, 13-5,1; Mc 3, 20-35)

Siempre me impresiona la primera pregunta de Dios al hombre: “¿Dónde estás?”. Seguro que Él sabía dónde estaba, pero toma la iniciativa de buscarlo, de ir hacia Adán, aunque este se esconda.

La pregunta del Creador a Adán revela que Dios no abandona a su suerte a los humanos, ni les deja perecer en su desobediencia y pecado. El Creador no nos ha hecho para desentenderse de nosotros, que somos sus criaturas; por el contrario, siempre nos dará la oportunidad de encontrarnos con Él, porque Él desea encontrarse con nosotros.

El papa Francisco valora positivamente en muchas de sus enseñanzas sobre la misericordia este sentimiento del pecador, como esta respuesta de Adán a Dios, de que estaba escondido, avergonzado de su desnudez.

En el discurso que pronunció en el primer encuentro con los Misioneros de la Misericordia, nos dijo: “Quisiera, por último, recordar un elemento del que no se habla mucho, pero que es, por el contrario, determinante: la vergüenza. No es fácil ponerse frente a otro hombre, incluso sabiendo que representa a Dios, y confesar el propio pecado. Se siente vergüenza tanto por lo que se ha cometido, como por tener que confesarlo a otro. La vergüenza es un sentimiento íntimo que incide en la vida personal y que exige por parte del confesor una actitud de respeto y de ánimo. Muchas veces la vergüenza te deja mudo y…, el gesto, el lenguaje del gesto. Desde las primeras páginas, la Biblia habla de la vergüenza. Después del pecado de Adán y Eva, el autor sagrado observa de inmediato: «Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron» (Gén 3, 7). Le primera reacción de esta vergüenza es la de esconderse delante de Dios” (cf. Gén 3, 8-10) (Audiencia 10 de febrero, 2016).

Dios no dejó a los primeros padres sumergidos en su intemperie vergonzante, sino que Él mismo tejerá unas túnicas y se las colocará, para rescatarlos de su sentimiento doloroso y humillante. El salmista reza: “Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa”. “De Dios procede el perdón y así infunde respeto”. Dios no desea que la relación que quiere mantener con nosotros nazca de la amenaza, ni del miedo al castigo, sino por haber experimentar su entrañable misericordia, de la que debe nacer a la vez el agradecimiento y la capacidad de perdonar.

Dice Jesús en el Evangelio: “Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan”. Solo la soberbia camuflada de desesperanza impide el perdón, porque significa resistirse al regalo del Espíritu Santo. Fue la reacción primera de Pedro, cuando Jesús se puso a sus pies. Si no te dejas perdonar no tienes parte con el Señor.

Amigo: “¿Dónde estás? ¿Estás escondido de Dios, avergonzado; o humilde en su presencia?

Una familia dividida no puede subsistir

Santo Evangelio según San Marcos 3, 20-35. Domingo X de Tiempo Ordinario. Ciclo B.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por el don de la fe, de la esperanza y la caridad que me diste en el bautismo. Ayúdame a crecer en estas virtudes para que aprenda a descubrirte en todo momento y darte en mi vida el lugar que te corresponde.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-35

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En este Evangelio, Jesus nos enseña que la división nunca es buena, nisiquiera entre los demonios. La división siempre destruye, no importa cuán buena o mala sea. Si nos encontramos divididos, todo lo que emprendemos se vuelve contra nosotros y no permite enfocarnos en nuestros propósitos. Por eso, Jesús afirma en otro evangelio que nadie puede servir a dos maestros, pues amará a uno y despreciará al otro.

Dios nos pide que le sirvamos y le amemos de todo corazón, y muchas veces fallamos. Él lo sabe. Conoce que somos débiles y, aun así, espera que lo intentemos con todas nuestras fuerzas, porque aguarda el momento en que reconozcamos que, para lograrlo, debemos contar con sus fuerzas y no con las nuestras. Es así que la lucha por el reino de Dios depende no tanto en aquello que hacemos y aquello en lo que fallamos, sino en cuánto confiamos en el amor y perdón de Dios que siempre nos está esperando.

Jesús lo perdona todo y quiere perdonarlo todo, pero si no nos acercamos a pedir perdón, nisiquiera Él puede perdonarlo pues estamos desconfiando de su amor por nosotros. O, si interiormente decimos que queremos recibir el perdón y exteriormente nos alegramos de seguir pecando, estamos divididos, y esta división nos llevará al final a la ruina.

Frente a los sufrimientos de los niños huérfanos o marcados por la dificultad, Don Zeno comprendió que el único lenguaje que entendían era el del amor. Por lo tanto, supo identificar una forma particular de sociedad en la que no hay lugar para el aislamiento o la soledad, sino que se rige por el principio de colaboración entre las diferentes familias, donde los miembros se reconocen como hermanos en la fe. Así en Nomadelfia, en respuesta a una vocación especial del Señor, se establecen lazos mucho más sólidos que los del parentesco. Se actúa una consanguinidad con Jesús, propia de quien ha renacido del agua y del Espíritu Santo y según las palabras del divino Maestro: "Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre". Este vínculo especial de consanguinidad y de familiaridad, también se manifiesta en las relaciones mutuas entre las personas: todos se llaman por nombre, nunca por apellido, y en las relaciones diarios se usa el familiar "tú".

(Homilía de S.S. Francisco, 10 de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Preguntarme si hay algún pecado que no quiero dejar y que no me deja acercarme realmente a Dios y a los demás.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

"DESTRRUIR LA FAMA DE LOS DEMÁS NOS HACE DE LA FAMILIA DEL DIABLO"
El Papa pide que las negociaciones de Singapur logren un futuro de paz para la península coreana y para el mundo entero

"Negar y blasfemar contra el Amor de Dios es el pecado contra el Espíritu Santo, el único imperdonable"

José Manuel Vidal, 10 de junio de 2018 a las 12:35

Papa, en la ventanaA veces, la envidia por la bodad de una persona puede llevarnos a acusarla falsamente...Ése es un auténtico veneno mortal...Que Dios nos libre de esta terrible tentación

(José M. Vidal).- Una vez más, el Papa Francisco desea que las negociaciones de Singapur entre las dos Coreas "logren la paz para la península coreana y para el mundo entero". En clave interna, pone en guardia a los fieles sobre el pecado contra el Espíritu Santo, "el único imperdonable", y arremete de nuevo contra los maledicentes, que, "al destruir la fama de los demás, se hacen de la familia del diablo".

Algunas frases de la catequesis del Papa

"El evangelio de este domingo nos muestra dos tipos de icomprensión que Jesús tuvo que aforntar: el de los escribas y el de sus propios familiares"

"Los escribas eran instruidos..."

"Querían desacreditarlo a los ojos de la gente. Para hacer el oficio de chismosos"

"Y le hacen una acusación terrible: estar endemoniado"

"Jesús curaba amuchos enfermos, pero quieren hacer creer a la gente que lo hace con la fuerza del diablo"

"Jesús no tolera eso"

"Porque caen en la blasfemia. Negar y blasfemar contra el Amor de Dios, que está presente y opera en Jesús, es el pecado contra el Espíritu Santo, el único imperdonable"

"Advertencia para todos: A veces, la envidia por la bodad de una persona puede llevarnos a acusarla falsamente...Ése es un auténtico veneno mortal...Que Dios nos libre de esta terrible tentación" "Estad atentos, porque esto destruye las familias, las amistades, la comunidad y la sociedad" "El Evangelio nos habla también de otra incomprensión: la de sus familiares, preocupados porque su propia vida itinerante no le deja tiempo ni para comer..." "Primero la gente, ayudar a la gente curar a la gente...Era para la gente. Y no tenía tiempo ni para comer"

"Querían llevárselo a casa"

"Jesús formó una nueva familia, ya no basada en los vínculos naturales, sino en la fe"

"Todos los que acogen la Palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre nosotros, la familia de Jesús"

"Destrruir la fama de los demás nos hace de la familia del diablo"

Algunas frases de lo saludos del Papa

"Deseo nuevamente hacer llegar al amado pueblo coreno un pensamiento especial en la amistad y en la oración. Que las negociaciones, que tendrán lugar los próximos días en Singapur, puedan conetribuir al desarrollo de un recorrido positivo, que asegure un futuro de paz para la Península coreana y para el mundo entero.

Recemos todos juntos a la Virgen, reina de Corea, para que acompañe estas negociaicones"
"Hoy, en Dagen, es proclamada beata Sor María de la Concepción...Fundó las Hijas de María Inmaculaada...Consagró su vida al servicio de Dios y de los hermanos. Un aplauso a la nueva beata"

Sanar el interior; X domingo del tiempo ordinario

Dios debe estar en el corazón de la familia y de la sociedad, si no, pierden su rumbo.

Lecturas:

Génesis 3, 9-15: “El Señor puso enemistad entre la serpiente y la mujer”
Salmo 129: “Perdónanos, Señor, y viviremos”
II Corintios 4, 13-5,1: “Creemos y por eso hablamos”
San Marcos 3, 20-35: “Satanás ha llegado a su fin”

El hombre de todos los tiempos ha buscado respuestas a los interrogantes fundamentales de su vida.

Todos los pueblos tienen sus mitos y sus ritos buscando en sus orígenes las razones del bien y del mal, las razones de la enfermedad, de la división, de la vida y de la muerte.  

Así nace el Génesis que en sus primeros capítulos con un bello himno nos lleva por los caminos de la creación sublime del hombre, de su dignidad como imagen de Dios, “a imagen suya los creó, hombre y mujer los creó”, y con su misión de constructor y cuidador del universo. También nos descubre la realidad del pecado, de la envidia y del egoísmo. El hombre y la mujer que fueron puestos como complementariedad y plenitud siendo pareja, los que estaban llamados a vivir en el más grande amor y hacerse los dos uno solo, los que deberían dominar y hacer crecer la creación, pronto se presentan “desnudos y avergonzados”, porque han olvidado su misión. El Génesis no pretende darnos datos históricos de un pecado, sino el origen y el camino de todo pecado: romper las relaciones y la armonía. Romper con el Creador para erigirse ellos mismos como dueños y señores; romper con la creación al querer “empadronarse de la creación y establecer un nuevo orden”; romper la relación de pareja donde ambos se culpan y no pueden mirarse a los ojos; en fin, romper la misión de complementariedad, imagen y plenitud de amor. 

Cada vez que el hombre se coloca como centro de todas las cosas, pierde su sentido original y se convierte en esclavo de las cosas, en enemigo de sus hermanos, y se esconde de Dios. ¿Sorprenden los castigos? Son las consecuencias que lleva en sí mismo el pecado: desnudez, esclavitud, insatisfacción, penuria del trabajo y lejanía de Dios. Dios debe estar en el corazón de la familia y de la sociedad, si no, pierden su rumbo.

Cristo vino a romper toda esclavitud de pecado y opresión, pero los mismos de casa no lo comprendieron y empezaron a tacharlo de loco. A muchos les parece locura querer reconstruir esa imagen de Dios puesta en el corazón del hombre; miran como imposible y hasta amenazante, romper los lazos que esclavizan a la humanidad atándola a las cosas materiales y rompiendo la armonía que nos hace a todos participar de la creación gratuita en favor de todos; se escandalizan cuando Jesús va más allá de los lazos familiares para recuperar el original sentido de una sola familia, de una participación plena de todas y cada una de las personas como iguales y con todos los derechos. Los propios de casa lo llaman loco y pretenden atarlo a las costumbres, a la cerrazón de una tradición y las leyes convenencieras que en lugar de dar libertad aniquilan y destruyen. Aparece claro el sentido del pecado y la influencia del demonio o del mal. No podemos ocultar toda la maldad que hay en el mundo, la debemos entender siempre como una desviación de lo que el hombre está llamado a ser. Las injusticias y violencias parten de un desorden interior del hombre; las avaricias que dejan en orfandad y hambre a los otros, son producto de una falsa concepción del poder; las rupturas y traiciones al amor, a la familia y a la pareja, parten de un corazón que no sabe amar. El pecado brota de una profunda equivocación interior y sólo sanando el interior se puede remediar. Jesús ha venido a sanar esas profundas heridas, pero necesitamos dejarlo actuar, abrir nuestro corazón para que lo sane, cambiar radicalmente de valores y reconstruir las relaciones básicas de cada persona.

No podemos desconocer la importancia de la familia, de los lazos que genera y de su papel como engendradora de vida, de educación, de armonía interior y de equilibrio en la persona. Por el contrario, hoy Jesús parece desconocer y rechazar a su madre y a sus hermanos. ¿Será cierta esta apreciación? Todo lo contrario, la respuesta de Jesús nos lleva a descubrir que no basta dar la vida, tener los lazos de la carne y de la sangre, o como dicen los israelitas, “ser de los mismos huesos”, se necesita mucho más para ser familia: “El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre”. Para ser familia no basta estar juntos y tener la misma sangre, se requiere cumplir con la misión para la que hemos sido creados: diálogo, encuentro en relación, disposición para asumir que sólo con el otro estamos completos; ser imagen del mismo Dios. Cuando no tenemos tiempo para la relación, cuando rehusamos mirarnos a los ojos, cuando negamos nuestra mano al hermano, no bastan los lazos de la carne para ser hermanos. Por el contrario, cuando asumimos nuestra relación como hijos del verdadero Dios y miramos a Cristo como nuestro hermano que nos amplía los horizontes, descubrimos que la fraternidad no se cierra entre cuatro paredes, sino que se abre para recibir a todos los hombres y mujeres que cumplen la voluntad del Padre. En lugar de negar a la familia, le está dando Jesús mayor fortaleza, mayor seguridad y bases más firmes.

Descubramos hoy las razones de la injusticia y de la maldad; reconstruyamos el rostro de Dios, la fraternidad en nuestras familias, y formemos nuevas familias siempre abiertas a recibir otros miembros, más allá de la sangre, que nos enriquezcan y nos lleven a construir el Reino, sueño de Jesús para todos los hermanos. Las relaciones en casa deben superar nuestros egoísmos y educarnos para una vida en fraternidad en todos los ámbitos. Miremos nuestras familias, miremos nuestra sociedad y preguntémonos si estamos siendo fieles a la misión o si nos hemos extraviado por los caminos. ¿Cómo es la vida en familia y cómo construimos relaciones de amistad, comprensión y amor dentro de ella? ¿Cómo vivimos la fraternidad a la que hemos sido llamados con todos los hombres y mujeres? ¿Cuáles son los valores que nos mueven? ¿Cómo superar las injusticias en nuestro entorno o en nuestras mismas relaciones?

Dios, Uno y Trino, contemplamos tu belleza en cada familia y en cada sociedad que son tus imágenes, te invocamos y pedimos que sean lugares de encuentro, de paz y de crecimiento en el amor. Amén

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