...sabréis que Yo Soy

Hugo de Rouen, Santo

Obispo y Abad, 9 de abril

Martirologio Romano: En el monasterio de Jumiéges, en Neustria, hoy en territorio de Francia, san Hugo, obispo de Rouen, el cual gobernó a la vez el cenobio de Fontenelle y las iglesias de París y Bayeux, y finalmente, tras renunciar a estos cargos, estuvo al frente del monasterio de Jumiéges ( 730).

Breve Biografía

La historia ha conservado pocos detalles sobre la vida de san Hugo de Rouen, cuya fama se debió principalmente a las nobles familias con las que estaba emparentado. Era hijo de Drogo, duque de Borgoña; nieto paterno de Pipino de Heristal y sobrino de Carlos Martel. Fue nombrado «primicerius» de la iglesia de Metz; más tarde la influencia de su tío Carlos le llevó a ocupar las sedes de París, Rouen y Bayeux, así como los cargos de abad de Fontenelle y Jumiéges. En aquellos tiempos, por desgracia, no era raro que una persona gozase de varios beneficios eclesiásticos; pero Hugo, en vez de enriquecerse con las rentas de sus beneficios, gastó su propia fortuna, que era muy considerable, en enriquecer las iglesias que gobernó. La crónica de Fontenelle, que es nuestra fuente principal, habla largamente de los generosos dones que el santo obispo hizo a la abadía. San Hugo murió en la abadía de Jumiéges, el año 730.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.

Cuando, levantéis, Hijo, hombre, sabréis que yo soy

Santo Evangelio según San Juan 8, 21-30. Martes V de Cuaresma

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que abra mi corazón a tus inspiraciones, y cumpla siempre tu santa voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir”.

Dijeron entonces los judíos: “¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'?”. Pero Jesús añadió: “Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”.

Los judíos le preguntaron: “Entonces, ¿quién eres tú?”. Jesús les respondió: “Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo he oído decir a él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.

Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no haga nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”. Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio de hoy Jesús nos anticipa cómo hemos de descubrir su omnipotencia, su realeza, viéndolo elevado, pero en la cruz. Es en el patíbulo donde ha de reinar, donde ha de cumplir la voluntad del Padre. Hoy puede ser un día para contemplar la cruz. Leemos en la primera lectura a Moisés hacer una serpiente y elevándola para quien la viere quedase sanado, y ahora es Cristo quien es elevado en la cruz, y desde allí, quien crea en Él quedará sanado.

«El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo». ¿Cuántas veces nos sentimos solos? Pensemos en las veces que creemos estar solos en medio de las dificultades, pero en realidad Dios nos acompaña, está sentado a nuestro lado y nos consuela. Pero también nos corresponde a nosotros, como buenos cristianos, como hijos amados del Padre, que seamos misioneros de ese amor, que seamos sembradores de paz y alegría, que seamos discípulos misioneros en medio de nuestra familia y en la sociedad.

«Porque yo hago siempre lo que le agrada.», ¿Buscamos agradar a Dios? Nuestra vida ordinaria, nuestras ocupaciones de cada día, son el momento preciso para agradar al que nos amó primero. Busquemos ofrecer cada día, esas cosas que pueden parecer insignificante para el ojo del hombre, pero que, para Dios, si son hechas de cara a Él y con el propósito de ser santos e hijos en el Hijo, estemos seguros de que serán ofrenda agradable.

«La clave de nuestra salvación, la clave de nuestra paciencia en el camino de la vida, la clave para superar nuestros desiertos: mirar el crucifijo. Mirar a Cristo crucificado. ¿Qué debo hacer, padre? Míralo. Mira las llagas. Entra en las llagas. Por esas llagas nosotros hemos sido sanados. ¿Te sientes envenenado, te sientes triste, sientes que tu vida no va, está llena de dificultades y también de enfermedad? Mira ahí. En silencio. Mira. Pero mira, en esos momentos mira el crucifijo feo, es decir el real: porque los artistas han hecho crucifijos bonitos, artísticos, también algunos son de oro, de piedras preciosas. No siempre es mundano: eso quiere significar la gloria de la cruz, la gloria de la resurrección. Pero cuando tú te sientes así, mira esto: antes de la gloria.»

(Homilía de S.S. Francisco, 20 de marzo de 2018, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En mi oración, ante un crucifijo, poner en las manos de Dios todo lo que soy, todo lo que tengo y pedirle que se haga su voluntad y no la mía.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

...sabréis que Yo Soy

¿Cuánto nos atrae la Cruz? Que en el presente orden de cosas es lo mismo que preguntarnos ¿cuánto nos atrae Dios?...

Nos relata el evangelista san Juan que en uno de esos intentos del Señor de testimoniar quién era Él ante los incrédulos fariseos, luego de varias pruebas rechazadas por quienes no querían creer, afirmó lo siguiente: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que Yo Soy (Jn 8,28).

Por supuesto que los interlocutores no entendieron lo que significaba esa aseveración; pero nosotros, gracias al don de la fe, sí logramos comprender, al menos en parte, esas profundas y reveladoras palabras: el Señor dijo que cuando fuese crucificado, se manifestaría de modo particular y más pleno su divinidad, ya que ese “Yo Soy” hace alusión directa al nombre de Dios dado por Él mismo a Moisés desde la zarza ardiendo (Ex 3, 14).

En estos días santos, en los que nuestros ojos se fijan casi de modo exclusivo en el Crucificado, cabría preguntarnos por qué el Señor muestra de un modo especial allí su divinidad; ¿no lo hace más claramente por ejemplo en los milagros? Además, parecería esto contradecir de alguna manera aquello que dice san Ignacio en los Ejercicios, caracterizando los misterios de la tercera semana (semana de Pasión):

“Considerar cómo la Divinidad se esconde es a saber, cómo podría destruir a sus enemigos, y no lo hace, y cómo dexa padescer la sacratíssima humanidad tan crudelísimamente”. [196]

Sin ninguna pretensión de agotar el tema, ni mucho menos, permítaseme esbozar una posible respuesta. Pero comencemos descartando algunas hipótesis, de ser el caso:

¿Será que Jesús da muestras de su divinidad por esa especie de llanto de la naturaleza por el sufrimiento de su Creador, puesto que desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona[1] cuando expiró?

¿O tal vez porque tuvieron cumplimiento en Él las profecías, ya que se cumplió la Escritura que dice: Y con los malhechores fue contado[2]Y lo mismo sucedió con sus vestiduras para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica[3]?

¿O quizás porque mostró ser dueño y señor de su vida hasta el último momento, cuando, dando un fuerte grito –cosa imposible para cualquier mortal en esas circunstancias–, dijo: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” y, dicho esto, expiró[4]?

¿Serán estos los motivos de la categórica afirmación del Señor? Sin duda que no se pueden descartar; de hecho nada hubiera sido así si Cristo no hubiese sido el Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

De todos modos parecerían haber razones más profundas…

Tratemos de acercarnos al misterio de la Pasión del Señor dejando por un momento de lado nuestra fe, la cual nos habla de aquello que no se ve[5]: la Divinidad del ajusticiado. ¿Sin esa luz de lo alto, qué vemos entonces? Vemos, sencillamente, lo imposible…

Muchos pueblos se admirarán de él y, a su vista, los reyes enmudecerán de asombro porque verán algo jamás narrado y contemplarán algo inaudito. (Is 52, 1)

¿Acaso es capaz un hombre de semejante virtud y encontrándose en los mayores tomentos que pueda sufrir un ser humano, y en la mayor de las injusticias, ser como un cordero llevado al matadero[6], como una oveja ante quien la esquila[7], de no preferir amenazas, de callar ante las burlas más ignominiosas[8]?

¿Puede un hombre en cuanto tal, habiendo sido desfigurado hasta parecer gusano y no hombre[9], ante quien se vuelve el rostro, despreciable[10], sufriendo dolores indecibles e inimaginables en la cruz, no solamente mantener la más perfecta mansedumbre y aplomo, sino más aún, decir aquel perdónalos porque no saben lo que hacen[11], y olvidarse de sí mismo, pensando solo en los demás con ese hoy estarás conmigo en el paraíso[12], despojarse absolutamente de todo, hasta de su propia madre, según aquel mujer, ahí tienes a tu hijo[13]? 

Y podríamos seguir agregando circunstancias agravantes y sufrimientos extremos pero creo que la respuesta salta a la vista: un hombre, solo tal, no puede obrar así; solo un Dios hecho hombre es capaz de semejante forma de actuar.

Objetará alguno que los mártires también sufrieron mucho y obraron de manera análoga; respondemos que si obraron como tales, es por la fuerza y virtud del Crucificado y, además, que absolutamente nadie, sufrió como Nuestro Señor:

“Cristo padeció por nosotros, a buen seguro, más de cuanto padecieron todo los penitentes, todos los anacoretas y todos los mártires, porque Dios le encargó satisfacer cumplidamente a su divina justicia por todos los pecados de los hombres: a Yahveh le plugo destrozarle con el padecimiento[14].

Leyendo el martirologio, diríase que algunos mártires sufrieron dolores más acerbos que los que sufrió Jesucristo; con todo, al decir de san Buenaventura, no hubo dolor de mártir alguno que pudiera igualar en vivacidad a los dolores de nuestro Salvador, que fueron los dolores más agudos. Santo Tomás opina que el dolor sensible de Cristo fue el mayor que se pueda padecer en la vida. Por eso escribe san Lorenzo Justiniano que Nuestro Señor en cada tormento que sufrió por razón de lo intenso y acerbo del dolor, padeció todos los suplicios de los mártires[15]”. (San Alfonso María de Ligorio)

Bien: solo un Dios humanado puede sufrir lo que sufrió el Señor y cómo lo sufrió. Agreguemos, sin embargo, algo más que nos habla de ese traslucirse de la divinidad de ese hombre molido por nuestras culpas[16].

En el principio creó Dios los cielos y la tierra[17] y lo demás, y puso al hombre, varón y mujer, como rey de la creación. Nada había que agregarle a esa obra de arte salida de Sus manos ya que Dios vio todo lo que había hecho; y era bueno en gran manera[18]. Pero el hombre, haciendo soberbio uso del don de su libertad, arrojó hacia los cielos un arrogante cuchillo de nauseabunda soberbia, el cual, luego de fracasar en su intento de derribar al Creador de su trono de gloria, se volvió hacia el mismo hombre partiéndolo en dos, dejando herida su naturaleza hasta lo más íntimo, y traspasándolo infectó a la creación entera que gime hasta el presente y sufre dolores de parto[19].

Fue tal la debacle y por ende, tan costosa la cura; y a su vez, tanta la sabiduría, amor y omnipotencia de quien misericordiosamente prometió un Salvador, que éste no fue otro que el mismo Dios y aquella no fue solamente una sanación sino una regeneración.

Dios, en Cristo, nos hizo de nuevo; y como no podría ser de otro modo, irrumpiendo en el tiempo el mismo Verbo por quien y para quien fueron hechas todas las cosas[20], la segunda creación sobrepasa en grandeza y perfección a la primera. De ahí que, sin este “hacernos de nuevo”, sin este nuevo Adán, la primera creación y el primer Adán, infectado de pecado, no encontraría un por qué ni un para qué en el mundo. Categóricamente lo afirma el Catecismo de la Iglesia Católica (leer con atención): “La primera creación encuentra su sentido y su cumbre en la nueva creación en Cristo, cuyo esplendor sobrepasa el de la primera” (n. 349).

El Concilio, en frase luminosísima tantas veces citada por san Juan Pablo II, lo decía así:

“En realidad, el misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado… Cristo, el nuevo Adán, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”[21].

Pero ¿qué relación encontramos entre lo que venimos diciendo y lo que queríamos demostrar? Allá vamos…

Esta nueva y esplendorosa creación no destruyó la primera sino que, de algún modo, se injertó en ella elevándola, sobrenaturalizándola. Pero este injerto y elevación tuvo su coste… la nueva sabia divina, no vivificó el viejo tronco sin un antídoto, el más doloroso y a su vez el más eficaz, el más repulsivo y al mismo tiempo el más necesario: el sufrimiento. ¡¿Quién hubiera imaginado a un Dios varón de dolores y acostumbrado al sufrimiento[22]?! Siendo el remedio algo tan atrozmente rechazado por el hombre, parece que la única forma que encontró el Médico Divino de administrarlo, fue injiriéndolo Él primero, hasta las heces, por nosotros.

De aquí que Dios nunca se muestra tan Dios como en la Cruz… Dios-Amor se muestra, se da a conocer, amando, y desde el orgullo adámico en adelante, no hay amor sin sufrimiento.

La Cruz, clavada en tierra, sana la naturaleza y divide la raza humana entre quienes están con Dios y quienes están contra Dios; nada atrae tanto a los primeros ni repele tanto a los segundos como la Cruz.

Siendo el Señor Crucificado el mensaje más sublime que Dios puede darnos, son pocos –y muy pocos– quienes lo comprenden en profundidad aceptando sufrir algo por Él; mientras que a muchos, estando aún en sus filas –al menos con el cuerpo– , el “pare de sufrir” les endulza más los oídos y el corazón.

Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que Yo Soy[23], y por eso, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna[24]. Reconocer a Dios en la Cruz y alcanzar así la vida eterna hace de lo más ignominioso, por el poder de Aquel que hace nuevas todas las cosas[25], lo más atrayente: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí[26]¿Cuánto nos atrae la Cruz? Que en el presente orden de cosas es lo mismo que preguntarnos ¿cuánto nos atrae Dios?…

Atraída por ese sufrir de su Hijo hasta lo indecible; a Ella, única que lo vio tan Divino allí crucificado como realmente lo era, pidamos la gracia de animarnos a tomar la Cruz y así reconocer su “Yo soy”.

Soy victima de un milagro

Cada día es un re-descubrir las maravillas que la vida trae consigo.

¿Qué significa despertar por la mañana; abrir los ojos y ver el campo, las flores, las montañas? ¿Qué significa sentir el agua correr por nuestra cara; la fragancia de la brisa marina o el calor del sol en nuestra frente? ¿Qué significa ser consciente de que estoy viviendo, de que busco, de que encuentro? ¿Qué significa darme cuenta de que amo, de que anhelo, de que sueño y deseo?

¿Podemos acaso desentendernos de todo esto que nos rodea por el sólo hecho de no haberlo pedido? ¿Quién puede rebelarse contra estos dones, contra estos regalos que nos da Dios cada día? Algunos por ahí podrían decir: “Yo no quiero todo esto que ese “Dios” me regala… lo rechazo”. A pesar de esta actitud sigues teniendo todo aquello que no pides. Simplemente está allí. Cada día es un re-descubrir las maravillas que la vida trae consigo. Una caricia, una bella palabra, un paseo… Todo me habla de Dios. Sí, aunque no lo quieras asumir allí está Dios. Dios se refleja en sus creaturas, aquellas que Él mismo ha formado en sus manos. ¿Te sientes víctima de un milagro? ¿Víctima de una situación que vives y que no nunca has querido?

Díganme, ¿quién rechaza respirar, dejar de sentir el latido de su corazón, dejar de pensar? ¿Puede el hombre desentenderse de todo lo que es, de todo lo que tiene, de todo lo que Dios le regala a diario? No, esa es la respuesta. No podemos dejar de ver la presencia de Dios. Por más que lo queramos y por más que busquemos explicaciones científicas (a veces indemostrables), siempre tendrás esa caricia de Dios que son sus regalos. 

Como un padre a diario da a sus hijos de comer y beber, les da protección y amor; así también Dios, que es Nuestro Padre, nos abastece a diario de aquello que necesitamos.

¿Te sientes víctima de estos milagros o te sientes beneficiario de estos milagros? Piénsalo bien. Todo es gratuito, todo es don, todo te es regalado. ¿Acaso has creado tú el mar, las montañas, el cielo estrellado? ¿Eres capaz de añadir una hora al día o alargar tu vida a tu antojo? No eres capaz, no puedes hacerlo.

Dios le responde a Job con estas palabras:
«¿Dónde estabas cuando Yo cimentaba la tierra? Explícamelo, si tanto sabes. ¿Quién fijó sus dimensiones, si lo sabes, o quien extendió sobre ella el cordel? ¿Sobre qué se apoyan sus pilares? ¿Quién asentó su piedra angular, cuando cantaban a una las estrellas matutinas y aclamaban todos los ángeles de Dios?

¿Quién encerró el mar con doble puerta, cuando salía a borbotones del seno materno, cuando le puse las nubes por vestido y por pañales la niebla, cuando fijé un límite y le puse cerrojos y puertas, y le dije: “Hasta aquí llegarás y no más, aquí se romperá la soberbia de tus olas”? […] ¿Has llegado hasta las fuentes del mar, has caminado por el fondo del abismo? ¿Se te han abierto las puertas de la muerte? ¿Has descubierto las entrañas de las sombras? ¿Has conocido la extensión de la tierra? Explícamelo si lo sabes todo. ¿Por qué camino se llega a la luz?, o ¿dónde está la mansión de las tinieblas?»
(Job: 38:4–11. 16–19)

Ojalá podamos responder como Job lo hizo:
«Comprendo que lo puedes todo, que ningún proyecto te resulta inalcanzable. […] Cierto, he querido explicar sin comprender las maravillas que me superan y que ignoro. […] Sólo de oídas sabía de ti, pero ahora te han visto mis ojos. Por eso me arrepiento, y hago penitencia sobre el polvo y ceniza.» (Job 42:1–6)

Sólo puedes aceptar los dones de Dios tal y como lo hace un hijo agradecido con su padre providente. Esa es la actitud de humildad, la actitud de creaturas y de hijos. Una actitud que debemos cultivar. Una actitud que no se manifiesta sino a través de la fe, pero de una fe verdadera en Dios y su revelación. No es simplemente una doctrina, un dogma, una creencia ciega… es una persona, Jesucristo, que se nos ha manifestado con obras milagrosas para que viendo creamos.

Agradece a tu Creador y Padre por todo lo que tienes, por todo lo que te regala a diario; por un nuevo día de vida, por la naturaleza, por la amistad, por la familia, por el amor, por la bondad… “Tenemos tanto para estar agradecidos”.

Exsatánica: La Iglesia Católica es la única que puede hacer frente al demonio

Una de las maneras más rápidas para que el demonio entre en nuestras vidas, es por el pecado no confesado

Cuando decimos que el satanismo es algo grave y destructivo es algo que en realidad sólo lo puede comprender en toda su dimensión quien ha vuelto de ese mundo para contárnoslo. Es el caso de Deborah una mujer de 51 años que ha vuelto a la Iglesia Católica y que ahora colabora en el rescate de personas que viven ese infierno en la tierra.

El mundo del satanismo es un secreto, a menudo vulgar y a veces peligroso, explica Deborah, aunque las creencias de los satanistas varían enormemente, se centran en la permisividad de los apetitos más sensuales y en la burla del cristianismo. Los satanistas son aparentemente respetables ciudadanos de su comunidad, “son personas que usted encuentra en la calle”.

Deborah nació en 1961 y creció en Salem, Massachusetts. Asistió a escuelas católicas y públicas. Como adolescente, ella se involucró en el satanismo. Volvió a la Iglesia Católica en 2009. Hoy, ella está casada y vive en una granja en Maine.

Pregunta: Cuénteme un poco acerca de sus antecedentes y cómo se involucró en el satanismo.
Deborah: En primer lugar, como adulta, me diagnosticaron un alto funcionamiento autista. Cuando yo era niña, estaba sin diagnosticar, y mostraba una gran cantidad de síntomas autistas. Entre ellas el balanceo, el aleteo de manos y el tarareo. También discutía con mis maestros y no quería socializar con mis compañeros. Hoy en día, sigo siendo incapaz de vivir de forma independiente.

Además, mi madre era una alemana en un barrio judío anti-alemán. Mi padre abandonó a la familia cuando yo era joven. Los otros niños en la escuela se burlaban de mí, robaban mis juguetes y me llamaban “retrasada”. También me golpeaban físicamente todos los días. Le rogué a mi madre que no me dejara ir a la escuela. Me sentía herida, enojada y quería estar sola. Me aislé de los demás.

Asistí a una escuela católica en los grados 7 al 10. Fui a las monjas que dirigían la escuela para pedir ayuda. A causa de mi comportamiento, yo era impopular con ellas y me sugerían que merecía el trato que recibía. Yo estaba enojada con las monjas, así, como una broma y para vengarme, empecé a ir a la escuela con el pentagrama satánico. También lo dibujaba en mis tareas. Entonces me pidieron que dejara la escuela.

Ahora bien, como todavía no existía internet, empecé leyendo libros sobre satanismo y luego me puse en contacto con satanistas.

¿Ha asistido a misas negras?
Sí. Ellas eran absolutamente asquerosas… la Eucaristía se contaminaba… estatuas y crucifijos se ponían al revés, cualquier cosa para burlarse de la cristiandad. Es la depravación en su peor momento. El satanismo se trata de permisividad, y destrucción de la Iglesia y la moral tradicional.

Dejé de asistir a las misas negras, me fui y formé mi propio grupo. Tenga en cuenta que hay diferentes tipos de satanismo, y varían en nivel de la intensidad. Es todo muy secreto y peligroso, usted está en peligro de muerte si intenta dejar un aquelarre, que es un grupo satánico de 13 miembros. El mundo del satanismo es muy secreto. Si usted está involucrado, usted no quiere que sus miembros divulguen este secreto. Si eres un bocazas, vendrán a por ti. Algo de lo que hacen es tan horrible que no quieren exponerlo.

¿Has visto a gente herida?
Sí.

¿Niños?
No, eran adultos que consienten.

¿Hasta dónde fuiste como Satanista?
Yo no podía ir más profundo. Hice un pacto de sangre con Satanás.

¿Muchos Satanistas dejan sus aquelarres y encuentran a Cristo?
No. La mayoría termina suicidándose.

Si le hubiera conocido cuando era satanista, ¿que habría observado en Ud.?
Si usted fuera amable conmigo, yo habría sido agradable con usted. Si usted fuera antipático para mí, me habría vuelto antipática y le podría haber enviado un demonio.

Usted podría haber estado incómodo conmigo, porque podría haberle dado algunas miradas de odio; me encontraría muy manipuladora y se habría sorprendido que a una edad joven yo hubiera acumulado una enorme riqueza, aunque sólo trabajaba a tiempo parcial.

¿Satanás recompensa por seguirlo?
Sí. Parecía que dondequiera que estuviese, las cosas materiales sólo caían en mi regazo.

¿Y cuánto tiempo estuvo involucrada en el satanismo?
Estuve involucrada siete años, y 30 años en el ocultismo. Mientras estuve en el ocultismo, me involucré en la evocación de demonios, y experimenté todas las cosas que se ven en las películas de terror de Hollywood, incluyendo manifestaciones físicas y apariciones. No me gustaría compartir detalles específicos. En mi libro, “Mensaje de esperanza…”, me centro en cómo operan los demonios y cómo podemos efectivamente combatirlos.

¿Y cómo entran los demonios en nuestras vidas?
La forma más común es que les invitemos a entrar. Abrimos los portales. Usted puede hacer uso de tablas de Ouija, ir a una psíquica, asistir a una sesión de espiritismo o tratar de comunicarse con los fantasmas. También podemos invitarlos cuando nos dejamos consumir por la rabia y nos negamos a perdonar.
Los demonios tienen la capacidad de alterar nuestros pensamientos, y nos llevan a las adicciones.

Deme un ejemplo de dónde se ve el trabajo de lo demoníaco en nuestra sociedad.
Lo veo en la violencia manifestada en los videojuegos y en las películas sobre asesinatos.

¿Qué pasa con la masacre de inocentes en la Escuela Primaria Sandy Hook en Connecticut?
Sí, yo creo que el tirador fue influenciado por demonios. Sin embargo, los demonios no nos pueden obligar. Tenemos libre albedrío. Nosotros tenemos que optar por seguir sus sugerencias.

¿Qué le hizo decidirse a abandonar el satanismo?
Fue difícil. Los demonios me estaban aterrorizando. Ellos vinieron a recoger mi alma o querían plena posesión. Tuve un sueño en el que un ángel vino a rescatarme. Me levanté a la mañana siguiente y decidí: “Yo voy a ser católica de nuevo.” El infierno es real y dura para siempre.

Fui a ver a un sacerdote católico, y él me echó de la iglesia. No me creyó. Terminé uniéndome a un culto religioso durante 18 años. Un día, oré: “Dios, yo no sé si existes, pero si existes, envíame una monja que me lleve de vuelta a la Iglesia Católica”. Unos meses más tarde, lo hizo. Ella me presentó a algunos sacerdotes con experiencia en el trato con el demonio, entre ellos uno que vive en Maine. Volví a la Iglesia Católica en 2009.

¿Y cómo están las cosas ahora?
Amo a la Iglesia, y voy a dedicar vida a Ella. Quiero servir a la Iglesia, y estoy en el proceso de convertirse en una Terciaria de la Orden Dominicana.

Nuestra Señora ha tenido un papel increíble en mi vida, también. He visto grandes milagros que suceden a través de María.
¿Qué le aconsejaría a los fieles para mantener al diablo fuera de sus vidas?

En primer lugar, en esta vida siempre va a estar en su vida y cerca. Por lo tanto, usted tiene que protegerse yendo a misa y recibiendo la Eucaristía. Es una protección de gran alcance. El agua bendita es extremadamente eficaz. Yo lo llamo la “potencia limpiadora espiritual”. La guardo en mi casa y regularmente me bendigo.

El sacramento de la confesión es importante. Una de las maneras más rápidas para que el demonio entre en nuestras vidas, es por el pecado no confesado. Yo digo a la gente libremente, católicos o no, que la Iglesia Católica es la única iglesia que tiene las herramientas para hacer frente eficazmente a lo demoníaco. Eso incluye la devoción a la Santísima Virgen.

Además, tenga cuidado acerca de sus hobbies y entretenimiento. La bebida, fiestas, el estilo de vida de parrandas puede crear una apertura para que el diablo entre, yo también recomiendo a la gente evitar las películas de miedo.

Cuéntanos algo sobre el ministerio de Nuestra Señora de la Luz.
Es una obra que fundé para ayudar a liberarse a las personas involucradas en el ocultismo. Como parte del ministerio, yo también investigo las denuncias de apariciones demoníacas y ofrezco ayuda espiritual. No expulso demonios, mi papel es el de evaluar y ayudar a las personas a encontrar los recursos que necesitan. Yo siempre hago mi trabajo en coordinación con un sacerdote.
Yo introduzco a la gente a la oración, los sacramentos y a la Virgen, aunque la mayoría de las personas que ayudo son protestantes o paganas. A pesar de que no hago publicidad de mis servicios, la gente se pone en contacto conmigo a través de mi sitio web y atiendo entre 10 y 15 personas a la vez. Nunca cobro por mis servicios.

Ya sea en el ministerio o en mi charla en público sobre este tema, mi objetivo es compartir con la gente un mensaje de esperanza. Quiero que la gente sepa la gran misericordia de Dios. Si te avergüenzas de tus pecados, les digo que realmente no sabes lo que es pecado hasta que adoras al diablo. He dedicado mi vida a Cristo y a su Iglesia, y quiero colaborar en la obra de salvar almas.

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