Jesús nacido de María
- 24 Diciembre 2018
- 24 Diciembre 2018
- 24 Diciembre 2018
Santos Antepasados de Jesús, santos del AT
Conmemoración de todos los santos antepasados de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán, hijo de Adán, es decir, los padres que agradaron a Dios y fueron hallados justos, los cuales murieron en la fe sin haber recibido las promesas, pero percibiéndolas y saludándolas, y de los que nació Cristo según la carne, que es Dios bendito sobre todas las cosas y por todos los siglos.
Aunque en la noticia breve del Martirologio se mencionan a Adán, a Abraham y a David, la celebración de hoy no debe individualizar a ninguno de ellos; de hecho, Abraham tiene su conmemoración (el 9 de octubre), y David la propia (el 29 de diciembre). De lo que trata la memoria de hoy, más que de nombres individuales es de la pertenencia de Jesús a una tradición concreta, a una humanidad que no existe de otro modo más que en la forma de pueblos particulares, con costumbres particulares. Jesús nació en el seno del pueblo judío, y eso -nos dice el Evangelio y lo refresca la conmemoración de hoy- no es fruto de una casualidad histórica, sino un hecho de Providencia: la humanidad de Jesús viene preparada desde los primeros padres de la humanidad, desde los primeros padres del pueblo elegido, desde los primeros representantes del reinado de Dios en israel.
Es verdad que las dos listas genealógicas de Jesús que nos muestra el Nuevo Testamento, la de San Mateo (1,1-17) y la de San Lucas (3,23-38), no concuerdan entre sí; mucho se ha escrito sobre ello -cosas atinadas y cosas que no- pero lo que no debemos perder de vista es que esas genealogías, más que pretender informarnos de una cadena genealógica en muchos aspectos imposible de rastrear, nos quieren enseñar, como evangelio que son, a dirigir nuestra mirada a la historia como «plan» de Dios, a que acostumbremos nuestra mirada a que incluso lo aparentemente casual, en realidad despliega en el mundo de manera inexorable una «intención de Dios», y que esa intención es siempre intención de salvación.
Raymond Brown, tanto en su «Introducción al Nuevo Testamento» (1997);en «El nacimiento del Mesías» (1998), los dos libros se consiguen en español.
El acto de amor que nos transforma
Santo Evangelio según San Lucas 1, 67-79. Lunes IV de Adviento,
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que concédeme la gracia y la fuerza de tu esperanza, para que mi fe aumente y mi amor por Ti y los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio de hoy Zacarías, con sus palabras proféticas, iluminadas por el Espíritu Santo, expresa un profundo deseo e inquietud que moraba en el corazón de todo judío: la espera del tiempo de la salvación. Y ese recién nacido (san Juan Bautista) es testigo de esta espera y, al mismo tiempo, es portador de esperanza.
Esta espera aún hoy toca nuestras vidas. Nuestro corazón, a medida que crece y madura, experimenta, en su intimidad, una constante inquietud ante la balanza en la que el mundo se encuentra: el bien y el mal, las alegrías y las frustraciones, el bienestar y el dolor, la paz y el sufrimiento... Esta inquietud le impulsa a una búsqueda por diversos caminos. Búsqueda que se sintetiza en la búsqueda del sentido. Este sentido de sus vidas era lo que esperaban los judíos y Juan anunció su venida.
Esta noche celebramos el momento en el que las páginas de la historia cambiaron radicalmente y encontraron una transcendencia: el nacimiento de nuestro Señor, nuestro salvador y redentor. El verdadero Sentido, y no sólo eso, sino fundamento por el cual vale la pena vivir. Hoy somos testigos del acto de amor que transformó la humanidad y que transforma y responde a la inquietud más profunda de nuestro vivir: el sentido de la vida: «Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.» (San Agustín)
Esta jornada inicia con la oración, para que la luz divina disipe las tinieblas del mundo. Ya hemos encendido, delante de san Nicolás, la “lámpara de una sola llama”, símbolo de la unicidad de la Iglesia. Juntos deseamos encender hoy una llama de esperanza. Que las lámparas que colocaremos sean signo de una luz que aun brilla en la noche. Los cristianos, de hecho, son luz del mundo, pero no solo cuando todo a su alrededor es radiante, sino también cuando, en los momentos oscuros de la historia, no se resignan a las tinieblas que todo lo envuelven y alimentan la mecha de la esperanza con el aceite de la oración y del amor. Porque, cuando se tienden las manos hacia el cielo en oración y se da la mano al hermano sin buscar el propio interés, arde y resplandece el fuego del Espíritu, Espíritu de unidad, Espíritu de paz.
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Que los preparativos de este día no me quiten la paz ni la alegría, ¡ya se acerca el Salvador!
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para tener una Navidad verdaderamente Feliz
¿Hemos permitido que Cristo llegue a nuestras vidas? Esa es la única manera de tener una Feliz Navidad
Celebramos el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios. Y yo me pregunto si ya hemos sido capaces de reflexionar sobre lo que verdaderamente significa tener una “Feliz Navidad”.
Si fuéramos a una comunidad marginada y viéramos cómo pasan la Navidad muchas personas, seguramente diríamos: “Pobre gente, no tienen nada para poder pasar una Feliz Navidad”. ¿Creo yo que tener una Feliz Navidad necesariamente significa tener comida, bebida, música, luces de colores y a toda mi familia alrededor?
Cuando uno lee el Evangelio se da cuenta que tener una Feliz Navidad significa otra cosa muy distinta, que no necesariamente excluyo lo anterior, ya que uno se la puede pasar muy bien con comida, bebida, música, luces de colores y con la familia, pero también se la puede pasar muy mal.
El Evangelio nos dice:
Mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en el mesón. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: ‘No teman.
Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre’. De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: ‘¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad’! Se fueron los pastores a toda prisa y encontraron a María, a José y al Niño, recostado en el pesebre. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.
En este pasaje nos damos cuenta que no puede existir una Feliz Navidad sin haber hecho una profunda y seria experiencia de Cristo. Y, a lo mejor, todos los agujeros que hay en tu corazón, todas las resquebrajaduras que hay en tu existencia, todos los miedos que hay en tu alma, se deben a que no ha habido un ángel que te diga: “Feliz Navidad. Hoy te ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.
Cada uno tendría que preguntarse con mucha seriedad si ya ha hecho esta profunda y seria experiencia de Cristo. Porque, pudiera ser que por diferentes causas, nos pudiéramos haber olvidado dónde está la auténtica felicidad. ¿No has buscado la felicidad en muchas partes y no la has encontrado? ¿Por qué te empeñas en buscarla donde no está? ¿Por qué no quieres ir a Belén como los pastores? ¿Por qué te da miedo?
A todos nos puede costar mucho encontrar a este Niño en un pesebre. Nos puede doler descubrir que es en la pequeñez, en la debilidad donde está la experiencia de Cristo.
Yo estoy seguro que a través de la vida de todos Dios se ha cruzado muchas veces, pero como lo ha hecho como un niño envuelto en pañales y recostado sobre un pesebre, no hemos sabido reconocerlo, con lo que hemos perdido la oportunidad de encontrarnos con Cristo.
Nunca olvidemos que generalmente no es en lo espectacular donde Dios Nuestro Señor se va a encontrar contigo, sino que lo va a hacer donde pensarías que Él no puede estar: en la pequeñez, en la pobreza, en la debilidad, en la humildad, en el abandono, en la humillación.
Para tener una Feliz Navidad es necesario tomar la decisión de encontrarse y hacer la experiencia del Cristo del Evangelio. Porque haces la experiencia de Cristo, o no encontrarás la felicidad, aunque tengas muchas otras cosas.
Yo les invito a que se hagan la siguiente pregunta: ¿Por qué no soy completamente feliz? Y pudiera ser que no eres completamente feliz porque no tienes lo más importante: la experiencia de Cristo. No has vivido la experiencia de Cristo, el encontrarte con un Niño envuelto en pañales y recostado sobre un pesebre.
¿Cuántas veces te ha invitado Cristo a encontrarte con Él en un pesebre? Y cuántas veces tu les has dicho: “Al ratito…; luego…; no quiero…; de esa forma no se me da la gana…”. Con lo que has hecho de la experiencia una conveniencia. Y cuando hacemos de la experiencia una conveniencia, tengamos por cierto que no podremos encontrarnos con Cristo.
Pidámosle al Señor que nos conceda la gracia de experimentar a Cristo, permitiéndole llegar a nuestras vidas como Él quiere llegar, para que así podamos tener una Feliz Navidad.
Este mes celebramos el Nacimiento de Jesús. Este acontecimiento está rodeado de costumbres y tradiciones
Con el Nacimiento de Jesús se cumple la promesa de Dios al mundo de enviar a un Salvador. Jesucristo es Dios hecho hombre.
Un poco de historia
Las tradiciones y costumbres son una manera de hacer presente lo que ocurrió, o lo que se acostumbraba hacer, en tiempos pasados. Son los hechos u obras que se transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita. La palabra tradición viene del latín traditio que viene del verbo tradere, que significa entregar. Se podría decir que tradición es lo que nuestros antepasados nos han entregado.
En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo su aspecto exterior, sino su significado interior. Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo las tradiciones y costumbres para así poder vivirlas mejor. Este es un modo de evangelizar.
Existen muchas tradiciones y costumbres que se celebran en el tiempo de Adviento y de la Navidad.
A continuación, presentaremos una de ellas con una pequeña explicación acerca de su significado y origen:
La Cena De Nochebuena
Las familias cristianas se suelen reunir en la noche del 24 de diciembre, víspera de la Navidad, y hacer una cena muy abundante. Se acostumbra comer pavo y otros platillos propios de esta época. Se trata de que sea una cena especial, distinta a la de todos los días, ya que se está celebrando el Nacimiento del Hijo de Dios. Esta costumbre nació en Europa y simboliza la abundancia que Cristo nos trae con su llegada.
Antes de la cena, la familia se reúne junto al Nacimiento y para realizar la ceremonia de arrullar y acostar al Niño Dios.
Debemos vivir las tradiciones y costumbres navideñas con el significado interior y no sólo el exterior para preparar nuestro corazón para el nacimiento de Jesús.
Algunas personas te podrán decir que estas costumbres y tradiciones las ha inventado la gente para divertirse y los comercios para vender. Recuerda que hay mucho significado detrás de cada una y trata de vivir estas tradiciones con el sentido profundo que tienen. Así, el 24 de diciembre no solo será un festejo más, sino que habrás preparado tu corazón con un verdadero amor a Dios y a tu prójimo.
Nochebuena y la Misa del "Gallo"
La historia de las fiestas de Navidad.
Por: P. Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net
Para desarraigar los restos paganos, la Iglesia primitiva Romana, con estudiada pedagogía, sustituía las fiestas paganas, y las cristianizaba. Así, el 25 de diciembre que en el Imperio se celebraba la fiesta pagana del Sol que nace, «Natalis Invicti" en el culto de Mitra, fue sustituida esta festividad pagana por la del nacimiento de Cristo, Sol que viene a iluminar las tinieblas del mundo, «luz del mundo».
LA "MISA DEL GALLO”
El Papa Sixto III, introdujo en Roma, la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, "mox ut gallus cantaverit", “en seguida de cantar el gallo”, en un pequeño oratorio, llamado "ad praesepium", "ante el pesebre", situado detrás del altar mayor. Terminada la misa, en la cual sólo comulgaba el Papa, presidía el solemne oficio de la noche en la Basílica de San Pedro. La celebración Eucarística de esta Noche Santa, comienza con una invitación instante y urgente a la alegría: «Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo».
El salmo nos hará repetir como profesión de fe gozosa: "Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor" Salmo 95. Por eso: «Cantad al Señor un cántico nuevo»; y el versículo del Aleluya será un eco anticipado del mensaje angélico: «Os anuncio una gran alegría». La causa de esta alegría es el nacimiento de Cristo. Pero, por encima del suceso que nos narra el evangelio, hemos de descubrir su contenido y hondura, con la ayuda del Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento: en el niño que acaba de nacer, "la luz de la gloria brilló ante nuestros ojos» Prefacio, ya que el hijo de mujer, en quien «la naturaleza humana se ha unido a la de Dios» Oración sobre las ofrendas, es la luz que ha «iluminado esta noche santa», como hemos dicho en la 0ración Colecta. Así la fiesta de Navidad no es sólo la evocación de un acontecimiento pretérito, sino una actualización y presencialización de su estar presente.
En la Comunión, cantaremos: «La Palabra se hizo carne y hemos contemplado su gloria». En la Eucaristía, Cristo, nacido de la Virgen María, es el alimento de nuestro camino, para nuestra ascensión «penetrando con fe profunda este misterio y amándolo cada vez más entrañablemente» hasta llegar a gozar en el cielo el «esplendor de su gloria». Todo es un gran misterio, escondido en el arcano de Dios.
LA NOCHEBUENA
La Navidad es, indudablemente, la fiesta que mayor repercusión ha alcanzado y tiene en la vida exterior de las gentes: villancicos, y belenes, las distintas costumbres populares, las felicitaciones, los christmas, el árbol de Noel, y las cenas de Navidad. Un espíritu mezquino podrá decir que tales costumbres son en sí reprobables. Pero "si hacemos alegrías cuando nace uno de nos - qué haremos cuando nace Dios". Cuando una familia se alegra cada vez que una nueva cuna se mece en la casa, ¿cómo no ha de hacer fiesta solemne la familia del pueblo de Dios, la Iglesia, cuando celebra el nacimiento de su Señor y Redentor, y lleva esta alegría dulce e íntima a la vida familiar y social? Luis de Góngora nos invita a situarnos en la gloriosa cueva de Belén contemplando cómo se enardece el pugilato de los seres inanimados reconociendo la gran dignidad que les confiere lo que están viendo en su entorno.
“Caído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno;
¡qué glorioso que está el heno
porque ha caído sobre él!
Cuando el silencio tenía
todas las cosas del suelo,
y coronada de hielo
reinaba la noche fría,
en medio la algarabía
de tiniebla tan cruel,
caído se le ha un clavel.
De un solo clavel ceñido
la Virgen, Aurora bella,
al mundo le dio, y ella
quedó cual antes, florida”.
Lo triste es, que socialmente, se celebran ritos desprovistos del espíritu sustancial y originario atendiendo solamente a lo exterior, sin darle preeminencia a lo interior, para no celebrar una fiesta celebrada desconociendo al protagonista. Tratemos de prevenir, no ya el riesgo, sino la praxis del materialismo ateo, incluso entre los cristianos con una buena preparación durante el Adviento. La predicación del día de Navidad, debe contribuir eficazmente a hacer interior y cristiana la fiesta, a la inversa de lo que hizo la Iglesia primitiva. Las lecciones del segundo nocturno nos dan la pauta del sentimiento que deben alimentar los cristianos: "Agamus gratias Deo... Agnosce, christiane, dignitatem tuam": "Demos gracias a Dios…Reconoce, oh cristiano tu dignidad" (San León Magno).
SAN JUAN DE LA CRUZ CANTA EL NACIMIENTO DE DIOS
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía;
al cual la graciosa Madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí había.
Los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había.
Pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía;
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía.
Y la Madre estaba en pasmo
el que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría;
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
Veamos, ahora, La nochebuena de san Juan de la Cruz que bailó con el Niño Jesús en brazos y la de de Santa Teresa, que cantaba: Esta noche es noche santa, no la debemos dormir.
Los carmelitas descalzos de Úbeda (Jaén, España) conservan una hermosa imagen del Niño Jesús, con la que bailó San Juan de la Cruz en una nochebuena, y enfervorizado ante la imagen de Jesús niño exclamó:
- ¡Si amores me han de matar, ahora tengan lugar! En ese mismo convento se conserva el Niño Jesús de Praga que da origen a la leyenda que hace pensar que el Niño con el que bailó es el mismo, aunque su imagen que insertamos no tiene sus características.
FRAY JOSÉ DE LA SANTA CASA
Al final de la Edad Media, entre Córdoba y Sevilla, al sur del Guadalquivir, había un monasterio famoso, lleno de monjes con largas barbas y hábitos ásperos. Una incursión de los moros lo redujo a ruinas, y solo cuatro frailes se salvaron de la catástrofe. Entre ellos está FRAY JOSÉ DE LA SANTA CASA, un lego con corazón de santo y cabeza y manos de artista, pero sobre todo, con un amor desbordante a la Santa Infancia de Jesús. En cualquier oficio que la obediencia le mandase, se entretenía, pensando y hablando con el Niño Jesús.
Un día Fray José está barriendo el suelo del convento y de repente se le presenta un hermoso niño que le dice:
-¡Qué bien barres, fray José, y que brillante dejas el suelo! ¿Serías capaz de recitar el Ave María?
-Si.
-Pues entonces, dila.
Fray José deja a un lado la escoba, se recoge, junta las manos y con los ojos bajos, comienza la salutación angélica. Al llegar a las palabras y bendito el fruto de tu vientre, el niño le interrumpe y le dice:
¡Ese soy yo!, y desapareció.
Fray José grita extasiado:
-¡Vuelve Pequeño Jesús, porque si no moriré del deseo de verte!.
Pero Jesús no vino. Y Fray José, seguía llamándolo día tras día, en la celda, en el huerto, en la cocina... en todas partes. Al fin un día oyó la voz de Jesús le respondía:
- Volveré, pero ten todo preparado para que cuando llegue hagas
de mi una estatua de cera en todo igual a como soy.
Fray José corrió a contárselo al padre prior, pidiéndole cera, un cuchillo y un pincel. El Superior se lo concedió y Fray José se entregó con ilusión a modelar una estatua de cera del Niño que había visto. Hacía una y la deshacía, para hacer otra, pues nunca estaba conforme, y cada una que hacía le salía más bella que la anterior, y así pasaba el tiempo, esperando que regresase su Amado Jesusito.
Por fin llegó el día en el que rodeado de ángeles, se le presenta el Niño Jesús, y Fray José en éxtasis, pero con la mayor naturalidad pone los ojos en el Divino modelo y copia al Niño que tiene delante. Cuando termina y observa que su estatua es igual al Sagrado Modelo, estalla en risas y llantos de alegría, cae de rodillas delante de ella y posando la cabeza sobre las manos juntas, muere. Y los mismos ángeles que acompañaron a su Niño Jesús, recogieron su espíritu y lo llevaron al Paraíso. Los religiosos enterraron el cuerpo del santo lego y con devoción colocaron la imagen de cera del Niño Jesús en el oratorio del monasterio.
Esa misma noche Fray José se apareció en sueños al Padre Prior, comunicándole que esa: "imagen, hecha indignamente por mi, no es para el convento. Dentro de un año vendrá Doña Isabel Manríquez de Lara, a quien se la daréis, y ella se la entregará a su hija como regalo de bodas, ella la llevará a Bohemia y por la capital de aquel reino será llamado -Niño Jesús de Praga.
La gracia, la paz y la misericordia descenderán a la tierra escogida por El para habitar en ella, el pueblo de aquel reino será su pueblo, y El será su PEQUEÑO REY".
Y al año en punto, Doña Isabel Manríquez de Lara, en un viaje de recreo por la zona, topó con las ruinas del convento, y el prior, ya único superviviente, le entregó la imagen del Niño Jesús, contándole su fascinante historia. La dama llena de alegría, retornó a su castillo de Sierra Morena, muy cerca de Córdoba.
SAN FRANCISCO DE ASIS Y OTROS SANTOS
En el año 1200 San Francisco de Asís dispuso recordar con mucha solemnidad la Navidad haciendo un pesebre lo más parecido posible al de Belén y celebrando así entre pastores, ovejas, bueyes y asnos la misa de la medianoche, y haciendo él mismo un hermoso sermón de Nochebuena recordando la gran bondad del Hijo de Dios al quererse hacer hombre en Belén por salvar nuestra alma. San Antonio de Padua fue un devoto tan entusiasta del Niño Jesús que mereció que el Divino Niño se le apareciera. A San Cayetano se le presenta con el Niño Jesús en sus brazos.
Los santos que más contribuyeron a difundir la devoción al Niño de Belén fueron Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Santa Teresa de Jesús le tenía un amor tan grande al Divino Niño que un día al subir una escalera obtuvo tener una visión en la que contemplaba al Niño Jesús tal cual había sido en la tierra. En recuerdo de esta visión la santa llevó siempre en sus viajes una estatua del Divino Niño, y en cada casa de su comunidad mandó tener y honrar una bella imagen del Niño Jesús que casi siempre ella misma dejaba de regalo al despedirse.
Santa Teresita del Niño Jesús rezaba diariamente ante la imagen del Niño Jesús de Praga de su convento de Lisieux (Francia). "Oh pequeño niño, mi único tesoro, tú te me muestras todo radiante de Amor. Yo me abandono a Tí. Oh Jesús, mi pequeño hermano, no quiero otra alegría que la de agradarte. Mi pequeño Rey, imprime en mi las virtudes de tu infancia". En la Imagen del Niño Jesús de Praga del coro del monasterio de carmelitas descalzas de Colonia (Alemania), reconocía Edith Stein un signo de veneración a la Santa infancia del Señor: "No sólo tiene poder salvador la pasión y muerte de Cristo, sino toda su vida. Su asunción del destino humano: también su infancia, su juventud, su encuentro con los hombres, su rezar por la liturgia del pueblo judío, su íntimo hablar con el padre del cielo, todo esto aconteció por nosotros, para nuestra salvación".
EL PROFETA ISAIAS VE UN RAYO DE LUZ
En medio del horizonte cerrado de la tragedia, el profeta Isaías, 9,1, divisa un rayo esplendoroso de luz y de redención de los hebreos oprimidos, que le hace prorrumpir en un canto lleno de exultación porque ha sido vencido el opresor del pueblo elegido, a la llegada de un misterioso niño adornado de dotes excepcionales, que inaugurará una venturosa era de paz.
El profeta entona un canto de alegría, contraponiendo dos situaciones muy diferentes: la primera, en que Dios cubrió de oprobio a la parte de Palestina, Zabulón y Neftalí, ambas situadas al oeste del lago de Genesaret. En la deportación de Teglatfalasar III, de estas dos tribus, moradoras en sombras de muerte, pesa el yugo de la tiranía de los conquistadores asirios, usurpadores del norte de Palestina, y contrasta con un tiempo nuevo que inaugurará la gloria del camino del mar, "via maris", bordeando el lago de Genesaret, que desde de Egipto ascendía por la costa palestina, hasta llegar al Carmelo camino de Nazaret, y volvía hacia Damasco por encima del lago de Galilea. Oprobio y humillación. Grandeza y glorificación, en una misma región: la del norte de Palestina: La Galilea de los gentiles, Galaad, contagiada de idolatría, era sincretista, estaba situada en la otra ribera del Jordán. El profeta ve, que la redención del pueblo israelita se va a iniciar por aquella despreciada región del norte, ahora tan castigada y humillada.
SAN MATEO VE REHABILITADOS LOS PUEBLOS HUMILLADOS
Esto nos lo confirmará Mateo cuando nos presente a Jesús, inaugurando el anuncio «la buena nueva del reino de los cielos", a orillas del lago de Tiberíades. Mateo veía ya realizada la misma luz vista por Isaías, y que le había hecho saltar de gozo, siete siglos antes. Si Dios había escondido su faz a la casa de Jacob, ahora anuncia con júbilo un horizonte luminoso de salvación al pueblo que vivía en sombras de muerte, con las huellas abiertas de la devastación y de la guerra.
Vivían en la miseria y en la desventura. Pero ellos, habituados y resignados ya a este ambiente de tristeza, acaban de ver un fulgor de esperanza y de salvación. La alegría de aquellos corazones abocados a un estado de miseria sin esperanzas de redención es descrita por Isaías con imágenes: el júbilo de la siega de las mieses, pasadas ya las incertidumbres de la marcha de la cosecha, y el ejército vencedor que se reparte el botín.
Las gentes humilladas de los confines de Galilea de los gentiles van a ser liberadas de la asfixia de un dogal. Van a desaparecer todos los vestigios de la guerra. En la nueva edad venturosa, la característica será la paz. ¡Oh, la región de los Balcanes, Kosovo y la de Chechenia, Grozni, Irak, ¡Oh, Ruanda y Cuba y Colombia y todos los pueblos derrumbados y deportados! ¡La misma España en peligro de desmembración! ¡Esperad la liberación, y tened la seguridad de que los que cayeron, caen y caerán aún, serán semillas de vida, no lo dudéis!
El profeta salta de júbilo, ha surgido un Príncipe libertador, que es un niño, con dotes excepcionales de realeza; dotado de perspicacia como gobernante, admirable consejero para conducir con sabiduría y prudencia. Con un título excepcional: "Dios fuerte". Un niño que nace de una mujer joven y virgen, que garantiza la naturaleza humana y divina del Mesías. Será un hombre verdadero, con su cuerpo y alma racional, y al mismo tiempo, Dios.
LA LUZ DIVINA
Fue una chispa instantánea, una revelación divina, la que recibió Isaías. Además, es Padre sempiterno, y Príncipe de la paz, gobernante y sabio. Gobernará paternalmente a su pueblo, buscará la paz y comprensión, como Príncipe de ella, sin tiranía ominosa. La Paz, basada en la justicia, será el ceñidor de sus lomos. Paz idealizada con imágenes vivas, que son profecía de un reinado espiritual basado en la paz de las conciencias, de santidad y de gracia, de justicia de amor y de paz. Todo misterioso: Este es el "misterio mantenido en secreto durante siglos" de que habla san Pablo, en el que aparece el maremoto de la acción de Dios, actuando desde la profundidad de su Sabiduría. Abraham y David lo veían en una nube llena de oscuridad. También los Profetas. Los anuncios del misterio mesiánico eran eso, misterio. Pero no podían imaginar, que el mismo Dios llegara a la "locura" de hacerse hombre.
"Mientras se mantenía en lo oculto y Dios reservaba sabiamente su designio, podía parecer que nos tenía olvidados y no se preocupaba de nosotros; pero, cuando por su Hijo querido, reveló y manifestó todo lo que estaba preparado desde el principio, puso a la vez todas las cosas a nuestra disposición : la posibilidad de disfrutar de sus beneficios, y la de verlos y poseerlos. ¿Quién de nosotros se hubiera atrevido a imaginar jamás tanta generosidad? (Carta a Diogneto). Nada semejante podía ser predicado de ningún rey histórico; sólo se van a evidenciar en la persona del Mesías liberador y glorioso que desde la época de la monarquía se había generalizado en el pueblo en general.
SAN PABLO
En la segunda lectura Pablo nos dará una intensa lección de teología y de vida: El hecho de que Dios se haya manifestado a todos los hombres, nos enseña desde su amor, a renunciar a la impiedad y los deseos del mundo, y a vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo, aguardando la bienaventurada esperanza y la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús, que se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad para formar un pueblo santo y purificado, dedicado a las obras buenas. Tit, 2,11. Todas esas virtudes que Pablo exige a las diversas categorías de fieles tienen su fundamento en Cristo, quien, con su venida al mundo, nos ha hecho visible la voluntad que Dios tiene de salvar a todos los hombres y nos ha enseñado cómo debemos vivir, al mismo tiempo que alienta nuestro trabajo con la esperanza de la gloria del cielo y de su gloriosa manifestación en la parusía, el que ofreció su vida por nosotros para adquirirse un pueblo santo. Este es uno de los pasajes de las cartas de San Pablo más cargado de doctrina, resumen de su teología. Parece que el lenguaje está inspirado en escenas, entonces frecuentes de monarcas que hacían su solemne manifestación al pueblo y repartían numerosos beneficios, llamados colectivamente «gracia» recibiendo a cambio de sus súbditos el apelativo de "salvadores». Pablo se vale de esta terminología áulica, muy expresiva para sus lectores, y la aplica a Jesucristo y a su obra, que hace visible la «gracia o amor benéfico de Dios, que fue un continuo reparto de beneficios y que se consumará en su segunda aparición del último día. La gracia de la salvación dan a la lectura carácter navideño. Todos, aún en los climas más remotos, celebran hoy su apertura a la gracia de Dios, Verbo encarnado, que viene a redimirnos y a darnos ejemplo de vida.
RENUNCIAR A LOS DESEOS DEL MUNDO
Si cuando vino Dios nació en un pesebre, nosotros hemos de aprender a renunciar a los deseos del mundo y a vivir sobria y justamente, negando toda impiedad, aguardando la dicha que esperamos. Los hombres y las mujeres de edad. Los jóvenes también. Cada uno tiene un papel diferente según sus posibilidades. Sobriedad, dignidad, ponderación, fortaleza en la fe, caridad, perseverancia, buen consejo, sensatez. Son consejos muy «humanos»: virtudes naturales. La cualidad más recomendada a todas las categorías es la moderación y mansedumbre. Los cristianos de Creta eran impetuosos. Lo primero que nos exigen los no creyentes hoy, es que los cristianos den prueba de lo que «dicen», viviendo ellos los valores esenciales de la simple humanidad. Y la razón de todo está en que la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres. Por ella aprendemos a rechazar el pecado y las pasiones. Aunque semejan lecciones de un curso de moral griega elemental, pues San Pablo predicaba sencillamente un buen humanismo... no embriagarse, amar a su mujer o a su marido, buena administración del hogar, guardar buena conducta, todo es obra de Dios: la gracia, el don gratuito de Dios está ahí. En el fondo, Dios quiere, en primer lugar que seamos hombres Y, para ello, nos da su gracia. Para vivir en el mundo presente con sensatez, justicia, piedad. Pero el «sentido», la razón de nuestra conducta es que "estamos esperando la dicha que esperamos y la Manifestación de la gloria de Jesucristo, nuestro gran Dios Salvador. Este es el carácter específico del cristiano: hombre como todos los demás, invitado a vivir los mismos valores como sus contemporáneos, pero «sabiendo a donde va», y bien orientado. Su conducta tiene un sentido, un objetivo final, que justifica todos sus esfuerzos, el encuentro con Jesús: «Aguardad la dicha». «Cuando Jesucristo se manifestará».
SOBRIO RELATO DE LUCAS
Lucas nos relata el nacimiento de Cristo en Belén como un historiador, fedatario de lo que ha conocido: César Augusto había promulgado un edicto para empadronar a todo el mundo, era el ecumenismo romano.
Roma suele respetar las costumbres locales, y este empadronamiento se hace al modo judío, yendo a inscribirse al lugar de su origen. José, que era de la casa de David, sube a Belén, lugar originario de la familia davídica. Y estando en Belén, "casa del pan", por su fertilidad agrícola, sucedió el nacimiento de Cristo. Lucas lo describe con sobriedad. «Dio a luz a su hijo primogénito». Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. El hecho de que lo haga la misma María, la madre, supone una prueba del parto virginal indoloro. Como en Oriente la hospitalidad es sagrada, máxime para una mujer que acusaba los signos de próxima maternidad, no hay razón que José y María no encuentren sitio en la posada, sino son las de decoro, y pobreza. No gozaban de buena fama los pastores. Eran considerados «ladrones». Nunca un fariseo les compraría lana o leche, sospechando que habían sido robados. Pero, ¿no habría entre ellos almas sencillas? Inesperadamente, se les apareció «un ángel del Señor» que se les acercó, suspendido en el aire. Y «la gloria del Señor» los «rodeó iluminándolos». En Belén, en la Capilla del campo de los pastores, una pintura mural deliciosa representa maravillosamente la alegría de aquellos pastores, sobre todo de un niño, impresionante. Había sido una teofanía. Al rodearlos de su luz, «temieron grandemente». Era el temor ante la presencia de Dios, que acreditaba al ángel de esta manera, y les anunció que el Niño estaba en Belén. El anuncio del ángel es el Evangelio: la Buena Nueva «es para todo el pueblo». «Hoy os ha nacido en la ciudad de David», Belén, donde, según Miqueas, había de nacer el Mesías, un niño, descrito con los siguientes rasgos. Es: «Un Salvador», el «Cristo» es decir, el «Ungido», el Mesías. «El Señor».
HA LLEGADO EL MESIAS
Los pastores comprendieron que el Mesías había llegado. Y se les dio una «señal» para encontrarlo. Era necesidad, pero era garantía. Es la descripción que antes hizo: un niño fajado y reclinado en un pesebre. Posiblemente hubo otras indicaciones para señalarles el lugar donde se hallaba. Pero esto ya era suficiente. El Mesías no había nacido en un palacio, ni con el esplendor humano y pompa esperados. Y el hecho de estar reclinado en un «pesebre» les indicaba que no había que buscarlo entre gentes de Belén, ya que allí habría nacido en su casa. Terminado el anuncio del ángel, se juntó con él, allí en el campo de los pastores, «una multitud del ejército celestial» de ángeles. Todo este coro entona allí una alabanza a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad». Y les dio una «señal» para encontrarlo. Era necesidad, pero también, garantía. Es la descripción que antes hizo: un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. La idea fundamental es que Cristo ha venido a traer como paralela a la gloria de Dios la paz a los hombres.
LA PAZ
Ha escrito San Agustín, que la paz consiste en «la tranquilidad del orden". Supone, pues, un orden estable. Cuando en una familia el padre desempeña la autoridad y la madre representa a la obediencia del amor y ambos educan a unos hijos que se dejan educar, se dice de ella que vive en paz. Si se rompe uno de esos elementos, la paz se habrá perdido. Sólo existirá el desorden, que la paz completa exige: Orden para con Dios. Orden entre los hombres. Orden dentro de nosotros mismos. Tres órdenes que están intrínsecamente unidos. A todos los que celebramos rebosantes de gozo el misterio del nacimiento de Cristo, danos la paz. Paz en la tierra, el gran anhelo manifestado desde el corazón del Papa Beato Juan XXIII, autor de la Encíclica “Pacem in terris”.
P. Jesús Martí Ballester
LA SUPERIORA Y COMUNIDAD DE MISIONERAS DE PAX VOBIS LE DESEA A USTED Y A SU FAMILIA UNAS FIESTAS NAVIDEÑAS CON UNA BENDICIÓN PARA EL AÑO NUEVO CON EL AMOR DE JESÚS MARÍA Y SAN JOSÉ, PARA QUE EL CIELO DERRAME SOBRE USTEDES TODAS LAS GRACIAS Y PLENA SALUD DE ALMA Y CUERPO POR TODOS LOS QUE AMAN
FELICES FIESTAS DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO
CON AMOR SISTER CECILIA Y COMUNIDAD DE PAX VOBIS.