Estad despiertos y orad en todo tiempo
- 01 Diciembre 2018
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¿Qué cosa es el anuncio de Cristo?
Papa Francisco: Anunciemos a Cristo con el testimonio y no con el marketing
En la Misa que presidió esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco afirmó que el anuncio de Cristo se hace con el testimonio personal coherente y precisó que no es una obra de publicidad ni de marketing.
“No es una obra de publicidad, hacerle publicidad a una persona muy buena que ha hecho el bien, ha curado a mucha gente y ha enseñado cosas bellas. No, no es publicidad. Tampoco es para hacer proselitismo. Si alguno va a hablar de Jesucristo, a predicar A Jesucristo para hacer proselitismo, recuerdo que esto no es anuncio de Cristo: esto es un trabajo, de predicador, distinto a la lógica del marketing. ¿Qué cosa es el anuncio de Cristo? No es publicidad, ni proselitismo ni marketing: es distinto. ¿Cómo se puede entender esto? Primero que nada por ser enviado”, dijo el Santo Padre.
Anunciar a Cristo es “la única gran Buena Noticia” que sus discípulos deben dar a los demás “poniendo la propia carne sobre el asador”, poniéndose cada uno en juego para dar testimonio de Él.
“Este viaje, que consiste en hacer el anuncio arriesgando la vida, porque pongo en juego mi vida, mi carne. Solo tiene un billete de ida, no de regreso. Regresar es apostasía. El anuncio de Jesucristo se hace con el testimonio. Testimonio quiere decir poner en juego la propia vida y que lo que diga yo lo haga”.
Esto se llama “coherencia entre la palabra y la propia vida: esto se llama testimonio”, precisó el Santo Padre. Hacer lo contrario genera “escándalo” y hace que los cristianos vivamos “como paganos, como no creyentes, como si no tuviéramos fe”.
El que anuncia “lleva la Palabra de Dios” y pone en juego su vida “hasta el final” como Dios mismo que envió a su propio Hijo “para darse a conocer, arriesgando la propia vida”.
“El diablo ha buscado convencerlo para tomar otro camino y Él no ha querido, ha hecho la voluntad del Padre hasta el final. Y su anuncio debe pasar por el mismo camino: el testimonio que para Él ha sido el testimonio del Padre hecho carne. Y nosotros debemos hacernos carne, es decir hacernos testimonio: hacer lo que decimos. Esto es el anuncio de Cristo”, resaltó Francisco.
Los mártires, como San Andrés apóstol a quien la Iglesia recuerda hoy, “son quienes muestran que el anuncio ha sido verdadero. Hombres y mujeres que han dado la vida –los apóstoles han dado la vida– con su sangre: pero también muchos hombres y mujeres escondidos en nuestra sociedad y nuestras familias, que dan testimonio todos los días, en silencio, de Jesucristo, pero con la propia vida, con aquella coherencia de hacer lo que dicen”.
Si por el contrario, concluyó el Santo Padre, los cristianos vivimos “sin coherencia, diciendo una cosa y haciendo una contraria” el resultado será el escándalo y seremos cristianos que “hacen mucho mal al pueblo de Dios”.
Beato Carlos de Foucauld
Celebrado el 1 de diciembre
CARLOS DE FOUCAULD (Hermano Carlos de Jesús) nace en Francia, en Estrasburgo, el 15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su hermana Maria, bajo los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera militar.
Adolescente, pierde la fe. Conocido por su gusto de la vida fácil él revela, no obstante una voluntad fuerte y constante en las dificultades. Emprende una peligrosa exploración a Marruecos (1883- 1884). El testimonio de fe de los Musulmanes despierta en él un cuestionamiento sobre Dios: «Dios mío, si existes, haz que te conozca ».
Regresando a Francia, le emociona mucho la acogida discreta y cariñosa de su familia profundamente cristiana, y comienza una búsqueda. Guiado por un sacerdote, el Padre Huvelin, él encuentra a Dios en octubre 1886.Tiene 28 años. «Enseguida que comprendí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que de vivir sólo para El».
Durante una peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación: seguir Jesús en su vida de Nazareth. Pasa 7 años en la Trapa, primero N.S. de las Nieves, después Akbes, en Syria. Enseguida después, él vive solo en la oración y adoración cerca de las Clarisas de Nazareth.
Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sahara, primero Beni-Abbes, después Tamanrasset en medio de los Tuaregs del Hoggar. Quiere ir al encuentro de los más alejados, «los más olvidados y abandonados».Quiere que cada uno de los que lo visiten lo consideren como un hermano, «el hermano universal». El quiere «gritar el evangelio con toda su vida» en un gran respeto de la cultura y la fe de aquellos en medio de los cuales vive. «Yo quisiera ser lo bastante bueno para que ellos digan: “Si tal es el servidor, como entonces será el Maestro...”?».
En el atardecer del 1° de Diciembre 1916, fue matado por una banda que rodeó la casa.
Siempre soñó compartir su vocación con otros: después de haber escrito varia reglas religiosas; pensó que esta «vida de Nazareth» podía ser vivida en todas partes y por todos. Actualmente la «familia espiritual de Charles de Foucauld» comprende varias asociaciones de fieles, comunidades religiosas e institutos seculares de laicos y sacerdotes
"LOS INDÍGENAS AMAZÓNICOS SE SIENTEN ESCUCHADOS POR LA IGLESIA", DICE EL VICEPRESIDENTE DE LA REPAM
Cardenal Barreto: "El Sínodo amazónico va a ser un banco de prueba para la Iglesia y para el mundo"
"Este sistema ha fracasado, esa vorágine consumista tiene que cambiar a una vida sobria, a una vida sencilla"
Luis Miguel Modino, 30 de noviembre de 2018 a las 21:50
Barreto, con un sombrero de plumas indígena
Sé que esto va a crear muchísimos problemas, pero también tenemos que ser muy conscientes como Iglesia, cómo resolvemos la ministerialidad eucarística en todas las comunidades cristianas del mundo
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(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- El Cardenal Pedro Barreto es uno de los últimos purpurados de la Iglesia católica, el Papa Francisco le impuso el birrete el pasado 29 de junio. El cardenal jesuita es un enamorado de la Amazonía, a la que define como "la zona más olvidada del Planeta", pero que encierra culturas que nos enseñan a vivir de una manera diferente, abandonando la vorágine consumista que domina la sociedad actual.
Según el arzobispo de Huancayo, Perú, el Sínodo para la Amazonía va a ser "un banco de prueba, de examen, para la Iglesia hoy", palabras que cobran mayor autoridad viniendo de alguien que es miembro del Consejo Presinodal y Vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica - REPAM. Dentro del proceso sinodal, el cardenal destaca "el sentimiento de alegría de los indígenas amazónicos, ellos se sienten escuchados por la Iglesia". El cardenal define a los indígenas como "los verdaderos interlocutores de esa vasta región", por lo que es fundamental para la Iglesia "aprender a escuchar, porque normalmente la Iglesia simplemente predicaba, no escuchaba".
En la entrevista, el Cardenal Barreto reflexiona sobre algunos aspectos que se prevén como importantes de cara al Sínodo, como es el papel de la mujer en la Iglesia, la celebración de la Eucaristía y la presencia eclesial en las comunidades amazónicas, especialmente en las comunidades indígenas. Junto con eso, insiste en la necesidad de vivir el discernimiento y la sinodalidad, elementos fundamentales en el pontificado del Papa Francisco, en quien se deja traslucir la espiritualidad ignaciana.
¿Por qué es necesario un Sínodo para la Amazonía?
En primer lugar, porque es la zona más olvidada del Planeta. La Amazonía tiene grandes culturas que nos enseñan ahora a vivir con sobriedad, nos enseñan también a vivir con una armonía con la naturaleza y de, alguna manera, es la reserva de agua más grande del mundo, y sobre todo por lo de las culturas.
Por qué la Amazonía, porque desde el principio de la evangelización la Iglesia se interesó por los pueblos indígenas. Es cierto que hay que reconocer que el método pastoral era distinto, pero ahora es urgente, no solamente por relanzar la pastoral de conjunto, a través de una red eclesial, sino que además es la Amazonía para el mundo, como dice el Papa Francisco en la Laudato Si, número 38.
Esa propuesta de sobriedad feliz, de la que habla el Papa Francisco, ¿no entra en conflicto serio con los intereses de las grandes potencias económicas del capitalismo? ¿Qué es lo que puede suponer ese choque de culturas, de modos de entender la vida?
En realidad es muy claro que esta vida sobria que propone el Papa Francisco en la Laudato Si, cae por su propio peso. El ritmo consumista, este sistema tecnocrático, que pone en primer lugar el lucro y el uso abusivo de los recursos naturales, hace que no sea viable. El Papa llegó a decir que este sistema ha fracasado, esa vorágine consumista tiene que cambiar a una vida sobria, a una vida sencilla, que realmente va a ser bien difícil, porque hay intereses económicos muy fuertes por medio. Por eso digo, el Sínodo amazónico va a ser un banco de prueba, de examen, para la Iglesia hoy, no solamente para la región amazónica, sino para todo el mundo. Esta es la propuesta, que no solamente la Iglesia lo dice, sino cualquier economista en su sano juicio, dice que este proceso no puede avanzar.
Ahora como cardenal, usted tiene más contacto con el mundo vaticano, ¿en el Vaticano, se está asumiendo el Sínodo para la Amazonía como algo de toda la Iglesia o como algo más regional?
Yo tengo poco conocimiento de la Santa Sede, pero hay dos personas que a mí me inspiran mucha confianza, una de ellas es precisamente el Papa Francisco, que ha tomado esta decisión, sobretodo proponiendo el tema de nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral, que en definitiva está poniendo en una región algo que es como base para generalizarlo a nivel universal. Porque dice nuevos caminos para la Iglesia, no para la Iglesia solamente amazónica, y la ecología integral es la propuesta esencial que la Iglesia católica, a través de la Laudato Si, hace al mundo entero, con una base científica, con una base bíblica, y con un reconocimiento de nuestro propio pecado personal del uso indebido e irracional de los recursos.
Entonces, yo creo que los dos pilares es el Papa Francisco y ahora también el Cardenal Baldisseri, que es el Secretario del Sínodo. Y esto yo lo puedo decir porque estoy dentro de la Red Eclesial Panamazónica y dentro del Consejo Presinodal. Yo abrigo la esperanza que poco a poco vayamos tomando conciencia que la Amazonía no es una propuesta, se puede decir, que se le ocurrió al Papa Francisco, sino que viene a tomar conciencia que la Iglesia, desde el principio de la evangelización, se preocupó por la Amazonía.
Tan es así, que la primera encíclica del Papa San Pío X, fue precisamente frente a los problemas de los caucheros, que diezmaban a los indígenas y que se aprovechaban del caucho en esa época, estamos hablando de 1903, con una encíclica muy breve, pero que expresaba el dolor de la Iglesia ante la muerte y la devastación de la naturaleza en la zona amazónica.
Estamos en el proceso de escucha de los pueblos amazónicos, algo en lo que insiste mucho el Papa Francisco. Dentro de este proceso, de lo que le ha llegado a usted, ¿qué es lo que más le está sorprendiendo?
El sentimiento de alegría de los indígenas amazónicos, ellos se sienten escuchados por la Iglesia. Eso no quiere decir que antes no había intentos de sacerdotes, de religiosas, que estaban muy cercanos a la población. Pero ahora es el Papa Francisco el que nos impulsa a ponernos en camino juntos, el caminar junto con ellos, el aprender de ellos, así lo dijo en Puerto Maldonado, en el Perú. Ellos son los verdaderos interlocutores de esa vasta región amazónica que tiene mucho que enseñarnos al mundo.
En ese sentido, hay algo muy importante que es aprender, y aprender a escuchar, porque normalmente la Iglesia simplemente predicaba, no escuchaba. Incluso el Papa Francisco en Puerto Maldonado dijo, les pido a ustedes que ayuden a sus obispos y sacerdotes y a todos los agentes pastorales a que sean uno con ustedes. Y esa es la metanoia, la conversión, la Iglesia tiene que convertirse a ellos, dejarse tocar por ese sufrimiento, por ese abandono, por esa situación de descartables, como muchas veces se piensa de la Amazonía.
En ese sentido, podemos decir que el Papa Francisco insiste mucho en esa actitud de conversión en la Iglesia. En el Sínodo de los Jóvenes, recientemente clausurado, insistía mucho en la necesidad de escuchar a los jóvenes. ¿Usted no cree que a la jerarquía le falta mucho en esa actitud de escuchar y, sobre todo, de querer aprender?
Sí. Creo que nosotros hemos estado por mucho tiempo en el púlpito, y en el púlpito hablábamos, y desde el púlpito predicábamos, y creíamos que desde el púlpito, en la Iglesia, en el templo, evangelizábamos. Por eso, el salir, la Iglesia en salida, misionera, que tanto insiste el Papa, es la actitud también del Concilio Vaticano II, la actitud de la Iglesia primitiva, una Iglesia que sale, que anuncia el kerigma, ese entusiasmo, esa parresia, que realmente entusiasma por la vivencia que uno transmite y no tanto por las palabras que dice.
Creo que tenemos que aprender a escuchar más allá de las palabras, especialmente de los que viven en la periferia. En este momento estamos en Guyana, en esta asamblea territorial muy bonita, y estoy con muchas ansias de escuchar también, qué dicen ellos, qué esperan ellos de la Iglesia, porque ellos son protagonistas de esta nueva evangelización amazónica y también eclesial.
En la Iglesia de la Amazonía, algo que sucede en todo el mundo, la presencia de las mujeres siempre es muy superior a la de los hombres. ¿Cómo el Sínodo de la Amazonía puede ayudar a dar un nuevo impulso a algunas intuiciones que el Papa Francisco ha tenido sobre la importancia de reconocer la presencia y el protagonismo de las mujeres en la Iglesia?
Como decía antes, el Sínodo amazónico va a ser como un examen decisivo para la Iglesia. Primero en el papel de la mujer. Yo creo que aquí está el punto neurálgico, porque en todas las comunidades amazónicas, también en las indígenas, el papel de la mujer cumple un rol muy importante, a pesar de que son maltratadas, a pesar de que hay dificultades, porque no se puede mitificar las culturas amazónicas. Sin embargo, también hay todo el tema de familia, que tiene como base fundamental la unidad, y se ve como algo negativo el que la familia no esté bien cohesionada. También el respeto a la naturaleza.
Dentro de este contexto hay una irrupción de inversiones extranjeras que no respetan las culturas y que se aprovechan de los recursos naturales, donde viven precisamente, de manera ancestral, muchos hermanos nuestros y perjudican la vida y la calidad de vida de ellos. En ese sentido, hay consecuencias muy graves, desunión en las comunidades nativas, la trata de personas, en fin, una serie de problemáticas que el Papa pudo percibir cuando visitó Puerto Maldonado, que es, yo diría, el punto neurálgico de toda la Amazonía, donde hay minería ilegal a gran escala, donde hay minería informal y donde hay toda la clase de perversión, moral incluso, en toda la población.
Una de las cuestiones que aparecen en el proceso de escucha es la poca presencia de los sacerdotes, de la jerarquía, en las comunidades, sobre todo en las más distantes. Eso se traduce en la falta de celebración de sacramentos, en la falta de presencia. ¿Cómo el Sínodo puede reflexionar sobre esa poca presencia y sobre la falta de celebración de los sacramentos, principalmente la Eucaristía, que la propia Iglesia presenta como fuente y culmen de la vida cristiana?
Ese es un tema que ha salido en varias oportunidades en las reuniones que hemos tenido, pero no solamente es el problema de sacerdotes en la Amazonía, sino en toda la Iglesia universal. Entonces volvemos al tema, la Amazonía va a ser como este banco de pruebas para la Iglesia universal, cómo resolvemos esto. Es verdad, la Eucaristía edifica a la Iglesia, y a veces hay poblaciones de indígenas amazónicos que tienen un pastor en su Iglesia y en las católicas tienen un catequista, pero no tienen un sacerdote. Pensar en que haya sacerdotes en todas las comunidades es inviable, impensable. Tenemos que ser muy imaginativos para ver cómo podemos resolver este problema, que es eminentemente pastoral.
Pero la sinodalidad, el caminar juntos, va mucho más allá de la ministerialidad. Ese es tema que va a salir, lógicamente. El Papa, cuando estuvimos en la primera reunión del Consejo Presinodal, no habló, precisamente nos escuchó, pero salió este tema. Entonces, esperemos que en el Sínodo se toque este tema, y yo sé que esto va a crear muchísimos problemas, pero también tenemos que ser muy conscientes como Iglesia, cómo resolvemos la ministerialidad eucarística en todas las comunidades cristianas del mundo, no solamente de la Amazonía.
Usted habla de la presencia de pastores evangélicos en muchas comunidades, lo que está provocando que ante la falta de presencia más constante de la Iglesia católica, muchas comunidades que eran católicas en la región amazónica, están pasando a las Iglesias evangélicas. Para la Iglesia católica, ¿ésta es una preocupación grave o en algo que no sabe cómo enfrentar?
En realidad, yo creo que tenemos que tener una visión más integral de la problemática. Es verdad que hemos sido, en la Iglesia católica, muy centralistas en el ministerio presbiteral. En cambio a los laicos no se las ha dado la oportunidad también de participar en los diversos ministerios. Sin embargo, en las Iglesias evangélicas tienen la posibilidad de una formación, tal vez escasa, de pastores, pero que definitivamente ellos, en cualquier lugar en que estén, tienen su pastor, bien o mal, pero lo tienen, tienen un referente.
Ahora, lo que hay que reconocer, y eso es propio de la Iglesia católica, nosotros somos una red eclesial. En general, todos tenemos referencia al Papa Francisco y su liderazgo está demostrando que hay toda una propuesta de hacer de la Iglesia un sínodo constante, que es caminar juntos, es buscar juntos lo que Dios quiere para nosotros. Y el mismo Papa Francisco dice que no tengamos miedo a hacer propuestas innovadoras, que tengamos coraje para enfrentar esta problemática desde esta experiencia del discernimiento y de la búsqueda común de la voluntad de Dios. Entonces, la sinodalidad, que es caminar juntos, no viene solamente de Francisco, viene ya del Vaticano II, y viene de la Iglesia primitiva. Este reforma de la Iglesia, que está costando tanto, una Iglesia estancada, de una Iglesia que siempre tenía que hacer lo mismo, una Iglesia que no podía mirar más allá de sus propios ojos, una Iglesia que se miraba a sí misma, tenemos que mirar la realidad.
Estoy convencido que estamos viviendo un kairos, pero ese kairos, que es la irrupción del Espíritu Santo en la Iglesia, también nos exige a nosotros, como dice Pablo, una kenosis, un salir de nosotros mismos, de nuestra mentalidad, tanto europea, o americana, o asiática, para buscar juntos la unidad en la diversidad.
Su tocayo, Don Pedro Casaldáliga, dice que el miedo es lo contrario de la fe. ¿Podemos decir que el Papa Francisco ha ayudado a la Iglesia a quitarse los miedos y a vivir con más esperanza en el futuro, en las personas, en la sociedad?
Don Pedro Casaldáliga, que es alguien a quien yo admiro mucho por su inserción en toda la problemática indígena amazónica, y también el Papa Francisco, pero es lo que dice Jesús, cuantas veces dice Jesús a sus apóstoles no tengan miedo, no tengan miedo. El miedo paraliza, el miedo nos hace meternos en nuestro propio refugio, como diciendo ya no hay nada que hacer. Por tanto es una Iglesia que tiene que tener esta valentía, este coraje, de manera muy práctica, que es escuchando al otro, porque si uno no escucha al otro, no puede discernir que es lo que Dios quiere.
Si hay discernimiento sin acción, realmente no tiene ningún sentido escuchar. El escuchar es el primer escalón para poder discernir juntos, discernimiento en común, para poder actuar en común. Y esto lo dice claramente también Francisco, una Iglesia en salida, pero no es un salida que cada uno vaya por su lado, es una salida armónica, comprometida, en que todos estamos con los ojos fijos en Jesús, como dice el texto, cuando va Jesús a la sinagoga y lee el texto de Isaías, el Espíritu está sobre mí, esta lectura se cumple hoy, y todos tienen los ojos fijos en Jesús. Esto es lo que me parece a mí un cambio radical en la Iglesia, porque tener los ojos fijos en Jesús, significa que ponemos en primer lugar a Dios, a las personas y al entorno natural, porque antes se ponía, más que los ojos, la mente en la doctrina, en la sana doctrina, que es importante, por cierto, pero no es esencial.
Usted habla de discernimiento, usted es jesuita, el Papa Francisco es jesuita, se percibe en las decisiones, en la forma de pensar del Papa Francisco, una espiritualidad ignaciana muy fuerte. ¿Qué es lo que ha supuesto para la Compañía de Jesús la llegada del Papa Francisco? ¿Cómo la espiritualidad ignaciana está ayudando a la Iglesia a responder a los desafíos de la sociedad actual?
Por eso decía antes que es como un kairos, una irrupción del Espíritu Santo, porque un jesuita, y yo llevo más de 57 años en la Compañía de Jesús, nunca se nos imaginó que un jesuita llegara a ser Papa. En ese sentido, el Papa está, lógicamente, insistiendo mucho en el discernimiento, en la búsqueda en común, y esto es sinodalidad. El discernimiento no es invento de San Ignacio de Loyola, tiene una metodología en los Ejercicios, pero esto viene de San Pablo, que nos habla de discernir entre el bien y el mal, de buscar juntos la voluntad de Dios.
Para mí, como jesuita y ahora cardenal, es poner a la Iglesia en estado de misión, que es la característica fundamental del jesuita, que hay que servir sólo a Cristo y a su esposa, la Iglesia, bajo el Romano Pontífice. No sé cómo lo vivirá esto el Papa Francisco, porque bajo el Romano Pontífice, que dice San Ignacio de Loyola, es él, pero esto es una anécdota.
La verdad es que en la Evangelii Gaudium habla once veces de discernir, que es como la exhortación programática. Es que sin discernimiento, la Iglesia no puede ser fiel a Jesús, porque la novedad de la Iglesia es la novedad de Dios, y la novedad de Dios tiene que reflejarse en la Iglesia. Y Dios es siempre estar renovándose en el amor, porque el amor no es rutina. Por eso, el Papa Francisco dice, no hagamos las mismas cosas que antes. No porque estén mal, sino porque respondían a un contexto histórico que ya las cosas han cambiado.
Tenemos que aggiornarnos, como decía Juan XXIII hace más de 50 años al iniciar el concilio. Estamos en eso, yo creo que hay una identificación muy grande con el Papa Francisco, personalmente. Algunos, y lo han dicho públicamente, no están de acuerdo, que no es teólogo, pero lo que sí está claro en él es que es una visión de poner a la Iglesia en una acción de sinodalidad, de discernimiento y de acción pastoral conjunta.
Santo Evangelio según San Lucas 21, 34-36. Sábado XXXIV de Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
"He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación." (2 Tim.4,7-8.)
Evangelio del día (para orientar tu meditación) Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muchos de los dibujos animados nos muestran como los súbditos y lacayos se postran ante sus reyes de modo vergonzoso en algunos casos, más aún cuando no hicieron su deber. En cambio, vemos como los héroes de guerra, los caballeros, los capitanes de navíos, regresan a sus países y reinos con la cabeza en alto, con los trofeos de la guerra, con el orgullo en el pecho y con lágrimas en el corazón.
Señor, es muy curioso lo que me pides, me pides que me ponga en pie delante de Ti. Pero Tú eres un Rey y yo no me asemejo a un caballero, ¿por qué tendría que permanecer de pie? ¿Te das cuenta de mis debilidades? ¿De mis pecados? ¿De las tantas y tantas veces que te he defraudado?...
La tierra es un constante campo de batalla, una batalla encarnecida que no se acabará sino hasta el fin de los tiempos, pero ¿cuándo es eso, para que estemos preparados en el día del juicio, de modo que estemos de pie en aquel día?
No, Dios no quiere que yo sea un cobarde que se esconde en medio de la batalla y quiere celebrar la victoria con todos; Dios quiere que esté en el campo de batalla, luchando hombro con hombro con mis hermanos. Para ello he de vivir con la mirada puesta en el cielo, no solamente pensando en un día que desconozco su llegada, sino vigilando y orando, como Jesús nos recuerda en el Evangelio. Además, entre mayor haya sido mi empeño en la batalla, un mayor premio recibiré. Señor, yo lo sé, sé que eres eternamente justo, permíteme aparecer en tu presencia como un héroe en esta batalla que es la conquista de la santidad.
Hoy comenzamos el camino de Adviento, que culminará en la Navidad. El Adviento es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, también para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar hacia adelante y prepararnos para el regreso de Cristo.
Él regresará a nosotros en la fiesta de Navidad, cuando haremos memoria de su venida histórica en la humildad de la condición humana; pero Él viene dentro de nosotros cada vez que estamos dispuestos a recibirlo, y vendrá de nuevo al final de los tiempos "para juzgar a los vivos y a los muertos".
Por eso debemos estar siempre alerta y esperar al Señor con la esperanza de encontrarlo. La liturgia de hoy nos habla precisamente del sugestivo tema de la vigilia y de la espera.
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de diciembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré vencer las tentaciones de crítica, envidia, celos u otra tentación que tenga durante el día, haciendo actos contrarios a cada tentación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Si Dios nos ama tanto ¿por qué permite que nos sucedan situaciones dolorosas? ¿por qué permite que exista el mal?
Cada mañana al despertar, es momento para reflexionar sobre el valor de la vida. La misma que nos regala Dios a través de la maravilla de la concepción y que se manifiesta en nuestro caminar diario. A veces, hay momentos en donde ese caminar se ve empañado por situaciones extremadamente fuertes que nos inducen al cuestionamiento de la existencia de Dios.
A consecuencia de esas desviaciones que creamos en respuesta a los golpes que recibimos de la vida, vamos alejándonos cada vez más de Dios. Incluso, podemos ir sumergiéndonos en el mar del ateísmo sin darnos cuenta. “Con frecuencia el ateísmo, se funda en una concepción falsa de la autonomía humana, llevada hasta el rechazo de toda dependencia respecto a Dios. Sin embargo, el reconocimiento de Dios no se opone en ningún modo a la dignidad del hombre, ya que esta dignidad se funda y se perfecciona en el mismo Dios.” (cf GS 20,1; 21,3)
Sin embargo, según Enrique Cases: “lo que el hombre puede decir de Dios está sometido a la limitación en imperfección del hombre. Por eso hay religiones más o menos perfectas, en la medida que expresen mejor o peor lo que Dios es.” Cabe señalar que nuestra religión católica se presenta como acción de Dios quien ha escogido y designado a unos hombres en particular y dándole su santa bendición, los envía hablar de él a los demás hombres. A través de la religión es que nos encontramos definitivamente con Dios. Por ende, el cristianismo es un descenso de Dios hasta el nivel de la humanidad. De esta forma, se fortalece un vínculo entre Dios y el mundo, llegando a tener una comunicación directa con Dios.
Existen muchas razones por las cuales debemos creer en Dios. Primero que nada, porque nos dio la vida, la familia, la naturaleza, la sabiduría. Porque se siente en cada uno de nuestro interior, porque nos da la fortaleza para sobrellevar las crisis de nuestras vidas. Y más importante aún porque no hay ser humano que pueda crear en un laboratorio la mayor obra maestra de Dios: el amor.
Y entonces, si Dios nos ama tanto ¿por qué permite que nos sucedan situaciones dolorosas? ¿por qué permite que exista el mal? Son cuestionamientos profundos que no siempre tienen una fácil explicación. Pero, muchas veces las permite porque precisamente son esas situaciones las que nos hacen acercarnos a él y reflexionar en nuestra fe. Por otra parte, el mal existe porque nosotros mismos permitimos que exista; ya que Dios nos ama tanto que nos permite elegir entre el bien y el mal. Y son aquellos que eligen el mal, los encargados de hacer daño a los demás.
La responsabilidad recae en nosotros, ya que la fe cristiana se basa en nuestro vínculo con Dios que se manifiesta a través de la oración. Las plegarias mueven montañas, pero éstas deben hacerse con fe. Por último, debemos creer en Dios y en su palabra, porque sin él sencillamente no existiríamos. “ Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual”. (DV 21 CIC)
Eloy, Santo
Obispo, 1 de diciembre
Martirologio Romano: En Noyon, de Neustria, san Eloy, obispo, que siendo orfebre y consejero del rey Dagoberto, edificó monasterios y construyó monumentos a los santos con gran arte y elegancia, y más tarde fue elevado a las sedes de Noyon y Tournai, donde se dedicó con gran celo al trabajo apostólico († 660) .
Breve Biografía
El hijo de Euquerio y de Terrigia parece que desde el comienzo de su existencia estuvo bajo el signo de la predilección divina. Así lo asegura la leyenda de su vida. Despierto de inteligencia y hábil en el empleo de sus manos. Aprendiz de platero de los de antes, es decir, de los que tienen que martillear el metal para sacarle de las entrañas la figura que el artista tiene en su mente. Tanta destreza adquirió que el rey Clotario II, su hijo Dagoberto luego y su nieto Clovis II después, lo tuvieron como propio en la corte para los trabajos que en metales preciosos naturalmente necesitan los de sangre azul que viven en palacios y tienen que solventar compromisos sociales, políticos y hasta militares con sus iguales.
Pero lo que llamó poderosamente la atención de estos principales del país galo no fue sólo su arte. Eso fue el punto de arranque. Luego fue el descubrimiento de su entera personalidad profundamente honrada. Un hombre cabal. De espíritu recto. Cristiano más de obras que de nombre.
Piadoso en su soledad y coherente en la vida. Prudente en las palabras y ponderado en los juicios. Un sujeto poco frecuente en sus tiempos atiborrados de violencia.
El rey Dagoberto, considerando los pros y contras, pensó que era el hombre ideal para solucionar el antiguo contencioso que tenía con el vecino conde de Bretaña, lo envió como legado y acertó en la elección por el resultado favorable que obtuvo. No es extraño que Eloy o Eligio pasara a ser solicitado como consejero de la Corona.
Aparte de sus sinceros rezos privados y del reconocimiento de su indignidad ante Dios —cosa que le dignificaban como hombre—, supo compartir con los necesitados los dineros que recibía por su trabajo.
Patrocinó la abadía de Solignac, a sus expensas nacieron otros en el Lemosin y, en París, la iglesia de San Pablo.
No es sorprendente que al morir el obispo de Noyon y de Tournay, el pueblo tuviera sensibilidad para desear el desempeño de esa misión a Eloy y, menos sorprendente aún, que el rey Clovis pusiera toda su influencia al servicio de esa causa. Casi hubo que forzarle a aceptar. Ordenado sacerdote y a continuación consagrado obispo, se dedicó a su misión pastoral con el mejor de los empeños en los diecinueve años que aún el Señor le concedió de vida. Fueron frecuentes las visitas pastorales, se mostró diligente en el trato con los sacerdotes, se tiene por ejemplar su disciplina de gobierno y esforzado en la superación de las dificultades para extender el Evangelio allí donde rebrotaba la idolatría pagana o echaban raíces los vicios de los creyentes. Hasta estuvo presente en el concilio de Chalons-sur-Seine, del 644.
Este artífice de los metales nobles y de las gemas preciosas que no se dejó atrapar por la idolatría a las cosas perecederas ha sido adoptado como patrono de los orfebres, plateros, joyeros, metalúrgicos y herradores. Ojalá los que asiduamente tienen entre sus manos las joyas que tanto ambicionan los hombres sepan sentirse atraídos por los bienes que no perecen
¡El domingo ya empieza el Adviento!
Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...
Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...
Mañana será el primero y el advenimiento que vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.
Es tiempo de preparación puesto que siempre que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos.
La Iglesia nos invita a que introduzcamos en nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando así los Caminos del Señor.
Caminos que llevamos en nuestro interior y que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo.
Hace unos días celebrábamos el día de Cristo Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas ocultas a los sabios y a los ricos.
Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay que hacerse discípulo de Cristo.
A nosotros no toca ser portadores del mensaje que Jesús vino a traer a la Tierra.
Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24).
Cuatro domingos faltan para que celebremos su llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos superfluos... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace hombre.
PREPARÉMONOS CON ILUSIÓN Y CON FE.