A vosotros se os han dado a conocer los misterios del Reino de Dios
- 26 Julio 2018
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¡Qué difícil ser abuelo!
No los dejemos solos, dejemos que puedan seguir haciendo de abuelos
Hace ya mucho tiempo un anciano pidió en un aviso que lo adopten.
Está solo y ofrecía 500 euros por mes a la familia que lo reciba en su hogar.
Desde que se murió su mujer, hace ya 12 años, los días de Giorgio Angelozzi, un italiano de 79 años, eran largos y tristes. Pasaban semanas en las que no hablaba con nadie y sobre todo él, que había dedicado toda su vida a enseñar: rodeado de jóvenes, se sentía solo e inútil.
Su hija, médica en zonas de guerra, sólo le podía dedicar de vez en cuando unos minutos de teléfono, desde algún recóndito país donde ejercía su humanitaria labor.
Hasta que una mañana se le ocurrió la idea de poner un anuncio en el diario, como esos en los que se busca pareja o trabajo, pero esta vez lo que pedía Angelozzi era una familia que lo adoptara, que lo dejaran vivir acompañado, que lo dejaran hacer de abuelo.
El aviso decía: Anciano, jubilado, autosuficiente, ex-profesor, aportaría 500 euros mensuales al presupuesto doméstico de una familia que lo adoptara como abuelo. Podría servir para hijos, nietos y en especial estudiantes.
Como por arte de magia, en aquel teléfono que no sonaba nunca empezaron a llegar decenas de llamadas. Mas de cien familias de todas partes de Italia respondieron al anuncio, no se sabe si movidas por el aporte económico, si por la ayuda extraescolar que el abuelo daría a sus hijos o simplemente conmovidos por el llamamiento de un abuelo que lo único que quería ser es el hacer de abuelo.
Muchas de las familias que lo llamaron, manifestaron necesitar de un abuelo. Prometió reunirse con todas las familias que llamaron y que se interesaron en tenerlo con ellos, pues tiempo es lo que le sobra.
Su caso es un ejemplo de una tendencia creciente en Italia, donde cada vez más ancianos viven solos, a pesar de la importancia que la institución familiar sigue teniendo en la península.
Eso ocurrió en la vieja Europa, en un país de gran tradición y arraigo en eso de ser abuelo. Pero podría haber ocurrido aquí, en nuestro país, a la vuelta de la esquina, por así decir.
No se puede ignorar de dónde se viene, no se puede dejar de tener presente lo que otros han vivido, lo que otros han sido, lo que otros nos han dejado.
Somos, lo que otros fueron, lo que otros hicieron.
El hombre es el único animal creado que tiene memoria, que puede documentar el pasado, que puede contarnos lo vivido.
Y en eso los que más lo saben hacer son los abuelos.
No los dejemos solos, dejemos que puedan seguir haciendo de abuelos.
¡Qué difícil convivir con el abuelo!
¡Qué difícil hacer de abuelo!
¡Qué difícil ser abuelo!, en el mundo de hoy.
Santos Joaquín y Ana
Celebrado El 26 De Julio
Santos Ana y Joaquín, padres de la B.V. María
Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a la tradición de los cristianos.
San Pedro Damian decía que era una curiosidad vana y culpable tratar de averiguar lo que los Evangelistas no escribieron y ponía precisamente como ejemplo la curiosidad acerca de los padres de la Santísima Virgen. Los únicos escritos que pretenden poseer algunos datos sobre los padres de María son apócrifos, como el «Protoevangelio de Santiago», que -a pesar de su nombre- no tiene nada de la autenticidad de la Sagrada Escritura. En realidad no poseemos ningún dato cierto sobre ellos, pero no es ilícito aceptar las piadosas creencias procedentes de los apócrifos cuando no se oponen a las verdades ciertas.
Aunque la primera redacción del apócrifo de Santiago es muy antigua, no se trata de un documento fidedigno. El protoevangelio cuenta que los parientes de Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos. Entonces, el santo se retiró cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana «se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones» (por su esterilidad y por haberse quedado sin marido). Cuando Ana se hallaba sentada orando bajo un laurel, un ángel se le apareció y le dijo: «Ana, el Señor ha escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo». Ana respondió: «Vive Dios que consagraré el fruto de mi vientre, hombre o mujer, a Dios mi Señor y que le servirá todos los días de su vida». El ángel se apareció también a san Joaquín. A su debido tiempo, nació María, quien sería un día la Madre de Dios. Hagamos notar que esta narración se parece mucho a la de la concepción y el nacimiento de Samuel, cuya madre se llamaba también Ana (1Reyes 1). Los primeros Padres de la Iglesia oriental veían en ello un paralelismo. En realidad, se puede hablar de paralelismo entre la narración de la concepción de Samuel y la de San Juan Bautista, pero en el caso presente la semejanza es tal, que se trata claramente de una imitación.
Sin embargo, el culto a santa Ana se difundió desde la antigüedad: la mejor prueba es que en Constantinopla, ya a mediados del siglo VI, el emperador Justiniano le dedicó un santuario. En Santa María la Antigua hay dos frescos que representan a Santa Ana y datan del siglo VIII. Su nombre aparece también destacadamente en una lista de reliquias que pertenecían a san Angel de Pescheria y sabemos que el papa san León III (795-816), regaló a la iglesia de Santa María la Mayor un ornamento en el que estaban bordadas la escena de la Anunciación y las figuras de san Joaquín y santa Ana.
En Apt, en la Provenza, se guardan supuestas reliquias de santa Ana, sin embargo las pruebas históricas en favor de la autenticidad más bien muestran que carecen absolutamente de valor. La verdad es que antes de mediar el siglo XIV, el culto de santa Ana no era muy popular en Occidente, pero un siglo más tarde se popularizó enormemente, e incluso Lutero lo ridiculizó con acritud y atacó en particular la costumbre de representar juntos á Jesús, María y Ana, como una especie de trinidad.
En 1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa Ana; por él concedía la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente, como se lo habían pedido algunos ingleses. Muy probablemente la ocasión de dicho decreto fue el matrimonio del rey Ricardo II con Ana de Bohemia, que tuvo lugar en ese año. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de Occidente recién en 1584, y sólo desde ese tiempo comenzó en Occidente el culto a san Joaquín.
En el Oriente se celebra desde fecha muy antigua la fiesta de san Joaquín y santa Ana el 9 de septiembre. Pero en Occidente, puesto que no había tradición al respecto, las fechas fueron variables, y sólo en 1913 se fijó el 16 de agosto como día de la fiesta de san Joaquín. Sin embargo, los benedictinos y algunos católicos de Oriente celebraban juntos a san Joaquín y santa Ana el 26 de julio, fecha que el nuevo martirologio adoptó para toda la Iglesia.
El Protoevangelio de Santiago es conocido con diversos nombres, y su texto puede leerse en muchas ediciones actuales, incluso populares; una traducción confiable se contiene en «Los Evangelios apócrifos», BAC (2009). Una obra completa sobre santa Ana y su devoción es la del P. B. Kleinschmidt, Die heilige Anna (1930). El presente artículo fusiona (con algunos retoques) los del Butler-Guinea correspondientes a santa Ana del 26 de julio y a san Joaquín del 9 de agosto
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Evangelio del día
¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
26 Julio
Jueves de la decimosexta semana del tiempo ordinario
Comentario del día : San Hilario
“A vosotros se os han dado a conocer los misterios del Reino de Dios”
Evangelio según San Mateo 13,10-17.
En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?".
El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.
Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán.
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.
Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron."
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Santo Evangelio según San Mateo 13, 10-17. Jueves XVI de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Que tu amor inunde mi corazón y, así, me abras el entendimiento para conocer lo que tu Palabra me quiere decir día con día.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Más de alguna vez me he preguntado si es real que no les es concedido a todos saber la verdad del Evangelio, conocer su alegría, su energía, la vida cristiana... Ahora que soy mayor, veo cómo realmente hay muchas personas que no lo han conocido, incluso católicos que se han quedado indiferentes ante los problemas de los demás, que no se quieren comprometer a vivir el Evangelio con radicalidad, y me pregunto por qué no se les ha revelado la verdad.
Señor, Tú conoces el corazón del hombre y sabes que puedo rechazar tu mensaje de amor porque no me doy cuenta de la verdadera vida a la que Tú me llamas cada día.
Este precioso don que es la fe no se puede contener, no es capaz de quedarse sin comunicarse, no es capaz de dejarse de vivir. El único obstáculo que tiene es el de mi falta de autenticidad, mi propia pereza cuando me quedo quieto, con los brazos cruzados. Tú me pides que te sea fiel, a pesar de lo que pase, a pesar de las burlas que me puedan hacer; Tú eres mejor que todo lo que me pudiese pasar, no te puedo traicionar.
Tú no creaste las enfermedades, pero sí a quien las cura; no creaste la guerra, pero sí a quien la puede detener; no creaste la fatiga, pero sí a quien la sabe ayudar; no creaste la tristeza, creaste a quien sabe dar una sonrisa; no creaste la mentira, el odio, la ira, el mal… por eso yo también repito con el salmista: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad".
Nosotros conocemos al Niño Jesús, Jesús que cura a los enfermos, Jesús que predica, que hace milagros, que muere por nosotros y resucita. Sabemos todo esto, pero esto no quiere decir conocer el misterio de Cristo. Se trata de algo más profundo y por ello es necesaria la oración: "Padre, envíame tu Espíritu para que conozca a Cristo". Es una gracia. Es una gracia que da el Padre.
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de octubre de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Participar en una hora eucarística, o al menos hacer una visita a Cristo Eucaristía, para pedir la gracia de crecer en la experiencia de Cristo en mi vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Amor sin reglas es amor sin estímulo. Daría lo mismo ganar que perder
Lo mismo que pasa en el ajedrez, en el fútbol y en las damas chinas, pasa en el amor. Sin reglas de juego no despierta interés. Amor sin reglas es amor sin estímulo. Daría lo mismo ganar que perder.
Del amor hablamos todo el día, a todas horas, en todas partes. Y es precisamente el amor el gran desconocido del hombre. El cristianismo ha hecho del amor no sólo su aspiración más ingente, sino su propia razón de ser. De tal manera que si despojamos al cristianismo del amor, del cristianismo no quedaría nada. Ni una sombra, ni una huella. El árbol sin tronco y sin follaje no sería más árbol.
Hoy día, hay que reconocer, la palabra amor es moneda desgastada, ha perdido su brillo. Casi queda reducida al significado de limosna. Para unos, el amor significa el pequeño o grande obsequio que quiero dar a una persona querida, a un pobre o indigente. Para otros, el amor trae consigo esa connotación de sensualidad y sexualidad: tocarse, besuquearse, arrimarme y apretujarme junto al otro, con peligro de asfixia. Para otros, la palabra amor pasa sólo por las alcobas y las camas. ¿Es esto el verdadero amor?
En esta conferencia quisiera dejarles, a modo de memorandum, algunas reglas del amor, donde se sintetizan las verdaderas características del amor.
1. ABRIR LOS OJOS
El amor comienza por ver al otro necesitado de mí, que está hambriento, sediento, desnudo, encarcelado, herido, triste, deprimido...o, por el contrario, que está alegre, feliz, entusiasta, merecedor de compartir con él sus sentimientos maravillosos. Para esto, se necesitan nuevos ojos, ojos profundos. Hay un refrán que dice: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. ¡Qué verdad se encierra en estas palabras!.
Esto significa que debemos tener siempre abiertos los ojos allá por donde vamos. No podemos tropezarnos con nuestro hermano pobre e indigente, sin volver nuestra vista, detenernos y socorrerlo, como hizo el buen samaritano del Evangelio.
El gran peligro que tenemos es la miopía del egoísmo, que nos impide ver en el prójimo a ese Jesús disfrazado de pobre. ¡Terrible miopía que nos cierra las entrañas del corazón a toda necesidad de los demás!
Hay que traer aquí el ejemplo de Madre Teresa de Calcuta. Oigamos sus palabras: “No nací en 1910, como dicen mis documentos. Nací el 10 de septiembre de 1946 en una calle de Calcuta, a los 36 años, cuando tropecé con el cuerpo de una mujer moribunda. Ratas y hormigas se paseaban por sus llagas. La levanté, caminé hasta un hospital cercano y pedí una cama para ella. La mujer murió en esa cama: la primera, la única y la última cama que tuvo en su vida”.
Este encuentro casual cambió la vida de la Madre Teresa, porque en esa mujer vio a Cristo agonizante sobre la dura acera de aquella calle desconocida. A partir de ese momento, fue encontrando a miles y millones de Cristos sufrientes, a quienes ha ido prodigando su amor y su ternura a lo largo de sus 50 años de servicio a los pobres.
Ustedes saben que en todas las capillas de las Hermanas Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa, al lado del crucifijo que cuelga sobre la pared, aparece esta inscripción “I thirst”, “Tengo sed”, como un emblema de la Congregación. Este grito angustioso de Cristo en la cruz, les recuerda a las hermanas el objetivo fundamental de su Congregación: apagar la sed de Jesús en los más pobres y abandonados.
Pero, ¿cómo podrían apagar la sed de Jesús si tuvieran los oídos tapados con la cera de la indiferencia? ¿Cómo podrían socorrer al pobre, si tuvieran los ojos vendados por el egoísmo? ¿Cómo tender sus manos, si las tienen encogidas y adormiladas a causa de la comodidad...o muertas y envenenadas por la avaricia y ambición? ¡Imposible!
Cuenta así la Madre Teresa: “En cierta ocasión escuché que se iba a dar una conferencia de alto nivel sobre el hambre en el mundo y sus graves consecuencias. Como me hallaba de paso en aquella ciudad, fui invitada a participar en la misma. Por motivos ajenos a mi voluntad, equivoqué el camino y no acerté a llegar a la hora al lugar de la conferencia. Después de varios intentos, logré dar con la dirección correcta, pero ignoraba que me esperaba una gran sorpresa. Allí, junto a la sede de la conferencia, había un hombre que se moría de hambre. Lo recogí rápidamente y lo llevé a la Casa de las hermanas. Todos los intentos por rehabilitarlo fueron inútiles. El hombre murió. Reflexioné y me dije: más de mil personas escucharon una hermosa conferencia sobre el hambre y allí, a pocos metros, un hombre agonizaba por falta de alimento”. ¡Qué terrible! El amor no consiste en hablar mucho, sino en socorrer, en hacer algo por los necesitados. El cristianismo no es religión de teorías ni de palabras, sino de acción: “Me diste de comer...me diste de beber...me visitaste...me vestiste...me socorriste”. El amor tiene que ponerse en acción.
Por eso, la primera regla del amor es: abrir bien nuestros ojos y nuestros oídos al necesitado; abrir nuestras manos y tenerlas siempre tendidas.
2. SERVIR Y DAR HASTA QUE TE DUELA
Si ustedes van a una videoteca encontrarán títulos sugestivos de películas como éstos: “Nacidos para triunfar” o “Nacidos para perder”. Si quisiéramos hacer una película del cristiano tendríamos que poner este título: “Nacido para servir”.
El amor tiene que pasar necesariamente por el servicio.
“Dar hasta que duela”. También es frase de la Madre Teresa, especialista del amor.
El amor, para que sea auténtico, tiene que costar. A Jesús le costó mucho amarnos. A Dios Padre le costó mucho amarnos y entregarnos a su Hijo, para que le crucificáramos. A María le costó desprenderse de ese Hijo de sus entrañas, y entregarlo a los verdugos que le dieron muerte.
Por eso, la Madre Teresa repite con frecuencia esto: “No me gusta que den de lo que les sobra, sino de lo que les hace falta...Nunca tengan temor de dar, pero no de lo que les sobra: den hasta que les duela”.
Dar hasta que duela. Con esta frase queremos decir que el amor, para que sea auténtico, tiene que pasar por el crisol del sufrimiento. Fue san Pablo el primero que intuyó esta íntima conexión entre amor y dolor, entre sufrimiento y salvación, aludiendo al sacrificio redentor de Cristo: “Sin derramamiento de sangre, no hay salvación”.
Sin sufrimiento, nuestro amor y caridad no sería más que una asistencia social, muy positiva, sin duda, pero no sería el verdadero amor redentor. Sólo compartiendo con el prójimo sus sufrimientos, siendo parte de los que sufren, podemos redimirlos, podemos llevarlos a Dios y hacer que Dios, que es Amor, entre en sus vidas.
Cuenta la madre Teresa que se casaron dos jóvenes en Calcuta hicieron una boda muy simple y sencilla. Ella llevó un sari liso de algodón y sólo estuvieron presentes los padres de ambos; luego donaron a la madre Teresa el dinero que les habría costado una gran ceremonia matrimonial según el rito hindú para que lo compartieran con los más pobres.
Cuando en una ocasión preguntaron a la madre Teresa si alguna vez terminará el hambre en el mundo contestó: “Terminará cuando aprendamos a compartir”.
Un amor que no está dispuesto a compartir los sufrimientos con la persona amada, en el fondo no es más que un egoísmo disfrazado. Hay que amar hasta que duela. El dolor es la prueba del verdadero amor. Dime cuanto sufres y te diré cuanto amas.
El dolor por sí mismo, independiente del amor, conduce al masoquismo o a un orgulloso estoicismo .
Es un principio teológico que “lo que no se asume, no se redime”. Solamente los que son capaces de bajar al infierno de la desesperación de los pobres, podrán sacar de la miseria material y espiritual a los marginados.
Dar hasta que duela. ¿Se acuerdan del ejemplo narrado por el poeta hindú Tagore?
“Iba yo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando un carro de oro apareció a lo lejos, como un sueño magnífico. Yo me preguntaba quién sería aquel rey de reyes. Mis esperanzas volaron hasta el cielo y pensé que mis días malos habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros desparramados en el polvo. La carroza se paró a mi lado. Él me miró y bajó sonriendo. Sentí la felicidad de la vida, que por fin me había llegado. Y de pronto, me tendió su mano derecha diciéndome. ´¿Puedes darme alguna cosa?´. ¡Qué ocurrencia la de su realeza: pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo y se lo di... Pero...¡qué sorpresa la mía cuando al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón! ¡Qué amargamente lloré de no haber tenido corazón para darle todo”.
¡Dar hasta que duela! Es lo que da felicidad interior.
¿Saben el cuento de la rosa y la nube?
“La tierra estaba reseca y dura; desde largo tiempo atrás no caía una gota de agua. Y la pobre rosa, inclinada sobre su tallo, marchita y pálida, se moría de sed. Una tarde vio pasar una nube. Era una nube blanca, enorme como una montaña. La rosa levantó la voz cuanto pudo y le imploró:
- Dame unas gotas de lluvia; estoy sedienta...
- Imposible, amiga mía. Voy de viaje a otros países y no puedo detenerme.
- Unas gotas, nada más... - pidió la flor
Y la nube orgullosa, siguió su marcha; pero a medida que se alejaba, sentíase triste. Una voz interior le decía que había procedido mal.
Volvió apresuradamente, se detuvo sobre la rosa y le dejó caer un poco de lluvia; pero ya era tarde. La dulce flor había caído sobre la tierra, deshecha en un sinnúmero de pétalos amarillos.
La nube prosiguió su viaje llorando y arrepentida de su crueldad con la pobre rosa.
Las almas mezquinas no son dichosas. La caridad embellece nuestra vida y nos hace felices. ¡Da hasta que te duela!
3. DAR HASTA EL SACRIFICIO DE TI MISMO
No sólo hay que dar cosas. Hay que darse a sí mismo, incluso hasta el propio sacrificio. En esto consiste el verdadero amor: en dar la vida por la persona amada.
Me acuerdo del cuento del escritor inglés Oscar Wilde, titulado “El ruiseñor y la rosa”, que les resumiré ahora y que encarna esta idea que quiero exponer.
Un estudiante estaba triste y desconsolado en su habitación porque su amada novia le había dicho que bailaría con él si le llevaba rosas rojas. En su jardín no había ninguna rosa roja. El ruiseñor le escuchaba conmovido. Decía el estudiante: “El príncipe ofrecerá mañana un baile; yo y mi amada hemos sido invitados. Si yo le llevo una rosa roja ella bailará conmigo hasta el alba y seré muy feliz...Pero mi jardín no ha dado rosas rojas. Ella me despreciará y mi corazón se despedazará”.
Al escucharlo el ruiseñor dijo para sí: “He aquí a alguien que sabe verdaderamente amar. Aquello que yo canto, él lo sufre. Aquello que para mí es gozo, para él es dolor. El amor es una cosa maravillosa. Es más precioso que las esmeraldas y los diamantes. No se puede comprar con perlas preciosas. No es vendido en el mercado. No hay balances para el amor”.
Y mientras estaba llorando en su jardín el pobre estudiante, se fueron acercando varios animalitos y todos le preguntaban por qué estaba llorando. El ruiseñor les dijo: “Llora por una rosa roja”.
“¿Por una rosa roja?”- exclamaron todos. “¡Qué ridiculez!”- dijeron
Pero el ruiseñor sí entendía el secreto del dolor del estudiante y se quedó silencioso reflexionando en el misterio del dolor.
Y en esto, el ruiseñor voló y se posó sobre el primer rosal que encontró: “-¡Dame una rosa roja, amigo rosal, y te cantaré la más dulce de mis canciones!”. El rosal sacudió sus ramitas y respondió: “¡Lo siento, mis rosas son blancas, como la nieve sobre los montes...Pero ve a mi hermano, tal vez él te dé lo que buscas”.
Y así fue. Y encontró parecida respuesta: “Lo siento; mis rosas son amarillas, como el grano de trigo. Ve a mi hermano que florece bajo la ventana del estudiante, tal vez él te dará lo que buscas”.
El ruiseñor se posó sobre el rosal: “Dame una sola rosa roja, por favor”. Le respondió el rosal: “Mi rosas son rojas, es verdad. Pero el invierno me ha congelado las venas, la nieve me ha destruido los capullos y la tempestad me ha roto los tallitos: no tendré ninguna rosa roja este año”. El ruiseñor seguía insistiendo: “Sólo quiero una sola rosa roja, por favor. ¿No existe algún modo de encontrarla?”.
El rosal respondió: “Sí; pero es tan terrible que no tengo el coraje de decirte cómo encontrarla”.
“Dime cómo, por favor; yo no tengo miedo, aunque me duela”- respondió el ruiseñor.
“Si quieres una rosa roja -dice el rosal- debes teñirla con tu propia sangre. Debes cantar para mí con el pecho contra una de mis espinas. Toda la noche debes cantar para mí y la espina debe atravesarte el corazón, y tu sangre debe correr por mis venas y llegar a ser mía”.
Así lo hizo el ruiseñor. Apretó su corazón contra la espina de esa rosa. Toda la noche cantó con el pecho contra la espina. La misma luna fría de cristal se inclinó y escuchó. Toda la noche cantó y la espina le penetró siempre más profundamente en el pecho, mientras la sangre iba coloreando la rosa. Hasta que murió el ruiseñor. Su voz se apagó y brotó una roja rosa maravillosa.
Al mediodía el estudiante abrió la ventana y miró fuera, exclamando: “¡Qué cosa increíble! ¡Una rosa roja! No había visto una rosa semejante en toda mi vida. Es tan bella...”. Salió de la casa, arrancó la rosa roja y se la llevó a su novia amada, pensando durante el camino: “Seguro, que ahora sí bailará conmigo”.
Pero la novia frunció el ceño y con gesto despreciativo le dijo: “No me sirve ya. No entona con mi vestido. Además el nieto del duque me ha mandado joyas verdaderas, y todos saben que las joyas cuestan más que las flores”.
“Eres una ingrata” - dijo rabioso el estudiante. Y arrojó la rosa en el camino. ¿Saben cómo acabó la rosa roja? La rueda de un carro la pisoteó.
“El amor no existe” - concluyó el estudiante. Y se volvió a su casa.
Hasta aquí el cuento de Oscar Wilde. Saquemos las conclusiones:
Para el ruiseñor el amor es la más grande razón de la existencia. No duda por tanto en sacrificar su propia vida para que el estudiante tenga todo lo que desea: el amor y la felicidad de esa joven, a quien amaba.
Para el estudiante, el amor es una especie de ilusión, convencional y pasajero. Mientras el ruiseñor es capaz de amar, el estudiante es egoísta e insensible ante el amor del ruiseñor.
Para la novia, el amor es sólo apariencia. Se queda en las exterioridades: “Esa rosa no entona con mi vestido...además, el nieto del duque me ha regalado unas joyas verdaderas”. ¡Cómo es posible que no valore el sacrificio de ese ruiseñor que dio su sangre por la rosa que hizo feliz a ese estudiante!
Concluyo esta regla del amor: Si nosotros queremos amar, abrirnos a esta realidad maravillosa y mágica del amor, tenemos que estar dispuestos a sacrificarnos por la persona amada. De lo contrario, ese amor es egoísta y ciego, como el del estudiante y el de la novia.
Otro ejemplo, este histórico, que corrobora esta ley del amor: el caso del padre Maximiliano María Kolbe, franciscano polaco. Era en tiempo de los nazis durante la segunda guerra mundial, en Polonia.
20 de julio de 1941. Al pasar lista en el campo de exterminio de Auschwitz, uno de los presos, el número 14 no contesta; se ha fugado del campo.
El comandante ordena diezmar a los presos; de cada diez de ellos uno deberá morir, por culpa del que se fugó.
Entre los destinados a morir, un exsargento polaco, Francisco Gayowniczek, rompe a llorar: - ¡Mis hijos!...¡Mi esposa!...
De en medio de todos los presos del campo presentes en la escena, el número 16670 sale de la formación y le propone al comandante:
- Yo no tengo esposa ni hijos; permítame usted morir en lugar de este compañero.
El comandante acepta. Junto con los demás sentenciados a muerte, el número 16670 es encerrado en el bunker de la muerte, para que muera de hambre. Allí consuela y encamina al Cielo a los demás compañeros, que uno tras otro mueren.
Y como él no moría y necesitaban el bunker para otros, inyectan al padre Kolbe el ácido fénico y lo arrojan al horno crematorio.
En 1971 en la basílica de san Pedro en Roma, el Papa Pablo VI declaró beato al padre Kolbe. Entre los presentes a esa ceremonia, se encontraba el exsargento a quien el padre Kolbe había salvado la vida. Juan Pablo II lo proclamó ya santo: dio su vida y su sangre por el prójimo.
CONCLUSIÓN: Amar, amar más, amar sin medida, amar a todos, amar hasta que duela, amar hasta el sacrificio por la persona amada. Esto es el amor. Lo demás es cuento, fachada, hipocresía. Si no amo, no soy nada, no valgo nada.
¡6 años de Pontificado!
El Vaticano celebra 6 años de pontificado del Papa Francisco con una medalla [Imagen aquí]
La Santa Sede conmemorará los seis años de Pontificado del Papa Francisco, que se cumplirán el 13 de marzo de 2019, con la emisión de una medalla que se podrá adquirir a partir de este jueves 26 de julio en la Librería Editrice Vaticana.
La medalla del VI Año del Pontificado de Su Santidad Francisco, como se dominará la emisión de forma oficial,tendrá por su cara principal una paloma desde la que surgen haces de luces concéntricas que iluminan el escudo papal representando de forma simbólica los dones que el Espíritu Santo entrega a la Iglesia.
En el reverso de la medalla, en su parte superior, figura el triunfo de la paz representado con una rama de olivo y el abrazo de la Madre al Niño. Por el contrario, en la zona inferior del reverso, aparece una valla de espinos metálicos, símbolo de opresión y violencia, representando de ese modo la guerra.
Dividiendo ambas escenas, paz y guerra, se alza la tradicional flor de la amapola, símbolo de los caídos en la guerra. Bordeando todo el reverso se puede leer la frase “Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra”, pronunciada el 24 de agosto de 1939 por el Papa Pío XII en un mensaje de radio.
De esta manera, se intenta transmitir la idea de que, un siglo después de finalizar la Primera Guerra Mundial, la elección entre paz y guerra todavía resulta dramáticamente actual.
Por último, en el borde de la manera figura la inscripción: “E Civitate Vaticana”, junto con el número de la medalla. Cada ejemplar está acompañado de un certificado de garantía, enumerado y con sello de la Secretaría de Estado y del Instituto Poligráfico y la Casa de la Moneda del Estado Italiano.
Ver cada día la felicidad de los abuelos, que midiendo sus fuerzas son capaces de dar toda su sabiduría y ternura a los pequeños que van llegando a este mundo da mucha alegría
Ante la importancia que hoy, con la integración de la mujer en la vida laboral, tienen los abuelos en la educación de los hijos, reflexionaremos sobre unas actitudes necesarias para sacar adelante esta realidad que a muchos abuelos nos toca asumir. El desarrollo de este tema es también el fruto de mi experiencia personal y de la de otros abuelos.
Este verano, leíamos en la prensa una noticia impresionante: unos abuelos salvaban en un accidente ferroviario a sus dos nietos de 6 y 8 años. Ellos dieron su vida al proteger con sus cuerpos los de los pequeños. A mí me recordó aquella frase del Evangelio: "No hay amor más grande que el de aquél que da su vida por sus amigos", y pensé en tantos otros abuelos que también la dan minuto a minuto, día a día, para que los hijos de sus hijos reciban ternura y afecto ante las ausencias necesarias de los progenitores. Seguramente, los abuelos, que murieron con tanta generosidad, también habían dedicado mucho de su tiempo a aquellos pequeños. Aquel gesto no era fruto de un impulso sino del cariño real para con Abdelaziz y Aceitar, nombre de los supervivientes de este hecho real.
Hoy se habla mucho desde el punto de vista médico del "síndrome de la abuela esclava". La abuela que sólo procura por los hijos, que no se atreve a decir que está agotada por el exceso de responsabilidades en que se encuentra inmersa, y que no se queja porque tiene miedo de no ser útil. Finalmente, con esta situación acaba enfermando. Es posible que eso suceda porque las abuelas siguen teniendo el mismo espíritu maternal de cuándo eran madres (se dice que son dos veces madres) y creen que tienen más conocimientos que sus hijos. En cambio, debido a la edad, les cuesta más recuperarse del esfuerzo físico También, en algunas ocasiones, el abuelo puede ser el gran ausente en esta tarea, ya que, debido a defectos de otras épocas, ha dejado todo el referente del hogar a su mujer y se inhibe totalmente de ayudar.
A la hora de hablar de ayudas, es mejor utilizar la palabra compartir. Compartir a los hijos. Compartir a los nietos. Por lo tanto, compartir el trabajo, compartir las aficiones, compartir los buenos momentos y los no tan buenos, compartir lo que se tiene y la experiencia. Cuando uno sabe pedir complace al otro porque puede compartir. Las abuelas han de saber pedir ayuda a tiempo, antes de que por agotamiento no puedan hacer nada más. Y los hijos jóvenes, que necesitan de la abuela, tienen que estar más atentos al peligro de quedarse sin ella. Los hombres tienen que comprender que encontrarán mucha satisfacción cuidando a sus nietos. Todos los que lo hacen disfrutan de este gran don que es entregarse, sin prisas, sobre todo si se ha llegado a la jubilación laboral.
Para transmitir serenidad y paz al matrimonio joven, tienen que ser muy prudentes y no interferir en sus relaciones. La autonomía y la independencia de los hijos casados tiene que valorarse mucho, así como los objetivos educativos que tengan para sus hijos tienen que respetarse, ya que la responsabilidad es de ellos y no de los abuelos. Este hecho no excluye que cuando los nietos estén en casa de los abuelos tengan que seguir el orden material que sea costumbre en la casa de los mayores. En este tema, para no tener problemas generacionales, tiene que mantenerse una buena comunicación entre abuelos e hijos, sabiendo pasar por alto pequeñas banalidades, distinguiendo lo que es esencial de lo que es accesorio.
El hábitat natural de la persona es su familia. Por eso, se hace patente que allí dónde prioritariamente la gente mayor se puede encontrar realizada es con los suyos. No puede centrarse en ella misma, ni hablar siempre de que las cosas han cambiado demasiado, sino que tiene que adaptarse con flexibilidad a estos cambios. Todos hemos visto la afinidad que hay, en muchas ocasiones, entre un adolescente -la edad de más inseguridad- y sus abuelos. Ver cada día la felicidad de los abuelos, que midiendo sus fuerzas son capaces de dar toda su sabiduría y ternura a los pequeños que van llegando a este mundo da mucha alegría. Para llevar a término todo lo que hemos reflexionado hay que tener una actitud positiva, para resolver problemas sin susceptibilidades, y una actitud participativa para saber dar y recibir. No fuera el caso que estuviéramos paseándonos por casa diciendo: "pobrecita de mí, cómo sufro y lo poco que me quejo".
Novena a San Juan María Vianney
Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (26 de julio al 3 de agosto)
DÍA PRIMERO
Fe ardiente. San Juan María Bautista Vianney tu naciste de una madre profundamente religiosa; de ella recibiste la santa Fe, aprendiendo a amar a Dios y a rezar. Ya a temprana edad se te pudo ver arrodillado delante de una estatua de María. Tu alma fue arrebatada de forma sobrenatural hacia las cosas más elevadas. A pesar del alto coste respondiste a tu vocación.
Contra muchos obstáculos y contradicciones tuviste que luchar y sufrir para llegar a ser el perfecto cura que fuiste. Pero tu espíritu de profunda fe te sostuvo en todas estas batallas. Oh gran santo, tu conoces el deseo de mi alma. Quisiera servir a Dios mejor. De El he recibido muchas buenas cosas. Por esto, obtén para mi más valor y especialmente una profunda fe.
Muchos de mis pensamientos, palabras y acciones son inútiles para mi santificación y mi salvación porque ese espíritu sobrenatural no impulsa mi vida. Ayúdame a ser mejor en el futuro.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SEGUNDO
Completa confianza en Dios. San Juan María Bautista Vianney, ¡cuanta confianza tenía la gente en tus oraciones! No podías abandonar tu vieja rectoría o tu humilde iglesia sin verte rodeado por almas implorantes, que recurrían a ti al igual que hicieron al mismo Jesús durante su vida terrenal. Y tu, oh buen santo, les dabas esperanza con tus palabras que estaban llenas de amor para Dios.
Tú, que siempre confiabas enteramente en el corazón de Dios, obtén para mi una confianza filial y profunda en su Providencia. Así como la esperanza de bienes divinos llena mi corazón, dame valor y ayúdame a obedecer siempre los mandamientos de Dios.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA TERCERO
Amor verdadero al prójimo. San Juan María Bautista Vianney, por causa de tu amor a Dios mostraste una gran caridad hacia tu prójimo. No podías predicar el amor de Dios sin derramar lágrimas de amor. Durante tus últimos años parecía como si no pudieras hablar acerca de otra cosa o vivir para cualquier otra cosa. Así te sacrificaste a ti mismo por tu prójimo mediante el consuelo, la absolución y santificándoles hasta el límite de tus fuerzas.
Tu caridad me inspira a un mayor amor a Dios, un amor que se muestra más por los hechos que por las palabras. Ayúdame a amar a mi prójimo con igual generosidad a como Cristo los ama.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA CUARTO
Horror al pecado. San Juan María Bautista Vianney, tu fuiste tan inflexible contra el pecado, y sin embargo, tan amable y dispuesto a acoger al pecador. Acudo a ti hoy como si aún estuvieras vivo, como si estuviera arrodillado ante tus pies y pudieras oírme. Inclínate hacia mí, escucha al confidente arrepentido por las debilidades y acciones miserables.
Cura del Señor, infatigable confesor, obtén para mi el horror al pecado. Tu quisiste sobre todo que evitáramos la ocasión de pecar. Quiero tomar tu consejo y hacer la resolución de romper con los malos hábitos y evitar las ocasiones peligrosas de pecar. Ayúdame hoy a examinar mi conciencia.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA QUINTO
Confesor de almas. Oh Santo Cura de Ars, tu sabías cuan importante era una buena confesión para la vida cristiana. Para procurar felices frutos a millones de almas era por lo que tu aceptabas estar en un incómodo confesionario, que era como una prisión, hasta 15 y 16 horas en ciertos días.
Voy a intentar a desarrollar el hábito de la confesión frecuente, a prepararme adecuadamente cada vez y a tener siempre arrepentimiento de mis pecados, para que así la gracia de la final perseverancia y también la santificación de mi alma sean aseguradas. Pide por mi este gracia.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SEXTO
Presencia real. Oh Santo Cura de Ars, cuyo único consuelo en este mundo era la presencia real de Jesús en el tabernáculo, ¿acaso no era tu gran felicidad distribuir la comunión a los peregrinos que te visitaban?. Tu negabas la comunión a las almas que se negaban a reformarse, pero a las almas de buena voluntad les abrías de par en par las puertas de la fiesta de la eucaristía.
Tu, que cada día en la Santa Misa recibías la Santa Comunión con gran amor, dame algo de tu fervor. Libre de pecado mortal, obtén para mi un sincero deseo de beneficiarme al recibir la Santa Comunión.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SÉPTIMO
Ahuyentador del demonio. Oh Santo Cura de Ars, los infames ataques del demonio que tuviste que sufrir y las pruebas que te desalentaban hasta la fatiga no te hicieron abandonar la sublime tarea de convertir las almas. Durante muchos años el demonio vino a interrumpir tu corto descanso pero tu ganaste gracias a la mortificación y las oraciones.
Poderoso protector, tu conoces bien el deseo del tentador por dañar mi alma bautizada y creyente. El quisiera verme pecar rechazando los Santos Sacramentos y la vida de virtud. Buen santo de Ars ahuyenta de mi toda traza del enemigo.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA OCTAVO
Pureza exquisita. Oh Santo Cura de Ars, de ti un testigo de tu vida dijo esta frase: "Le hubiéramos tomado por un ángel en un cuerpo mortal".
Tu edificaste a tantos otros: la modestia y la exquisita pureza radiaban de tu cuerpo. Con ese encanto y con ese entusiasmo predicaste a otros acerca de esas bellas virtudes que tu decías se asemejaban al perfume de un viñedo en flor.
Por favor yo te imploro que unas tus súplicas a las de María Inmaculada y Santa Filomena para que siempre guarde, tal y como Dios me pide, la pureza de mi corazón. Tu, que has dirigido a tantas almas hacia las alturas de la virtud, defiéndeme en las tentaciones y obtén para mí la fortaleza para conquistarlas.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA NOVENO
Deseo de cielo. Oh Santo Cura de Ars, tus restos preciosos están guardados en un magnífico relicario, donación de los sacerdotes de Francia. Pero esta gloria terrena es sólo una pálida imagen de la gloria indescriptible que estas disfrutando con Dios. Durante el tiempo que permaneciste en la tierra solías repetir en tus horas de abatimiento: "ya descansaré en la otra vida". Ahora ya esta hecho: ya estás en la paz y felicidad eternas.
Deseo seguirte algún día. Pero hasta entonces te oigo diciéndome: "debes trabajar y luchar mientras estés en el mundo". Enséñame entonces a trabajar por la salvación de mi alma, a difundir la buena nueva, el buen ejemplo y a hacer el bien a los que me rodean y así poder recibir la felicidad de los elegidos contigo.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por... (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones).Padrenuestro, Avemaría y Gloria.