Los apóstoles, testigos del Cristo resucitado

La paquistaní Asia Bibi

Asia Bibi escribe al Papa
«Francisco, reza por mí»

Condenada a muerte en Pakistán

Redacción, 27 de octubre de 2014 a las 13:03

Todavía me aferro con fuerza a mi fe cristiana y nutro mi confianza en Dios, mi Padre, que me defenderá y me devolverá la libertad. También confío en ti, Santo Padre Francisco, y en tus oraciones

«Papa Francisco, soy tu hija, Asia Bibi. Te ruego: reza por mí, por mi salvación y por mi libertad. En este momento sólo puedo encomendarme a Dios, que es el omnipotente, aquel que todo lo puede». Ésta es la misiva que Asia Bibi, cristiana condenada a muerte por blasfemia en Paquistán ha escrito a Francisco después de que la Alta Corte de Lahore confirmara el veredicto de la condena, según ha publicado «Vatican Insider».

Bibi lleva cinco años presa en una cárcel para mujeres de Multán y conoció el veredicto de la corte hace algunos días. Su esposo, los abogados y las personas de la organización «Renaissance Education Foundation», que se encargan de su familia, le comunicaron que los «tiempos del proceso se alargaron más», ya que tienen miedo a que una noticia tan mala pueda provocar una nueva caída en el ánimo de la mujer, que sigue en condiciones muy frágiles.

«Todavía me aferro con fuerza a mi fe cristiana y nutro mi confianza en Dios, mi Padre, que me defenderá y me devolverá la libertad. También confío en ti, Santo Padre Francisco, y en tus oraciones», prosigue en la carta enviada a la Santa Sede. «Papa Francisco -prosigue el texto-, sé que estás rezando por mí con todo el corazón. Sé que, gracias a tu oración, mi libertad podría ser posible. En el nombre de Dios Omnipotente y de su gloria, te expreso todo mi agradecimiento por tu cercanía, en este momento de sufrimiento y desilusión». (RD/Agencias)

Francisco, los cristianos y el anuncioAgencias

El Papa arremete contra los que afirman: "Soy cristiano, pero sin exagerar"
"¿Somos cristianos de la luz, de las tinieblas o cristianos del gris?"
Francisco advierte de las palabras "hipócritas, vacías, vulgares y sucias"

Radio Vaticano, 27 de octubre de 2014 a las 17:15 

Sed misericordiosos, dice Pablo, perdonándoos mutuamente, como Dios os perdonó en Cristo. Haceos, por tanto, imitadores de Dios y caminad en la caridad

(RV).- El examen de conciencia sobre nuestras palabras nos hará entender si somoscristianos de la luz, de las tinieblas o cristianos del gris: es lo que ha dicho Papa Francisco en la homilía de esta mañana en la Casa Santa Marta.

Los hombres se reconocen por sus palabras. San Pablo, afirma el Papa, invita a los cristianos a comportarse como hijos de la luz y no como hijos de las tinieblas, "hace una catequesis sobre la palabra". Hay cuatro palabras para entender si somos hijos de las tinieblas.

"¿Es una palabra hipócrita? ¿Un poco de aquí, un poco de allí, para estar bien con todos? ¿Es una palabra vacía, sin sustancia, llena de vacuidad? ¿Es una palabra vulgar, trivial, es decir mundana? ¿Una palabra sucia, obscena? Estas cuatro palabras no son propias de los hijos de la luz, no vienen del Espíritu Santo, no vienen de Jesús, no son palabras evangélicas... Este modo de hablar, siempre de cosas sucias, o de mundanidad o de vacuidad o hablar hipócritamente".

¿Cuál es, por tanto, la palabra de los Santos, es decir, de los hijos de la luz? "Lo dice Pablo: ‘Sed imitadores de Dios: caminad en la caridad, caminad en la bondad, en la mansedumbre'. Quien camina así... ‘Sed misericordiosos, dice Pablo, perdonándoos mutuamente, como Dios os perdonó en Cristo. Haceos, por tanto, imitadores de Dios y caminad en la caridad', es decir, caminad en la misericordia, en el perdón, en la caridad. Y esta es la palabra de un hijo de la luz".
"Hay cristianos luminosos, llenos de luz,observa el Papa, que buscan servir al Señor con esta luz" y hay "cristianos tenebrosos"que "llevan una vida de pecado, lejana del Señor" y usan estas cuatro palabras que "son del maligno·". "Pero hay un tercer grupo de cristianos", que no son ni luminosos ni tenebrosos".

"Son cristianos del gris. Y estos cristianos del gris una vez están de un lado, otras veces del otro. La gente dice de estos: ‘¿Esta persona está bien con Dios o con el diablo?' ¿Eh? Siempre en el gris. Son tibios. Ni luminosos ni oscuros. Y a estos Dios no los ama. En el Apocalipsis, el Señor, a estos cristianos del gris, dice: ‘Tú no, tú no eres frío ni caliente. Porque eres tibio, es decir del gris, te vomitaré de mi boca'. El Señor es fuerte con los cristianos del gris. ‘Yo soy cristiano pero sin exagerar', dicen, y hacen mucho daño, porque su testimonio supuestamente cristiano es un testimonio que siembra confusión, siembra un testimonio negativo".

No dejémonos engañar por palabras vacías, es la exhortación del Papa, "escuchamos muchas, algunas bellas, bien dichas, pero vacías, sin nada dentro". Comportémonos, sin embargo, como hijos de la luz. "Nos hará bien hoy pensar en nuestro lenguaje", concluye el Papa, y preguntémonos "¿Soy un cristiano de luz? ¿soy un cristiano de la oscuridad? ¿Soy un cristiano del gris? Así podemos avanzar un paso para encontrarnos con el Señor".

Evangelio según San Lucas 6,12-19.

Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. 

San Juan Crisóstomo (345?-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia 

Homilía sobre la primera carta a los Corintios; 4, 3; PG 61,34 (trad. breviario 24/08)

Los apóstoles, testigos del Cristo resucitado

San Pablo decía: «Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres» (1Co 1,25). Esta fuerza de la predicación divina la demuestran los hechos siguientes. ¿De dónde les vino a aquellos doce hombres, ignorantes, que vivían junto a lagos, ríos y desiertos, el acometer una obra de tan grandes proporciones y el enfrentarse con todo el mundo, ellos, que seguramente no habían ido nunca a la ciudad ni se habían presentado en público? Y más, si tenemos en cuenta que eran miedosos y apocados, como sabemos por la descripción que de ellos nos hace el evangelista que no quiso disimular sus defectos, lo cual constituye la mayor garantía de su veracidad. ¿Qué nos dice de ellos? Que, cuando Cristo fue apresado, unos huyeron y otro el primero entre ellos, lo negó, a pesar de todos los milagros que habían presenciado.

¿Cómo se explica, pues, que aquellos que, mientras Cristo vivía, sucumbieron al ataque de los judíos, después una vez muerto y sepultado, se enfrentaran contra el mundo entero, si no es por el hecho de su resurrección, que algunos niegan, y porque les habló y les infundió ánimos? De lo contrario, se hubieran dicho: «¿Qué es esto? No pudo salvarse a sí mismo, y ¿nos va a proteger a nosotros? Cuando estaba vivo, no se ayudó a sí mismo, y ¿ahora, que está muerto, nos tenderá una mano? El, mientras vivía, no convenció a nadie, y ¿nosotros, con sólo pronunciar su nombre, persuadiremos a todo el mundo? […]». Todo lo cual es prueba evidente de que, si no lo hubieran visto resucitado y no hubieran tenido pruebas bien claras de su poder, no se hubieran lanzado a una aventura tan arriesgada.

28 de octubre 2014 Martes San Simón y San Judas, apóstoles Ef 2, 19-22

San Pablo nos recuerda: «Formar un edificio construido sobre el fundamento de los apóstoles y profetas.» Los fundamentos de una casa no se ven, pero ante cualquier situación que podría poner en peligro la estructura de la casa, son el vínculo que evita el hundimiento. ¿En qué consisten y cuáles son estos vínculos? Mi vida, como lo ha sido la vida de los apóstoles, es fundamental para alguien? ¿Por qué? Señor, te doy gracias por todos aquellos que me han ayudado a profundizar mi fe.

La Iglesia

Ella es sabia, llena de experiencia, experta en humanidad, sabe que en la vida hay primaveras y también inviernos, ahora es invierno. Muchos se alejan escandalizados, pero ella sabe que después del invierno viene la primavera, tiene buena memoria. No tiene miedo, vendrán tiempos mejores, habrá hijos proféticos y audaces que le devolverán el brillo evangélica de los inicios, la harán pobre, evangélica y pascual. Ella tiene paciencia, espera, no se desanima, el Señor, su Esposo, está ausente, pero volverá y mientras tanto posee la presencia vivificante de su Espíritu.

San Simón Cananeo

Santos Simón y Judas, apóstoles

Fiesta de san Simón y san Judas, apóstoles, el primero llamado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Santiago, llamado también Tadeo, el cual, en la última Cena preguntó al Señor acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: «El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él».

Al igual que nos pasa con los demás Apóstoles no tenemos sobre Simón y Judas Tadeo más que noticias imprecisas. Es natural: la Iglesia de los primeros años aguardaba la llegada del Reino con tanta inminencia, que no se ocupó de guardar memoria de los más cotidiano e insignificante -el día a día- de quienes la hacían; así que, paradójicamente, conservó con extremada fidelidad doctrina, espiritualidad, predicación, fe, todo lo más difícil de conservar... porque todo ello debía perdurar hasta el Reino; pero esos detalles mínimos que nos hacen «palpable» a cualquier personaje, no se conservaron: ¿tenían esposa? ¿hijos? ¿cuántos? ¿dónde nacieron? ¿dónde y cómo vivían? ¿dónde predicaron? ¿cómo murieron? 

Pasadas una o dos generaciones la Iglesia tuvo que comprender que la promesa de Jesús de una vuelta inmediata no se medía en la escala del tiempo humano, y naturalmente se volvió más cuidadosa al detalle de la memoria cotidiana; pero los datos concretos de los principales «héroes humanos» de su propia historia, los Apóstoles y la Virgen, se habían perdido ya. Sin embargo la memoria popular no soporta vacíos: la memoria cotidiana de esos primeros años se comenzó a rellenar con datos recopilados aquí y allá. Muchos de esos datos seguramente se basan en un boca a boca cierto, sin embargo todos tienen algo en común: no pueden ser verificados ni falsificados, porque carecemos de fuentes externas para contrastarlos. No son pues -según el criterio que aplicamos a todo lo demás, y corresponde también aplicar al conocimiento histórico de la Iglesia- datos «históricos». Algunos autores tienen por costumbre confundir al pueblo cristiano enseñándole que todos esos datos son «tradición» de la Iglesia, y que por ello deben ser aceptados. No es verdad: la Tradición que debe ser admitida como revelación es la Tradición de la fe, es decir «aquello que los apóstoles creyeron y nos transmitieron en la vida de la Iglesia como parte del depósito de la fe, aunque no esté escrito en la Biblia». Es Tradición de la fe la Inmaculada Concepción, la Asunción de la Virgen, el culto de los santos, la economía sacramental de la salvación... es Tradición de la fe todo aquello que, siendo esencial a la identidad de la fe católica, no está explícito en la Biblia pero podemos saber, por testimonios indirectos, que formaba parte de las creencias de la generación apostólica. No es Tradición de la fe un montón de detalles simpáticos, anecdóticos y cotidianos sobre la primera Iglesia, que carecen de relevancia para la fe y cuya fuente histórica nos es desconocida. Dicho esto, y aunque sea una auténtica lástima no poder cubrir la curiosidad mínima de cualquier persona, lo que sabemos con certeza sobre los Doce en conjunto no llega a ocupar lo mínimo que sabemos sobre uno sólo de los cristianos de la siguiente generación.

Simón el «zelote»

De lo poco que conocemos de los apóstoles, casi nada más que su nombre es lo que sabemos de Simón, llamado por Mateo y Marcos «el cananeo», mientras que por Lucas/Hechos, «el zelote». Puede ser que con ese apodo se refiera a los «zelotes» (que podría traducirse como «llenos de celo»), un grupo radical dentro de los tantos que conformaban el polifacético judaísmo de la época; estos zelotes se oponían a la dominación romana, y al sincretismo cultural que ello traía aparejado. Se comprende que Jesús -que hablaba de una inminente instauración del Reino de Dios- atrajera la atención de estas corrientes. Aunque algunos autores afirman que los zelotes, como grupo de resistencia, nacieron algunas décadas después, así que este adjetivo indicaría más bien el hecho de que era un celoso cumplidor de la Ley, que más que un problema con la dominación romana, lo tenía con los judíos de mentalidad más relajada. No parece claro qué podía atraer de Jesús, que comía con publicanos y pecadores, a alguien que mereciera el apodo de «legalista celoso»; sin embargo, el mismo Jesús que comía con publicanos y pecadores dijo que no caería ni una «iod» de la Ley. Sin duda que Jesús se supo atraer a todas las sensibilidades, a un recaudador de impuestos como Leví y a un celoso cumplidor como Simón, y a cada uno le enseñó, y le exigió -y le exige- renunciar a sus criterios exclusivistas para abrazar los criterios de inclusividad del Reino. 

El apelativo «cananeo» podría corresponder al gentilicio de «nacido en Caná» (aldea que conocemos por las bodas narradas por Juan), sin embargo podría ser también -y en general la crítica actual toma este partido- la forma aramea original (qan'ana) del nombre «zelote», que es griego y que, por tanto, no es la forma original del apelativo.

Por lo demás a Simón a no se le atribuye ninguna anécdota dentro de los evangelios; es uno de los Doce, y sólo lo podemos imaginar actuando como coro, ya que cuanto se habla de Simón en el NT se refiere a Simón Pedro. No sabemos, por tanto, tampoco cómo continuó el curso de su vida ni cómo murió, más allá de la suposición general de que los Doce sufrieron la misma suerte martirial que el Maestro.

A partir de esta falta de datos, la imaginación ha hecho el resto, y lo ha hecho así:-Puesto que se dice de él que es «de Santiago», algunos lo identifican como «hermano de Santiago» y no -como es más natural- como «hijo de [algún] Santiago», por lo tanto deducen que tiene que ser el Simón que es pariente de Jesús, según Mt 13,55 (y paralelos). Como al Santiago pariente del Señor la tradición posterior lo ha identificado (también sin demasiada base) con uno de los Santiago Apóstol (el llamado menor), entonces Simón resultaría ser, según cuenta Hegésipo en el siglo II, el sucesor de Santiago el Menor como obispo de Jerusalén, hasta el 107, cuando sufrió el martirio en  Pella.

-También se lo ha identificado con Natanael de Caná y ¡con el maestresala de las Bodas de Caná!, apoyadas estas identificaciones en la solidísima base del supuesto gentilicio «cananeo».

-en Armenia se lo identifica como apóstol de los armenios, y habría sufrido allí el martirio.

-San Fortunato de Poitiers transmite que evangelizó Persia con Judas Tadeo, y sufrió allí el martirio y fue enterrado, aunque otras tradiciones sitúan la tumba en el Cáucaso...

Los atributos del apóstol en la iconografía son variables: hasta el siglo XIII, pero retomado en el XVI, suele estar representado con un rollo o libro, sin símbolos de martirio, mientras que en los siglos intermedios a los mencionados aparece con distintos atributos martiriales, acorde con las mil leyendas sobre su muerte (serrado en dos, decapitado, etc). 

Judas Tadeo

En cuanto a Judas Tadeo, poco más de lo mismo: le cupo la escasa suerte de llamarse con un nombre precioso en la tradición bíblica («el judío», que es lo que significa Judas), pero lamentablemente infamante para los cristianos, por el otro Judas, el traidor; con una mano en el corazón, por mucha devoción que se le tenga a Judas Tadeo, ¿quién le pondría a su hijo de nombre Judas?
Tadeo (Thaddaios) es un apelativo, cuyo significado quedó incierto para nosotros; algunos lo hacen significar «de pecho amplio», es decir, «magnánimo». A este Judas se le atribuye una única intervención individual en el Evangelio, en Juan 14,22:

«Le dice Judas -no el Iscariote-: 'Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?'»

Lo que mereció de Jesús esa hermosa respuesta:

«Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.»

A Judas Tadeo se le atribuye una epístola muy breve -apenas 25 versículos- del NT, la llamada, precisamente, Epístola de San Judas, última del grupo de las siete «católicas» (es decir, sin destinatario conocido, y por tanto universales). La epístola depende estrechamente del libro apócrifo de Henoc, y a su vez es citada casi literalmente por 2Pedro 2; es sin duda una epístola-puente en un problema que acució a la primera iglesia: ¿por qué Jesús, que dijo que volvía enseguida, se retrasa? El hecho de que subyaga precisamente esta pregunta, junto a otros datos de crítica interna del texto hacen casi seguro afirmar hoy que la epístola es escasísimamente probable que provenga de mano directa de uno de los apóstoles.

Las tradiciones posteriores hacen de Tadeo el evangelizador de Mesopotamia o de Libia, y sufrido el martirio, su cuerpo estaría, junto con Simón Zelote, en Persia, según la tradición ya mencionada de Fortunato de Poitiers. En la iconografía tradicional se lo representa con una alabarda o lanza, dato que proviene de algunas leyendas sobre su martirio. Debe señalarse que no todos los autores están de acuerdo con que Judas «no el Iscariote» y Judas «Tadeo» sean la misma persona, en cuyo caso lo poco que afirmábamos antes, se reduce a mucho menos.

Es el patrono de las «causas perdidas», dentro de las cuales se encuentran los intentos por conocerlo históricamente un poco mejor... Para los datos críticos sobre las listas neotestamentarias de los Apóstoles, así como la epigrafía de la Carta de Judas puede verse cualquier introducción actual al NT; por ejemplo, en Comentario Bíblico «San Jerónimo», tomo V, nº 78, Aspectos del pensamiento neotestamentario, hay un interesante capítulo dedicado a Los Doce, que puede servir como punto de partida; allí mismo, en el Tomo IV, está el comentario a la Carta de Judas. En el libro de Meier «Un judío marginal», en el tomo III, capítulo 27, se encontrará una muy sólida aproximación estrictamente histórica a los Doce, aunque conviene leer previamente los capítulos metodológicos introductorios, que están en el volumen I. Los datos «tradicionales» sobre los apóstoles pueden leerse en buena síntesis en Santi e Beati (en italiano), que consagra un artículo para cada uno de los dos apóstoles, además de la noticia de conjunto.

San Simón y San Judas aparecen siempre juntos en las relaciones de los Doce. Al Apóstol Simón se le denomina el Cananeo (Mc. 3, 18) o Celotes (Lc. 6, 15), probablemente porque había pertenecido al partido extremista de los Celotes, que preconizaba la resistencia activa ante la dominación romana y llevaba a cabo de tiempo en tiempo ciertas operaciones de guerrilla.   Semejante pormenor revela la diversidad de opciones temporales a que habían podido estar adheridos los Apóstoles antes de ser elegidos por Jesús. Ahora bien, el Señor llama así y agrupa dentro de un mismo conjunto a unos hombres tan distintos como el publicano Mateo el nacionalista Simón: su reino no es de este mundo.    Pedirá a todos sin discriminación que sean sus testigos delante de los nombres. En cuanto a judas, a quien Lucas llama «judas, hijo de Santiago» (Lc. 6, 18), y, tanto Marcos como Mateo, le añaden el sobrenombre de Tadeo (Mc 18), es aquel que, en la última cena declaró a Jesús:  «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?», cosa que le valió el recibir la gran promesa de la inhabitación divina en el alma de los fieles «El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él».   Porque este Judas de tan ingrata homonimia es el patrón de las causas desesperadas. Durante la antigüedad y casi toda la Edad Media fue un santo ignorado, quizá porque repelía su nombre funesto, pero en el siglo XIV santa Brígida de Suecia contó en sus revelaciones que el Salvador le había instado a dirigirse con confianza a san Judas, y desde entonces pasó a tener una grande y dramática veneración.   Muy poco se sabe de él por la Escritura; que fue uno de los Doce, tal vez hermano de Santiago el Menor, citado en la lista apostólica en penúltimo lugar, inmediatamente antes del traidor. Se supone que tras la muerte de Jesús predicó el cristianismo en Siria y Mesopotamia, y quizá murió en Persia con san Simón, martirizado a golpes de maza.   Siglos atrás sus reliquias se veneraban en Reims y Toulouse, y su culto llegó a ser muy popular en Polonia, donde abundaban los Tadeos, pero san Judas, es sobre todo la última tabla de salvación para los que ya no esperan nada, más allá de la esperanza aún está él. Epístola de San Judas  San Judas Tadeo, hermano de Santiago el Menor, compuso la carta entre los años 62 y 67, con el fin de fortalecer en la fe a los judío-cristianos y prevenirlos, como San Pedro ( II Pedr. 2 );San Juan (I Juan 2, 18 ss; II Juan 7) San Pablo ( I Tim. 3, 1 s., etc ) y también Santiago ( Sant. 3, 1 ), contra las doctrinas de los falsos doctores. En muchos pasajes tiene marcada semejanza con II Pedr. 2.   Tanto en los Evangelios como en otros escritos pasa enteramente si ser notado, sólo conocido por las listas de los Apóstoles. Sin embargo, hemos de creer que respondió à los designios del Señor al elegirle para el Colegio Apostólico.

Oremos: Dios nuestro, que quisiste que te conociéramos por la predicación de los apóstoles, concédenos, por la intercesión de los Santos Simón y Judas, que tu Iglesia siga creciendo en el mundo, acogiendo continuamente en su seno a nuevos pueblos que vengan a la fe en ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Salía de Él una fuerza que sanaba

Lucas 6, 12-19. Fiesta Simón y Judas, apóstoles. Nuestras grandes decisiones deben surgir tras un encuentro con Dios en la oración. 

Oración introductoria
Señor, yo también me acerco a Ti para ser curado de todo lo que me puede apartar del cumplimiento de tu voluntad. A mí también me llamas por mi nombre y me escoges para llevar tu Amor a todos los que me rodean.

Petición
Jesús, ayúdame a entender mi presente a partir del futuro del cielo que me espera e iluminarlo con espíritu de esperanza.

Meditación del Papa Francisco
Es un día un poco especial por la elección de los apóstoles. Una elección que sucede solo después de que Jesús ha rezado al Padre, «Él solo». Cuando Jesús reza al Padre está solo con Él. Después se encuentra junto a sus discípulos y elige a los doce a los que llama apóstoles. De este modo hay tres momentos que caracterizan la jornada: Jesús que pasa una noche entera rezando al Padre en el monte; Jesús entre sus apóstoles; Jesús entre la gente. La oración es el punto central: Jesús reza al Padre porque con Él tenía intimidad; le reza por la gente que iba a encontrarlo y le reza también por los apóstoles. Aquel bonito discurso después de la cena del Jueves Santo, cuando reza al Padre diciendo: Yo rezo por estos, los míos; pero también rezo por todos, también por los que vendrán y creerán. La oración de Jesús es universal, aunque es también una oración personal. (Cf. S.S. Francisco, 28 de octubre de 2013, homilía en Santa Marta).

Reflexión
La oración fue una compañera inseparable de Jesús. En todo el Evangelio le vemos orando, sobre todo en los momentos más decisivos de su vida: antes del Bautismo, al realizar varios milagros, en la Última Cena, en el Huerto de los Olivos, en la Cruz, etc.

Aquí se nos narra la elección de los Doce apóstoles. Eran los hombres con los que iba a comenzar la Iglesia y debían ser aptos para llevarla a buen término con paso firme. Por tanto, era una decisión importante, que no podía hacerse con prisas y a la ligera. Necesitaba dedicar una noche entera para consultarla con su Padre. De la misma manera, todas nuestras grandes decisiones deberían surgir tras un encuentro con Dios en la oración. Por ejemplo, al elegir una carrera, al optar por la vida matrimonial o seguir una vocación religiosa, etc. También debemos rezar cuando llegan situaciones difíciles en el trabajo o en la familia, ya que Dios nos puede ayudar a encontrar la solución más adecuada. ¿Y cómo sabemos si la respuesta viene realmente de Dios? Cuando Dios “ilumina” un alma por la acción del Espíritu Santo le envía algunas señales, por ejemplo, una profunda paz interior, alegría, amor, etc. Es lo que llamamos “frutos del Espíritu”. Y por si hubiera dudas, nos damos cuenta de que esa solución está completamente de acuerdo con lo revelado en las Sagradas Escrituras. También es provechoso contar con la ayuda de un buen sacerdote que nos pueda orientar a encontrar la voluntad de Dios para nosotros, ya que ellos reciben unas gracias especiales para ejercer su ministerio.

Propósito
Que todas nuestras grandes decisiones surjan tras un encuentro con Dios en la oración.

Judas y Simón, hombres que cambiaron sus valores

Hombres que cambiaron sus valores políticos y religiosos por una vida de humildad y perdón, al lado de Cristo.

Vamos a contemplar en estos dos Apóstoles ese cambio profundo de vida. Son para nosotros los hombres que cambiaron sus valores políticos religiosos por una vida al lado de Cristo basada en la humildad, en la mansedumbre y en el perdón.

Pertenecían según podemos saber al grupo de los celotes, un grupo de judíos convencidos de su fe y de sus tradiciones, pero que combatían al opresor romano y esperaban un Mesías que los liberara de aquella opresión. Cristo les sale al paso, sin importarle su militancia y sus convicciones, y les invita a seguirle. Ello va a suponer un cambio de mentalidad, una conversión interior, un abandono de algo muy metido en sus corazones. Así se convertirán con el tiempo en hombres que lucharán por liberar al hombre de otras esclavitudes distintas a las políticas: la esclavitud del pecado, la esclavitud de las pasiones, la esclavitud, sobre todo, del propio yo. En este contexto vamos a contemplar el cambio que lógicamente se tuvo que realizar en ellos.
Del odio al amor.

Sabemos que todo judío odiaba a los romanos. Aquello sólo era símbolo de una realidad que se repite en el corazón del hombre: el rencor, el odio, la acepción de personas. Al ser llamados por Cristo Judas y Simón empiezan a comprender que el Maestro centra su mensaje en el amor, en el perdón, en el olvido de las ofensas. Sin duda, en su interior tuvo que darse una revolución profunda, difícil, sangrante. Pero poco a poco empezó a entrar en ellos la comprensión de una nueva visión del hombre, no como enemigo, sino como hermano, hijo del mismo Padre, que ama a todos y hace salir el sol sobre buenos y malos. Así el odio, el rencor, la venganza fueron desapareciendo y en su lugar se situaron la paz, la oración por los enemigos, el amor.
De la ira a la mansedumbre.

Los celotas emprendían campañas de acoso violentas contra los romanos, aunque casi siempre llevaron las de perder. Les movía en rencor, y el rencor engendra ira y violencia. Desde el principio Judas y Simón empezaron a escuchar del Maestro palabras de mansedumbre: Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra(Mt 5,4). ¡Qué difícil debió ser para ellos abandonar el camino de la ira para acercarse a los hombres con bondad, con respeto, con comprensión! Sin embargo, estamos seguros de que pronto comprendieron que aquel camino lograba mejores frutos en la relación entre los hombres. No les pedía Cristo que destruyeran su forma de ser, sino que emplearan para el bien aquella fuerza interior que un día usaron mal, porque la pusieron al servicio de sus pasiones.

Del Dios de la venganza al Dios del amor.

También Judas y Simón tuvieron que entrar por medio de Cristo, Dios hecho hombre, a la comprensión de un Dios distinto, un Dios que es Padre bondadoso, amable, bueno. Esta conversión debió ser dura para hombres que tenían una clara conciencia de ser parte del pueblo elegido y que precisamente rechazaban a los romanos porque éstos intentaban arrebatarles su fe, sus costumbres, sus tradiciones. Es curioso, pero Dios nos pide que amemos incluso a quienes le odian a Él, a quienes le persiguen en su Iglesia, a quienes parecen enemigos irreconciliables de la fe. Más aún, nos asegura que con el amor convenceremos al mundo de la autenticidad de nuestra fe.

A la luz del Evangelio de Cristo y del ejemplo de estos dos Apóstoles, nosotros, hombres de hoy, tenemos que revisar nuestra vida y decidir qué cambios debemos realizar para ser cristianos de veras. ¿Qué nos puede pedir Dios tomando como punto de referencia los valores de la humildad, de la pobreza y de la abnegación? Sin duda, podrían ser muchísimas cosas e, incluso, cada uno tendrá necesidades distintas. Sin embargo, vamos a repasar algunas de las exigencias contenidas en estos valores para nosotros, hombres, padres de familia, esposos, profesionales, miembros de la Iglesia.
 

  • Dios nos pide en primer lugar un cambio de mentalidad. Con frecuencia nuestra mente, nuestra inteligencia, nuestra razón están prisioneras de lo material, de lo cotidiano, de lo intrascendente, de lo inmediato. Parecemos ciudadanos de una tierra sin horizontes y sin futuro. Nos parecemos a aquel hombre rico que, tras una buena cosecha, se construye unos grandes graneros y se invita a sí mismo a vivir bien (Lc 12, 16-21). ¡Cómo necesitamos levantar nuestra mirada a la eternidad, dar prioridad a lo espiritual, apreciar más las realidades importantes de la vida como la fe, la familia, la amistad! No nos resulta fácil esta liberación, porque además vivimos en una sociedad que sólo nos habla de bienestar, de comodidad, de éxito, de eficacia. Sin embargo, con los días y con los años vamos saboreando el sabor amargo de una vida que se encierra sobre sí misma sin horizontes y sin futuro.

    Tenemos que decidirnos, pues, por dar prioridad al espíritu y a sus cosas sobre la materia, poniendo a Dios como centro de nuestro vida, y no a nosotros como centro de Dios. Tenemos que optar por la oración, por los sacramentos, por las practicas religiosas en lugar de dejarlas relegadas por culpa de nuestras ocupaciones. Tenemos que ser hombres de vida interior más que de acción. Tenemos que defender más la familia que el trabajo. Tenemos que cuidar más la paz interior que las cuentas bancarias.
     
  • Dios nos pide en segundo lugar un cambio de corazón. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne (Ez 36, 26). El corazón de piedra es ese corazón endurecido por el racionalismo, el orgullo, la autosuficiencia, la vanidad, el sentido de superioridad. Y el corazón de carne es ese otro corazón humilde, anclado en la fe, sencillo, sin complicaciones, cordial. Es muy necesario para nosotros los hombres abandonar esa falsa madurez que nos conduce frecuentemente a actitudes marcadas por el individualismo, la seguridad, la fuerza, pero que encierran tal vez posturas egoístas, cobardías inconfesables, miedo a la verdad. Tenemos que hacernos como niños. Tenemos que aceptarnos como limitados. Tenemos que aprender a equivocarnos sin rubores. Tenemos que decidirnos a pedir ayuda a los demás y a recibir de los demás con paz sugerencias, correcciones. Tenemos, en definitiva, que dejar los hábitos del hombre viejo para asumir los del hombre nuevo, creado a imagen de Cristo.
     
  • Dios nos pide en tercer lugar un cambio de actitudes. Con frecuencia nuestra vida responde a un esquema que difícilmente alteramos con los años. Nos convencemos de unas prioridades que casi sacralizamos; nos instalamos en unas costumbres que no dejamos por ningún motivo; nos hacemos dueños de unos prejuicios que nadie nos hará cambiar; nos aficionamos a un estilo de vida que no nos complique nuestra relación con el entorno; nos ponemos unos límites para no dar más de nosotros mismos; nos diferenciamos de todos para poder vivir a gusto con nuestra mediocridad. Hay que cambiar en todos estos campos, tras los cuales se puede ocultar desde la pereza hasta la presunción, desde la mentira hasta la avaricia, desde la cobardía hasta la falsa prudencia.

    Por el contrario, tenemos que abrirnos al cambio, abandonar prejuicios, convencernos de nuestras mentiras, romper con nuestros hábitos egoístas, abrir las puertas a una vida más marcada por los sentimientos y la afectividad. Y evidentemente todo ello para ser personas equilibradas, ricas interiormente, abiertas a la felicidad, pues Dios nos quiere así.

La iglesia hoy

Francisco en Sta. Marta: ¿Cristianos de la luz, Fecha: 27 de Octubre de 2014

El examen de conciencia sobre nuestras palabras nos hace entender si somos cristianos de la luz, de las tinieblas o cristianos del gris. Lo ha explicado el santo padre Francisco en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta esta mañana. De este modo, el Pontífice ha asegurado que a los hombres se les reconoce por sus palabras.

Ha recordado que san Pablo, invitando a los cristianos a comportarse como hijos de la luz y no como hijos de las tinieblas, "hace una catequesis sobre la palabra". Así, ha indicado el Papa, hay cuatro palabras para entender si somos hijos de las tinieblas. "¿Es la palabra hipócrita? ¿Un poco de aquí, un poco de allí, para estar bien con todos? ¿Es una palabra vacía, sin sustancia, llena de vacío? ¿Es una palabra vulgar, trivial, es decir, mundana? ¿Una palabra sucia, obscena?

Estas cuatro palabras no son hijas de la luz, no vienen del Espíritu Santo, no vienen de Jesús, no son palabras evangélicas... estas forma de hablar, siempre de cosas sucias o de mundanidad o de vacío o hablar hipócritamente", ha observado el Papa.

Por eso, el Pontífice se ha preguntado cuál es la palabra de los Santos, la de los hijos de la luz. "Lo dice Pablo: sed imitadores de Dios: 'caminad en la caridad, caminad en la bondad, caminad en la mansedumbre'. Quien camina así... 'Ser misericordiosos -dice Pablo - perdonarse los unos a los otros, como Dios nos ha perdonado en Cristo. Hacerse, por tanto, imitadores de Dios y caminar en la caridad'. Y esta es la palabra de un hijo de la luz", ha asegurado el Santo Padre.

De este modo, el Papa ha proseguido recordando que "hay cristianos luminosos, llenos de luz, que tratan de servir al Señor con esta luz" y "hay cristianos tenebrosos" que conducen "una vida de pecado, una vida lejos del Señor" y usan esas cuatro palabras que "son del maligno".

Pero hay un tercer grupo del que ha hablado esta mañana Francisco, son los cristianos ni luminosos no oscuros. "Son los cristianos del gris. Y estos cristianos del gris una vez están de un lado, otra vez de otro. La gente se pregunta de ellos: '¿Pero esta persona está bien con Dios o con el diablo?'" Por eso, el Pontífice ha indicado que "son tibios. No son ni luminosos, ni oscuros. Y Dios no ama a éstos. En el Apocalipsis, el Señor, a estos cristianos grises les dice: 'Pero tú, tú no eres ni caliente ni frío. Quizá si fueras caliente o frío. Pero como eres tibio -así del gris- voy a vomitarte de mi boca'.

El Señor es fuerte con los cristianos del gris. 'Pero yo soy cristiano, ¡pero sin exagerar!, dicen, y hacen mucho mal, porque su testimonio cristiano es un testimonio que al final siembra confusión, siembra un testimonio negativo".

Para finalizar la homilía, el Obispo de Roma ha exhortado a no dejarnos engañar por las palabras vacías, "escuchamos muchas, algunas bonitas, bien dichas, pero vacías, sin nada dentro". De ahí la invitación a comportarnos como hijos de la luz. Francisco ha afirmado que nos hará bien pensar hoy en nuestro lenguaje. Y a propósito, preguntarnos: ¿soy cristiano de la luz?, ¿soy cristianos de la oscuridad?, ¿soy cristiano del gris? Y así --ha concluido el Papa-- podemos dar un paso adelante para encontrar al Ser.

Francisco inauguró un busto en homenaje a Benedicto

Define a Benedicto XVI como "un Papa grande, por su virtud y religiosidad"
Francisco: "El Big-Bang no contradice la intervención creadora divina; al contrario, la exige"
"Dios no es un demiurgo, o un mago, sino el Creador que ha dado el ser a todos los seres"

Redacción, 27 de octubre de 2014 a las 15:38

El inicio del mundo no es obra del caos que debe a otro su origen, sino que deriva directamente de un Principio Supremo que crea por amor

El papa Francisco ha afirmado que el Big-Bang, la teoría científica que explica el origen del universo, "no contradice la intervención creadora divina, al contrario, la exige".

Así lo ha puesto de manifiesto durante la inauguración este lunes de un busto de bronce del papa emérito Benedicto XVI, que ha sido colocado en los Jardines Vaticanos, en concreto en la Casina Pio IV, sede de la Academia de las ciencias de la que ha sido miembro Joseph Ratzinger.

De este modo, el pontífice ha explicado que la evolución de la naturaleza no se contradice con la noción de Creación, porque la evolución presupone la creación de los seres que evolucionan.

Así, ha destacado que "el inicio del mundo no es obra del caos que debe a otro su origen, sino que deriva directamente de un Principio Supremo que crea por amor".

Ante varios académicos de la Academia de las Ciencias reunidos en los Jardines Vaticanos, Francisco ha arremetido contra la idea de queDios es "un mago con varita mágica que puede hacer de todo" porque, según ha explicado, Dios ha creado a los seres humanos con "autonomía", para que "lleguen a su propia plenitud". "Dios no es un demiurgo, o un mago, sino el Creador que ha dado el ser a todos los seres", ha exclamado.

La opinión del Papa rebate la idea expresada en diversas ocasiones por Stephen Hawking, considerado la mayor eminencia científica de nuestro tiempo en Fisica Teórica.

El Santo Padre -relata el VIS- se ha desplazado esta mañana a la Casina Pío IV en el Vaticano, en ocasión de la Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias y la inauguración de un busto en honor a Benedicto XVI al que ha definido como un gran Papa. ''Grande por la fuerza y la penetración de su inteligencia, grande por su importante contribución a la teología, a su gran amor por la Iglesia y los seres humanos, grande por su virtud y religiosidad''.

Asimismo el Papa ha recordado que Benedicto XVI fue el primero en invitar a un Presidente de esta Academia a participar al Sínodo sobre la nueva evangelización ''consciente de la importancia de la ciencia en la cultura moderna''.

Francisco no ha querido entrar en el complejo tema que actualmente trata la Academia: ''La evolución del concepto de naturaleza''; sólo ha señalado ''que Dios y Cristo caminan con nosotros, y están presentes también en la naturaleza''.

''Cuando leemos en el Génesis el relato de la creación,-ha dicho- creemos imaginar que Dios es un mago, que con una varita mágica ha hecho todas las cosas. Pero no es así. Él ha creado a los seres y les ha dejado desarrollarse según las leyes internas que dio a cada uno, para que.. alcanzasen su propio desarrollo. Dio la autonomía a los seres del universo al mismo tiempo que les aseguraba su continua presencia, dando el ser a toda realidad. Y así la creación ha proseguido su marcha por siglos y siglos, milenios y milenios hasta que se ha convertido en lo que hoy conocemos; exactamente porque Dios no es un mago sino el Creador que da el ser a todas las cosas. El inicio del mundo no es obra del caos que debe a otro su origen, sino que se deriva directamente de un Principio supremo que crea por amor. El Big-Bang, que hoy se sitúa en el origen del mundo, no contradice la intervención de un creador divino, al contrario, la requiere. La evolución de la naturaleza no contrasta con la noción de creación, porque la evolución presupone la creación de los seres que evolucionan''.

''En cuanto al ser humano, -ha continuado-, hay un cambio y una novedad. Cuando, en el sexto día de la historia del Génesis, llega la creación del hombre, Dios da al ser humano otra autonomía, una autonomía diferente a la de la naturaleza, que es la libertad. Y dice al hombre que ponga nombre a todas las cosas y siga hacia delante en el curso de la historia.Le hace responsable de la creación, para que domine la creación, para que la desarrolle y así hasta el final de los tiempos. Por eso al científico, y sobre todo al científico cristiano corresponde la actitud de interrogarse sobre el futuro de la humanidad y de la tierra y, como ser libre y responsable, de contribuir a prepararlo, a defenderlo, y a eliminar los riesgos del medio ambiente, sean naturales que humanos. Pero, al mismo tiempo, el científico debe estar movido por la confianza en que la naturaleza esconda, en sus mecanismos evolutivos, potenciales que toca a la inteligencia y a la libertad descubrir y poner en práctica para llegar al desarrollo que está en el diseño del Creador. Entonces, por muy limitada que sea, la acción del hombre participa de la potencia de Dios y es capaz de construir un mundo apropiado para su doble vida corporal y espiritual; construir un mundo humano para todos los seres humanos y no para un grupo o clase de personas privilegiadas.

''Esta esperanza y confianza en Dios, Autor de la naturaleza, y en la capacidad del espíritu humano -ha concluido- pueden proporcionar al investigador una nueva energía y una serenidad profunda. Pero también es cierto que la acción del hombre, cuando su libertad se convierte en autonomía - que no es libertad, sino autonomía - destruye la creación y el hombre usurpa el lugar del Creador. Y este es el gran pecado contra Dios Creador''.

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