Vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos

Apolonia, Santa

Virgen y Mártir, 9 de febrero 


Martirologio Romano: En Alejandría, en Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, la cual, después de haber sufrido muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe (c. 250).

Etimología: Apolonia = Aquella que desciende de Apolo, es de origen griego.

Breve Biografía

Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio.



Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto. El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas. Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.



En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.



Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.



Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.



También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa. Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.
 
Alter Christus

Santo Evangelio según San Marcos 6, 30-34. Sábado IV del tiempo ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor, concede la gracia de vivir con alegría tu palabra.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34



En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.

 Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.



En el Evangelio de hoy, vemos como Jesús se llena de misericordia al vernos, «como ovejas sin pastor», y sí, esas ovejas podemos ser nosotros cuando perdemos de vista el redil, o cuando estamos aislados y encerrados en nuestro propio egoísmo. Y ahí está Jesús que se compadece, que quiere que volvamos a Él, que nos busca y que sabe que tenemos sed de Él.



Hoy sería un buen día para preguntarnos cómo nos estamos formando para ser verdaderos discípulos del Señor, para ser misioneros en nuestro propio ambiente, esto es, en el trabajo, en casa, en el colegio. Allí donde solemos ir es nuestro ambiente, nuestro territorio para misionar llevando la alegría del Evangelio, el amor de Cristo que se manifiesta en nuestra caridad para con el prójimo, en nuestro buen humor, en ser sembradores de paz y fraternidad cristiana. Es allí donde tenemos que ser alter Christus (otro Cristo), llenarnos de compasión y ponernos al servicio de los demás como hoy nos lo muestra el Evangelio.



Pidamos a María, reina de los apóstoles, que nos ayude a ser cada día más misioneros y mejores apóstoles de su Hijo, sirviendo desinteresadamente para la expansión de su Reino.



«A sus discípulos, entusiastas de la misión cumplida, Jesús les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar deshabitado”. Nosotros necesitamos más todavía este estar a solas con el Señor para reencontrar el corazón de la misión de la Iglesia en América Latina en sus actuales circunstancias. ¡Hay tanta dispersión interior y también exterior! Los múltiples acontecimientos, la fragmentación de la realidad, la instantaneidad y la velocidad del presente, podrían hacernos caer en la dispersión y en el vacío. Reencontrar la unidad es un imperativo. ¿Dónde está la unidad? Siempre en Jesús.»


(Discurso de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2017).




Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En algún momento del día rezare alguna oración pidiendo por el aumento de las vocaciones misioneras.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cruzando el umbral de la esperanza

El Papa como Vicario de Cristo



Por: S.S. Juan Pablo II

San Juan Pablo II. Cruzando el umbral de la esperanza. Plaza y Janés, Barcelona, 1994, págs. 34-35.



Vicario de Cristo



El Papa es también llamado vicario de Cristo. Este título debe ser visto dentro del contexto total del Evangelio. Antes de subir al Cielo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Él, aunque invisible, está personalmente presente en su Iglesia. Y lo está en cada cristiano, en virtud del Bautismo y de los otros sacramentos. Por eso, ya en tiempos de los santos padres, era costumbre afirmar: Christianus alter Christus, queriendo con eso resaltar la dignidad del bautizado y su vocación, en Cristo, a la santidad.



Cristo, además, cumple una especial presencia en cada sacerdote, quien, cuando celebra la Eucaristía o administra los sacramentos, lo hace in persona Christi.



Desde esta perspectiva, la expresión Vicario de Cristo cobra su verdadero significado. Más que una dignidad, se refiere a un servicio: pretende señalar las tareas del Papa en la Iglesia, su ministerio petrino, que tiene como fin el bien de la Iglesia y de los fieles. Lo entendió perfectamente san Gregorio Magno, quien, de entre otros títulos relativos a la función del Obispo de Roma, prefería el de Servus servorum Dei.



Por otra parte, no solamente el Papa ostenta este título; todo obispo es Vicarius Christi para la Iglesia que le ha sido confiada. El Papa lo es para la Iglesia de Roma y, por medio de ésta, para toda la Iglesia en comunión con ella, comunión de fe, comunión institucional, canónica.

Si además con este título se quiere hacer referencia a la dignidad del Obispo de Roma, ésta no puede ser entendida separándola de la dignidad de todo el colegio episcopal, a la que está estrechísimamente unida, como lo está también a la dignidad de cada obispo, de cada sacerdote y de cada bautizado.


Aprender del ejemplo de Santa Josefina Bakhita

Pide a cristianos el Papa Francisc

o

El Papa Francisco destacó este 8 de febrero la importancia de la “sensibilización sobre la situación de las personas que sufren pobreza y explotación, especialmente de los que son presa de la trata de seres humanos” y pidió aprender del ejemplo de Santa Josefina Bakhita.

“Es una tarea urgente y esencial para los cristianos de hoy”, así lo dijo el Santo Padre durante una audiencia que concedió a miembros de la Fundación Galileo en la Sala del Consistorio del Vaticano a quienes agradeció por el “generoso compromiso con la misión pastoral de la Iglesia” que patrocina una variedad de proyectos, entre ellos, distintas iniciativas de las Academias Pontificias de Ciencias y Ciencias Sociales.

En su discurso, el Papa expresó que “como fieles laicos, según las formas de secuela del Señor propias de las vocaciones y responsabilidades específicas de cada uno, desempeñan un papel valioso dando a conocer el mensaje salvífico del Evangelio a las personas de nuestro tiempo, especialmente a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables” y los animó a continuar “ofreciendo con generosidad un testimonio tan importante”.

De hecho, una de las principales contribuciones de esta Fundación es “la sensibilización sobre la situación de las personas que sufren pobreza y explotación, especialmente de los que son presa de la trata de seres humanos”, tarea que el Papa calificó como “urgente y esencial para los cristianos de hoy”.

Santa Josefina Bakhita

En esta línea, el Santo Padre explicó que no es coincidencia que se reúnan en la fiesta de Santa Josefina Bakhita, patrona de las víctimas de la trata de seres humano, “ella conoció por su dolorosa experiencia personal la realidad de la esclavitud y sus consecuencias violentas y humillantes. Y sin embargo, por la gracia de Dios, llegó a conocer la verdadera libertad y la verdadera alegría”, explicó.

“Su santidad de vida es un llamado no solo a enfrentar con mayor determinación las formas modernas de esclavitud, que son una herida abierta en el cuerpo de la sociedad, una llaga en la carne de Cristo y un crimen contra la humanidad, sino también aprender de su gran ejemplo” aseguró el Papa Francisco quien afirmó que Santa Josefina Bakhita “nos enseña cómo dedicarnos a los pobres con ternura, delicadeza y compasión”.

Por último, el Santo Padre animó a los presentes a seguir preparando sus proyectos sostenidos por “un arraigo cada vez más profundo en la oración, la intercesión de Santa Josefina Bakhita y la fuerza que solo el Espíritu Santo puede dar” e invocó su Bendición Apostólica para ellos y sus familias.

La Fundación Galileo es una institución que trabaja a favor de la libertad y la dignidad de cada ser humano y busca eliminar la esclavitud moderna y la trata de seres humanos en todas sus formas. Su objetivo es apoyar proyectos especiales del Santo Padre a través de la filantropía, con especial énfasis en el trabajo de las Academias Pontificias de Ciencias y Ciencias Sociales. Para ello, busca también ampliar las relaciones ecuménicas existentes entre la Iglesia Católica y la Anglicana, así como apoyar a las comunidades cristianas de Tierra Santa.

Precisamente, este 8 de febrero se celebra la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, organizada por la Unión Internacional de Superiores Generales (UISG) bajo el lema “Juntos contra la trata de personas”.

En su cuenta oficial de Twitter @Pontifex el Papa Francisco denunció que “la trata de personas es una terrible violación de la dignidad humana” y pidió “abrir los ojos ante esta plaga vergonzosa” para así poder esforzarse por combatirla.

9 consejos del Papa para un matrimonio feliz

Tres parejas le formularon algunas preguntas al Santo Padre. aquí los nueve consejos que el Papa Francisco dio a los novios.


El 14 de febrero de 2014 el Vaticano se convirtió en la capital de los novios: miles de parejas de diferentes países abarrotaron la plaza de san Pedro para un encuentro con el Papa Francisco quien de ese modo quiso saludar y acompañar a todos aquellos que se preparan para el matrimonio. Tres parejas le formularon algunas preguntas al Santo Padre. He tematizado las respuestas y les ofrezco los nueve consejos que el Papa Francisco dio a los novios. Consejos ágiles, realistas y positivos que valen también para quienes ya están casados (la numeración y el titular antes de cada consejo es nuestro):



1. La casa se construye juntos



“el amor es una relación , entonces es una realidad que crece, y podemos incluso decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se construye juntos, no solos. Construir significa aquí favorecer y ayudar el crecimiento. Queridos novios, vosotros os estáis preparando para crecer juntos, construir esta casa, vivir juntos para siempre.

No queréis fundarla en la arena de los sentimientos que van y vienen, sino en la roca del amor auténtico, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa, que sea espacio de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Como el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor que construye la familia queremos que sea estable y para siempre. Por favor, no debemos dejarnos vencer por la ‘cultura de lo provisional’. Esta cultura que hoy nos invade a todos, esta cultura de lo provisional. ¡Esto no funciona!”.



2. Cómo perder el miedo al “para siempre”: una cuestión de calidad



“¿cómo se cura este miedo del ‘para siempre’? Se cura día a día, encomendándose al Señor Jesús en una vida que se convierte en un camino espiritual cotidiano, construido por pasos, pasos pequeños, pasos de crecimiento común, construido con el compromiso de llegar a ser mujeres y hombres maduros en la fe. Porque, queridos novios, el «para siempre» no es sólo una cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, sino que es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos. Me viene a la mente el milagro de la multiplicación de los panes: también para vosotros el Señor puede multiplicar vuestro amor y donarlo a vosotros fresco y bueno cada día. ¡Tiene una reserva infinita de ese amor! Él os dona el amor que está en la base de vuestra unión y cada día lo renueva, lo refuerza. Y lo hace aún más grande cuando la familia crece con los hijos”.



3. La oración que deben rezar los novios y de los esposos



“En este camino es importante y necesaria la oración, siempre. Él para ella, ella para él y los dos juntos. Pedid a Jesús que multiplique vuestro amor. En la oración del Padrenuestro decimos: ‘Danos hoy nuestro pan de cada día’. Los esposos pueden aprender a rezar también así: ‘Señor, danos hoy nuestro amor de cada día’, porque el amor cotidiano de los esposos es el pan, el verdadero pan del alma, el que les sostiene para seguir adelante. Y la oración: ¿podemos ensayar para saber si sabemos recitarla? ‘Señor, danos hoy nuestro amor de cada día’. Ésta es la oración de los novios y de los esposos. ¡Enséñanos a amarnos, a querernos! Cuanto más os encomendéis a Él, tanto más vuestro amor será «para siempre», capaz de renovarse, y vencerá toda dificultad”.



4. Aprender a pedir permiso



“¿Puedo, permiso?”. Es la petición gentil de poder entrar en la vida de otro con respeto y atención. Es necesario aprender a preguntar: ¿puedo hacer esto? ¿Te gusta si hacemos así, si tomamos esta iniciativa, si educamos así a los hijos? ¿Quieres que salgamos esta noche?... En definitiva, pedir permiso significa saber entrar con cortesía en la vida de los demás. Pero escuchad bien esto: saber entrar con cortesía en la vida de los demás. Y no es fácil, no es fácil. A veces, en cambio, se usan maneras un poco pesadas, como ciertas botas de montaña. El amor auténtico no se impone con dureza y agresividad. En las Florecillas de san Francisco se encuentra esta expresión: ‘Has de saber, hermano carísimo, que la cortesía es una de las propiedades de Dios... la cortesía es hermana de la caridad, que extingue el odio y fomenta el amor’ (Cap. 37). Sí, la cortesía conserva el amor. Y hoy en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hay necesidad de mucha más cortesía. Y esto puede comenzar en casa”.



5. Aprender a decir gracias



“Gracias”. Parece fácil pronunciar esta palabra, pero sabemos que no es así. ¡Pero es importante! La enseñamos a los niños, pero después la olvidamos. La gratitud es un sentimiento importante: ¿recordáis el Evangelio de Lucas? Una anciana, una vez, me decía en Buenos Aires: ‘la gratitud es una flor que crece en tierra noble’. Es necesaria la nobleza del alma para que crezca esta flor. ¿Recordáis el Evangelio de Lucas? Jesús cura a diez enfermos de lepra y sólo uno regresa a decir gracias a Jesús. Y el Señor dice: y los otros nueve, ¿dónde están? Esto es válido también para nosotros: ¿sabemos agradecer? En vuestra relación, y mañana en la vida matrimonial, es importante tener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios, y a los dones de Dios se dice ¡gracias!, siempre se da gracias. Y con esta actitud interior decirse gracias mutuamente, por cada cosa. No es una palabra gentil que se usa con los desconocidos, para ser educados. Es necesario saber decirse gracias, para seguir adelante bien y juntos en la vida matrimonial.



6. Aprender a pedir perdón



“En la vida cometemos muchos errores, muchas equivocaciones. Los cometemos todos. Pero tal vez aquí hay alguien que jamás cometió un error. Levante la mano si hay alguien allí, una persona que jamás cometió un error. Todos cometemos errores. ¡Todos! Tal vez no hay un día en el que no cometemos algún error. La Biblia dice que el más justo peca siete veces al día. Y así cometemos errores... He aquí entonces la necesidad de usar esta sencilla palabra: «perdón». En general, cada uno de nosotros es propenso a acusar al otro y a justificarse a sí mismo. Esto comenzó con nuestro padre Adán, cuando Dios le preguntó: ‘Adán ¿tú has comido de aquel fruto? ‘. ‘¿Yo? ¡No! Es ella quien me lo dio». Acusar al otro para no decir ‘disculpa’, ‘perdón’. Es una historia antigua. Es un instinto que está en el origen de muchos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir perdón. ‘Perdona si hoy levanté la voz’; ‘perdona si pasé sin saludar’; ‘perdona si llegué tarde’, ‘si esta semana estuve muy silencioso’, ‘si hablé demasiado sin nunca escuchar’; ‘perdona si me olvidé’; ‘perdona, estaba enfadado y me la tomé contigo’. Podemos decir muchos ‘perdón’ al día. También así crece una familia cristiana. Todos sabemos que no existe la familia perfecta, y tampoco el marido perfecto, o la esposa perfecta. No hablemos de la suegra perfecta... Existimos nosotros, pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: no acabar jamás una jornada sin pedirse perdón, sin que la paz vuelva a nuestra casa, a nuestra familia. Es habitual reñir entre esposos, porque siempre hay algo, hemos reñido. Tal vez os habéis enfadado, tal vez voló un plato, pero por favor recordad esto: no terminar jamás una jornada sin hacer las paces. ¡Jamás, jamás, jamás! Esto es un secreto, un secreto para conservar el amor y para hacer las paces. No es necesario hacer un bello discurso. A veces un gesto así y... se crea la paz. Jamás acabar... porque si tú terminas el día sin hacer las paces, lo que tienes dentro, al día siguiente está frío y duro y es más difícil hacer las paces. Recordad bien: ¡no terminar jamás el día sin hacer las paces! Si aprendemos a pedirnos perdón y a perdonarnos mutuamente, el matrimonio durará, irá adelante. Cuando vienen a las audiencias o a misa aquí a Santa Marta los esposos ancianos que celebran el 50° aniversario, les pregunto: «¿Quién soportó a quién?» ¡Es hermoso esto! Todos se miran, me miran, y me dicen: ‘¡Los dos!’ Y esto es hermoso. Esto es un hermoso testimonio”.



7. Ver el matrimonio como una fiesta



“el matrimonio es una fiesta, una fiesta cristiana, no una fiesta mundana. El motivo más profundo de la alegría de ese día nos lo indica el Evangelio de Juan: ¿recordáis el milagro de las bodas de Caná? A un cierto punto faltó el vino y la fiesta parecía arruinada. Imaginad que termina la fiesta bebiendo té. No, no funciona. Sin vino no hay fiesta. Por sugerencia de María, en ese momento Jesús se revela por primera vez y hace un signo: transforma el agua en vino y, haciendo así, salva la fiesta de bodas. Lo que sucedió en Caná hace dos mil años, sucede en realidad en cada fiesta de bodas: lo que hará pleno y profundamente auténtico vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y dona su gracia. Es su presencia la que ofrece el «vino bueno», es Él el secreto de la alegría plena, la que calienta verdaderamente el corazón. Es la presencia de Jesús en esa fiesta. Que sea una hermosa fiesta, pero con Jesús. No con el espíritu del mundo, ¡no! Esto se percibe, cuando el Señor está allí”.



8. Las bodas deben ser sobrias



“que vuestro matrimonio sea sobrio y ponga de relieve lo que es verdaderamente importante. Algunos están más preocupados por los signos exteriores, por el banquete, las fotos, los vestidos y las flores... Son cosas importantes en una fiesta, pero sólo si son capaces de indicar el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición del Señor sobre vuestro amor. Haced lo posible para que, como el vino de Caná, los signos exteriores de vuestra fiesta revelen la presencia del Señor y os recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y el motivo de vuestra alegría”.



9. El matrimonio supone un trabajo de los dos



“El matrimonio es también un trabajo de todos los días, podría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su esposa y la esposa tiene la tarea de hacer más hombre a su marido. Crecer también en humanidad, como hombre y como mujer. Y esto se hace entre vosotros. Esto se llama crecer juntos. Esto no viene del aire. El Señor lo bendice, pero viene de vuestras manos, de vuestras actitudes, del modo de vivir, del modo de amaros. ¡Hacernos crecer! Siempre hacer lo posible para que el otro crezca. Trabajar por ello. Y así, no lo sé, pienso en ti que un día irás por las calles de tu pueblo y la gente dirá: ‘Mira aquella hermosa mujer, ¡qué fuerte!...’. ‘Con el marido que tiene, se comprende’. Y también a ti: ‘Mira aquél, cómo es’. ‘Con la esposa que tiene, se comprende’. Es esto, llegar a esto: hacernos crecer juntos, el uno al otro. Y los hijos tendrán esta herencia de haber tenido un papá y una mamá que crecieron juntos, haciéndose —el uno al otro— más hombre y más mujer”.

6 formas de cultivar la humildad

La humildad es la base de la vida espiritual completa. Sin esta virtud, nunca avanzaremos en la santidad


Si ustedes leen CatholicGentleman.net de vez en cuando, sabrán que frecuentemente el autor habla allí acerca de la importancia de la humildad. Los santos aclaran muy bien que la humildad es el fundamento de todo crecimiento espiritual. Si no somos humildes, no somos santos. Es así de sencillo.

Pero por muy sencillo que se diga que debemos ser humildes, no siempre resulta fácil ponerlo en práctica.De manera que, quiero hablar acerca de seis métodos para cultivar la virtud de la humildad.

1.- Ora por la gracia de la Humildad

Se puede decir con seguridad que ninguna virtud se formará en nuestras almas si no es por medio de la oración frecuente. Si realmente deseas ser humilde, ora cada día por esta gracia, pidiéndole a Dios ayuda para sobreponerte a tu amor propio.
“Debemos pedirle humildad diariamente a Dios y con todo nuestro corazón, pedir también la gracia de saber que somos nada, y que nuestro bienestar corporal y espiritual proceden de Él únicamente”. (San Juan María Vianney)

2.- Acepta humillaciones

Tal vez la manera más dolorosa pero más efectiva de aprender a ser humildes sea el aceptar humillaciones y situaciones vergonzosas. El padre Gabriel de Santa María Magdalena explica:

"A muchas almas les gustaría ser humildes, pero muy pocas desean la humillación; muchas le piden a Dios que las haga humildes y oran fervientemente por esto, pero pocas quieren ser humilladas.

Sin embargo es imposible ganar humildad sin humillación; de la misma manera en la que estudiando se adquiere conocimiento, así por medio de la humillación obtenemos humildad.

Mientras solamente deseemos esta virtud de la humildad, pero no estemos dispuestos aceptar los medios para llegar a ella, ni siquiera estaremos en el camino adecuado para adquirirla. Aún si en algunas ocasiones logramos actuar humildemente, esto podría ser el resultado de una humildad superficial y aparente en lugar de una humildad real y profunda.

Humildad es verdad; por lo tanto, digámonos que dado que no poseemos nada de nosotros mismos sino solamente el pecado, es precisamente por eso que recibimos solamente humillación y desprecio.

3.- Obedece a superiores legítimos

Una de las manifestaciones más claras del orgullo es la desobediencia(irónicamente, la desobediencia y la rebelión son reconocidas como virtudes en la sociedad moderna occidental). Satanás cayó por su orgullo, Non serviam: “No serviré”.

Por otro lado, la humildad siempre es manifestada por medio de la obediencia a la autoridad legítima, ya sea tu jefe o el gobierno. San Benedicto dice “el primer grado de humildad es la pronta obediencia”.

4.- Desconfía de ti mismo

Los santos nos dicen que cada pecado que cometemos se debe a nuestro orgullo y autosuficiencia. Si desconfiamos de nosotros mismos y depositamos toda nuestra confianza en Dios no pecaremos jamás.

Dom Lorenzo Scpuoli fue más lejos y dice:

“La desconfianza de sí es un requisito en el combate espiritual y sin esta virtud no podemos esperar vencer nuestras pasiones más débiles, ni mucho menos ganar la victoria completa”.

5.- Reconoce tu insignificancia

Otra manera muy efectiva de cultivar la humildad es meditar en la grandeza de Dios, mientras simultáneamente reconocemos nuestra propia insignificancia en relación a Él. San Juan María Vianney lo pone de esta manera:

¿Quién puede contemplar la inmensidad de Dios sin humillarse a sí mismo hasta hacerse polvo ante el pensamiento de que Dios creó el cielo de la nada, y que con una palabra puede convertir el cielo y la tierra en nada nuevamente?

Un Dios tan grande, y cuyo poder es inagotable; un Dios lleno de perfección; un Dios con una eternidad interminable; su inmensa justicia, su providencia, que reina sobre todo de manera sabia, y que cuida todo con tal esmero, ¡y nosotros somos nada!

6.- Piensa mejor de otros que de ti mismo

Cuando somos orgullosos, inevitablemente pensamos que somos mejores que los demás. Oramos como el Fariseo, “Señor, te agradezco porque no soy como otros hombres”. Este farisaísmo es increíblemente dañino para nuestras almas, y es detestable para Dios.

Tanto las Escrituras como los santos afirman que el único camino seguro es considerar a todos como mejores que nosotros mismos. San Pablo dice:

“No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores que él mismo.” (Filipenses 2:3)

Thomas de Kempis resume esta enseñanza en el Capítulo 7 de su clásico La Imitación de Cristo:

"No te estimes por mejor que los demás, porque no seas quizás tenido por peor delante de Dios, que sabe lo que hay en el hombre.

No te ensoberbezcas de tus obras buenas, porque son muy distintos de los juicios de Dios los de los hombres, al cual muchas veces desagrada lo que a ellos contenta.

Si algo bueno hay en ti piensa que son mejores los otros, pues así conservarás la humildad.

No te daña si te pospones a los demás, pero es muy dañino si te antepones a solo uno. Continua paz tiene el humilde; más en el corazón del soberbio hay emulación y saña muchas veces".

Conclusión

No hay duda:

la humildad es la base de la vida espiritual completa. Sin esta virtud, nunca avanzaremos en la santidad.

Sin embargo, la humildad no es simplemente una idea abstracta que debe ser admirada, es una virtud que debe ser aprendida y practicada en las circunstancias dolorosas de la vida diaria.

Esforcémonos en ser humildes a imagen de Cristo que “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres”.


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