Los envía por primera vez

"NINGÚN CRISTIANO ANUNCIA EL EVANGELIO POR SÍ MISMO, SINO SÓLO ENVIADO POR LA IGLESIA"
Papa: "Los mensajeros del Reino no son funcionarios ni empresarios potentes"
"Bastón y sandalias son la dotación de los peregrinos"

José Manuel Vidal, 15 de julio de 2018 a las 12:26

Papa, en la ventana

El Maestro quiere a sus mensajeros libres y ligeros, sin miedos, y apoyados en su Palabra

(José M. Vidal).- El Papa Francisco glosa en su catequesis antes del ángelus el pasaje evangélico del envío de los apóstoles y advierte de que "los mensajeros del Reino no son funcionarios ni empresarios potentes". Además tienen que anunciar a Cristo con "pobreza de medios", con la única dotación del bastón y las sandalias.

Algunas frases de la catequesis del Papa

"Jesús envía a los doce en misión"

"De dos en dos"

"El pasaje evangélico se detiene sobre el estilo misionero"

"La misión tiene un centro y un rostro"

"El centro es la persona de Jesús"

"Los apóstoles no tenían nada propìo que anunciar"

"Hablan y actúan como enviados, como mensajeros de Jesus"

"El Evangelo es también para nosotros"

"Es la misión de la Iglesia"

"Ningún cristiano anuncia el Evagelio por sí mismo, sino sólo enviado por la Iglesia"

"El bautismo nos hace misioneros"

"Un cristiano que no anuncia a Jesús no es un buen cristiano"

"Pobreza de medios"

"Un criterio de sobriedad"

"El Maestro los quiere libres y ligeros, sin miedos"

"Apoyados solo en su palabra"

"Bastón y sandalias son la dotación de los peregrinos"

"Los mensajeros del Rino no son funcionarios ni empresarios potentes, sino humildes trabajadores del Reino"

"Pensemos en esta diócesis de Roma...San Felipe Neri..."

Nueva etapa evangelizadora

El papa Francisco nos está llamando a una «nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús». ¿En qué puede consistir? ¿Dónde puede estar su novedad? ¿Qué hemos de cambiar? ¿Cuál fue realmente la intención de Jesús al enviar a sus discípulos a prolongar su tarea evangelizadora?

El relato de Marcos deja claro que solo Jesús es la fuente, el inspirador y el modelo de la acción evangelizadora de sus seguidores. No harán nada en nombre propio. Son «enviados» de Jesús. No se predicarán a sí mismos: solo anunciarán su Evangelio. No tendrán otros intereses: solo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.

La única manera de impulsar una «nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús» es purificar e intensificar esta vinculación con Jesús. No habrá nueva evangelización si no hay nuevos evangelizadores, y no habrá nuevos evangelizadores si no hay un contacto más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Sin él haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo.

Al enviarlos, Jesús no deja a sus discípulos abandonados a sus fuerzas. 

Les da su «poder», que no es un poder para controlar, gobernar o dominar a los demás, sino su fuerza para «expulsar espíritus inmundos», liberando a las personas de lo que las esclaviza, oprime y deshumaniza.

Los discípulos saben muy bien qué les encarga Jesús. Nunca lo han visto gobernando a nadie.

Siempre lo han conocido curando heridas, aliviando el sufrimiento, regenerando vidas, liberando de miedos, contagiando confianza en Dios. «Curar» y «liberar» son tareas prioritarias en la actuación de Jesús. Darían un rostro radicalmente diferente a nuestra evangelización.

Jesús los envía con lo necesario para caminar. Según Marcos, solo llevarán bastón, sandalias y una túnica. No necesitan de más para ser testigos de lo esencial. Jesús los quiere ver libres y sin ataduras; siempre disponibles, sin instalarse en el bienestar; confiando en la fuerza del Evangelio.

Sin recuperar este estilo evangélico no hay «nueva etapa evangelizadora». Lo importante no es poner en marcha nuevas actividades y estrategias, sino desprendernos de costumbres, estructuras y servidumbres que nos están impidiendo ser libres para contagiar lo esencial del Evangelio con verdad y sencillez.

En la Iglesia hemos perdido ese estilo itinerante que sugiere Jesús. Su caminar es lento y pesado. No sabemos acompañar a la humanidad. No tenemos agilidad para pasar de una cultura ya pasada a la cultura actual. Nos agarramos al poder que hemos tenido. Nos enredamos en intereses que no coinciden con el reino de Dios. Necesitamos conversión.

Domingo 15 Tiempo ordinario – B
(Marcos 6,7-13)
15 de julio de 2018

XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, “B”
(Am 7,12-15; Sal 84; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13)

ENVIADOS A LA MISIÓN
Tanto la lectura del profeta Amós como el Evangelio que hoy se proclaman en la liturgia dominical, tienen la resonancia del envío misionero, en condiciones nada cómodas, o incluso adversas, como les sucede a los discípulos y al profeta.

El contexto religioso de los tiempos del profeta era hostil: Israel estaba regido por un rey idólatra. Jesús envía a los suyos en condiciones precarias, para que aprendieran a subsistir en la mayor intemperie.

Es fácil encontrar en esta situación una correspondencia con los tiempos actuales, en los que se percibe un alejamiento de la práctica religiosa y una cultura neopagana, más acentuado todo ello en verano y en vacaciones si cabe.

Pero ¿cómo ir en circunstancias adversas a anunciar el Evangelio? Sin duda que a la manera de los primeros cristianos. Cada creyente puede convertirse en misionero con el testimonio de un modo de vida coherente con el Evangelio, y sin juzgar a nadie, ser un signo de esperanza, de alegría y de generosidad.

Cuando en muchos casos dominan el escepticismo, la tristeza y el egoísmo, un modo de vida diferente, aunque se deba hacer con discreción y humildad, seguro que produce una pregunta en los más cercanos. Mas, ¿de dónde sacar y mantener estas actitudes tan contraculturales? San Pablo nos ofrece el motivo por el que podemos mantenernos en actitud de esperanza, alegre y generosa, al invitarnos a bendecir a Dios por los beneficios que recibimos de Él: “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo”.

Solo desde la certeza creyente de estar siendo amados desde antes de la creación del mundo es posible arriesgarse confiados, e ir a la misión desprovistos de toda seguridad humana porque nos acompaña la confianza en Aquel que nos envía.

No es sadismo el envío que hace Jesús a los suyos cuando “les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto” (Mc 6, 8). Sobre todo si traemos a la memoria la parábola de Lucas en la que el padre del hijo pródigo le entrega un vestido nuevo, un anillo, le da un banquete y lo sostiene con su abrazo.

El riesgo es ir por nuestra cuenta, de manera voluntarista, un tanto combativa. En este caso nos asaltará el cansancio, y hasta el juicio violento, caminos que no son del Evangelio.

La misión de hoy

Santo Evangelio según San Marcos 6,7-13. Domingo XV de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Llévame, Señor, donde más necesiten de Ti. Enséñame a dejarlo todo para ponerme en camino, llevando sólo el bastón de la cruz y las sandalias de tu amor. Pon tus palabras en mi corazón y en mi boca para anunciar a todos los hombres y mujeres el mensaje que Tú les quieres predicar. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 6,7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.

Y les dijo: "Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos".

Los discípulos se fueron a predicar la conversión. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Cómo nos enviaría Cristo si lo hubiera hecho en el mundo de hoy? Cambiarían de nombre las prendas de vestir y de calzado, pero todo lo demás seguiría igual. La misión es exactamente la misma: construir el Reino de Dios.

La misión de hoy, como la de aquel entonces, exige dejarlo todo. No podemos confiar en todos los recursos o habilidades que se puedan acumular. Más aún, la misión siempre significa dejarnos a nosotros mismos; sólo el que sale de sí podrá escuchar el llamado de Dios y encontrar a sus hermanos.

La misión de hoy, como hace dos mil años, consiste en predicar la conversión, curar enfermos y expulsar demonios. Sí, también es una batalla contra los demonios, luchando contra el mal con obras de bien, pero lo más importante es vencer el odio con un amor auténtico. Sólo donde reina el bien y el amor, sólo ahí reina Cristo.

Pues bien, así nos enviaría, y así nos envía, efectivamente. Porque ser cristiano, hoy como hace siglos, ya lleva en sí el llamado a una misión. Sólo hay que descubrir cómo se traduce en este día concreto.

Como nos enseña la Escritura, los profetas son enviados al pueblo en situaciones de gran precariedad material y de crisis espiritual y moral, para dirigir palabras de conversión, de esperanza y de consuelo en nombre de Dios. Como un viento que levanta el polvo, el profeta sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor, discierne los acontecimientos a la luz de la promesa de Dios y ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia.

(Mensaje de S.S. Francisco para la 55 Jornada de oración por las vocaciones, diciembre 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy acompañaré a alguien que vea solo o triste, dándole un poco de consuelo y viendo en él o ella a Cristo mismo que me necesita.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Jesús me necesita

Ser Luz Brillante de Jesús es la misión de cada cristiano

Cada cristiano es una “carta de Cristo al mundo”, “escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo”, “escrita, no sobre tablas de piedra, sino en los corazones vivos.” (2 Cor, 3, 2-3) Cada persona discapacitada, tullida, minusválida, deforme, o quizás senil, que ha sido bautizada, es una central eléctrica para el bien, gracias a la gracia de Dios en el alma, en un mundo perverso. Esa persona no necesita entender o ser capaz de explicar tal gracia. Es suficiente con que la posea y su presencia en el mundo hace que éste sea mejor y todos los que lo habitan también solo por el hecho de haber nacido, aunque tenga solo una poca capacidad de comunicación con aquel mundo, ya que él es una nave que porta la luz de Dios en un mundo oscuro.

Los ancianos y los que están solos, cuyas vidas son consideradas inútiles porque no pueden producir según el máximo de sus capacidades, son verdaderos dínamos de energía espiritual cuando sus almas poseen la presencia de la Trinidad por la gracia; sus mentes poseen la sabiduría que viene de la experiencia y sus espíritus poseen la serenidad de los que han luchado el buen combate y esperan con alegría la llamada del Maestro.

No hay barreras para el cristiano que trabaja junto con Cristo, su líder, para el bien de todos. Cada uno es parte importante y preciosa del todo. Ricos y pobres, enfermos y sanos, jóvenes y viejos, analfabetos y genios, todos trabajan juntos en presencia de Dios que mora en cada uno como en un Templo vivo.

Jesús los necesita a todos, mientras unos construyen enseñando, algunos enmiendan con el arrepentimiento, otros con el sufrimiento, y otros animan por medio de su alegría, algunos guían por medio del ministerio, y otros ocupándose de los demás, algunos trabajando y otros por medio del cariño.

Cualquier que sea su parte, ese cristiano es luz, una antorcha y una parte integral del Cuerpo Místico de Cristo.

Ningún cristiano puede sentirse inútil o solo. Él no busca ni aplausos ni valoración.

La realización personal de poder llevar en su propia alma la Divina Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo le hace un instrumento poderoso para la salvación del mundo. Cada cristiano es una central eléctrica de gracia que extiende su mano y toca al vecino por medio del ejemplo y la oración. Es poderoso no importa donde esté o que haga, porque el poder que posee no le viene de él mismo, sino del Poder de Aquél que habita en él y en quien todos “vivimos, nos movemos y existimos”.

Somos parte del Cuerpo de Cristo sobre la tierra y todo lo que hacemos y somos tiene consecuencias sobre Él.

Un corazón quebrado llena el Cuerpo de una soledad palpitante. Una sonrisa lo hace feliz. Una alegría lo hace emocionarse y un dolor lo hace gritar.

El pecado lo hace retroceder hacia las contorsiones del rechazo y la santidad lo construye con un vigor renovado. La gracia es su sangre vivificante, que constantemente renueva sus células muertas revivificando los miembros sanos. La Cabeza del Cuerpo es Cristo y a cada uno de nosotros nos ha dado una función que cumplir, un papel que actuar y una trinchera que defender.

Cada uno de nosotros es vital para el funcionamiento apropiado del cuerpo entero y aunque nuestro deber particular permanezca oculto o inadvertido, el Cuerpo entero sufriría sin nosotros.

Necesitamos a Jesús, pero Él también nos necesita. No nos necesita porque podamos agregar algo a su obra, ya que Él es Infinito en todas sus perfecciones, nos necesita porque así lo quiere; quiere que cooperemos con Él para la salvación del mundo. A través de nuestro prójimo, Él extiende la mano y nos dice “te necesito…

Necesito tus palabras de consuelo en mi dolor, tu seguridad cuando estoy enfermo, tu esperanza cuando estoy desalentado y tu amor cuando el mundo es frío, porque aquello que hagan a uno de estos pequeños, a Mí me lo hacen”.

San Pablo se postra en tierra cuando oye la voz del Señor que le dice: “Saúl, Saúl, ¿Por qué me persigues?” (Hch 9, 4)

“¿Quién eres Tú?” Pablo contesta. Sí, sabía que la voz que lo había echado del caballo era la voz de Dios, pero el Dios que Pablo conocía era solo uno, Creador del Universo, Creador y Señor de los hombres, a quien había que obedecer y temer.

Pablo estaba confundido. “¿Señor?” Le contestó, y luego Pablo tuvo su primer encuentro con Dios hecho hombre, con Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad. Su concepto de Dios habría de cambiar, Había sido creado para entender que Dios vivía en su prójimo, pronto sería consciente de esa presencia al ser bautizado por Ananías y en el momento en que el Espíritu Santo se derramó en su alma con gracia y luz. “Yo le mostraré”, le dijo Jesús a Ananías, “cuánto tendrá que sufrir por mi nombre”.

Y lo mismo pasó con Pedro. Jesús le dijo después de la Resurrección: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Jn 21, 17). Jesús necesitaba de Pedro y de los demás apóstoles para edificar los cimientos de un nuevo estilo de vida, una vida totalmente entregada a Dios, una vida de alegría y sacrificio, una vida de amor por el prójimo.

Jesús necesitó su martirio para que atestiguaran por El el poder de su Nombre. Les dio el poder de curar para revelar su preocupación por los enfermos. Les dio el poder de expulsar demonios para compartir su compasión con los pobres pecadores. Les dio el poder de soportar el dolor y alegrarse con él de modo que pudieran dar esperanza a otros.

Jesús necesitó a estos hombres en cada faceta de sus vidas para que lo ayudaran a salvar al mundo. Jesús nos redimió por su vida, por su sufrimiento y por su muerte. Necesitó de estos hombres y de muchos más para que lo siguieran enseñando, proclamando, sosteniendo y dando alegría.

Jesús necesitó a Juan, lo necesitó para que se hiciera cargo de su Madre cuando el tiempo de su regreso al Padre había llegado. “Viendo a su Madre y al discípulo que amaba, dijo Jesús a su Madre: “Mujer, éste es tu hijo, y dijo al discípulo: ésta es tu madre, y desde aquel momento, el discípulo hizo un lugar para ella en su casa.” (Jn 19, 26-27)

Jesús necesitó a María, de cuyo Cuerpo Inmaculado tomó su Humanidad. Necesitó a José, fuerte y apacible para protegerlo a él y a su madre durante su estancia terrena.

Jesús los necesitó a todos porque el Amor extiende su mano hacia el compañerismo, no para recibir, sino para dar, no para crecer en algo, sino porque quiere que experimentemos la alegría de ser serviciales y de estar unidos a Dios que es amable y bueno.

Jesús Necesita mi servicio

Dios creó nos creo a cada uno con un objetivo definido en su mente infinita. Aunque siempre tenga una visión panorámica de nuestras vidas enteras, este conocimiento no le impide buscar nuestra voluntad y nuestros corazones.

Cuando nuestro prójimo nos necesita, es porque tenemos algo para darle que él no posee. Lo que tenemos para darle puede no ser tangible, pero igual podremos saciar alguna de sus necesidades.

Con Dios esto es diferente. Todo lo que tenemos en el cuerpo, el alma, talentos y bienes, son un regalo suyo. Lo que le damos a Él en estas dimensiones no es un regalo en absoluto ya que desde ya nosotros le pertenecemos.

Se hace necesario para nosotros dar a nuestro prójimo aquellas cosas que no le podemos dar a Dios, de la misma manera que Dios nos da sus dones a nosotros. Debemos darlos gratuitamente y desinteresadamente, no porque nuestro vecino merezca estas ventajas, sino únicamente porque queremos imitar al Padre.

Sea que nuestro servicio sea tangible, alimento o ropa, o intangible como el amor, la oración, la compasión y la paciencia, tenemos que servir a nuestro prójimo en aquello que no podemos servir a Dios. Es por eso que Jesús nos dirá en el último día. “Yo os digo que todo lo que hiciste al más pequeño de mis hermanos, me lo hiciste a mí. (Mt 25, 40).

Jesús Necesita mi debilidad

“Todo aquél que no cargue su Cruz y me siga no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 27) Duras palabras para un Salvador, un Redentor, que debía de liberarnos del mal.

La Cruz era un escándalo entonces y lo sigue siendo hoy. Sin embargo, debemos entender que no es tanto un escándalo como un misterio, un misterio que nunca comprenderemos en esta vida. No entendemos el amor desinteresado, aquel amor que no quiere nada más que parecerse al Amado, que busca unirse a él con la mente, el corazón, amor que dice “No temáis, yo también he tenido dolor, persecución, sufrimiento, pobreza y hambre. Mirad, yo les muestro como perseverar, yo les muestro como rezar, como perdonar, como amar, como estar en paz, como conformarse con el Plan del Padre sin importar dificultad alguna”.

Él se desprendió de sí para que nosotros pudiéramos estar llenos, llenos no por nuestra conveniencia sino por el bien del prójimo. Nos enseñó a aceptar la indiferencia desde su infancia. Nos mostró como aceptar la soledad durante su vida oculta. Nos mostró como aceptar el éxito por su actitud ante la gente que lo proclamaba Rey. Nos mostró como aceptar la voluntad de Dios en la Agonía en el Huerto, nos mostró cómo aceptar el dolor, los insultos, y la muerte, una muerte de Cruz.

Todo fue un signo de amor por el Padre y por nosotros, y todo debe ser también lo que nosotros testimoniemos al mundo. “Alégrense cuando os persigan”, nos dijo. Una y otra vez nos dijo que no temiéramos porque Él había conquistado el mundo. Él lo conquistó no cambiándolo, sino cambiando a los hombres que vivían en él.

Él lo dejó todo por nosotros, y quiere que sus discípulos hagan lo mismo. Vivir la privación fue parte de su testimonio ante el mundo y debe ser parte también del nuestro. Él instruyó a quienes lo seguían a no llevar nada para el camino salvo un bastón; ni pan, ni bolso, ni túnica, ni monedas para su bolsa. Debían usar sandalias pero al mismo los advirtió diciéndoles “no lleven túnica de repuesto”. (Mc 6, 8-9).

Nuestro testimonio no debe ser sano, rico y sabio, pero si debe ser el de aceptar todo lo que la Providencia pone en nuestro camino con alegría de corazón y paz en la mente: salud o enfermedad, pobreza o riqueza, éxito o fracaso. Nuestro testimonio debe ser realmente libre mentalmente, sin resentimientos; libre en el corazón, sin accesorios que nos puedan obstaculizar; libre en el cuerpo, que vive el autocontrol; y libre en el espíritu, siempre buscando la unión con Dios, su honor y su gloria.

Jesús necesita mi amor

Su deseo de que seamos “completamente como Él” tiene un toque de urgencia, es un deseo ardiente de que lo amemos tanto como Él nos ama. Cuando dos personas se aman el uno al otro, ese mismo amor demuestra al mundo que se pertenecen el uno al otro. Ese amor prueba que algunas personas en nuestras vidas son nuestros amigos y la falta de ese amor demuestra que otros son simples conocidos e incluso enemigos.

El amor demuestra su poder derritiendo los corazones helados, dando seguridad, cambiando las personalidades, inculcando la alegría y provocando un sentimiento de bienestar que nada más puede causar.

El amor demuestra que podemos cuidar de otros incluso sacrificándonos por ellos, el amor necesita probarse a sí mismo que ama, se esfuerza por probarle al otro cuan intenso es y es ingenioso en su modo de suministrar aquella prueba.

Las pruebas que vienen del amor verdadero permanecen ocultas y pasan inadvertidas para aquél que ama. Y la razón de esto es que aquél que ama a Dios intensamente y continúa amándolo siempre está tan ocupado amando que no se da cuenta del testimonio que da, ese testimonio es el fruto de aquel profundo amor, no su causa.

Jesús nos transforma en hermosas imágenes suyas por el poder del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones.

Jesús me necesita

Todo lo que Jesús quiere de nosotros exige que confiemos en Él.

Las Bienaventuranzas son ocho escaños para confiar, porque demanda mucha confianza creer y vivir según el principio de que los pobres poseerán el Reino y de que los perseguidos estarán alegres.

Demanda mucha confianza comprender que, cuando todo parece desmoronarse, de algún modo todos los pedazos rotos están en Sus manos y Él volverá a unirlos.

Demanda mucha confianza ver el sufrimiento y comprender que Dios está educando a aquellos que ama y que el mismo Jesús sufre en ellos.

Demanda mucha confianza rezar fuerte y largo y no recibir la respuesta que uno quisiera.

Demanda mucha confianza pensar que Dios se valdrá de nuestras debilidades para nuestro bien mientras hagamos un sincero esfuerzo por vencerlas.

Demanda mucha confianza comprender que la muerte de alguien querido ocurre en el mejor momento de su vida.

Demanda mucha confianza abandonar a todos y todo en las manos de Dios sin preocuparnos.

Necesitamos confiar en Él en todo momento y toda nuestra vida, y esa confianza brillara como los rayos del sol, tocando a todos los que encontremos en el camino.

La confianza que Jesús demanda de sus seguidores parece imposible y este hecho demuestra que sólo Dios exigiría una confianza heroica.

Él nos pidió no preocuparnos por el mañana y cuando nuestro prójimo ve ese testimonio en nosotros, su corazón se eleva.

Él nos pidió saltar de alegría cuando somos perseguidos, porque cuando lo hacemos, le mostramos a los demás que hay un mundo mejor más allá de este, un mundo en donde descansa nuestro verdadero tesoro.

Él nos pidió cumplir la voluntad del Padre con absoluta confianza en la Sabiduría de aquél plan, y el ver esta clase de confianza es una experiencia suficientemente poderosa como para fortalecer a nuestros hermanos en las circunstancias más difíciles.

Él nos pidió ser mansos y humildes de corazón para que encontremos descanso para nuestras almas; la serenidad, que es el fruto del señorío de uno mismo se vuelve la envidia del mundo.

Cada cristiano es importante, importante para Dios, para el mundo y para el Reino.

Luz Brillante de Jesús

Ser Luz Brillante de Jesús es la misión de cada cristiano. Como el brillo de una estrella en medio de una noche oscura, así el cristiano debe dar luz y esperanza y levantar los corazones y las mentes de todo el mundo hacia el Amor y la Misericordia de Dios que es Padre y Señor.

El esfuerzo constante del cristiano por hacerse una réplica exacta de Jesús es motivo de esperanza para el prójimo, lo llena con la convicción profunda de que existe una realidad invisible lo suficientemente fuerte como para vencer cualquier tentación, como para sobreponerse a cualquier indignidad, soportar todas las cruces y mantener el gozo no importa lo que pueda suceder.

Jesús necesita que aquella imagen, aquel cristiano, lo ayude a irradiar su poder y su Persona al mundo. Pablo lo dice hermosamente, “Dios nos hace, en Cristo, compañeros en su triunfo, y a través de nosotros expande su conocimiento como un dulce aroma en todo lugar” (2 Cor 2, 14) “Somos incienso de Cristo para Dios… Son una carta de Cristo, escrita con el Espíritu de Dios vivo.” “Somos embajadores de Cristo; como si Dios hablara por medio de nosotros”.(2 Cor 5, 21).

Debemos irradiar a Jesús y los rayos de aquella luz brillarán en los confines de la tierra, sobre cada nación y sus gentes, porque trabajamos junto con Jesús para la salvación de la humanidad.

“Os he amado con un amor eterno” (Jer 31, 3).

Francia vs. Croacia: Lo que los católicos deben saber ante final de Rusia 2018
Tal vez algunos no conocen a profundidad el legado católico de estas dos naciones


Por: JD Flynn | Fuente: ACI Prensa // CNA 

El domingo 15 de julio de 2018 Francia y Croacia disputarán la final del Mundial de Rusia 2018, y tal vez algunos no conocen a profundidad el legado católico de estas dos naciones.

Esto es lo que como católico o católica debes saber sobre Croacia y Francia.

1.- Raíces católicas

Croacia

Durante el tiempo que Jesús vivió en Palestina, Croacia y el resto de la Península Balcánica formaban parte del Imperio Romano y constituían la provincia romana de Dalmacia.

Localizada cerca del Mar Adriático, Dalmacia, que también era conocida con el nombre griego de Iliria, era la ciudad donde residían personas de todas las religiones del imperio.

En la época de la vida terrenal de Cristo, en esa zona había una comunidad de judíos, de los cuales algunos se convirtieron al cristianismo en el primer periodo de evangelización.  

Las Escrituras señalan que Tito, discípulo de San Pablo, viajó a Dalmacia y que probablemente murió allí. La región también es mencionada en la Segunda Carta de San Pablo a Timoteo.

Algunas tradiciones señalan que San Pablo habría estado en Dalmacia, ya que escribió en la Carta a los Romanos sobre una visita a Iliria, pero tal vez se estaba refiriendo a una parte de Grecia ubicada cerca de la actual Albania.

El pueblo croata, que emigró a la región de Dalmacia en el siglo VI, probablemente acogió las religiones tribales hasta que se convirtió al catolicismo. Para el siglo IX, los croatas eran considerados como una nación cristiana y para fines de ese siglo la nobleza croata había comenzado a jurar fidelidad al Papa.

Francia

A Francia se le conoce como “la hija mayor de la Iglesia” debido a la historia del catolicismo en esa nación.

Muchas leyendas antiguas conectan a Francia con las figuras del Nuevo Testamento. Por ejemplo, una afirma que Lázaro, María y Marta fueron exiliados de Israel y viajaron en un bote hasta la costa del país europeo.

Otras indican que Lázaro fue el primer obispo de Marsella y que fue enterrado en Borgoña. Otras dicen que María Magdalena es la hermana de Lázaro y que ella viajó a Francia y vivieron durante 40 años en una cueva en Provenza.

El registro más antiguo de la Iglesia en Francia que no tiene un cariz de leyenda data del siglo II. Narra que 48 católicos, incluyendo el Obispo de Lugdunum, fueron martirizados en Lyon, que formaba parte de la provincia romana de Galia.

La mayoría de los franceses consideran al rey Clodoveo I como el fundador de Francia. El soberano se convirtió del paganismo y fue bautizado en la Navidad del año 496 por San Remigio. Este acontecimiento es considerado como el momento fundacional del cristianismo occidental.

2.- Santos

Croacia

El santo patrón de Croacia es San José. Entre sus santos figuran San Jerónimo, traductor de la Biblia al latín y Doctor de la Iglesia nacido en la región de Dalmacia; San Marko Krizin, sacerdote de la Contrarreforma; y San Leopoldo, un piadoso misionero franciscano.

Otro santo croata es San Nicolás Tavelic, un franciscano que fue martirizado junto con tres compañeros en el año 1391 en Jerusalén por negarse a convertirse al islam.

En el año 2003, San Juan Pablo II dedicó una iglesia a los mártires croatas: unos soldados que fueron masacrados por los invasores otomanos en el siglo XV. Cientos de miles de croatas se han enfrentado al martirio y la persecución, y han muerto por ser discípulos de Jesucristo.

Francia

En este país europeo nacieron grandes santos como Santa Juana de Arco, San Juan Vianney, conocido como el Santo Cura de Ars; Santa Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia y Patrona de las Misiones; San Vicente de Paúl y San Luis IX de Francia.

3.-Catedrales

Croacia

Una de las joyas arquitectónicas de Croacia es la Catedral de Zagreb, dedicada a la Anunciación de María.

Este templo de estilo gótico fue construido alrededor del año 1200 y fue restaurado en 1880. Hay barricadas a su alrededor que fueron erigidas alrededor de 1400 para resistir la invasión de los otomanos. Las mismas barricadas volvieron a repeler a los otomanos en un nuevo intento de invasión 200 años después.

La Catedral de Zagreb también ha sobrevivido a un terremoto a fines del siglo XIX.

Francia

La Catedral de Chartres, también dedicada a la Asunción de María, es considerada como el punto más alto de la arquitectura gótica. Sus famosos vitrales han sido imitados en todo el mundo.

Construida a finales del siglo XII, ha sido restaurada varias veces. Durante la Segunda Guerra Mundial un coronel estadounidense se coló detrás de las líneas alemanas para asegurarse de que el templo no estaba siendo ocupada por los alemanes y su heroísmo impidió que fuera bombardeada por los aliados.

Francia también alberga la catedral más famosa del mundo y que ha inspirado libros, películas y canciones: Notre Dame.

Su construcción se inició en 1163 y terminó en 1345. En este templo, ubicado al lado del río Sena en París, han sido coronados reyes y emperadores como Enrique VI de Inglaterra y Napoleón Bonaparte. Allí también fue beatificada Juana de Arco a inicios del siglo XX.

Tras conocer un poco más sobre el legado católico de ambos países, ¿quién deseas que gane la Copa Mundial de Rusia 2018? ¿La selección de “la hija mayor de la Iglesia” o el equipo cuyo entrenador es devoto del Rosario?

 

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