Sean perfectos como mi Padre es perfecto

Evangelio según San Mateo 5,43-48. 

Jesús dijo a sus discípulos: 
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. 
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? 
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? 
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. 

Santa Juliana Falconeri, virgen y fundadora

En Florencia, en la Toscana, santa Juliana Falconeri, virgen, que fundó las Hermanas de la Orden de los Siervos de María, llamadas por su hábito religioso «Mantelatas».

Se la considera fundadora de las Siervas de la Virgen María, aunque en realidad fue contemporánea de los iniciadores de la misma. Tal reconocimiento devino al paso del tiempo ya que muchas jóvenes desearon seguir sus pasos. Los hechos verificables de su vida los proporciona fray Pablo Attavanti, quien en el siglo XV recogió testimonios orales acerca de la santa en sus «Diálogos sobre el origen de la orden» y«Cuaresmario».

Nació en Florencia en 1270. Era sobrina de san Alejo Falconieri, al que escuchó predicar sobre el juicio final cuando era adolescente. A su familia, que poseía cuantiosos bienes, se debía la construcción de la iglesia de la Annunziata cuyos claustros se acostumbró a recorrer buscando la soledad y el silencio para elevar sus plegarias a Dios y recibir la Eucaristía; la devoción por ella caracterizó su vida. En esta etapa consagró su virginidad y determinó seguir a Cristo.

Su tío era uno de los siete fundadores de los Siervos de María, y al conocer el estilo de vida que llevaban se sintió llamada a encarnarlo. Se encomendó a María y cuando obtuvo el permiso correspondiente de su familia vistió el hábito de esa Orden, que le impuso san Felipe Benicio; era la primera mujer que lo hacía, ya que se trataba de una institución integrada por varones.

Siguió viviendo en su domicilio porque su padre había muerto y se ocupaba de atender a su madre. Entretanto, otras jóvenes que compartían su mismo ideal frecuentaban la Annunziata, donde se hallaban los Siervos, hasta que todas se congregaron para vivir unidas en una casa colindante a la iglesia. Se cubrieron con una capa larga –de ahí su nombre de Mantellate–, que simbolizaba su espíritu penitencial, y se propusieron contemplar la Pasión y muerte de Cristo meditando en el dolor de la Virgen.Juliana era muy devota de Ella, a la que dedicaba los sábados, como hacía los viernes con la Pasión de Cristo.

Fue creciendo espiritualmente siguiendo las pautas evangélicas, ayudada por la oración y un ayuno tan severo que afectó a su estómago al punto que fue incapaz de retener los alimentos; las vigilias y cilicios la dejaban extenuada. Así dominó las tentaciones que le sobrevinieron. El maligno la tuvo en su punto de mira. Insultos, golpes, intentos de mancillar su pureza… Todo en vano; no pudo arrastrarla consigo.

Era noble; estaba llena de inocencia evangélica. La simple idea del mal le horrorizaba: «prefiero morir antes que manchar mi alma con la culpa más pequeña». Su caridad y bondad, junto con su espíritu obsequioso, indujo a muchas personas a la conversión. Daba tales pruebas de amor a Dios que sus conversaciones eran más persuasivas que el sermón de los más insignes predicadores. Fue solícita con los pobres a los que trató con ternura.

Las jóvenes que comenzaron a imitar su forma de vida adoptaron junto a ella el carisma de los Siervos de María. Cuando el número creció, tomaron el nombre de «Siervas de la Virgen María». La santa redactó un reglamento, aprobado nada menos que por cuatro pontífices (Honorio IV, Nicolás IV, Benedicto XI y Martín V), y encabezó su cumplimiento. Después de la muerte de su madre se desprendió de todos sus bienes que dio a los pobres, y en 1302 se trasladó con la comunidad.

En 1306 fue unánimemente elegida superiora tal como san Felipe Benicio le vaticinó que sucedería siendo una niña. Acogió con lágrimas esta misión, que en absoluto deseaba para ella, puesto que únicamente quería cumplir con fidelidad la observancia, pero la encarnó de manera admirable. Su ascesis y cuantas mortificaciones realizaba las ofrecía también por las almas del purgatorio. A través de sus ayunos y oraciones obtenía la gracia de restaurar la paz donde había discordia. Dios quiso premiar su virtud con una serie de signos extraordinarios.

Muchos enfermos solían curarse con el simple roce de sus manos. Pero el hecho más significativo sucedió en el momento de su muerte a la que llegó habiendo cultivado su honda devoción mariana y un apasionado amor a la Eucaristía. Como su estómago no podía contener ningún alimento, pasó por la prueba más dolorosa de sus días al ver que no podía recibir el Cuerpo de Cristo porque corría el riesgo de vomitarlo. Ya llevaba un tiempo sin comulgar, pero en ese último trance rogó vehementemente al P. Giacomo da Campo Reggio que al menos pudieran permitirle ver y adorar la Eucaristía.

El sacerdote atendió esta súplica, y Juliana le pidió que se la pusieran sobre su pecho ya que su organismo no la admitía. Lo hicieron. Le colocaron un mantel blanco, elemento litúrgico, y sobre él la Forma consagrada que desapareció milagrosamente, tras lo cual expiró musitando «Mi dulce Jesús».

Al amortajarla sus hermanas vieron que sobre su piel, a la altura del corazón, se apreciaba claramente la huella de una cicatriz que tenía los visos de haber sido el lugar por donde penetró la Sagrada Forma. La iconografía acostumbra a representarla reproduciendo este milagroso hecho. Inocencio XI la beatificó el 8 de julio de 1678. Y Clemente XII la canonizó el 16 de junio de 1737.

San Hilario (c. 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia Sobre Mateo, V, 48 (Trad. ©Evangelizo.org)

«Sean perfectos como mi Padre es perfecto»

«Ustedes han oído decir: amarás a tu prójimo y odiaras a tu enemigo…» En efecto la Ley, exigía el amor al prójimo y daba la libertad de odiar al enemigo. La fe prescribe amar a sus enemigos. Por el sentimiento universal de la caridad, la fe rompe los movimientos de violencia que están en el espíritu del hombre, no solamente impidiendo que la cólera busque la venganza, sino también apaciguándola hasta hacernos amar al que está equivocado. Amar a quién nos ama es de paganos, todo el mundo manifiesta afecto por quienes nos lo expresan. Cristo nos llama entonces a vivir como hijos de Dios, y a imitar Aquél que, por la venida de Cristo, otorga tanto a los buenos como a los culpables el sol y la lluvia en los sacramentos del bautismo y del Espíritu. De ese modo nos forma a la vida perfecta por ese vínculo de bondad hacia todos, llamándonos a imitar un Padre en el cielo que es perfecto.

Una vida vivida en plenitud

Santo Evangelio según San Mateo 5, 43-48. Martes XI de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor…, definitivamente sin Ti no puedo nada. Sin embargo, contigo…, todo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Uno de los pensamientos que pueden surgir al escuchar o al leer la enseñanza que nos muestra Jesús en este Evangelio podría ser: "esto es demasiado", pues son de las enseñanzas que es muy bonito escucharlas, pero no así ponerlas en práctica.

Dicho primer pensamiento es comprensible ya que nuestra tendencia natural suele llevarnos a amar a los que nos aman, a ser buenos con los que han sido buenos con nosotros… Sin embargo, Jesús nos muestra el corazón de Dios que es Padre…, un Padre que siempre quiere lo mejor para sus hijos y que, por lo tanto, no quiere que éstos vivan una vida a medias, muy al contrario… quiere que vivan, es decir -que vivamos- una vida llevada al máximo, una vida vivida en plenitud.

Dios Padre nos lleva por un camino al cual puede que, a primera instancia, no queramos ir pues implica salir de uno mismo, negarse a uno mismo; y esto siempre es difícil. Sin embargo, Dios tiene una visión más amplia del camino y sabe que si perseveramos y nos confiamos a Él, llegaremos a un lugar donde la vida se ve distinta, es decir, veremos desde una perspectiva que sólo ven aquellos que no se quedan en lo que es cómodo y fácil de hacer. Veremos la vida como aquellos que han sabido que este camino es imposible recorrerlo por sí solos y se han abandonado en las manos de Dios. Es decir, veremos la vida, no como algo que "es demasiado" sino que la veremos como los santos la ven: no hay nada imposible para Dios (Lc 1,37).

Por tanto -dice Jesús- sed perfectos como su padre es perfecto. Es decir, Jesús nos invita a la santidad, a ser santos y para ello sólo necesitamos confiar en Dios y decidirnos a querer serlo.

Y tú, ¿quieres ser santo?

Ojalá todos fuéramos profetas. Ojalá cada uno de nosotros se abriera a los milagros del amor para el bien de su propia familia todas las familias del mundo, y estoy hablando de milagro de amor y poder así superar el escándalo de un amor mezquino y desconfiado, encerrado en sí mismo e impaciente con los demás. Les dejo como pregunta para que cada uno responda, porque dije la palabra impaciente. En mi casa ¿se grita? ¿o se habla con amor y ternura? Es una buena manera de medir nuestro amor. Qué bonito sería si en todas partes, y también más allá de nuestras fronteras, pudiéramos alentar y valorar esta profecía y este milagro.

(Homilía de S.S. Francisco, 27 de septiembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer un acto de caridad con la actitud de no recibir nada a cambio.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Amar al enemigo

El amor al enemigo, es el signo del verdadero cristiano, es lo que debe distinguirlo de los demás. 

1. En el Evangelio de hoy, Jesús sigue enseñándonos sobre la nueva justicia. En ella se contrapone la ley judía a las exigencias cristianas. Hoy nos habla sobre el amor a los enemigos.

La ley judía exigía amar sólo al prójimo: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Significa amar al que está cerca, al que vive conmigo, al hermano, pariente, amigo.

En cambio, el judío no está obligado a amar al que se encuentra lejos de él - lejos interior o exteriormente. Sobre todo, no ha de amar al enemigo personal, al enemigo de su pueblo (p.ej. pueblos vecinos hostiles), al enemigo de Dios. Ésta es la ley judía.

2. Porque al cristiano se le exige mucho más que al judío. Jesús habla muy claro sobre ello, en el Evangelio de hoy: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian”.

El amor al enemigo, es el signo del verdadero cristiano, es lo que debe distinguirlo de los demás. En eso tenemos que imitar a Dios-Padre: Él trata igual a buenos y malos, da sus dones a justos e injustos, no distingue entre santos y pecadores, porque todos son sus hijos queridos.

3. Parece que Jesús no conoce más que una ley, la ley del amor, y que saca de ella todas sus consecuencias, y hasta los últimos detalles. Este rigor del Señor, a algunos los entusiasma y a otros los llena de indignación.

Y a nosotros, ¿nos ha entusiasmado o nos ha indignado Jesús con sus exigencias? Esto sería, por lo menos, una señal de que las hemos entendido. Porque lo peor que podría sucedemos es escucharlas con unos oídos tan distraídos y tan habituados, que ni siquiera nos impresionaran.

Es grave escuchar la palabra de Dios y rechazarla. Pero, ¿qué decir de los que la aceptan, la aclaman litúrgicamente, y ni siquiera se dan cuenta de ella? Para los que no creen en Jesús, todavía queda una oportunidad: el futuro sigue abierto para ellos y pueden convertirse. Pero, ¿qué pasa con aquellos que se imaginan que creen y que, sin embargo, ni siquiera se les ocurre pensar que podrían y que deberían cambiar?

4. Las exigencias duras de Cristo son para nosotros palabras de salvación únicamente cuando empiezan por hacemos daño: ¡Amar a los enemigos, cuando resulta ya tan difícil amar realmente a los que nos aman! ¡Hacer el bien a los que nos odian, cuando nos cuesta ya tanto poner buena cara a los que nos hacen el bien!

¡Rezar por los que nos persiguen y calumnian, si apenas nos tomamos tiempo para rezar por los nuestros! En cuanto a presentar la otra mejilla y ofrecerle nuestra camisa al que ya nos ha quitado el saco, no será una exageración que ninguna persona con sentido común piensa practicar.

5. En una palabra: estos consejos del Señor atentan contra toda nuestra realidad humana. La ley de este mundo, después de más de 2000 años de cristianismo, sigue siendo el “ojo por ojo, diente por diente”. Parece que a la violencia sólo se puede responder con la violencia.
Pero la verdad es que así no se consigue nada. La espiral de la venganza, del odio y de la violencia se irá adelante indefinidamente. Hay que salir de este cerco. Hay que romper ese círculo vicioso de actos de violencia con un “hecho nuevo”. Hay que adoptar una actitud distinta de la del adversario.

6. Feliz el que sabe dar el primer paso para acercarse. Porque no hay nada mejor que, de repente, en un conflicto uno perdone al otro, abandone su posición, deje de devolver el golpe. No hay más que una salida: que uno de los dos tenga la idea prodigiosa de comenzar a amar al enemigo.

Cuando se recibe un bofetón en la mejilla y se devuelve otro, éste no es más que el eco del anterior. Pero si el que lo recibe no lo devuelve, sino que perdona, entonces hace aparecer sobre la tierra algo inesperado. Si tomamos a alguien su saco, podemos decir de antemano que nos negará la camisa. Pero si en lugar de negarla nos la da, entones quedaremos estupefactos, porque es una cosa totalmente nueva, imprevista.

Lo que se nos pide es hacer algo nuevo en nuestra vida, ser creadores en el amor, no dejarnos esclavizar por el pecado. Significa convertir el enemigo, el adversario en un hermano. Significa acercamos a él, hacerlo prójimo, amarlo como a sí mismo. Significa descubrir en el enemigo, como en cada hombre, a Jesucristo mismo.

7. Queridos hermanos, el cristianismo no es una religión fácil. Ser un cristiano auténtico exige sacrificio, heroísmo, renuncia al odio, al rencor y a la venganza...
Examinémonos, por eso:
• ¿Cuál es nuestra reacción a calumnias, ofensas e injusticias?
• ¿Reaccionamos con odio, rencor, venganza, resentimientos?
• ¿O logramos comprensión, aceptación, perdón y olvido? ¡Pensémoslo un momento!
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Comunicación libre

El Papa alerta del control informativo por parte de gobiernos sin escrúpulos

El Papa Francisco denunció el control hegemónico de los medios de comunicación por parte “gobiernos sin escrúpulos” para calumniar y destruir a los rivales: “así avanzan las dictaduras”, aseguró.

Una vez que los medios de comunicación han sido neutralizados, “se comienza a juzgar a las instituciones que han sido debilitadas, se destruye a las personas, se las condena, y así avanza la dictadura. Las dictaduras, todas, han comenzado así, adulterando la comunicación, poniendo la información en manos de una persona sin escrúpulos, de un gobierno sin escrúpulos”.

El Santo Padre señaló que en muchos países se emplea el método de “destruir la comunicación libre” mediante la derogación de “la ley de medios de comunicación para entregar todo el aparato de la comunicación a una empresa, a una institución que calumnia, que dice falsedades, que debilita la vida democrática”.

En este sentido, el Pontífice indicó que esta actitud también existe en el ámbito de las relaciones personales cuando se calumnia o se difunden escándalos de otras personas. “Comunicar escándalos es algo que tiene una seducción enorme. Se seduce con escándalos, las buenas noticias no seducen”, lamentó.

Entonces, “la comunicación de ese escándalo se extiende y esa persona, esa institución, ese país termina en ruinas. No se juzga a la persona, se juzga a las ruinas de la persona y de las instituciones para que no puedan defenderse”.

Para explicar la maldad existente en la calumnia y cómo los poderes se sirven de ella para lograr sus objetivos, el Santo Padre explicó la Primera Lectura del día, un fragmento del Libro Primero de los Reyes en el que se narra cómo la mujer de Ajab, rey de Israel, se valió de la calumnia para matar a Nabot y robarle su terreno, que ambicionaba el rey.

“El rey Acab deseaba la viña de Nabot y le ofrece dinero. Pero aquel terreno formaba parte de la herencia de sus padres, por lo que Nabot rechaza la oferta. Entonces Acab, que era un caprichoso, hace como los niños cuando no consiguen lo que quieren: llora. Después, siguiendo el consejo de su mujer, la cruel Jezabel, lo hace acusar falsamente, lo mata y toma posesión de su viña”, resumió Francisco.

“Nabot, por lo tanto, es un mártir de la fidelidad a la herencia que recibió de sus padres, una herencia que iba más allá de la viña, una herencia del corazón”, explicó.

En este sentido, explicó que el martirio de Nabot es un antecedente del sacrificio de Jesús en la Cruz, o del martirio de San Esteban y de todos los mártires condenados con falsas acusaciones y calumnias. La calumnia de Acab hacia Nabot es, según el parecer del Papa, paradigmática del modo de proceder de mucha gente, “de muchos Jefes de Estado y de gobierno. Se comienza con una mentira y, tras haber destruida ya sea a una persona, o a una institución, se le juzga y condena”.

“Hay muchas personas, muchos países destruidos por dictaduras malvadas y calumniadoras. Pensemos, por ejemplo, en las dictaduras del pasado siglo. Pensemos en las persecuciones contra los hebreos, por ejemplo. Una comunicación calumniosa contra los hebreos que los llevó a Auschwitz porque no merecían vivir. Es un horror, pero un horror que continúa sucediendo hoy: en las pequeñas sociedades, en las personas de muchos países. El primer paso es apropiarse de la comunicación y, luego, la destrucción, el juicio y la muerte”, concluyó.

Dios en las canchas de fútbol

Impresiones de Daniel Pighín: 14 años como jugador de primera división, en Argentina y México.

El deporte es un ámbito en el que Dios también juega un papel importante. Así lo deja caer Daniel Pighín, al mirar su experiencia de 14 años como jugador profesional de fútbol. Jugó en primera división en Colón de Santa Fe; Gimnasia y Esgrima de La Plata; Atlas, de México; Rosario Central y Estudiantes de La Plata.

Está casado con Marisa desde hace 22 años y tiene tres hijos: Sebastián, Santiago y Ana Clara. Desde hace años, cuando metía goles en primera división, Daniel es supernumerario del Opus Dei.  

En esta entrevista, Daniel nos cuenta anécdotas e impresiones de cómo Dios está en la cancha, en los entrenamientos, dando motivación y sentido al esfuerzo y haciéndose presente en la amistad.

¿Cómo es el ambiente del fútbol? 

En el ambiente del fútbol hay de todo, como en todos los ambientes. Recuerdo a un compañero, que hoy en día trabaja como director técnico de un equipo de fútbol, al que invité a una meditación que daba un sacerdote del Opus Dei y que luego terminó confesándose con el sacerdote. Me agradeció mucho que lo hubiera invitado. “Me saqué como un camión”, fue lo que me dijo luego. 

¿De tu época de jugador recuerdas alguna anécdota apostólica, de acercar a Dios a tus colegas?

Sí, como es lógico todo empieza con la amistad. En las concentraciones que hacemos antes de un partido uno comparte la habitación con alguno de los compañeros de equipo. Se da la perfecta oportunidad para hablar de Dios o recomendar algún libro. En cierta ocasión recuerdo que le di a un compañero “Camino” o “Amigos de Dios”, de San Josemaría. Más tarde, en una  entrevista que le hicieron le preguntaron  por un libro de su preferencia y él mencionó, justamente, el que le había dado.

En otra ocasión, cuando jugaba en Estudiantes de la Plata, estábamos por irnos al descenso. Les propuse a mis compañeros de equipo que un sacerdote amigo podía celebrar una misa pidiendo por que no descendiéramos. No faltó ni uno. A pesar de que no logramos eludir el descenso, pienso que fue de gran provecho para todos.

Recuerdo también que antes de un partido Estudiantes contra River, un partido importante que iba a ser televisado, el equipo entró en concentración. Compartía la habitación con un compañero más joven, de unos 22 años. Aproveché la situación para hablarle de acercarse más a Dios. Luego de un tiempo, cuando mi compañero regresaba de unos días de haber estado con su familia, el auto en el que viajaba dio un vuelco y murió. Cuando fui a su velorio me encontré con su esposa y cuando me vio me agradeció mucho que le hubiera hablado de Dios; me dijo que él se lo había contado. Si no le hubiera hablado en aquella concentración, nunca más habría tenido la oportunidad. Eso me hizo ver que hay muchas cosas que Dios pone en nuestras manos y depende de nosotros el que las pongamos en marcha.

En otro momento, cuando estaba jugando en  México, solía hacer romerías (ir caminando a rezar el Rosario a un santuario de la Virgen) con mis compañeros de equipo y asistíamos a charlas de formación espiritual. Entre ellos estaba el arquero del plantel, que terminó siendo el mejor de la temporada y fue posteriormente  convocado a la selección uruguaya

¿Cómo buscar la santidad en el deporte?

Daniel (izquierda) durante el día del deporte de la universidad donde trabaja

Se trata de ser muy buen profesional, romperse por hacer las cosas bien y contar con Dios. Ser profesional en el entrenamiento, ser buen compañero, pelear por los derechos que uno tiene como jugador, transpirar hasta la última gota y alentar a los otros, jugar un partido a morir, a ganar. Ese es mi trabajo: dar todo.

En fin, hacer muy bien tus cosas sabiendo que, en definitiva, el éxito está en dar lo mejor de uno aunque el resultado pueda ser adverso. Por ejemplo, cuando jugaba, mi puesto era el de volante central; iba fuerte porque esa era mi función, y lo hacía con tranquilidad y paz. No regalaba nada al rival, pero siempre con buena intención.

¿En qué se advierte el espíritu deportivo?

La deportividad está en intentar una y otra vez, seguir adelante, no desalentarse, dar vuelta el partido. Hay que hacer todo lo que se puede, y lo demás dejarlo en manos de Dios. Para esto es necesario tener más visión sobrenatural, más presencia de Dios, sentirnos sus hijos y apostar por la esperanza. Necesitamos una fe gorda que pese hasta en los bolsillos y que golpee cuando uno habla.

¿Qué virtudes requiere el deporte?

El deporte es un  generador de virtudes. Virtudes como la amistad, el espíritu de sacrificio, la sinceridad, la alegría, la generosidad, la honestidad, la fe… Si uno quiere ejercitar la fe, podemos encontrarla en cada minuto. Hay cosas en el fútbol que salen porque uno sabe cómo hacerlas. Hay otras que salen porque Dios quiere que salgan. Por ejemplo, sucede cuando das un pase que de pronto le llega a un jugador distinto del que habías pensado al principio y finalmente la jugada termina en un gol. A veces uno se da cuenta que hubo mucha ayuda de arriba.

Novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (18 al 26 de junio)
Por: n/a | Fuente: Devocionario.com 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Virgen Santísima, socorro perpetuo de las almas que se acogen a vuestro amor maternal: dignaos pedir por mi a vuestro santísimo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, para que le sean agradables todos mis pensamientos, palabras y acciones de este día y toda mi vida.

Aceptad, ¡Oh tierna madre mía! el corto obsequio que os ofrezco en esta Novena, y alcanzadme el favor que en ella os pido, si conviene para mayor gloria suya, honra vuestra y bien de mi alma. Amén.

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO
Jesucristo quiere que en nuestros trabajos
acudamos a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Levanta la vista ¡oh cristiano! y contempla a la Virgen del Perpetuo Socorro. Mira al Niño Jesús, que con sus manecitas temblorosas toma y estrecha la mano de su tierna Madre. ¿Que ha sucedido? Que dos ángeles le presentan los instrumentos de su futura Pasión, y que al verlos el adorable infante se llena de espanto, y busca en su dulce Madre protección y amparo. Con lo cual quiere decirte que, a imitación suya, debes tu también buscar siempre en María el socorro perpetuo en medio de las aflicciones de la vida presente. (Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta Novena.)

Oración. ¡Oh Salvador mío, Jesucristo! Al contemplaros en brazos de vuestra Madre, veo que en medio de vuestro santo temor os estrecháis con Ella y me decís a mi que os imite, recurriendo yo también a la que es mi perpetuo socorro. Quiero, pues, entregar-me a Ella sin restricción alguna. ¡Oh María! Dios ha querido honraros, comunicando al culto de vuestras imágenes virtud milagrosa. Inspiradme ¡oh Madre del Perpetuo Socorro! confianza ilimitada en vuestra poderosa bondad.

Practica. Hacer esta Novena con fervor.

DÍA SEGUNDO
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
quiere que acudamos a Ella en todas nuestras necesidades.

Vemos que la Virgen Santísima del Perpetuo Socorro, cuando el Niño Jesús estrecha su mano, en vez de volver sus miradas a Él las vuelve a nosotros. Sin duda quiere así mostrarnos su ardiente deseo de que acudamos a Ella. Con esta tierna y amorosa mirada nos esta, pues diciendo a todos: Yo soy Madre de Dios, pero también soy Madre vuestra. ¿Que mayor deseo puede tener una madre que el de ayudar y so-correr a sus hijos? Venid, pues, hijos míos, a mi. Acudid a mi en todas vuestras necesidades y miserias; en vuestras penas, en vuestros desfallecimientos, en vuestras dudas; y si alguna vez llegareis, por desgracia, a caer, después de vuestra caída venid: yo soy la Madre del Perpetuo Socorro; yo os consolare, yo os confirmare, os defenderé, y os conduciré a la Patria bienaventurada del cielo. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)

Oración. ¡Oh dulce Madre mía! Si en Vos no viese yo mi perpetuo socorro, mis pecados me inducirían a temer que no había misericordia para mi. Pero Vos sois la misericordia perpetua: después de Dios en Vos quiero poner toda mi confianza, y desde ahora, me propongo acudir siempre a Vos en todas mis necesidades. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro. Dignaos socorrerme en todo tiempo y en todo lugar, en mis tentaciones y dificultades, en todas las miserias de esta vida, y sobre todo en la hora de la muerte.

Practica. Invocar con frecuencia a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro durante la Novena.

DÍA TERCERO
Venerar a nuestra Señora del Perpetuo Socorro
es medio seguro para conseguir todos los tesoros del cielo.

Consideremos cada una de las palabras de esta advocación: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. María es Señora es decir, Madre de Dios, Reina poderosa del cielo y de la tierra. María es nuestra: nuestra, por ser Madre del Redentor de los hombres, Abogada de los peca-dores, Madre de misericordia y Corredentora; y nuestra, sobre todo, por su maravillosa ternura de Madre. Maria es nuestro socorro, porque con el nos libra de la mayor de las desgracias de esta vida, o sea del pecado María vela por nosotros, quita las ocasiones y disminuye la vehemencia de las tentaciones; María conserva en sus hijos, la gracia santificante y el amor de Dios, y les consigue la perseverancia; María suaviza nuestras penas temporales y espirituales.

Por ultimo, es María nuestro socorro perpetuo, porque nos socorre a todas horas y en todos los instantes. Es nuestro socorro en el momento oportuno, en el formidable trance de la muerte y en medio de las llamas del Purgatorio. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)

Oración. ¡Oh Señora Nuestra, Madre del Perpetuo Socorro! ¡Cuantos tesoros de gracias y bendiciones proporcionáis a los individuos y a las familias que a Vos se consagran ¡Oh Madre mía! Dignaos recibirnos a todos como a hijos vuestros y derramar sobre todas las familias de los que estamos aquí vuestros insignes favores.

Practica. Introducir cada vez mas en la respectiva familia la costumbre de recurrir familiar y continuamente a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

DÍA CUARTO
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
ayuda a sus devotos a salir del pecado.

Uno de los principales oficios en que ejercita su so-licitud Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es el de sacar a las almas del pecado. A la manera como una madre llora y gime sobre el cadáver de su hijo, a quien desearía poder resucitar, María siente ardentísimos deseos de que vuelvan los pecadores a la vida de la gracia. Su grande ocupación consiste en interceder por ellos sin cesar; y Ella se gloria en ser su infatigable Abogada y en alcanzarles la gracia de la verdadera conversión, con tal que tengan a lo menos el deseo sincero de salir del pecado y que acudan a Ella pidiéndole la fuerza necesaria para romper las cadenas con que los tiene esclavizados la culpa. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)

Oración. ¡Oh misericordiosa Abogada y refugio de los pecadores ¡Mucho he ofendido a Dios. En vuestras manos pongo mi salvación eterna. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Haced que no vuelva ya a tener la inmensa desgracia de corresponder con vil ingratitud a vuestros continuos favores. Alcanzadme de vuestro Hijo la gracia de una conversión sincera, para que en adelante le ame con todo mi corazón.

Practica. Rogar a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que nos veamos libres de todo pecado y que no reincidamos en nuestras culpas.

DÍA QUINTO
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
defiende a sus devotos en las tentaciones.

La vida del cristiano sobre la tierra es una lucha constante. Rodeados estamos de enemigos por doquiera; de enemigos de todas clases, que se conjuran contra nosotros, maquinando nuestra perdición y ruina; ¿quien nos defenderá en medio de tantos peligros? La que continua-mente vela por sus hijos: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que por si sola es mas terrible que un ejercito puesto en orden de batalla; la que es torre de David, fortaleza inexpugnable, de la cual penden mil escudos, armadura de los fuertes, y al mismo tiempo Madre nuestra; Madre tan tierna y amo-rosa, que mas desea Ella concedernos su so-corro, que nosotros alcanzarlo. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)

Oración. ¡Oh María! Si he tenido la des-gracia de pecar, yo mismo he sido el autor de esta desgracia. ¡Ah! Si yo os hubiera invocado, Vos hubierais acudido en mi socorro y yo no hubiera caído. Haced, Madre mía, que en la hora del peligro me acuerde de Vos y os invoque diciendo: ¡Madre mía, socorredme! Así saldré con la victoria.

Practica. Recurrir a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en cuanto asome la tentación.

DÍA SEXTO
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
asiste a sus devotos en todas las necesidades y trabajos de la vida.

Nuestra naturaleza tiene horror a las contradicciones y trabajos de esta vida los cuales son, empero, favores señalados que Dios hace a las almas que le aman. La verdadera sabiduría consiste en descubrir los tesoros inestimables de méritos que se hallan encerrados en las humillaciones y en los trabajos. ¿Quién, pues, nos dará a conocer este tesoro? María Santísima, la Reina de los mártires. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que pasó toda su vida entre penas y dolores, nos enseñará, con su ejemplo, que en esta valle de lagrimas la cruz es la herencia de los elegidos y nos hará mas llevaderos los trabajos de este penoso destierro. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)

Oración. ¡Oh María, Madre y Señora nuestra del Perpetuo Socorro! ¿Cómo quejarme de mis trabajos, cuando considero vuestros acerbos dolores? Vos sois verdadera Madre de Dios, y vuestra vida fue vida de dolor y sufrimiento: quiero, pues, aceptar con resignación, a lo menos, todas las penas que Dios me envíe. Alcanzadme, Madre mía, la gracia de no quejarme nunca en mis trabajos.

Practica. Recurrir en todas mis penas a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

DÍA SÉPTIMO
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
ampara a sus devotos en la hora de la muerte.

El instante solemne en que morimos decide de nuestra suerte feliz o desgraciada por toda una eternidad. Esa es la hora en que el demonio despliega toda su astucia y todas sus fuerzas para ver de ganar una nueva alma. Pero no desmayemos: tengamos con-fianza, porque esa también es la hora de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. No en balde dice tan a menudo todo fiel cristiano: Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Allí estará, pues, a nuestro lado, a la hora de la muerte, para que podamos pasar felizmente del tiempo a la eternidad. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)

Oración. ¡Oh María! cuando pienso en las angustias de mi última hora tiemblo y me siento lleno de confusión. No me abandonéis, Madre mía, en tan críticos momentos: con-cededme la gracia de que os invoque entonces con mas fervor que nunca, a fin de expirar con vuestro dulcísimo nombre y el de vuestro Santísimo Hijo en los labios.

Practica. Encomendar cada uno su muerte a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

DÍA OCTAVO
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
auxilia a sus devotos en el Purgatorio.

Muy dignas son de compasión las almas del Purgatorio, porque padecen tormentos atroces y no pueden ayudarse a si mismas; pero María las socorre con la mas tierna misericordia. La Santísima Virgen alivia a aquellas almas tan queridas, rogando por ellas, y a veces hasta desciende a aquel lugar de tormentos para consolar y confortar a sus fieles siervos; mas aun: su poderosa y maternal intercesión se emplea en abreviar el tiempo de sus penas y en librarlas de aquel fuego purificador. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)

Oración. Oh María! ¡Cuantos pecados he cometido en todo el curso de mi vida, y cuan escasa ha sido mi penitencia! ¡Oh cuan largo y cuan terrible habrá de ser para mi el Purgatorio, si Vos no me otorgáis vuestro auxilio! En Vos pongo toda mi confianza. ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! postrado a vuestros pies os suplico me obtengáis la gracia de no caer ni aun en las mas leves faltas, y la de expiar todos mis pecados en esta vida. Espero que no me negareis esta merced.

Practica. Rogar a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro por las almas del Purgatorio.

DÍA NOVENO
Consagrarse a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y servirla
con fidelidad es hacer cierta la perseverancia.

En este día consagrémonos a María; y para esto hagamos por Ella lo que Ella hace por nosotros. María nos ama; pues amémosla nosotros. ¡Que honra la nuestra amar a la Madre de Dios! Amémosla, entregándonos a Ella con entera confianza, por ser nuestra verdadera Madre. María es nuestra bienhechora; es nuestro perpetuo socorro. Por nuestra parte, prometámosle recurrir constantemente a su misericordia; prometámosle sinceramente perseverar en nuestros el ejercicios o practicas diarias de devoción en honor suyo, y experimentaremos cuan cierta es esta sentencia: que el verdadero devoto de María no puede condenarse. (Medítese y pídase con 9 Avemarías)

Consagración a María. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Yo os consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, y mi alma con sus potencias. De aquí en adelante quiero serviros con fervor, invocaros sin cesar y trabajar por ganar corazones que os amen. ¡Oh Madre mía! Haced que no pase día alguno de mi vida sin que os invoque con amor filial.

Practica. Encomendar nuestra perseverancia a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

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