Vivir como buen gerente de los dones de Dios

 

Francisco y un bebé

Expulsa a un sacerdote abusador
"Tolerancia cero" del Papa con curas pedófilos y corruptos
Revela que también sacó de su cargo a otro que vendía nulidades
 

Es un escándalo. Yo en Argentina tuve que expulsar a una persona del tribunal porque decía: con 10.000 dólares te hago los procedimientos, el civil y el eclesiástico.

El papa Francisco dispuso que un sacerdote argentino, condenado por pedofilia, sea privado del ejercicio de su ministerio clerical, según informaron esta semana fuentes eclesiales.

La decisión del sumo pontífice afecta a José Mercau, condenado a 14 años de prisión por abusar de cuatro menores cuando era párroco de San Juan Bautista, en la localidad bonaerense de Ricardo Rojas, que depende de la diócesis de San Isidro (periferia norte de Buenos Aires).

El obispado de San Isidro ha asegurado este miércoles en un comunicado que «el Santo Padre ha decretado la dimisión del presbítero José Mercau del estado clerical». «Por este decreto ha perdido automáticamente los derechos propios del estado clerical, quedando privado de todo el ejercicio del Ministerio sacerdotal», añade el breve comunicado, firmado por el portavoz de la diócesis, Máximo Jurcinovic. En diciembre pasado, la diócesis de San Isidro había pedido perdón en forma pública por el caso de pedofilia por el que fue condenado el hasta ahora presbítero. Mercau, quien estaba a cargo de un hogar que albergaba a niños de la calle, fue denunciado por pedofilia en 2005 y se reconoció culpable en un juicio abreviado. El papa Francisco reveló este miércoles que expulsó cuando residía en Argentina a un juez de un tribunal eclesiástico por corrupción en los trámites para la anulación matrimonial y no descarta que sean gratuitos para evitar tales abusos. En un discurso improvisado ante los cerca de 300 participantes de un curso del Tribunal de la Rota Romana, más conocido como Sacra Rota, el pontífice argentino habló sobre el delicado tema, que genera controversia dentro de la jerarquía de la Iglesia católica por los costos, duración e ilegalidades que se cometen durante el proceso. "Es un escándalo. Yo en Argentina tuve que expulsar a una persona del tribunal porque decía: con 10.000 dólares te hago los procedimientos, el civil y el eclesiástico. Por favor, esto no", advirtió el papa."Sobre las anulaciones hay que estar muy cuidadosos para que los procedimientos no entren en el marco de los negocios", recalcó. "Algunos obispos han propuesto que el proceso sea gratuito. Vamos a pensarlo", afirmó el pontífice argentino. (RD/Agencias)

Evangelio según San Lucas 16,1-8. 

Jesús decía a sus discípulos: "Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'. El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!'. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?'. 'Veinte barriles de aceite', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez'. Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?'. 'Cuatrocientos quintales de trigo', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'. Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz." 

San Francisco Javier (1506-1552),  jesuita, misionero 
Carta del 15-01-1544  -

Vivir como buen gerente de los dones de Dios

De estas regiones [India y Sri Lanka] no sé escribiros nada más si no es esto: son tan grandes las consolaciones comunicadas por Dios nuestro Señor a los que van por entre los paganos para convertirlos a la fe en Cristo, que si hay algún gozo en esta vida, es este, ciertamente. A menudo me ocurre oír decir a alguno que está entre estos cristianos: «¡Señor, no me des tantas consolaciones en esta vida! Pero, puesto que en vuestra bondad y misericordia infinitas me las dais, ¡llevadme a vuestra santa gloria!
¡Tanta es la pena que se tiene de vivir sin veros, una vez  que os habéis manifestado así a vuestra criatura!» ¡Oh, si los que buscan conocerlo a través del saber en los estudios se esforzaran tanto para buscarlo en estas consolaciones del apostolado, no pasarían día y noche buscando el saber! Si los gozos que busca un estudiante en lo que aprende, los buscara haciendo sentir a su prójimo lo que le es necesario para conocer a Dios, cuanto más consolado y mejor preparado se encontraría par dar cuenta de sí mismo cuando Cristo volverá y le pedirá; «Dame cuenta de tu gestión»...

Acabo pidiendo a Dios nuestro Señor... que nos reúna en su santa gloria. Y para obtenernos este beneficio, tomemos por intercesoras y abogadas todas las almas santas de las regiones en que me encuentro... A todas estas santas almas, les pido que obtengan de Dios nuestro Señor, todo el tiempo que nos queda de separación, la gracia de sentir en lo íntimo de nuestras almas su santísima voluntad y cumplirla perfectamente.

MARÍA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS

Maternidad espiritual de María La Santísima Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la Divina Providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor, y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras Él moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. (Lumen Gentium, 61) María, Mediadora Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Santísima Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador. Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única.

La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador. (Lumen Gentium, 62) MARIA DISPENSADORA UNIVERSAL DE TODAS LAS GRACIAS "La Santísima Virgen es Dispensadora universal de todas las gracias, tanto por su divina Maternidad: que las obtiene de su Hijo, como por su Maternidad espiritual: que las distribuye entre sus otros hijos, los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera inmediata. Y ello por una específica y singular determinación de la voluntad de Dios, que ha querido otorgar a María esta doble función: ser Corredentora y Dispensadora, con alcance universal y para siempre".

(Pío X, Encíclica "Ad diem illum laetissimum" 4 de febrero de 1904) María es nuestra mediadora, por ella recibimos, ¡Oh Dios mío! Tu misericordia, por ella recibimos al Señor Jesús en nuestras casas. Porque cada uno de nosotros tiene su casa y su castillo, y la Sabiduría llama a las puertas de cada uno; si alguna la abre, entrará y cenará con él. (SAN BERNARDO, Homilía. En la Asunción de la B. Virgen María, 2, 2) Con todo lo íntimo de nuestra alma, con todos los afectos de nuestro corazón y con todos los sentimientos y deseos de nuestra voluntad, veneremos a María, porque ésta es la voluntad de aquel Señor que quiso que todo lo recibiéramos por María. Esta es su voluntad para bien nuestro. Mirando en todo y siempre al bien de los necesitados, consuela nuestro temor, excita nuestra fe, fortalece nuestra esperanza, disipa nuestra desconfianza y anima nuestra pusilanimidad. (S. BERNARDO, Homilía. En la Natividad de la B. Virgen María, 7). No le faltaba a Dios, ciertamente, poder para infundirnos la gracia sin valerse de este acueducto, sí Él hubiera querido, pero quiso proveerse de ella por este conducto (SAN BERNARDO, Homilía.

En la Natividad de la B. Virgen María, 17) Aquello poco que desees ofrecer, procura depositarlo en manos de María, graciosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor, sin sufrir de El repulsa (SAN BERNARDO, Homilía en la Natividad de la B. Virgen María, 18). Ya no parecerá estar de más la mujer bendita entre todas las mujeres, pues se ve claramente el papel que desempeña en la obra de nuestra reconciliación, porque necesitamos un mediador cerca de este Mediador, y nadie puede desempeñar tan provechosamente este oficio como María (SAN BERNARDO, Homilía para el domingo infraoctava de la Asunción, 2). María es el tesoro de Dios y la tesorera de todas las misericordias que nos quiere dispensar (SAN ALFONSO María DE LIGORIO, Visitas al Santísimo Sacramento, 25) Siempre que tengamos que pedir una gracia a Dios, dirijámonos a la Virgen Santa, y con seguridad seremos escuchados (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la pureza) Las madres no contabilizan los detalles de cariño que sus hijos les demuestran; no pesan ni miden con criterios mezquinos. Una pequeña muestra de amor la saborean como miel, y se vuelcan concediendo mucho más de lo que reciben. Si así reaccionan las madres buenas de la tierra, imaginaos lo que podremos esperar de nuestra Madre Santa María (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de Dios, 280)

Oremos 
Señor, por el misterioso designio de tu amor, has querido que la Virgen María fuese madre del autor de la gracia y estuviese asociada a él en el misterio de la redención humana; que ella nos alcance con profusión tus dones y nos conduzca hasta el puerto de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

El Papa Francisco en Santa Marta

"Es muy fácil condenar, pero no es cristiano, ¿eh? No es de hijos de Dios"
Francisco, en Santa Marta: "El verdadero cristiano no tiene miedo de ensuciarse las manos con los pecadores"
"Es triste el pastor que abre la puerta de la Iglesia y se queda allí a esperar"

RV, 06 de noviembre de 2014 a las 17:06

 Va donde debe ir. Arriesga su vida, arriesga su fama, arriesga el perder su comodidad, su estatus, también perder en la carrera eclesiástica incluso pero ser un buen pastor

(RV).- El verdadero cristiano no tiene miedo de ensuciarse las manos con los pecadores, de arriesgar incluso su fama, porque tiene el corazón de Dios, que no quiere que nadie se pierda, afirmó este jueves el Papa en la Misa en la Casa Santa Marta. En el centro de la homilía del Papa Francisco estuvieron las dos parábolas de la oveja y la moneda perdidas. Los fariseos y los escribas se escandalizan porque Jesús "acoge a los pecadores y come con ellos". "Era un verdadero escándalo en esa época, para esta gente", observó el Papa, que exclamó: "¡Imaginemos que existiesen periódicos en esa época!". Pero Jesús vino "para esto: para ira a buscar a los que estaban lejos del Señor". Estas dos parábolas, explica, "nos hacen ver cómo es el corazón de Dios: Dios no se detiene, Dios no va hasta cierto punto. Dios va hasta el fondo, el límite, siempre va al límite, no se detiene a mitad camino de la salvación, como si dijese: ‘He hecho todo, el problema es suyo'. Él va siempre, sale, desciende al campo".

Los fariseos y los escribas, sin embargo, se detienen "a mitad camino; a ellos les importaba que el balance de los beneficio y de las pérdidas fuese más o menos favorable y con esto estaban tranquilos. ‘Sí, es verdad, he perdido tres monedas, he perdido diez ovejas, pero he ganado mucho,... esto no entra en la mente de Dios, Dios no es un negociante, Dios es Padre y va a salvar hasta el final, hasta el límite", aseguró. Y el "amor de Dios es esto". Pero "es triste, afirma, el pastor a mitad camino", "es triste el pastor que abre la puerta de la Iglesia y se queda allí a esperar; es triste el cristiano que no siente dentro, en su corazón, la necesidad de ir a contar a los otros que el Señor es bueno". "¡Cuánta perversión hay en el corazón de los que se creen justos, como estos escribas, estos fariseos -denunció Francisco-. Ellos no quieren ensuciarse las manos con los pecadores. Recordemos eso, eso que pensaban: ‘Si este fuese profeta sabría que ella es una pecadora'. El desprecio. Usaban a la gente, después la despreciaban". "Ser un pastor a mitad camino -afirmó Papa Francisco- es una derrota". "Un pastor debe tener el corazón de Dios, ir hasta el final", porque no quiere que nadie se pierda. "El verdadero pastor, el verdadero cristiano tiene este celo dentro: que nadie se pierda. Ypor esto no teme ensuciarse las manos. No tiene miedo", afirmó. "Va donde debe ir. Arriesga su vida, arriesga su fama, arriesga el perder su comodidad, su estatus, también perder en la carrera eclesiástica incluso -continuó-, pero ser un buen pastor".

"También los cristianos deben ser así. Es muy fácil condenar a los demás, como hacían estos, los publicanos, los pecadores, es muy fácil, pero no es cristiano, ¿eh? No es de hijos de Dios", advirtió.

"El Hijo de Dios va al límite, da la vida, como la dio Jesús por los demás. No puede estar tranquilo cuidándose a sí mismo. Su comodidad, su fama, su tranquilidad -añadió-.Recordad esto: pastores a mitad camino ¡No! ¡Nunca! Cristianos a mitad camino ¡nunca!".

"Es lo que hizo Jesús". "El buen pastor, el buen cristiano -concluyó el Papa- sale, siempre esta en salida: de sí mismo, hacia Dios, en la oración, en la adoración; está en salida con respecto a los demás para llevarles el mensaje de la salvación". Y el buen pastor, el buen cristiano sabe lo que es la ternura, añadió. "Estos escribas, fariseos no sabían lo que era cargar sobre sus espaldas la oveja, con esa ternura, y llevarla con las demás a sus sitio. Esta gente no sabía lo que era la alegría".

Según Francisco, "el cristiano y el pastor a mitad camino quizás saben de diversión, de tranquilidad, de cierta paz, pero no de alegría, de la alegría que hay en el Paraíso, esa alegría que viene de Dios, esa alegría que viene del corazón de padre que va a salvar!". "‘He escuchado los lamentos de los israelitas y desciendo allí'... Esto es muy bello, no tengáis miedo de que se hable de nosotros porque vamos al encuentro de los hermanos y hermanas que se han alejado del Señor -invitó-. Pidamos esta gracia para cada uno de nosotros y por nuestra Madre, la Santa Iglesia".

El administrador astuto

Lucas 16, 1-8. Tiempo Ordinario. Hay que contar con la gracia de Dios y poner los medios para lograr nuestras metas.

Oración introductoria
Señor Jesús, quiero tener la audacia y habilidad para saber darte el lugar que te corresponde en mi vida. Creo en Ti, confío y te amo, ilumina este rato de meditación para que nada me distraiga y sepa guardar el silencio que me permita realmente conocer tu voluntad.

Petición
Señor, ayúdame a saber aprovechar mi tiempo, especialmente este momento de meditación.

Meditación del Papa Francisco
Este administrador es un ejemplo de mundanidad. Alguno de ustedes podrían decir: ¡pero, este hombre ha hecho lo que hacen todos! Pero todos, ¡no! Algunos administraciones de empresas, administradores públicos, algunos administradores de gobierno... Quizá no son muchos. Pero es un poco esa actitud del camino más corto, más cómodo para ganarse la vida. En la parábola del Evangelio el patrón alaba al administrador deshonesto por su 'astucia'. La costumbre del soborno es una costumbre mundana y fuertemente pecadora. Es una costumbre que no viene de Dios: ¡Dios nos ha pedido llevar el pan a casa con nuestro trabajo honesto! Y este hombre, administrador, lo llevaba pero ¿cómo? ¡Daba de comer a sus hijos pan sucio! Y sus hijos, quizá educados en colegios caros, quizá crecidos en ambientes cultos, habían recibido de su padre suciedad como comida, porque su padre, llevando pan sucio a casa, ¡había perdido la dignidad! ¡Y esto es un pecado grave! Porque se comienza quizá con un pequeño soborno, ¡pero es como la droga eh! La costumbre del soborno se convierte en dependencia. (Cf. S.S. Francisco, 8 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta)..

Reflexión
El administrador infiel del Evangelio se las ingenia para resolver su futura situación de indigencia. El Señor da por supuesta, pues era evidente, la inmoralidad de tal actuación, pero resalta y alaba, sin embargo, la agudeza y empeño que demuestra este hombre para sacar provecho material de su antigua condición de administrador.

Cuántas, cuántas veces caemos en la excesiva confianza en Dios y creemos que Él va a resolver nuestros problemas sin que nosotros hagamos ningún esfuerzo por solucionarlos.

Dios pone los medios, y hay que usarlos con la misma sagacidad y el mismo esfuerzo que ponen los hombres en sus negocios materiales o en la lucha por hacer triunfar un ideal humano. El hecho de contar con la gracia de Dios no es excusa para no poner esos medios si son honestos y buenos, aunque esto implique grandes sacrificios.

El mismo afán que ponemos en nuestros deberes cotidianos (estudios, trabajo, mantener el hogar, educar a nuestros hijos,...), el mismo que ponemos en nuestras ilusiones y ambiciones, incluso en superficialidades, debemos poner en los asuntos del alma. Si obramos de esta forma, no habrá percance que nos venza, fracaso que nos hunda, ni tentación que nos haga perder la esperanza puesta en Cristo.

Propósito
Si para nosotros, Cristo fuera, de verdad, el valor más importante, ¿no deberíamos comportarnos con más sagacidad?

Consolar a Quien me consuela

Jesús quiere ser consolado. Precisamente por aquellos que tantas veces hemos recibido su consuelo.
 
Casi puedo acostumbrarme: tras el pecado, Dios se volcó nuevamente sobre mi alma. Me invitó a la confianza, me alentó al arrepentimiento, me acercó al sacramento de la confesión, me abrazó con su misericordia. ¡Es tanto lo que Dios ha hecho y hace tantas veces por mí!

Sí: puedo acostumbrarme, hasta el punto de ver casi como algo seguro el hecho de que mi Padre volverá mañana a buscarme para limpiar pecados, para encender la esperanza, para resucitar el amor que se apagaba. Pero si tan sólo recordase qué precio fue pagado por mi rescate, si tuviese ante mis ojos los esfuerzos tan grandes que pasó el Hijo para redimirme...

Necesito, por eso, tener un alma abierta, profunda, agradecida. El amor que recibo sólo puede pagarse con amor. Por eso, al que mucho se le perdona mucho ama (cf. Lc 7,47).

Pero no me basta simplemente con la gratitud. Hay momentos en los que siento que también Él necesita algún consuelo. Su grito en el Calvario, escuchado por la Madre Teresa de Calcuta y por miles y miles de católicos de todos los tiempos, llega a mi corazón: "Tengo sed" (cf. Jn 19,28).

Es cierto: mis heridas son mayores que las suyas, pues el pecado pone en peligro el sentido bueno de mi vida, mientras que los clavos del madero no enturbiaron el amor de Cristo hacia su Padre y hacia los hombres. Pero no por ello el Señor deja de anhelar consoladores para su sed de amor, para sus sueños de encender un fuego en el mundo, para que la oveja perdida vuelva pronto al hogar donde será amada.

Jesús quiere ser consolado. Precisamente por aquellos que tantas veces hemos recibido su consuelo. Esa será la mejor manera de decirle, desde lo más íntimo de mi alma, ¡gracias! por tantas ocasiones en las que me ha susurrado, con la voz humilde de un sacerdote, "yo te absuelvo de tus pecados...".

7 de noviembre 2014 Viernes XXXI Fl 3,17-4, 1

Mira en qué consiste nuestra esperanza: «Nosotros tenemos nuestra ciudadanía en el cielo: allí esperamos un Salvador, Jesucristo, el Señor, que transformará nuestro pobre cuerpo para configurarlo a su cuerpo glorioso.» ¿Cuántas veces te has atrevido a manifestar esta esperanza en tu entorno? Señor, gracias; sólo sé decirte esto.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir que ninguno
de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando
vuestro socorro, haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas de mí. "Recordare, Virgo Mater Dei, dum steteris in conspectu Domini, ut loquaris pro nobis bona".
(Oración de la Misa de María Mediadora de todas de todas las Gracias)

MARÍA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS

Maternidad espiritual de María

La Santísima Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la Divina Providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor, y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. (Lumen Gentium, 61)

María, Mediadora
Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Santísima Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.

Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador(Lumen Gentium, 62)

CATEQUESIS DEL PAPA JUAN PABLO II

MARÍA MEDIADORA

Audiencia General del miércoles 1 de octubre  de 1997

María Mediadora

Queridos hermanos y hermanas:

1. Entre los títulos atribuidos a María en el culto de la Iglesia, el capítulo VIII de la Lumen gentium recuerda el de «Mediadora». Aunque algunos padres conciliares no compartían plenamente esa elección (cf. Acta Synodalia III, 8, 163-164), este apelativo fue incluido en la constitución dogmática sobre la Iglesia, confirmando el valor de la verdad que expresa. Ahora bien, se tuvo cuidado de no vincularlo a ninguna teología de la mediación, sino sólo de enumerarlo entre los demás títulos que se le reconocían a María.

Por lo demás, el texto conciliar ya refiere el contenido del título de «Mediadora» cuando afirma que María «continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna» (Lumen gentium, 62).

Como recuerdo en la encíclica Redemptoris Mater, «la mediación de María está íntimamente unida a su maternidad y posee un carácter específicamente materno que la distingue del de las demás criaturas» (n. 38).

Desde este punto de vista, es única en su género y singularmente eficaz.

2. El mismo Concilio quiso responder a las dificultades manifestadas por algunos padres conciliares sobre el término «Mediadora», afirmando que María «es nuestra madre en el orden de la gracia» (Lumen gentium, 61). Recordemos que la mediación de María es cualificada fundamentalmente por su maternidad divina. Además, el reconocimiento de su función de mediadora está implícito en la expresión «Madre nuestra», que propone la doctrina de la mediación mariana, poniendo el énfasis en la maternidad. Por último, el título «Madre en el orden de la gracia» aclara que la Virgen coopera con Cristo en el renacimiento espiritual de la humanidad.

3. La mediación materna de María no hace sombra a la única y perfecta mediación de Cristo. En efecto, el Concilio, después de haberse referido a «María Mediadora», precisa a renglón seguido: «Lo cual, sin embargo, se entiende de tal manera que no quite ni añada nada a la dignidad y a la eficacia de Cristo, único Mediador» (ib., 62). Y cita, a este respecto, el conocido texto de la primera carta a Timoteo: «Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos» (1 Tm 2,5-6).

El Concilio afirma, además, que «la misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia» (Lumen gentium, 60).

Así pues, lejos de ser un obstáculo al ejercicio de la única mediación de Cristo, María pone de relieve su fecundidad y su eficacia. «En efecto, todo el influjo de la santísima Virgen en la salvación de los hombres no tiene su origen en ninguna necesidad objetiva, sino en que Dios lo quiso así. Brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia» (ib.).

4. De Cristo deriva el valor de la mediación de María, y, por consiguiente, el influjo saludable de la santísima Virgen «favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los creyentes con Cristo» (ib.).

La intrínseca orientación hacia Cristo de la acción de la «Mediadora» impulsa al Concilio a recomendar a los fieles que acudan a María «para que, apoyados en su protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador» (ib., 62).

Al proclamar a Cristo único Mediador (cf. 1 Tm 2,5-6), el texto de la carta de san Pablo a Timoteo excluye cualquier otra mediación paralela, pero no una mediación subordinada. En efecto, antes de subrayar la única y exclusiva mediación de Cristo, el autor recomienda «que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres» (1 Tm 2,1). ¿No son, acaso, las oraciones una forma de mediación? Más aún, según san Pablo, la única mediación de Cristo está destinada a promover otras mediaciones dependientes y ministeriales. Proclamando la unicidad de la de Cristo, el Apóstol tiende a excluir sólo cualquier mediación autónoma o en competencia, pero no otras formas compatibles con el valor infinito de la obra del Salvador.

5. Es posible participar en la mediación de Cristo en varios ámbitos de la obra de la salvación. La Lumen gentium, después de afirmar que «ninguna criatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor», explica que las criaturas pueden ejercer algunas formas de mediación en dependencia de Cristo. En efecto, asegura: «Así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversa manera tanto los ministros como el pueblo creyente, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única mediación del Redentor no excluye sino que suscita en las criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente» (n. 62).

En esta voluntad de suscitar participaciones en la única mediación de Cristo se manifiesta el amor gratuito de Dios que quiere compartir lo que posee.

6. ¿Qué es, en verdad, la mediación materna de María sino un don del Padre a la humanidad? Por eso, el Concilio concluye: «La Iglesia no duda en atribuir a María esta misión subordinada, la experimenta sin cesar y la recomienda al corazón de sus fieles» (ib.).

María realiza su acción materna en continua dependencia de la mediación de Cristo y de él recibe todo lo que su corazón quiere dar a los hombres.

La Iglesia, en su peregrinación terrena, experimenta «continuamente» la eficacia de la acción de la «Madre en el orden de la gracia».. 

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