Cristo nos llama a la conversión

Santa Mónica de Tagaste

Celebrado El 27 de agosto

Santa Mónica, madre de familia

Memoria de santa Mónica, que, aún jovencísima, fue dada en matrimonio a Patricio, con quien tuvo hijos, entre ellos a Agustín, por cuya conversión derramó abundantes lágrimas y oró mucho a Dios, y, anhelante de la vida celestial, abandonó la terrenal en Ostia Tiberina, en Italia, cuando regresaba de África.

Madre de San Agustín, Año 387  Santa Mónica es famosa por haber sido la madre de San Agustín y por haber logrado la conversión de su hijo. Mónica nació en Tagaste(África del Norte ) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.  

Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad ( como su nombre lo indica ) pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamada Patricio. Este era un buen trabajador, pero terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y sin religión , ni gusto por lo espiritual.

La hará sufrir lo que no esta escrito y por treinta años ella tendrá aguantar los tremendos estallidos de ira de su marido que grita por el menor disgusto, pero este jamás se atreverá a levantar la mano contra ella. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por docenas de años.  

En aquella región del norte de África, donde las gentes eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porque su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero no la golpeaba nunca a ella, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió : "Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando el grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la pelea, pues....no peleamos". Esta fórmula se ha hecho celebre en el mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en la casa.  

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. y quizás por eso mismo logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo lo hiciera la suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado harto la vida a la pobre Mónica.Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor. 

Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez peores, de que el joven llevaba una vida nada santa. que en una enfermedad, ante el temor a la muerte se había hecho instruir acerca de la religión y propuesto hacerse católico, pero que sanado de la enfermedad había abandonado el propósito de hacerlo.

Y que finalmente, se había hecho socio de una secta llamada de los Maniqueos, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el Diablo. Y Mónica que era bondadosa pero no cobarde, ni floja, al volver su hijo a vacaciones y empezar a oírle mil barbaridades contra la verdadera religión, lo hecho sin más de la casa y le cerró las puertas, porque bajo su techo no quería alberga enemigos de Dios.  

Pero sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que vio que ella estaba en bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un personaje muy resplandeciente y le decía :"tu hijo volverá contigo " y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narro al muchacho el sueño tenido y el dijo lleno de orgullo que eso significaba que la madre se iba a volver maniqueísta como el. Pero ella le respondió : "En el sueño no me dijeron, mama ira a donde su hijo, sino tu hijo volverá contigo" Esta hábil respuesta impresionó mucho a su hijo, quien mas tarde la consideraba como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437.  

Por muchos siglos ha sido muy comentada la bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le contó que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió : "Este tranquila, es imposible que se pierda el Hijo de tantas lagrimas". Esta admirable respuesta y lo que había oído en el sueño, la llenaban de consuelo y esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.   Y sucedió que en año 387, Agustín al leer unas frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de vida.

Envió lejos a la mujer con la cual vivía en unión libre, dejo sus vicios y malas costumbres.Se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.  

YO PUEDO MORIR TRANQUILA :  Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en el África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche al ver el cielo estrellado platicando con Agustín acerca de como serán las alegrías que tendremos en el cielo, y ambos se emocionaban comentando y meditando los goces celestiales que nos esperan. En determinado momento exclamo entusiasmada : " ¿ Y a mí que más me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios". Poco después le invadió la fiebre, y en pocos días se agravo y murió.

Lo único que pidió a sus dos hijos es que no dejaran de rezar por el descanso de su alma. Murió en el año 387 a los 55 años de edad.   Miles de madres y de esposas se han encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica, para que les ayude a convertir a sus esposos e hijos, y han conseguido conversiones admirables.

Neo-fariseo: quien olvida el núcleo del Evangelio

Santo Evangelio según San Mateo 23, 13-22. Lunes XXI de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, hazme vivir mi fe con espíritu humilde y puro para ser un verdadero apóstol de tu misericordia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Por qué Jesús hablaba tan fuerte contra los fariseos? Fariseo significa "separado", parush en hebreo. Ellos buscaban separarse de todo lo del mundo para tener una fe más pura, no como la del resto de la gente común. Por eso recorrían mar y tierra para convertir gente a su causa. Si en el fondo eran gente buena, con propósitos, metas estructuradas y reglas claras, ¿qué hacían mal, Jesús, si predicaban la ley dada por tu Padre?

El error que cometían los fariseos y seguimos cometiendo hoy en la Iglesia es cerrar el Reino de los cielos dándole más importancia a las estructuras, a los medios, a los apostolados, a la eficacia, olvidándonos del núcleo del Evangelio, de la relación personal, corazón a corazón, con Cristo, de la caridad, la misericordia, la sencillez, la humildad, la acogida del hermano.

Nuestra misión como apóstoles ciertamente necesita de medios para desarrollarse, pero en el momento en que el medio y la norma se convierten en principios rectores, Cristo deja de estar al centro y nosotros nos convertimos en neo-fariseos, porque nos separamos del Evangelio en función del éxito humano.

El Evangelio hoy nos llama a entrar y dejar entrar en el Reino de los Cielos, el Reino de Cristo que se empieza a vivir aquí y ahora. Abramos nuestros ojos y limpiémonos de toda hipocresía y doblez para ser apóstoles según el corazón de Cristo.

Para el Señor, también para la primera comunidad, es de suma importancia que quienes nos decimos discípulos no nos aferremos a cierto estilo, a ciertas prácticas que nos acercan más al modo de ser de algunos fariseos de entonces que al de Jesús. La libertad de Jesús se contrapone con la falta de libertad de los doctores de la ley de aquella época, que estaban paralizados por una interpretación y práctica rigorista de la ley. Jesús no se queda en un cumplimento aparentemente "correcto", Él lleva la ley a su plenitud y por eso quiere ponernos en esa dirección, en ese estilo de seguimiento que supone ir a lo esencial, renovarse, involucrarse.

(Homilía de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré actuar con autenticidad y pureza de intención el día de hoy.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La hipocresía intolerable

Meditación sobre la verdad y la hipocresía 

Al leer el Evangelio nos encontramos con un Jesús todo bondad, que acoge a todos los pecadores, y que, sin embargo no tolera a unos hombres con los cuales está en lucha frontal.

Son los fariseos y los escribas, a los que llama con una palabra que, desde Jesús, se ha convertido en uno de los vocablos más odiosos del diccionario, como es la palabra¡Hipócrita!... 

Llamar a uno ¡hipócrita! ha venido a ser un baldón y la mayor vergüenza.

La hipocresía es la mentira utilizada para aparecer ante los demás bueno y noble escondiendo toda la maldad que se lleva dentro.

Pero, para empezar de una manera más amable y positiva, se me ocurre el caso bonito, que leí no hace mucho, sobre un papá que quiso formar a su niño en la sinceridad que nos pide Jesús.

El pequeño fue sorprendido en una mentira, y el papá le dio una lección que no olvidaría nunca, de modo que después el joven y el hombre ya no dijo jamás una falsedad.

Tomó el papá al hijito mentiroso, lo llevó delante del Crucifijo, y le dictó despacio esta oración que el niño iba repitiendo: Jesús, yo te he ofendido. Mis labios se han ensuciado con una mentira. Ven, y límpiamelos.

Las lágrimas le empezaron a correr al niño por las mejillas. Pero el papá, sin inmutarse, tomó un trozo de algodón que aplicó a los labios de la imagen de Jesús, lo empapó después con alcohol, se lo pasó bien por los labios a su hijo, y le hizo seguir con la oración:

Señor, purifícame y perdóname. Haz mi corazón sincero, y que nunca salga de mí otra mentira. 

Todos estaremos conformes en dar a ese papá una cátedra de sicología y de pedagogía en la universidad...

Jesús se encontró en su predicación de buenas a primeras con una oposición terrible de parte de los que dominaban al pueblo: los escribas y los fariseos.

Los fariseos, de gran influencia en el pueblo, formaban un partido religioso-político que oprimía a la gente humilde con capa de santidad y de fidelidad a la ley de Dios, mientras que ellos se las sabían arreglar de mil maneras para librarse de lo que les exigía esa misma ley dada por Moisés.

Los escribas eran los intérpretes de la ley y brazo derecho de los fariseos. Unos y otros vivían en la mentira, procedían con doblez, y exigían con rigor insoportable la observancia de una ley que ellos no querían guardar.

La mejor definición de los escribas y fariseos la dio el mismo Jesús cuando los llamó sepulcros blanqueados, muy bonitos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre...

Pronto vino el enfrentamiento de los escribas y fariseos con Jesús. Era imposible entenderse la mentira con la verdad, el rigor con la mansedumbre, la justicia despiadada con el perdón misericordioso... Y Jesús, al denunciarlos ante el pueblo, usó siempre la expresión ¡Hipócritas!

Jesús no soportaba la hipocresía porque ésta es la falsificación de la vida, la perversión del pensamiento, la profanación de la palabra. Al mentir, el hipócrita quiere pensar como habla, y vivir después como piensa, es decir, siempre en contradicción con la verdad.

El mentiroso e hipócrita se encuentra muy pronto con el rechazo total, como le pasaba en los tiempos de Jesús al personaje más importante del mundo, a Tiberio, el emperador de Roma. Era el dueño de todo el mundo conocido, pero al mismo tiempo era tan mentiroso, que, como dice un escritor romano de sus días, ya nos se le creía aunque dijera la verdad...

Aquella antipatía de Jesús con los fariseos, es la misma que sentimos también nosotros con cualquier persona que procede con dolo. Aguantamos toda clase de defectos en los demás, porque todos nos sentimos débiles y sabemos ser generosos con el que cae.

Pero usamos una medida diversa con el que nos miente. No lo soportamos, y le aplicamos la sentencia de la Biblia:
La esperanza del impío hipócrita se desvanecerá.

El hipócrita y mentiroso no puede esperar nada de nadie, porque se le rechazará del todo.

Todo lo contrario le ocurre a la persona sincera. Quien dice la verdad siempre, aunque le haya de costar un disgusto, se gana el aprecio de todos y todos confían en ella. Es el premio del sentir, vivir y decir la verdad.

Jesucristo nos lo dijo con una sentencia bella y profunda, cargada de mucha sicología:La verdad os hará libres.

Quien nunca dice una mentira y confiesa siempre la verdad, y vive conforme a sus convicciones, es la persona más libre que existe. No oculta nada. Es transparente como el cristal. Y de ella dice Jesús como de Natanael: Un israelita en quien no hay engaño. Un cristiano o una cristiana sin doblez...

Sentimos todo lo contrario por aquel que dice y vive siempre la verdad. Ante él nos inclinamos reverentes. Porque es todo un hombre o toda una mujer. Nos fiamos de su palabra. Le tenemos por el ser más valiente y digno de respeto.

La verdad, como dice Jesús, le hace libre, y nos demuestra tener un corazón y unos labios tan limpios como el niño que aún no ha dicho la primera mentira....

Juan Pablo I fue elegido Papa hace 40 años

26 de agosto de 1978, después de un cónclave relámpago, era elegido Papa Juan Pablo

“¿Quieres ser afable, misericordioso con los pobres, con todos los necesitados?”. Esta era una de las preguntas que el 28 de diciembre de 1958, el día de su consagración episcopal en San Pedro, Albino Luciani, escuchó. “Lo quiero”, respondió con voz humilde. Y el amor por los pobres caracterizó el episcopado a Vittorio Veneto, en Venecia y en la Ciudad Eterna. Esto se entiende leyendo de nuevo algunas homilías y discursos de este pastor véneto, que como Obispo de Roma, electo la noche de hace treinta y seis años, estuvo cercano al modelo de Papa párroco encarnado por Pío X.

Luciani, cura lejano del virus de quienes quieren hacer carrera eclesiástica, convertido en obispo por decisión de Roncalli, no era uno que “se creía algo”, por usar una expresión del Papa Francisco. Decía de sí mismo: “Algunos obispos se parecen a Aquiles, que descienden con documentos magistrales de alto nivel; yo pertenezco a la categoría de los pobres que chirrían desde la última rama del árbol”. 

Hijo de un emigrante socialista, en el mensaje que le escribió su padre desde Francia dándole su consentimiento para entrar en el seminario, se leía: “Espero que cuanto seas sacerdote, estés de la parte de los pobres, porque Cristo estaba de su parte”. No tuvo que hacer un gran trabajo para poner en práctica aquellas palabras.

“Hermanos míos”, dijo como patriarca de Venecia en 1974, “no podemos decir de amar a Cristo, si no compartimos esta pasión por la gente pobre”. En la ciudad de las lagunas su episcopado había sido identificado por dos líneas de trabajo: el conocimiento y la cercanía a los más pobres –tanto material como espiritualmente– y la atención al mundo del trabajo. Quedó sorprendido al ver cuantas personas se concentraban en la sala de espera del patriarcado: necesitados, desempleados, alcohólicos. No encontraron nunca cerrada su puerta. Y él vendió su anillo y algunos muebles de oro para donar las ganancias a los pobres, invitando a los párrocos a hacer lo mismo.

No había tenido una especial simpatía por el comunismo ni por el clero que para aparentar leía el Evangelio con las gafas deformadas de la ideología. Pero llamó a la comunidad cristiana a trabajar desde el primer encuentro con el Consejo pastoral diocesano: “Es cierto que sobre todo, los trabajadores, deben autónomamente resolver sus propios problemas, pero también es cierto que toda la comunidad cristiana a la que pertenecen los trabajadores debe estarles cerca. Porque los trabajadores sufren, cuando los hermanos católicos se niegan a reconocer que el capitalismo tiene mucha culpa y con mucha ligereza llaman “comunista” a cualquier trabajador que lucha con energía por el reconocimiento de sus derechos”.

Sabía bien que cualquier cambio de la sociedad nace del cambio del corazón del hombre: “No pretendo negar a los marxistas –o al menos a muchos de ellos– una sincera sed de paz y justicia. El problema viene desde más lejos. La estructura más profunda no está entre ricos y pobres, entre dominadores y dominados: está en el corazón del hombre inclinado a poseer siempre más. Es necesario, por tanto, preocuparse por encima de todo del corazón”. Pero esto no significaba limpiar la conciencia de los cristianos de salón o de los conformistas, al contrario: “Existe el peligro –precisaba– que nosotros cristianos nos acontentemos con tener la explicación más justa del fenómeno de la discordia, violencia, guerra y nos paremos aquí. Los marxistas se equivocan olvidando las causas profundas e internas de los problemas sociales, pero tienen el mérito de trabajar y trabajar mucho por la causa. Nosotros corremos el riesgo contrario: tenemos la explicación justa, pero confundimos explicación con solución y nos quedamos de brazos cruzados”. 

En la Navidad de 1976, en un periodo en el que las fábricas del polo industrial de Marghera eran ocupadas, dijo palabras que fotografiaron perfectamente la realidad actual: “Exhibir el lujo, malgastar el dinero, rechazar invertirlo para esconderlo en el extranjero, no constituye solo insensibilidad y egoísmo: puede convertirse en provocación y espesar sobre nuestras cabezas lo que Pablo VI llama “la cólera de los pobres de consecuencias impredecibles”.

En su única salida del Vaticano, durante los 33 días de su brevísimo pontificado, mientras llegaba a San Juan en Laterán para tomar posesión de su cátedra episcopal, recibió el saludo de la administración de la capital y del alcalde comunista Giulio Carlo Argan. Durante el breve saludo con el primer edil de Roma, dijo que sus palabras le habían recordado una oración de su madre cuando era niño: “Los pecados, que gritan venganza a la presencia de Dios, son oprimir a los pobres, defraudar la justa recompensa a los obreros”. Pecados graves porque, dicho con el Catequismo de San Pío X, son “directamente contrarios al bien de la humanidad y odiosísimos, tanto que provocan, más que cualquier otro, el castigo de Dios”. Y añadió: “Roma será una verdadera comunidad cristiana si Dios será honrado no solo con la afluencia de los fieles a las iglesias, no solo con la vida privada vivida con moderación, sino con amor a los pobres”.

Y en la última audiencia general, dos días antes de su muerte, volvió a citar las palabras de la ‘Populorum progressio’ de Papa Montini: “Los pueblos del hambre cuestionan hoy de manera dramática a los pueblos de la opulencia. La Iglesia se estremece ante este grito de angustia y llama a cada uno a responder con amor al propio hermano… A este punto a la caridad se añade la justicia, porque –dice Pablo VI– “la propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. Ninguno está autorizado a reservar a su uso exclusivo lo que supera sus necesidades, cuando a los demás les hace falta lo necesario”. En consecuencia, “cada extenuante carrera hacia el armamento se transforma en escándalo”.

"BASTA DE ENCUBRIR ABUSOS; QUIEN VEA DEBE HABLAR INMEDIATAMENTE", AFIRMA EN EL VUELO PAPAL
Francisco, ante las acusaciones de Viganò: "No diré una sola palabra, la carta habla por sí sola"
"No estamos en contra del aborto por motivos religiosos, es un problema humano"

Jesús Bastante, 27 de agosto de 2018 a las 07:07

Francisco, en el vuelo de regreso

Agencias

La integración es la condición para acoger y se necesita la prudencia del gobernante al respecto, para acoger a cuantos puedan ser integrados

Viganò, exnuncio en EEUU y líder de los rigoristas, acusa al Papa de encubrimiento

(Jesús Bastante/Agencias).- "No diré una sola palabra. La carta habla por sí sola". Francisco no quiso responder directamente a la andanada que monseñor Viganò lanzó, con el imprescindible apoyo de plataformas mediáticas ultraconservadoras, contra el Papa, acusándole poco de encubrimiento en el caso 'McCarrick'.

Las burdas acusaciones de Viganò no merecen respuesta. Al menos, de momento. Y eso que fue preguntdo en varias ocasiones por los periodistas que lo acompañaron en el vuelo de regreso desde Dublín a Roma. "Léanlo ustedes atentamente y saquen sus conclusiones personales. No voy a decir ni una palabra sobre esto. Creo que el documento habla por sí solo. Ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar conclusiones, con su madurez profesional".

A lo largo de 44 minutos, Francisco respondió a temas relacionados con la crisis migratoria, los abusos sexuales, los bebés robados, el aborto o la homosexualidad, y poco de un viaje que ha estado marcado, indefectiblemente, por la crisis de la pederastia y las acusaciones de Viganò.

"Si hay sospechas, pruebas o medias pruebas, no veo nada de malo en investigar", declaró el Papa, quien pidió a los medios "evitar juicios mediáticos", citando expresamente el 'caso Romanones'. Respecto al encubrimiento, fue claro: "Basta de encubrir abusos; quien vea debe hablar inmediatamente".

Sobre su encuentro con las víctimas, el Papa admitió que "sufrí mucho. Creo que había que escuchar a esas ocho personas. Y de esta reunión salió la propuesta -que hice yo mismo pero que ellas me ayudaron a hacer- de pedir perdón hoy durante la misa, pero por cosas concretas".

Francisco se mostró particularmente conmovido por la suerte de chicas no casadas que fueron obligadas masivamente, con la complicidad de instituciones religiosas, a dar en adopción a su hijos. "Nunca había oído hablar de eso", admitió, refiriéndose a su encuentro con dos personas que fueron adoptadas de forma ilegal.

En cuanto al aborto, Bergoglio indicó que "no es un problema religioso, no estamos en contra del aborto por motivos religiosos".

Finalmente, y sobre el caso de que un padre descubra que su hijo es homosexual, "lo primero que le diría es rezar, después que no condene, que dialogue, que comprenda, que deje espacio al hijo o a la hija. Después, depende de la edad en la que esto se manifieste, pero nunca diré que el silencio es un remedio. Ignorar al hijo o a la hija homosexual es una falta de paternidad o de maternidad".

Ésta es la transcripción de la rueda de prensa (vía Vatican Insider):

Se ha resuelto el caso de la nave "Diciotti". ¿Tuvo usted algo que ver?

No, no tuve nada que ver. El que hizo todo el trabajo con el ministerio del Interior fue el buen padre Aldo (Bonaiuto, ndr.), que sigue la obra de don Benzi y trabaja para la liberación de las prostitutas. Y se metió inmediatamente la Conferencia Episcopal de Italia. El cardenal Gualterio Bassetti, que siguió el caso desde Irlanda, y el subsecretario don Ivan Maffeis, que negociaba con el ministro. No sé como estuvieron las negociaciones, creo que los migrantes serán acogidos en Rocca de Papa, en la comunidad del Mundo Mejor, y creo que van a ser más de cien.

Muchos advierten un chantaje a Europa sobre la piel de estas personas. ¿Qué piensa al respecto?

En el Deuteronomio, en los Mandamientos, Dios manda esto: acoger al extranjero. Es un principio moral. Pero es un acoger razonado, por este motivo hay que involucrar a toda Europa. Me di cuenta de esto con el atentado en Bélgica: los chicos que lo cometieron eran belgas, hijos de migrantes, no integrados y "guetizados". La integración es la condición para acoger y se necesita la prudencia del gobernante al respecto, para acoger a cuantos puedan ser integrados, y, si no se puede integrar, es mejor no recibir. Después vi una video grabado a escondidas en donde se ve lo que le sucede a los que son enviados de regreso y que caen nuevamente en manos de los traficantes. Es doloroso: las mujeres y los niños son vendidos, pero los hombres reciben torturas, las más sofisticadas. Por este motivo, antes de mandarlos de regreso hay que pensar bien, bien, bien. Y luego hay otras migrantes que son engañadas con promesas de trabajo, y que acaban en las banquetas esclavizadas por los traficantes de mujeres.

El ex nuncio Viganò sostiene que le habló sobre los abusos cometidos por el cardenal McCarrick. ¿Es cierto?

Leí hoy en la mañana ese comunicado de Viganò. Digo sinceramente esto: léanlo ustedes atentamente y saquen sus conclusiones personales. No voy a decir ni una palabra sobre esto. Creo que el documento habla por sí solo. Ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar conclusiones, con su madurez profesional.

¿Qué surgió del encuentro con las ocho víctimas de abusos?

La propuesta, que hice yo, de pedir perdón hoy al principio de la misa sobre cosas concretas. Por ejemplo, por las madres núbiles a las que les quitaban los niños para darlos en adopción. Algunas cosas yo no las sabía; para mí fue doloroso.

En la Carta al pueblo de Dios usted invita a los fieles a luchar contra los abusos. ¿Qué es lo que pueden hacer?

Cuando se vea algo, hay que hablar inmediatamente: ¡esto es lo que debe hacer el pueblo de Dios! Muchas veces son los padres los que encubren el abuso de un cura, porque no le creen al hijo o a la hija. Hay que hablar.

En Francia hay un sacerdote que pide la renuncia del cardenal Barbarin de Lyon, por haber encubierto a sacerdotes pederastas...

Si hay sospechas, pruebas o medias pruebas, no veo nada de malo en investigar, siempre y cuando se haga sobre el principio jurídico fundamental del "nemo malo nisi probetur", nadie es malo hasta que se demuestre. Muchas veces existe la tentación de considerar culpables a las personas inmediatamente, como hacen algunos medios de comunicación (no ustedes). Hace tres años explotó en Granada el problema de los llamados sacerdotes pederastas, un grupito de siete u ocho curas acusados de abusos de menores y de orgías. La acusación la recibí yo, en una carta que escribió un joven de veintitrés años. El arzobispo hizo todo lo que tenía que hacer y el caso llegó también al tribunal civil. Los curas fueron condenados en los medios de comunicación, se creó un clima de hostilidad y de odio hacia ellos, sufrieron humillaciones. La conclusión fue que todos eran inocentes y el denunciante fue condenado a pagar los gastos. El trabajo de ustedes es delicado, tienen que decir las cosas, pero siempre con la presunción legal de inocencia y no con la presunción de culpabilidad.

Marie Collins, que fue víctima de abusos, dijo que usted no está a favor de la institución de un tribunal en el Vaticano para juzgar las responsabilidades de los obispos en los abusos. ¿Por qué?

No, no es así. La estimo mucho y la quiero. La referencia es a mi "motu proprio" "Como una madre amorosa", en el que se decía que para juzgar al obispo sería conveniente crear un tribunal especial. Pero después se vio que no se podía recorrer y que tampoco era conveniente, debido a las diferentes culturas de los obispos de diferentes países. Y entonces, ¿qué hacemos? Un jurado "ad hoc" para cada obispo, que no sea el mismo en cada caso. Cuando haya que juzgar a un obispo, que el Papa instituya el mejor jurado para ese obispo y para ese caso. Funciona mejor de esta manera. Ya han sido juzgados diferentes obispos. El último fue el arzobispo de Guam, que hizo una apelación. Ahora hay otro juicio en curso, y veremos como acaba.

En Irlanda como en otros países se han aprobado leyes que permiten el aborto. ¿Cómo se siente usted?

Ustedes saben qué es lo que pienso sobre el aborto: no es un problema religioso, no estamos en contra del aborto por motivos religiosos. Es un problema humano, existe el problema antropológico sobre la ética de eliminar a un ser vivo para resolver un problema.

¿Qué le diría a un padre cuyo hijo dice ser homosexual?

Lo primero que le diría es rezar, después que no condene, que dialogue, que comprenda, que deje espacio al hijo o a la hija. Después, depende de la edad en la que esto se manifieste, pero nunca diré que el silencio es un remedio. Ignorar al hijo o a la hija homosexual es una falta de paternidad o de maternidad. "Soy tu padre, soy tu madre; hablemos, no te alejes de la familia".

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