Bienaventurados los pobres... desdichados los ricos

¿Encontrar felicidad en medio del dolor?

Yo tampoco creía posible hasta que conocí esta historia

«Los ricos se han quedado pobres y con hambre, pero a los que buscan al Señor nada les falta. Vengan, hijos, y pónganme atención, quiero enseñarles el temor del Señor. ¿Quieres tú que tu vida se prolongue y deseas gozar días felices?, Guarda tu lengua del mal, tus labios de palabras mentirosas. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y ponte a perseguirla». (Sal 34, 11-15)En nuestro diario caminar, tenemos días buenos y otros que no lo son tanto… pero en líneas generales, la mayoría de nuestros días están compuestos de circunstancias manejables que no afectan nuestra rutina de forma considerable. ¿Qué sucede sin embargo si es que la vida nos presenta hechos que lo cambian todo, que hacen de la desazón una constante? ¿O con situaciones duras de las que no parecemos salir?A raíz de estas preguntas, les compartimos un corto francés llamado «Regarde» («Mira»), ganador del Premio de la Audiencia en el Voiron Film Festival 2014. En el, se cuenta la historia de una joven pareja donde el esposo parece tener una visión optimista de la vida, mientras que la esposa se muestra atribulada por el peso de la rutina. Su perspectiva de la vida es tan distinta que parecieran llevar dos vidas completamente diferentes. Hacia el final del video, nos daremos cuenta de la realidad en la que viven; la misma que suscita el cuestionamiento de la esposa hacia la actitud de su esposo. Estas son algunas frases del corto que me gustaría destacar y que nos ofrecen elementos apostólicos para reflexionar:

«Yo elegí vivir» Esta es una de las primeras frases con las que el esposo responde. Aunque corta, esta afirmación nos deja ver que, para él, vivir va más allá de la mera existencia. Asimismo, cuando nuestro Señor se refiere a la vida, habla de «vida en abundancia». Para un seguidor de Cristo, esto significa inequívocamente lo mismo que Jesús describe como vida eterna: «Que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero […]» (Jn 17, 3).Vale aclarar que abundancia no se refiere exclusivamente a cosas materiales; sobre todo cuando es el mismo Jesús que nos asegura que el Padre vela por nosotros al decir: «¿No es más la vida que el alimento y el cuerpo más que la ropa?» (Mt 6, 25). «Y si Dios viste así a la flor del campo que hoy está y mañana se echará al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?» (Mt 6, 30). «Los que no conocen a Dios se preocupan por esas cosas. Pero el Padre de ustedes sabe que necesitan de todo eso. Por lo tanto, busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y esas cosas vendrán por añadidura» (Mt 6, 32-33). Es así que, vivir en abundancia no se centra en la riqueza o pobreza, pues no son un indicio cierto de nuestra posición con Dios.

El rey Salomón tuvo a su disposición todo tipo de bendiciones materiales, pero las halló sin sentido: «vanidad de vanidades» (Ec 5, 9-15). San Pablo, sin embargo, al ser un hombre que conoció y amó a su Señor estuvo en la posición de aseverar: «En efecto, aprendí a acomodarme con lo que tengo. Sé pasar por privaciones, como vivir en la abundancia. Estoy entrenado para cualquier momento o situación: estar satisfecho o hambriento, en la abundancia o en la escasez. Todo lo puedo en Aquel que me fortalece» (Fil 4, 11-13). Por lo tanto, el buen vivir y la felicidad no dependen de circunstancias fortuitas que se dan a lo largo del tiempo o de otros criterios humanos que tratan de imponerse en nuestra cultura actual. Vivir de verdad será posible si y sólo si se basa y se sostiene en una relación cercana con Dios. Para los católicos, esto significa frecuentar los sacramentos, sobre todo, la Eucaristía, puesto que en ella se encapsula el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo.«¿Es que acaso tu visión de la vida te ha hecho más feliz?» Quién alguna vez no se ha dejado abatir por ciertas situaciones desgastantes? Nos hemos dejado consumir por nuestras preocupaciones, por la ansiedad o el mero desencanto cuando, al analizar ciertos hechos, no parece haber salida y nos hacemos presas de la depresión o la desesperación.En efecto, esto es lo que sucede con la esposa en esta historia. Parece que extrapola las penas de hoy y las lleva al futuro, por lo que cae en el desánimo y en el cansancio del alma, sin esperanza. Su esposo, con mucha sabiduría la invita a analizar si esta forma de mirar las cosas le ha traído alguna ventaja. Al obtener una negativa como respuesta, podemos caer en cuenta de lo cierta que es la enseñanza de nuestro Señor cuando nos recomienda: «No se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupará de sí mismo. Basta con las penas del día» (Mt 6, 34).

«Todos tenemos el poder de apreciar lo que tenemos» De nada sirve enfocarnos en todo lo que nos falta y llenarnos de desaliento si no aprendemos primero a apreciar lo que sí tenemos. San Pablo nos da el mismo consejo cuando dice«Fíjense en todo lo que encuentren de verdadero, de noble, de justo, de limpio; en todo lo que es hermoso y honrado» (Fil 4, 8). Pensar así y aplicar este consejo a nuestras propias vidas, nos permitiría también descubrir lo que podríamos hacer mejor nosotros desde nuestra posición actual.

Más aún, fijarnos en lo bueno donde quiera que nos encontremos es una forma también de encontrar a Dios en la cotidianidad de nuestra vida; sería más fácil darnos cuenta de su presencia y el gran consuelo que ella representa para nuestra alma. «La verdadera felicidad no depende de alguien más»«La frase completa diría la verdadera felicidad no depende de alguien más, de ningún objeto exterior, solo depende de nosotros mismos» (Dalai Lama). Es bueno recordar que, aunque la premisa de esta oración propuesta por el Dalai Lama está de acuerdo con las enseñanzas de nuestro catecismo -es decir, no podemos basar nuestra felicidad en cosas circunstanciales ni falibles- los católicos no creemos que la felicidad dependa únicamente de nosotros mismos.La muerte de un ser querido, un accidente o un diagnóstico adverso son algunas de esas situaciones que nos modifican la agenda inmediatamente, lo paralizan todo y es completamente natural entristecerse. La diferencia, sin embargo, entre un alma que hace de Dios su refugio y una que no, es que la tristeza circunstancial no afecta el gozo quieto pero profundo de aquel cristiano que está puesto sobre la roca, que es Dios.

Es por esto que, la Iglesia recomienda vivamente acudir a la fuente de aguas vivas, fuente de Consuelo y Paz: la Eucaristía. Dado que somos Templo del Espíritu Santo, pienso que la felicidad no puede venir sólo de nosotros, criaturas finitas, sino de Dios en nosotros. La frase del Dalai Lama nos sirve, sin embargo, para abandonar posturas de víctimas donde culpamos a las circunstancias que «no nos dejan avanzar». Mientras creamos eso, no podremos asimilar la lección de vida que Dios quiere lograr que aprendamos, nos veremos forzados a estar en esas situaciones hasta que hayamos tenido la gracia de aprender la lección y pasar al siguiente nivel de perfección al que nuestro Señor nos quiere llevar.Para terminar, comparto un fragmento de la carta de San Pablo a los Filipenses donde los anima y los urge a alegrarse en el Señor, pues esto también es dar testimonio de ser cristiano:«Alégrense en el Señor en todo tiempo. Les repito: alégrense, y den a todos muestra de un espíritu muy comprensivo. El Señor está cerca: no se inquieten por nada. En cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica, junto a la acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que es mucho mayor de lo que se puede imaginar, les guardará su corazón y sus pensamientos en Cristo Jesús» (Fil 4, 4-7).

¿Por qué Dios calla a veces? 

El que Dios no nos dé siempre lo que le pedimos no quiere decir que no nos haya oído

Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien cuidaba una capilla. A ella, acudía la gente a orar con mucha devoción. En esta capilla había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro.

Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodillo ante la cruz y dijo:

Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.

Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Efigie, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:

Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.

¿Cual, Señor? preguntó con acento suplicante Haakon. ¿Es una condición difícil? ¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!

Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardarte en silencio siempre.

Haakon contestó: Te lo prometo, Señor.

Y se efectuó el cambio. Nadie pudo apreciar el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.

Un día, llegó un rico, después de haber orado, dejo allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho que estaba orando se la había apropiado.

El rico se volvió al joven y le dijo iracundo: ¡Dame la bolsa que me has robado!. El joven sorprendido, replicó: ¡No he robado ninguna bolsa!. ¡No mientas, devuélvemela enseguida!. ¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa! afirmó el muchacho. El rico arremetió, furioso contra él.

Sonó entonces una voz fuerte: ¡Detente!

El rico miró hacia arriba y vió que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. El hombre quedó anonadado, perplejo, y salió de la capilla corriendo. El joven salió también estupefacto por lo que había visto y porque tenia prisa para emprender su viaje.

Cuando la capilla quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:

Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.

Señor, - dijo Haakon - ¿Como iba a permitir esa injusticia?.

Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz. El Señor, siguió hablando:

Tu no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer.

El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero, pues su familia estaba pasando por una hambruna terrible e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabias nada. Yo si. Por eso callo. Y el Señor nuevamente guardó silencio.

Reflexión:

Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué razón Dios no nos contesta.? ¿Por qué se queda callado?.  Muchos de nosotros quisiéramos que Él nos respondiera lo que deseamos oír pero, Dios no es así. Dios nos responde aún con el silencio. Debemos aprender a escucharlo. Su Divino Silencio, son palabras destinadas a convencernos de que, El sabe lo que está haciendo. En su silencio nos dice con amor: ¡Confiad en mí, que se bie nl oque debo hacer!. ¿Estás dispuesto a hacer silencio en el Obrar de Dios en tu vida

¿Sabemos que es lo que más nos conviene cuando le pedimos "x" o "y" cosa a nuestro Señor Jesús?.

 ¿Somos algunos de nosotros de los que nos hemos retirado de la oración porque no hemos visto atendidas nuestras peticiones a la primera?. El que Dios no nos dé siempre lo que le pedimos no quiere decir que no nos haya oído. Además, querer que Dios ejecute nuestros deseos no sería pedir, sino mandar.

Y... ¿qué es lo que pedimos?

Casi siempre, lo mismo: que no tengamos enfermedades ni dolores, que venga a nosotros el éxito fácil, ese puesto de trabajo cómodo hasta la puerta de la casa, las soluciones rápidas a la hipoteca o a la crisis.

Dios deja que los acontecimientos sigan su curso porque de ellos se derivará un bien mayor para nosotros. Por ignorantes, por impulsivos pedimos piedras en lugar de pan. Jesús no da migajas sobrantes y caídas al suelo, sino el pan tierno y blanco de su amor y poder infinito.

EL PAPA DENUNCIA A LOS OBISPOS "ESCALADORES" FRENTE A LOS QUE SE SIENTEN "ELEGIDOS" POR JESÚS
Francisco: "Parece que el Diablo, el Gran Acusador, esté enfadado con los obispos para crear escándalo"

Pide prelados "que tocan al pueblo y se dejan tocar por el pueblo, no los que buscan protección de las élites"

Jesús Bastante, 11 de septiembre de 2018 a las 12:58

El Papa y los nuevos obispos

Es verdad, todos somos pecadores, nosotros los obispos. Pero intenta revelar los pecados, que se vean, para escandalizar a la gente

(J. Bastante/Vatican News).- El Papa Francisco retomó en su homilía de Casa Santa Marta sus apreciaciones sobre la función del obispo y los riesgos que corren. Sin citar expresamente el 'caso Viganò' (ya lo hará Secretaría de Estado, como anunció RD), Bergoglio denunció como "en estos tiempos parece que el Diablo, el Gran Acusador, esté enfadado con los obispos para crear escándalo".

En sus palabras, el Papa pidió a los obispos recordar tres aspectos fundamentales: que su fuerza está en ser hombres de oración, tener la humildad de saberse elegidos por Dios, y permanecer cerca del pueblo.

Francisco hizo estas reflexiones sobre la elección que Jesús hizo de los obispos coincidiendo con tres cursos para prelados que se están celebrando en Roma: uno para la actualización de los obispos que han cumplido 10 años de episcopado; otro para 74 obispos que guian las diócesis de los territorios de misión; y un último con 130-140 obispos que pertenecen a la Congregación de Obispos.

Para el Papa, el primer aspecto fundamental es ser hombres de oración. De hecho, la oración es "el consuelo que un obispo tiene en los malos momentos", señala Francisco, es decir, saber que "en este momento Jesús reza por mí", "reza por todos los obispos". En esta toma de conciencia, el obispo encuentra ese "consuelo" y esa fuerza que lo lleva a orar por sí mismo y por el pueblo de Dios. Esta es su primera tarea. Y que el obispo sea un hombre de oración también lo confirma San Pedro cuando dice: "Para nosotros, la oración y el anuncio de la Palabra". Él no dice: "Para nosotros, la organización de los planes pastorales ...", enfatiza Francisco.

La segunda actitud que el Papa enfatiza es que es Jesús quien elige a los Doce y el fiel obispo sabe que no lo eligió a él:

"El obispo que ama a Jesús no es un escalador que va adelante con su vocación como si fuera una función, tal vez mirando a otra posibilidad de avanzar y subir, no. El obispo se siente elegido. Y tiene la certeza de haber sido elegido. Y esto le lleva a dialogar con el Señor: "me has elegido a mí, que soy poca cosa, que soy un pecador ...": tiene humildad. Porque él, cuando se siente elegido, siente la mirada de Jesús sobre su propia existencia y esto le da fuerza".

Finalmente, como Jesús en el Evangelio de hoy, el obispo desciende a un lugar plano para estar cerca de la gente y no se aleja:

"El obispo que no permanece alejado del pueblo, que no usa actitudes que lo llevan a estar lejos de la gente; el obispo que toca al pueblo y se deja tocar por el pueblo. No busca el refugio de los poderosos, de las élites: no. Serán las élites quienes criticarán al obispo; el pueblo tiene esta actitud de amor hacia el obispo, y tiene esta -como si fuera- esta unción especial: confirma al obispo en su vocación".

Más de una vez el Papa ha reiterado que la fuerza del obispo es precisamente ser "un hombre de oración", "un hombre que se siente elegido por Dios" y "un hombre en medio del pueblo": "Esto es bueno recordarlo, en estos tiempos cuando parece que el Gran Acusador se ha disuelto y está enfadado con los obispos. Es verdad, todos somos pecadores, nosotros los obispos. Pero intenta revelar los pecados, que se vean, para escandalizar a la gente. El Gran Acusador que, como él mismo le dice a Dios en el primer capítulo del Libro de Job, "viaja por el mundo buscando cómo acusar". La fuerza del obispo contra el Gran Acusador es la oración, la de Jesús sobre él y la suya propia; y la humildad de sentirse elegido y permanecer cerca del pueblo de Dios, sin ir hacia una vida aristocrática que quita esta unción. Recemos hoy por nuestros obispos: por mí, por los que están aquí delante y por todos los obispos del mundo".

El Dulce Nombre de María

Memoria Litúrgica, 12 de septiembre

Origen de la fiesta: Victoria en la batalla de Viena, 1683

En 1682 el Sultán Mehmet IV declaró la guerra y escribió al emperador Leopoldo I: "Primero nosotros le ordenamos a que nos espere en su ciudad de residencia, Viena, para que le podamos decapitar... (...) Nosotros lo exterminaremos a usted y a todos sus seguidores... (...) Los niños y los adultos serán expuestos a las mas atroces torturas antes de ultimarlos en la manera mas ignominiosa imaginable..."

Kara Mustafa Pasha, frente al ejército Otomano del Sultán, llegó a las puertas de Viena y la sitió el 14 de julio de 1683. El emperador Leopoldo y la mayoría de las tropas y ciudadanos huyeron de la ciudad, quedando en ella solo 5000 civiles y 11,000 soldados al mando de Ernst Rüdiger von Starhemberg. El número de invasores era superior a los defensores, 20:1. Se propusieron destruir sus murallas socavándolas y dinamitándolas. En Septiembre, los defensores estaban sin comida y extenuados. Los turcos lograron abrir boquetes en la muralla y la ciudad estaba al borde de la derrota cuando providencialmente les llegó auxilio. 

Juan Sobieski n.1629, coronado rey de Polonia en 1674, bien llamado el "León del Norte" vino al rescate. Partió de Cracovia el 15 de Agosto.

En camino las tropas visitaron el santuario de la Virgen de Cñestochowa, patrona de Polonia, se consagraron a ella y Sobieski puso a Polonia bajo su protección. El 6 de Septiembre, los polacos cruñaron el Danubio 30km, N.O. de Viena y se unieron con las fuerñas imperiales y otras que habían respondido a la llamada de formar una Liga Santa de defensa con el respaldo del Papa Inocencio XI. (Luis XIV de Francia no respondió y mas bien aprovechó la oportunidad para atacar ciudades alemanas).

El 11 de Septiembre las tropas de Sobieski llegaron a Viena. Aunque los turcos les superaban en número (según cálculos de Sobieski, 76,000 vs 300,000), sabían que el futuro de Europa y de la cristiandad estaban en juego. El 12 de Septiembre, temprano en la mañana, Sobieski fue a Misa y se puso en manos de Dios.

La victoria salvó a Europa y frustró el plan de conquista islámica de Europa. Sobieski dio todo el crédito por la victoria a Dios. Dijo: "Veni, vidi, Deus vicit". En agradecimiento a Nuestra Señora por la victoria obtenida, el Papa Inocencio XI extendió la fiesta del Dulce Nombre de María a la Iglesia Universal, el 12 de Septiembre.

El Nombre

Ha sido Lucas en su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a ser la Madre de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María, traducido del hebreo "Miriam", significa, Doncella, Señora, Princesa.

Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris stella. El nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y perfume.

En el Cantar de los Cantares, el esposo visita a la esposa, que le espera con las manos humedecidas por la mirra. "Yo vengo a mi jardín, hermana y novia mía, a recoger el bálsamo y la mirra". "He mezclado la mirra con mis aromas. Me levanté para abrir a mi amado: mis manos gotean perfume de mirra, y mis dedos mirra que fluye por la manilla de la cerradura". Los Magos regalan mirra a María como ofrenda de adoración. "Y entrando a la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra". La mirra, como María, es el símbolo de la unión de los hombres con Dios, que se hace en el seno de María. Maria es pues, el centro de unión de Dios con los hombres. Los lingüistas y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre tan hermoso como María, que ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en Israel. Y que para los filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa, calificativos todos bellos y sugerentes.

La Misión

En la Historia de la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los personajes a quienes destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice: "Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca edificaré mi Iglesia". María venía al mundo con la misión más alta, ser Madre de Dios, y, sin embargo, no le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARIA, el nombre que tenía, y cumple todos esos significados, pues como Reina y Señora la llamarán todas las generaciones. María, joven, mujer, virgen, ciudadana de su pueblo, esposa y madre, esclava del Señor. Dulce mujer que recibe a su niño en las condiciones más pobres, pero que con su calor lo envuelve en pañales y lo acuna. María valiente que no teme huir a Egipto para salvar a su hijo. Compañera del camino, firme en interceder ante su hijo cuando ve el apuro de los novios en Caná, mujer fuerte con el corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo y recibiendo en sus brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en sus primeros pasos con su maternidad abierta a toda la humanidad. María, humana. María, decidida y generosa. María, fiel y amiga. María fuerte y confiada. María, Inmaculada, Madre, Estrella de la Evangelización.

"NO HAY TREGUA PARA EL GOLOSO, PORQUE LA GULA ES LA HIPOCRESÍA DEL ESTÓMAGO"
El Papa señala los vicios que "esclavizan, tiranizan y atormentan"

"El ego puede convertirse en un verdugo que tortura constantemente al hombre"

José Manuel Vidal, 12 de septiembre de 2018 a las 10:21

Saludo del Papa durante la audiencia

Los escritores dicen que la envidia tiene el alma amarilla, porque no pueden tener la ferscura de la salud del alma. La envidia destruye

(José M. Vidal).- La gente sigue arropando al Papa Francisco con efusivas muestras de cariño ante los ataques de los rigoristas, que se ha vuelto como un boomerang contra ellos. En su catequesis, el Papa denunció las esclavitudes externas internas, especialmente la del propio ego, que conduce al pecado y a los vicios. "No hay tregua para el goloso, porque la gula es la hipocresía del estómago", explicó, por ejemplo.

Al Papa se le ve sereno, relajado y decidido, mientras recibe vivas, aplausos y, por su parte, responde a las muestras de cariño de la gente levantando el pulgar, bendiciendo, sonriendo, besando a los niños y tomando el mate que alguien le ofrece al pasar.

Primera lectura del libro del Deuteronomio:

"Cuida de santificar el día sábado, como Yavé, tu Dios, te lo manda. Seis días tienes para trabajar y hacer tus quehaceres. Pero el día séptimo es el Descanso en honor de Yavé, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu servidor, ni tu sirvienta, ni tu buey, ni tu burro u otro de tus animales. Tampoco trabajará el extranjero que está en tu país. Tu servidor y tu sirvienta descansarán así como tú,. pues no olvides que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, de la que Yavé, tu Dios, te sacó actuando con mano firme y dando grandes golpes; por eso Yavé, tu Dios, te manda guardar el día sábado."

Algunas frases de la catequesis del Papa

"Catequesis sobre el tercer mandamiento, el del día del descanso"

"Mientras en el Éxodo el motivo del reposo es la 'bendición de la creación', en el Deuteronomio, en cambio, se conmemora el 'final de la esclavitud'"

"El esclavo tiene que descansar igual que el amo, para celebrar la memoria de la Pascia de liberación"

"Hay muchos tipos de esclavitud, tanto externa como interna"

"Entre las externas, las opresiones, las vidas secuestradas por la violencia y otros tipos de injusticia"

"Hay también las prisiones internas, que son, por ejemplo, los bloqueos psicológicos, los complejos, las limitaciones de carácter y demás"

"¿Una persona encarcelada u oprimida puede seguir siendo, sin embargo libre? ¿Y una persona atormantada por las dificutades interiores puede ser libre?"

"Hay personas que, incluso en la cárcel, viven con una gran libertad de ánimo"

"Pensemos en San Maximiliano Kolbe o en el cardenal Van Thuam"

"¿Qué es la verdadera libertad? ¿Consiste, quizás, en la posibilidad de poder elegir?"

"Poder hace lo que se desea no basta para ser realmente libres, y mucho menos, felices. La verdadera libertad va mucho más allá"

"Hay otar esclavitud: la del propio ego"

"El ego puede convertirse en un tormento que torura al hombre en todas partes y le porporciona la más profunda opresión, la que se llama pecado, que no es la banal violación de un código, sino la quiebra de la existencia y las condiciones de esclavos"

"El pecado es el 'ego'. Pensmos en las pasiones humanas"

"El goloso, el lujurioso, el avaro, el iracundo, el envidioso, el malvado, el soberbio son esclavos de sus vicios, que los tiranizan y los atormentan"

"No hay tregua para el goloso, porque la gula es la hipocresía del estómago, que está lleno, pero nos hace ver que está vacío. Somso esclavos de un estómago hipócrita"

"El ansia de poseer destruye al avaro y el fuego de la ira y el tormento de la envidia destruyen las relaciones"

"Los escritores dicen que la envidia tiene el alma amarilla, porque no pueden tener la ferscura de la salud del alma. La envidia destruye"

"El verdadero esclavo es el que no es capaz de amar"

"Todos estos vicios nos alejan del amor y nos impiden amar"

"El amor nos hace libres incluso en la cárcel"

"Ésta es la libertad que recibimos de nuestro Redentor"

Texto íntegro del saludo del Papa en español

Queridos hermanos:
En el tercer mandamiento del Decálogo se pide observar el día de reposo. A diferencia delÉxodo, el libro del Deuteronomio establece este mandamiento para que el esclavo pueda también descansar y celebrar así el recuerdo de la Pascua de liberación; es decir, conmemora el final de la esclavitud ya que los esclavos por definición no pueden descansar.
Hay muchos tipos de esclavitud, fruto de opresiones, violencias e injusticias; y también prisiones interiores, como los tormentos, los complejos o los obstáculos psicológicos. Pero hay una esclavitud que es más fuerte que cualquier otra: la del propio yo. El "ego" puede convertirse en un verdugo que tortura constantemente al hombre, procurándole la más profunda de las opresiones que es el "pecado". No hay descanso para quien vive de la gula y de la lujuria; el ansia de poseer destruye al avaro, el fuego de la ira y la carcoma de la envidia corroen las relaciones; y el egocentrismo del soberbio lo aísla y aleja de los demás. La verdadera esclavitud es la de no saber amar.

El tercer mandamiento es una profecía de Nuestro Señor Jesucristo, que rompe las cadenas interiores del pecado y hace al hombre capaz de amar. En Cristo, el hombre encuentra el descanso de la misericordia y de la verdad que lo hace libre.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina, y en particular al grupo de sacerdotes venezolanos, acompañados por el Cardenal Baltazar Porras. Hoy celebramos la fiesta del Santísimo Nombre de María. Pidámosle a nuestra Madre del Cielo que nos ayude a vivir el descanso dominical como un tiempo privilegiado de encuentro con el Señor y con los demás, dejando que el amor de Jesús nos libere de todas nuestras esclavitudes. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

La fuente

Santo Evangelio según San Lucas 6, 20-26. Miércoles XXIII de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

En medio de mis preocupaciones, mis intereses y mi vida ordinaria, quiero darte un pequeño momento, estar a tu lado y crear conciencia de lo que has hecho por mí. Dame la gracia de saber escucharte, contemplarte y enamorarme de la misión que me tienes preparada.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Si somos capaces de poner la fuente de nuestra alegría y de nuestra tristeza en Cristo podremos entender los caminos que pone en nuestra vida.

Hay que entender las bienaventuranzas para poder vivirlas, pues son benditos los que saben llorar con esperanza, porque ellos son los que encuentran un sentido a su dolor. Son ellos los que saben dar el paso de fe en medio de la incomprensión y logran entender que las lágrimas no tienen la última palabra.

Si la fuente de nuestra alegría está en diversiones y placeres que se prenden y apagan como un relámpago, no podremos encontrar satisfacción total y, aun cuando demostremos seguridad, en el fondo tendremos miedo por saber que esta risa, este consuelo, este gozo tendrá, tarde o temprano, un fin.

Es válido y necesario preguntarnos, ¿por qué somos felices?, ¿por qué reímos?, ¿por qué…? Respondiendo a esta pregunta lograremos examinarnos a fondo y darnos cuenta que no siempre vivimos con fe. Pero también nos ayudará a ver aquellos momentos que logramos responder con espíritu sobrenatural, en un acto de confianza, que pudimos haber puesto la fuente de nuestra alegría y gozo en donde nace la vida eterna, en Dios.

Frente al sufrimiento no comprendido se pone un "por qué" desesperado. Pero por detrás de cada suceso, por fe sabemos que hay un porqué... Es la respuesta que ofrece el creer en un Dios que prepara todo camino para aquellos que le aman.

Estas son las bienaventuranzas. No exigen gestos asombrosos, no son para superhombres, sino para quien vive las pruebas y las fatigas de cada día, para nosotros. Así son los santos: respiran como todos el aire contaminado del mal que existe en el mundo, pero en el camino no pierden nunca de vista el recorrido de Jesús, aquel indicado en las bienaventuranzas, que son como un mapa de la vida cristiana.

(Homilía de S.S. Francisco, 1º de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy intentaré responder profundamente al porqué de mi felicidad, de mi alegría, de mi tristeza…

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Las bienaventuranzas, un mundo al revés

La Palabra de Cristo en el Evangelio nos ofrece otra perspectiva de vida

Un viejo ermitaño fue invitado cierta vez a visitar la corte del rey más poderoso de aquella época. Era un rey poderoso, con un ejército incontable, con mansiones que dejaban admirado a todo mundo, y con mujeres que hacía presentir el placer que se viviría a todas horas en los palacios.

Ese soberano, quiso mostrar su bondad, invitando un día a un viejo ermitaño que vivía en la excavación de una roca y tenía como alimento lo único que puede proporcionar la vida silvestre y que bebía directamente de un riachuelo cercano.

“Envidio a un hombre santo como tú, que se contenta con tan poco” comentó el soberano.

”Yo envidio a Vuestra Majestad, que se contenta con menos que yo.” Respondió el ermitaño.

”¿Cómo puedes decirme esto, cuando soy el rey y todo lo que puedes contemplar me pertenece?”.

“Justamente por eso. Yo tengo la música de los astros y las estrellas, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, tengo la luna y el sol, porque tengo a Dios en mi alma. Vuestra Majestad, sin embargo, sólo posee este reino”, concluyó el ermitaño.

Me he atrevido a citar este texto porque en la línea de sencillez puede ilustrar muy bien el mensaje que nos regala la liturgia de este domingo: el mensaje de las bienaventuranzas, el sermón de la montaña, el corazón del mensaje de Cristo, que invita sencillamente a poner nuestro corazón en el corazón de Dios, donde nada nos hará falta y donde todo lo tendremos.

A veces, cuando se piensa superficialmente, está uno tentado a pensar si Cristo no se estaría burlando de los hombres cuando llama dichosos, felices, bienaventurados a los pobres, a los que sufren, a los que lloran, a los que tienen hambre. Pero cuando se examina la vida de Cristo, nos damos cuenta que no había ser más feliz, más libre, más dichoso que él, que no poseía nada y que estaba dispuesto a dar todo lo que tenía de sí.

Ese es el mensaje más profundo de Cristo, que a los cristianos, a sus seguidores, nos hace falta dar el salto de los simples mandamientos, hasta darlo todo, hasta vivir desprendidos de todo, porque todo lo recibiremos a cambio.

Raniero Cantalamessa, el predicador del Papa, expresa esta magistralmente esto que intento decirles: “Cuánta gente carga la propia barca de una infinidad de baratijas, que creen necesarias para que el mismo viaje resulte agradable, en el dilatado viaje en el río de la vida hasta casi hacerlo sucumbir; pero, en realidad todas son inútiles y sin importancia. Más bien, ¿por qué no hacer que la barca de nuestra vida sea ligera, cargada sólo de las cosas que verdaderamente son necesarias? Un cassette agradable, placeres sencillos, uno o dos amigos dignos de este nombre, alguno al que amar y alguno que te ame; un gato, un perro y lo suficiente para comer y para cubrirse. Encontraremos de este modo que es mucho más fácil empujar la barca. Tendremos tiempo para pensar, para trabajar y también para beber algo estando relajados al sol”.

Y ya que he citado a dos autores, permítanme agregar a otro, con la sola idea de invitar a todos mis lectores, que de una vez por todas, se animen a tomar el Evangelio en sus manos, encontrar el capítulo quinto de San Mateo, y comenzar a ver la vida de una manera nueva, ver la vida al revés, ver la vida como estaríamos llamados a vivir en la verdadera vida.

Así se expresa Giovanni Papini en su célebre Historia de Cristo: “Quien ha leído el Sermón de la Montaña y no ha sentido, por lo menos en el corto momento de la lectura, un escalofrío de agradecida ternura, un impulso de llanto en lo más hondo de la garganta, un estrujamiento de amor y de remordimientos, una necesidad confusa, pero punzante, de hacer algo para que aquellas palabras no se queden tan sólo en palabras, para que aquél Sermón no sea únicamente sonido y señal, sino esperanza inminente, vida cálida en todos los vivos, verdad actual, verdad para siempre y para todos: quien lo ha leído una sola vez y no ha experimentado todo eso, es que necesita antes que nadie nuestro amor, porque todo el amor de los hombres no alcanzará jamás a compensarlo de lo que ha perdido”.

Finalmente me atrevo a citar lo que oí hace muchos años, de los años cuando en la Rusia del comunismo de Stalin, todo lo que oliera a Evangelio y a Iglesia y a espiritualidad estaba fulminantemente prohibido, un día se propusieron hacer una obra de teatro donde el actor principal tendría que tomar distraídamente la Biblia, comenzar a leer desparpajadamente el inicio del capítulo 5 de San Mateo, “Bienaventurados los pobres... bienaventurados los que sufren..." y arrojar el libro al suelo acompañando la acción con una sonora carcajada.

Comenzó la obra, y cuando el actor comenzó a leer, ya delante de todo el auditorio, fue tal el impacto que sintió al ir leyendo, que ya no pudo retirar su vista del texto que tenía en sus manos, y subyugado por la profundidad del texto, siguió leyendo y leyendo, al grado que tuvieron que bajar el telón, porque aquello se había salido totalmente de todo lo planeado, y aquel momento inesperado se había convertido en una inmejorable lección catequística.

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