El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho

El Papa denuncia en Santa Marta a los "cristianos barnizados"
"Un día una propina aquí, otro un soborno allá... poco a poco se llega a la corrupción"
Francisco insta a no convertirnos en cristianos "habituados a la mediocridad"
Redacción, 07 de noviembre de 2014 a las 18:21

Francisco, hoy, en Santa Marta

El camino de la mundanidad de estos enemigos de la cruz de Cristo es así, ¡Te conduce a la corrupción! Y luego terminas como este hombre, ¿Verdad? Abiertamente robado

"Un día una propina aquí, el otro día un soborno allá, poco a poco se llega a la corrupción", y le sucede también a los "cristianos barnizados", dijo este viernes el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la Casa de Santa Marta.

Jorge Bergoglio habló del riesgo de ser "cristianos mundanos"; "paganos con dos pinceladas de cristianismo", "habituados a la mediocridad". Estos, comentó, tienen mentalidad mundana en lugar de ser "ciudadanos de los cielos" y son apegados al dinero, agregó Francisco, citado por Radio Vaticana. La reflexión partió de la carta de San Pablo a los Filipenses, sobre los cristianos que se comportan como "enemigos de la cruz de Cristo".

"También hoy hay muchos. Debemos estar atentos para no caer en ese camino de cristianos paganos, cristianos en la apariencia. Y la tentación de acostumbrarse a la mediocridad, la mediocridad de los cristianos, de estos cristianos, es precisamente su ruina, porque el corazón se entibia, se convierte en tibio", advirtió. Y a los tibios el Señor les dice una palabra fuerte:" 'Porque eres tibio, estoy por vomitarte de mi boca´. Es muy fuerte, son enemigos de la Cruz de Cristo. Tienen el nombre, pero no siguen las exigencias de la vida cristiana". Pablo, dijo el Papa, habla así de la "ciudadanía" de los cristianos.

"Nuestra ciudadanía", señaló, "está en los cielos. Es eterna. Son ciudadanos del mundo, no de los cielos. Ciudadanos del mundo".

"Y el apellido es mundano. Protéjanse de éstos, remarcó. Así señaló Francisco, que todos, también él, debemos preguntarnos: "¿Tendré algo de estos? ¿Tendré algo de la mundanidad dentro de mí? ¿Algo del paganismo?".

"¿Me gusta alardear? ¿Me gusta el dinero? ¿Me gusta el orgullo, la soberbia? ¿Dónde tengo mis raíces, es decir, de dónde soy ciudadano? ¿Del cielo o de la tierra? ¿Del mundo o del espíritu del mundo? Nuestra ciudadanía está en los cielos, y allí esperamos, como Salvador, al Señor Jesucristo. ¿Y la de ellos? Su suerte final es la destrucción".

"Estos cristianos barnizados, terminarán mal; pero miren al final: ¿Dónde te lleva esa ciudadanía que tienes en tu corazón? Aquella ciudadanía mundana lleva a la ruina, aquella de la Cruz de Cristo al encuentro con Él", subrayó el Pontífice.

El Papa señaló algunos signos "en el corazón" que muestran que se está "deslizando hacia la mundanidad. Si tu amas y si estás apegado al dinero, a la vanidad y al orgullo, advirtió, vas por el mal camino. Si, en cambio, continuó, buscas amar a Dios, el servir a los demás, si eres amable, si eres humilde, si usted es el servidor de los demás , vas por el buen camino".

Después de la carta a los filipenses, el papa Francisco comentó la parábola del administrador que estafa al patrón. "¿Cómo ha llegado este administrador del Evangelio al punto de engañar, de robar a su amo? ¿Cómo ha llegado? ¿De un día para otro?. No. Poco a poco. Un día, una propina aquí, al otro día un soborno allí y poco a poco se llega a la corrupción. El camino de la mundanidad de estos enemigos de la cruz de Cristo es así, ¡Te conduce a la corrupción! Y luego terminas como este hombre, ¿Verdad? Abiertamente robado".


Evangelio según San Lucas 16,9-15.

Jesús decía a sus discípulos: "Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? 
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero". Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. El les dijo: "Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios."

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia 
Sobre Abraham, I, 5, 32-35     

«Gánense amigos con el dinero de la injusticia»

«Abraham estaba sentado a la puerta de la tienda en el momento en que el calor del día era más fuerte» (Gn 18,1). Cuando los demás estaban descansando, él aguardaba la venida de eventuales huéspedes. Con ello mereció que Dios, en la encina de Mambré, llegara hasta él que buscaba  tan ansiosamente ejercer la hospitalidad...

Sí, es cosa buena la hospitalidad, y tiene su particular recompensa: atrae pronto la gratitud de los hombres; recibe también – lo cual es más importante- una paga de parte de Dios. En esta tierra de exilio todos somos huéspedes pasajeros. Por un tiempo nos alojamos bajo un techo; pronto será necesario desalojarlo. ¡Estemos atentos! Si hemos sido duros o negligentes en acoger a los extranjeros, una vez acabado el curso de esta vida, los santos podrán, a su vez, rechazarnos y no acogernos. «Ganaos amigos con el dinero injusto, dice el Señor en el Evangelio, a fin de ser recibidos en las moradas eternas»...

Por otra parte, ¿acaso sabes si es a Dios a quien recibes, cuando piensas que sólo tienes que habértelas con unos hombres? Abraham acoge a unos viajeros; en realidad recibe en su casa a Dios y a sus ángeles. También tú, cuando acoges a un extranjero, acoges a Dios. El Señor Jesús lo afirma en su Evangelio: «Era un extranjero y me acogisteis. Lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,35.40).

8 de noviembre 2014 Sábado XXXI Fl 4, 10-19

Pablo sabe que es «vivir en medio de privaciones». «Está acostumbrado a todo: a comer bien ya pasar hambre». Pero tiene mucho interés de decir a los Filipenses que les está agradecido por la ayuda que acaba de recibir «ahora que vivía en la estrechez». ¿Sabes agradecer cuando te han ayudado? Mira a tu alrededor, ¿hay alguien que necesita una mano? Señor, que siempre sepa dar las gracias a quienes me ayudan, y que cuando a mí me toque ayudar sepa ser humilde.


Beato Juan Duns Scoto

Nació en la ciudad de Duns (Escocia), en torno al año 1265. Su familia estaba muy vinculada con los hijos de San Francisco de Asís, los cuales, imitando a los primeros predicadores del Evangelio, habían llegado a Escocia desde los albores de la Orden. Hacia el año 1280 Juan Duns Escoto fue acogido en la Orden de los Frailes Menores por su tío paterno, fray Elías Duns, que era el vicario de la Vicaría de Escocia, que acababa de fundarse.



Poseía una inteligencia viva y aguda. Recibió la ordenación sacerdotal el 17 de marzo de 1291. Fue enviado a París para completar sus estudios. Dadas sus eximias virtudes sacerdotales, le fue encomendado el ministerio de confesor, tarea entonces de gran prestigio. Obtuvo los grados académicos en la Universidad de París y comenzó su enseñanza universitaria, que prosiguió en Cambridge, Oxford y Colonia. Fiel a la enseñanza de San Francisco, que en su Regla (Rb 12) prescribe a sus frailes que sean plenamente obedientes al Vicario de Cristo y a su Iglesia, rehusó firmar el libelo de Felipe IV, rey de Francia, contra el Papa Bonifacio VIII. Por ese motivo fue expulsado de París. Sin embargo, al año siguiente pudo volver y reanudar la enseñanza filosófica y teológica. Después fue enviado a Colonia. El 8 de noviembre de 1308 murió repentinamente; en ese tiempo estaba dedicado a la vida regular y a la predicación de la fe católica.



Centraba en Jesucristo todos sus pensamientos y afectos, y tuvo un profundo y sincero amor a la Iglesia. Utilizó sabiamente las dotes recibidas de Dios desde su nacimiento, y fijó los ojos de la mente y los latidos de su corazón en las profundidades de las verdades divinas; se elevó muy alto en la contemplación y en el amor a Dios.



Juan Duns Escoto sobresalió entre los grandes maestros de la doctrina escolástica por el excepcional papel que desempeñó en la filosofía y en la teología; brilló especialmente como defensor de la Inmaculada Concepción y eximio defensor de la suprema autoridad del Romano Pontífice. Además, con su doctrina y sus ejemplos de vida cristiana, gastada enteramente en buscar la gloria de Dios, ha atraído a muchos fieles, a lo largo de los siglos, al seguimiento del divino Maestro y a caminar más expeditamente por el camino de la perfección cristiana.



Su vida estuvo rodeada por la fama de virtudes y sabiduría, que fue aumentando y consolidándose después de su muerte, tanto en Colonia como en otras ciudades. Aunque su fama de santidad se difundió, enriquecida por testimonios de culto, inmediatamente después de su muerte, y no ha disminuido, sin embargo la Providencia ha dispuesto que fuese en nuestros tiempos cuando se llevara a término el proceso de su glorificación, mediante el reconocimiento del culto que se le ha tributado desde tiempo inmemorial y de sus virtudes heroicas que refulgen en la Iglesia santa.



El sábado 20 de marzo de 1993, en la basílica de San Pedro, el papa Juan Pablo II, durante la celebración de las primeras vísperas del IV domingo de cuaresma, declaró solemnemente el reconocimiento del culto del beato Juan Duns Escoto, que ya había sido oficialmente reconocido el 6 de julio de 1991.

ESTOY ENTRENANDO PARA TODO Y EN TODO

San Pablo a los Filipenses 4, 10-19; Sal 111, 1-2. 5-6. 8a y 9; Lucas 16, 9-15

Terminamos con la carta a los filipenses. San Pablo es un hombre agradecido en medio de sus muchos sufrimientos y necesidades. Se ha empeñado en trabajar para no ser gravoso a nadie, ganándose la vida, y esto lo tiene muy a gala, aunque, como nos dice, tendría derecho a ser entretenido por las comunidades que funda. Pero no le llega. Por eso se atreve a pedir a sus hijos queridos filipenses.

Su relación con ellos es de extremo cariño, mejor, de extrema ternura. Les faltaba hasta el presente la ocasión de demostrarle el interés que siempre habían sentido por él. ¡Ayudadme! No es que, nos dice, no sepa vivir en pobreza, como también sabe vivir en abundancia. Maravilloso: estoy entrenado para todo y en todo. Sólo hay una cosa que busca con todas sus fuerzas, la que a él, como a ti y como a mi, se nos da en Cristo: evangelizar. ¿Harturas, hambres, riquezas, privaciones? Qué más da. Muchas veces nos enumera sus desdichas y peligros. Pero ahí no está el punto central de su vida, ni de la nuestra. Lo ha pasado mal y nadie se ha preocupado de él de verdad; sólo los filipenses le han demostrado su ayuda. Su agradecimiento es emocionante.

Hicisteis bien en compartir mi tribulación. Y no es la primera vez. No busca Pablo regalos, nos señala; mas busca que los intereses se acumulen en la cuenta de quienes le ayudan. Cuenta que, como todo, también esto es de Dios en Cristo Jesús. Porque esa cuenta con vuestros intereses, ¿cómo os la pagaré?, será acción de Dios hacia vosotros, proveyendo Dios a vuestras necesidades. Quien lo ha de hacer con la magnificencia de su gracia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. Siempre, siempre “en”.

La dicha viene de quien se pone de parte del Señor. Ganaos amigos, incluso con el dinero injusto, nos dice Jesús en el evangelio de hoy, para que cuando nos falte seamos recibidos en las moradas eternas. Seamos de fiar en el injusto dinero. No podéis servir a Dios y al dinero. Es cuestión de independencia.

La dependencia de Cristo nos hace independientes de cualquier otro valor o dinero. Autosuficientes, no como ideal de independencia filosófica estoica, sino gracias a Cristo y en él. Esto es lo que nos enseña Pablo y a lo que nos exhorta.

Sin embargo, podría pensarse que estas consideraciones parece que vengan envueltas en circunloquios, pues Pablo siempre se ha mostrado fiero de su independencia económica, sobre todo en 2Co, ¿minimiza, pues, los dones recibidos de los filipenses, mostrando una cierta reticencia ante ellos? No, estamos todavía, aunque en el epílogo, en una carta que es una enorme y bellísima exhortación, y Pablo quiere hacernos comprender cómo esa generosidad es fruto del Evangelio, sacrificio agradable que merece el aliento. Les ha mostrado ejemplos en la carta, y al terminar, aceptando sus dones, Pablo quiere hacernos comprender cómo el gesto de amistad que han tendido hacia él les conforta en la dinámica en la que les ha hecho entrar el Evangelio. Por eso termina con una acción de gracias, en la que vuelve al nuestro Dios y Padre del comienzo —la lectura ha cortado el versículo 20, en donde a Dios se le llama Padre—. Cuando la generosidad, que es fruto del Evangelio, remonta a Dios en sacrificio agradable, entonces Dios es verdaderamente glorificado: el grito de alabanza no hace más que acompañarla, no la reemplaza.

Buen uso de las riquezas

Lucas 16, 9-15. Tiempo Ordinario. Nuestro corazón desea hacer el bien, pero ¿lo hacemos para servir a Dios o a nosotros mismos? 



Oración introductoria


¡Señor, soy un pobre que necesita todo de Ti! Mi apego a lo pasajero, mi soberbia y autosuficiencia me alejan fácilmente del camino a la santidad. Ven e ilumina esta meditación para que sea la fuerza que me lleve a ponerte, ¡siempre!, como Rey y Señor de mi vida.


Petición


Señor, permite que sepa como crecer en la humildad, para poder crecer en el amor.


Meditación del Papa Benedicto XVI


"El hábito de oración, la práctica de buscar a Dios y el mundo invisible en cada momento, en cada lugar, en cada emergencia -os digo que la oración tiene lo que se puede llamar un efecto natural en el alma, espiritualizándola y elevándola.

Un hombre ya no es lo que era antes; gradualmente...se ve imbuido de una serie de ideas nuevas, y se ve impregnado de principios diferentes".

El Evangelio de hoy afirma que nadie puede servir a dos señores, y el Beato John Henry, en sus enseñanzas sobre la oración, aclara cómo el fiel cristiano toma partido por servir a su único y verdadero Maestro, que pide sólo para sí nuestra devoción incondicional.

Newman nos ayuda a entender en qué consiste esto para nuestra vida cotidiana: nos dice que nuestro divino Maestro nos ha asignado una tarea específica a cada uno de nosotros, un "servicio concreto", confiado de manera única a cada persona concreta: "Tengo mi misión", escribe, "soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio". Benedicto XVI, 19 de septiembre de 2010.


Reflexión


Porque Jesucristo "conoce vuestros corazones", nos advierte de tres peligros muy sutiles que pueden aparecer en la vida espiritual diaria. "El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho". La ley del amor, que es la que Cristo ha venido a traer al mundo, es la del amor sin medida. En el amor no hay mucho ni poco, o se ama o no se ama. Puede ser que las consecuencias de un acto hecho sin amor sean pequeñas o grandes pero cuando se ha faltado al amor se ha dejado de amar en ese acto concreto.

Si no sabemos usar correctamente las riquezas injustas y ajenas, es decir, todo lo material que es externo a nosotros y por lo tanto no nos pertenece con totalidad, mucho menos seremos capaces de manejar con corrección las riquezas verdaderas y propias, que son las cosas espirituales que en verdad son propias de cada hombre. Del mismo modo quien no ama a los hombres a quienes ve, no puede decir que ama a Dios a quien no ve; si no somos ordenados y justos con las cosas materiales, que vemos, menos lo seremos en las cosas espirituales, que no se ven.
"No podemos servir a Dios y al dinero". El dinero representa el humano interés. Nuestro corazón desea hacer el bien, pero ¿lo hacemos para servir a Dios o a nosotros mismos? Cuando nos ocurre una desgracia fácilmente nos preguntamos: "¿por qué a mí?" ¿No será que durante los momentos de tranquilidad hemos sido buenos por inercia, pero no por amor a Dios, de tal manera que cuando su voluntad contradice la nuestra ya no somos generosos?


Propósito 


Pensar que lo importante y lo que vale no es lo material. Donde esta mi tesoro, estará mi corazón.


Diálogo con Cristo 


Señor Jesús, sé que mi vida no sirve de nada si no la doy por Ti, pero sabes cuánto me cuesta desprenderme de mi tiempo, de mis gustos y de mis haberes. Ayúdame a tomar una decisión irrevocable, sin tratar de servir a Ti y al mundo. Dándote el primer lugar en mi vida podré servir mejor a mi familia, a mis amigos y a los demás.

Mi hermosa Niña de Galilea

Dame las palabras para que pueda mostrar a mis hermanos lo buena y suave que eres conmigo. 



María, así de simple. Es la forma de dirigirme y conversar con mi Madre del Cielo, llamándola simplemente María. Sé que mucha gente no la conoce, o tiene una imagen lejana de Ella, quizás demasiado formal, demasiado protocolar. ¿Cómo puede ser nuestra Mamá protocolar al presentarse a nosotros? No, Ella es sencilla, mi pequeña Niña de Galilea, así es para mí. Pero es también lógico que cada uno la vea del modo que su propio corazón indica, con la mirada del alma que todo lo convierte en la expresión del Espíritu Divino, si es que nosotros nos dejamos iluminar por dentro.


Por un instante, déjenme narrarles cómo es que mi corazón ve a la Madrecita del Verbo Divino. De un modo muy particular, la veo de unos quince o dieciséis años, que es la edad en la que Ella se convirtió en Madre Divina, dándonos a Aquel que todo lo puede por amor. A tan temprana edad, mi María se presenta ante mi corazón como una hermosa Mujer, delicada en su mirar, en su caminar. Destaca su delicado cuello, largo y estilizado para dar cabida al más hermoso rostro que Dios jamás cinceló en criatura alguna. Ella es perfecta, no existe ni existirá mujer más hermosa que María, porque Dios la modeló en un acto sublime de Su Potencia Creadora. Y su belleza sólo es superada por su pureza, su inocencia y su férrea voluntad de no desagradar al Padre que tanto ama.


Cuando veo las imágenes de las distintas presentaciones de María a lo largo de los siglos, me quedo con la convicción de que el hombre no ha podido ni podrá modelar jamás la belleza de María ni siquiera en un modo aproximado. Mi alma se esfuerza en descubrir la visión verdadera con que mi joven Reina se presentó como la Medalla Milagrosa, por ejemplo. Santa Catalina de Labouré sin dudas describió del modo más aproximado posible la celestial visión que se presentó ante ella, pero no pudo hacer que el artista cincele en la Medalla Milagrosa el verdadero rostro de la Reina de los ángeles. Esa sonrisa, esas manos siempre en posición de oración, esos ojos iluminados por la Fuente de todo el Amor.


María, joven y sonriente, fulgurante estrella de la mañana. Se presenta en mi corazón como una Rosa que se abre derramando su fragancia y frescura, haciendo de mi un ovillo de hilo que se recoge sobre sí mismo, se envuelve pliegue sobre pliegue hasta quedar extasiado mirándola sonreír, llamándome, invitándome a acompañarla en este viaje. Ella nunca se presenta en vano en nuestro corazón, como una madre nunca se acerca a sus hijos sin un profundo deseo de cuidarlos y amarlos.

María, hermosa Niña de Galilea, perfecto fruto de la Creación en cuerpo y alma. Sólo Ella pudo tener la Altísima Gracia de ser Madre del mismo Dios. El, ante el que el universo mismo se doblega, se hizo pequeñito y vivió nueve meses oculto dentro de ésta hermosa Joven Palestina.

El, instante tras instante, fue tomando de su sangre todo aquello que necesitó para formar Su naturaleza humana, Su humanidad. Así, Ella es nuestra Niña de la Alta Gracia, porque ninguna Gracia puede ser tan elevada como la Maternidad Divina.


Enamorarse de María es enamorarse de su Divina Maternidad, de su Inmaculado Corazón, y de su infinita belleza humana también. La siento tan cercana, tan vivamente presente en mi vida, que no puedo más que dirigirme a Ella como María, mi María. Ella es compasiva y paciente ante mis demoras en acudir a su mirada, Madre de la Misericordia. Juntos conversamos, compartimos mis pequeñas aventuras humanas, mis decepciones y dolores, mis esperanzas y sueños. Y María, con esa hermosa sonrisa que se funde en mis pupilas, me mira y me invita a levantar los ojos al Cielo con las manos unidas sobre mi pecho. Madre de la oración, Bella Dama del clamor y la plegaria, Omnipotencia Suplicante, Ella nos enseña a ver a través de los Ojos de Aquel que todo lo puede.


Mi María, hermosa y joven Niña de Galilea, que enamoraste mi corazón porque sabías que era el modo de abrir la puerta al soplo del Amor Verdadero. Me siento tan feliz y orgulloso de ser tu hijo, y al mismo tiempo tan indigno de serlo, que no puedo más que pedirte me ayudes a seguirte en tus deseos, que no son otros que los deseos de Tu Hijo. Dame las palabras para que pueda mostrar a mis hermanos lo hermosa y pura que eres, y lo buena y suave que eres conmigo. Dales la luz que les permita enamorarse de ti como lo has hecho conmigo. Que puedan descubrirte como la más hermosa y pura Mujer que jamás existió, Inmaculada en cuerpo y alma, llena del Espíritu Santo, plena de humildad y fortaleza, escudo que protege y consejo que ilumina. Mi hermosa María, luz de mi vida.

Congreso pastoral sobre las grandes ciudades en Barcelona

Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades
Cardenal Sistach: "Se trata de construir una Iglesia samaritana"
"Hay que abrirse al conocimiento y al diálogo con todas las culturas y religiones"
José Manuel Vidal, 08 de noviembre de 2014 a las 10:09
•    Segunda etapa del Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades
La respuesta al pluralismo cultural y religioso constituye uno de los retos fundamentales para todas las religiones, también para el cristianismo

(Cardenal Sistach).- Este mes de noviembre tendrá lugar en Barcelona la segunda fase del Congreso Internacional sobre la Pastoral de las Grandes Ciudades. Será del 24 al 26, y se clausurará en Roma el día 27, con una audiencia privada del papa Francisco. En este escrito quisiera aportar unas reflexiones muy presentes en la primera fase, sobre todo en el aspecto de cómo vivir la fe cristiana en las ciudades de hoy, cada vez más marcadas por el pluralismo cultural y religioso y por la presencia de muchos pobres.

También he tratado esta cuestión en la carta pastoral Una Iglesia samaritana en medio de las grandes ciudades, en la que ofrezco unas propuestas de acción comparando el documento del papa Francisco La alegría del Evangelio con nuestro Plan pastoral para los años 2011-2015, titulado Haced lo que Jesús os diga.

No se puede olvidar que la ciudad es un "ámbito multicultural", dice el papa Francisco en su documento programático mencionado anteriormente -la exhortación La alegría del Evangelio. "En las grandes urbes puede observarse -añade- un entramado en el que grupos de personas comparten las mismas formas de soñar la vida e imaginarios similares y se constituyen en nuevos sectores humanos, en territorios culturales, en ciudades invisibles. Variadas formas culturales conviven de hecho, pero muchas veces ejercen prácticas de segregación y de violencia. La Iglesia está llamada a ser servidora de un diálogo difícil."

El actual mundo globalizado se hace presente de una manera especialmente visible en las grandes ciudades, aunque también fuera de ellas. Por eso, no es exagerado afirmar que la respuesta al pluralismo cultural y religioso constituye uno de los retos fundamentales para todas las religiones, también para el cristianismo. Hoy hay que abrirse al conocimiento y al diálogo con todas las culturas y religiones. No se trata de relativizar la propia religión ni de caer en el sincretismo o en el indiferentismo religioso. Para poder dialogar, hay que ser consciente de la propia identidad y estar arraigado; de otro modo, podríamos decir que el mismo diálogo se hace inútil o imposible.

Juan Pablo II, con la iniciativa del año 1986, cuando se reunió en la ciudad de Asís con representantes de las grandes religiones del mundo, y el actual papa Francisco, que ha promovido después de su viaje a Tierra Santa un encuentro para orar en el Vaticano con presencia de judíos, musulmanes y cristianos, nos indican un camino. Un camino que debe tener continuidad y no quedarse en unos hechos simbólicos e interesantes pero aislados y sin consecuencias más allá del evento mismo.

La inserción de la Iglesia en las culturas urbanas -como se dijo en la primera fase del Congreso- le pide escuchar mucho y hacerlo con mucha humildad. Por eso, la Iglesia se propone anunciar la Persona de Jesús con coraje y con confianza, y mejorar cada vez más su testimonio por los caminos del diálogo, la formación cristiana, la acogida y la solidaridad sobre todo con los pobres como expresión de la fe cristiana. Es decir, construir día tras día una Iglesia del servicio, a la que, con una famosa parábola de Jesús, llamamos una Iglesia samaritana.

PAXTV.ORG