El que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios

Catalina de Siena, Santa

Memoria Litúrgica, 29 de abril

Virgen y Doctora de la Iglesia
Patrona de Italia y de Europa

Martirologio Romano: Memoria de santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, que habiendo entrado en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, deseosa de conocer a Dios en sí misma y a sí misma en Dios, se esforzó en asemejarse a Cristo crucificado y trabajó también enérgica e incansablemente por la paz, para que el Romano Pontífice regresara a la Urbe y por la unidad de la Iglesia, dejando espléndidos documentos llenos de doctrina espiritual ( 1380).

Etimológicamente: Aquella que es pura y casta, es de origen griego.

Breve Biografía

Lo que más maravilla en la vida de Santa Catalina de Siena no es tanto el papel insólito que desempeñó en la historia de su tiempo, sino el modo exquisitamente femenino con que lo desempeñó. Al Papa, a quien ella llamaba con el nombre de “dulce Cristo en la tierra”, le reprochaba la poca valentía y lo invitaba a dejar Aviñón y regresar a Roma, con palabras humanísimas como éstas: “¡Animo, virilmente, Padre! Que yo le digo que no hay que temblar”. A un joven condenado a muerte y a quien ella había acompañado hasta el patíbulo, le dijo en el último instante: “¡a las bodas, dulce hermano mío! que pronto estarás en la vida duradera”. 

Pero la voz sumisa de la mujer cambiaba de tono y se traducía frecuentemente en ese “yo quiero” que no admitía tergiversaciones cuando entraba en juego el bien de la Iglesia y la concordia de los ciudadanos. 

Catalina nació en Siena (Italia) el 25 de marzo de 1347 y era la vigésimo cuarta hija de Santiago y Lapa Benincasa. A los quince años entró a la Tercera Orden de Santo Domingo, comenzando una vida de penitencia muy rigurosa. Para vencer la repugnancia hacia un leproso maloliente, se inclinó y le besó las llagas. A los diecinueve años (1366) celebró su místico matrimonio con Cristo. Esto no se debió a fantasías juveniles, sino que era el comienzo de una extraordinaria experiencia mística, como se pudo comprobar después.

Como no sabía leer ni escribir, comenzó a decir a varios amanuenses sus cartas, afligidas y sabias, dirigidas a Papas, reyes, jefes y a humilde gente del pueblo. Su valiente compromiso social y político suscitó no pocas perplejidades entre sus mismos superiores y tuvo que presentarse ante el capítulo general de los dominicos, que se celebró en Florencia en mayo de 1377, para explicar su conducta. 

En Siena, en el recogimiento de su celda, dictó el “Diálogo sobre la Divina Providencia” para tributar a Dios su último canto de amor. En los comienzos del gran cisma aceptó el llamamiento de Urbano VI para que fuera a Roma. Aquí se enfermó y murió rodeada de sus muchos discípulos a quienes recomendó que se amaran unos a otros. Era el 29 de abril de 1380: hacía un mes que había cumplido 33 años. 

Fue canonizada el 29 de abril de 1461. En 1939 fue declarada patrona de Italia junto con San Francisco de Asís, y el 4 de octubre de 1970 Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia, y el 1 de Octubre de 1999 S.S. Juan Pablo II la declaró Patrona de Europa.

Además Santa Catalina tiene los siguientes patronatos:
° contra los incendios;
° contra los males corporales;
° contra la enfermedad;
° contra los abortos involuntarios;
° contra las tentaciones;
° Allentown, Pennsylvania;
° para la prevención de incendios;
° de los bomberos;
° de las enfermeras;
° de las personas ridiculizadas por su piedad;
° de los enfermos.

Oración
Bendita y amada del Señor,
y gloriosa santa Catalina:
por aquella felicidad que recibisteis de poder unirte a Dios
y prepararte para una santa muerte,
alcanzadme de su divina Majestad
la gracia de que purificando mi conciencia
con los sufrimientos de la enfermedad
y con la confesión de mis pecados,
merezca disponer mi alma,
confortándola con el trance terrible de la muerte,
y poder volar por ella a la eterna bienaventuranza de la gloria. Amén.

Acudir a Cristo para volver a nacer

Santo Evangelio según San Juan 3, 1-8. Lunes II de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, Tú siempre estás a la espera; no importa la hora ni el lugar, Tú siempre estás ahí para mí. Tú no tomas en cuenta mis pecados o indisposiciones, haces caso omiso a mis iras y malhumores. Tú esperas siempre con los brazos abiertos a que yo me acerque a Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 3, 1-8

Había un fariseo llamado Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que has venido de parte de Dios, como Maestro; porque nadie puede hacer las señales milagrosas que Tú haces, si Dios no está con Él».

Jesús le contestó: «Yo te aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso puede, por segunda vez, entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?».

Le respondió Jesús: «Yo te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tienen que renacer de lo alto”. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

1. Andar a ver a Jesús de noche
Aunque no parezca del todo común, el mejor momento en el que nos podemos encontrar con Jesús es en la noche, ciertamente no en el sentido literal. Esta noche de la que nos habla el Evangelio se refiere a la quietud y pasividad interiores, a un momento de silencio de calma espiritual. Es en la noche cuando nos despojamos de las preocupaciones y ajetreos del día a día; sólo en este momento podemos acercarnos a Jesús libres de toda otra distracción. Él siempre está esperando a que busquemos esos momentos de «noche» para estar a solas con Él. Jesús quiere que aprendamos a descansar en Él.

2. El que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Dios siempre nos pide ir más allá. No basta con acudir a Él, es necesario tomar un paso a la acción, buscar y tratar de mejorar ese aspecto de nuestra vida que debemos cambiar. Jesús nos pide conversión. La conversión requiere que nos despojemos de nosotros mismos para así dejar que Dios actúe en nuestras vidas. El olvidarnos de nosotros mismos implica un volver a nacer, nacer una nueva vida en la que “no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”.

3. Nacer del agua y del espíritu
Seguramente nos preguntamos, ¿cómo es posible volver a nacer? Ésta era la pregunta que agobiaba a Nicodemo quien no entendía la exigencia espiritual de las palabras del Maestro. Con el pasar de los años, se van adhiriendo a nuestra personalidad ciertas formas de ser, pensar o actuar que no son propiamente buenas; estas adherencias se van convirtiendo en un obstáculo que luego nos impedirá entrar en el Reino de Dios. El agua representa la purificación, el modo en que vamos limpiando nuestros corazones para hacer espacio para Dios.

El espíritu es el don de Dios que se da a sí mismo para llenar el vacío de nuestras vidas, sólo con Él y por Él podremos nacer de nuevo

«El Evangelio recuerda que aquel que está llamado a dar testimonio de la Resurrección de Cristo debe, en primera persona, "nacer de lo alto". De lo contrario, se termina como Nicodemo que, a pesar de ser un maestro en Israel, no entendía las palabras de Jesús cuando decía que para "ver el reino de Dios" hay que "nacer de lo alto", nacer "del agua y del Espíritu". Nicodemo no entendía la lógica de Dios, que es la lógica de la gracia, de la misericordia, por la cual el que se hace pequeño se vuelve grande, el que se hace último pasa a ser el primero, el que se reconoce enfermo se cura. Esto significa dejar realmente la primacía al Padre, a Jesús y al Espíritu Santo en nuestra vida. Atención: no se trata de convertirse en sacerdotes "poseídos", casi como si se fuera depositario de un carisma extraordinario. No. Sacerdotes ordinarios, simples, humildes, equilibrados, pero capaces de dejarse regenerar constantemente por el Espíritu, dóciles a su fuerza, interiormente libres —sobre todo de sí mismos— porque les mueve el "viento" del Espíritu que sopla donde quiere.»

(Homilía de S.S. Francisco, 10 de abril de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer una visita a la capilla y pedirle a Dios la gracia de volver a nacer a una vida que sea más de su agrado.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Confiar en Dios es ponernos en sus manos

Confiar en Dios requiere, de cada uno de nosotros, que nos pongamos en sus manos. Esta confianza en Dios, base de la conversión del corazón, requiere que auténticamente estemos dispuestos a soltarnos en Él.

Confiar en Dios requiere, de cada uno de nosotros, que nos pongamos en sus manos. Esta confianza en Dios, base de la conversión del corazón, requiere que auténticamente estemos dispuestos a soltarnos en Él. 

Cada uno de nosotros, cuando busca convertir su corazón a Dios nuestro Señor y busca acercarse a Él, tiene que pasar por una etapa de espera. Esto puede ser para nuestra alma particularmente difícil, porque aunque en teoría estamos de acuerdo en que la santidad es obra de la gracia, en que la santidad es obra del Espíritu Santo sobre nuestra alma, tendríamos que llegar a ver si efectivamente en la práctica, en lo más hondo de nuestro corazón lo tenemos arraigado, si estamos auténticamente listos interiormente para soltarnos en confianza plena para decir: “Yo estoy listo Señor, confío en Ti”

Desde mi punto de vista, el alma puede a veces perderse en un campo bastante complejo y enredarse en complicaciones interiores: de sentimientos y luchas interiores; o de circunstancias fuera de nosotros, que nos oprimen, que las sentimos particularmente difíciles en determinados momentos de nuestra vida. Son en estas situaciones en las que cada uno de nosotros, para convertir auténticamente el corazón a Dios, no tiene que hacer otra cosa más que confiar.
Qué curioso es que nosotros, a veces, en este camino de conversión del corazón, pensemos que es todo una obra de vivencia personal, de arrepentimiento personal, de virtudes personales.

Estamos en Cuaresma, vamos a Ejercicios y hacemos penitencia, pero ¿cuál es tu actitud interior? ¿Es la actitud de quien espera? ¿La actitud de quien verdaderamente confía en Dios nuestro Señor todos sus cuidados, todo su crecimiento, todo su desarrollo interior? ¿O nuestra actitud interior es más bien una actitud de ser yo el dueño de mi crecimiento espiritual?

Mientras yo no sea capaz de soltarme a Dios nuestro Señor, mi alma va a crecer, se va a desarrollar, pero siempre hasta un límite, en el cual de nuevo Dios se cruce en mi camino y me diga: “¡Qué bueno que has llegado aquí!, ahora tienes que confiar plenamente en mí”. Entonces, mi alma puede sentir miedo y puede echarse para atrás; puede caminar por otra ruta y volver a llegar por otro camino, y de nuevo va a acabar encontrándose con Dios nuestro Señor que le dice: “Ahora suéltate a Mí”; una y otra vez, una y otra vez.

Éste es el camino de Dios sobre todas y cada una de nuestras almas. Y mientras nosotros no seamos capaces de dar ese brinco, mientras nosotros no sintamos que toda la conversión espiritual que hemos tenido no es en el fondo sino la preparación para ese soltarnos en Dios nuestro Señor, no estaremos realmente llegando a nada. El esfuerzo exterior sólo tiene fruto y éxito cuando el alma se ha soltado totalmente en Dios nuestro Señor, se ha dejado totalmente en Él. Sin embargo, todos somos conscientes de lo duro y difícil que es.

¿Qué tan lejos está nuestra alma en esta conversión del corazón? ¿Está detenida en ese límite que no nos hemos atrevido a pasar? Aquí está la esencia del crecimiento del alma, de la vuelta a Dios nuestro Señor. Solamente así Dios puede llegar al alma: cuando el alma quiere llegar al Señor, cuando el alma se suelta auténticamente en Él.

Nuestro Señor nos enseña el camino a seguir. La Eucaristía es el don más absoluto de que Dios existe. De alguna forma, con su don, el Señor me enseña mi don a Él. La Eucaristía es el don más profundo de Dios en mi existencia. ¿De qué otra forma más profunda, más grande, más completa, puede dárseme Dios nuestro Señor?

Hagamos que la Eucaristía en nuestras almas dé fruto. Ese fruto de soltarnos a Él, de no permitir que cavilaciones, pensamientos, sentimientos, ilusiones, fantasías, circunstancias, estén siendo obstáculos para ponernos totalmente en Dios nuestro Señor. Porque si nosotros, siendo malos, podemos dar cosas buenas, ¿cómo el Padre que está en los Cielos, no les va a dar cosas buenas a los que se sueltan en Él, a los que esperan de Él?

Pidámosle a Jesucristo hacer de esta conversión del corazón, un soltar, un entregarnos plenamente en nuestro interior y en nuestras obras a Dios. Sigamos el ejemplo que Cristo nos da en la Eucaristía y transformemos nuestro corazón en un lugar en el cual Dios nuestro Señor se encuentra auténticamente como en su casa, se encuentra verdaderamente amado y se encuentra con el don total de cada uno de nosotros.

Mensaje del Papa en el Domingo de la Divina Misericordia

El objetivo de esta Fiesta es hacer llegar a los corazones de cada persona el mensaje de que Dios es Misericordioso y ama a todos

Con un breve mensaje publicado en su perfil de la red social Twitter, el Papa Francisco invitó a los fieles a abrir los corazones al perdón y al abrazo fraterno en este Domingo de la Misericordia.

“Si nuestros corazones se abren a la misericordia, si sellamos el perdón con un abrazo fraterno, proclamamos ante el mundo que es posible vencer el mal con el bien”, es el contenido del tuit difundido en la cuenta del Santo Padre.

También durante el rezo del Regina Coeli Francisco centró su reflexión en la misericordia e invitó a acercarse a Jesús Resucitado y tocar sus llagas que son fuente de misericordia y de perdón.

“Acerquémonos a Jesús y toquemos sus llagas en nuestros hermanos que sufren. Las llagas de Jesús son un tesoro, de ahí surge la misericordia. Seamos valientes y toquemos las llagas de Jesús. Con esas llagas Él está ante el Padre”.

También recordó que “con sus llagas, Jesús intercede ante el Padre. Nos da la misericordia a nosotros si nos acercamos e intercede por nosotros”

Este domingo 28 de abril la Iglesia celebra la Fiesta de la Divina Misericordia, establecida por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos el 23 de mayo del 2000 por indicación de San Juan Pablo II, para que tenga lugar el Segundo Domingo de Pascua.

El objetivo de esta Fiesta es hacer llegar a los corazones de cada persona el mensaje de que Dios es Misericordioso y ama a todos.

En este día los fieles pueden obtener indulgencias plenarias y con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.

Decálogo de Santa Catalina de Siena

Conjunto de reglas básicas para ser un buen cristiano

01 No existe paz fuera de la verdad.

02 La vida cristiana empieza su camino en serio a partir del conocimiento de sí mismo a la luz de Dios.

03 O escogemos el Puente, que es Cristo, o nos devora el río, que es el torrente de las promesas falsas y amenazas falsas del mundo.

04 El que no arde de amor por la Iglesia que no piense que ama mucho a Cristo.

05 Todos han de tener inmenso aprecio por la celebración cotidiana, digna y fervorosa, de la Eucaristía.

06 Aprendemos a orar como aprendimos a hablar: oyendo a otros y repitiendo con sabiduría y amor.

07 Rechazar el camino de la obediencia es elegir el camino del capricho, y de ahí lo que sigue es muerte.

08 La vida de los consagrados es como el avance de un bote; quienes no tienen comunidad nadan solos.

09 Nuestra voluntad es tan débil como la distancia que nos separa de la voluntad de Dios: a mayor distancia, mayor debilidad.

10 La santidad es el fruto propio del bautismo, y por consiguiente, la meta natural de todo bautizado.

Las decisiones y sus lógicas consecuencias

¿Cómo enseñar a mi hijo a tomar decisiones acertadas? Las decisiones se desvanecen, las consecuencias se quedan.

Los padres deben enseñar a sus hijos a tomar decisiones soportadas en las siguientes características: Conocimiento de causa, previendo las futuras consecuencias o secuelas, seriedad, formalidad, discreción, tacto, cautela, precaución, ecuanimidad, tranquilidad, ponderación, serenidad, etc. Evitandoel abuso, la osadía, la indiscreción, la insensatez, el descaro, la temeridad, etc.

La palabra decisión deriva del latín de-cidere, que quiere decir “separar cortando”. Seleccionar una parte, implica siempre dejar el resto, ya que debido a nuestra capacidad limitada, cada decisión supone una renuncia a otras alternativas.

Los cinco puntos que definen una decisión: 1) libertad de elección, 2) múltiples posibilidades, 3) deliberación, 4) renuncia, y 5) acto de elegir. Cada ingrediente es necesario y, cuando falta alguno, no hay elección.Las decisiones bien tomadas, teniendo en cuenta sus consecuencias, son las manifestaciones concretas, que reflejan la práctica de las virtudes y valores humanos que tenemos, que son compañeros inseparables.

A toda acción corresponde una reacción, y a toda decisión una consecuencia.Por ejemplo: Cuando alguien enojado toma la decisión de ofender gravemente a otra persona, sus palabras pueden dejarle una cicatriz indeleble. Esa cicatriz permanecerá en su mente, durante mucho tiempo, por muchas veces que posteriormente le hayas dicho, que lamentas lo sucedido. Una herida verbal, puede afecta tanto como una física. Si se sacude en el campo una almohada llena de plumas, es imposible recogerlas todas.

Somos esclavos de nuestras decisiones equivocadas y dueños de las acertadas. Si se han pensado bien las decisiones que se van a tomar, tendremos muchas posibilidades de no ser esclavos de ellas.

Los padres deben enseñar a sus hijos, a que cuando tomen una decisión, sepan que tienen que asumir las consecuencias que ella produzca. A medida que se van haciendo mayores, en menos oportunidades, sus padres podrán ayudarles a solucionar las malas consecuencias, producidas por sus decisiones. Cuando se independizan totalmente, si no han sido bien educados a asumirlas, tendrán que sufrir ellos solos las consecuencias, de lo que han hecho por impulso o sin haberla examinado. Simplemente, es el riego que van asumiendo con la edad y los derechos, obligaciones y responsabilidades, que les vayan correspondiendo.

Las consecuencias de las acciones, suelen estar lógicamente relacionadas con la decisión tomada. 

Algunas decisiones desencadenan consecuencias que en principio, parecían imprevisibles, pero hay muy pocas cosas imprevisibles, según la educación que los padres hayan dado a sus hijos. Los años de experiencia, la lectura de libros y las consultas a profesionales, dan a los padres, un gran conocimiento para saber las consecuencias que van a ocurrir, en relación con lo que hagan o quieran hacer sus hijos.

Una buena educación, consiste en enseñar a que los hijos sepan tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias, lo que supone una fuerte e incondicional ayuda, para que reconozcan y estudien la situación responsable y globalmente, dentro de su ámbito de conocimientos.

En cada caso, la experiencia de los padres suele ir muy por delante, con el tipo de acciones que los hijos hacen. No suele haber un gran salto generacional, si padres e hijos desde el principio, han ido circulando aproximadamente por las mismas avenidas, a las mismas velocidades y con el mismo tipo de equipo personal, familiar, educacional y moral. Las sorpresas, casi siempre desagradables, empiezan cuando los padres han ignorado a los hijos y han permitido, que desde pequeños, hayan estado haciendo su propia vida.

Cuando las decisiones se toman con el corazón, a las máximas revoluciones, no suelen salir bien. Tienen que ser tomadas con la cabeza fría, el corazón al ralentí y los sentimientos controlados. Nadie se puede librar de las consecuencias de sus decisiones, tomadas voluntaria o involuntariamente, pensadas o impensadas, obligadas o permitidas, pero si se hacen serenamente, tienen muchas más probabilidades de que las consecuencias sean buenas.

Las decisiones deben tomarse, teniendo muy claro si van a producir el bien o el mal. Para ello hay que tener la mente muy bien entrenada, para conocer perfectamente que es lo que está bien y lo que está mal. Algunas personas, por propia conveniencia, tienen mezclado estos dos grandes conceptos. No ven la raya que los separa y se inclinan por el lado que más les conviene. Las malas decisiones, son algunas veces tan incongruentes y carentes de sentido, como la del estudiante, que quería llegar a ser presidente de la asociación de estudiantes, para eliminarla.

Los padres por la experiencia y el conocimiento que les ha dado la vida, es como si estuvieran situados, en la cima de una montaña, viendo subir por ella a sus hijos. Esa subida a la montaña, significa el comportamiento y las decisiones, con sus correspondientes consecuencias, que diariamente van realizando sus hijos.

Las clásicas frases “ya te lo dije” y “te lo advertí, pero no me hiciste caso” ,son las que los padres dicen a los hijos, cuando estos toman las decisiones, sin querer percatarse de las consecuencias que originarán. “El fin no justifica los medios”. 

Los padres enseñan a tomar decisiones con la palabra y el ejemplo y educan con su modelo de vida. El derecho para enseñar y educar, está implícito en la condición de los padres. Para enseñar hay que saber algo, para educar hay que saber vivir de forma que trascienda a los hijos, esa finura de espíritu tan necesaria para conocer, sopesar y decidir, sobre las consecuencias de las decisiones.

Es imprescindible que los padres enseñen a sus hijos, a practicar la virtud de la prudencia en la toma de decisiones. Así su comportamiento diario y las decisiones que tomen, no les producirán consecuencias irreversibles, que les salpiquen a la cara, o que las cañas se les vuelvan lanzas, por no haberlas sabido o querido hacer de buena forma.

Las decisiones tomadas con sensatez, cordura y reflexión, tienen muchas posibilidades de tener éxito y no tener malas consecuencias. Pero las hechas de forma opuesta o con insolencia, ligereza, frivolidad o descuido, siempre tienen unos malos resultados o repercusiones para todos.

El error de las decisiones mal tomadas, no disminuye, por saber que “todos lo hacen” o que alguien se ha equivocado, más que yo. En la práctica no funciona ese truco, que algunos enseñan para dejar tranquilos a los equivocados. Cada persona es responsable de lo que ha hecho o no ha hecho.

Las decisiones tomadas, muestran también la diferencia entre la “primera versión” de los hechos y una información más completa, cuando hay que dar explicaciones, de lo que se ha hecho. La primera decisión, tiene un valor doble que las explicaciones.“Explicación no pedida, acusación manifiesta”. 

Algunos toman decisiones equivocadas, sin importarles las consecuencias, pues quieren manifestar su superioridad ante las masas de pardillos, incluso ante “la dictadura de las minorías”. Las correcciones de las decisiones tomadas, suelen tener poco efecto, pues casi siempre se hacen a destiempo o muy tarde.

Los padres algunas veces, tienen que escuchar a sus hijos las malas decisiones tomadas, en relación con sus noviazgos, convivencias prematrimoniales, calidad de los amigos, abandonos o flojedad en los estudios, trabajos o relaciones religiosas. Suelen ser decisiones tomadas, en base a que ellos consideran que son libres para tomarlas, aunque no sepan con certeza, lo que están haciendo.

En las decisiones amorosas, cabe la alternativa de enfrentarlas con sus parejas,presentes o futuras, preparando previamente una serie de preguntas, bien documentadas, que los hijos posiblemente no se deciden o arriesgan a hacer directamente. Si las preguntas están bien preparadas, es muy posible que sus parejas o futuras parejas, con sus respuestas, se queden al descubierto de sus inconsistencias. La base del éxito de esas preguntas, está en la calidad, cantidad y veracidad de la información conseguida. Suelen ser preguntas basadas en esa información, que los hijos no se atreven o no saben como preguntarlas. Con las respuestas obtenidas, sobre las preguntas hechas por los padres a las parejas, podrán los hijos tomar las decisiones adecuadas, eso si, siempre soportadas con buena información. Ante esas confrontaciones los padres corren el riesgo de las reacciones violentas de los hijos, que no quieren oír lo que tienen que oír. Pero es preferible tener un hijo enfadado, que un hijo equivocado gravemente.

Tormentas de ideas. Cuantas veces para tomar una decisión importante, tenemos que recurrir al mismo procedimiento de tormentas de ideas, que emplean los profesionales en los negocios. Después de ir anotando en un papel, todas las ideas relacionadas con el tema en cuestión, tendremos la posibilidad de elegir la mejor o las mejores. En esta tormenta de ideas, van saliendo algunas, concatenadas con otras que se acaban de poner en la lista. Si esta lista se hace entre varias personas, bien entrenadas a estrujarse el cerebro en pos de una idea, el resultado es magnifico, pues al final se presenta un abanico de ideas, con todas las variante para poder escoger la o las más adecuada.

¿Se imaginan actualmente a una persona sola, pasando varias horas en una habitación a oscuras y en total silencio, pensando en cómo poder resolver un problema, o una especifica situación personal o familiar, actual o futura y que sea algo trascendente e importante?

Esa persona tendría que tener una formidable educación y un gran dominio de si misma. Con plena seguridad, las decisiones que tomará posteriormente, serán un acierto. Cualquier toma de decisión importante, puede ser de resultados irreversibles, por eso hay que tener muy en cuenta, la responsabilidad de estudiar bien el asunto a decidir.

Los padres tienen la obligación de enseñar a sus hijos, a que cuando vayan a tomar decisiones importantes, deben pensar con lógica y estar preparados para los resultados lógicos, consecuentes, previsibles, naturales, justificados y legítimos. La gula, la avaricia, la lujuria, la envidia, la soberbia, la pereza y la ira descontroladas, influyen o dominan en muchas ocasiones las decisiones, siempre en perjuicio propio y de los demás.

Algunas decisiones importantes y que puedan trascender a otros, deben ser tomadas evitando que exista el “choque de ignorancias” tan normal, en algunas discusiones o planteamientos. Bastantes problemas están produciendo las decisiones tomadas en función del “choque de civilizaciones”, que la mayoría de las veces se produce por el “analfabetismo religioso, político, familiar o social”. Estas decisiones, tan mal tomadas, suelen ser producto de la ignorancia y de la falta de educación, pues muchas personas, se permiten el lujo de opinar vehemente, de cosas que jamás han oído hablar o tienen un conocimiento superficial.

Es la decisión de cada familia, a qué dedicar las “horas estrella” que son las mejores de la convivencia familiar, cuando hay un buen ambiente de relax, a la vuelta del trabajo o del colegio, los fines de semana, cuando salen de paseo, al restaurante, etc. Algunas familias, sustituyen ese formidable tiempo, propicio el dialogo familiar, donde los padres tienen que compartir sus ideas, transmitir sus vivencias y educar a los hijos, por lo que pueda decir o hacer las pantallas electrónicas, que cada uno de los componentes tiene delante, bien sea distrayéndose, jugando, estudiando o trabajando. Aparece aquí la conocida dialéctica, del tiempo dedicado a la educación familiar, entre cantidad y calidad. La variable que mejor predice el éxito escolar y profesional, es el número de libros leídos, no almacenados, en el hogar familiar. No el número, tamaño y características técnicas de las pantallas electrónicas familiares.

Aparece aquí la conocida dialéctica entre cantidad y calidad del tiempo disponible, en las “horas estrella” familiares. Es cuando las relaciones interpersonales familiares empobrecen, y aparecen unas enormes relaciones ficticias impersonales, la conexión superficial con millares de amigos virtuales, muchos de ellos con personalidades falsas.

Es cierto que la conexión permanente y la interactividad que ofrecen las pantallas electrónicas, tienen notables ventajas para el trabajo, el ocio y la vida social en general, pero siempre realizadas con buen criterio. Muchas personas no se cansan de bailar, aunque sea sin música, porque los músicos han dejado de tocar. Estas son las consecuencias de algunas decisiones, que continúan los resultados a lo largo del tiempo, incluso cuando ya parece que se han calmado las cosas.

Después llegan las consecuencias de la falta de educación, dialogo y conocimiento entre las personas. La mayoría de las veces, cuando surgen los problemas, se dan cuenta que la decisión de elegir ese modelo de convivencia familiar, no fue la adecuada. Ahora es muy normal ver en los restaurantes, a una familia que ha salido a almorzar o cenar, cada uno delante de su computadora, incluso con los auriculares puestos, mientras esperan que el camarero les traiga la comida e incluso mientras comen. Luego los padres, pretenden que sus hijos se comporten como bien educados, cuando en realidad, se han educado a través de las pantallas electrónicas.

Es cuestión de pura lógica, pensar en las consecuencias que pueden tener las decisiones que se vayan a tomar o las ya tomadas. El sentido común, que es el menos común de todos los sentidos, nos indicará previsiblemente, cuáles serán las consecuencias de nuestros actos. Las decisiones, no pueden estar supeditadas a las propuestas, con las que nos bombardea la sociedad actual, por ejemplo la invitación a vivir siempre placenteramente, donde la concepción de vivir, sea sinónimo de disfrutar. Es necesario superar el “síndrome lúdico” de algunas propuestas de vida, que no contemplan las consecuencias de las decisiones, con conocimiento y capacidad para enfrentarlas y decidir con libertad y seguridad. El espíritu de sacrificio y la disciplina, están desapareciendo del lenguaje familiar, sustituyéndolo por la falta de exigencia y esfuerzo.

Algunos padres, consciente o inconscientemente, toman la decisión de tratar a sus hijos pequeños con violencia verbal. Creen que gritándoles, los van a educar mejor, con más disciplina y con temor, a lo que los padres les digan que hagan o no hagan. Estas decisiones suelen ser tomadas, por contagio de uno de los cónyuges o por una tradición familiar, de violencia verbal o física. Pero no suelen tener en cuenta, las nefastas consecuencias que suele conllevar esta actitud, pues los hijos se acostumbran a los continuos gritos, y a pocos o ningún razonamiento de lo ordenado o llamado la atención. Ponen en una balanza las consecuencias de no hacer lo que les mandan, contra una serie de gritos o malas palabras. Saben que después de las descargas, ya no hay espacio para más adrenalina paternal y llegará la calma. Las órdenes y las ideas deben ser: Cortas, concretas, claras y siempre hechas con suavidad y firmeza.

También hay padres que son todo azúcar en las relaciones con sus hijos, hagan lo que hagan, besándoles, acariciándoles y mimándoles continuamente, principalmente cuando hay público que les está mirando. Esta actitud blandengue, suele reflejar una carencia de cariño recibido en la niñez o juventud, también supone un desequilibrio mental, bipolaridad o autocomplacencia. Los hijos perciben el mensaje de que hagan lo que hagan, sus padres les cubrirán de besos y no les llamarán la atención para que no se frustren, lo que originará unos hijos inseguros, consentidos y mal educados.

La virtud de educar bien, está en el centro de las actitudes, para eso los padres tienen que estar, muy bien equilibrados, sabiendo que las decisiones que tomen, siempre tendrán consecuencias, que los hijos podrán controlar si educan bien.

Está muy bien tener una Estatua de la Libertad, pero deberíamos tener otra, tan grande o más y llamarla Estatua de la Responsabilidad. Porque tenemos la libertad, a la hora de tomar decisiones, y también tenemos la responsabilidad de sus consecuencias.

La vida es como un viaje, en el que cada uno es capitán de su propio barco y las maniobras, tienen un efecto real en la vida propia y en la de la familia. Las decisiones son opciones, que influyen en el presente y en el futuro, formando parte de un todo continuo, ininterrumpido y lleno de significado, que puede transcender hacia lo cómodo o hacia lo exigente.

Los egoístas basan sus decisiones, sin importarles las consecuencias, solamente se fijan en ellos mismos: Qué me gusta, qué me funciona, qué me descansa, qué me rinde más, qué satisface mi gusto personal, qué beneficio inmediato me proporciona, qué me crea problemas, etc. No quieren reflexionar en las consecuencias que tendrá para el prójimo, las decisiones tomadas o por tomar.

Las decisiones con la familia política o de sangre, relacionadas con la petición de favores, tienen que tener la lógica de la reciprocidad. No se pueden manipular, solamente cuando se quiere obtener una ventaja. No es lógico y es muy egoísta, ser tratado con todo cariño por la familia propia o política y después ignorarla y no corresponder a ese buen trato. Usar la familia como si fuera un “Kleenes” para utilizarla cuando se quiere, saber que está allí, a la orden, para lo que se quiera y después, sin ninguna lógica, ignorarla o despreciarla hasta la próxima vez que se necesite.

Las decisiones tienen que ser siempre bien pensadas, nadie puede acostumbrarse a decir siempre si, o siempre no, pues esto suele conllevar, una falta de conocimiento, inmadurez e irresponsabilidad sobre lo que se está decidiendo. Tampoco es solución tomar las decisiones echando a “cara o cruz”.

Hay quienes tienen unas personalidades muy débiles, tímidas, inseguras y vacilantes, y no quieren decidir ni arriesgar nada, pues se les hace insoportable, la posible responsabilidad de la decisión y de las consecuencias. Prefieren vivir con la esperanza de que sus padres, un consejero o una fórmula externa, socialmente aceptada como buena, les liberen o retrasen de cualquier decisión personal que tengan que tomar. No se puede ser excesivamente razonador y ahogarse en las reflexiones. Por su inseguridad y temor al riesgo, nunca “agarran al toro por los cuernos”, ya que acusan un sorprendente miedo a la realidad.

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