¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?
- 10 Diciembre 2018
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Santa Eulalia de Mérida
Celebrado El 10 de diciembre
Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir
Santa Eulalia, virgen y mártir, que, según se cuenta, en Mérida, población de Lusitania, siendo aún joven no dudó en ofrecer su vida por confesar a Cristo.
El santoral español registra tradicionalmente dos Eulalias vírgen y mártir: la de Mérida y la de Barcelona, las dos en el siglo IV. Sus noticias se han esparcido de manera mezclada, y no es raro encontrar, ya desde la antigüedad, escritos donde se cuenta de la de Barcelona lo que corresponde a la de Mérida. El Martirologio Romano actual, en su edición 2004, ha optado por retirar la inscripción de santa Eulalia de Barcelona, por considerarla una duplicación de la Eulalia que conmemoramos hoy. Santa Eulalia de Mérida es una mártir conocida y querida en España, en especial en Mérida, naturalmente, pero también en Andalucía, en Murcia y en Asturias. La encontraremos en las tradiciones populares con el nombre original de Eulalia («de hermoso hablar»), Olalla u Olaya. El primer poema completo en lengua ástur que se conserva, del siglo XVII, está referido a esta santa, y trata de la cuestión de las reliquias de Eulalia, que están -incluso hasta la actualidad- en Oviedo. Su culto se extendió también fuera de las fronteras de España. Era conocida en África, donde san Agustín predicó un sermón en su homenaje (313G); también Beda el Venerable la menciona en el himno que compuso en honor de santa Etelreda y san Adelmo, y el poema francés más antiguo que existe, la «Cantiléne de Sainte Eulalie», del siglo IX, relata la vida de la santa.
Su martirio se nos narra en uno de los poemas de Prudencio «Peristephanon» («Sobre las coronas», dedicados a los mártires): el martirio de santa Eulalia ocupa el Canto III. Puesto que se puede datar el poema de Prudencio como anterior al 410, podemos asegurarnos de que escribía acerca de una tradición que él mismo pudo haber recibido de primera mano, y nos muestra también que el culto de la mártir gozaba ya para esa época de difusión entre las grandes historias que circulaban.
Eulalia habría sido una cristiana muy joven, de apenas doce años, que, aleccionada por el ejemplo de los mártires, se enciende en deseos de dar su sangre por Cristo. Habiéndose proclamado por orden de Daciano, el cruel prefecto de Diocleciano, en el 304, un decreto obligando a la adoración de los dioses paganos, sus padres la retiran (al campo o a una torre, según distintas versiones), pero ella escapa y va a la ciudad de Mérida, se presenta ante el juez y da allí un testimonio público en favor de los cristianos:
«Os ruego respondáis: ¿qué significa
ese furioso empeño, que a las almas
de perdición en el tremendo abismo
anhela ver al fin, precipitadas;
y a corazones, de su ruina pródigos,
al escollo de eterno mal arrastra?
Negar a Dios, omnipotente Padre,
¿no es el colmo, decidme, de la insania?
[...]
Isis, Apolo, Venus; todos estos,
y el mismo Maximiano, ¿qué son? nada.
Aquellos porque son sólo figuras
hechas por mano humana,
éste porque a las frívolas hechuras,
de las manos adora y las ensalza.
Nada son ambas cosas:
una y otra son fútiles y vanas.
Maximiano, que es dueño de riquezas,
y a las piedras, no obstante, sirve y ama,
prostituya y ofrezca su persona
a sus númenes: sea. Mas, ¿qué alcanza
con afligir, injusto,
y molestar a generosas almas?»
Ante semejante discurso la apresan inmediatamente y es el turno ahora del procurador de hacerla «razonar» de qué poco se le pide para dejarla en paz, y cuán fácil le sería librarse de los tormentos, basta sólo ofrecer un sacrificio mínimo a los dioses:
«... un poquito de sal, no más, tocaras o exiguos granos de aromoso incienso...» Pero Eulalia, lejos de retroceder ante las amenazas, se enciende aun más en su testimonio. Mientras los soldados la hieren «penetrando sus hierros hasta el hueso», Eulalia dialoga con Jesús, a quien le dice que está escribiendo su Pasión (la de Jesús) con los caracteres de su propia sangre (la de Eulalia). Finalmente la queman, y muere asfixiada. Su alma sale en forma de paloma de su cuerpo, y vuela hacia la eternidad a la vista de todos, y el cielo, para enfriar el cuerpo y cubrir la desnudez de la virgen, descarga sobre el anfiteatro una copiosa nevada. Es difícil evaluar qué debe admirarse más, si la gesta de Eulalia o la maestría del poeta al contarla, pero ¿qué duda cabe? sea como hayan sido los hechos, sea cuanto haya de adorno literario, el martirio de Eulalia emociona, no por la narración sino porque deja al desnudo la nada de lo que el mundo hace gala, y muestra que la Verdad no es la aliada natural de la fuerza, sino de la debilidad, y que aunque tengamos «sólo palabras» y el mundo hierros, el «buen hablar», el hablar de Dios, es quien finalmente se impone por sobre el ruido de los hierros del mundo. Otro poeta, esta vez del siglo XX, cantará a santa Eulalia en su martirio:
Nieve ondulada reposa.
Olalla pende del árbol.
Su desnudo de carbón
tizna los aires helados.
Noche tirante reluce.
Olalla muerta en el árbol.
Tinteros de las ciudades
vuelcan la tinta despacio.
Negros maniquíes de sastre
cubren la nieve del campo
en largas filas que gimen
su silencio mutilado.
Nieve partida comienza.
Olalla blanca en el árbol.
Escuadras de níquel juntan
los picos en su costado.
*
Una custodia reluce
sobre los cielos quemados
entre gargantas de arroyo
y ruiseñores en ramos.
¡Saltan vidrios de colores!
Olalla blanca en lo blanco.
(Martirio de santa Olalla, parte III, de Federico García Lorca, en el Romancero Gitano)
Santo Evangelio según San Lucas 5, 17-26. Lunes II de Adviento.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, dame la gracia de tener un verdadero encuentro contigo para ser, día tras día, más consciente de lo que eres para mí; para conocerte más íntimamente y reconocer tu mano providente en todo lo que me pongas enfrente.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el inicio de los tiempos, Dios creó la inmensidad del universo, después la tierra y sus innumerables maravillas y finalmente, donó la vida a su creatura más amada, «el hombre». Sin embargo, es contrastante el que pueda haber personas que vivan en un ambiente inhumano y que vean la realidad con indiferencia, desprecio e incluso ira. El poder de Dios se mete en duda y se le comienza a ver con una mentalidad farisaica, llena de envidia y desprecio.
Para entender el porqué del mal es preciso recordar un sabio dicho: «Si tuviésemos la omnipotencia de Dios, cambiaríamos muchas cosas de nuestra vida. Pero, si también tuviésemos su sabiduría la dejaríamos tal cual».
Hay una razón profunda. Dios por algo permite el mal. Ante la prueba hay que esperar y confiar, a imitación del paralítico, quien, antes de recibir la salud física, recibió la reconciliación con Dios.
Esto, al menos a mí, me hacer pensar: ¿Qué es lo que espero de Dios? ¿La solución a mis problemas como si fuese el instrumento mágico que todo lo arregla? ¿O verdaderamente espero de Dios su sencilla amistad y paternidad para sentirme verdadero hijo y amigo?
¿Qué busco? ¿El poder de Dios o a Dios mismo que me amó hasta la muerte y una muerte de cruz? Aunque puedan surgir la injusticia y la incomprensión tendré presente que todo es para bien de los que aman a Dios.
Que este camino de seguimiento supuso en los primeros seguidores de Jesús mucho esfuerzo de purificación. Algunos preceptos, prohibiciones y mandatos los hacían sentir seguros; cumplir con determinadas prácticas y ritos los dispensaba de una inquietud, la inquietud de preguntarse: ¿Qué es lo que le agrada a nuestro Dios? Jesús, el Señor, les señala que cumplir es caminar detrás de Él, y que ese caminar los ponía frente a leprosos, paralíticos, pecadores. Esas realidades demandaban mucho más que una receta o una norma establecida. Aprendieron que ir detrás de Jesús supone otras prioridades, otras consideraciones para servir a Dios. Para el Señor, también para la primera comunidad, es de suma importancia que quienes nos decimos discípulos no nos aferremos a cierto estilo, a ciertas prácticas que nos acercan más al modo de ser de algunos fariseos de entonces que al de Jesús.
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré un examen para ver con qué actitud me acerco a Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La fe es un don y una tarea, nos da vida y nos mantiene con vida aquí y en la eternidad.
Somos lo que pensamos y lo que creemos. Según pensamos en positivo o negativo, vivimos en el cielo o en el infierno. Todo es posible para el que cree, pues si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros? Dios camina con nosotros y no tenemos que temer, sino apoyarnos en Él y saber que de derrota en derrota se ha logrado llegar a la victoria final (Churchill). Estamos en las manos de Dios.
La fe es don y tarea, es misterio, exige compromiso. El cristiano tiene una gran tarea y una gran ocasión en la sociedad de la incredulidad funcional y de la incredulidad de los hombres ávidos de sentido: se trata de ser testigos de la profundidad en medio de la profanidad (J. M. Mardones).
La fe nos da la seguridad de que Dios camina con nosotros, de que para Él y con Él todo es posible, de que con su presencia tenemos todo: sol, luz, paz, bien, vida. Si falta Él, no tenemos nada. Lord Byron tiene estas significativas palabras: Cuando nos acercamos a casa, es dulce oír cómo ladra el perrito al sentir nuestra presencia, como si quisiera darnos la bienvenida. También nosotros marcharemos un día a la casa del Padre, y es consolador pensar que Cristo nos espera en ella con una dulce sonrisa. Sin fe, estamos perdidos.
La fe nos salva, nos mantiene vivos, nos da la vida aquí, y la eterna.
Anunciar que Él es "El Regalo": un gran desafío para esta Navidad
La Navidad se ha convirtiendo en una fiesta de angustia y sufrimiento por no tener como centro a Jesús
No pocas veces la Navidad nos centra en preparar regalos para nuestros seres queridos. No digo que regalar este mal. Es muy hermoso tomarse el tiempo para hacer un regalo, un detalle a alguien que nos importa. Y qué más lindo que tomar en cuenta sus gustos, nuestra historia juntos, nuestros lazos de amistad, nuestro agradecimiento en la preparación de este regalo. Qué lindo sería que siempre regalemos así.
Sin embargo hoy nos angustiamos por no cumplir con todos a los que les “tenemos” que regalar. Nos angustiamos por no poder comprar todo lo que nuestros hijos nos pidieron, por no tener un presupuesto infinito para las mil compras de los adornos, las cenas, los regalos… Finalmente la Navidad se va convirtiendo en una fiesta de angustia y sufrimiento por lo que no se tiene o por no poder agradar a todos.
Este video, es un muy buen material para reflexionar sobre este tema. El Nacimiento de Jesús es EL REGALO, ese gran regalo que nos hizo nuestro Padre que nos creó por amor y por amor infinito entregó a su hijo para la salvación de nuestros pecados.
Por qué de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
Juan 3,16 Personalmente esta Navidad significa para mí, no sólo el recuerdo del gran regalo que nos ha hecho el Padre, sino que me ha permitido reflexionar cómo es que Jesús es un regalo para mí. Cómo es que su ternura y simpleza de niño anidan en mi alma. Es este el gran regalo que tenemos que compartir con todos. Más allá de un detalle material, el regalo que como católicos le llevamos al mundo es el anuncio de este nacimiento. El anuncio de un Dios que se hizo hombre, que nació de una Madre amorosa en el lugar más humilde, que fue frágil y pequeño como cada uno de nosotros y que dio su vida por amor. Es un Dios que vive hoy, al lado de cada uno de nosotros, y permanecerá así hasta el fin.
La alegría de la Navidad es una alegría especial que no es sólo para el día de Navidad, es para toda la vida del cristiano. Es una alegría serena, tranquila, una alegría que acompaña siempre al cristiano. Incluso en los momentos difíciles, de dificultad, esta alegría se convierte en paz. El cristiano no pierde nunca la paz, cuando es un verdadero cristiano, incluso en los sufrimientos. Esa paz es un don del Señor. Papa Francisco
Los invito a realizar una dinámica juntos y preguntarnos:
- ¿Considero a Jesús verdaderamente un regalo en mi vida?
- ¿Cómo la historia de su nacimiento refleja mi propia historia?
- ¿En qué me estoy centrando en esta Navidad?
- ¿Anuncio con mi vida el regalo que Dios Padre nos ha hecho?
Les deseo una muy feliz Navidad y que celebremos con alegría el gran regalo que Dios nos ha hecho: Un niño envuelto en pañales en un pesebre
"LA CONVERSIÓN ESTÁ COMPLETA, SI CONDUCE A RECONOCER HUMILDEMENTE NUESTROS ERRORES"
Papa, en el ángelus: "No podemos rendirnos frente a las situaciones negativas de cerrazón y de rechazo"
"Dominar las asperezas ocasionadas por el orgullo y por la soberbia, realizando gestos concretos de reconciliación"
José Manuel Vidal, 09 de diciembre de 2018 a las 12:11
El Papa, en la ventana en adviento
Hoy, los discípulos de Jesús estamos llamados a ser sus humildes pero valientes testigos, para volver a encender la esperanza en el mundo
(José M. Vidal).- Desde la cátedra de la ventana, el Papa habla de cómo dotar de sustancia el tiempo del Adviento: la conversión a la que nos invita el Bautista. Una conversión que pasa por la apertura el prójimo, por el control del orgullo y la soberbia y por "reconocer humildemente nuestros errores". Porque, "no podemos rendirnos frente a las situacione snegativas de cerrazón y de rechazo".
Algunas frases de la catequesis del Papa
"El domingo pasado la liturgi anos invitaba a vivir el tiempo de adviento en espera deel Señor en actitud de vigilancia" "Hoy, nos indica cómo dotar de sustancia esa espera: comenzando un camino de conversión" "Como guía para este camino, erl Evangelio nos presenta la figura de Juan el Bautista" "Para preparar los caminos al Señor que viene es necesario tener en cuenta las exigencias de la conversión a la que nos invita el Bautista" "Ante todo, estamos llamados a dejar de lado las inquietudes producidas por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos a los demás...con aquella cordialidad y atención fraterna que se hace cargo de las necesidades del prójimo" "Y todo ello con una atención especial hacia los más necesitados"
"Después, hay que dominar las asperezas ocasionadas por el orgullo y por la soberbia, realizando gestos concretos de reconciliación con nuestros hermanos, de petición de perdón por nuestra culpas" "La conversión, así, está completa, si conduce a reconocer humildemente nuestros errores, nuestras infidelidades"
"El creyente es que el que, haciéndose cercano al hermano, abre caminos en el desierto, es decir, indica perspectivas de esperanza, incluso en contextos existenciales complicados y caracterizados por la quiebra y la derrota"
"No podemos rendirnos frente a las situaciones negativas de cerrazón y de rechazo"
"No debemos dejarnos someter por la mentalidad dle mundo"
"El Bautista invitaba a la conversión a la gente de su tiempo con fuerza, vigor y severidad"
"Pero también sabía escuchar, sabía realizar gestos de ternura y de perdón hacia las multitudes, que se acercaban a él para confesar sus propios pecados y hacerse bautizar con el bautismo de penitencia"
"Su testimonio de vida, la pureza de su anuncio, su valentía para proclamar la verdad consiguieron despertar los sueños y las esperanzas del Mesías, que estaban dormidas en aquel tiempo"
"Hoy, los discípulos de Jesús estamos llamados a ser sus humildes pero valientes testigos, para volver a encender la esperanza en el mundo"