Maestro, que pueda ver

"LA IGLESIA ES VUESTRA MADRE, NO OS ABANDONA Y ESTÁ DISPUESTA A ACOMPAÑAROS POR CAMINOS NUEVOS"
Carta de los padres sinodales a los jóvenes: "Que nuestras debilidades no os desanimen"
"Ayudar al mundo a levantar la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad, la justicia"

José Manuel Vidal, 28 de octubre de 2018 a las 11:46

El cardenal Baldisseri lee la carta a los jóvenes

Hacéos compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Sois el presente, sed el futuro más luminoso

Papa, en misa de clausura del Sínodo: "Que el Señor bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes"
El Sínodo aprueba "avanzar hacia una Iglesia participativa y corresponsable" en la que no sólo voten los obispos
Papa, en la clausura del Sínodo: "El Gran Acusador a través de nosotros ataca a la madre, pero a la madre no se la toca"

(José M. Vidal).- Al final de la misa de clausura del Sínodo, el cardenal Baldisseri, secretario general del Sínodo recién concluido, lee la carta de los padres sinodales a los jóvenes. En ella, les pide que no les desanimen "las debilidades de la Iglesia", al tiempo que les recuerda que "la Iglesia es madre y nunca os abandona" y les pide que adyuden al mundo "a levantar la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad y la justicia".

Texto íntegro de la carta de los padres sinodales a los jóvenes

Carta de los Padres Sinodales a los jóvenes
Nos dirigimos a vosotros, jóvenes del mundo, nosotros como padres sinodales, con una palabra de esperanza, de confianza, de consuelo. En estos días hemos estado reunidos para escuchar la voz de Jesús, "el Cristo eternamente joven" y reconocer en Él vuestras muchas voces, vuestros gritos de alegría, los lamentos, los silencios.

Conocemos vuestras búsquedas interiores, vuestras alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias que os inquietan. Deseamos que ahora podáis escuchar una palabra nuestra: queremos ayudaros en vuestras alegrías para que vuestras esperanzas se transformen en ideales. Estamos seguro que estáis dispuestos a entregaros con vuestras ganas de vivir para que vuestros sueños se hagan realidad en vuestra existencia y en la historia humana.

Que nuestras debilidades no os desanimen, que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder vuestra confianza. La Iglesia es vuestra madre, no os abandona y está dispuesta a acompañaros por caminos nuevos, por las alturas donde el viento del Espíritu sopla con más fuerza, haciendo desaparecer las nieblas de la indiferencia, de la superficialidad, del desánimo.

Cuando el mundo, que Dios ha amado tanto hasta darle a su Hijo Jesús, se fija en las cosas, en el éxito inmediato, en el placer y aplasta a los más débiles, vosotros debéis ayudarle a levantar la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad, la justicia.

Durante un mes hemos caminado juntamente con algunos de vosotros y con muchos otros unidos por la oración y el afecto. Deseamos continuar ahora el camino en cada lugar de la tierra donde el Señor Jesús nos envía como discípulos misioneros. La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de vuestro entusiasmo. Hacéos compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida.

Sois el presente, sed el futuro más luminoso.

"HEMOS TRABAJADO EN COMUNIÓN Y CON FRANQUEZA, CON EL DESEO DE SERVIR A DIOS Y A SU PUEBLO"
Papa, en misa de clausura del Sínodo: "Que el Señor bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes"

Francisco ofrece tres claves de pastoral juvenil: "Escuchar, hacerse prójimos, testimoniar"

José Manuel Vidal, 28 de octubre de 2018 a las 11:02

El Papa, en la misa de clausura del Sínodo

No es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a nuestras puertas; tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús

(José M. Vidal).- Solemne misa de clausura del Sínodo de los jóvenes, presidida por el Papa. En su homilía, Francisco ofrece las claves de la pastoral juvenil tras el Sínodo: "Escuchar, hacerse prójimos y testimoniar", dejando de lado "las recetas prefabricadas". Bergoglio también da las gracias a los sinodales, que trabajaron con "franqueza" y pide a Dios que "bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes". En la procesión de entrada, participan todos los padres sinodales, asi como los jóvenes auditores y expertos, presentes en el aula sinodal. ¡Todo un símbolo! Primera lectura: "Yo soy un Padre para Israel". 
Lectura de la carta a los Hebreos: "Es capaz de sentir justa compasión...Debe ofrecer sacrificios por sus pecados...Tú eres sacerdote para seimpre según la orden de Melquisedec"

Evangelio de Marcos: "En aquel tiempo, mientras Jesús salía de Jericó acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Llaman al ciego, diciéndole: ¡Animo, levántate! Te llama. Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: Rabbuní, ¡que vea! Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino".

Texto íntegro de la homilía del Papa

El episodio que hemos escuchado es el último que narra el evangelista Marcos sobre el ministerio itinerante de Jesús, quien poco después entrará en Jerusalén para morir y resucitar. Bartimeo es, por lo tanto, el último que sigue a Jesús en el camino: de ser un mendigo al borde de la vía en Jericó, se convierte en un discípulo que va con los demás a Jerusalén. Nosotros también hemos caminado juntos, hemos "hecho sínodo" y ahora este evangelio sella tres pasos fundamentales para el camino de la fe.

En primer lugar, nos fijamos en Bartimeo: su nombre significa "hijo de Timeo". Y el texto lo especifica: «El hijo de Timeo, Bartimeo» (Mc 10,46). Pero, mientras el Evangelio lo reafirma, surge una paradoja: el padre está ausente. Bartimeo yace solo junto al camino, lejos de casa y sin un padre: no es alguien amado sino abandonado. Es ciego y no tiene quien lo escuche. Jesús escucha su grito. Y cuando lo encuentra le deja hablar. No era difícil adivinar lo que Bartimeo le habría pedido: es evidente que un ciego lo que quiere es tener o recuperar su vista. Pero Jesús no es expeditivo, da tiempo a la escucha. Este es el primer paso para facilitar el camino de la fe: escuchar. Es el apostolado del oído: escuchar, antes de hablar.

Por el contrario, muchos de los que estaban con Jesús imprecaban a Bartimeo para que se callara (cf. v. 48). Para estos discípulos, el necesitado era una molestia en el camino, un imprevisto en el programa. Preferían sus tiempos a los del Maestro, sus palabras en lugar de escuchar a los demás: seguían a Jesús, pero lo que tenían en mente eran sus propios planes. Es un peligro del que tenemos que prevenirnos siempre. Para Jesús, en cambio, el grito del que pide ayuda no es algo molesto que dificulta el camino, sino una pregunta vital. ¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida!

Los hijos del Padre celestial escuchan a sus hermanos: no las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo. Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros, con nuestras oraciones a menudo repetitivas. Dios nunca se cansa, siempre se alegra cuando lo buscamos. Pidamos también nosotros la gracia de un corazón dócil para escuchar. Me gustaría decirles a los jóvenes, en nombre de todos nosotros, adultos: disculpadnos si a menudo no os hemos escuchado; si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado los oídos. Como Iglesia de Jesús deseamos escucharos con amor, seguros de dos cosas: que vuestra vida es preciosa ante Dios, porque Dios es joven y ama a los jóvenes; y que vuestra vida también es preciosa para nosotros, más aún, es necesaria para seguir adelante.

Después de la escucha, un segundo paso para acompañar el camino de fe: hacerse prójimos. Miramos a Jesús, que no delega en alguien de la «multitud» que lo seguía, sino que se encuentra con Bartimeo en persona. Le dice: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 51). Qué quieres: Jesús se identifica con Bartimeo, no prescinde de sus expectativas; que yo haga: hacer, no solo hablar; por ti: no de acuerdo con ideas preestablecidas para cualquiera, sino para ti, en tu situación. Así lo hace Dios, implicándose en primera persona con un amor de predilección por cada uno. Ya en su modo de actuar transmite su mensaje: así la fe brota en la vida.

La fe pasa por la vida. Cuando la fe se concentra exclusivamente en las formulaciones doctrinales, se corre el riesgo de hablar solo a la cabeza, sin tocar el corazón. Y cuando se concentra solo en el hacer, corre el riesgo de convertirse en moralismo y de reducirse a lo social. La fe, en cambio, es vida: es vivir el amor de Dios que ha cambiado nuestra existencia. No podemos ser doctrinalistas o activistas; estamos llamados a realizar la obra de Dios al modo de Dios, en la proximidad: unidos a él, en comunión entre nosotros, cercanos a nuestros hermanos. Proximidad: aquí está el secreto para transmitir el corazón de la fe, no un aspecto secundario.

Hacerse prójimos es llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es el antídoto contra la tentación de las recetas preparadas. Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir de nuestros círculos para abrazar a los que "no son de los nuestros" y que Dios busca ardientemente. Siempre existe esa tentación que se repite tantas veces en las Escrituras: lavarse las manos. Es lo que hace la multitud en el Evangelio de hoy, es lo que hizo Caín con Abel, es lo que hará Pilato con Jesús: lavarse las manos. Nosotros, en cambio, queremos imitar a Jesús, e igual que
él ensuciarnos las manos.

Él, el camino (cf. Jn 14,6), por Bartimeo se ha detenido en el camino. Él, la luz del mundo (cf. Jn 9,5), se ha inclinado sobre un ciego. Reconozcamos que el Señor se ha ensuciado las manos por cada uno de nosotros, y miremos la cruz y recomencemos desde allí, del recordarnos que Dios se hizo mi prójimo en el pecado y la muerte. Se hizo mi prójimo: todo viene de allí. Y cuando por amor a él también nosotros nos hacemos prójimos, nos convertimos en portadores de nueva vida: no en maestros de todos, no en expertos de lo sagrado, sino en testigos del amor que salva.

Testimoniar es el tercer paso. Fijémonos en los discípulos que llaman a Bartimeo: no van a él, que mendigaba, con una moneda tranquilizadora o a dispensar consejos; van en el nombre de Jesús. De hecho, le dirigen solo tres palabras, todas de Jesús: «Ánimo, levántate, que te llama» (v. 49). En el resto del Evangelio, solo Jesús dice ánimo, porque solo él resucita el corazón. Solo Jesús dice en el Evangelio levántate, para sanar el espíritu y el cuerpo. Solo Jesús llama, cambiando la vida del que lo sigue, levantando al que está por el suelo, llevando la luz de Dios en la oscuridad de la vida. Muchos hijos, muchos jóvenes, como Bartimeo, buscan una luz en la vida. Buscan un amor verdadero. Y al igual que Bartimeo que, a pesar de la multitud, invoca solo a Jesús, también ellos invocan la vida, pero a menudo solo encuentran promesas falsas y unos pocos que se interesan de verdad por ellos.

No es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a nuestras puertas; tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús. Él nos envía, como a aquellos discípulos, para animar y levantar en su nombre. Él nos envía a decirles a todos: "Dios te pide que te dejes amar por él". Cuántas veces, en lugar de este mensaje liberador de salvación, nos hemos llevado a nosotros mismos, nuestras "recetas", nuestras "etiquetas" en la Iglesia. Cuántas veces, en vez de hacer nuestras las palabras del Señor, hemos hecho pasar nuestras ideas por palabra suya. Cuántas veces la gente siente más el peso de nuestras instituciones que la presencia amiga de Jesús. Entonces pasamos por una ONG, por una organización paraestatal, no por la comunidad de los salvados que viven la alegría del Señor. Escuchar, hacerse prójimos, testimoniar. El camino de fe termina en el Evangelio de una manera hermosa y sorprendente, con Jesús que dice: «Anda, tu fe te ha salvado» (v. 52). Y, sin embargo, Bartimeo no hizo profesiones de fe, no hizo ninguna obra; solo pidió compasión. Sentirse necesitados de salvación es el comienzo de la fe. Es el camino más directo para encontrar a Jesús. La fe que salvó a Bartimeo no estaba en la claridad de sus ideas sobre Dios, sino en buscarlo, en querer encontrarlo. La fe es una cuestión de encuentro, no de teoría. En el encuentro Jesús pasa, en el encuentro palpita el corazón de la Iglesia. Entonces, lo que será eficaz es nuestro testimonio de vida, no nuestros sermones. Y a todos vosotros que habéis participado en este "caminar juntos", os agradezco vuestro testimonio. Hemos trabajado en comunión y con franqueza, con el deseo de servir a Dios y a su pueblo. Que el Señor bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes, hacernos prójimos suyos y testimoniarles la alegría de nuestra vida: Jesús.

"ES REDUCTIVO DEFINIR LA IDENTIDAD DE LAS PERSONAS A PARTIR DE SU ORIENTACIÓN SEXUAL"
El Sínodo aprueba "avanzar hacia una Iglesia participativa y corresponsable" en la que no sólo voten los obispos
El documento final proclama el "cambio inevitable" para un mayor papel de mujeres y laicos en la Iglesia

Jesús Bastante, 27 de octubre de 2018 a las 21:21

"Es reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual"RD

RELIGIÓN | VATICANO

Abusos sexuales: "El Sínodo reafirma su firme compromiso con la adopción de medidas preventivas rigurosas que impidan su repetición, a partir de la selección y capacitación de quienes se encargarán de las responsabilidades y tareas educativas"

(Jesús Bastante/VN).- Ha sido un documento propio de un Sínodo, que ha buscado el consenso, y que lo ha encontrado. Todos los puntos han superado, con mucho, los dos tercios exigidos, y el documento final se ha aprobado con 191 votos a favor y 43 en contra. Sí llama la atención que de 268 padres sinodales, una veintena no han votado.

Los puntos más polémicos, y que han contado con más votos en contra, han sido los referidos a la sinodalidad, los abusos sexuales, el papel de la mujer y, especialmente, el punto 150, referido a los homosexuales, donde 65 padres sinodales han votado en contra, por 178 a favor. En el mismo, se subraya cómo "hay preguntas sobre el cuerpo, la afectividad y la sexualidad que requieren una elaboración antropológica, teológica y pastoral más profunda", entre los que se destacan los relacionados con "la diferencia y la armonía entre la identidad masculina y femenina y las inclinaciones sexuales".

En este sentido, "el Sínodo reafirma que Dios ama a cada persona y también lo hace la Iglesia, renovando su compromiso contra toda discriminación y violencia sobre una base sexual". Al tiempo, considera que "es reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual".

"En muchas comunidades cristianas ya hay caminos de acompañamiento en la fe de las personas homosexuales: el Sínodo recomienda alentar estos caminos", señala el documento, que pide ayudar a estas personas "a leer su propia historia; adherirse libre y responsablemente al llamado bautismal; reconocer el deseo de pertenecer y contribuir a la vida de la comunidad; a discernir las mejores formas para que esto suceda". Así "ayudamos a que ningún joven sea excluido, a integrar cada vez más la dimensión sexual en su personalidad, creciendo en la calidad de las relaciones y caminando hacia el don de sí mismo".

Respecto al papel de la mujer, el documento final admite el deseo de "un mayor reconocimiento y valorización de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia", y subraya que "muchas mujeres desempeñan un papel insustituible en las comunidades cristianas", aunque "en muchos lugares es difícil darles espacio en los procesos de toma de decisiones, incluso cuando no requieren responsabilidades ministeriales específicas".

"La ausencia de la voz y la mirada femeninas empobrecen el debate de la Iglesia y el camino, restando al discernimiento una contribución preciosa", por lo que el Sínodo "recomienda que todos sean más conscientes de laurgencia de un cambio inevitable, también a partir de una reflexión antropológica y teológica sobre la reciprocidad entre hombres y mujeres".

Sobre los abusos sexuales, el documento apunta que "es un fenómeno muy extendido en la sociedad, que también afecta a la Iglesia y representa un serio obstáculo para su misión". De este modo, "el Sínodo reafirma su firme compromiso con la adopción de medidas preventivas rigurosas que impidan su repetición, a partir de la selección y capacitación de quienes se encargarán de las responsabilidades y tareas educativas".

"Hay diferentes tipos de abuso: poder, económico, conciencia, sexual", y "la tarea de erradicar las formas de ejercicio de la autoridad en la que se injertan y de contrarrestar la falta de responsabilidad y transparencia con la que se han manejado muchos casos es evidente". En cuanto a las razones, el documento apunta al clericalismo, que "surge de una visión de vocación elitista y excluyente, que interpreta el ministerio recibido como un poder para ejercer en lugar de un servicio libre y generoso para ofrecer; y esto nos lleva a creer que pertenecemos a un grupo que tiene todas las respuestas y ya no necesita escuchar y aprender nada, o finge escuchar "

Sobre la sinodalidad, el documento invita a "a las Conferencias Episcopales y a las Iglesias particulares a continuar este camino, participando en procesos de discernimiento comunitario que también incluyen a aquellos que no son obispos en las deliberaciones". En este punto, el Sínodo quiere abrirse a "los jóvenes marginados y a aquellos que tienen poco o ningún contacto con las comunidades eclesiales". "Esperamos que estos caminos involucren a familias, institutos religiosos, asociaciones, movimientos y a los propios jóvenes, para que se propague la "llama" de lo que hemos experimentado en los últimos días".

De este modo, el texto final llama a "despertar" la sinodalidad, que es una "dimensión constitutiva de la Iglesia". Por ello, "la Iglesia está llamada a asumir un rostro relacional que se centra en escuchar, dar la bienvenida, el diálogo, el discernimiento común en un proceso que transforma las vidas de quienes participan en ella", para construir "una Iglesia de escucha, en la conciencia de que escuchar es más que sentir".

"Es una escucha mutua en la que todos tenemos algo que aprender. Gente fiel, Colegio Episcopal, Obispo de Roma: uno escucha a los demás; y todos escuchando al Espíritu Santo", proclama el Sínodo, que pide "avanzar hacia una Iglesia participativa y corresponsable capaz de aumentar la riqueza de la variedad de la que está compuesta, recibiendo con gratitud la contribución de fieles laicos, incluidos jóvenes y mujeres, la de la vida consagrada de mujeres y hombres, y la de colectivos, asociaciones y movimientos. Nadie debe ser puesto o puesto a un lado".

"Esta es la manera de evitar el clericalismo, que excluye a muchos de los procesos de toma de decisiones, y la clericalización de los laicos, que los encierra en lugar de lanzarlos hacia el compromiso misionero en el mundo", constata el documento. "El Sínodo pide que se haga efectiva y ordinaria la participación activa de los jóvenes en los lugares de corresponsabilidad de las Iglesias particulares, así como en los organismos de las Conferencias Episcopales y de la Iglesia universal", añade el texto, que pide "el establecimiento de un cuerpo representativo de la juventud a nivel internacional"

A continuación, el resumen ofrecido por Vatican News

Es el episodio de los discípulos de Emaús, narrado por el evangelista Lucas, el hilo conductor del Documento Final del Sínodo de los Jóvenes. Leído en el Aula en voces alternas por el Relator General, Card. Sérgio da Rocha, los Secretarios Especiales, Padre Giacomo Costa y Don Rossano Sala, junto con Mons. Bruno Forte, miembro de la Comisión para la Redacción del texto, el Documento es complementario al Instrumentum laboris del Sínodo, del que retoma la división en tres partes. Acogido con aplausos, el texto -dijo el Cardenal da Rocha- es "el resultado de un verdadero trabajo de equipo" de los Padres sinodales, junto con los demás participantes en el Sínodo y "en modo particular con los jóvenes". El Documento contiene, pues, los 364 modos, es decir, las enmiendas, que se han presentado. "La mayoría de ellos -añadió el Relator General- fueron precisos y constructivos".

"Caminaba con ellos"
En primer lugar, pues, el Documento final del Sínodo examina el contexto en el que viven los jóvenes, destacando sus puntos de fuerza y sus desafíos. Todo comienza con una escucha empática que, con humildad, paciencia y disponibilidad, permita dialogar verdaderamente con la juventud, evitando "respuestas pre confeccionadas y recetas ya preparadas". Los jóvenes, intactos, quieren ser "escuchados, reconocidos, acompañados" y desean que su voz sea "considerada interesante y útil en el campo social y eclesial". La Iglesia no siempre ha tenido esta actitud, reconoce el Sínodo: a menudo los sacerdotes y los obispos, sobrecargados por muchos compromisos, tienen dificultad para encontrar tiempo para el servicio de la escucha. De ahí la necesidad de preparar adecuadamente a los laicos, hombres y mujeres, que sean capaces de acompañar a las jóvenes generaciones. Además, ante fenómenos como la globalización y la secularización, los chicos se encaminan hacia un redescubrimiento de Dios y de la espiritualidad, y esto debe ser un estímulo para que la Iglesia recupere la importancia del dinamismo de la fe.

La escuela y la parroquia
Otra respuesta de la Iglesia a las interpelaciones de los jóvenes proviene del sector educativo: las escuelas, universidades, colegios, oratorios, permiten una formación integral de los chicos, ofreciendo al mismo tiempo un testimonio evangélico de promoción humana. En un mundo donde todo está conectado - familia, trabajo, tecnología, defensa del embrión y del migrante - los obispos definen como irremplazable el papel que desarrollan las escuelas y universidades, en donde los jóvenes transcurren mucho tiempo. En particular, las instituciones educativas católicas están llamadas a afrontar la relación entre la fe y las exigencias del mundo contemporáneo, las diferentes perspectivas antropológicas, los desafíos científicos y técnicos, los cambios en las costumbres sociales y el compromiso por la justicia. La parroquia también tiene su papel: "Iglesia en el territorio", necesita volver a pensar su vocación misionera, porque a menudo es poco significativa y poco dinámica, especialmente en el ámbito de la catequesis.

Los migrantes, paradigma de nuestro tiempo
El Documento sinodal se detiene luego en el tema de los migrantes, "el paradigma de nuestro tiempo" como fenómeno estructural y no como emergencia transitoria. Muchos migrantes son jóvenes o menores no acompañados que huyen de la guerra, violencias, persecuciones políticas o religiosas, desastres naturales, pobreza, y terminan siendo víctimas del tráfico, de las drogas, abusos psicológicos y físicos. La preocupación de la Iglesia es sobre todo por ellos -dice el Sínodo- en la perspectiva de una auténtica promoción humana que pase a través de la acogida de los refugiados y prófugos, y sea punto de referencia para los muchos jóvenes separados de sus familias de origen. Pero no sólo: los migrantes -recuerda el Documento- son también una oportunidad de enriquecimiento para las comunidades y sociedades a las que llegan y que pueden ser revitalizadas por ellos. Resuenan pues, los verbos sinodales "acoger, proteger, promover, integrar", indicados por el Papa Francisco para una cultura que supere la desconfianza y los miedos. Los obispos piden también un compromiso mayor en el garantizar a quien no querría migrar, el derecho efectivo de permanecer en su propio país. La atención del Sínodo se dirige también a las Iglesias que son amenazadas, en su existencia, por las migraciones forzadas y las persecuciones sufridas por los fieles.

Compromiso firme contra todo tipo de abuso. Luz en la verdad y pedido de perdón
Luego hay una amplia reflexión sobre los "diferentes tipos de abusos" (de poder, económicos, de conciencia, sexuales) cometidos por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos: en las víctimas -se lee en el texto- causan un sufrimiento que "puede durar toda la vida y que ningún arrepentimiento puede remediar". De ahí el llamamiento del Sínodo a "un firme compromiso a la adopción de rigurosas medidas de prevención que eviten su repetición, a comenzar de la selección y la formación de aquellos a quienes se les confiarán tareas de responsabilidad y educación". Por lo tanto, será necesario erradicar aquellas formas -como la corrupción o el clericalismo- en las que se injertan estos tipos de abusos, contrarrestando también la falta de responsabilidad y transparencia con la que se han gestionado muchos casos. Al mismo tiempo, el Sínodo expresa su gratitud a todos aquellos que "tienen el valor de denunciar inmediatamente el mal", porque ayudan a la Iglesia "a tomar conciencia de lo que ha ocurrido y de la necesidad de reaccionar con decisión". "La misericordia, de hecho, exige justicia". No deben olvidarse, sin embargo, los numerosos laicos, sacerdotes, consagrados y obispos que se dedican cada día, con honestidad, al servicio de los jóvenes, quienes pueden ofrecer realmente "una ayuda preciosa" para una "reforma de envergadura histórica" en este ámbito.

La familia "Iglesia doméstica"
Otros temas presentes en el Documento tienen que ver con la familia, principal punto de referencia para los jóvenes, primera comunidad de fe, "Iglesia doméstica": el Sínodo recuerda, en particular, el papel de los abuelos en la educación religiosa y en la transmisión de la fe, y advierte sobre el debilitamiento de la figura paterna y de los adultos que asumen estilos de vida "juveniles". Además de la familia, para los jóvenes cuenta mucho la amistad con sus coetáneos porque les permite compartir su fe y ayudarse mutuamente en su testimonio.

Promoción de la justicia "contra la cultura del descarte"
El Sínodo se detiene seguidamente, en algunas formas de vulnerabilidad de los jóvenes en diversos ámbitos: en el trabajo, donde la desocupación juvenil empobrece a las jóvenes generaciones, socavando su capacidad de soñar; las persecuciones hasta la muerte; la exclusión social por razones religiosas, étnicas o económicas; la discapacidad. Frente a esta "cultura del descarte", la Iglesia debe hacer un llamamiento a la conversión y a la solidaridad, convirtiéndose en una alternativa concreta a las situaciones de malestar. En el lado opuesto, no faltan en cambio los ámbitos en los que el compromiso de los jóvenes se expresa con originalidad y especificidad: por ejemplo, el voluntariado, la atención a los temas ecológicos, el empeño en política para la construcción del bien común, la promoción de la justicia, para lo cual los jóvenes piden a la Iglesia "un compromiso firme y coherente"

Arte, música y deporte, "recursos pastorales"
También el mundo del deporte y de la música ofrece a los jóvenes la posibilidad de expresarse lo mejor posible: en el primer caso, la Iglesia les invita a no subestimar las potencialidades educativas, formativas e inclusivas, de la actividad deportiva; en el caso de la música, en cambio, el Sínodo se centra en su ser "un recurso pastoral" que interpela también a una renovación litúrgica, porque los jóvenes tienen el deseo de una "liturgia viva", auténtica y alegre, un momento de encuentro con Dios y con la comunidad.

Los jóvenes aprecian las celebraciones auténticas en las que la belleza de los signos, el cuidado de la predicación y el compromiso comunitario hablen realmente de Dios": por tanto, se les debe ayudar a descubrir el valor de la adoración eucarística y a comprender que "la liturgia puramente expresión de sí misma, sino una acción de Cristo y de la Iglesia". Las jóvenes generaciones, además, quieren ser protagonistas de la vida eclesial, aprovechando sus propios talentos, asumiéndose responsabilidades. Sujetos activos de la acción pastoral, ellos son el presente de la Iglesia, deben ser animados a participar en la vida eclesial, y no obstaculizados con autoritarismo. En una Iglesia capaz de dialogar de una manera menos paternalista y más directa, de hecho, los jóvenes saben ser muy activos en la evangelización de sus semejantes, ejerciendo un verdadero apostolado que debe ser apoyado e integrado en la vida de las comunidades.

"Se abrieron los ojos"
Dios habla a la Iglesia y al mundo a través de los jóvenes, que son uno de los "lugares teológicos" en los que el Señor se hace presente. Portadora de una sana inquietud que la hace dinámica - se lee en la segunda parte del Documento - la juventud puede estar "más adelantada que los pastores" y por eso debe ser acogida, respetada, acompañada. Gracias a ella, de hecho, la Iglesia puede renovarse, sacudiéndose de encima "la pesadez y lentitudes". De ahí el llamado del Sínodo al modelo de "Jesús joven entre los jóvenes" y al testimonio de los santos, entre los cuales hay muchos jóvenes, profetas de cambio.

Misión y vocación
Otra "brújula segura" para la juventud es la misión, don de sí mismo que conduce a una felicidad auténtica y duradera: Jesús, en efecto, no quita la libertad, sino que la libera, porque la verdadera libertad es posible sólo en relación con la verdad y la caridad. Estrechamente ligado al concepto de misión, está el de vocación: cada vida es una vocación en relación con Dios, no es fruto de la casualidad o un bien privado que se gestiona por sí mismo -afirma el Sínodo- y toda vocación bautismal es una llamada a la santidad para todos. Por eso, cada persona debe vivir su propia vocación específica en cada ámbito: profesión, familia, vida consagrada, ministerio ordenado y diaconado permanente, que representa un "recurso" que debe ser desarrollado plenamente aún.

El acompañamiento
Acompañar es una misión que la Iglesia debe llevar a cabo a nivel personal y de grupo: en un mundo "caracterizado por un pluralismo cada vez más evidente y una disponibilidad de opciones cada vez más amplia", buscar junto con los jóvenes un recorrido específico para hacer elecciones definitivas es un servicio necesario. Destinatarios son todos los jóvenes: seminaristas, sacerdotes o religiosos en formación, novios y jóvenes esposos. La comunidad eclesial es lugar de relaciones y ámbito en el cual, en la celebración eucarística, uno es tocado, instruido y sanado por el mismo Jesús. El Documento Final destaca la importancia del sacramento de la Reconciliación en la vida de fe y anima a los padres, enseñantes, animadores, sacerdotes y educadores a ayudar a los jóvenes, a través de la Doctrina Social de la Iglesia, a asumir responsabilidades en el campo profesional y socio-político. El desafío en sociedades cada vez más interculturales y multirreligiosas es indicar en la relación con la diversidad, una ocasión de enriquecimiento mutuo y comunión fraterna.

No a moralismos y falsas indulgencias, sí a la corrección fraterna
El Sínodo promueve, por tanto, un acompañamiento integral centrado en la oración y en el trabajo interior que valora también la aportación de la psicología y de la psicoterapia, en cuando están abiertas a la trascendencia. "El celibato por el Reino" - se exhorta - debe ser entendido como "un don que debe ser reconocido y verificado en la libertad, la alegría, la gratuidad y la humildad", antes de la elección final. Se busque acompañantes de calidad: personas equilibradas, de escucha, fe y oración, que se han medido con sus propias debilidades y fragilidades y que, por ello sean acogedoras "sin moralismos ni falsas indulgencias", sabiendo corregir fraternalmente, lejos de actitudes posesivas y manipuladoras. "Este profundo respeto - se lee en el texto - será la mejor garantía contra los riesgos de plagio y abusos de cualquier tipo".

El arte del discernimiento
"La Iglesia es el ambiente para discernir y la conciencia - escriben los Padres sinodales - es el lugar donde se capta el fruto del encuentro y de la comunión con Cristo": el discernimiento, a través de "una confrontación regular con un guía espiritual", se presenta, por tanto, como un trabajo sincero de conciencia, "sólo puede entenderse como una auténtica forma de oración" y "requiere el valor de comprometerse en la lucha espiritual". La prueba de las decisiones tomadas es la vida fraterna y el servicio a los pobres. De hecho, los jóvenes son sensibles a la dimensión de la diaconía.

"Se fueron sin demora"
María Magdalena, primera discípula misionera, sanada de sus heridas, testigo de la Resurrección, es el icono de una Iglesia joven. Los esfuerzos y la fragilidad de los jóvenes "nos ayudan a ser mejores, sus preguntas - se lee - nos desafían, las críticas son necesarias porque muchas veces a través de ellas la voz del Señor nos pide conversión y renovación". Todos los jóvenes, incluso aquellos con diferentes visiones de vida, sin excepción, están en el corazón de Dios. Los Padres subrayan el dinamismo constitutivo de la sinodalidad, es decir, caminar juntos: el final de la Asamblea y el documento final son sólo una etapa, porque las condiciones concretas y las necesidades urgentes son diferentes entre países y continentes. De ahí la invitación a las Conferencias Episcopales y a las Iglesias particulares a continuar el proceso de discernimiento con el fin de desarrollar soluciones pastorales específicas.

Sinodalidad, estilo misionero
"La sinodalidad" es un estilo de misión que nos anima a pasar del yo al nosotros y a considerar la multiplicidad de rostros, sensibilidades, proveniencias y culturas. En este horizonte hay que valorar los carismas que el Espíritu dona a todos, evitando el clericalismo que excluye a muchos de los procesos de toma de decisiones y la clericalización de los laicos que frena el impulso misionero. La autoridad - es la esperanza - se vive en una perspectiva de servicio. Sinodal también sea el enfoque del diálogo interreligioso y ecuménico, orientado al conocimiento mutuo y a la ruptura de prejuicios y estereotipos, así como a la renovación de la vida comunitaria y parroquial para acortar la distancia entre los jóvenes-Iglesia y muestre la íntima conexión entre la fe y la experiencia concreta de vida, debe ser también sinodal. Se formalizó la petición reiterada en el Aula de establecer, a nivel de las Conferencias Episcopales, un "Directorio de pastoral juvenil en clave vocacional" que pueda ayudar a los responsables diocesanos y a los agentes locales a cualificar su formación y su acción "con y para los jóvenes", ayudando a superar una cierta fragmentación de la pastoral de la Iglesia. Reafirmada la importancia de la JMJ, así como la de los centros juveniles y de los oratorios que, sin embargo, deben ser replanteados.

El desafío digital
Hay algunos desafíos urgentes que la Iglesia está llamada a asumir. El Documento Final del Sínodo trata de la misión en el entorno digital: parte integrante de la realidad cotidiana de los jóvenes, una "plaza" donde pasan mucho tiempo y donde se encuentran fácilmente, un lugar esencial para llegar e involucrar a los jóvenes en las actividades pastorales, la web presenta luces y sombras. Si, por un lado, permite el acceso a la información, activa la participación sociopolítica y la ciudadanía activa, por otro, presenta un lado oscuro - el llamado dark web - en el que se encuentran la soledad, la manipulación, la explotación, la violencia, el cyberbulismo y la pornografía. De ahí la invitación del Sínodo a habitar en el mundo digital, promoviendo las potencialidades comunicativas con vistas al anuncio cristiano, y a "impregnar" de Evangelio sus culturas y dinámicas. Se espera que se creen Oficinas y organismos de cultura y evangelización digital que, además de "fomentar el intercambio y la difusión de buenas prácticas, puedan gestionar sistemas de certificación de los sitios católicos, para contrarrestar la difusión de noticias falsas sobre la Iglesia", emblema de una cultura que "ha perdido su sentido de la verdad", fomentando la promoción de "políticas y herramientas para la protección de los menores en la red".

Reconocer y valorar a la mujer en la sociedad y en la Iglesia
El documento evidencia también la necesidad de un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, porque su ausencia empobrece el debate y el camino eclesial: hay una urgente necesidad de cambio por parte de todos - se lee - incluso a partir de una reflexión sobre la reciprocidad entre los sexos. Se espera que "haya una presencia femenina en los organismos eclesiales a todos los niveles, incluso en las funciones de responsabilidad" y que "haya una participación femenina en los procesos de toma de decisiones eclesiales con respecto al papel del ministerio ordenado". "Es un deber de justicia" - afirma el documento - que encuentra su inspiración en Jesús y en la Biblia.

Cuerpo, sexualidad y afectividad
El Documento se detiene sobre el tema del cuerpo, de la afectividad, de la sexualidad: ante los avances científicos que plantean cuestiones éticas, fenómenos como la pornografía digital, el turismo sexual, la promiscuidad, el exhibicionismo en línea, el Sínodo recuerda a las familias y a las comunidades cristianas la importancia de hacer descubrir a los jóvenes que la sexualidad es un don. A menudo la moral sexual de la Iglesia se percibe como "un espacio de juicio y condena", mientras que los jóvenes buscan "una palabra clara, humana y empática" y "expresan un deseo explícito de confrontación sobre cuestiones relacionadas con la diferencia entre la identidad masculina y la femenina, la reciprocidad entre hombres y mujeres, la homosexualidad". Los Obispos reconocen el esfuerzo de la Iglesia por transmitir en el contexto cultural actual "la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad": es urgente buscar "caminos más apropiados, que se traduzcan concretamente en la elaboración de caminos formativos renovados". "Es necesario proponer a los jóvenes una antropología de afectividad y sexualidad capaz de dar el justo valor a la castidad" para el crecimiento de la persona, "en todos los estados de vida". En este sentido, es necesario prestar atención a la formación de agentes pastorales creíbles y maduros desde el punto de vista afectivo-sexual. El Sínodo constata también la existencia de "cuestiones relativas al cuerpo, a la afectividad y a la sexualidad que requieren una elaboración antropológica, teológica y pastoral más profunda, que debe llevarse a cabo de la manera más adecuada y en los niveles más adecuados, desde lo local hasta lo universal". Entre ellas surgen las relacionadas con la diferencia y la armonía entre la identidad masculina y femenina y las inclinaciones sexuales. "Dios ama a cada persona y también a la Iglesia al renovar su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales". Igualmente - continúa el Documento - el Sínodo "reafirma la importancia antropológica decisiva de la diferencia y de la reciprocidad entre hombre-mujer y considera reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual". Al mismo tiempo se recomienda "fomentar" los "caminos de acompañamiento en la fe, ya existentes en muchas comunidades cristianas", de "personas homosexuales". En estos caminos las personas son ayudadas a leer su propia historia; a adherirse libre y responsablemente a su propia llamada bautismal; a reconocer el deseo de pertenecer y contribuir a la vida de la comunidad; a discernir las mejores formas de alcanzarla. De esta manera ayudamos a cada joven, sin excluir a nadie, a integrar cada vez más la dimensión sexual en su personalidad, creciendo en la calidad de las relaciones y caminando hacia "el don de sí".

Acompañamiento vocacional
Entre los otros desafíos señalados por el Sínodo está también el económico: la invitación de los Padres es a invertir tiempo y recursos en los jóvenes con la propuesta de ofrecerles un período destinado a la maduración de la vida cristiana adulta que "debe permitir un alejamiento prolongado de los ambientes y de las relaciones habituales". Además, mientras esperamos un acompañamiento antes y después del matrimonio, se alienta la creación de equipos educativos, incluyendo figuras femeninas y matrimonios cristianos, para la formación de seminaristas y personas consagradas, también con el fin de superar las tendencias al clericalismo. Se requiere una atención especial en la acogida de los candidatos al sacerdocio, que a veces tiene lugar "sin un conocimiento adecuado y una relectura profunda de su historia": "la inestabilidad relacional y afectiva, y la falta de raíces eclesiales son signos peligrosos. Descuidar las normas eclesiales a este respecto - escriben los Padres sinodales - constituye un comportamiento irresponsable, que puede tener consecuencias muy graves para la comunidad cristiana".

Llamados a la santidad 
"Las diversidades vocacionales - concluye el Documento Final del Sínodo de los Jóvenes - están reunidas en la única y universal llamada a la santidad. Lamentablemente, el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia, más que animado por la santidad de sus miembros", por eso la Iglesia está llamada a "un cambio de perspectiva": a través de la santidad de tantos jóvenes dispuestos a renunciar a la vida en medio de la persecución para permanecer fieles al Evangelio, puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico.

El regalo del Papa a los participantes del Sínodo
Finalmente, como recuerdo del Sínodo de los Jóvenes, el Santo Padre ha regalado a todos los participantes una baldosa de bronce en bajorrelieve que representa a Jesús y al joven discípulo amado. Se trata de una obra del artista italiano Gino Giannetti, acuñada por el Estado de la Ciudad del Vaticano, emitida en sólo 460 ejemplares.

Con ojos nuevos

22.10.18 | 15:27. Archivado en Domingos ordinarios

La curación del ciego Bartimeo está narrada por Marcos para urgir a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y mediocridad. Solo así seguirán a Jesús por el camino del Evangelio. El relato es de una sorprendente actualidad para la Iglesia de nuestros días.

Bartimeo es «un mendigo ciego sentado al borde del camino». En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirlo. Está junto al camino por el que marcha Jesús, pero está fuera. ¿No es esta nuestra situación? ¿Cristianos ciegos sentados junto al camino, incapaces de seguir a Jesús?

Entre nosotros es de noche. Desconocemos a Jesús. Nos falta luz para seguir su camino. Ignoramos hacia dónde se encamina la Iglesia. No sabemos siquiera qué futuro queremos para ella. Instalados en una religión que no logra convertirnos en seguidores de Jesús, vivimos junto al Evangelio, pero fuera. ¿Qué podemos hacer?

A pesar de su ceguera, Bartimeo capta que Jesús está pasando cerca de él. No duda un instante. Algo le dice que en Jesús está su salvación: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!». Este grito repetido con fe va a desencadenar su curación.

Hoy se oyen en la Iglesia quejas y lamentos, críticas, protestas y mutuas descalificaciones. No se escucha la oración humilde y confiada del ciego. Se nos ha olvidado que solo Jesús puede salvar a esta Iglesia. No percibimos su presencia cercana. Solo creemos en nosotros.

El ciego no ve, pero sabe escuchar la voz de Jesús, que le llega a través de sus enviados: «¡Ánimo, levántate, que te llama!». Este es el clima que necesitamos crear en la Iglesia. Animarnos mutuamente a reaccionar. No seguir instalados en una religión convencional. Volver a Jesús, que nos está llamando. Este es el primer objetivo pastoral.

El ciego reacciona de forma admirable: suelta el manto que le impide levantarse, da un salto en medio de su oscuridad y se acerca a Jesús. De su corazón solo brota una petición: «Maestro, que recobre la vista». Si sus ojos se abren, todo cambiará. El relato concluye diciendo que el ciego recobró la vista y «le seguía por el camino».

Esta es la curación que necesitamos hoy los cristianos. El salto cualitativo que puede cambiar a la Iglesia. Si cambia nuestro modo de mirar a Jesús, si leemos su Evangelio con ojos nuevos, si captamos la originalidad de su mensaje y nos apasionamos con su proyecto de un mundo más humano, la fuerza de Jesús nos arrastrará. Nuestras comunidades conocerán la alegría de vivir siguiéndolo de cerca.

José Antonio Pagola Domingo 30 Tiempo ordinario - B (Marcos 10,46-52)

28 de octubre 2018

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, “B(Jr 31, 7-9; Sal 125; Hbr 5, 1-6; Mc 10, 46-52)

COMENTARIO
Hoy, en la lectura continuada del Evangelio de san Marcos, se nos ofrece el relato del ciego de Jericó, al que aludíamos la semana pasada. Es uno de los textos evangélicos que contienen de manera concentrada la enseñanza del camino espiritual, de lo que significa ser discípulo de Jesús.

La composición de lugar a la que nos invita san Ignacio en sus Ejercicios Espirituales, nos permite imaginar a una persona pobre, enferma crónica, hundida, marginal, expuesta al pillaje. Pocas circunstancias personales acaparan tanta desgracia. Y sin embargo, al paso de Jesús todo cambia, y quien permanece postrado, se levanta; el que no tiene nada más que un manto, lo abandona; el orillado y marginado, grita y alcanza con su voz los oídos del Señor.

Las circunstancias que rodean al ciego se pueden ver reflejadas en el exilio del pueblo de Dios, cuando emigra a tierra extranjera entre lágrimas. Y el profeta adelanta la compasión divina: “Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos”. Texto concurrente en el salterio: “Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares”.

Ante lo que nos parece un mal sin remedio, cuando circunstancias personales o sociales nos pueden llevar a la experiencia de desolación, como se describe en las lecturas de hoy, cabe, sin embargo, el grito de auxilio, la súplica confiada, la respuesta creyente.

El ciego de Jericó, gracias al don de la fe, simbolizado en la apertura de sus ojos, se convierte en seguidor de Jesús, como el pueblo de Israel, que pasa de estar sometido a retornar gozoso reconociendo el poder del Señor: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.

En la historia de cada uno cabe que se den también estos ciclos, de pasar de situaciones penosas, desesperanzadas, con riesgo de hundimiento del sujeto, a la experiencia de gracia y de llamada por las que se cambia enteramente de vida.

Hoy son muchos los que, después de haber recorrido caminos oscuros, ciegos, marginales, de exilio, vuelven a la fe conversos por gracia y son testigos de cómo Jesús, a semejanza del relato evangélico, los ha levantado de la postración y de lo que parecía irremediable.

Quizá abunda la noticia oscura, pero cada uno conocemos parábolas esperanzadoras, que cuando las hemos vivido nos parecen sueños, pero son la manifestación constante de la misericordia divina.

Reflexión del evangelio del Domingo 28 de octubre del 2018

A la orilla del camino; XXX Domingo Ordinario

Ahí está el dolor y la injusticia clamando al Señor cada día más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”

Lecturas:

Jeremías 31, 7-9: “Vienen a mí llorando, pero yo los consolaré y los guiaré”.
Salmo 125: “Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor”.
Hebreos 5, 1-6: “Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec”.
San Marcos 10, 46-52: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”

Hay personas que no tienen luz en sus ojos pero que proyectan una gran luz a su alrededor. Claudia es una joven que ha luchado a brazo partido contra una sociedad que discrimina, que obstaculiza e impide un verdadero desarrollo. A pesar de su ceguera, superando obstáculos, ha terminado su carrera profesional. Buscando por aquí y por allá, haciéndose acompañar de sus padres, auxiliándose de medios sencillos pero efectivos, logra imponerse en un medio que obstaculiza todo. No se tiene en cuenta a los débiles visuales, ni para caminar, ni para trabajar, ni para estudiar. Los mismos maestros se encuentran sorprendidos y descontrolados ¿cómo exigir y cómo enseñar a quien no puede verlos? Sin embargo, con perseverancia y energía, esta jovencita se ha salido adelante y contagia con su alegría en todos los lugares donde se encuentra. Su música, su voz y su sencillez, han iluminado nuestro camino.

¿Un ciego puede guiar a otro ciego? Ambos caerán en un pozo, dice el proverbio. La narración de San Marcos parece contradecirlo.

Un ciego se convierte en guía para quienes tienen luz. Es más, supera la oposición de quienes, mirando, tienen el alma en tinieblas y le impiden acercarse a Jesús. Sentado a la orilla del camino, sin ilusión, sin riesgo, pero también sin esperanza, gasta las horas y espera sólo las sobras y las indiferencias de los que pasan de largo. A la orilla del camino como muchos descartados que han perdido la ruta y que no alcanzan el ritmo vertiginoso de una sociedad que consume, arrebata y destruye, y que va dejando su estela de pobreza y miseria “a la orilla del camino”. No en el camino porque estorbarían la carrera alocada de un mundo consumista y egoísta que se afana en su propio mantenimiento. Así, “a la orilla del camino” van quedando en el olvido.

Pero Bartimeo, al “sentir” pasar a Jesús no quiere quedar en el olvido y está dispuesto a arriesgarse, a caminar desde su oscuridad en busca de la luz. Comienza con un grito desgarrador: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Un grito, una oración y un rayo de esperanza que hacen nacer en su corazón la ilusión que logrará ponerlo de pie.

El primer impedimento del pobre Bartimeo era el “quedarse” sentado, pero logra vencerlo saliendo de la inercia y el conformismo. El segundo parece más grave: la oposición de los demás que le impiden hablar y lo regañan para que guarde silencio. ¿Por qué lo hacen? ¿Porque molestaba al Maestro o porque los molestaba a ellos? ¿A quién beneficia el silencio de aquel ciego? Actualmente hay situaciones difíciles y dolorosas que muchos preferirían que pasaran ignoradas. Que no se hable del hambre, de la pobreza, del dolor, de la migración… porque nos hace parecer un país menos próspero, porque “el mundo tiene derecho a ser feliz”, porque se irían las inversiones, porque hay que ocultar la pobreza, porque… se esgrimen mil razones y sin embargo ninguna es válida. Ahí está el dolor y la injusticia clamando al Señor cada día más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Hay dolores, cegueras, olvidos, que reclaman la presencia del Señor y piden se tenga compasión. A pesar de estar a la “orilla del camino” los hermanos siguen clamando por un lugar en el banquete de la vida, un lugar con dignidad y justicia.

Para Jesús no hay olvidados, para Él todos están presentes. Él no puede pasar de largo, ni desconocer a los que están a la orilla del camino, por eso ordena que lo llamen. Y, sólo entonces, aparecen las primeras palabras de aliento: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”. La sola palabra de Jesús suscita la esperanza.

Al ciego aún le queda mucho camino por recorrer: tiene que levantarse, (pensando en su oscuridad será como arrojarse en el vacío), y lo hace de un salto y con entusiasmo; pero además debe abandonar su manto, su única protección, y así, descubierto acercarse a Jesús. Gran lección para nosotros. Lanzarnos al vacío tan sólo con el arma de la fe. Despojarnos del manto que nos protege: el poder económico, cultural, ideológico, político; la preocupación, el ansia, nuestras pretensiones y las miras humanas, el ansia de poseer… todo cabe en un manto del que nos debemos despojar. Y así el ciego, despojado, escucha atento las palabras de Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?”. La total disposición de Jesús para darle luz y vida le hacen responder: “Maestro, que pueda ver”. Igual petición deberíamos hacer nosotros, que podamos ver más allá de nuestras limitaciones, que miremos más allá de nuestro pesimismo, que miremos con espíritu alegre, lleno de esperanza y lleno de fraternidad. Que Jesús ilumine nuestros ojos y nuestros pasos para iniciar nuevos caminos.

Cristo, que lo hace todo, parece no hacer nada: “Vete; tu fe te ha salvado”. Le afirma que su fe lo ha salvado. Así el que parecía ciego, ha resultado con mayor luz en su interior y ha emprendido el seguimiento de Cristo, pues “comenzó a seguirlo por el camino”. El que estaba sentado, ciego y mendigo, se ha transformado en discípulo gracias a la fe que le ha regalado Cristo respondiendo a su súplica. El que se sentía incapaz de dar un paso, ahora se transforma en caminante de la fe.  La fe cristiana y el seguimiento de Jesús van siempre juntos, como en el camino los ojos y los pies van siempre juntos. La fe sin seguimiento quedaría vacía, y el seguimiento sin fe, estaría ciego. Pero este pasaje nos enseña que uno y otra son posibles sólo para quien invoca la misericordia de Dios, tira lejos el manto que lo resguarda y se acoge a la bondad divina: el pobre que ruega obtiene ojos para ver y pies para alcanzar la liberación por parte de Dios. ¿Qué dificultades que nos han dejado sentados a la orilla del camino? ¿Qué esfuerzos hacemos para dar el salto de la fe? ¿Hay mantos que nos impiden seguir a Jesús?

 Aumenta, Señor, en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, para que dejando nuestros miedos, mantos y ataduras, sigamos a Jesús por el camino del Reino. Amén.

Judas Tadeo y Simón Santos

Fiesta Litúrgica, 28 de octubre

Apóstoles

Martirologio Romano: Fiesta de san Simón y san Judas, apóstoles, el primero llamado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Santiago o también Tadeo, el cual, en la última Cena preguntó al Señor acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: «El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él».

Etimológicamente: Judas = honrado, alabanza a Dios, es de origen hebreo.
Etimológicamente: Simón = Dios le oye, es de origen hebreo

Breve Semblanza

Hoy se celebra en toda la Iglesia universal la fiesta de estos dos apóstoles del Evangelio.

Simón pertenecía al grupo formado en Israel. Se llamaban los “zelotes”. Su fin era trabajar duramente contra la invasión romana en su país. Sin embargo, la escucha de la palabra de Cristo fue para él el descubrimiento a la universalidad del amor de Dios.

Judas se ha convertido en un de los santos más populares por los favores que concede a la gente en lo concerniente a la búsqueda de trabajo.
Esta devoción la vivió ya en su vida la santa Brígida. Se puede leer en su libro “Las revelaciones” el profundo respeto y devoción por este apóstol del siglo I de nuestra era.

¿Por qué razón celebran la fiesta el mismo día?

La cosa es muy sencilla. Cuenta la tradición que los dos iban siempre juntos en su rico y fecundo apostolado. El Señor lo llamó para completar el número de los doce apóstoles, encargados de ser los continuadores de la obra de Jesús en el mundo.
Se le llama Tadeo para distinguirlo del otro Judas Iscariote que traicionó, vendió al Señor por treinta monedas de plata y después se

ahorcó.

San Judas escribió poco. Tan sólo una Carta suya se encuentra en la Biblia. La finalidad de su escrito era una crítica severa contra los gnósticos, una herejía que separa lo físico de lo espiritual. Lo físico o corporal es malo, y el espiritual es el bueno. Y los dos provienen mediante emanaciones del mismo Dios.
Su Carta termina con estas palabras:" Sea gloria eterna a nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría".
Los dos murieron martirizados de forma cruel.

¡Felicidades a quienes lleven estos nombres!

Oración a San Judas Tadeo

Apóstol gloriosísimo de Nuestro Señor Jesucristo,
aclamado por los fieles
con el dulce título de ABOGADO DE LOS CASOS DESESPERADOS,
hazme sentir tu poderosa intercesión
aliviando la gravísima necesidad en que me encuentro.
Por el estrecho parentesco
que te hace primo hermano de Nuestro Señor Jesucristo,
por la privaciones y fatigas que por El sufriste,
por el heroico martirio que aceptaste gustoso por su amor,
por la promesa que el divino Salvador hizo a Santa Brígida
de consolar a los fieles que acudiesen a tu poderosa intercesión,
obtenme del Dios de las misericordias
y de su Madre Santísima
la gracia que con ilimitada confianza te pido a Ti,
Padre mío bondadosímo,
seguro que me la obtendrás
siempre que convenga a la gloria de Dios
y bien de mi alma. Así sea.
Glorioso Apóstol San Judas Tadeo, ruega por nosotros. (Repetir 3 veces)
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

FRANCISCO CONDENA EL "TERRIBLE ATENTADO" DE PITTSBURG Y PIDE QUE SE "APAGUEN LAS HOGUERAS DEL ODIO"
El Papa, en el ángelus: "El Sínodo fue una buena vendimia y promete un buen vino"
"La promesa de Jesús no es un espejismo, como cierta publicidad en la que todos son sanos y guapos"

José Manuel Vidal, 28 de octubre de 2018 a las 12:41

Papa, en la ventana

Alabemos al Señor y confiemos a su intercesión la Iglesia guatemalteca y a todos los hermanos que, también hoy, en distintas partes del mundo, son perseguidos por ser testigos del Evangelio

Papa, en misa de clausura del Sínodo: "Que el Señor bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes"
El Sínodo aprueba "avanzar hacia una Iglesia participativa y corresponsable" en la que no sólo voten los obisposPapa, en la clausura del Sínodo: "El Gran Acusador a través de nosotros ataca a la madre, pero a la madre no se la toca"

(José M. Vidal).-Ángelus papal, tras la solemne misa de clausura del Sinodo. En la catedra de la ventana, el Papa Francisco se alegra por el éxito del Síndo, que "fue una buena vendima y promete un buen vino", invita a hacerlo realidad en la vida real y condena el "terrible atentado de Pittsburg". A pesar del día lluvioso y frío, mucha gente en la plaza de San Pedro, para asistir al ángelus papal.

Algunas frases de la catequesis papal "Buen dia, aunque no parezca bueno"

"Esta mañana celebramos la misa de clausura del Sínodo de los jóvenes"

"Palabra de esperanza de Dios a su pueblo...lo ama y lo cuida como un hijo"

"Le abre un camino transitable, por el que pueden caminar incluso los ciegos y los cojos, la mujer encinta y la parturienta"

"Porque la promesa de Jesús no es un espejismo, como cierta publicidad en la que todos son sanos y guapos"

"La promesa de Jesús y su esperanza es para la gente real, como nosotros"

"El Sínodo fue un tiempo de consuelo y de esperanza...y un momento de escucha"

"Con la presencia de los jóvenes entre nosotros" "La realidad entró en el Sínodo"

"Hemos intentado leer la realidad y acoger los signos de los tiempos"

"Recoger voces y rostros de la realidad más variada"

"Nos hemos confrontado cómo caminar juntos a través de tantos retos: emigración, sentido de la sexualida y del cuerpo o el drama de las guerras y de la violencia"

"El fruto de esta labor ya está fermentando"

"El Sínodo fue una buena vendimia y promete un buen vino"

"Un estilo sinodal que no tiene como objetivo primordial hacer un documento..."

"Más importante es que se sifunda el modo de trabajar juntos jóvenes y ancianos"

Saludos del Papa tras el ángelus "Mi cercanía a la ciudad de Pittsburg, en particular a la comunidad hebrea, golpeada ayer por un terrible atentado en la sinagoga. El Altisimo acoja a los difuntos en su paz, conforte s sus familias y ayude a los heridos. Todos en realidad estamos herido por este inhumano acto de violencia. El Señor nos ayude a apagar las hogueras del odio que surgen en nuestra sociedad, refozando el sentido de humanidad y sentido de la vida, los valores morales y civiles y el santo termor de Dios, que es amor y padre de todos" "Ayer, en Guatemala, fueron proclamados beatos José Tulio Maruzzo, religioso franciscano y Luis Obdulio Arroyo Navarro, asesinados por odio a la fe en siglo pasado, durante la persecución contra la Iglesia, empeñada en promover la justicia y la paz. Alabemos al Señor y confiemos a su intercesión la Iglesia guatemalteca y a todos los hermanos que, también hoy, en distintas partes del mundo, son perseguidos por ser testigos del Evangelio.

"A los dos beatos, un aplauso de todos"

"Hoy se celebra la fiesta del Señor de los Milagros...Al pueblo peruano ya los peruanos en Roma, felicidades el día de la fiesta".

"Saludo a la comunidad venezolana en Italia, reunida aquí con la Virgen de Chiquinquirá, la Chinita"

"No olviden rezar por mí, buen apetito y hasta luego" 

PAXTV.ORG