¿No debías, a tu regreso, compadecerte de tu compañero?

San Roque Enfermero

Celebrado el 16 de agosto

San Roque, peregrino
fecha: 16 de agosto

†: c. 1379 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Lombardía, san Roque, que, nacido en Montpellier, en el Languedoc, adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste.

patronazgo: patrono de varias ciudades europeas, de los prisioneros, enfermos, hospitales, enfermeros, médicos, cirujanos, farmacéuticos, agricultores, jardineros, carpinteros, sepultureros, marchantes de arte; protector contra la peste, el cólera, la rabia, los accidentes, y dolores de pie, piernas y rodillas

Enfermero. Año 1378. Roque significa: "Fuerte como roca".   Este santo se ha hecho famoso en el mundo por los grandes favores que consigue a favor de pobres y enfermos. Su popularidad ha sido verdaderamente extraordinaria cuando a pueblos o regiones han llegado pestes o epidemias, porque consigue librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que se encomiendan a él.    

San Roque nació en Montpellier, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.   Y en ese tiempo estalló la peste de tifo y las gentes se morían por montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con todos practicaba la más exquisita caridad.

Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo".   Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.  

Y sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades.   Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier. Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron.

Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas.   Y un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió como un santo. Al prepararlo para echarlo al ataúd descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad.

Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales, y desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de conseguirlos por montones en tantos siglos.  Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.

Que San Roque bendito nos libre de enfermedades, epidemias y contagios del cuerpo y del alma. Amén

San Juan Pablo II (1920-2005)

papa

Encíclica «Dives in misericordia» c. 7, §14 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)

«¿No debías, a tu regreso, compadecerte de tu compañero?»

Si Pablo VI indicó en más de una ocasión la «civilización del amor» como fin al que deben tender todos los esfuerzos en campo social y cultural, lo mismo que económico y político, hay que añadir que este fin no se conseguirá nunca, si en nuestras concepciones y actuaciones, relativas a las amplias y complejas esferas de la convivencia humana, nos detenemos en el criterio del «ojo por ojo, diente por diente» (Ex 21,24; Mt 5,38), y no tendemos en cambio a transformarlo esencialmente, superándolo con otro espíritu. Ciertamente, en tal dirección nos conduce también el Concilio Vaticano II cuando hablando repetidas veces de la necesidad de hacer el mundo más humano (GS 40), individúa la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo precisamente en la realización de tal cometido. El mundo de los hombres puede hacerse cada vez más humano, únicamente si introducimos en el ámbito pluriforme de las relaciones humanas y sociales, junto con la justicia, el «amor misericordioso» que constituye el mensaje mesiánico del evangelio. El mundo de los hombres puede hacerse «cada vez más humano», solamente si en todas las relaciones recíprocas que plasman su rostro moral introducimos el momento del perdón, tan esencial al evangelio. El perdón atestigua que en el mundo está presente el amor más fuerte que el pecado. El perdón es además la condición fundamental de la reconciliación, no sólo en la relación de Dios con el nombre, sino también en las recíprocas relaciones entre los hombres. Un mundo, del que se eliminase el perdón, sería solamente un mundo de justicia fría e irrespetuosa, en nombre de la cual cada uno reivindicaría sus propios derechos respecto a los demás; así los egoísmos de distintos géneros, adormecidos en el hombre, podrían transformar la vida y la convivencia humana en un sistema de opresión de los más débiles por parte de los más fuertes o en una arena de lucha permanente de los unos contra los otros. Por esto, la Iglesia debe considerar como uno de sus deberes principales—en cada etapa de la historia y especialmente en la edad contemporánea—el de proclamar e introducir en la vida el misterio de la misericordia, revelado en sumo grado en Cristo Jesús.

Ser misericordioso como el Padre.

Santo Evangelio según San Mateo 18, 21-35 - 19,1. Jueves XIX de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor enséñame a ser misericordioso, como Tú lo eres conmigo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 18, 21- 19,1

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La Palabra, proclamada el día de hoy, te invita a ser compasivo, como Dios es compasivo contigo. Jesús muestra la pedagogía del Padre:"Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"

Pero, ¿es posible que Dios cambie de opinión? Dios no cambia de opinión, simplemente Él ha establecido derechos que van de la mano con obligaciones que se deben de cumplir. En esta sinergia, las gracias que recibimos de Dios, la misericordia que tiene para todos, es nuestro código de conducta.

Dios quiere llevarte por el camino de la compasión, donde puedas compartir con los demás la gracia y el perdón que recibes. Que veas cuán grande es el amor de Dios por ti, que te dice: Mi misericordia supera infinitamente la que hayas tenido con los otros, si no has sido misericordioso pasaras el tiempo justo pagando por tu falta de misericordia, para saldar tu deuda y recibir mi misericordia.

Pregúntate ¿qué te hace falta para ser misericordioso con los demás? ¿Te resulta difícil saberte Amado por Dios?

Que san José y la Virgen María te guíen por el camino de la compasión y la misericordia porque "Todos, sobre todo en nuestro tiempo, en el que parece que prevalecen el egoísmo y el individualismo, debemos asumir como primer y fundamental compromiso crecer día a día en un amor mayor a Dios y a los hermanos para transformar nuestra vida y transformar así también nuestro mundo."(S.S. Benedicto XVI, Audiencia, 11 de agosto 2010)

El Padre es feliz cuando nos amamos y perdonamos de corazón. Y entonces nos da su Espíritu. Pidamos esta gracia: no encerrarnos con un corazón endurecido, reclamando siempre a los demás, sino dar el primer paso, en la oración, en el encuentro fraterno, en la caridad concreta. Así seremos más semejantes al Padre, que ama sin esperar nada a cambio.

(Homilía de S.S. Francisco, 21 de junio de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar, hoy, un acercamiento cordial con esa persona con la que he tenido un conflicto, disgusto, etc., si no es posible, hacer una oración especial por ella.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¿Perdonar? ¿Y cómo se come eso?...

Mateo 18, 21-35. Tiempo Ordinario. El perdón no es una cuestión de sentimientos, sino de voluntad. Lo importante es querer perdonar.

Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: "Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré." Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: "Paga lo que debes." Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: "Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré." Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: "Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?" Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.

Oración 

Jesús, ten compasión de mí y perdona mis distracciones. Permite que sepa disfrutar plenamente de este momento de intimidad contigo. Te suplico que sea tu Espíritu Santo quien me guíe para que crezca mi amor a Ti y a los demás.

Petición

Señor, que sepa perdonar sinceramente cualquier ofensa que reciba en este día.

Meditación

«Los límites del mal los delimita la Divina Misericordia. Esto no implica que todo el mundo se salve automáticamente por la Divina Misericordia, disculpando así todo pecado, sino que Dios perdonará a todo pecador que acepte ser perdonado. Por eso, el perdón, la superación del mal, pasa por el arrepentimiento. Y si el perdón constituye el límite al mal (¡cuántas lecciones se podrían sacar de esta verdad para superar los conflictos armados!), la libertad condiciona, en cierto modo, a la Divina Misericordia. Dios, en efecto, arriesgó mucho al crear al hombre libre. Arriesgó que rechace su amor y que sea capaz, negando en realidad la verdad más honda de su libertad, de matar y pisotear a su hermano. Y pagó el precio más terrible, el sacrificio de su único Hijo. Somos el riesgo de Dios. Pero un riesgo que se supera con el poder infinito de la Divina Misericordia» (Benedicto XVI, 30 de abril de 2011). 

Reflexión:

Cuenta una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. Éste, profundamente ofendido, sin decir nada, escribió en la arena: –“Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”. Siguieron adelante y divisaron un oasis. Torturados por la sed, ambos echaron a correr y el primero que llegó se tiró al agua de bruces sin pensarlo y, de pronto, comenzó a ahogarse. El otro amigo se tiró al agua enseguida para salvarlo. Al recuperarse, tomó un estilete y escribió en una piedra: –“Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida”. Intrigado, el amigo le preguntó: –“¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”. Sonriendo, el otro le respondió: –“Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, porque el viento del olvido se lo lleva; en cambio, cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento en todo el mundo podrá borrarlo”.

El Evangelio de hoy nos habla del perdón. Y, para ejemplificarlo, nuestro Señor nos cuenta la bellísima historia de dos siervos que debían dinero a sus amos. Pero con la diferencia de que uno de ellos debía a su señor diez mil talentos y el otro cien denarios. ¿Sabes tú lo que es un talento? Es una medida de la antigüedad que consistía en llenar hasta el copete un enorme platillo de balanza con monedas de oro puro. ¿Puedes imaginarte la cantidad de oro que cabría en diez mil platillos de esos? ¡Una cifra astronómica! Y... ¿un denario? Era la unidad comercial de uso común. Podríamos decir hoy, un peso. ¡Compara la diferencia tan abismal!

Pues bien. El primer hombre de la parábola debía a su señor una fortuna descomunal. ¿Cómo podría pagar esa suma tan exageradamente enorme? ¡Estaba en chino! ¿Qué había hecho para endrogarse de tal manera? Para pagarla... le iba a exigir toda una vida de esclavitud a él y a su familia. Y es lo que dice el amo: mandó a sus siervos que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. Y este hombre se postra a los pies de su señor, llorando y suplicándole: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré”. Y nos cuenta la parábola que el amo tuvo compasión de ese siervo y lo dejó marchar perdonándole la deuda. ¡Qué generosidad tan infinita! Seguramente que ese dueño, o era demasiado rico y millonario, o la parábola nos quiere dar a entender otra cosa....

Pero sigamos con nuestra historia. Al salir de la presencia de su señor –nos cuenta el Evangelio– encuentra éste a un compañero que le debía a él cien miserables pesitos. Y este tipo, agarrando del cuello a su camarada y casi estrangulándolo, le decía: “Págame lo que me debes”. Éste hizo lo mismo que él había hecho en presencia de su señor escasos minutos atrás: se postra ante él, como él mismo lo había hecho, y le suplica con las mismas palabras que él había empleado: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré”. Pero éste se negó y lo metió en la cárcel hasta que pagara su deuda.

Pero, ¿no le acababan de perdonar a él diez mil talentos de oro?... ¡Qué tipo tan desgraciado, tan mezquino y tan bastardo!... –y perdón por la palabra—. ¿No nos da rabia cuando lo imaginamos? Y con toda razón. Nos indignamos contra este hombre desalmado y sin madre. Así lo hizo el amo de la parábola... Nuestro Señor concluye lacónicamente: “lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.

¡Ah!, ahora sí entendemos perfectamente, con una claridad meridiana, lo que el Señor nos quería decir con la parábola: ese primer siervo al que se le perdonan los diez mil talentos de oro somos tú y yo. Y ese señor que perdona no es un amo cualquiera, sino Dios mismo. Y la deuda que se nos perdona es una cantidad infinita... Pero también ese siervo inmisericorde y sin entrañas podemos ser tú o yo mismo... ¡Muchísimo ojo con esto, amigo mío, que es de un calibre impresionante!

Esto no quita para nada que nos cueste perdonar. A todos nos cuesta. Pero no hemos de confundir “sentir” rabia cuando nos han ofendido y “querer” perdonar de corazón. El perdón no es una cuestión de sentimientos, sino de voluntad. Lo importante es querer perdonar y ofrecer al prójimo el perdón, aunque la propia sensibilidad siga alterada y como “encabritada”.

Dios no quiere que no sintamos –¡no somos de palo!–, sino que aprendamos a perdonar, independientemente del sentimiento. Con la ayuda de Dios, poco a poco se irá sometiendo y apaciguando también este último, pero no es la condición para el perdón. ¿O creemos que Cristo sintió “muy bonito” cuando estaba siendo atormentado por sus verdugos en la cruz? ¿O que fue para Él un lecho de rosas todas las humillaciones, las bofetadas, las calumnias, las burlas, los azotes, la coronación de espinas, el escarnio de sus enemigos? Y, sin embargo, ahí está el ejemplo: “¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”

Propósito

Esforzarme por eliminar todo rencor para aprender a perdonar como Dios me perdona.

Diálogo con Cristo

Si queremos aprender a perdonar, Señor, aquí tenemos el ejemplo y el motivo para hacerlo. Sólo así podremos rezar el Padrenuestro como verdaderos cristianos: “Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Fundamentos Bíblicos del Dogma de la Asunción de la Virgen María

La Asunción no está en la Biblia en forma expresa, pero sí se concluye de la Biblia en forma necesaria.

Es un dogma que se formula así: "La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo." (Constitución Munificentisimus Deus)

La Asunción no está en la Biblia en forma expresa, pero sí se concluye de la Biblia en forma necesaria. Recordemos que la Biblia debe leerse como un todo

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena, 2 Tm 3, 16-17.

O de lo contrario terminaremos haciendo decir a la Biblia lo que no dice. Por eso hay que seguir la guía que nos proporciona la Iglesia

Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios, 2 Pe 1, 20-21.

Pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.1 Tm 3,15,

Iglesia que recibió de Cristo la gracia de enseñar con autoridad ("Quien les escucha a ustedes, me escucha a mí; quien les rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado", Lc 10, 16).

Primero entendamos que "asunción" no es lo mismo que "ascensión". La "ascensión" es el hecho de ascender a los cielos por sí mismo como Jesús (Lc 1, 3-11). "Asuncion" es ser llevado a los cielos por Dios mismo o por los ángeles.

1. ¿Es bíblica la Asunción de las personas?

Las personas pueden ser asuntas a los cielos como María. Fue antes el caso de Enoc

Siguió siempre los caminos de Dios, y luego desapareció porque Dios se lo llevó, Gn 5, 24

O de Elías

Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos también de fuego, los separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino. Al ver esto, Eliseo gritó: "¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!". Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las rasgó en dos pedazos,2 Re 2, 11-12.

Alguien dirá que con Jesús se abren las puertas del cielo, porque todos debieron esperar su llegada, pero olvida que los designios de Dios no están al alcance de los hombres

Grandes e inenarrables son tus juicios, por eso, las almas ignorantes se extraviaron, Sb 17, 1;
¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! , Rm 11, 33.

Así lo rátifica la Biblia:

Yavé hizo subir a Elías al cielo en un torbellino... 2 Re 2, 1

2. ¿Porqué fueron llevadas las personas al cielo?

Por la fe y por haber agradado a Dios toda la vida ("Enoc anduvo con Dios...." dice Gn 5, 22). Dice San Pablo para que entendamos el caso de Enoc:

Por su fe también Enoc fue trasladado al cielo en vez de morir, y los hombres no volvieron a verlo, porque Dios se lo había llevado. Antes de que fuera arrebatado al cielo, se nos dice que había agradado a Dios; pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se acerca a Dios si antes no cree que existe y que recompensa a los que lo buscan, Hb 11, 5-6.

¿Fue ese el caso de María? Lo fue y en mayor grado.

3. Nadie como Maria en materia de fe y agrado a Dios

"Llena de Gracia" le dice el ángel Gabriel (Lc 1, 28), quien también le dice que Dios está con ella (la maravillosa frase de Lc 1, 28 es "Salve, llena de gracia, el Señor está contigo."); Enoc anduvo con Dios, pero Dios estaba con María. El mismo Dios, por su mensajero, la declara llena de gracia en una forma permanente pues ha encontrado el favor de Dios (Lc 1, 30) y María acata en forma totalmente incondicional la voluntad del Altísimo (Lc 1, 38). Es tal el estado de María, que -antes de la pasión de Jesucristo- puede declarar que Dios la ha salvado y todas las generaciones la llamarán bienaventurada (Lc 1, 48). Siendo así, es un caso como el de Enoc en grado máximo, pues mereció ser la Madre de Nuestro Señor ("...has encontrado el favor de Dios" dice el ángel).
Tenemos claro entonces que María agrada a Dios y es modelo de Fe, en tan esplendoroso sentido que ya es salva desde antes de la pasión de Nuestro Señor.

4. En María se da el cumplimiento de las promesas del Señor

Decía Jesús a los saduceos: Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo como los ángeles, Mc 12, 25. Dice San Pablo

¿Por qué es importante la Asunción de María?

El Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus en la solemnidad de la Asunción de María

El Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus en la solemnidad de la Asunción de María, y explicó la importancia de este día.

La asunción en cielo, en alma y en cuerpo es un privilegio divino dado a la Santa Madre de Dios por su particular unión con Jesús. Se trata de una unión corporal y espiritual, iniciada desde la Anunciación y madurada en toda la vida de María a través de su participación singular al misterio del Hijo”.

Francisco explicó que “la existencia de la Virgen se ha desarrollado como la de una mujer común de su tiempo: oraba, gestionaba la familia y la casa, frecuentaba la sinagoga… pero cada acción diaria la hacía siempre en unión total con Jesús”.

El Papa añadió que en el Calvario “esta unión ha alcanzado el pináculo del amor, en la compasión y en el sufrimiento del corazón”. “Por eso Dios le ha donado una participación llena en la resurrección de Jesús”.

“El cuerpo de la Madre ha sido preservado de la corrupción, como el del Hijo”, añadió.

El Obispo de Roma dijo que este día la Iglesia “invita a contemplar este misterio que nos muestra que Dios quiere salvar al hombre por completo, alma y cuerpo”.

“La asunción de María, criatura humana, nos da la confirmación de nuestro destino glorioso”. “La resurrección de la carne es un elemento propio de la revelación cristiana, una piedra angular de nuestra fe”, añadió.

“La realidad estupenda de la Asunción de María manifiesta y confirma la unidad de la persona humana y nos recuerda que estamos llamados a servir y glorificar a Dios con todo nuestro ser, alma y cuerpo”.

El Papa comentó que “servir a Dios solo con el cuerpo sería una acción de esclavos; servirlo solo con el alma estaría en contraste con nuestra naturaleza humana”.

Francisco indicó que “nuestro destino, en el día de la resurrección, será similar al de nuestra Madre celeste”.

¿Por qué se alejan de la Iglesia algunos cristianos?

Que sucede cuando un católico deja la iglesia y se va a un grupo separado.

Que sucede cuando un católico deja la iglesia y se va a un grupo separado.  Cuales son las causas, siendo que mostraba un amor por la iglesia y de pronto la deja, inmadurez y o falta de compromiso?

Formas de apartarse de la fe católica

1. Hay tres formas de apartarse de la fe católica: herejía, apostasía y cisma. “La incredulidad es el menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de prestarle asentimiento. ‘Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos’ (cf. CIC, can. 751)” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2089).

2. Un caso de apostasía es el de las personas que siendo católicas, se pasan a alguna secta (por ejemplo, Testigos de Jehová, Mormones) o a grupos evangélicos o a alguno de los llamados “nuevos movimientos religiosos” (como los pertenecientes a la New Age).

En efecto, “la palabra apostasía significa, en general, apartamiento o abandono. De suyo puede referirse a cualquier otra cosa, pero desde el punto de vista eclesiástico se restringe su sentido al apartamiento o abandono de Dios” (A. R. Marín, Teología Moral para Seglares, t. I, B.A.C. Madrid 1996, p. 295).

3. La apostasía de la fe es el abandono total de la fe cristiana recibida en el Bautismo. Cuando se trata de apostasía formal manifestada externamente, es pecado gravísimo y sancionado por la Iglesia con pena de excomunión (cf. Código de Derecho Canónico, canon 1364 § 1).
Algunos, sólo se acercan a las sectas y grupos por la curiosidad; pero también pueden llegar a un verdadero acto de apostasía, es decir, de abandono formal de la fe católica.


Causas del abandono de la fe católica
¿Cuáles son las causas de abandono de la fe católica? Luis de Moya establece las causas siguientes (cf. www.unav.es):

a) La búsqueda religiosa: el hombre tiene “necesidad” de lo religioso, de Dios, que le es connatural. Cuando las religiones tradicionales no satisfacen, con causa razonable o sin ella, las sectas, el placer, el poder, etc., suplen la ausencia de Dios.

b) El secularismo o el laicismo: -clima dominante-, por reacción, provoca la huida hacia el “aire libre”, que, para algunos, es la secta.

c) Las deficiencias en las respuestas pastorales de las iglesias tradicionales: Los documentos del Magisterio de la Iglesia invitan a ver en las sectas retos o incitaciones que deben lanzarnos a nuestra verdadera conversión individual y a la renovación pastoral: la caída en la masificación, en la rutina, en la burocratización, en el apagamiento del dinamismo apostólico, en la obsesión por lo material, en la opción preferencial centrada más en los pobres de recursos económicos que en los pecadores, como si Jesucristo no se hubiera encarnado y muerto en cruz para que tengan vida (sobrenatural) y la tengan abundante (Jn 10, 10).

d) Las carencias familiares y sociales: el activismo moderno, la fascinación de los medios de comunicación social, etc.: la persona se aísla, pero el individuo necesita “saberse querido”. Es una necesidad psicológica y también teologal. Eso son las sectas para todos o casi todos sus adeptos, al menos en sus inicios.

e) El afán de novedad y la fascinación de lo novedoso, de la moda: los cristianos hemos desprestigiado el viejo cristianismo. En cambio, las sectas son la novedad, que el historicismo pone más de actualidad, y, además, carecen de antecedentes negativos.

f) Otras causas: hoy estamos en la época del irracionalismo, del afán por sentir algo, también en lo religioso, actitud no muy compatible con la fe, con la cruz. Y las sectas satisfacen esa “necesidad”, como las sectas satánicas y luciféricas, especialmente para personas hartas ya de lo sexual, del alcohol, de las drogas, y ansiosas de experiencias fuertes. La mayoría de las sectas vienen desde EE.UU., o a través de EE.UU. (las originarias del Oriente). A veces, son un medio de mantener el imperialismo de algunos grupos ideológicos, económicos, etc., sobre todo en Iberoamérica.

Estanislao de Kostka, Santo

Seminarista, 15 de agosto

Patrono de los novicios y seminaristas

Martirologio Romano: En Roma, san Estanislao de Kostka. Polaco de origen, con el deseo de entrar en la Compañía de Jesús huyó de la casa paterna y se dirigió a pie a Roma, siendo admitido allí en el noviciado por san Francisco de Borja y, consumado en breve tiempo realizando los mas humildes servicios, murió resplandeciente de santidad (1568).

Etimológicamente: Estanislao = Gloria y honor de su grupo

Breve Biografía

De este santo tan joven ha quedado una frase muy popular. Le preguntaron qué hay que hacer para demostrarle a la Virgen que la amamos, y respondió: "Ofrecerle pequeños homenajes, pero no dejar nunca de ofrecérselos".

Era hijo de un rico senador de Polonia, y nació en el castillo de su padre en 1550. A los 14 años entró a estudiar en un colegio de Jesuitas, pero tropezó con tres grandes obstaculos para su felicidad. El primero fue que su padre lo hizo hospedar en una casa de un calvinista protestante, el cual trataba mal a los católicos que eran fervorosos. El segundo fue su hermano mayor Pablo, fiestero y mundano (todo lo contrario a Estanislao que era recogido y piadoso). Y tercero, que el profesor que su padre les consigió para que les dirigiera, le tenía una antipatía especial y lo trataba con gran dureza. Todo esto le fue formando la personalidad y lo fue desprendiendo del mundo donde la gente no sabe hacer felices a los demás.

Como su hermano lo trataba mal, y el calvinista protestante no lo dejaba comulgar y el profesor era muy duro, y su padre se oponía a que se hiciera religioso, Estanislao dispuso huir de su casa e irse lejos, muy lejos, donde puediera realizar sus ideales religiosos. Quiso hacerse Jesuita en su país pero los padres de esa comunidad no se atrevieron a recibirlo por temor a echarse de enemigo a su padre. Entonces emprendió un viaje a pie a 500 kilómetros.

Primero a Alemania, donde fue recibido amablemente por el superior regional de los Jesuitas. San Pedro Canisio, y luego hasta Roma, donde el superior general San Francisco de Borja lo recibió con especial cariño.

Al principio los religiosos lo emplearon en oficios humildes y domésticos, como lavar loza, servir en el comedor, etc. (a él que era de familia rica y distinguida), y lo hizo con muy buena voluntad y verdadera alegría.

Luego fue admitido en el noviciado donde resultó ser un verdadero modelo de santidad para todos. Se propuso hacer extraordinariamente bien las cosas ordinarias. Solamente alcanzó a durar nueve meses en aquella vida religiosa, pero fueron suficientes para dejar gran fama de piadoso, amable, servicial, buen trabajador, y excelente estudiante.

Su amor a Jesús Sacramentado era tan ardiente que cuando entraba al templo, su rostro se le volvía resplandeciente o se enrojecía. Y durante la santa misa o después de comulgar, frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y quedaba como fuera de sí, sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

Polonia, el país de Estanislao, es una tierra donde hace intenso frío. Y en cambio los calores de Roma son casi insoportables en el mes de agosto. Y esto afectó fuertemente la salud del joven novicio y al principio de agosto empezó a sentirse muy mal. El 10 de agosto charlando con un religioso le dijo: "Estoy pensando cómo será de grande y bonita en el cielo la fiesta de la Asunción de la Virgen María. Desearía ir este año a presenciarla". Y Dios le concedió su buen deseo.

Empezó a agravarse, y aunque los padres de la comunidad creían que la enfermedad le pasaría muy pronto, él estaba seguro de que la hora de su muerte estaba para llegar.

Y así el 15 de agosto de 1568, cuando sólo tenía 18 años, voló a la eternidad. Fue a presenciar la fiesta de la Asunción de la Virgen, en el cielo, como era su deseo.

Poco después llegó el hermano a llevárselo por la fuerza a Polonia, y se encontró con la amarga noticia de que había muerto. El pobre Pablo quedó toda la vida con el remordimiento de haber tratado tan duramente a Estanislao, y llegó a ser después un fervoroso creyente, y asistió a la beatificación de su hermano.

Por su intercesión se obtuvieron numerosos milagros, y el Santo Padre Pablo V lo canonizó el 31 de Diciembre de 1726 declarándolo patrono de los novicios y de los que se preparan al sacerdocio.

ORACION
Querido Benjamín de la Iglesia,
abrasado serafín de la Compañía de Jesús,
cuyo sagrado instituto abrazasteis
por orden de la misma Reina de los Ángeles,
haciendo para ello en traje de peregrino un largo y penoso viaje.
Hermoso Estanislao,
en cuyos dichosos brazos descansó el niño Dios,
trayéndote milagrosamente la salud
y recreándote con su dulcísimo presencia.
Ángel en carne humana,
a quién repetidas veces los
Espíritus angélicos dieron milagrosamente
el Pan de los Ángeles.
Nobilísimo joven,
que niño secular contenías con vuestra modestia
a la juventud disoluta,
y ya novicio de la Compañía
arrastrabais a otros con vuestro noble ejemplo
a la más sublime perfección.
Tu, cuyo pecho abrigaba tanto fuego de amor divino,
que no cesó de abrasaroS hasta consumiros,
haced, amabilísimo santo mío,
que prenda en mi corazón
un centella de la llama celestial,
que consumiendo mi amor propio,
purifique mi espíritu de manera
que logre después de este destierro,
entregar mi alma en los brazos de María Santísima,
y reinar con Vos eternamente en el cielo.
Amén.

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