«Que tome su cruz y me siga
- 16 Septiembre 2018
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El episodio de Cesarea de Filipo ocupa un lugar central en el evangelio de Marcos. Después de un tiempo de convivir con él, Jesús hace a sus discípulos una pregunta decisiva: «¿Quién decís que soy yo?». En nombre de todos, Pedro le contesta sin dudar: «Tú eres el Mesías». Por fin parece que todo está claro. Jesús es el Mesías enviado por Dios, y los discípulos lo siguen para colaborar con él.
Pero Jesús sabe que no es así. Todavía les falta aprender algo muy importante. Es fácil confesar a Jesús con palabras, pero todavía no saben lo que significa seguirlo de cerca compartiendo su proyecto y su destino. Marcos dice que Jesús «empezó a enseñarles» que debía sufrir mucho. No es una enseñanza más, sino algo fundamental que los discípulos tendrán que ir asimilando poco a poco.
Desde el principio les habla «con toda claridad». No les quiere ocultar nada. Tienen que saber que el sufrimiento los acompañará siempre en su tarea de abrir caminos al reino de Dios. Al final será condenado por los dirigentes religiosos y morirá ejecutado violentamente. Solo al resucitar se verá que Dios está con él. Pedro se rebela ante lo que está oyendo. Su reacción es increíble. Toma a Jesús consigo y se lo lleva aparte para «increparlo». Había sido el primero en confesarlo como Mesías. Ahora es el primero en rechazarlo. Quiere hacer ver a Jesús que lo que está diciendo es absurdo. No está dispuesto a que siga ese camino. Jesús ha de cambiar esa manera de pensar.
Jesús reacciona con una dureza desconocida. De pronto ve en Pedro los rasgos de Satanás, el tentador del desierto que busca apartarlo de la voluntad de Dios. Se vuelve de cara a los discípulos y «reprende» literalmente a Pedro con estas palabras: «Ponte detrás de mí, Satanás»: vuelve a ocupar tu puesto de discípulo. Deja de tentarme. «Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
Luego llama a la gente y a sus discípulos para que escuchen bien sus palabras. Las repetirá en diversas ocasiones. No han de olvidarlas jamás. «Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga». Seguir a Jesús no es obligatorio. Es una decisión libre de cada uno. Pero hemos de tomar en serio a Jesús. No bastan confesiones fáciles. Si queremos seguirlo en su tarea apasionante de hacer un mundo más humano, digno y dichoso, hemos de estar dispuestos a dos cosas. Primero, renunciar a proyectos o planes que se oponen al reino de Dios. Segundo, aceptar los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús e identificarnos con su causa. José Antonio Pagola Domingo 24 Tiempo ordinario - B (Marcos 8,27-35) 16 de septiembre 2018
XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Is 50, 5-9a; Sal 114; Sant 2, 14-18; Mc 27-35)
COMENTARIO
Las lecturas de este domingo nos traen el recuerdo de las celebraciones que nos ha ofrecido el calendario litúrgico estos días pasados, como ha sido la Exaltación de la Cruz y Nuestra Señora de los Dolores. En muchas comunidades se celebran fiestas en honor de Cristo y de su Madre.
La enseñanza de la Palabra de Dios es un tanto paradójica: poder sentir el privilegio de acompañar al Señor cargados con el peso de nuestros sufrimientos. Pero no se nos llama a una espiritualidad masoquista, sino a sabernos acompañados en nuestras pruebas por Quien ha decidido de manera voluntaria y amorosa tomar nuestras dolencias y hacerse solidario con nuestros dolores. Naturalmente, como le sucedió al discípulo Pedro, no deseamos la prueba ni el dolor, e intentamos huir de ellos; sin embargo, hay un secreto sorprendente cuando los asumimos de manera teologal: “Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”. San Ignacio de Loyola le decía al joven Francisco Javier: “¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?” El atractivo de los bienes de este mundo puede nublar la mente y esclavizar el corazón. Mas si ponemos los ojos en el Crucificado, todo se puede sufrir, nos dice Santa Teresa de Jesús. La Palabra de Dios nos asegura: “Invoqué el nombre del Señor: «Señor, salva mi vida”. Y el orante reconoce: “Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída”. El profeta afirma: “Mirad, el Señor me ayuda”. Una consigna es tener el oído atento para saber escuchar lo que agrada a Dios, y sobre todo para percibir que no vamos solos por el camino de la existencia, sino que Jesús se ha comprometido a acompañarnos; y nos dice: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Quien se fíe del Señor no quedará defraudado. Puede dar pudor afirmar que Jesucristo se hace solidario con los que sufren, como si con esto se buscara evadirse de esos sufrimientos. El apóstol Santiago nos invita a ser mediación de la compasión del Señor para quienes tienen necesidad: “Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Por las obras, te probaré mi fe”. Tenemos la llamada a mirar la Cruz de Cristo, a adorarla y a ser signos compasivos para los que hoy son reflejo del Crucificado.
Seguimiento radical; XXIV Domingo Ordinario
“¿Qué significa Jesús para ti?” La iglesia es humana y tiene fallas, si nuestra fe la ponemos en la institución estamos perdidos
Lecturas:
Isaías 50, 5-9: “Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban”
Salmo 114: “Caminaré en la presencia del Señor”
Santiago 2, 14-18: “La fe, si no se traduce en obras, está completamente muerta”
San Marcos 8, 27-35: “Dijo Pedro: ‘Tú eres del Mesías’.- Es necesario que el Hijo del hombre padezca mucho”
En estos días de escándalos y acusaciones, un joven me cuestionaba si todavía la Iglesia tendría futuro cuando todo mundo la denigra y la vitupera, cuando parece haber tocado fondo. Yo sólo le contesté con otra pregunta: “¿Qué significa Jesús para ti?” La iglesia es humana y tiene fallas, si nuestra fe la ponemos en la instutición estamos perdidos. Jesús está en el centro de nuestra fe. La relación personal con Él, el reconocimiento de su amor, la admiración por su vida, serán las bases de nuestra propia vida.
Jesús y sus discípulos van de camino y ahí, caminando, es donde se presentan los problemas y las crisis, donde se cuestionan sobre la meta, donde se revisa el camino andado. Ya nos encontramos en la mera mitad del Evangelio de San Marcos… Jesús ha realizado prodigios en pro de la vida y del pueblo oprimido. Ha liberado a enfermos y endemoniados, ha restituido dignidad y valor a los marginados. Ha denunciado las actitudes hipócritas y serviles de los escribas y fariseos. Ha anunciado por todo Galilea y más allá de sus fronteras su Buena Nueva y llega el momento de preguntarse. ¿Qué se ha logrado? Parece poca cosa: la ceguera de los fariseos, la alabanza de un pueblo que busca respuestas inmediatas a sus necesidades, los intereses de sus discípulos, el escándalo y el alejamiento de su familia. ¿Es el camino que quiere Jesús?
Entonces viene esa pregunta inquietante de Jesús a los cercanos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”, y las respuestas no se dejan esperar. Y aparece la comparación con los personajes más importantes que conoce el judío, y se esperaría que Cristo estuviera muy contento con estas respuestas… pero sigue otra pregunta más incisiva: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. No es una pregunta accidental o sin importancia, sino la pregunta fundamental en la vida.
Nuestras respuestas no estarían muy lejanas de las que dicen los discípulos. Ciertamente hay una admiración por Cristo como hombre, como persona, como fundador de una religión, como el gran maestro. Hay millones que se dicen sus seguidores y que en una u otra forma están bautizados y se reconocen cristianos. Pero ¿esto es lo más importante para Cristo?
También que hay quienes lo atacan y buscan enlodar su nombre, hay quienes quisieran destruirlo, o que pasara ignorado… pero Cristo sigue insistiendo en su pregunta: “y tú, ¿quién dices que soy yo?” No espera confesiones ni monumentos, no pregunta si llevas una medalla en el pecho o si tienes una bella imagen en tu cuarto, sino pregunta por tu vida. No por tus palabras, con tu vida quién dices quién es Cristo. Claro que somos multitudes los que nos decimos cristianos, pero quizás recibiríamos el mismo reproche dirigido a Pedro: “¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres”. Porque a pesar de llamarnos sus seguidores, nos acomodamos más a los criterios de los hombres que a los criterios de Jesús, porque buscamos los primeros lugares, porque luchamos denodadamente por el poder, porque mentimos y robamos, porque damos la espalda al prójimo, porque ¡no hemos entendido lo que quiere Jesús! Usamos su nombre para nuestros propios fines.
Al igual que Pedro, nosotros ahora le daríamos algunos consejos muy prácticos a Jesús sobre su forma de ser Mesías porque nos parece absurda su propuesta en nuestro mundo moderno. Le diríamos que tiene que adaptarse, que tiene que renovar sus esquemas. Que no es posible seguir soñando con un mundo donde todos sean hermanos, que hay sus diferencias y debemos aceptarlas, que el sacrificio y la lucha por los pequeños y los pobres no lleva al triunfo, que los grandes éxitos se logran de otra forma… y Jesús nuevamente nos diría que esos no son sus caminos, sino los caminos de los hombres. Si miramos con atención a los discípulos, veremos que siguen a Jesús pero no han cambiado de idea ni de mentalidad. Se resisten a perder sus proyectos de triunfo, y ahora Jesús les presenta una nueva forma de seguirle. Ya no se trata solamente de acompañarle y compartir la misión de curar y predicar. Ahora seguirle representa conflicto, sufrimiento y muerte. Sólo así se defiende la verdad y la vida. Por eso, aunque corre el riesgo de quedarse solo, replantea con toda claridad su propuesta: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”. Es la misma propuesta que Jesús nos hace a nosotros. No hay otra forma de ser su discípulo que tomar su cruz. Hay que renunciar a los proyectos propios de poder, de intereses personales, de satisfacciones y ambiciones. Cristo es radical. La única forma de seguirlo es cargando con la cruz, la única forma de conservar la vida es perderla por Él y por el Evangelio.
Su Evangelio no son superficialidades, no es una religión para vestirse, no son apariencias, es una entrega completa y definitiva. Es tocar con su palabra todos los aspectos de nuestra vida, es abrir los oídos y el corazón y dejarse invadir por sus criterios. No se puede dejar a un lado la pregunta de Jesús. Hoy tenemos que tener una actitud de escucha. Debo empaparme de lo que Jesús me dice. Rumiarlo y asumirlo en todos los momentos de mi vida, aun en los más pequeños. Hoy necesito hablar con toda honestidad con Jesús sobre mis sentimientos, mis deseos y preguntarle si no son erróneos, si no es una forma de pensar a estilo de los hombres. Hoy necesito confrontar mi vida con el Evangelio y hacerme preguntas en serio: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Hasta dónde estoy dispuesto a seguirlo? ¿Vale la pena vivir la vida como lo estoy haciendo?
Míranos, Señor, con ojos de misericordia y haz que experimentemos vivamente tu amor, para que podamos seguirte con sinceridad y servirte con todas nuestras fuerzas. Amén.
Santo Evangelio según San Marcos 8, 27-35. Domingo XXIV de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, permíteme descubrir quién eres realmente en mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio del día de hoy Jesús te pregunta: "¿quién decís que soy?".Probablemente dirás "el Hijo de Dios" o cualquier otra respuesta, pero Dios quiere que respondas, no de forma impetuosa como hizo Pedro, sino que veas en tu corazón y valores si lo que dices con los labios lo dices con tus acciones.
La vida cristiana no es fácil y el ímpetu por dar respuestas rápidas pueden llevarte a no comprender la magnitud de lo que dices o haces, es por esto que después que Pedro profesa que Jesús es el Hijo de Dios Vivo le increpa diciéndole:"¡Quítate de mí vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!".Habiendo subrayado esto, pregúntate, ¿quién es realmente Jesús para mí? ¿Le veo como Dios hecho hombre o como uno más de quien se cuentan historias maravillosas y fantásticas? Para ayudarte a contestar éstas y otras preguntas que puedan surgirte contéstate y recuerda, ¿cómo, (cuándo y dónde) fue la experiencia con Jesús que me cambió la vida?
Si eres casado o tienes una relación sentimental con alguien, recuerda esos momentos que te llevaron a querer entablar una relación, que te llevaron a tener un proyecto común con esa persona; reviviendo esos momentos memorables podrás responder quién es la persona que está a tu lado, afianzarás esos lazos que les unen y renovarás el amor que hay en ti por esa persona especial en tu vida. De la misma forma, pero ahora con Cristo, recuerda esos momentos en que libremente decidiste seguirle y hacerle parte de tu vida; revive esos momentos y podrás responder quién es para ti y de igual forma afianzaras los lazos familiares y amistosos que les unen.
Que san José y la Virgen María te guíen en tu caminar, que puedas renovar tu relación con Cristo y responderte quién es Él en tu vida.
"Tú eres el Mesías". Respuesta acertada sin duda alguna, pero aún insuficiente, puesto que Jesús advirtió la necesidad de precisarla. Se percataba de que la gente podría utilizar esta respuesta para propósitos que no eran los suyos, para suscitar falsas esperanzas terrenas sobre él. Y no se deja encerrar sólo en los atributos del libertador humano que muchos esperan.
(S.S. Benedicto XVI, Homilía, 16 de septiembre de 2012)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, ante Jesús Eucaristía, recordaré esos momentos en que decidí seguirlo y le pediré que me ayude a serle siempre fiel.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Novena a Nuestra Señora de las Mercedes
Por: n/a | Fuente: devocionario.com
Por la señal de la Santa Cruz...
Señor mío, Jesucristo...
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Soberana Virgen María, Reina de los Ángeles, Emperatriz de los cielos, elegida Madre de Dios, concebida en gracia, a quien rinden veneración todos los coros de los Ángeles y Santos del cielo. A Ti me acerco para rogarte que, puesto que bajaste del cielo a la tierra declarando que eres Madre de Merced y de las Misericordias, usa tu piedad con este humilde devoto tuyo. Y para más obligarte, Madre de pecadores, consuelo de los afligidos, socorro de todas las necesidades, me consagro una vez más a ti, como esclavo y servidor tuyo. Dirígeme, encamíname y ampárame, Señora y Madre mía, para que acierte a servirte y logre lo que en esta novena pido y deseo, si es del agrado de tu precioso Hijo Jesús, que vive y reina con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén
Rezar a continuación la oración del día que corresponda:
DÍA PRIMERO
Señor, Dios Omnipotente y Misericordioso, que así para librar a tu pueblo escogido de la esclavitud de Egipto hablaste a Moisés en el monte Horeb, desde una zarza que ardía sin consumirse, así mismo hablaste en Barcelona al Patriarca San Pedro Nolasco para que rescatase a los cautivos cristianos, siendo la mensajera tu Santísima Madre, la Virgen María, que bajó del cielo y desde el primer instante de su vida fue como zarza milagrosa, pues jamás la tocó la llama de la culpa, ni perdió la hermosura de la gracia, ni su original pureza; te ruego que por la intercesión de la misma Santísima Madre tuya, no se abrase mi cuerpo en las llamas de la impureza, ni se manche mi alma con el pecado de la sensualidad, para que, a imitación de esta celestial Señora, exhale mi corazón fragancias de pureza.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
DÍA SEGUNDO
Rey soberano, Padre de Misericordia y Dios de todo consuelo, que con la virtud de la vara de Moisés diste a conocer al Faraón la eficacia de tu Divino Poder, pues con ella fue quebrantada la dureza de aquel perverso corazón y consiguió la libertad tu pueblo escogido; humildemente te rogamos, por la intercesión de la virgen Santísima de la Merced, refrenes mis pasiones y ablandes la dureza de mi pobre corazón, para que, logrando con tu gracia quebrantar las cadenas de mis culpas, me vea libre de la esclavitud del pecado; y concediéndome la merced de tu caridad y justicia, me des también el don de la perseverancia final, para merecer y lograr la gloria eterna. Amén.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
DÍA TERCERO
Poderosísimo Señor y Padre compasivo que después de librarlos del cautiverio, diste a los israelitas una columna de esperanza y consuelo, pues durante el día, en forma de nube los defendía de los rayos y ardores del sol, y por la noche, en figura de fuego, les iluminaba para librarlos de todo riesgo y peligro; humildemente te suplico por mediación de María Santísima de la Merced, que consigamos vernos libres de los rigores de tu justicia y merezcamos, por tu piedad, el fuego del divino amor que abrase siempre nuestros corazones y sirva de luz que disipe las sombras de nuestra ignorancia para que no perdamos nunca el camino del cielo. Amén.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
DÍA CUARTO
¡Dulcísimo Jesús, Dios infinito, hijo Unigénito de María!; pues manifestaste a los hombres que te es agradable el título de la Merced con que veneramos a tu Santísima Madre: haz, Señor, que experimentemos el Poder de este celestial nombre y singular devoción, y que la Reina del cielo y tierra nos defienda del enemigo infernal y de todas sus asechanzas y tentaciones, para que acertemos a servirte en esta vida y después podamos cantarte himnos de alabanza por toda la eternidad. Amén.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
DÍA QUINTO
Clementísimo Señor, Padre amoroso y benignísimo creador nuestro, somos pecadores y por ellos merecedores de castigo en este mundo y en el otro, más por tu infinita misericordia, nos concedes un refugio seguro en la protección de tu Santísima Madre; continúa derramando sobre cuantos la veneramos como a Madre de Merced y Misericordia tus divinas bendiciones, para que, libres de los peligros de este mundo, lleguemos con su protección, al Puerto seguro de la Gloria. Amén.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
DÍA SEXTO
Señor, Dios de la Misericordia, que por medio de la reina Esther libraste a los israelitas de la sentencia de muerte dictada por Asuero; te rogamos, piadoso dueño de nuestras almas, que por la intercesión de la Santísima Virgen María de la Merced, nos libres de la muerte del pecado, concediéndonos la libertad de los Hijos de Dios y vivir en gracia hasta que podamos gozar eternamente en la gloria. Amén.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
DÍA SÉPTIMO
Eterno y Omnipotente Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que coronaste a la Santísima Virgen María de estrellas y la vestiste de Gloria y Majestad, dándole poder contra todos nuestro enemigos; te suplicamos con la mayor confianza, nos otorgues el favor de considerarnos como devotos y esclavos de tan esclarecida Señora, pues la invocamos como Madre de la Merced y Misericordia, para que así nos veamos libres de las asechanzas del enemigo infernal ahora y en la hora de nuestra muerte y podamos conseguir la Gloria eterna. Amén.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
DÍA OCTAVO
Amantísimo Dios y piadoso Señor, que para librar del castigo de la muerte a tu siervo Nabal, dispusiste que bajara del monte la prudente Abigail, para postrarse ante el Rey David; te suplicamos rendidamente que por los ruegos de la hermosísima y prudente Virgen María de la Merced, tu Madre, que bajó del monte de la gloria a la ciudad de Barcelona para dar consuelo a todos los afligidos y libertad a los cautivos cristianos, nos libres de todo peligro de cuerpo y alma y nos concedas entrada segura en la gloria celestial. Amén.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
DÍA NOVENO
Dios y Señor de todo el Universo, que compadecido de nuestras miserias te dignaste bajar a redimirnos de la esclavitud del pecado haciéndote hombre en las purísimas entrañas de María; te rogamos por ese infinito amor tuyo, que pues elegiste a la Virgen Madre tan pura y tan misericordiosa, hagas que ella derrame sobre todos tus devotos la lluvia de sus bondades, para que mereciendo subir pro la senda de las virtudes, logremos, por la intercesión de la virgen María de la Merced, gozar de la Bienaventuranza Eterna, adorándote en tus moradas celestiales, donde vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.
ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
Salutaciones. Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María...
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...
Oración. ¡Oh, Bendita Virgen María de la Merced! ¿Quién podrá darte las debidas gracias y alabanzas por la solicitud tan maternal con que siempre has atendido a todas las almas? ¿Qué alabanzas podrá tributarte el frágil mortal que no haya aprendido de ti, Madre mía?
Dígnate aceptar nuestras plegarias que con todo fervor te dirigimos para agradecerte tantos y tan grandes favores que hemos recibido de tu maternal bondad. Son pobres y desproporcionadas a tus beneficios, pero no pongas tus ojos en ellos, piensa más bien que somos tus hijos y que, como hijos muy amantes te las dirigimos. A recibirlas alcánzanos el perdón de nuestros pecados y redímenos del castigo por ellos tenemos merecido. Escucha propicia nuestras plegarias y haz que consigamos la dicha eterna.
Recibe nuestras ofrendas, accede a nuestras súplicas, disculpa nuestras faltas, pues eres la única esperanza de los pecadores. Por tu intercesión ante tu Hijo esperamos el perdón de nuestros pecados y en ti, oh Madre celestial, tenemos toda nuestra esperanza. Virgen excelsa de la Merced; socorre a los desgraciados, fortalece a los débiles, consuela a los tristes, ruega por nuestra Patria, intercede por el Papa, por los Obispos, por los Sacerdotes, por los presos y sus familias; que experimenten tu protección maternal todos cuantos se acerquen a ti con devoción y confianza. Está siempre dispuesta a escuchar las oraciones de los que acuden a tus plantas, de manera que vean siempre cumplidos sus deseos. Ruega sin cesar por todo el pueblo cristiano tú, oh Virgen dichosa, que mereciste llevar en tus entrañas purísimas al Redentor del mundo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
FRANCISCO INVITA A UN BOCADILLO Y UNA BEBIDA A MÁS DE 300 PERSONAS NECESITADAS
El Papa regala a los fieles en el ángelus crucifijos repartidos por pobres, sintechos y refugiados
"El crucifijo es el signo del amor de Dios, que en Jesús dio la vida por nosotros"
C.D., 16 de septiembre de 2018 a las 12:43
Francisco, con su crucifijo regaloRD
Los invito a dar la bienvenida a este regalo y llevarlo a sus hogares, a la habitación de sus hijos o a sus abuelos ... en cualquier parte, pero visible en su hogar
(C.D.).- No a las "fórmulas pre-empaquetadas" para expresar la fe, porque "una fe reducida a fórmulas es una fe miope". Lo ha dicho el Papa Francisco este domingo en el rezo del ángelus, a la vez que ha insistido en la necesidad de "gestos concretos" que demuestren "el amor de Dios", "el amor al prójimo". Y qué mejor manera de demostrar eso que el regalo que ha hecho el pontífice a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro. Un crucifijo repartido por pobres, sintechos y refugiados, a los que Francisco ha invitado después del rezo de la oración mariana a un bocadillo y a una bebida.
Algunas frases de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el pasaje del Evangelio de hoy, la pregunta que pasa por todo el Evangelio de Marcos regresa: ¿Quién es Jesús?
Pero esta vez es el mismo Jesús quien se la hace a los discípulos, ayudándolos gradualmente a enfrentarse con la cuestión de su identidad
Antes de preguntar directamente a los Doce, Jesús quiere escuchar de ellos lo que las personas piensan de Él, ¡y él sabe muy bien que los discípulos son muy sensibles a la popularidad del Maestro!
Se desprende que Jesús es considerado por el pueblo como un gran profeta
Pero, en realidad, él no está interesado en las encuestas y los chismes de la gente. Él ni siquiera acepta que sus discípulos respondan a sus preguntas con fórmulas pre-empaquetadas, citando a personas famosas de las Sagradas Escrituras, porque una fe reducida a fórmulas es una fe miope
El Señor quiere que sus discípulos de ayer y de hoy establezcan una relación personal con Él
Jesús, hoy, hace esta pregunta tan directa a cada uno de nosotros. ¿Quién soy yo para ti?"
Todo el mundo está llamado a responder, en su corazón, guiado por la luz por la que el Padre nos da a conocer a su Hijo Jesús
Jesús nos dice claramente lo que dijo a sus discípulos: que su misión no se realiza en el amplio camino hacia el éxito, pero en el difícil camino del Siervo humillado, rechazado y crucificado, entonces puede pasarnos a nosotros, como a Pedro, que protestemos y nos rebelemos porque esto contrasta con nuestras expectativas, con expectativas mundanas La profesión de fe en Jesucristo no puede detenerse en las palabras, sino que exige ser autenticada por elecciones y gestos concretos, por una vida marcada por el amor de Dios... por el amor al prójimo Jesús nos dice que para seguirlo, para ser sus discípulos, hay que negarse a sí mismos, a las demandas del propio orgullo egoísta, y que se tome su cruz Que la Virgen María, que vivió su fe fielmente siguiendo a su Hijo Jesús, también nos ayude a caminar en su camino, gastando generosamente nuestras vidas por él y por nuestros hermanos
Francisco recuerda en el ángelus a Nicaragua
Algunas frases de su saludo
Queridos hermanos y hermanas:
Ayer visité en visita apostólica Piazza Armerina y Palermo para el 25 aniversario de la muerte del Beato Pino Puglisi. Un aplauso para Don Pino
Agradezco a todos los que hicieron posible la visita: a los organizadores, y a las autoridades civiles y eclesiásticas Les saludo con afecto a todos ustedes, romanos y peregrinos de diferentes países: familias, grupos parroquiales, asociaciones
Saludo a los participantes en la asamblea "Missio Giovani" de las Obras Misionales Pontificias y los animo a ser testigos del amor misericordioso de Jesús
Saludo a los profesores y estudiantes de habla latina del "Colegio Corderius" de Amersfoort: ¡Valete dilectissimi!
Saludo a los confirmandos de Marsan (Vicenza) y a los músicos suizos de Oron-la-Ville
También veo un grupo de Nicaragua. Les saludo tanto
Hoy, dos días después de la Fiesta de la Santa Cruz, pensé en darles a los que están aquí en la plaza un crucifijo
El crucifijo es el signo del amor de Dios, que en Jesús dio la vida por nosotros
Los invito a dar la bienvenida a este regalo y llevarlo a sus hogares, a la habitación de sus hijos o a sus abuelos ... en cualquier parte, pero visible en su hogar
[El crucifijo] no es un objeto ornamental, sino un signo religioso para contemplar y a la que orar. Usted no paga nada. Es un regalo
Agradezco a las hermanas, a los pobres y a los refugiados que ahora distribuirán este regalo, ¡pequeño pero precioso!
Les deseo a todos un buen domingo
Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buena comida y adiós!
Un hombre demuestra el crucifijo regalo del Papa