Cristo nos llama a cada uno de nosotros por nuestros nombres
- 11 Septiembre 2018
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7 consejos para aprender a perdonar
A veces tenemos que exigir disculpas a los demás y en otras ocasiones darlas nosotros mismos, son situaciones de la vida en que todos estamos envueltos, puesto que todos tendemos a tener errores.
Pero ¿eres de las personas que no logran deshacerse del pasado, no olvidan, no perdonan, no conocen la compasión, son duras ante la ofensa más mínima, se aferran al resentimiento durante mucho tiempo e incluso toda su vida, alimentando sentimientos negativos? Entonces estás atado a un rencor que te tiene paralizado.
Replantea tus juicios
En lugar de pasar a la siguiente página, le estás dedicando buena parte de tu energía mental y emocional a recordar ofensas, daños e injusticias (reales o imaginarias) de las que has sido objeto, manteniéndolas vivas en ti. Es como si te pasaras la lengua por una muela cariada constantemente, sintiendo las punzadas de dolor, en vez de reparar la lesión dental.
Favorece tu sistema inmune
Sé sincero contigo mismo(a) y contesta esta pregunta: ¿en verdad quieres dejar ese asunto atrás? Si respondiste que sí, entonces necesitas liberarte de tus propias ataduras y aprender a perdonar. Porque librar a los demás de tu desprecio tiene virtudes terapéuticas que te hacen sentir bien. A diferencia del odio que fomenta la depresión, el estrés y el malestar debilitando tu sistema inmunológico, el amor, la tolerancia y la alegría favorecen tu bienestar, fortaleciendo tus defensas inmunológicas.
Tacticas para logra el perdón
En el fondo sientes que no tienes la capacidad de perdonar, puedes aprenderla e incluso potenciarla.
Y para ayudarte a conseguirlo, te damos estas 7 técnicas que te ayudarán a lograr reconciliarte, olvidar y ser consciente de por qué estás eligiendo ese camino:
1.- Comienza por perdonarte a ti mismo
Reflexiona un poco en que nadie es totalmente bueno ni malo, tanto tú como el resto de las personas reaccionan de acuerdo a como están programadas mentalmente, a lo que han aprendido o se les ha inculcado.
Pero todas las personas quieren en última instancia ser felices. Si eres tolerante con tus propias culpas y fallas del pasado, si entiendes y aceptas tus sombras psicológicas, estarás en mejor disposición de hacerlo con los demás.
2.- Saca tu disgusto fuera.
Es preferible exteriorizar tu enojo en el momento en que ha sido provocado, en vez de guardártelo. Pero tampoco excedas la impulsividad ciega o la ira irreflexiva.
El dicho de que “lo que se queda adentro se pudre” es bastante cierto en el caso del rencor.
3.- Aprende a relativizar.
Haz un ejercicio de atención consciente y concédele a cada suceso la importancia que merece. Frecuentemente reaccionamos con exceso ante cosas pequeñas, cuando la mayoría de las cosas no son tan importantes como para no merecer perdón.
Para llegar a esta conclusión, ponte en la situación del otro, seguro que verás las cosas de otra manera.
4.- Identifica tus emociones.
¿Sentimiento de humillación, decepción, tristeza? Toma conciencia de lo que ocultas tras tu máscara de cólera, esto te ayudará a liberarte de ella, al comprender que “el culpable” ha despertado una zona de sufrimiento que ya existía dentro de ti mismo(a).
5.- Descubre la intención del otro.
Encontrar la verdadera motivación de tu ofensor y las razones profundas de su conducta, te llevará a ser más condescendiente con él y a verlo como víctima de sus propios errores y carencias, en lugar de verlo como verdugo.
Por ejemplo, una persona que ofende a otra en público, en realidad puede ser insegura y estar intentando autoafirmarse.
6.- Admite tu responsabilidad.
¿Sin ninguna justificación has puesto demasiadas expectativas en alguien? ¿Has sido poco claro (a) al expresarle tus objetivos o necesidades?
Reconoce tu parte de responsabilidad en el asunto, y la próxima vez habla con claridad y directamente, evitando los malentendidos o suposiciones.
7.- Facilita la reconciliación.
Ante un problema, siempre lo mejor es acercarte a la otra persona para comunicarse. Es importante elegir bien el momento, sentarse a hablar con calma y sin prisas y expresarle que te importa al otro.
Ten siempre una postura conciliadora para aclarar el conflicto y resolver la discusión sin resentimientos. Al final, muchos se dan cuenta de que tal vez, habría sido mejor, hacer frente directa y conscientemente a la experiencia del dolor.
Afrontar un sufrimiento de manera adecuada es la clave para conseguir la paz interior Perdonar es poner a un prisionero en libertad y descubrir después que ese prisionero... ¡ERES TÚ!
Oración para aprender a perdonar
Tú sabes, Señor, lo que me cuesta perdonar.
Tú sabes, Señor, lo que siento en mi interior.
No puedo perdonar, se me hace muy difícil lograrlo.
Pero Tú sabes que sí quiero hacerlo, porque Tú me lo pides.
Quiero romper con esa atadura que me impide avanzar y ser feliz.
Perdóname Señor, porque no he sabido hacerlo.
Con tu ayuda y tu gracia se que podré y así lo deseo.
Amén
¿Cómo debemos rezar el Padrenuestro en la Santa Misa?
El Padrenuestro, debe ser rezado por todos los que participan de la Misa, y sólo EL SACERDOTE debe elevar las manos al rezarlo
Cada que vez que voy a Misa, hay un gesto de nosotros los fieles que me parece significativo, el rezo del Padrenuestro, ese momento en el que elevamos nuestras manos o tomamos las de los demás. Un acto que cuando es acompañado por la música se vuelve emotivo dentro de la celebración de la cual todos participamos.
Todo esto yo lo veía y lo hacía con mucha normalidad desde muy pequeño. Hasta que un día participando de la oración dentro de la Misa escuché cómo un amigo reprendió a otro diciéndole: “No me tomes de la mano, eso no se debe hacer, es anti litúrgico”.
Inmediatamente al oírlo comencé a ver si alguien más dentro de la celebración hacia lo contrario a los demás, por lo que pregunté ¿quién estaba en lo correcto?
Después de unos días, decidí dedicarme a resolver esta interrogante y conocer la verdad. La celebración de la Santa Misa es un rito que está perfectamente regulado. Cada movimiento, gesto y palabra tiene un sentido y un significado ya establecidos. Todo esto, se encuentra dentro de la Instrucción General del Misal Romano que, en otras palabras, es el instructivo que dice cómo y de qué manera debe llevarse a cabo la celebración.
Dentro de este ordenamiento litúrgico, en la parte que se refiere a la oración del Señor, en su punto 152 dice: “Terminada Plegaria Eucarística, el sacerdote con las manos juntas, dice la monición antes de la Oración del Señor; luego, con las manos extendidas, dice la Oración del Señor juntamente con el pueblo”. Por lo que podemos ver que expresamente no hay nada que indique que los fieles deban elevar o tomarse de las manos.
Por tanto, si bien el hacerlo no está prohibido, éste no corresponde a la Liturgia ya establecida. Por lo que, el Padrenuestro, debe ser rezado por todos los que participan de la Misa, incluido el sacerdote, y sólo él debe elevar las manos al momento de esta oración. Los fieles no debemos imitar los gestos ni repetir las palabras que sólo el sacerdote puede y debe hacer.
Entonces pudiéramos pensar qué tiene de malo si es un signo de comunión entre todos. Pero la realidad es que los católicos nos unimos en la Comunión, no cuando nos tomamos de las manos, sino cuando recibimos el Cuerpo de Cristo.
El estar en comunión con los demás no se refleja con tomarnos de la mano al rezar el Padrenuestro, sino en el cuidado de nuestra gracia al confesarnos continuamente, y así, prepararnos para recibir la Comunión. Participar de la Eucaristía es la mejor muestra de nuestra unidad y comunión como católicos.
LA SANTA SEDE CONFIRMA QUE EL CONSEJO DE CARDENALES INTRODUCIRÁ CAMBIOS EN SU ESTRUCTURA
Errázuriz, Pell y Monsengwo abandonarán el C9
Roma "formulará las eventuales y necesarias aclaraciones" a las acusaciones de Viganò contra el Papa
Jesús Bastante, 10 de septiembre de 2018 a las 18:31
El Papa llega al C9
Errázuriz enfrenta a la justicia de su país por los escándalos de abusos, que acba de cumplir 85 años. El cardenal chileno no participa de esta reunión, y ni en Roma ni en Santiago hay aún explicaciones oficiales sobre su ausencia
• Fin de ciclo para el C9 con su configuración actual: Francisco remodela su Consejo
• Los cardenales Pell y Errázuriz podrían abandonar el C-9
(Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano).- El consejo de nueve cardenales asesores del papa Francisco, conocido como C9, confirmó hoy, al inicio de su vigésima reunión de trabajo en cinco años, que se dispone a cambiar algunos de sus miembros, tal como adelantó Religión Digital.
En un inusual comunicado dado a conocer por la oficina de Prensa del Vaticano en el primero de los tres días de trabajo del C9 en la Casa Santa Marta del Vaticano, el consejo asesor de Francisco confirmó que planteó al pontífice "una reflexión sobre el trabajo, la estructura y la composición" del grupo, considerando "la avanzada edad de algunos miembros".
Nacido como C8 en abril de 2013 y convertido en C9 con la incorporación del secretario de Estado Pietro Parolin el año siguiente, el consejo asesor ratificó así que la vigésimosexta reunión, que terminará el miércoles, sería la última con la composición actual, como adelantó ayer RD.
Por ahora, forman el grupo Parolin, el gobernador del Estado de la Ciudad del Vaticano, el cardenal italiano Giuseppe Bertello; el arzobispo emérito de Santiago de Chile, el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa; el arzobispo de Bombay, Oswald Gracias; el arzobispo de Munich, Reinhard Marx; el arzobispo de Kinshasa, Laurent Monsengwo Pasinya; el arzobispo de Boston, Sean Patrick O'Malley; el arzobispo de Sidney, George Pell y el arzobispo de Tegucigalpa, Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga. Como secretario, desde un principio integra el consejo de asesores el obispo de Albano, Marcello Semeraro.
A raíz del comunicado oficial, se desprende que uno de los reemplazados podría ser Errázuriz, quien enfrenta a la justicia de su país por los escándalos de abusos, que acba de cumplir 85 años. El cardenal chileno no participa de esta reunión, y ni en Roma ni en Santiago hay aún explicaciones oficiales sobre su ausencia. Laurent Monsengwo Pasinya, de 78 años, podría ser otro de los reemplazados por cuestiones de edad, mientras que en el caso de Pell a sus 77 años se suma el proceso abierto que tiene en Australia por casos de abusos.
Si bien algunos cambios, no vinculados directamente a la edad, estaban en la cabeza del pontífice desde hacía meses, Jorge Bergoglio prefirió esperar hasta la reunión de esta semana para cumplir los cinco años de mandato de los miembros (la duración normal de las designaciones vaticanas), considerando que el C9 fue instituido oficialmente con un quirógrafo del 28 de septiembre de 2013.
La segunda novedad del primer día de trabajo fue la confirmación de parte del C9 de que "la Santa Sede está por formular las eventuales y necesarias aclaraciones" luego de la carta del ex nuncio en Washington Carlo Maria Viganó del pasado 26 de agosto en la que pidió la renuncia de Francisco.
Así, tras cinco años de trabajos y 24 reuniones, el consejo de cardenales asesores del papa Francisco conocido como C9 tiene desde este lunes las últimas sesiones de trabajo con la configuración actual, después de haber llegado a un primer borrador de una nueva constitución apostólica y antes de que el pontífice introduzca cambios en su composición y funcionamiento.
Se descuenta para los próximos meses un período de pausa en los trabajos para que los sucesivos cambios que ha ido introduciendo el pontífice argentino desde 2013, como la institución de nuevos Dicasterios y Comisiones Pontificias, den forma a la nueva carta magna que reemplazará a la vigente Pastor Bonus, de 1988.
Cumplidos los primeros cinco años de funcionamiento, Religión Digital confirmó de fuentes vaticanas que fue el propio Francisco quien abrió la discusión a los miembros para que hicieran sus propias evaluaciones del primer tramo del recorrido, tras el que lograron condensar un primer borrador de la nueva constitución apostólica bajo el título tentativo de "Praedicate Evangelium".
Además, en las próximas semanas se incorporará un "secretario canónico", que trabajará a la par de Semeraro, con el objetivo de pasar a "lenguaje canónico" lo producido hasta ahora, siempre con la base del informe presentado durante la reunión que el grupo tuvo en junio pasado. Solamante dos de los miembros del C9 -Bertello y Gracias- tienen títulos en Derecho canónico, aunque no son considerados plenos canonistas.
Algunos de los 25 puntos centrales sobre los que se trabaja canónicamente para incluirlos en la nueva constitución son la institución de la Pontificia Comisión Referente sobre el Instituto para las Obras de Religión (quirógrafo del 24 de junio de 2013); el "Motu proprio" sobre la jurisdicción de los órganos judiciales del Estado de la Ciudad del Vaticano en materia penal (del 11 de julio de 2013); la institución del Comité de Seguridad Financiera de la Santa Sede ("Motu proprio" del 8 de agosto de 2013); la creación de la Secretaría para la Comunicación ("Motu proprio" del 27 de junio de 2015); el "Motu proprio" sobre la negligencia de los obispos en relación con los casos de abusos sexuales en contra de menores y adultos vulnerables (el 4 de junio de 2016) y el nacimiento del
Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral (el 17 de agosto de 2017).
Considerado el más claro ejemplo del modelo de conducción de Francisco basado en una sinodalidad y descentralización, el Consejo quedó constituido el 28 de septiembre por 8 cardenales. Cuando fue anunciada su primera conformación el hoy lejano sábado 13 de abril de 2013, el C8 se presentaba entonces al mundo como una herramienta "para aconsejarle en el Gobierno de la Iglesia universal y estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor bonus", en relación a la carta magna aún vigente, promulgada por Juan Pablo II en 1988 y que regula la composición y competencias de los distintos dicasterios y organismos que forman la Curia romana.
Además, el entonces C8 fue una de las primeras señales de la forma de gobierno que el papa argentino quería imprimirle a su pontificado. Su portavoz en aquel momento Federico Lombardi agregaba que con la formación del grupo de Francisco quería dar "una señal y mostrar que ha recibido las sugerencias que se habían manifestado en las Congregaciones anteriores al cónclave".
San Juan Gabriel Perboyre
Celebrado El 11 De Septiembre De
San Juan Gabriel Perboyre, presbítero y mártir
En Wuchang, en la provincia de Hebei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, fue atormentado y, finalmente, colgado en una cruz y estrangulado.
No obstante que Juan Gabriel Perboyre fue al primer misionero cristiano en China que alcanzó la gloria de la beatificación (en 1889), no fue, por cierto, el primer mártir en aquel país. En realidad, desde principios del siglo diecisiete, cuando se restablecieron las misiones en China, sólo hubo períodos relativamente cortos en los que estuvieron libres de peligro los cristianos. A fines del siglo XVIII se desató una feroz persecución que continuó esporádicamente hasta después de la muerte del padre Perboyre, en 1840, y numerosísimos fueron los cristianos que dieron su vida por la fe en aquellos períodos. Juan Gabriel nació en 1802 y, a la edad de quince años, escuchó un sermón que encendió sus anhelos de ir a predicar a los paganos. No tardó en ingresar a la Congregación de las Misiones (lazaristas y vicentinos) y fue ordenado sacerdote en 1826. Al principio, su deseo de llevar el Evangelio a tierras lejanas tuvo que ceder ante los requerimientos de la obediencia religiosa. Hizo brillantemente su curso de teología y, por lo tanto, después de su ordenación fue nombrado profesor del seminario de Saint-Flour; dos años más tarde, fue rector del «petit séminaire» en el mismo lugar. Su capacidad se puso de manifiesto en aquel cargo y, en 1832, fue enviado a París como subdirector del noviciado general de su congregación. A intervalos, desde que hizo sus votos doce años antes, había pedido que le enviasen a China, de donde llegaban noticias sobre los sufrimientos y el heroísmo de los cristianos perseguidos, pero sólo en 1835 se le concedió la autorización para partir.
Aquel mismo año llegó a Macao y, en seguida comenzó a tomar clases de chino. Demostró tanta habilidad para aprenderlo que, al cabo de cuatro meses, ya hablaba el complicado idioma y fue nombrado para la misión de Honan. En vísperas de partir, escribió a sus hermanos en París en estos términos: «Si me viérais ahora con mi atuendo chino, tendríais la ocasión de contemplar un espectáculo curioso: tengo la cabeza rapada, una larga trenza en la coronilla y bigotes que se estremecen cuando tartamudeo mi nueva lengua y se ensucian cuando como con los palitos de bambú. Dicen que mi aire de chino no es del todo malo. Esta es una manera de comenzar a hacer por uno mismo las cosas que debemos hacer por los demás: ¡Dios quiera que podamos así ganarlos a todos para Jesucristo!» En China los lazaristas habían organizado un sistema para rescatar a los niños abandonados que tanto han abundado siempre en aquel país sobrepoblado, a fin de salvarlos de la muerte y educarlos luego en la fe de Cristo. El padre Juan Gabriel participó activamente en aquel trabajo y dedicaba la mayor parte de su tiempo a la instrucción de aquellos niños a los que entretenía con el relato de divertidas historias a las que el idioma chino les daba un sabor especial. Luego de pasar dos años en Honan, fue transferido a Hupeh, donde poco después, en septiembre de 1839, hubo un estallido inesperado, repentino, violento e inexplicable de la persecución.
Los misioneros se apresuraron a ocultarse, pero un neófito traicionó al padre Perboyre (¡Terrible coincidencia!: lo vendió por treinta monedas, treinta taels, el equivalente a unos dieciocho dólares), quien fue aprehendido, encadenado y llevado ante innumerables funcionarios, cada uno de los cuales le interrogaba y le enviaba a otro y así sucesivamente. Por fin, llegó a las manos del gobernador y los mandarines de Wu Chang Fu. Estos le exigieron que revelara el sitio donde se escondían sus compañeros y que pisoteara la cruz, si quería salvar la vida. Por supuesto que se negó a hacer ambas cosas y empezó su pasión. Los sufrimientos que debió soportar el padre Juan Gabriel fueron increíbles en el sentido literal de la palabra. En veinte ocasiones fue arrastrado ante sus jueces y otras tantas se trató de obligarle con feroces tormentos, a la denuncia y al sacrilegio; las torturas se multiplicaban al negarse el mártir. Es famoso el ingenio de los chinos para inventar nuevos modos de infligir el dolor físico, y podemos afirmar que el padre Perboyre sufrió tormentos de tan refinada crueldad que, junto a ellos, los que han inventado los hagiógrafos para los mártires de las «Diez Persecuciones», parecen vulgares y benignos. Se le marcaron en el rostro cuatro caracteres chinos que decían: «maestro de una falsa religión»; un sacerdote chino que sobornó a los carceleros para entrar a la prisión, dijo que el cuerpo del padre Juan Gabriel era una masa informe de llagas y heridas, abiertas hasta mostrar los huesos en algunos sitios. El 11 de septiembre de 1840, casi un año después de su captura, san Juan Gabriel Perboyre, descalzo y con unos calzones desgarrados bajo la roja camisola de los condenados, fue estrangulado junto con otros cinco criminales comunes. Se le enterró al lado de otro mártir lazarista, el padre Francisco Regis Clet, quien también sería canonizado. En China se celebra la fiesta de el 7 de noviembre, la fecha más próxima a la de su beatificación en 1889. San Juan Gabriel fue canonizado el 2 de junio de 1996 por SS. Juan Pablo II.
El asesinato de Juan Gabriel Perboyre dio al gobierno británico la ocasión para insistir sobre el cumplimiento a una cláusula del Tratado de Nanking, firmado en 1842, donde se acuerda que las autoridades chinas no debían ocuparse de procesar y castigar a un misionero extranjero que fuese detenido, sino entregarlo al cónsul de la nación a que perteneciera el reo, en la ciudad más próxima al lugar de la captura.
En 1853 apareció, de autor anónimo, la obra «Le Disciple de Jésus», que es una biografía muy completa y bien escrita de san Juan Gabriel; ver también la biografía del padre Huonder, Der selige Johann Gabriel Perboyre; la de L. Castagnola, Missionario martire (1940) y la de A. Chatelet, J. G. Perboyre, martyr (1943). Asimismo se encontrarán valiosos datos en Les Martyrs, vol. X de Leclercq y en varios trabajos de A. Launay que tratar de las misiones en China. fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SJJ
Jesús nos llama
Santo Evangelio según San Lucas 6, 12-19. Martes XXIII de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, aumenta mi fe.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy en el Evangelio leemos que Jesús llama a los doce, los escoge de entre sus discípulos para que sean sus apóstoles.Y hoy, en la oración, podemos sentir en nuestros corazones que Cristo nos llama a cada uno de nosotros por nuestros nombres, que nos pide que seamos sus apóstoles; que no seamos unos simples seguidores, sino que lo anunciemos; que lo proclamemos en medio de nuestros amigos, familiares, en medio del mundo que nos rodea; que demos testimonio con nuestras vidas que fuimos llamados y escogidos para algo muy grande, y eso, es proclamar el Reino de Dios.
Hoy nos podemos preguntar, ¿cómo es mi vida apostólica? Puede parecer algo muy difícil, pero Cristo jamás nos pediría algo imposible o algo que no pudiéramos alcanzar; hoy nos pide que seamos fieles, coherentes con nuestras vidas, pues es así como podremos hacer el mejor y más efectivo apostolado. Cuando los demás nos vean, que sepan que fuimos escogidos a partir del bautismo, pues es allí que nos llama para que seamos sus hijos y demos testimonio de Él; y que ratificamos con el sacramento de la confirmación cuando aceptamos y nos comprometemos a llevar una vida según lo que Él nos pide, haciendo uso de nuestra libertad y amor recíproco.
Pidamos a María, Reina de los apóstoles, que nos guíe en este camino de santificación que su Hijo nos propone y podamos ser fieles y perseverantes hasta llegar a la patria celestial.
Hoy el Señor te invita a caminar con Él la ciudad, te invita a caminar con Él tu ciudad. Te invita a que seas discípulo misionero, y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida: ¡Alégrate, el Señor está contigo! (Homilía de S.S. Francisco, 21 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En algún momento del día rezare alguna oración pidiendo por el aumento de las vocaciones misioneras.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Jesús se dirige al Padre en la oración.
Catequesis de SS Juan Pablo II. Julio 22 de 1987.
Por: San Juan Pablo II | Fuente: Catequesis de SS Juan Pablo II.
1. Jesucristo es el Hijo íntimamente unido al Padre; el Hijo que “vive totalmente para el Padre” (cf. Jn 6, 57); el Hijo, cuya existencia terrena total se da al Padre sin reservas. A estos temas desarrollados en las últimas catequesis, se une estrechamente el de la oración de Jesús: tema de la catequesis de hoy. Es, pues, en la oración donde encuentra su particular expresión el hecho de que el Hijo esté íntimamente unido al Padre, esté dedicado a Él, se dirija a Él con toda su existencia humana. Esto significa que el tema de la oración de Jesús ya está contenido implícitamente en los temas precedentes, de modo que podemos decir perfectamente que Jesús de Nazaret “oraba en todo tiempo sin desfallecer” (cf. Lc 18, 1 ). La oración era la vida de su alma, y toda su vida era oración. La historia de la humanidad no conoce ningún otro personaje que con esa plenitud -de ese modo- se relacionara con Dios en la oración como Jesús de Nazaret, Hijo del hombre, y al mismo tiempo Hijo de Dios, “de la misma naturaleza que el Padre”.
2. Sin embargo, hay pasajes en los Evangelios que ponen de relieve la oración de Jesús, declarando explícitamente que “Jesús rezaba”. Esto sucede en diversos momentos del día y de la noche y en varias circunstancias. He aquí algunas: “A la mañana, mucho antes de amanecer, se levantó, salió y se fue aun lugar desierto, y allí oraba” (Mc 1, 35). No sólo lo hacía al comenzar el día (la “oración de la mañana”), sino también durante el día y por la tarde, y especialmente de noche. En efecto, leemos:“Concurrían numerosas muchedumbres para oírle y ser curados de sus enfermedades, pero Él se retiraba a lugares solitarios y se daba a la oración” (Lc 5, 15-16). Y en otra ocasión: “Una vez que despidió a la muchedumbre, subió a un monte apartado para orar, y llegada la noche, estaba allí solo” (Mt 14, 23).
3. Los evangelistas subrayan el hecho de que la oración acompañe los acontecimientos de particular importancia en la vida de Cristo: “Aconteció, pues, que, bautizado Jesús y orando, se abrió el cielo...” (Lc 3, 21), y continúa la descripción de la teofanía que tuvo lugar durante el bautismo de Jesús en el Jordán. De forma análoga, la oración hizo de introducción en la teofanía del monte de la transfiguración:“...tomando a Pedro, a Juan y a Santiago, subió a un monte para orar. Mientras oraba, el aspecto de su rostro se transformó...” (Lc 9, 28-29).
4. La oración también constituía la preparación para decisiones importantes y para momentos de gran relevancia de cara a la misión mesiánica de Cristo. Así, en el momento de comenzar su ministerio público, se retira al desierto a ayunar y rezar (cf. Mt 4, 1-11 y paral.); y también, antes de la elección de los Apóstoles, “Jesús salió hacia la montaña para orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sí a los discípulos y escogió a doce de ellos, a quienes dio el nombre de apóstoles” (Lc 6, 12)13). Así también, antes de la confesión de Pedro, cerca de Cesarea de Filipo:“...aconteció que orando Jesús a solas, estaban con Él los discípulos, a los cuales preguntó: ¿Quién dicen las muchedumbres que soy yo? Respondiendo ellos, le dijeron: ´Juan Bautista; otros Elías; otros, que uno de los antiguos Profetas ha resucitado´. Díjoles Él: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Respondiendo Pedro, dijo: “El Ungido de Dios” (Lc 9, 18-20).
5. Profundamente conmovedora es la oración de antes de la resurrección de Lázaro: “Y Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: !Padre: te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que siempre me escuchas, pero por la muchedumbre que me rodea lo digo, para que crean que tú me has enviados!” (Jn 11, 41-42).
6. La oración en la última Cena (la llamada oración sacerdotal), habría que citarla toda entera. Intentaremos al menos tomar en consideración los pasajes que no hemos citado en las anteriores catequesis. Son éstos: “...Levantando sus ojos al cielo, añadió (Jesús): ´Padre, llegó la hora; glorifica a tu Hijo para que tu hijo te glorifique, según el poder que le diste sobre toda carne, para que a todos los que tú le diste les dé Él la vida eterna´" (Jn 17, 1-2). Jesús reza por la finalidad esencial de su misión: la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Y añade: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios Verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, tú, Padre glorifícame cerca de ti mismo con la gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo existiese” (Jn 17, 3-5).
7. Continuando la oración, el Hijo casi rinde cuentas al Padre por su misión en la tierra: “He manifestado tu nombre a los hombres que de este mundo me has dado. Tuyos eran, y tú me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora saben que todo cuanto me diste viene de ti” (Jn 17, 6-7) Después añade: “Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, porque son tuyos...” (Jn 17, 9). Ellos son los que“acogieron” la palabra de Cristo, los que “creyeron” que el Padre lo envió. Jesús ruega sobre todo por ellos, porque “ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti” (Jn 17, 11). Ruega para que “sean uno”, para que “no perezca ninguno de ellos” (y aquí el Maestro recuerda “al hijo de la perdición”), para que “tengan mi gozo cumplido en sí mismos”(Jn 17, 13): En la perspectiva de su partida, mientras los discípulos han de permanecer en el mundo y estarán expuestos al odio porque “ellos no son del mundo”, igual que su Maestro, Jesús ruega: “No pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal”(Jn 17, 15).
8. También en la oración del cenáculo. Jesús pide por sus discípulos: “Santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envié al mundo, y yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17, 17-19). A continuación Jesús abraza con la misma oración a las futuras generaciones de sus discípulos. Sobre todo ruega por la unidad, para que “conozca el mundo que tú me enviaste y amaste a éstos como tú me amaste a mí” (Jn 17, 25). Al final de su invocación, Jesús vuelve a los pensamientos principales dichos antes, poniendo todavía más de relieve su importancia. En ese contexto pide por todos los que el Padre le “ha dado” para que “estén ellos también conmigo, para que vean mi gloria, que tú me has dado; porque me amaste antes de la creación del mundo” (Jn 17, 24).
9. Verdaderamente la “oración sacerdotal” de Jesús es la síntesis de esa autorrevelación de Dios en el Hijo, que se encuentra en el centro de los Evangelios. El Hijo habla al Padre en el nombre de esa unidad que forma con Él (“Tú, Padre, estás en mí y yo en ti” Jn 17, 21). Y al mismo tiempo ruega para que se propaguen entre los hombres los frutos de la misión salvífica por la que vino al mundo. De este modo revela el mysterium Ecclesiae, que nace de su misión salvífica, y reza por su futuro desarrollo en medio del “mundo”. Abre la perspectiva de la gloria, a la que están llamados con Él todos los que “acogen” su palabra.
10. Si en la oración de la última Cena se oye a Jesús hablar al Padre como Hijo suyo “consubstancial”, en la oración del Huerto, que viene a continuación, resalta sobre todo su verdad de Hijo del Hombre. “Triste está mi alma hasta la muerte. Permaneced aquí y velad” (Mc 14, 34), dice a sus amigos al llegar al huerto de los olivos. Una vez solo, se postra en tierra y las palabras de su oración manifiestan la profundidad del sufrimiento. Pues dice: “Abbá, Padre, todo te es posible; aleja de mí este cáliz, mas no se haga lo que yo quiero sino lo que tú quieres” (Mt 14, 36).
11. Parece que se refieren a esta oración de Getsemaní las palabras de la Carta a los Hebreos. “Él ofreció en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte”. Y aquí el Autor de la Carta añade que “fue escuchado por su reverencial temor” (Heb 5, 7). Sí. También la oración de Getsemaní fue escuchada, porque también en ella -con toda la verdad de su actitud humana de cara al sufrimiento- se hace sentir sobre todo la unión de Jesús con el Padre en la voluntad de redimir al mundo, que constituye el origen de su misión salvífica.
12. Ciertamente Jesús oraba en las distintas circunstancias que surgían de la tradición y de la ley religiosa y de Israel, como cuando, al tener doce años, subió con los padres al templo de Jerusalén (cf. Lc 2, 41 ss.), o cuando, como refieren los evangelistas, entraba “los sábados en la sinagoga, según la costumbre” (cf. Lc 4, 16). Sin embargo, merece una atención especial lo que dicen los Evangelios de la oración personal de Cristo. La Iglesia nunca lo ha olvidado y vuelve a encontrar en el diálogo personal de Cristo con Dios la fuente, la inspiración, la fuerza de su misma oración. En Jesús orante, pues, se expresa del modo más personal el misterio del Hijo, que “vive totalmente para el Padre”, en íntima unión con Él.
Condúceme, Señor, por tu camino santo
La enseñanza de Jesús no queda sólo en el pasado, tiene una actualidad muy fuerte en estos días.
Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net
San Nicolás Tolentino
I Corintios 5, 1-8: “Tiren la antigua levadura, pues Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado”
Salmo 5: “Condúceme, Señor, por tu camino santo”
San Lucas 6, 6-11: “Estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado”
Una de las más bellas instituciones del pueblo de Israel era el descanso sabático. Pensemos un momento todo lo significa en una época en que no existen ni los derechos laborales, ni el reconocimiento a los derechos humanos. ¿Cómo convencer a los dueños de los campos y a quienes tienen trabajadores a su servicio de que la persona tiene derecho al descanso? La importancia del sábado a nivel social y de justicia, es muy importante, pero también a nivel religioso, porque da la oportunidad de buscar una relación más cercana con Dios. Basada en los dos principios fundamentales del pueblo de Israel como son la creación y la liberación, obtiene no sólo una gran aceptación sino que es instituida como una de las leyes más importantes.
Parecerse a Dios que labora siempre pero que tiene su espacio de reposo, fortalece la relación familiar y nos concede ese tiempo especial para dedicarlo a la oración, a la alabanza y la convivencia familiar. Además tiene todo ese sentido de justicia porque se ordena que ni siquiera los esclavos realicen trabajos. Pero esta institución nacida para parecernos a Dios creador y liberador, puede perder su significado y torcerse convirtiéndose en cadena y opresión.
Jesús no está en contra del sábado sino en contra de una ley que nacida para dar libertad ahora se convierte en esclavizante. No puede dejar a aquel hombre con su mano tiesa y paralizada solamente por prescripciones farisaicas y miedos sociales. La ley es para hacer el bien y para dar vida, para salvar a la persona no para terminar con ella. Y ordena, a pesar de la oposición de los escribas y fariseos,: “Extiende tu mano”. ¿Qué nos diría hoy Jesús al comprobar que también nosotros tenemos leyes y sistemas que se preocupan más de sus estructuras que de las personas? ¿En qué cosas concretas vemos que se ha perdido el respeto a la persona? La enseñanza de Jesús no queda sólo en el pasado, tiene una actualidad muy fuerte en estos días.
No puede nadie pasar sobre los derechos de la persona, no puede nadie, ni con argumentos políticos ni con argumentos religiosos, destruir a los pequeños y a los débiles. ¿En qué notamos que se prefieren las estructuras a las personas? ¿Nos pasa también a nosotros que miremos más las cosas que a la persona ya sea en la familia, en las instituciones o en la iglesia?