Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa
- 18 Enero 2019
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Prisca de Roma, Santa
Mártir, 18 de enero Mártir
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Prisca (o Priscila), nombre bajo el cual fue dedicada la basílica edificada en la colina del Aventino (antes de 499).
Etimológicamente: Prisca = “antigua”. Viene de la lengua latina.
Breve BiografíaLa passio -que data a lo más del siglo X- carece de verdadero valor histórico, pero es interesante leer, nos dice que Prisca era una niña de 13 años –para la ley romana, una adulta ya- que fue detenida entre un numeroso grupo de cristianos durante la persecución del emperador Claudio II (año 269). El emperador, al verla de tan corta edad, creyó fácil vencerla y la llevó al templo de Apolo para que le quemara incienso en ofrenda. Pero aunque fue abofeteada hasta que le sangró la boca, no tomó el incienso que debía ofrendar. Fue luego encarcelada en una celda rodeada de criminales que la molestaron todo el tiempo, pero eso tampoco logró abatirla. Posteriormente la torturaron quemándola con antorchas y aceite hirviendo, pero ante las protestas de la gente, el emperador mandó encerrarla de nuevo. Durante la noche recibió visitas de sus padres y parientes, que en vano le suplicaron que se salvara. Fue torturada de nuevo, quemada con grasa derretida, desgarrada con uñas de acero, azotada con cuerdas emplomadas y descoyuntada en el potro. La echaron a los leones y éstos no la tocaron, la colgaron por encima de una hoguera y no se quemó. Finalmente la llevaron a las afueras de Roma, en la Vía Ostia, y allí fue decapitada. Fue enterrada en las catacumbas de esa zona, que pasaron a llamarse catacumbas de Santa Priscila.
Las evidencias históricas
Dejando aparte el relato del martirio, que diferencia claramente a una niña mártir romana de nombre Prisca, los documentos más antiguos crean confusiones con una tal Priscila, hasta el punto de hacer creer que hay tres personas distintas llamadas Prisca: una, titular de una iglesia en el Aventino, como dice un epígrafe funerario del siglo V: “Adeodatus presb. Tit. Priscae” (Adeodato, presbítero del título de Prisca). A esta se la llama “fundadora” según los sínodos romanos de 499 y 595. ¿Sería una matrona romana?
En el siglo VIII, esta Prisca pasa a ser confundida con la mujer de Aquila, a quien San Pablo menciona en varias de sus epístolas. Este matrimonio también tenía una iglesia dedicada en Roma.
Y una tercera Prisca es recordada en los Itinerarios del siglo VIII, situada en las catacumbas de Santa Priscila –es muy probable que el lío Prisca-Priscila venga de aquí, cuando en origen son nombres totalmente distintos que simplemente se parecen-. Lo mismo hace el Sacramentario Gregoriano, recordándola el 18 de enero. ¿Sería ésta la mártir?
En cuanto a ella, ya hemos dicho que tiene una iglesia en el Aventino –en cuya “confesión” del altar mayor está ubicada la urna de madera con sus restos- y que debajo apareció una casa romana. La leyenda dice que en ella se hospedó San Pedro y se conserva una antigua pila bautismal donde bautizaba –de hecho allá hay una pintura donde aparece bautizando a Santa Prisca, la matrona romana, tenida por la mártir- pero sin ningún fundamento histórico.
A Priscila, esposa de Aquila, la inscribió Baronio en el Martirologio Romano a 16 de enero, basándose en el Martirologio Jeronimiano. Pero esta Priscila es confundida constantemente entre la mujer de Aquila y la matrona romana y “fundadora” de las catacumbas que llevan su nombre en Roma. A día de hoy, eso es un problema sin resolver.
Lo que si es evidente es que a pesar de lo infundado de su passio, Prisca la mártir, tiene su iglesia y tiene sus reliquias, así como un culto muy temprano.
Santo Evangelio según San Marcos 2, 1-12. Viernes I del tiempo ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de escuchar tu voz y poder seguirla con amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12
Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te quedan perdonados”. Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”.
Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: “¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados' o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralítico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”.
El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
A veces Dios nos pide que ayudemos a personas en nuestro entorno con sus necesidades, como por ejemplo con alguna oración. Cristo premiará al que pida con insistencia y no se deje llevar por las dificultades, en especial cuando lo que pedimos es para alguien más. Por la fe y las obras de las cuatro personas Jesús se compadece del paralítico perdonándole sus pecados y sanándolo.
Cristo nos invita a fijar nuestra mirada en el prójimo al que podemos ayudar en diversas formas; lo que se necesita es olvidarse de uno mismo y ver el bien que Dios puede hacer a través de nosotros. Lo que hacemos, al inicio, puede parecer inútil como si lo estuviéramos haciendo mal o no estuviera sucediendo como queríamos, pero con confianza en Dios no dejamos de insistir y Él actúa conforme su voluntad.
Cada vez que encontramos a una persona necesitada es un reto a nuestra creatividad. Es como si se nos pidiera ingeniar algo para que Dios llegue a esa persona; nuestra fe y confianza en Él nos empuja a actuar para convertirnos en instrumentos de su amor y testimonios vivientes de fe.
«Aquellos amigos que llevaron al paralítico ante el Señor, para que lo sanara. No tenían vergüenza, eran “sin vergüenza”, pero bien dicho. No tuvieron vergüenza de hacer un agujero en el techo y bajar al paralítico. Sean “sin vergüenza”, no tengan vergüenza de hacer con la oración que la miseria de los hombres se acerque al poder de Dios. Esa es la oración vuestra. Por la oración, día y noche, acercan al Señor la vida de muchos hermanos y hermanas que por diversas situaciones no pueden alcanzarlo para experimentar su misericordia sanadora, mientras que Él los espera para llenarlos de gracias. Por vuestra oración ustedes curan las llagas de tantos hermanos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado... o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar, con fe, por una persona que se encuentre en necesidad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura
“No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.”
Si yo eligiera la frase que con mayor frecuencia Dios me ha introducido en el corazón es: “No tengas miedo”. Esa frase tan propia de un guadalupano me ha hecho comprender la razón de mis debilidades. Es por eso que hoy, si el lector me lo permite les comparto una reflexión acerca de la fe.
Hay ocasiones en las que tenemos dos opciones a elegir, una buena y una mala. Sabiendo que podemos elegir entre dos opciones, muchas veces elegimos esa manzana envenenada. ¿Por qué?
Por debilidad podría concluirse, pero Dios no nos pone cruces que no podamos superar. En el fondo pecamos porque el mal se nos aparece como un bien.
Pero también concluyo basado en la experiencia propia, que otra razón por la que pecamos es el miedo. El miedo a no recibir ese bien total, pleno y duradero.Obramos en el aquí y en el ahora por miedo a que ese bien no exista. Habita en nuestro corazón esa idea que la bondad no tiene trascendencia. Al fin y al cabo, nuestra “muerte” “sepulta” las cosas buenas o malas que hayamos hecho. Elegir el bien sobre el mal, es un verdadero acto de fe. Es confiar que, aunque el bien no siempre recompensa de manera inmediata, lo hará, en esta vida o en la siguiente.
El miedo consume poco a poco la fe que tienes por Dios, por ti y tus hermanos. Destruye la esperanza y sobre todo no te permite ser el fuego que ilumina.
¡Pide más fe! En la oración se encuentra la fortaleza que anhelamos. La fe es un regalo, y una gracia, y se forja en el deseo de acrecentarla en los demás.
Es nuestra falta de oración la que no nos permite ver en cada acto en la presencia de Dios en nuestra vida. El miedo es el demonio tratando de acabar con la esperanza “¡No tengan miedo! ¡Abrir las puertas a Cristo!" (SS Juan Pablo II)
Cristo no solamente nos hace mejores personas, sino que nos convierte en personas nuevas. Cristo no se limita a arreglar las paredes de tu casa, si no las tira para construir en él un palacio. No tengas miedo a que Cristo tome el control de tu vida.
¡Comparte tu fe! Cuando uno va de misiones, se da cuenta de ello, siempre se regresa con una fe más firme. Es la seguridad y paz que te permite ver a Cristo actuando a través de ti. La fe se fortalece, y sobre todo se vivifica en la extensión del Reino de Dios. No le tengas miedo a entregar todo a Cristo, Él nunca decepciona.
Cuando veas a tu hermano triste, tienes una oportunidad invaluable de acrecentar tu fe. Llenémonos de Él, para que podamos compartirlo. El demonio nos llena de miedo y nos presenta el respeto humano, acuérdate que el mundo te necesita, Dios no nos creó inmóviles.
En ocasiones el mal, es por causa nuestra. El pecado propio trae como consecuencia el mal. Es ahí cuando el demonio actúa y dejamos de confiar en la misericordia de Dios. Acerquémonos a la confesión, no tengamos miedo de reconciliarnos con Cristo. Acuérdate que Él ya murió por el pecado que cometiste. No vivas en el pasado, que por delante tienes muchas gracias que Dios te quiere colmar. No nos convirtamos en Judas, no permitamos que el demonio nos llene de miedo, la misericordia de Dios es infinita. Vivir en el pasado no nos trae felicidad.
El mal de nuestra vida, no siempre es por nuestra culpa. A veces Dios permite males (nunca los ocasiona) para acercarnos más a Él. Confiemos plenamente en la Providencia Divina. Esas cruces de la vida como lo puede ser una enfermedad, la muerte de un ser querido, la pobreza, es una oportunidad para acercarnos más Dios ¡No dejemos que el demonio nos tire, la mano de Dios actúa dando fortaleza y preparando nuestro corazón!
Cuando el mal parezca consumir nuestra vida recordemos que María nos dijo: ”Hijito mío a que vas a tenerle miedo, ¿No estoy aquí que soy tu madre?” Acerquémonos a María para que ella nos pueda enseñar a seguir el camino de Cristo. Cuando creas que el sufrimiento sobrepasa tus posibilidades, es como cuando decía San Pablo, Cristo puede actuar de manera directa:
"Pero el Señor me ha dicho: «Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad.» Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy.”
La Palabra de Dios no es ideología, sino vida que hace crecer
Papa Francisco en la Misa de la Casa Santa Marta
Durante la Misa matutina celebrada este 17 de enero en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco señaló que “la Palabra de Dios, la gracia del Espíritu Santo no es ideología, sino que es vida que te hace crecer, siempre, ir hacia adelante”.
Además, el Santo Padre dijo que la Palabra de Dios te permite también “abrir el corazón a las señales del Espíritu, a los signos de los tiempos” en cambio “la ideología es una obstinación. “La obstinación es también orgullo, es soberbia. La testarudez, aquella testarudez, que hace tanto mal: cerrados de corazón”.
“¿Pero tengo un corazón terco? Todo el mundo piensa. ¿Soy capaz de escuchar a otras personas? Y si pienso lo contrario, diga: "Pero creo que sí ..." ¿Soy capaz de dialogar? Los obstinados no dialogan, no saben, porque siempre se defienden con ideas, son ideólogos. ¡Y las ideologías hacen mal al pueblo de Dios! ¡Mucho mal! Porque cierran la actividad del Espíritu Santo”, exclamó el Papa.
Por ello, el Pontífice advirtió sobre el peligro de “deslizarse en un corazón perverso” de tener un corazón duro, un corazón cerrado “que no quiere crecer, que se mete a la defensiva, se cierra” y animó a interrogarnos cómo es nuestro corazón.
“Podemos preguntarnos: ¿Tengo el corazón duro? ¿Tengo el corazón cerrado? ¿Dejo crecer mi corazón? ¿Tengo miedo a que crezca? Y si crece siempre con las pruebas, con las dificultades, si crece como crecemos todos nosotros de niños: aprendemos a caminar cayendo, ¡del gatear al caminar cuántas veces hemos caído! Se crece con las dificultades”, dijo.
En esta línea, el Papa alertó también sobre el riesgo de tener un corazón perverso por la “seducción del pecado” y añadió que “con la seducción, o te conviertes y cambias de vida o tratas de llegar a un acuerdo” hasta empezar a tener “una doble vida cristiana”.
Al finalizar, el Santo Padre invocó al Espíritu Santo para “que nos ilumine para que ninguno tenga un corazón perverso: un corazón duro que te lleve a la pusilanimidad; un corazón obstinado que te lleve a la rebeldía, a la ideología; un corazón seducido, esclavo de la seducción, que te lleve a un cristianismo de compromiso”.
Meditación del Papa Francisco sobre un tema que a algunos cristianos parece preocupar
Hace pocos días un joven amigo me preguntaba si alabar al Señor eternamente en el Cielo no sería algo muy aburrido, aunque ya le contesté en ese momento, creo oportuno recordar lo que el Papa nos decía hace ya algún tiempo sobre este tema en una de sus homilías en Santa Marta:
Son muchos los cristianos que no conocen la alegría. Si aprendieran a salir de sí mismos y a dar gracias a Dios, "comprenderían realmente esa alegría que nos hace libres". Este fue el núcleo de la homilía del Papa Francisco en la celebración eucarística del 31 de mayo de 2013, fiesta de la Visitación en aquel año.
"Las dos lecturas del día -apuntó el Pontífice refiriéndose a Sofonías (3, 14-18) y al Evangelio de Lucas (1, 39-56)- nos hablan de alegría, de gozo: "alégrate, grita de alegría", dice Sofonías. Gritar de alegría. ¡Es fuerte esto! "El Señor está contigo"; no temas; "no dejes caer los brazos". El Señor es poderoso; se alegrará por ti". Y en el relato evangélico, la alegría caracteriza la visita de María a Isabel. El Papa se fijó en ese "salto del niño en el seno de Isabel", revelado por ésta a María: "He aquí que en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno".
"Todo es alegría. Pero nosotros cristianos -indicó el Obispo de Roma- no estamos muy acostumbrados a hablar de alegría, de gozo. Creo que muchas veces nos gustan más los lamentos. ¿Qué es la alegría? La clave para comprender esta alegría es lo que dice el Evangelio: "Isabel fue colmada de Espíritu Santo". Es el Espíritu Santo quien nos da la alegría".
El Papa habló de otro aspecto de la alegría que nos viene del Espíritu. "Pensemos -dijo- en ese momento en el que la Virgen y san José llevaron a Jesús al templo para cumplir la Ley". Estaban también allí dos ancianos; pero el Evangelio no dice que estos fueron allí para cumplir la Ley, sino más bien impulsados por la "fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu les condujo al templo". De modo que, ante Jesús, "hacen una oración de alabanza: éste es el Mesías, ¡bendito sea al Señor! Y hacen también una liturgia espontánea de alegría". Es la fidelidad madurada durante tantos años de espera del Espíritu Santo lo que hace que "este Espíritu venga y les dé la alegría".
"Es precisamente el Espíritu quien nos guía. Él es el autor de la alegría, el creador de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros, cristianos, no podemos llegar a ser libres. Nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas", constató; en cambio, la alegría cristiana deriva precisamente de la alabanza a Dios. "¿Qué es este alabar a Dios?", se preguntó el Papa. "Alabarle a Él gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da" fue su respuesta. Y "la eternidad será esto: alabar a Dios. Pero esto no será aburrido, será bellísimo. Esta alegría nos hace libres".
El Papa concluyó con una observación: "Es precisamente la Virgen quien trae las alegrías. La Iglesia la llama causa de nuestra alegría, causa nostrae letitiae. ¿Por qué? Porque trae nuestra alegría más grande, trae a Jesús. Y trayendo a Jesús hace que "este niño salte de alegría en el seno de la madre". Ella trae a Jesús. Ella con su oración hace que el Espíritu Santo irrumpa. Irrumpe ese día de Pentecostés; estaba allí. Debemos rezar a la Virgen para que al traer a Jesús nos dé la gracia de la alegría, de la libertad; nos dé la gracia de alabar, de hacer oración de alabanza gratuita, porque Él es digno de alabanza, siempre".
Quien quiera profundizar más sobre este tema podría seguir el siguiente enlace: "El aburrido cielo".
La Evangelización: Responsabilidad de todos los cristianos
Evangelizar es dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo
Evangelizar es dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Verbo Encarnado y ha llamado a la humanidad a la vida eterna.
La evangelización también debe contener siempre una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios. Comprende además, la predicación de la esperanza en las promesas hechas por Dios mediante la nueva alianza en Jesucristo; la predicación del amor de Dios para con nosotros y de nuestro amor hacia Dios, la predicación del amor fraterno para con todos los hombres —capacidad de donación y de perdón, de renuncia, de ayuda al hermano— que por descender del amor de Dios, es el núcleo del Evangelio. (Exhortación Apostólica Evangelli Nuntiandi 51)
El Papa Pablo VI en su exhortación apostólica expresa que “Este problema de cómo evangelizar es siempre actual, porque las maneras de llevarlo a cabo cambian según las diversas circunstancias de tiempo, lugar, cultura; por eso plantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adaptar. La evidente importancia del contenido no debe hacer olvidar la importancia de los métodos y medios de la evangelización”.
MÉTODOS PARA LA EVANGELIZACIÓN
En el mismo documento, el Santo Padre nos presenta los métodos principales de la evangelización. A continuación un resumen de los puntos más significativos.
Testimonio de vida
El ejemplo siempre ha sido un método de enseñaza efectivo y la primera forma de evangelización de la Iglesia es el testimonio de vida auténticamente cristiano. Nuestra vida debe reflejar la fidelidad a Jesucristo, el desapego a los bienes del mundo y el apego a lo espiritual. Es decir, vivir una vida de santidad y testimoniarla a los hermanos.
Predicación viva
San Pablo en su carta a los Romanos explica claramente que la fe aumenta por el acto de escuchar. ¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? Y, ¿cómo creerán sin haber oído de Él? Y ¿cómo oirán si nadie les predica?... Luego, la fe viene de la audición, y la audición, por la palabra de Cristo" (Rom. 10, 14. 17.)Aunque la sociedad moderna se muestre indiferente ante los discursos, la predicación y la proclamación verbal del Evangelio es indispensable para la Evangelización. No debe desalentarnos este gran reto. Por el contrario debe animarnos el saber que nuestro testimonio de vida, unida a una predicación efectiva, atraerá muchas almas a Dios.
Liturgia de la palabra
La homilía un instrumento válido y muy apto para la evangelización sustentada por la Palabra de Dios. Esta predicación, en medio de la celebración eucarística, de la que recibe una fuerza y vigor particular, tiene ciertamente un puesto especial en la evangelización, en la medida en que expresa la fe profunda del ministro sagrado que predica y está impregnada de amor.
“Añadamos que, gracias a la renovación de la liturgia, la celebración eucarística no es el único momento apropiado para la homilía. Esta tiene también un lugar propio, y no debe ser olvidada, en la celebración de todos los sacramentos, en las paraliturgias, con ocasión de otras reuniones de fieles.” (EEN 43)
La catequesis
Como expresa claramente Juan Pablo el la exhortación apostólica Cathechesi Tradendae, “la catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que Él había mandado... Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, ellos tengan la vida en su nombre, para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo. La Iglesia no ha dejado de dedicar sus energías a esa tarea.” Por ello la importancia de preparar buenos catequistas y ejercer este llamado con verdadera vocación.
Los medios de comunicación
En este útimo siglo, las nuevas tecnologías le han dado a los medios de comunicación social un enfoque mucho más amplio que en sus inicios. La Internet y el uso de las redes sociales provoca un flujo de comunicación constante y hasta abrumador. La Iglesia utiliza estos nuevos medios para evanelizar e invita a todo el pueblo de Dios a hacer lo mismo.
El Papa Benedicto VI, en ocasión de la 45ma Jornada de las Comunicaciones Sociales exhorta a que “si se usan con sabiduría”, las nuevas tecnologías “pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano”. Según el Obispo de Roma, “comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio”. Asimismo, “tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia”, continúa.
Usando correctamente los medios de comunicación lograremos llevar la Buena Nueva a lo que el Beato Juan Pablo II llamó “el nuevo continente” de la Internet.
Los sacramentos
La evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de una doctrina. debe conducir a la vida: a la vida natural a la que da un sentido nuevo gracias a las perspectivas evangélicas que le abre; a la vida sobrenatural. Esta vida sobrenatural encuentra su expresión viva en los siete sacramentos y en la admirable fecundidad de gracia y santidad que contienen.
Contacto personal
La transmisión del Evangelio persona a persona es indispensable. El mismo Jesucristo la utilizó constantemente. Prueba de ello, lo encontramos en los pasajes bíblicos donde muestran sus conversaciones con Nicodemo, Zaqueo, la Samaritana, Simón el fariseo y lo mismo han hecho los Apóstoles. A fin de cuentas no existe una mejor manera de comunicar la palabra de Dios, que no sea transmitir a otros nuestra propia experiencia de fe.
La Iglesia misionera
San Pablo en su carta a los Romanos se pregunta: “Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquel en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no les ha sido anunciado? ¿Y cómo van a ser anunciado, si nadie es enviado? Por eso dice la escritura: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian buenas noticias!"
En este contexto, vale preguntarse ¿a quien entonces le corresponde evangelizar? El Concilio Vaticano II ha dado una respuesta clara: "Incumbe a la Iglesia por mandato divino ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a toda creatura". Y en otro texto afirma: "La Iglesia entera es misionera, la obra de evangelización es un deber fundamental del pueblo de Dios". Cuando la Iglesia anuncia el reino de Dios y lo construye, ella se implanta en el corazón del mundo como signo e instrumento de ese reino que está ya presente y que viene.
El Espíritu Santo
La Exhortación Apostólica es clara al explicar que “Nosotros vivimos en la Iglesia un momento privilegiado del Espíritu. Por todas partes se trata de conocerlo mejor, tal como lo revela la Escritura. Uno se siente feliz de estar bajo su moción. Se hace asamblea en torno a Él. Quiere dejarse conducir por El. Ahora bien, si el Espíritu de Dios ocupa un puesto eminente en la vida de la Iglesia, actúa todavía mucho más en su misión evangelizadora. No es una casualidad que el gran comienzo de la evangelización tuviera lugar la mañana de Pentecostés, bajo el soplo del Espíritu.
Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: El es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de Salvación. A través de Él, la evangelización penetra en los corazones, ya que Él es quien hace discernir los signos de los tiempos —signos de Dios— que la evangelización descubre y valoriza en el interior de la historia.”