Todo lo que se dice de más, viene del Maligno

Evangelio según San Mateo 5,33-37. 


Jesús dijo a sus discípulos: 
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. 
Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, 
ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. 
No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. 
Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.

San Juan Francisco de Regis
 
San Juan Francisco de Regis

Confesor (1597-1640)  La tensión entre los católicos y los calvinistas franceses, alimentada por los intereses políticos de la Casa de Valois y la Casa de Guisa, fue aumentando en Francia; estallará la guerra civil en el siglo XVI y se prolongará durante el siglo XVII.
En uno de los períodos de paz en que se despierta el fervor religioso con manifestaciones polarizadas en torno a la Eucaristía y a la Santísima Virgen, en nítido clima de resurgimiento católico, nace Juan Francisco en Foncouverte, en el 1597, de unos padres campesinos acomodados.   Cuando nació, ya había pasado la terrible Noche de san Bartolomé del 1572 en la que miles de hugonotes fueron asesinados en París y en otros lugares de Francia, con Coligny, su jefe.


Y faltaba un año para que el rey Enrique IV, ya convertido al catolicismo, promulgara el Edicto de Nantes que proporcionaría a los hugonotes libertad religiosa casi completa.   Juan Francisco decidió entrar en la Compañía de Jesús. Estaba comenzando los estudios teológicos, cuando se declara en Touluose la terrible epidemia de peste del año 1628. Hay abundantes muertes entre enfermos y enfermeros hasta el punto de fallecer 87 jesuitas en tres años.


Como hacen falta brazos para la enorme labor de caridad que tiene ante los ojos, no cesa de pedir insistentemente su plaza entre los que cooperan en lo que pueden para dar algo de remedio al mal. Se hace ordenar sacerdote precisamente para ello, aunque su decisión conlleve dificultades para la profesión solemne.   Quiso ir al Canadá a predicar la fe; pretendía ir con deseo de martirio; hace gestiones, lo solicitó a sus superiores que le prometieron mandarlo, pero aquello no fue posible.


Su Canadá fue más al norte de Francia, en la región del Vivarais, donde vivió el resto de su vida.   Allí comienzan los lugareños a llamarle «el santo» y se llenan las iglesias más grandes de gente ávida de escucharle. Organiza la caridad. Funda casas para sacar de la prostitución a jóvenes de vida descaminada.

No le sobra tiempo. Pasa noches en oración y la labor de confesionario no se cuenta por horas, sino por mañanas y tardes. Así le sorprendió la muerte cuando sólo contaba él 43 de edad: derrumbándose después de una jornada de confesionario, ante los presentes que aún esperaban su turno para recibir el perdón.

Cinco días después, marchó al cielo. Era el año 1640

Oremos

Tú, Señor, que concediste a San Juan Francisco de Regis el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina

Doroteo de Gaza (c. 500 -?), monje en Palestina Instrucción.

La nueva Ley: "Yo les digo"       

La ley decía: "ojo por ojo, diente por diente" (Ex. 21. 24).Pero el Señor exhorta no sólo a recibir con paciencia el golpe de quien nos abofetea, sino más aun a presentarle humildemente la otra mejilla. (Mt. 5,38-39). Pues el objeto de la ley era enseñarnos a no hacer lo que no queríamos sufrir. Nos impedía pues hacer el mal, por miedo de sufrir. Pero lo que ahora se pide, lo repito, es arrojar el odio, el amor del placer, el amor de la gloria y demás pasiones.

        

En una palabra, el designio de Cristo nuestro señor es precisamente enseñarnos cómo hemos venido a cometer todos esos pecados y cómo hemos sucumbido en todos estos perversos días. Nos ha pues primero, liberado por el santo bautismo concediéndonos la remisión de los pecados; después nos ha dado el poder de hacer el bien, si queremos, y de no ser arrastrados de manera forzada en el mal.

El valor de la palabra

Santo Evangelio según San Mateo 5, 33-37. Sábado X de Tiempo Ordinario.




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, sabes que soy débil y que, con frecuencia, fallo a mi palabra; dame la fuerza para ser firme en mis decisiones.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Evangelio del día te invita a valorar tu propia palabra, por esto el Señor dice: "A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno". ¿Cuántas veces has experimentado ambigüedad en las respuestas o incluso tus respuestas han sido ambiguas? Desde siempre el ser humano es débil en ser fiel a su propia palabra y busca justificar sus respuestas debilitando el poder de la misma.

Partiendo de esta carencia de confianza en uno mismo, la palabra pierde valor y la fuerza con que puedes expresarte cada vez es más tenue; pero Jesús es firme al decir: "Cumplirás tus votos al Señor… no juréis en absoluto", pues quiere que seas una persona de palabra a quien otros respetan por ser íntegra e intachable sólo con escucharte.

Un ejemplo de este valor de la palabra lo puedes encontrar en el rito del matrimonio donde los cónyuges responden al testigo de Dios (sacerdote) sí o acepto, cuando les pregunta: "X, ¿aceptas a Y como legítima(o) esposa(o)?" En definitiva, Jesús te invita a ser firme en tus decisiones, que camines con la frente en alto, sabiendo que al ser de palabra muchos te emularán, serás modelo a seguir. Sé firme y di sí cuando hay que decir sí y no cuando debas decir no.

Que junto a san José y la Virgen María aprendas a escuchar y ser hombre o mujer de palabra.

Los caminos del Señor no son cómodos, pero tampoco hemos sido creados para la comodidad, sino para cosas grandes, para el bien.
(S.S. Benedicto XVI, 25 de abril 2005)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Evitaré decir mentiras el día de hoy.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
 
¿Es pecado jurar?

Son pecados graves la blasfemia, el no cumplir -pudiendo hacerlo- los votos graves y el jurar en falso  Por: P. Jorge Loring, S.I



El segundo mandamiento prohibe todo uso inconveniente del nombre de Dios. Toma el nombre de Dios el que jura, pues jurar es poner a Dios por testigo de la verdad de lo que se dice.



Para que el juramento sea lícito debe reunir las tres condiciones: que sea con verdad, que sea con justicia, y que haya verdadera necesidad . No es lícito jurar con duda. Debes estar moralmente cierto. La certeza moral excluye toda duda razonable, pero no excluye en absoluto el temor a equivocarse. Con todo, cuando se declara ante un tribunal se debe tener absoluta certeza de la cosa: como ocurre con lo que se conoce por propia experiencia, o se ha oído de personas que ofrecen total garantía. En este segundo caso hay que dejar bien claro que lo que se jura es haberlo oído a personas dignas de crédito. El que jura con mentira peca gravemente, si advierte que jura y sabe que miente. Poner a Dios por testigo de una falsedad es injuriarle gravemente. Jurar sin justicia es jurar hacer algo malo o que sea en perjuicio del prójimo. El pecado será grave o leve según que lo que se jure sea grave o sea levemente ilícito.



Si lo que se ha jurado es malo, no se puede cumplir. Serían dos pecados. Uno por jurar una cosa mala, y otro por hacerla. Quien ha jurado hacer algo malo, debe dolerse de hacerlo jurado y no cumplirlo. Jurar sin necesidad es jurar sin tener motivo razonable para ello; como los que juran por costumbre.



El que jura con verdad pero sin necesidad, por costumbre, sin darse cuenta, no comete pecado grave; pero tiene que corregirse de su mala costumbre. Para que haya verdadero juramento es necesario que haya intención de jurar y fórmula juratoria. Quien finge jurar pronunciando la fórmula sin intención de jurar, peca porque esto es una injuria a Dios.



La verdadera fórmula juratoria debe incluir, implícita o explícitamente la invocación a Dios en testimonio de la verdad, v.gr.: te juro por Dios que... . Expresiones como: si nos verdad que me muera , por la salud de mi madre , etc., deben considerarse como fórmulas juratorias que suponen poner a Dios por testigo de la verdad, y que en caso contrario Él se encargará de castigar la mentira. Frases que a veces se usan en la conversación como júramelo , te lo juro , etc., no deben considerarse siempre como verdadero juramento, pues no tienen intención de jurar. Pero es una fea costumbre que debe corregirse. Muchas personas juran por simple muletilla. Esto es indecoroso. Si quieres, puedes decir palabra de honor . Esto no es jurar; y debe bastar para reforzar tu afirmación. A quien no le baste esto, te ofende.



Peca, además, contra este mandamiento el que dice cosas contra la Religión, y el que dice blasfemias. Blasfemia es toda expresión insultante contra Dios, la Virgen, los Santos o cosas sagradas: ya sea con palabras, gestos, signos, dibujos, etc.


Dios castiga mucho la blasfemia. A veces, también en esta vida. Otros pecados pueden hacerse por debilidad o por sacar algún provecho; por ejemplo robar. Pero el que dice blasfemias no saca nada. La blasfemia es un pecado que va directamente contra la majestad de Dios. Por eso a Dios le duele tanto y lo castiga con gran rigor. La blasfemia es un pecado diabólico. Si crees en Dios, comprenderás que es un disparate insultarle. Y si no crees, ¿a quién insultas?



Lo que pasa es que a veces se dicen blasfemias sin darse cuenta del todo. Por mala costumbre.



Entonces lo que hay que hacer es proponerse muy en serio quitarse la mala costumbre, pues aunque la blasfemia que se escapa sin querer no es pecado grave, puede serlo el no poner empeño en corregirse. Y siempre son de muy mal ejemplo. Oyéndote blasfemar, empiezan a hacerlo también los que antes no lo hacían: tus hijos, tus compañeros de trabajo, etc. Para corregirte puede ayudarte el ponerte un pequeño castigo. Por ejemplo, estar tantos días sin fumar cuantas blasfemias se te escapen. Si te gusta el tabaco verás qué pronto te corriges. Si no te atreves a tanto, prívate de algún cigarro, haz cualquier otro pequeño sacrificio; pero no dejes la falta sin castigo. Si no fumas, prívate de otra cosa que te guste mucho. Si no se te ocurre otra cosa, podrías dar unas monedas de limosna por cada falta. El ponerse castigos, es el mejor medio para corregirse de un defecto. Si en alguna ocasión oyes alguna blasfemia y puedes corregirla, hazlo así. Y si no puedes, di: «Alabado sea Dios». Si lo dices en voz alta, mejor; y sino te atreves, al menos, dilo en voz baja.



No hay que confundir las blasfemias -palabras injuriosas con las que se insulta a Dios, la Virgen, etc.- con las palabras feas, que solemos llamar palabrotas y tacos. Los tacos malsonantes y soeces son señal de baja educación y no deben decirse; pero no son blasfemias, ni ordinariamente pecado.



También peca contra este mandamiento quien no cumple sus votos o promesas hechas a Dios para reforzar nuestras súplicas y manifestar nuestro agradecimiento. El voto es una promesa hecha a Dios libre y deliberadamente, con la intención de obligarse bajo pecado, de una cosa posible, buena y mejor que su contraria. Hay obligación de cumplirlo bajo pecado grave o leve, según como uno se haya comprometido. Sin embargo, una cosa ligera no puede hacernos contraer una obligación grave.



No hay que confundir los votos y promesas con los ofrecimientos que se hacen a Dios sin intención de obligarse a cumplirlos bajo pecado. Antes de hacer un voto o promesa, deberías consultar con una persona prudente: por ejemplo, con un sacerdote. Y si no has podido hacerlo antes, hazlo después por si conviene que te lo dispense o te lo conmute.



Son pecados graves contra este mandamiento la blasfemia, el no cumplir, pudiendo, los votos graves, y el jurar en falso.


Sociedad y derechos

¿Tenemos derechos porque aceptamos vivir en una sociedad, o los derechos existen antes de “entrar” en un grupo social



La pregunta surge ante propuestas como las de Hugo Tristram Engelhardt, un pensador de Texas que desde hace años escribe sobre bioética.
 


Según Engelhardt, en sociedades pluralísticas resultaría imposible compartir principios éticos, porque las personas y los grupos piensan y actúan desde premisas diferentes y, en ocasiones contrapuestas.
 

Así, quienes aceptan una fe (cristianos, judíos, musulmanes, etc.) piensan a partir de premisas teológicas con las que luego elaboran propuestas morales que dependen de tales premisas.
 

En cambio, quienes no tienen ninguna fe religiosa, por ejemplo agnósticos o ateos, piensan y viven según otras premisas, de tipo filosófico, cultural, etc.
 

Entonces, ¿cómo pueden convivir personas con mentalidades a veces muy diferentes? Según Engelhardt, a través de una especie de acuerdo con el que se renuncia a imponer las propias creencias a los que piensan de modo diferente.
 

Ese acuerdo crearía un espacio social donde quedase garantizado el derecho de cada uno a no sufrir violencia indeseada por parte de otros.
 

El problema que surge, ante las propuestas como la de Engelhardt, es el siguiente: ¿y qué ocurre con las personas que no aceptan tal acuerdo? ¿Quedan privadas de sus derechos? 


Para Engelhardt, tales personas no podrían reclamar sus derechos precisamente por haber quedado fuera del acuerdo social básico.
 

En realidad, los derechos son propios de los individuos, sea que acepten un modelo social, sea que lo rechacen.
 

Esto es difícil de aceptar para quienes, como Engelhardt, no logran entender que resulta posible un pensamiento filosófico capaz de reconocer y demostrar que todo ser humano, desde que inicia a existir hasta que muere, tiene una dignidad propia, independientemente de lo que piense o haga. 


Los derechos básicos son propios de cada individuo, lo cual vale cuando uno decide vivir en una sociedad con leyes más o menos definidas, y también cuando uno opta por vivir de modo asocial (como ocurre con algunas minorías o con personas que vagabundean en tantos lugares del planeta).
 

Frente a pensadores que supeditan la tutela de los derechos a la pertenencia a un grupo social organizado, hace falta reconocer y defender la dignidad de cada hombre, de cada mujer. Tal dignidad es la fuente para construir un mundo más justo e inclusivo. Un mundo en el que no habrá espacio para mentalidades discriminatorias, y en el que se promoverán actuaciones solidarias y abiertas, especialmente respecto de los más débiles y vulnerables.
 
Entrenador de Portugal se declara devoto de la Virgen de Fátima y del silencio

Fernando Santos afirmó que busca hacer lo que el Señor Jesús le pide



Fernando Santos, entrenador de la selección de Portugal que participará en la Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018, afirmó que es un devoto de la Virgen de Fátima y que busca hacer lo que el Señor Jesús le pide.

Así lo indicó el director técnico del actual campeón de la Eurocopa, que iniciará su participación en Rusia este viernes 15 enfrentando a la selección de España.

En entrevista concedida a la revista Igreja Viva de la arquidiócesis portuguesa de Braga, el entrenador recuerda que cuando era niño visitaba dos veces al año el Santuario de Fátima. “Siempre tuve esta relación. Fui creciendo en mi relación con Dios, entre matrimonios, bautizos y en Cova de Iría todo se fue manteniendo”, dijo.

Así, sus constantes visitas al santuario mariano lo llevaron a ser “un devoto de Fátima, sobre todo un devoto del silencio”.

Al narrar que los padres de sus amigos también rezaban a la Virgen, Santos dijo que “eso está bien porque para Nuestra Señora interceder por uno seguramente es la mejor manera de conseguir algo junto al Hijo”.

Fernando Santos relató también cómo fue evolucionando su fe, como la vez que entendió la realidad del pecado gracias a la conversación con un sacerdote. Tras el diálogo recibió el sacramento de la Reconciliación.

Sobre la Misa, relató, al principio se sentaba en las últimas bancas. Cuando se casó, comenzó a sentarse cerca al altar.

Ya casado participó en un Cursillo de Cristiandad, del cual volvió renovado. “Pensaba que Él (Jesús) estaba muerto y enterrado, bien enterrado. Yo no percibía nada de esas cosas. ¡Ahora ya sé que está vivo!”, afirmó.

Ahora, indicó, “lo que me toca es el sagrario, saber que Él está ahí, que puedo conversar con Él, que Él oye lo que digo. Es una cosa buena y que no me responde luego. ¡Me responde siempre! Ese descubrimiento me cambió radicalmente, es un asunto de amor que allí comenzó a germinar”.

Dijo que desde entonces siempre usa un crucifijo como testimonio de su compromiso con Cristo, que es “el mayor compromiso de nuestra vida”.

“Socialmente es un gran compromiso porque a partir de esto tenemos la responsabilidad clara e inequívoca de cumplir aquello que Él nos pide. Y Él solo nos pide una cosa: que amemos al Padre por encima de todas las cosas y que amemos a los hermanos como Él nos amó”, subrayó.

“¿Qué nos dice además? Vayan y evangelicen. ¡Son tan pocas las cosas que pide! Si no las queremos cumplir, entonces ¿por qué asumimos el compromiso?”, cuestionó.

“Tengo la noción exacta de que mi testimonio en este momento es una gran responsabilidad. Me siento feliz por tener esa responsabilidad, no me quiero sentir presuntuoso, y esa es mi lucha constante”, resaltó el entrenador de Portugal.

Por eso, concluyó Fernando Santos, la primera oración es “con el Espíritu Santo para pedir el don de la sabiduría, la de los pequeños para poder escucharlo. Después viene la perseverancia, dejar que Él me ame siempre. Y en tercer lugar la humildad, para que Lo pueda servir en los hermanos”.

 

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