Leer en la realidad actual los signos de los tiempos
- 24 Octubre 2014
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El Papa Francisco
En la homilía matutina en Santa Marta, dijo que "el amor de Cristo supera todo conocimiento"
El Papa Francisco: "Dios es como un mar sin playas, sin límites, un mar inmenso"
"No se puede ser cristianos sin la gracia del Espíritu", ha recordado el pontífice esta mañana
Redacción, 23 de octubre de 2014 a las 17:23
Tú eres capaz de hacer eso que nosotros no osamos pensar
"No se puede ser cristianos sin la gracia del Espíritu, que nos da la fuerza de amar". Lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El Santo Padre centró su homilía en la Carta a los Efesios, en la que San Pablo describe su experiencia de Jesucristo, una experiencia "que lo ha llevado a dejar todo" porque "estaba enamorado de Cristo". El Papa dijo que el suyo es un "acto de adoración", porque en primer lugar "se arrodilla ante el Padre" que "tiene el poder de hacer mucho más de lo que podemos pedir o pensar". Usa "un lenguaje sin límites": adora a este Dios "que es como un mar sin playas, sin límites, un mar inmenso". Y Pablo pide al Padre, por todos nosotros, para "que seamos poderosamente reforzados en el hombre interior, mediante su Espíritu": "Pide al Padre que el Espíritu venga y nos refuerce, nos dé la fuerza. No se puede ir adelante sin la fuerza del Espíritu. Nuestras fuerzas son débiles. No se puede ser cristianos sin la gracia del Espíritu. Es precisamente el Espíritu quien nos cambia el corazón, quien nos hace ir hacia adelante en la virtud, para cumplir los mandamientos".
"Después pide otra gracia al Padre", dijo el Papa Francisco: "La presencia de Cristo, para que nos haga crecer en la caridad". El amor de Cristo "que supera todo conocimiento", "sólo se lo puede entender" a través de "este acto de adoración de aquella inmensidad": "Ésta es una experiencia mística de Pablo y nos enseña la oración de alabanza, y la oración de adoración. Ante nuestras pequeñeces, ante nuestros intereses egoístas, tantos, Pablo estalla en esta alabanza, en este acto de adoración y pide al Padre que nos envíe al Espíritu para darnos fuerza y poder ir adelante; que nos haga comprender el amor de Cristo y que Cristo nos consolide en el amor. Y dice al Padre: ‘Gracias, porque Tú eres capaz de hacer eso que nosotros no osamos pensar'. Es una bella oración... Es una bella oración". El Papa Francisco concluyó su homilía diciendo: "Y con esta vida interior se puede comprender que Pablo haya dejado todo y considerar todo basura, para ganar a Cristo y ser encontrado en Cristo. También a nosotros nos hace bien pensar así, nos hace bien adorar a Dios. Nos hace bien alabar a Dios, entrar en este mundo de amplitud, de grandiosidad, de generosidad y de amor. Nos hace bien, porque así podemos ir adelante en el gran mandamiento - el único mandamiento, que está en la base de todos los demás -: el amor; amar a Dios y amar al prójimo". (RD/RV)
¿Desacralizar el papado?
Puedo garantizar la anécdota porque me la contó su protagonista:un obispo (de cuyo nombre no debo acordarme) a quien Francisco, el actual obispo de Roma, le dijo literalmente en conversación privada: “reza por mí; la derecha eclesial me está despellejando. Me acusan de desacralizar el papado”.
Permítaseme preguntar si lo que está haciendo Francisco es desacralizar el papado o más bien cristianizarlo. Hace unos diez siglos, san Bernardo escribió una carta al papa Eugenio III y lo que le pedía en ella viene a ser otra “desacralización” del papado: que se parezca a Pedro y no a Constantino (o al sumo sacerdote judío), y que recuerde que Pedro no necesitó grandes palacios, ni mantos de armiño, ni lujosos medios de transporte para anunciar a Cristo. Por si fuera poco, el nada sospechoso Benedicto XVI declaró poco antes de su renuncia que esa carta de san Bernardo debería ser libro de cabecera para todos los papas.
Pedro fue muy apreciado en la iglesia primera, pero el libro de los Hechos de los Apóstoles no da ningún testimonio de que ello se debiera a una sacralización de su persona o de su ministerio: se le quería porque era perseguido y encarcelado, porque tenía intuiciones de líder sobre los nuevos caminos que había de emprender la iglesia primera, quizá también porque era humano y se le podían pedir cuentas cuando daba un paso que algunos timoratos no entendían (como entrar en casa de un pagano), o incluso se le podía reprender públicamente como hizo Pablo…
Algo parecido a lo que pedía san Bernardo es lo que intenta Francisco. Pero eso es cristianizar al papado. ¿O acaso habrá que acusar al mismo Jesucristo de “desacralizar” a Dios, por haberse vaciado de su rango divino y haber asumido figura de siervo (Fil, 2,6 ss)? Pues no: más bien hay que decir que un ministerio de Pedro sacralizado no hace más fácil la evangelización, ni más auténtica la fe de los católicos. Sólo sirve para que la curia romana se autosacralice a sí misma bajo la sombra del papa.
Tratando de comprender esa desviación cabría decir que brota de lo que suele presentarse como lo más característico, la gran virtud y el gran peligro de lo “católico”. Kat-hólico significa universal, pero no en sentido cuantitativo sino cualitativo: significa que ninguna dimensión natural queda fuera de lo cristiano (salvo el pecado que, por muy metido que lo tengamos, es lo más antinatural). Católico deriva del mismo vocablo griego (“holon”, en lugar de “pan”) de donde procede nuestra palabra holístico puesta hoy tan de moda, y que se refiere a una totalidad, pero en sentido distinto al que pueden evocar palabras como ”pan-germanismo” o pan-sexualismo.
Por eso se decía antaño que la diferencia entre catolicismo y protestantismo estaba sólo en una “y” (fe y razón, Dios y hombre, Gracia y libertad, vertical y horizontal…). Ésta sería la gran virtud de lo católico. Su gran peligro, de ahí derivado, es que puede contribuir a que nos perdamos en detalles ensombreciendo lo esencial cristiano y creyendo que comulgar en la boca (por ejemplo) es más santo y más piadoso que hacerlo en la mano. Al querer afirmarlo todo, se da el mismo valor a todo y se difumina la tremenda radicalidad cristiana.
La reforma de Lutero buscó en realidad una concentración en eso esencial cristiano, que luego algunos tacharon de reducción. Pero también se ha podido tildar a algunas personas y posturas católicas de ser “muy católicas pero muy poco cristianas”, terrible aviso que ya lanzó Fernando de los Ríos en 1933. Los shows multitudinarios del papa Wojtila con los gritos de “totus tuus” o “santo súbito” podrían ser tachados de muy católicos pero quizá poco cristianos. Y en fin: no sé si cabe decir que el protestantismo es como el canto gregoriano y el catolicismo como la polifonía barroca (y esto lo escribe un católico admirador del gregoriano).
Todos esos entornos de vestimentas especiales (y con sastres especiales), residencias regias, genuflexiones, apelativos de “santo padre”, viajes especiales… son en realidad muy secundarios. Cuando se los exagera y se los absolutiza contribuyen a crear una aureola idolátrica en torno al sucesor de aquel pescador de Galilea, llamado Pedro. Jesús no se sirvió de esas auras sagradas para anunciar la paternidad de Dios y el reinado de Dios. Y con el cristianismo se ha abolido la distinción entre lo sagrado y lo profano: porque, según Jesús, lo único sagrado es el ser humano, que está por encima de todos los “sábados” de la historia. De modo que, seguramente, el Maestro repetiría hoy a todo esos monseñores preocupados, sus palabras de antaño: “deja a los muertos que entierren a sus muertos, y ve a anunciar el reinado de la libertad de los hijos de Dios y la fraternidad de los hermanos en Cristo” (Lc 9,60).
Así pues: ¿que Francisco está desacralizando el papado? Demos gracias a Dios por ello, porque contribuirá a purificar la fe de los católicos facilitando además el acercamiento de otras iglesias cristianas. Porque, aunque sea cierto que a Dios sólo llegamos a través de mediaciones, eso no significa que debamos sacralizarlas. José Ignacio González Faus
Evangelio según San Lucas 12,54-59.
Jesús dijo a la multitud: "Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede. !Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo."
Papa Francisco
Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del Evangelio” § 108-
Leer en la realidad actual los signos de los tiempos
Cada vez que intentamos leer en la realidad actual los signos de los tiempos, es conveniente escuchar a los jóvenes y a los ancianos. Ambos son la esperanza de los pueblos. Los ancianos aportan la memoria y la sabiduría de la experiencia, que invita a no repetir tontamente los mismos errores del pasado. Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar la esperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro, de manera que no nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual.
Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!
24 de octubre 2014 Viernes XXIX Ef 4, 1-6
Pablo que escribe desde la cárcel pide a los efesios que vivan: «como lo pide la vocación que habéis recibido». ¿Cuáles son estas actitudes? Pablo te las dice. Señor, quiero vivir como tú deseas.
San Antonio María Claret
San Antonio María Claret, obispo y fundador
San Antonio María Claret, obispo, que, ordenado presbítero, durante varios años se dedicó a predicar al pueblo por las comarcas de Cataluña, en España. Fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María y, ordenado obispo de Santiago de Cuba, trabajó de modo admirable por el bien de las almas. Habiendo regresado a España, tuvo que soportar muchas pruebas por causa de la Iglesia, y murió desterrado en el monasterio de monjes cistercienses de Fontfroide, cerca de Narbona, en el mediodía de Francia.
A pesar de su nombre rimbombante, Antonio María Claret y Clara fue un arzobispo de origen relativamente humilde. Nació en 1807, en Sallent, España. En su juventud trabajó con su padre como tejedor y, en sus ratos libres, aprendía el latín y el oficio de impresor. A los veintidós años ingresó en el seminario de Vich, donde se ordenó sacerdote en 1835. Algunos años más tarde pensó en hacerse cartujo, pero, como no tenía salud suficiente para resistir la dura vida de los monjes, se trasladó a Roma y entró en el noviciado de la Compañía de Jesús, con el propósito de-partir a las misiones extranjeras. Su mala salud no resistió el noviciado y el padre general de la Compañía le aconsejó que volviese a España a trabajar en la evangelización de sus compatriotas. Así lo hizo el P. Antonio y durante diez años predicó misiones y retiros en toda Cataluña. Por entonces ayudó a santa Joaquina de Mas a fundar la congregación de las Carmelitas de la Caridad. El celo del santo movió a otros sacerdotes a seguir su ejemplo.
En 1849, gracias al P. Claret principalmente, se fundó la congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Actualmente los «claretianos», como suele llamárselos, se hallan extendidos no sólo en España, sino también en América y otras partes. Poco después de la fundación de esa gran obra, el P. Claret fue elegido obispo de Santiago de Cuba. La tarea era excepcionalmente difícil, ya que una organización de fanáticos y turbulentos anticristianos combatieron sistemáticamente todas las reformas emprendidas por el santo. Como si ello no fuese suficiente, atentaron varias veces contra su vida. En cierta ocasión, un hombre, furioso de que el santo hubiese convertido a su amante, le hirió gravemente. El propio san Antonio intercedió por el agresor y logró que se le conmutase la pena de muerte.
En 1857 volvió San Antonio a España como confesor de la reina Isabel II, después de renunciar al gobierno de su diócesis. En la corte sólo residía el tiempo estrictamente necesario para el cumplimiento de sus funciones, el resto lo consagraba a predicar misiones y a difundir los buenos libros, especialmente en catalán. A él debe España la fundación de la Librería Religiosa de Barcelona, que ha ejercido una influencia enorme en el renacimiento religioso del país. Se dice que san Antonio predicó durante su vida 10.000 sermones y escribió cerca de 200 libros y folletos para instrucción y edificación del clero y el pueblo. Como rector del Escorial, estableció un laboratorio científico, un museo de historia natural, una escuela de música, otra de lenguas, etc. El santo vivía en perpetua unión con Dios; entre las gracias sobrenaturales más notables que el Señor le concedió, se contaban, además de los éxtasis, los dones de profecía y de curación. Las condiciones políticas de España y la actitud de la reina para con la Santa Sede hicieron muy difícil la posición de san Antonio. Durante la revolución de 1868, fue desterrado junto con la reina. Entonces pasó a Roma, donde empleó su influencia en promover la definición de la infalibilidad pontificia. Sus amigos de España quisieron hacerle volver a su patria, pero el intento fracasó. San Antonio cayó gravemente enfermo en Francia y murió en el monasterio cisterciense de Fontfroide, cerca de Narbona, el 24 de octubre de 1870. Es beatificado por Pío XI el 25 de febrero de 1934, y Pío XII lo canoniza el 7 de mayo de 1950.
Véase J. Echevarría, Recuerdos de Antonio Claret (1938), y D. Sargent, The Assignments of Antonio Claret (1950). En español y en catalán existen numerosas biografías: las de L. Clotet (1882) y J. Blanch (1924) han sido traducidas al francés. En Acta Apostolicae Sedis, vol. XCIV (1952), pp. 345-358, puede verse el decreto de canonización y un resumen biográfico.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI. Pocas vidas sacerdotales han sido tan probadas como la de San Antonio María Claret. Nació en Sallent en 1807 y trabajó en un principio como tejedor, entrando más tarde en el seminario. Ordenado de sacerdote en 1835, no tardó en hallar su camino como predicador popular (1843). Recorrería Cataluña durante cinco años, pasando más tarde a Canarias a causa de los odios suscitados contra él por su palabra sin contemplaciones. En 1849, reunió en torno a sí a algunos sacerdotes, fundando el Instituto misionero de los Hijos del Corazón Inmaculado de María. En 1850, el P. Claret era nombrado arzobispo de Santiago de Cuba. Había de consagrar seis años, al apostolado de la gran isla, que recorrió sin descanso, predicando, confirmando y fustigando los vicios y abusos económicos. Nuevamente los odios, en especial por parte de los propietarios de esclavos, le asaltaron. Por quince veces se atentó contra su vida. En 1857, le correspondió una tarea inesperada: era elegido como confesor por la reina de España Isabel II, mujer de costumbres relajadas. Tomó él con toda seriedad su función de consejero espiritual de la corona, cosa que le valió nuevamente las peores calumnias. Diez años más tarde la revolución expulsaba a los Borbones y Antonio Claret debió partir al destierro (1868). Pasó a residir en Francia, al principio en Pau, después en París y finalmente en la abadía de Fuentefría (Ande), donde murió en 1870 sin que el odio de sus enemigos dejara de acosarle.
Es el último confesor de reyes que hay en el santoral, el último confesor regio en una época en la que parece que no hay ya monarcas santos; y confesor además de una reina, la española Isabel II, que no se distinguió por su ejemplaridad. Toda una hazaña la de este catalán de aspecto campesino y aIgo tosco en cuya vida se ha cebado la calumnia. Lo cual era inevitable. En pleno siglo XIX y en la turbulenta España isabelina, vivir en el centro de la corte aun sin querer hacer política era influir en la política nacional, al Padre Claret no se lo perdonaron, y la historia y la literatura siguen repletas de ataques de una tremenda malignidad, suponiéndole una especie de eminencia gris de la voluble y desbrujulada Isabel. Su vida es mucho más rica que el período madrileño; empieza siendo un joven entregado al trabajo con un ardor singular, luego hay como una conversión, con dos intentos de entrar en órdenes tan dispares - cartujos y jesuitas que ya bastan para indicar que andaba lejos de su camino, hasta quedarse en cura de pueblo, que es donde da toda su medida de apóstol. El arzobispado de Cuba es una ampliación gigantesca de su actividad en Viladrau, y por fin Madrid, la etapa que termina con el destierro y con su intervención, ya al borde de la muerte, en el concilio Vaticano I. Infatigable de actividad pastoral, fundador, catequista de la pluma, asiduo al confesionario, taumaturgo, vidente, es un impresionante santo muy próximo a nosotros en el tiempo.
Oremos: Dios nuestro, que infundiste en San Antonio María Claret una gran fortaleza y una admirable caridad para llevar à cabo la evangelización de los pueblos, concédenos, por su intercesión, que busquemos siempre tu reino en todo lo que hagamos y que nos dediquemos, con empeño, à ganar à nuestros hermanos para Cristo. Que vive y reina contigo.
Relaciones personales o energías cautivadoras
"Lo que viví fue sublime. Después de dos horas de mirarnos y de darnos las manos se fue creando entre nosotros una energía fantástica. No nos conocíamos, ni siquiera sabíamos el nombre de los otros, y al cabo de dos horas estábamos armonizados todos juntos por una energía nueva, creada por todos, feliz y profundamente tierna. El "maestro" cantó la canción de las cumbres nevadas y antes de irse todos y todas en abrazos largas y profundas éramos ya amigos para siempre ".
¿Quieres decir que a la hora de marchar os conocíais?
Te diré quién eran los de tu lado. Aquel chico moreno que llevaba el pelo tan largos hacía un mes que se fue a vivir a casa de un amigo porque sus padres lo sacaron de su casa cuando descubrieron que se drogaba.
La chica de tu lado arrastraba un grave problema que necesitaba compartir urgentemente con una persona de total confianza: resulta que el Jefe tenía una relación con ella, y si se negaba a seguirla perdía el trabajo.
Creo que lo que les hacía falta era relación y amistad personal y no tanta armonización energética.
Hablar, escuchar, acoger, llorar, reír, entender, situarte en el lugar del otro e ir buscando con paciencia y estimación una salida más o menos perfecta a la situación.
Ni alcohol ni drogas, ni tantas energías cautivadoras ... más bien aquellas que nos llevan a fomentar la amistad, a perder el miedo a los otros, rehuyendo las fugas ... En una palabra, como dijo Jesús: amar a los demás como a ti mismo.
"El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con la cara del otro, con su presencia física que nos interpela, con su dolor y sus reclamos." Papa Francisco.
Los cristianos en las redes sociales
Mensaje del Papa: sean portadores tranquilos de la razón, y de la fe
Autenticidad, privacidad, respeto, empeño educativo y evangelización: son los pedidos que emergen del Mensaje pontificio para la 47º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sobre el tema "Redes sociales: puertas de la verdad y la fe - nuevos espacios de evangelización". El documento fue presentado por el arzobispo Claudio María Celli y Mons. Paul Tighe, respectivamente presidente y secretario del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales.
Debido a la creciente presencia de personas de varias generaciones en las redes sociales, el Papa pasó a considerar la importancia de esta realidad en los días de hoy. Es necesario llevar un mensaje respetuoso y benéfico a los otros participantes del ambiente digital.
"Estos espacios, cuando bien y equilibradamente valorados - observa el Papa -, contribuyen para favorecer formas de diálogo y debate que, si realizadas con respeto y cuidado con la privacidad, con responsabilidad y empeño por la verdad, pueden reforzar los lazos de unidad entre las personas y promover eficazmente la armonía de la familia humana".
El Pontífice invita a los participantes de las redes a ser "alimentados por las aspiraciones contenidas en el corazón del hombre" y para que sea abierto un espacio de "valorización del diálogo, el debate racional y de argumentación lógica", y para que corresponda también "a las más nobles aspiraciones".
"A veces -nota el Santo Padre-, la voz discreta de la razón puede ser tapada por el rumor de excesivas informaciones, y no consigue atraer la atención que, al contrario, es dada a aquellos que se expresan de forma más persuasiva". Por otro lado, Benedicto XVI ve la importancia de la presencia de la Iglesia en la realidad digital: "si la Buena Nueva no es dada a conocer también en el ambiente digital, podrá quedar fuera del alcance de la experiencia de muchos que consideran importante este espacio existencial". El Santo Padre llama a los fieles a vivir con autenticidad "la fuente profunda de su esperanza y su alegría", pues en este espacio existe una gran posibilidad para que los fieles puedan contribuir con la presencia de la religión en el debate público y social. El Pontífice agrega también que: "La confianza en el poder de la acción de Dios debe ser siempre superior a toda y cualquier seguridad que podamos colocar en la utilización de los recursos humanos. Incluso en el ambiente digital, donde es fácil que se levanten voces de tonos demasiado encendido y conflictivos y donde, a veces, existe el riesgo de que el sensacionalismo prevalezca, somos llamados a un cuidadoso discernimiento". En el Mensaje, fue destacado también el incentivo a la utilización de las redes sociales como espacio de "intercambio de recursos espirituales y litúrgicos", para que se abra en el ambiente digital "las puertas de otras dimensiones de la fe". "No debería haber falta de coherencia o unidad entre la expresión de nuestra fe y nuestro testimonio del Evangelio en la realidad donde somos llamados a vivir, sea ella física o digital", concluyó el Papa en su Mensaje. Mons. Celli resaltó también en rueda de prensa, que a través del Mensaje "el Papa nos indica el camino más rico y humano" en la red, que sería aquel del "diálogo respetuoso con los otros". Otro tema fundamental en relación a la utilización de las redes sociales es la autenticidad y la cuestión de la ‘segunda vida´ que se desarrolla en el ambiente digital y que permite a los usuarios ser anónimos o hasta utilizar un nombre falso. Otro fenómeno es el problema de la ‘mídia´ medios de comunicación personal, o sea, la elección de temas, páginas y de todo aquello que agrada al usuario de la red. Mons. Tighe agregó que "vivimos en la misma realidad", por tanto no existe dualismo en nuestras vidas, pero sí dos espacios de comunicación: en la realidad y a través de medios digitales. Una realidad que nos invita a ser responsables, respetuosos y "portadores tranquilos de la razón".
La presencia del Papa en Twitter confirma su apertura y respeto a los usuarios de las redes sociales, pero también su consciencia en relación a los límites existentes en este medio de comunicación, incluyendo el riesgo de ofensas. Sin embargo, como destacó Mons. Celli, "es mejor participar en lugar de no estar presente solamente para evitar desentendimientos." Un grande y sorprendente éxito lo muestra el twitter del Papa en latín que ya supera los 10 mil seguidores. El Mensaje fue publicado en siete lenguas: italiano, español, portugués, francés, inglés, alemán y polaco.
Los signos de los tiempos
Tiempo Ordinario
Lucas 12, 54-59. Fiesta san Rafael Guízar y Valencia. ¿Somos capaces de leerlos, de discernir lo esencial de lo accidental?
Por: P. Luis Gralla | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
Oración introductoria
Padre, te pedimos que al escuchar tus palabras, nos des la gracia que nos permite esperar y encaminarnos llenos de confianza a Tu encuentro, como Juez, como nuestro "abogado".
Petición
Jesús, te pedimos que nos des la gracia de ser capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental y de conocer la solidez de Tu doctrina y ponerla en práctica.
Meditación del Papa Francisco
Una palabra de Jesús que nos pone en crisis, y que se ha de explicar, porque de otro modo puede generar malentendidos. Jesús dice a los discípulos: “¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división”. ¿Qué significa esto?
Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión, como si fuese un pastel que se le decora con nata [betún]. No, la fe no es esto. La fe comporta elegir a Dios como criterio- base de la vida, y Dios no es vacío, Dios no es neutro, Dios es siempre positivo, Dios es amor, y el amor es positivo. Después de que Jesús vino al mundo no se puede actuar como si no conociéramos a Dios. Como si fuese una cosa abstracta, vacía, de referencia puramente nominal; no, Dios tiene un rostro concreto, tiene un nombre: Dios es misericordia, Dios es fidelidad, es vida que se dona a todos nosotros.» (S.S. Francisco, 18 de agosto de 2013)
Reflexión
El Concilio Vaticano II supuso una lectura de los “signos de los tiempos”. Cambiaron muchas cosas: liturgia, costumbres, lenguaje, etc. Eran necesario adaptarse a la realidad del siglo XX. La Iglesia supo discernir los acontecimientos y se adaptó. Suprimió lo innecesario, profundizó en lo esencial y estableció un diálogo más estrecho con las ciencias humanas y las otras realidades religiosas.
Pero había cosas que no podían cambiar: el Papa sigue siendo el Vicario de Cristo en la tierra; en la Eucaristía está verdaderamente presente Cristo Jesús y la caridad sigue siendo el mandamiento nuevo. No hay lugar a dudas. Los tiempos cambian pero las palabras de Cristo y de su Iglesia permanecen y permanecerán eternamente.
¿Somos capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental? ¿Somos de los cristianos que conocen la solidez de la doctrina del Señor y la ponen en práctica? ¿O estamos cayendo en el error de los que dicen conocer los signos de los tiempos pero luego dan cabida en sus vidas a comportamientos que dicen mucho de una verdadera pertenencia a la Santa Madre Iglesia? De allí la sabia recomendación de Cristo: vivir con justicia, saber dar a Dios lo debido y a los hombres.
Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser una legalista y fría justicia humana, encontramos el perdón y la misericordia. Si falta el ingrediente del perdón, para obtener la conversión del corazón; si falta la virtud de la misericordia para saber perdonar a quien nos lo pide, no hay verdadera justicia y somos de los que aparentamos una vida incólume, adaptada a los tiempos, pero en realidad no somos más que una fotocopia de cristiano.
Por tanto la justicia de nuestro corazón, la justicia divina, la justicia a modelo de Cristo nos permitirá saber leer los signos de los tiempos, saber discernir lo esencial de lo accidental, saber saborear las palabras de vida eterna del Señor y nos evitará aparentar una vida de justos y cumplidores, de dobles e hipócritas que nos reportaría el peso de una dura paga quizás ya en esta tierra, tal vez en aquella otra de purgación o, Dios nos libre, en donde no hay paga que valga.
Propòsito
Pidamos al que es Justísimo, el don de la verdadera justicia y Él que brilla en justicia y verdad no tardará en donárnosla con amor.