...En su nombre esperarán las naciones
- 21 Julio 2018
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Evangelio según San Mateo 12,14-21.
En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él.
Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos.
Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones.
No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas.
No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.
San Lorenzo de Brindis
San Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia
San Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador incansable por las regiones de Europa, que, de carácter sencillo y humilde, cumplió fielmente todas las misiones que se le encomendaron, como defender la Iglesia contra los infieles, reconciliar a los príncipes enfrentados y llevar el gobierno de su Orden religiosa. Murió en Lisboa, en Portugal, el veintidós de julio de 1619.
Al día siguiente de nacer en Brindisi, Italia, el 22 de julio de 1559, Lorenzo fue bautizado con el nombre de Julio César. Tal vez sus padres intuían que él también sería grande, infinitamente más que el valiente emperador y líder romano, porque este niño estaba llamado a dar gloria a Cristo y a su Iglesia, de la que a su tiempo sería nombrado doctor. El pequeño era delicioso en su trato: afable, sencillo, dócil y humilde, virtudes que se acrecentarían con los años. De modo que cuando murió su padre cuando él tenía 7 años, y fue acogido en el convento entre los niños oblatos, su presencia en las aulas constituyó una bendición. Además de su excelente carácter, tenía inteligencia, y una memoria excepcional, lo cual hizo de él un alumno más que aventajado. Perdió a su madre en la adolescencia y fue enviado a Venecia junto a un tío sacerdote que estaba al frente de un centro docente privado. Allí tomó contacto con los padres capuchinos y decidió ingresar en la Orden. Entró sabiendo lo que significaba la vida de consagración, con sus renuncias y contrariedades. Pero cuando el superior le informaba, simplemente preguntó: «Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?». Al recibir respuesta afirmativa, manifestó rotundo: «Pues eso me basta. Al mirar a Cristo crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor a Él cualquier padecimiento». Tomó el hábito en 1575 y el nombre de Lorenzo. Profesó en 1576 y se trasladó a Padua para cursar estudios de lógica, que completó después en Venecia con los de filosofía y teología. En esta etapa ya comenzó a atisbarse su extraordinaria capacidad para penetrar en problemas de índole antropológica y teológica. La Sagrada Escritura no tenía secretos para él.
Tanto es así, que confidenció a un religioso que de perderse la Biblia podría recuperarse plenamente porque la tenía grabada en su mente. Fue autodidacta en el estudio de las lenguas bíblicas sorprendiendo hasta a los propios rabinos con su excepcional preparación y dominio de la literatura rabínica. La oración y el estudio eran los polos sobre los que gravitaba su vida; no podía decirse donde comenzaba la una o culminaba la otra, y viceversa. Aludía a la oración diciendo: «¡Oh, si tuviésemos en cuenta esta realidad! Es decir que Dios está de verdad presente ante nosotros cuando le hablamos rezando; que escucha verdaderamente nuestra oración, aunque si solo rezamos con el corazón y con la mente. Y no sólo está presente y nos escucha, sino que puede y desea contestar voluntariamente y con máximo placer nuestras preguntas». Ordenado sacerdote en Venecia en 1582 se convirtió desde entonces en un ministro de la Palabra fuera de lo común. Poseía para ello unas dotes formidables a todos los niveles. La predicación la conceptuó como: «Misión grande, más que humana, angélica, mejor divina». Los fieles que le escuchaban quedaban subyugados porque hablaba «con tanto celo, espíritu y fervor, que parecía salirse fuera de sí, y, llorando él, conmovía también al pueblo hasta las lágrimas». Cuidaba sus sermones con oraciones que podían prolongarse varias horas, y penitencias. La celebración de la Santa Misa, usualmente de larga duración, junto a su meditación en los pasajes evangélicos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo eran igualmente prioritarias en su quehacer. A la exigencia del carisma capuchino, añadía mortificaciones diversas aún a costa de su salud. Pero se preparaba para ser un santo sacerdote. Su «libro» era la Sagrada Escritura. Para dilucidar lo que debía decir se postraba a los pies de una imagen de María, tomando nota in situ de lo que le era inspirado. En Cuaresma su comida, que ya era frugal de por sí, se reducía a la mínima expresión.
Fue lector, guardián, maestro de novicios, vicario provincial, provincial, definidor general y general de la Orden. Fidelísimo y obediente cumplidor en todas las misiones, destacaba también por sus dotes diplomáticas; eran singulares. Así logró, entre otras, la reconciliación de gobernantes enemistados, y defendió a la Iglesia ante los turcos. Su dominio de lenguas, entre las que se hallaba la hebrea, le permitió llevar a cabo exitosamente la misión que el papa Clemente VIII le encomendó: la conversión de los judíos. Impulsó la fundación de la Orden en Praga superando toda clase de pruebas y dificultades, penurias y enfermedades, injurias y atropellos. La fecundidad apostólica que surgía tras su predicación le atraía no pocas hostilidades de los adversarios de la fe. Abrió otros conventos en Europa, entre ellos los de Viena y Graz. Cuando fue elegido general tenía 43 años y un vastísimo territorio que visitar; lo hizo a pie. Así recorrió gran parte de Italia y de Europa; pasó también por España. Nunca aceptó tratos de favor; quiso ser considerado como los demás y participó en todas las tareas domésticas con humildad y gozoso espíritu. Dejó escritas numerosas obras. Los grandes hombres, gobernantes y religiosos se rindieron a este santo que falleció en Lisboa el 22 de julio de 1619, cuando tenía 60 años. Había ido con la intención de entrevistarse allí con el rey de España, Felipe III, para mediar por los derechos de los ciudadanos napolitanos vulnerados por el gobierno local. Fue canonizado por León XIII el 8 de diciembre de 1881. En 1959 Juan XXIII lo declaró Doctor de la Iglesia, añadiendo el título de Doctor Evangélico.
Oremos
Oh Dios, que para gloria de tu nombre y salvación de las almas otorgaste a san Lorenzo de Brindis espíritu de consejo y fortaleza, concédenos llegar a conocer, con ese mismo espíritu, las cosas que debemos realizar y la gracia de llevarlas a la práctica después de conocerlas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul Sermones ascéticos, 1ª serie, nº 20
«Mi siervo no quebrará la caña cascada, no apagará el pábilo vacilante...
En su nombre esperarán las naciones»
Quiero abrir la boca, hermanos, para hablaros de lo altísima que es la humildad. Estoy lleno de temor, como aquel que sabe que debe hablar de Dios con el lenguaje de sus propios pensamientos. Porque la humildad es el adorno de la Divinidad. El Verbo la revistió al hacerse hombre. Al revestirse de ella la ha vivido en su cuerpo estando con nosotros. Y cualquiera que la ama, se hace, en verdad, semejante a Aquel que descendió desde su altura y recubrió su grandeza y su gloria a través de la humildad, para que, a su vista, la creación no se consumiera. Porque la creación no hubiera podido contemplar al Señor si no hubiera tomado sobre él la humildad y no hubiera, así, vivido con ella. No se hubiera encontrado con él; la creación no hubiera comprendido las palabras salidas de su boca...
Es por eso que cuando la creación ve a un hombre revestido a semejanza de su Maestro, le reverencia y honora como hizo con su Maestro que vivió en ella revestido de humildad. ¿Qué criatura hay que no se deje enternecer a la vista del humilde? Sin embargo, cuando la gloria de la humildad no se había revelado a todos en Cristo se despreciaba la humildad tan llena de santidad. Pero ahora, su grandeza se eleva a los ojos del mundo. Ahora la creación puede recibir por la mediación de un hombre humilde la visión de su Creador. Por eso el humilde no es menospreciado por nadie, ni tan sólo por los enemigos de la verdad. El que ha aprendido la humildad, gracias a ella, es venerado como si llevara corona y púrpura.
Santo Evangelio según San Mateo 12, 14-21. Sábado XV de Tiempo Ordinario
Por: H. José Romero, L.C. | Fuente: missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme poder ver tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En mis cumpleaños, mi familia siempre me regalaba cosas y siempre picábamos una torta.Pero un año, en especial, por algunos problemas familiares nada de esto pasó ¿Cómo fue mi cumpleaños?¡Genial! Porque lo que me importaba era el amor de mi familia, el más grande de todos los regalos
Y el amor es la razón principal por la cual Jesús les mandó, a los que curó, no decir anda. Muchos de nosotros podemos pensar que era para que no lo mataran, pero es mucho más difícil que a uno lo maten cuando todos te siguen para que los cures. La intención real de Jesús era que todo aquél que quisiera seguirlo fuera, no por sus regalos, sino por el gran regalo, el amor de Dios.
El único regalo que debemos buscar es el regalo del amor, los demás regalos no son necesarios; no digo que sean malos, pero sólo serán buenos en la medida que muestren el amor. Y es lo que hace Dios en toda nuestra vida, lo que nos regala, sea bendición o cruz, es para darnos el gran regalo, el Amor. Porque Dios no es una gallinita de oro o un hospital de buena calidad gratuito. Dios es la persona que nos ama. Aquél que nos ha dado todo, no para vivir bien, sino porque nos ha amado desde siempre.
¿Cómo podemos responder? Recibiéndolo; recibir con amor el gran regalo sin interesarme de qué está acompañado porque lo que importa solamente es el amor de Dios. Pidamos al Señor que tengamos las manosvacías de regalos inútiles para poder recibir su amor, el mayor regalo en nuestra vida.
Nos hace bien recordar que nuestras vocaciones son una llamada de amor para amar, para servir. No para sacar tajada para nosotros mismos. ¡Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió, no fue por ser más numerosos que los demás, pues son el pueblo más pequeño, sino por amor! Así le dice el Deuteronomio al pueblo de Israel. No te la creas, no son el pueblo más importante, son de lo peorcito, pero se enamoró de ese, y bueno, qué quieren, tiene mal gusto el Señor, pero se enamoró de ese... Amor de entrañas, amor de misericordia que mueve nuestras entrañas para ir a servir a otros al estilo de Jesucristo. No al estilo de los fariseos, de los saduceos, de los doctores de la ley, de los zelotes, no, no, esos buscaban su gloria.
(Discurso de S.S. Francisco, 20 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Valorar sobre todas las cosas el amor de Dios y el de mi familia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Jesús ha vendo a curar a la humanidad que sufre
Hoy en día seguimos teniendo fiebres (Marcos 1, 29-39; Lucas 4,38-44)
1. Hoy nos presenta la Liturgia de la Palabra a tres personajes: JOB, que nos manifiesta la visión negativa y amarga de la vida humana: "el hombre está cumpliendo un servicio"; "es un jornalero" que aguarda el salario insuficiente; "es un esclavo" Job, 7.1. Si la vida es así, el hombre quiere que pase pronto. El libro de Job, escrito cinco siglos antes de Cristo, aún no tiene idea de la resurrección. Job, despojado de todos sus bienes: sus bueyes, rebaños, camellos, criados, hijos; herido por la enfermedad, sentado en el estercolero. Incomprendido y maldecido por su mujer, sus amigos y por su entorno social.
Más profundo todavía: Piensa que Dios le ha abandonado.
Y se queja. Y protesta.
2. El Salmo 146 anticipa la solución de la esperanza: "El Señor sana los corazones destrozados, venda sus heridas, reconstruye Jerusalén". Es decir, el Señor, ante este panorama, no es un espectador, un convidado de piedra, que se queda impasible e inactivo. No es un dios griego, sino que "Tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8,17). El salmista, para hacer estas afirmaciones y motivar al pueblo a cantar himnos al Señor, tiene en cuenta su bondad, que ha reconstruido las murallas de Jerusalén y ha repatriado a los desterrados afligidos. Que es protector y médico sabio y solícito. Es más, como ha escrito Paul Claudel "Jesús no ha venido a traer una teoría, sino a tomar el sufrimiento sobre sí mismo".
3. Dios, actuando por Jesús, realiza lo que el salmo ha profetizado... Cura a la suegra de Simón, que está con fiebre alta en la cama. Ella se levantó y comenzó a servir. Esta mujer representa a la humanidad, a cada hombre y a cada mujer, a quienes Jesús encuentra enfermos.
El mundo es un hospital gigantesco, que está esperando que una mano le alivie su dolor. En nuestra madre la Iglesia han florecido bellas flores hospitalarias, que están en la mente de todos. En nuestros tiempos hemos visto a la Madre Teresa de Calcuta, con su cuarto voto de buscar a los más pobres de los pobres. Es verdad que algunos enfermos, muchos, no se dejan curar... La suegra de Simón, sí. "Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó"... Jamás un rabino se hubiera dignado acercarse a una mujer y menos cogerla de la mano. Jesús rompe los moldes y realiza unos gestos que rebosan humanismo, misericordia, delicadeza y ternura. Pocas veces el evangelio expone y analiza tantos signos y gestos hechos por Jesús, que evidencian su decisión de salvar al hombre de las consecuencias del pecado, y de la inseguridad y angustia que provoca la enfermedad, con tanto realismo como las describe el libro de Job, que también rompe moldes escribiendo una teología nueva sobre el misterio de la remuneración, en la que prevalece la misericordia de Dios sobre la acción del hombre.
4. La visión de Dios, que nos desvela el evangelio es más optimista que la de los hombres. Aquélla nos descubre a Dios actuante en la criatura de su mundo y de sus hijos. La de los hombres tiene una valoración pesimista o excesivamente negativa de la vida y del mundo.
El hombre se inclina mejor a destacar la ausencia de Dios y su abandono que los signos de los tiempos de su Reino, que ya ha comenzado a desarrollarse en nuestro interior.
Es una gracia saber descubrir la acción de Jesús, actuando en este mundo de mil maneras; con curaciones físicas o espirituales, conversiones, o sencillas señales de esperanza, o brotes nuevos de alguna obra que ayude a salir de situaciones desesperadas..En una reciente carta del Cardenal de Barcelona, Carles, mi amigo, me escribe esta frase optimista de fe: "Cuando una puerta se nos cierra, Dios nos abre una ventana".
La curación de los enfermos por Cristo está descubriendo que el Reino de Dios ha llegado.
5. Hoy, la suegra de Simón, liberada de la fiebre, y, puesta en pie, levantada por Jesús, como una profecía de que El se levantará del sepulcro, se puso a servir a Jesús y a los suyos.
Jesús sigue curando por sus sacramentos, el Bautismo y la Penitencia en los que nos libera de la enfermedad del pecado para que sirvamos con diligencia y ternura amorosa, como El, que "No ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos" (Mc 10,45).
6. Aunque Marcos nos ofrece una agenda muy apretada de actividad de Jesús, es necesario que tengamos ideas muy claras sobre la intención del ministerio de los testigos de los hechos.
Marcos, que reproduce la predicación de Pedro, hoy quiere manifestar la actividad taumatúrgica de Jesús y la extensión de su fama, por sus palabras y sus milagros, anunciando la salvación con palabras y obras, acompañando sus enseñanzas con numerosos milagros, prodigios y signos (Hch 2, 22), pruebas de que el Reino está presente en Él. Lo que atestigua que él es el Mesías anunciado (Lc 7,18), el enviado del Padre, a la vez que son una invitación a creer en El.
Ese es su específico mensaje. Y para comprenderlo mejor, hay que saber que estos signos mesiánicos, que liberan a algunos hombres de los males terrenos del hambre (Jn 6,5-15), de la injusticia (Lc 19,8), de la enfermedad y de la muerte (Mt 11,5), no nos dan derecho a esperar que Dios ha enviado a Jesús para suprimir todos los males temporales (Lc 12,13). Su envió y misión es Redentor. Ha venido para liberar a los hombres de la esclavitud del pecado (Jn 8,34), causa de todas las calamidades humanas.
7. Ya el domingo anterior Marcos nos relató la expulsión del demonio (Mc 1,21); hoy cura de la fiebre a la suegra de Pedro (Mc 1,29); el próximo domingo, curará a un leproso (Mc 1,40) y en el 7º, pondrá en pie a un paralítico (Mc 2,1).
De todos, el milagro que mejor resume y expresa la obra de la salvación de los hombres, es la curación de un endemoniado, pues va a expulsar del dominio del mundo, al que hasta hoy ha sido el vencedor, y el príncipe y dominador de este mundo, que comenzó su reinado cuando consiguió desviar a los hombres de su camino, momento en el que comenzaron todos sus males.
Desde el origen de la historia humana el mal ha ido creciendo, por eso se siente dueño de este mundo. Pero hoy está viendo clara su derrota. Y porque lo ve y porque comprende que el poder de Jesús, que no sólo habla, sino que demuestra que tiene poder para destruir sus obras y que su reino está en las últimas y derrotado, por eso gruñe: “¡Has venido a acabar con nosotros!”. Y cuando Jesús dando una nueva prueba de su autoridad, dio su orden: "Sal de él", con grandes muestras de contrariedad deja libre al hombre, y se aleja dando un grito desesperado. Jesús lo ha expulsado sencillamente con su orden..., con el “poder de Dios”.
8. La Palabra de Dios sigue teniendo el mismo poder hoy que ayer. Y sigue liberándonos de lo que nos oprime, y sigue perdonándonos, y dándonos salud y Salvación.
Sigue hablando con autoridad y poder. Pero para que le dejemos obrar, es necesario que escuchemos su Palabra y que la vivamos con sinceridad. Si Jesús es el Santo de Dios, como lo reconoce el demonio, el pueblo que le sigue debe ser un pueblo santo empuñando la Palabra de Dios, vivida, practicada y anunciada. Con palabras y con obras. Si Jesús ha podido ordenar al demonio que deje en libertad a aquel hombre, es porque está libre de corrupción, porque es el “Santo de Dios”. Nuestra santidad de vida es la única forma de renovar el mundo. Es toda la comunidad cristiana la que debe ser el testimonio viviente de la santidad que se opone y destruye la raíz de todo mal. Sólo los santos pueden renovar la sociedad desde la raíz. Jesús actúa hoy en su Iglesia, su Palabra, sus sacramentos. Como enseñaba san León Magno: Lo que en Cristo era visible, ha pasado a los sacramentos de la Iglesia. Hoy hemos destacado la curación de la suegra de Simón Pedro, que estaba postrada por la fiebre, que le impedía servir a Jesús y sus acompañantes, tal como ella hubiese querido. Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles (Mc 1,31). El término de este proceso es el servicio a Jesús y a los suyos, que en aquella mujer se limitaba a prepararles la comida. Los evangelistas son portadores de un mensaje, en el caso de Marcos, hoy y en todo su evangelio, su objetivo es probar la divinidad de Cristo, predicando en la sinagoga como signo de su misión de proclamar la Palabra, y testificar con el milagro que su poder es superior al de cualquier hombre, y al del mismo diablo, es decir, que Cristo es Dios. Nadie puede curar una fiebre muy alta como destaca el médico Lucas, cogiendo de la mano a la suegra de Pedro y levantándola, y que después de una fiebre tan intensa y extenunte, que deja a uno molido, comience a moverse y a preparar la comida y a hacer las faenas que comportaban el servicio de los huéspedes.
9. La otra característica de los evangelistas es que son mensajeros, no reporteros de una sección de sociedad, de los que esperamos un retrato de familia. Su objeto no es contarnos los avatares de una familia ni su árbol genealógico. Porque no pocos, en contra del celibato de los sacerdotes, usan el argumento ya desfasado, de que Pedro estaba casado, y lo prueban por la dichosa suegra. Pero, ¿por qué no preguntan, dónde estaba aquel día su mujer, que tenía enferma a su madre y es la suegra la que les tiene que servir? Jesús aceptaba lo que tenía a mano y en aquella cultura, los hombres no permanecían solteros tanto tiempo como en nuestra época. Jesús está en Galilea, junto al lago, donde la mayoría de los hombres son pescadores, no está en Roma, donde puede elegir tribunos. El Padre Gracián, mano derecha de Santa Teresa, era muy exigente en la elección de las candidatas a monjas. Santa Teresa, con mayor experiencia, le tendrá que decir que si ella hubiera seleccionado tanto, aún estaría sin monjas. Cada uno elige lo que tiene a su lado. Pues claro que Pedro estaba casado, pero no se dan cuenta de que el joven virgen Juan era el ojito derecho de Jesús.
10. Una vez curada la enferma, se puso a servirles Marcos 1,29. Para los griegos, cuya filosofía habían adoptado los hebreos en sus largas y varias invasiones, servir era una acción indigna. La dignidad consistía en dominar, no en servir. El fin del hombre consistía en conseguir el perfecto desarrollo de su personalidad, y de ninguna manera el servicio al prójimo. Jesús actúa desde el amor, pues por amor "No ha venido a ser servido, sino a servir" (Mt 20,28). Es lo que ha hecho esta mujer una vez curada. Parece que queda mucho de filosofía griega en nuestra sociedad: la juventud, sobre todo, sólo piensa en "realizarse". Lo de los demás "ese es tu problema".
11. Esta mujer con fiebre, es el signo de la humanidad con fiebre, es la Iglesia, que comienza a servir, como Jesús, con la oración, la palabra, el servicio, el coger de la mano, el hacerse débil con los débiles, sin orgullo, sino humildemente, uniendo las manos con los pobres del tercer mundo, evangelizando, dando vida hasta la cruz. Algunos gestos son aún de nuestros días: ahí tenemos a la Madre Teresa de Calcuta.
12. San Agustín nos dirá que seguimos con virus o bacterias, que sigue habiendo fiebre: nuestra fiebre es la avaricia, la soberbia, la ira, el orgullo, el egoísmo cerrado, la vanagloria. Nuestras fiebres son el odio, que destierra el amor; la ambición que seca el corazón humano; las riquezas mal adquiridas o mal conservadas, fuente de injusticias; la opresión, que destruye la caridad; la mentira, de tantas maneras, las medias verdades, las excusas que encubren caprichos, que nos gustan más que el cumplimiento de la palabra y que enmarañan las relaciones sociales, el afán de novedades bajo el prisma de la evangelización. Trampas del demonio que "suscita muchas cosas que hacer, para que no se haga ninguna", según San Francisco de Sales. La Iglesia curada ha de evangelizar sin soberbia: pues "Vale más ser granos de trigo dentro de la Iglesia, que quedarse a la puerta como revolucionarios" , dijo el gran teólogo Rahner. La Iglesia, limpia de pecado, curada, sirve. Para llegar a la unidad de todas las Iglesias, los Patriarcas orientales, deben considerar su ministerio como un humilde servicio de caridad; el episcopado oriental y occidental no debe ver en el poder recibido de Cristo un conflicto de autoridades, sino una conjunción de servicios. Y toda la comunidad cristiana, no sólo la jerarquía, pues la suegra de Pedro, no pertenecía al orden jerárquico, era una mujer seglar, debe vivir mejor el evangelio. A la comunidad le sobran miembros paralíticos. Para Santa Teresa los que no hacen oración son tullidos. No necesita personas enfermizas y convalecientes en la fe, sino miembros activos-contemplativos, como Cristo, que ora y cura a los enfermos.
13. Después de curar a los enfermos y poseídos, Jesús "se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar". Dejando las alabanzas y el quedar bien, se fue a orar. Si no nos dedicamos asiduamente a la oración, no crecerá mucho el Espíritu. No le debemos dejar solo. Lo que podemos hacer nosotros y no lo hacemos, no lo hará el Espíritu. El no es un tapagujeros. Contaba el Padre Tardiff, que me honró con su amistad, que un obispo envió a una parroquia muy abandonada a un sacerdote muy dedicado a Dios y al servicio que, en pocos años, la transformó. Vino el Obispo de visita y dijo: "Me maravillo de la obra que ha hecho en esta parroquia el Espíritu Santo". Y el sacerdote le replicó: "Señor Obispo: ¡Si usted hubiera visto esta parroquia cuando el Espíritu Santo estaba solo!". El Cura de Ars después de la Revolución francesa, se hizo cargo de aquella parroquia, y a los quince años de luchas, oración y lágrimas, penitencia y sufrimientos, calumnias y persecuciones, confesaba "Ars ya no es Ars". "El cementerio de Ars es un relicario". No esperemos a que nos lo den hecho, como el muchacho incorporado al servicio militar que cuando llegó a su casa con permiso vestido de general. “¿Qué te han hecho General?, le preguntó lleno de asombro su padre. Y el militar bisoño, contestó: ¡Si esperas a que hagan!”…Era lo de aquellos vagos estudiantes que, sin haber dado golpe en todo el curso esperaban aprobar por la intercesión de San José de Cupertino a quien los últimos días de curso le rezaban una novena.
14. El segundo personaje de hoy es PABLO, que se ha hecho débil con los débiles, que no predica por soberbia, ni por propio gusto e interés, sino por exigencia interior y de balde. "¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!" 1 Coríntios 9, 16: San Pablo sigue presentándose a los Corintios, y muestra la inquietud y la humildad del verdadero apóstol; Pablo tenía el corazón rebosante y no podía callar, su palabra le ardía en el pecho como el fuego. Los que no tienen nada que decir, vacíos por dentro, consideran al que no puede callar, como soberbio o envanecido.
15. El tercer personaje es JESUS, como ya hemos visto: encuentra enferma a la suegra de Simón; le llevaron todos los enfermos y poseídos. Curó a muchos, no a todos. Quedan muchos. Maestro, cúralos. Curadlos vosotros. Yo os he cambiado el corazón para que los curéis y sirváis vosotros. A El en la oración, el Padre le dice lo que tiene que hacer. También a nosotros, en la oración nos cambia Jesús el corazón y nos pide lo que quiere de nosotros, nos informa sobre lo que él ha pensado que seamos nosotros.
16. "Vámonos a otra parte". -Aquí hay mucho que hacer, "todo el mundo te busca", le dicen. Yo he sido enviado para predicar también allí, QUE PARA ESO HE VENIDO. Todos hemos sido bautizados para evangelizar. A nuestro lado hay personas que necesitan, sobre todo, nuestro testimonio de cristianos.
17. Hemos venido a celebrar la Eucaristía, por lo tanto, a orar, a cantar salmos, "que la música es buena", aunque hay musiquillas que mueven poco a la alabanza y a la devoción, hemos de depurarlas, a escuchar la palabra de Dios, para prepararnos al banquete del cuerpo y la sangre de Cristo. Recojamos nuestro espíritu y pongamos toda nuestra atención en nuestra oración, evitando la dispersión y la distracción, para comer con fruto el manjar celestial.
CELAM convoca oración por Nicaragua en toda América Latina
El 22 de julio la Iglesia de toda América Latina se unirá en oración por Nicaragua
El domingo 22 de julio se rezará por Nicaragua en todas las Iglesias de América Latina. La iniciativa, ha sido convocada por el Consejo Episcopal Latinoamericano, Celam, este 18 de julio, a través de un comunicado, dirigido a los obispos de Nicaragua, a través del cual los Obispos del Celam expresan además su “cercanía y solidaridad con el pueblo nicaragüense y con sus pastores profetas de justicia, ante la dramática y dolorosa crisis social y política que allí se vive actualmente”.
Encontrar caminos de diálogo
El comunicado, firmado por el presidente del Celam, el card. Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia y por el secretario general, mons. Juan Espinoza Jiménez, obispo auxiliar de Morelia, México, evidencia que “ante esta grave situación, estamos llamados a ser la voz de quien no tiene voz, para hacer valer sus derechos, encontrar caminos de diálogo e instaurar la justicia y la paz”.
Defensores de los derechos humanos y portadores de la esperanza
A continuación, los obispos del Celam alientan a los obispos nicaragüenses “a seguir siendo defensores de los derechos humanos y portadores de la esperanza”. Y finalmente, los exhortan “a no cerrar los oídos ante el clamor y sufrimiento de nuestros pueblos y a continuar siendo los líderes valerosos por medio de los cuales Dios se hace presente y guía la historia de su pueblo”.
Desde Asís a Managua, en nombre de la paz
Numerosos han sido los episcopados de todo el mundo que, en estos días, han expresado solidaridad y cercanía con sus hermanos de Nicaragua y con la población, víctima del conflicto. Y a estas voces solidarias se agrega también ahora la de los Frailes Menores de Asís que escriben en una nota: “San Francisco de Asís nos invita a rezar para que prevalezca el diálogo y a trabajar para que se construyan estructuras de paz”.
El ejemplo del padre Odorico d’Andrea
Los Frailes Menores de Asís recuerdan la figura del Siervo de Dios, el padre Odorico d’Andrea, como “mediador de paz por Nicaragua”, recordando que en los años de conflicto, el padre Odorico obró a favor de la paz y la reconciliación en el país, como “mediador de paz entre los grupos armados”, incluso “arriesgando su propia vida”. “A su intercesión, concluyen los Frailes, queremos confiar a Nicaragua y a todos sus habitantes para que cesen las guerras y se promueva una cultura de paz”.
ORACIÓN POR LA PAZ EN NICARAGUA
Santa María de Guadalupe,
Emperatriz de América,
Madre de Dios y Madre nuestra:
Vuelve tus ojos misericordiosos
a tus amados hijos nicaragüenses,
que sufren indefensos y aterrorizados
violencia, represión, asesinatos.
Escucha su llanto por sus muertos,
heridos y desaparecidos.
Mira a sus obispos lastimados,
a sus sacerdotes y religiosos vejados,
amenazados, perseguidos.
Oye la voz de este pueblo afligido
que clama por la paz
concédele tu protección y auxilio
e intercede por él ante tu Hijo.
Que ya nadie tome armas en sus manos
para atentar contra sus hermanos.
Que haya paz en Nicaragua, que haya paz.
Que las autoridades acepten dialogar,
alcanzar acuerdos, atender el clamor popular.
Que haya paz en Nicaragua, que haya paz.
Que el mundo muestre su solidaridad
eleve su oración y haga presión
para que haya paz en Nicaragua, que haya paz.
Intervén con tu poderosa intercesión maternal.
Pide al Señor que Su luz destierre toda oscuridad
derrote el gran mal que aflige a esta nación,
y que Su misericordia y tu amor consuelen su corazón.
Amén
¿Es lícito hacer trasplantes de un animal a un ser humano?
En algunos casos es la única oportunidad de sobrevida para el hombre. En estos casos ¿es moralmente lícito?
Pregunta:
Se ha intentado muchas veces hacer trasplantes de órganos animales a seres humanos, no sólo para investigar sino porque en algunos casos es la única oportunidad de sobrevida para el hombre. En estos casos ¿es moralmente lícito? ¿Hay límites?
Respuesta:
Es cierto que en los últimos años viene experimentándose cada vez con más frecuencia la llamada xenotrasplantación, el trasplante interespecífico de animal a hombre.
Hay casos en los que el organismo humano no puede recibir órganos humanos, pero podría hacerlo respecto de algunos animales[1].
Los casos de xenotrasplantación se hicieron famosos a partir del trasplante de corazón de simio bebe a una bebita (Baby Fae), en 1984 (vivió tres días); volvieron nuevamente a ponerse de relieve en 1992 (un trasplante de hígado de simio a hombre, en Pittsburgh; el hombre salió bien, pero murió algunas semanas más tarde por hemorragia cerebral producida por las drogas que anulaban el sistema inmunológico para que éste no rechazara el órgano extraño); etc. Cada vez la cuestión se plantea con más frecuencia, porque el principal problema desde el punto de vista técnico es el rechazo del órgano extraño por parte del organismo; y esto ha sido ya en parte contrarrestado con drogas, cuando se trata de órganos humanos. El rechazo es más fuerte cuando el órgano es de otra especie animal. Pero hoy en día se experimenta con insertar en el ADN de animales ciertos genes humanos que harían que el sistema inmunológico humano no reconociera los órganos animales como extraños. De tener éxito se abre la puerta a numerosos trasplantes interespecícificos.
¿Podemos poner algún límite a este respecto?
La problemática ética se suscita ante todo por la actual incertidumbre del éxito y el riesgo de rechazo, hasta el momento bastante fundado, de modo tal que la mayor parte de este tipo de intervenciones, al encontrarse en una fase puramente experimental y altamente riesgosa, lo hace éticamente impracticable con seres humanos.
En cuanto a la esencia misma de este tipo de trasplantes, no se puede dar una valoración moral única, sino que, como decía Pío XII, “debe distinguirse según los casos y ver qué tejido o qué órgano se trata de trasplantar”. En línea de principio, la introducción de un órgano animal (y por extensión un órgano puramente mecánico como por ejemplo, el corazón artificial) en el organismo de un ser humano, no representaría –como declaró en su momento el mismo Pío XII– mayores problemas desde el punto de vista moral, mientras se trate de órganos de carácter ejecutivo y no estén ligados a la identidad personal. El principio filosófico que rige esto es el dado por Santo Tomás: los seres imperfectos (vegetales y animales) existen en orden al bien de los más perfectos: “En el orden de las cosas, los seres imperfectos existen por los más perfectos…, aquellos que solamente viven, como las plantas, están al servicio común de todos los animales, y los animales al servicio del hombre… Por tanto es lícito hacer morir las plantas al servicio de los animales, y los animales al servicio de los hombres, y esto por el mismo ordenamiento divino”[2].
Por ello, en líneas generales debe decirse que respecto de este tipo de trasplantes no hay problemas morales en lo que respecta a los órganos o tejidos que no conllevan un conflicto en la identidad personal del receptor y de sus descendientes; pero debe, en tales casos, tenerse en cuenta (y no subestimarse) el posible conflicto psicológico. Es, en cambio, inmoral todo trasplante que afecte la identidad personal del receptor o de sus descendientes: “No se puede decir que toda la trasplantación de tejidos (biológicamente posible) entre individuos de especies diferentes sea moralmente condenable; pero aún es menos verdad que ninguna trasplantación heterogénea biológicamente posible esté prohibida o no pueda levantar objeción. Es necesario distinguir ante todo el caso concreto y examinar qué tejido o qué órgano se trata de trasplantar. El trasplante de glándulas sexuales animales sobre el hombre ha de ser rechazado como inmoral; por el contrario, el trasplante de córnea de un organismo no humano a un organismo humano no entrañaría ninguna dificultad moral si fuera biológicamente posible e indicada”[3].
El Papa Juan Pablo II ha dicho, por su parte: “En cuanto a los así llamados xenotrasplantes, es decir, trasplantes de órganos procedentes de otras especies animales… El Papa Pío XII… afirmó en principio que la licitud de un xenotrasplante exige, por una parte, que el órgano trasplantado no menoscabe la integridad de la identidad psicológica o genética de la persona que lo recibe; y, por otra, que exista la comprobada posibilidad biológica de realizar con éxito ese trasplante, sin exponer al receptor a un riesgo excesivo”[4].
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[1] Así, por ejemplo, un enfermo de Hepatitis-B no puede recibir un trasplante de higado humano porque le transmitiría inmediatamente la enfermedad. Pero no hay problema con el higado de ciertas especies de simios que son resistentes a la Hepatitis-B.
[2] Santo Tomás, Suma Teológica, II-II, 64, 1; cita Santo Tomás Gn 1,29ss y Gn 9,3.
[3] Pío XII, Alocución a la Asociación Italiana de Donadores de Córnea, 13 de mayo de 1956; en: Pío XII y las Ciencias Médicas, op. cit., p. 244.
[4] Juan Pablo II, Discurso al Congreso Internacional, 29 de agosto de 2000.