¿Creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos?

De la oración a la virtud: cómo es el camino

La oración va abriendo nuestros ojos a nuestra maldad


Es necesaria la desconfianza en uno mismo, hay que poner toda la confianza en Dios y lo indispensable de recurrir a Él continuamente por medio de la oración. Hoy intentaremos trillar el camino que va de la oración -de las gracias que se obtienen con la oración- al verdadero cambio de vida.

Decía el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira que uno de los frutos más apreciados de las gracias que vienen con una oración bien hecha es la formulación de firmes principios: a medida que la persona reza recibe conocimientos y fuerzas, y con estos ella debe ir consolidando su estructura de formulaciones morales, gran dique este en el momento de la tentación.

La oración trae un fortalecimiento de la convicción de que debemos regirnos por los 10 mandamientos, y nos va aclarando la importancia y las implicaciones más finas, más detalladas, de esos 10 mandamientos.

La oración va abriendo nuestros ojos a nuestra maldad, la intrínseca, la potencial y la actual, y nos va mostrando el camino para salir de la maldad y arribar al bien, que tiene como una de sus etapas más importantes la decisión firme en el alma de hacer el bien y evitar el mal. Pero miremos como resume este caminar el P. Lorenzo Scúpoli, en El Combate Espiritual 1:

"Aborrecer lo que es malo. (...) conviene nos ejercitemos en sentir un gran aborrecimiento y asco hacia el vicio que queremos vencer". 2 Lo dicho por el P. Scúpoli sobre un vicio se debe extender a toda trasgresión a cualquier mandamiento. Pero es claro que cada hombre tiene un vicio capital al que más tiende. En todo caso, todos los vicios tienen como madre más que el ocio a la soberbia, y por tanto la soberbia, el orgullo, siempre debe ser objeto de nuestro desprecio y de nuestro ataque.

"Tenemos que hacer actos contrarios a los que las pasiones y malas inclinaciones nos proponen. Así, por ej., si la ira quiere invitarnos a la venganza, debemos rezar por el bien de la persona que nos ofendió. Si la tristeza trata de inclinarnos al desánimo, debemos cultivar pensamientos de alegría y de esperanza". 3 Entonces, ver la necesidad de negar las inclinaciones de la propia naturaleza e ir actuando en contrario, aunque sea con cosas pequeñas, como 'hormiguita', lo que termina construyendo una gran edificación.

Es precisa la persistencia, que va unida al no desánimo. La generalidad de los espiritualistas afirma que más que la caída, lo que el demonio quiere es el desánimo, porque ahí corta de raíz cualquier ímpetu hacia la virtud. Entonces no desanimar: el desánimo es fruto del orgullo, pues es la mera naturaleza humana orgullosa no queriendo aceptar su debilidad. Por el contrario, el humilde no desanima, él sabe que lo normal en él son las caídas, pero que con la gracia de Dios, él ira realizando los actos contrarios a las malas pasiones que terminarán construyendo la virtud: "Ya sabemos que para adquirir una mala costumbre o un vicio se necesitan muchos pecados repetidos, y de la misma manera para conseguir una virtud contraria a ese vicio se necesitan repetidos y frecuentes actos buenos hasta lograr adquirir la buena costumbre que sea capaz de enfrentarse al vicio y alejarlo. Y aún más: son necesarios más actos buenos de virtud para formar una buena costumbre, que actos pecaminosos para formar un vicio, porque al vicio le colaboran las pasiones y malas inclinaciones, y en cambio a la virtud se le opone nuestra naturaleza corrompida y viciada por el pecado". 4 Entonces, tranquilos, y... para adelante.

Finalmente, "hay que mortificarse en lo que es lícito. (...) Se llama lícito lo que es permitido, lo que se puede hacer o decir sin cometer pecado". Si dejamos de hacer algunas cosas que incluso son lícitamente placenteras "la persona se va acostumbrando más fácilmente a dominarse a sí misma, y cuando le lleguen los atractivos de las pasiones y de los malos instintos ya tiene fuerza de voluntad y podrá salir vencedora de muchas tentaciones". 5
Por tanto, a rezar, a luchar, a levantarse, a seguir rezando, siempre con confianza y perseverancia.

Los cristianos perseguidos

El Papa reprocha al mundo que aparte la mirada ante el martirio de cristianos


El Papa Francisco reprochó al mundo que aparte la mirada “ante la dramática situación de los cristianos que son perseguidos y asesinados en número cada vez creciente”.

Ante miembros de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, a los que recibió en audiencia en el Vaticano este viernes 16 de noviembre con motivo de su asamblea general celebrada en Roma, el Santo Padre también afirmó que, además del martirio de sangre, “existe también un ‘martirio blanco’, como por ejemplo el que se produce en los países democráticos cuando la libertad religiosa se limita”.

En su audiencia, el Pontífice también reflexionó sobre la misión de esta Orden: “No olvidéis que no sois un ente filantrópico comprometido a promover una mejora material y social de los destinatarios. Estáis llamados a poner en el centro, y como objetivo final de vuestra obra, el amor evangélico al prójimo para testimoniar en todo lugar la bondad y el cuidado con que Dios ama a todos”.

El Papa destacó la importante labor educativa y sanitaria que la Orden desempeña en Tierra Santa: “Es un bonito signo vuestra iniciativa en el campo de la formación y de la asistencia sanitaria abierta a todos, con independencia de la comunidad de pertenencia y de la religión profesada”.

De esta manera, “contribuís a allanar el camino hacia el conocimiento de los valores cristianos, la promoción del diálogo interreligioso, el respeto mutuo y la comprensión recíproca. En otras palabras, con vuestro compromiso, también vosotros ofrecéis vuestra aportación para la construcción del camino que llevará, todos lo sabemos, a la paz en toda la región”.

En su discurso, el Santo Padre resaltó la importancia de la formación espiritual en las acciones pastorales de la Orden. “El continuo crecimiento de la Orden depende de vuestro incesante y siempre renovado compromiso. Para ello, es importante no olvidar que el objetivo principal de vuestra Orden reside en el crecimiento espiritual de sus miembros”.

Por lo tanto, “todo éxito de vuestras iniciativas ni puede prescindir de adecuados programas religiosos dirigidos a todos los caballeros y a cada una de las damas con el fin de consolidar su imprescindible relación con el Señor Jesús, sobre todo en la oración, en la meditación de las Sagradas Escrituras y en la profundización de la doctrina de la Iglesia”.

“Sobre todo, es obligación vuestra, dirigentes, ofrecer el ejemplo de intensa vida espiritual y de concreta adhesión al Señor: podréis así ofrecer un válido servicio de autoridad a todos los que dependen de vosotros”, concluyó.
 
San Gregorio de Tours

Celebrado El 17 De Noviembre

San Gregorio de Tours, obispo

En Tours, de Neustria, san Gregorio, obispo, sucesor de san Eufronio, que escribió en lenguaje claro y sencillo la historia de los francos.

El más conocido de los obispos de la antigua diócesis de Tours, después de san Martín, fue Jorge Florencio, quien más tarde tomó el nombre de Gregorio. Nació el año 538, en Clermont-Ferrand. Pertenecía a una distinguida familia de Auvernia, pues era biznieto de san Gregorio de Langres y sobrino de san Galo de Clermont, a cuyo cuidado se le confió cuando quedó huérfano de padre. Galo murió cuando Gregorio tenía diecisiete años. El joven salió con bien de una peligrosa enfermedad y decidió consagrarse al servicio de Dios. Desde entonces, empezó a estudiar la Sagrada Escritura bajo la dirección de san Avito I, en Clermont, donde recibió la ordenación sacerdotal. El año 573, por deseo del rey Sigeberto I y de todo el pueblo de Tours, fue elegido para suceder en el gobierno de la sede a san Eufronio.

Era aquella una época muy turbulenta en toda la Galia y particularmente en Tours. Al cabo de tres años de guerra, a partir de la elección de san Gregorio, la ciudad cayó en manos del rey Chilperico, quien no tenía ninguna simpatía por el obispo, de manera que éste debió enfrentarse a un enemigo poderoso. En abierta oposición al mandato de la madrastra de Meroveo, el hijo de Chilperico, san Gregorio le dio asilo en el santuario y, además, tuvo el valor de apoyar a san Pretextato de Rouen, a quien Chilperico convocó a juicio por haber bendecido el matrimonio de Meroveo con Brunilda, su tía política. Poco después, Gregorio intervino en la confiscación de las tierras del condado de Tours, que estaban en posesión de un hombre indigno llamado Leudastio. Éste le acusó de deslealtad política ante el rey, y de haber calumniado a la reina Fredegunda. San Gregorio compareció ante un concilio, pero la sinceridad con que juró que era inocente y la dignidad de su conducta, movieron a los obispos a ponerle en libertad y a castigar a

Leudastio por su falso testimonio. Chilperico, como tantos otros monarcas de su tiempo, se creía teólogo. En este punto, san Gregorio tuvo también conflictos con él, porque no podía disimular que Chilperico era un mal teólogo y que la forma como expresaba sus ideas era aún peor. Chilperico murió el año 584. Tours cayó primero en manos de Guntramo de Borgoña y después en las de Childeberto II; ambos soberanos trataron amistosamente a Gregorio, quien pudo dedicarse tranquilamente a escribir y a administrar su diócesis.

Bajo el gobierno de san Gregorio, la fe y las buenas obras aumentaron en Tours. El santo reconstruyó su catedral, así como otras iglesias, y supo atraer a la fe y a la unidad a muchos herejes, a pesar de que no era un gran teólogo. San Odón de Cluny alaba su humildad, su celo por la religión y su caridad para con todos, especialmente para con sus enemigos. Se le atribuyeron en vida varios milagros, que él atribuía a su vez a la intercesión de san Martín y otros santos, cuyas reliquias llevaba siempre consigo.

Aunque san Gregorio fue uno de los obispos merovingios más activos, actualmente se le recuerda sobre todo como historiador y hagiógrafo. Su «Historia de los francos» es una de las fuentes principales de la historia primitiva de la monarquía francesa, que nos proporciona muchos datos sobre su autor. Menos valiosas desde el punto de vista histórico son otras obras suyas, como los tratados «Sobre la gloria de los mártires» y sobre otros santos, «Sobre la gloria de los confesores» y «Sobre las vidas de las Padres».

Según la costumbre de su tiempo, el santo narra en extenso los milagros y otros hechos maravillosos y, sólo de vez en cuando, deja ver su espíritu crítico. En este sentido, el juicio de Alban Butler es muy moderado: «En sus nutridas colecciones de milagros, dice Butler, parece dar crédito a las leyendas populares con demasiada frecuencia».

San Gregorio (Migne, PL., vol. LXXI, cc. 115-128), pero data del siglo X y tiene poco valor por sí misma. Se ha escrito mucho sobre Gregorio de Tours, pero menos desde el punto de vista hagiográfico que del literario. Una de las obras más notables en este aspecto, es la de G. Kurth, Histoire poétique des Mérovíngiens (1893). Véase también Etudes Franques (1919) del mismo autor; Delehaye, Les Recueils des Miracles des Suints, en Analecta Bollandiana, vol. XLIII (1925), pp. 305-325. La mejor edición de las obras de Gregorio es la de Krusch y Levison, en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov, vol. I, pte. I (1937-51). Hay un interesante artículo de Harman Grisewood en Saints and Ourselves (1953), pp. 25-40. Puede leerse sobre san Gregorio, una breve introducción a su vida y una reseña de sus obras, incluyendo la mención de las dudosas, con bibliografía reciiente, en la Patrología de Quasten-Di Berardino, tomo IV, BAC, 2000, pág. 381-392.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Llevar el ritmo de Dios

Santo Evangelio según San Lucas 18, 1-8. Sábado XXXII de Tiempo Ordinario.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por todo lo que me has concedido y me concedes en cada momento; gracias por enseñarme a rezar sin desesperarme; dame la gracia de esperar sin desconfiar y amarte en cada momento. Aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad por Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: 'Hazme justicia contra mi adversario'.

Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando' ".

Jesús comentó: "Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús explica en el Evangelio cómo orar sin desanimarse. La parte que más me llama la atención es cuando dice: "¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar."

Creo que a todos nos viene a la mente decir: "pero si yo pido y no recibo nada. Creo que no me hace caso, que no soy de sus elegidos, etc." En ese momento estamos equivocados y para eso es este Evangelio. Debe de haber en nosotros una gran fe para no desesperarnos.

¿Por qué nos desesperamos? Porque siempre queremos que Dios vaya a nuestro ritmo y es al revés. Somos nosotros quienes debemos llevar el ritmo de Dios en nuestras vidas. Yo me imagino que es como los videojuegos, donde tienes que ir recolectando monedas u otras cosas; ellas se encuentran en ciertos lugares y no podemos hacer nada para que aparezcan antes, debemos seguir caminando. Debemos saber, también, que dentro de ese caminar sin recibir nada se encuentra una gran lección para cada uno de nosotros.

También no recibimos una respuesta porque muchas veces no sabemos cómo pedir. Pedimos cosas que en realidad no necesitamos, que son puros caprichos. Debemos de ir aprendiendo a pedir junto con el Espíritu Santo. Él sabe muy bien qué es lo que en verdad necesitamos.

Llevando el ritmo de Dios, todo nos será dado, pues iremos caminando de su mano. Ya sabemos que nuestro tiempo no es el mismo tiempo para Dios, por eso debemos de esperar sin desconfiar.

Para la oración de intercesión se necesitan dos cosas: coraje, es decir, parresia, coraje y paciencia. Si yo quiero que el Señor escuche algo que le pido, debo ir, e ir, e ir, llamar a la puerta y llamo al corazón de Dios, porque mi corazón está involucrado con ello. Pero si mi corazón no se involucra con esa necesidad, con esa persona por la que debo rezar, no será capaz ni siquiera del coraje ni de la paciencia.
Pedir al Señor la gracia de rezar frente a Dios con libertad, como hijos; rezar con insistencia, rezar con paciencia. Pero, sobre todo, rezar sabiendo que yo hablo con mi Padre y mi Padre me escuchará.
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de marzo de 2018, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía y pedirle la gracia de poder escuchar lo que Él quiere que le pida y que es lo que más necesito.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 Si Dios siempre escucha, ¿por qué tarda tanto en responder?

«La oración del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante» (Stgo 5, 16)

«La única razón por la que obtenemos tan poco de Dios es porque le pedimos demasiado poco y con poca insistencia.... No hay que cansarse de orar. Los que se cansan después de haber rogado durante un tiempo... no merecen ser escuchados.... Es tener muy poca confianza en la bondad de Dios el desesperar tan pronto, el tomar las menores dilaciones por rechazos absolutos».



El siglo de la inmediatez



Lo anterior fue escrito por san Claudio de la Colombiere en el siglo XVII, pero pareciera que al presente tuviera más actualidad que en aquel entonces dada la vida acelerada y la búsqueda de inmediatez que padecemos hoy. Si ya no invertimos tiempo ni en cocer frijoles "para algo existen los enlatados" ni en preparar una elaborada comida en casa -mejor se pide pizza o cualquier otra versión de «comida rápida»-, no es de extrañar que en lo referente a la vida espiritual también queramos todo fácil y al instante.



Pero Dios tiene una visión totalmente diferente de la nuestra; por eso a sus discípulos «les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer: Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!". Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme". Dijo, pues, el Señor: "Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto"» (Lc 18, 1-8).



Ciertamente hay respuestas a la oración que no pueden esperar. Si yo me encuentro colgando de una roca al borde de un altísimo precipicio y pido a Dios que me salve de la muerte, el Señor no va a tardar un mes, un año o una década en darme la respuesta. Pero en otras ocasiones habrá que esperar un tiempo, insistiendo confiadamente en la oración, hasta ser testigos de la intervención de Dios. Pensemos, por ejemplo, en los famosos dieciséis años de oraciones que santa Mónica requirió para ver que se le concedía lo pedido: la conversión de su hijo Agustín.



¿Qué tan pronto es «pronto» para Dios?



¿Entonces por qué el Altísimo promete en la cita bíblica una pronta respuesta: «Os digo que [Dios] les hará justicia pronto» (Lc 18, 8)? El aparente retraso que creemos percibir en la respuesta divina a nuestras oraciones en realidad no es tal; y tampoco las sagradas Escrituras mienten; antes bien, éstas nos aclaran la situación: «No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión» (2 Pe 3, 9). Aunque dicha cita se refiere de manera específica a la segunda venida de Cristo, explica con claridad cuál es el proceder de Dios respecto del tiempo. Por eso en el versículo anterior explicaba el apóstol: «Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día» (2 Pe 3, 8). Mas a nosotros, mortales y encerrados en el tiempo, el transcurso de las semanas, los meses y los años sin una respuesta puede parecernos intolerable; pero Dios, inventor del tiempo y ubicado por fuera del tiempo, no actúa ni antes ni después sino en el momento oportuno. «Así dice Yahveh: "En tiempo favorable te escucharé"» (Is 49, 8); y todo esto, como dice la Escritura, porque el Señor quiere que « todos lleguen a la conversión» (2 Pe 3, 9).



«Quiere Dios salvarnos; mas, para gloria nuestra, quiere que nos salvemos, como vencedores» apunta san Alfonso María de Ligorio en su libro El gran medio de la oración; «por tanto, mientras vivamos en la presente vida, tendremos que estar en continua guerra. Para salvamos habremos de luchar y vencer. Sin victoria nadie podrá ser coronado».



A más tiempo, mayor satisfacción final



Por su parte, san Claudio de la Colombiere enseña: «Cuando se concibe verdaderamente hasta dónde llega la bondad de Dios, jamás se cree uno rechazado, jamás se podría creer que desee quitarnos toda esperanza. Pienso, lo confieso, que, cuando veo que más me hace insistir Dios en pedir una misma gracia, más siento crecer en mí la esperanza de obtenerla; nunca creo que mi oración haya sido rechazada, hasta que me doy cuenta de que he dejado de orar; cuando tras un año de solicitaciones, me encuentro en tanto fervor como tenía al principio, no dudo del cumplimiento de mis deseos; y lejos de perder valor después de tan larga espera, creo tener motivo para regocijarme, porque estoy persuadido de que seré tanto más satisfecho cuanto más largo tiempo se me haya dejado rogar. Si mis primeras instancias hubieran sido totalmente inútiles, jamás hubiera reiterado los mismos votos, mi esperanza no se hubiera sostenido».



Continúa el Santo: «En efecto, la conversión de san Agustín no fue concedida a santa Mónica hasta después de dieciséis años de lágrimas; pero también fue una conversión incomparablemente más perfecta que la que había pedido».



Y concluye san Claudio con una exhortación para «usted que solicita la conversión de este marido, de esta persona querida: no os canséis de rogar, sed constantes, sed infatigables en vuestras peticiones; si se os rechazan hoy, mañana lo obtendréis todo; si no obtenéis nada este año, el año próximo os será más favorable; sin embargo, no penséis que vuestros afanes sean inútiles: se lleva la cuenta de todos vuestros suspiros, recibiréis en proporción al tiempo que hayáis empleado en rogar; se os está amasando un tesoro que os colmará de una sola vez, que excederá a todos vuestros deseos».


Quiero encontrar a Dios ¿Por dónde debo comenzar?

5 lugares perfectos para encontrarte con Dios. 


En algún momento de la vida, tarde que temprano, buscamos encontrarnos con Dios. Muchos buscamos a Dios en la oración, en la Iglesia, en algún retiro espiritual, etc. En cada uno de estos lugares o experiencias podremos encontrarnos con Dios, pero es importante que este encuentro con nuestro Padre, no sea un encuentro de un rato o de un fin de semana, sino que sea un encuentro constante, íntimo y personal, para que esta comunicación de Padre a hijo se fortalezca día con día.
Es por eso que hoy te quiero compartir 5 lugares donde puedes encontrarte con Dios:

En la familia

Podemos encontrar a Dios en todas partes, pero un lugar primordial para su encuentro es en nuestro entorno cercano y, uno de nuestros círculos más cercanos, es nuestra familia. En ella podemos encontrar a Dios presente siempre, por ejemplo, en el amor que nos tenemos entre todos, ya que se supone que toda familia tiene como base el amor. No pierdas esta oportunidad de encontrarte con Dios a través de tu familia.

Contigo mismo

El silencio y la soledad son dos momentos a los cuales muchas personas le huyen, ya que no es fácil guardar silencio en un mundo lleno de ruido y tampoco es fácil aprender a convivir y a estar con uno mismo. Pero es ahí, en el silencio y en la soledad, donde podemos encontrarnos de una manera muy íntima y privada con Dios, ya que en ese momento especial de oración podrás entrar en una comunicación personal con nuestro Padre.

Con tus verdaderos amigos

Las relaciones interpersonales y, en especial, las que desarrollamos en nuestra vida y nos hacen crecer como personas son las amistades que valen mucho la pena, las cuales siempre nos llevarán a acercarnos a Dios, ya que viviendo un momento de comunidad y compartiendo una sonrisa podrá ser un buen momento para encontrarnos con Dios.

Con el más necesitado

Cada vez que pensamos en el más necesitado, pudiéramos caer en el error de pensar en alguien lejano a nuestra realidad, alguien que está lejos de nosotros. Pero, en realidad, este mundo está lleno de necesitados, necesitados de muchas cosas, unos de alimento, otros de hogar, pero muchos son los necesitados de amor, de compresión o de una simple sonrisa. Lo más hermoso que puedes hacer para encontrarte con Dios es buscarlo en la cara del necesitado y que, en la ayuda sincera y generosa que puedas brindar, ellos vean en ti, el rostro de Dios.

En nuestros errores

¿Cómo que me puedo encontrar a Dios en mis errores? Parece difícil de creer, pero es toda una realidad, podemos encontrarnos con Dios en los momentos más vulnerables de nuestra vida o en los momentos de derrota, ya que, en estos momentos, Dios nunca nos abandona y es en estos instantes, donde tenemos de cerca de un Padre amoroso y misericordioso que está con los brazos abiertos.

Ahora que ya sabes dónde te puedes encontrar con Dios, no pierdas esta gran oportunidad de acercarte a ese Padre amoroso que sólo nos quiere amar y tenernos siempre a su lado.

Asesinado en Sudán del Sur el P. Odhiambo, primer jesuita keniano

El P. Victor Luke Odhiambo, sj, fue herido de muerte en la noche del 14 de noviembre de 2018





Según el Ministerio de Información del estado de Gok, John Madol, uno de los presuntos agresores fue arrestado. «El gobierno del estado de Gok ha decretado tres días de luto. Todos se quedan en casa mientras sentimos compasión por el sacerdote», dijo el Ministro de Información.

El padre Odhiambo fue el primer keniata en convertirse en jesuita. Nacido el 20 de enero de 1956, ingresó en la Compañía de Jesús el 4 de julio de 1978. Fue ordenado sacerdote el 22 de agosto de 1987 e hizo sus votos permanentes el 30 de mayo de 1993. En

Sudán del Sur el padre Odhiambo fue director del Mazzolari Teachers College y vicepresidente de la comunidad jesuita de Cuibet desde el 30 de enero de 2017.

«Con gran pesar conocí la triste noticia del ataque a nuestros compañeros en Cueibet y la muerte violenta del padre Victor-Luke Odhiambo, S.J., Presidente de Mazzolari Teachers’ College (MTC) y Vice-Superior de la Comunidad», afirma en sumensaje de condolencias el padre Arturo Sosa, Prepósito General de la Compañía de Jesús. En Sudán del Sur el padre Odhiambo era director del Mazzolari Teachers’ College y vicepresidente de la comunidad jesuita de Cuibet desde el 30 de enero de 2017.

El padre Sosa destaca que «Victor Luke Odhiambo deja un nombre, no solo en Sudán del Sur como el primer jesuita en morir al servicio de su gente, sino en todo el este de África como profesor de miles de estudiantes en el Starehe Boys de Nairobi, Kenia, y en la

Loyola High School de Dar Es Salaam, en Tanzania».

«Era un hombre muy valiente, inteligente, cariñoso, creativo y, sobre todo, un firme creyente en el valor. No temía aventurarse en lo desconocido, ni siquiera en los lugares más peligrosos, una vez convencido de que esta era la misión deseada por el Señor. Su ejemplo de dedicación desinteresada como Director sigue siendo un desafío para muchos de nuestros hermanos menores en la Compañía de Jesús. Es una luz que se ha extinguido después de haber iluminado otras luces. Como un grano de trigo que muere para dar muchos frutos. Y este es nuestro consuelo».

«El padre Odhiambo dio su vida por las personas, hijos e hijas de Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús. Nuestro Padre misericordioso lo recibirá con un corazón abierto. También oramos por quienes atacaron las instalaciones de la universidad y mataron al padre Victor y por quienes promueven la violencia. Que el Señor convierta sus corazones», concluye.


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