Tal como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros
- 19 Mayo 2019
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María Bernarda Bütler, Santa
Virgen y Fundadora, 19 de mayo
Virgen y Fundadora
Martirologio Romano: En Cartagena de Nueva Granada, en Colombia, beata María Bernarda (Verena) Bütler, virgen, la cual, nacida en Suiza, fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras Franciscanas de María Auxiliadora († 1924).
Fecha de beatificación: 29 de octubre de 1995 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 12 de octubre de 2008 por S.S. Benedicto XVI
Etimologicamente: Bernarda = Aquella que es una guerrera, es de origen germánico.
Etimologicamente: María = la amada por Dios, es de origen hebreo
Breve Biografía
María Bernarda, fundadora de las Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, nació en Suiza y murió en Cartagena de Indias (Colombia). Siendo ya religiosa franciscana en su patria, marchó a Ecuador para desarrollar su vocación misionera, y luego pasó a Colombia. Dimensiones principales de su vida fueron la intensa oración, el apostolado, el servicio a los enfermos y desamparados, y la dirección de la Congregación en que se convirtió lo que en principio iba a ser una casa filial del monasterio suizo.
El 29 de octubre de 1995, Juan Pablo II la beatificó. junto a otras dos hijas espirituales de san Francisco: María Teresa Sherer (16 de junio) y Margarita Bays (27 de junio).
María Bernarda (de nombre de pila: Verena) nació y fue bautizada en Auw (cantón de Argovia, Suiza) el día 28 de mayo de 1848. Era la cuarta hija de Enrique y de Catalina Bütler, campesinos humildes y católicos practicantes.
Al concluir la enseñanza escolar básica, se dedicó a los quehaceres domésticos y al trabajo en el campo. En plena juventud ingresó en una casa de religiosas. Al sentir que Dios no la llamaba a vivir en aquel lugar, regresó a la casa paterna, donde, entregada al trabajo, a la oración y al apostolado, continuó alimentando su vocación hasta que, el día 12 de noviembre de 1867, a los 19 años de edad, ingresó en el monasterio franciscano de María Auxiliadora, en Altstätten (Suiza). El 4 de mayo de 1868 vistió el hábito franciscano, tomando el nombre religioso de María Bernarda del Sagrado Corazón de María. Hizo la profesión religiosa el 4 de octubre de 1869.
Destacaba por su profunda virtud y sus cualidades humanas; por ello, no tardó en ser nombrada maestra de novicias y, más tarde, superiora, servicio que prestó hasta su partida para las misiones.
Cuando Mons. Pedro Schumacher, obispo de Portoviejo (Ecuador), escribió relatando el total abandono en que vivía la gente de aquellas tierras y ofreciendo su diócesis como campo misionero, María Bernarda tuvo el convencimiento de que aquella invitación era una clara llamada de Dios a anunciar el Evangelio y a fundar una casa filial del monasterio de Altstätten en tierras ecuatorianas. Tras vencer la resistencia inicial de las autoridades eclesiásticas y obtener el permiso pontificio para dejar el monasterio, el 19 de junio de 1888, se dirigió, con seis compañeras, a Le Havre, Francia, donde embarcaron las siete rumbo a Ecuador.
Aquel paso, concebido sólo como el inicio de la fundación de una filial misionera del monasterio suizo, fue, de hecho, el inicio de un proceso que convirtió a María Bernarda en fundadora de un nuevo instituto, la congregación de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora.
Cuando llegaron a Ecuador, el obispo asignó a las siete religiosas la población de Chone, lugar difícil y espiritualmente abandonado, que contaba con unos 13.000 habitantes. Puso como base de su actividad misionera la oración, la pobreza, la fidelidad a la Iglesia y el ejercicio de las obras de misericordia. Se encargaron de la educación de los niños y jóvenes, anunciándoles el Evangelio, animaban la liturgia, visitaban y asistían a los enfermos y a los pobres.
La semilla derramada por esta gran mujer germinó y fructificó. Surgieron varias casas filiales en Ecuador. Pero la obra estuvo marcada también por el misterio de la cruz: pobreza absoluta, clima tórrido, inseguridades y dificultades de toda especie, se agregaron a malentendidos por parte de algunas autoridades de la Iglesia y la separación del instituto de algunas hermanas de su primera fundación fuera de Ecuador.
En 1895 la madre María Bernarda y más de 15 hermanas tuvieron que huir de Ecuador, a causa de una violenta persecución contra la Iglesia. En el puerto de Bahía se embarcaron rumbo a Colombia. Durante la travesía recibieron la invitación de Mons. Eugenio Biffi, obispo de Cartagena de Indias, a trabajar en su diócesis. El día 2 de agosto de 1895 llegaron al puerto de Cartagena. Mons. Biffi las atendió paternalmente y les asignó como residencia un ala del hospital de mujeres, llamado Obra Pía, donde María Bernarda murió años más tarde.
El número de las hermanas creció y la congregación fundó casas en Colombia, Austria y Brasil. La madre Bernarda permanecía temporadas con las hermanas en los diversos lugares, compartía con ellas su trabajo y su vida, era ejemplo vivo de sencillez evangélica, edificaba y animaba a todas. Atendía con ternura y misericordia a todos los necesitados en el alma o en el cuerpo, pero sus predilectos eran los pobres y los enfermos. Oraba, exhortaba, escribía y evangelizaba con asombrosa entrega e intensidad.
Dirigió su congregación durante 32 años. Y cuando renunció con gratitud y humildad a este servicio, continuó animando a las hermanas con su ejemplo, su palabra y sus innumerables escritos, que son una mina de doctrina y de fecundidad espiritual.
Falleció el 19 de mayo de 1924, en la Obra Pía, a los 76 años de edad, 56 de vida religiosa franciscana y 36 de misionera en América Latina.
Su Intercesión comprobada
Dos milagros han sido reconocidos expresamente por la Iglesia Católica, atribuidos a la intercesión de la Madre María Bernarda Bütler, que sirvieron, primero, para la beatificación y, luego, la canonización. Cabe señalar que la Iglesia pide en estos casos el testimonio oficial de un tribunal médico, el cual corrobora que no hay explicación científica para las curaciones.
El milagro tomado para la beatificación ocurrió en 1969: la pequeña Liliana Sánchez, que por aquel entonces contaba con sólo 15 días de vida, presentaba ausencia de los huesos de la bóveda craneana e iba a morir en el corto plazo. Una religiosa de la congregación, la Hermana Filomena Martínez, le entregó a la mamá de la niña una reliquia de la Madre Bernarda y una novena. La señora puso la reliquia en la cabeza de su hija y rezó. De la noche a la mañana, se produjo una reconstrucción ósea completa, verificada por los médicos.
Por otra parte, en el año 2002, Mirna Jazime Correa, una médico de 29 años de edad de Cartagena, presentaba neumonía atípica complicada con derrame pleural bilateral y síndrome distrés respiratorio del adulto (SDRA). A pesar de los tratamientos médicos y farmacológicos no mejoraba y el 5 de julio se encontraba completamente desahuciada, conectada a las máquinas, mientras sus signos vitales iban decayendo.
Al igual que lo había hecho en su momento la madre de la niña Liliana Sánchez, la mamá de Mirna colocó sobre la cabeza de su hija una reliquia de la Beata María Bernarda y pidió durante todo el día la curación. Refieren testigos que a la oración se unió el personal de la unidad de cuidados intensivos.
La sorpresa llegó el día después, cuando se observó en la enferma una mejoría general, que se acentuó con el correr de las jornadas, sin que quedara ninguna secuela en los pulmones, luego de un cuadro de extrema gravedad.
Varios médicos del centro de salud testificaron: “No hay explicaciones naturales o clínicas en dicha curación. Lo que esperábamos en el cuadro tan complicado de la doctora Mirna era la muerte. La recuperación fue sorpresiva”.
El 6 de julio del 2007, el Papa Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto sobre este milagro, que ha sido el último paso en el proceso que ahora terminará con la canonización de la beata Madre María Bernarda Bütler.
ORACIÓN
Te bendecimos, Señor,
porque has elegido a Santa María Bernarda,
para hacer presente tu amor misericordioso
y cooperar en la extensión de tu Reino.
Concédenos las gracias que por su
intercesión te pedimos,
haz que su ejemplo de vida
nos ayude a crecer en la bondad
y el amor al servicio de los hermanos.
Afirma, Señor, en nosotros,
la fe, la esperanza y la caridad.
Amén
Santo Evangelio según San Juan 13, 31-33. 3435. Domingo V (C) de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Abre mi corazón, Señor, para que pueda volver a escuchar tu palabra.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 31-33. 3435
Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En algunos parques de diversiones uno encuentra los letreros que dicen dónde están los juegos más importantes. Estos letreros, a diferencia de los letreros de tránsito que indican solo la dirección, tienen un dibujo más o menos cercano a lo que el juego representa.
En el Evangelio, Jesús nos pide que seamos como esos letreros, que no solo dicen que se aman, sino que realmente viven el amor, que se manifiesta en las imágenes, en los gestos, en las palabras y, sobre todo, en la escucha a los demás. Es muy triste ver cómo algunos son como letreros de tránsito, y peor aún, letreros de tránsito deficientes, que no indican el verdadero amor, pues dicen amar una cosa, pero realmente aman otra; deficientes porque están cubiertos por árboles que se ponen delante de ellos, árboles de egoísmo; deficientes porque están llenos de grafitis o etiquetas y no manifiestan el amor auténtico, sino que está sustituido por muchos otros objetos.
Seamos letreros que sepan indicar con claridad y con eficiencia ese amor al cual el Señor nos llama a comunicar y pidámosle la gracia de realmente ser capaces de amar.
«Creo que la preocupación surge cuando a nosotros, cristianos, nos abruma pensar que solo podemos ser significativos si somos la masa y si ocupamos todos los espacios. Vosotros sabéis bien que la vida se juega en la capacidad que tengamos de “ser fermento” allí donde nos encontremos y con quien nos encontremos, “aunque eso aparentemente no nos aporte beneficios tangibles e inmediatos”. Porque cristiano no es el que se adhiere a una doctrina, a un templo o a un grupo étnico. Ser cristiano es un encuentro, un encuentro con Jesucristo. Somos cristianos porque hemos sido amados y encontrados, y no gracias al proselitismo. Ser cristianos es reconocerse perdonados, reconocerse llamados a actuar del mismo modo que Dios ha obrado con nosotros, porque “en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros”.»
(Discurso de S.S. Francisco, 31 de marzo de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Demostrarle amor a uno de mis conocidos con el cual no me he mostrado amable y no he sido un signo del amor de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad acerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.
El Espíritu Santo, el don de Dios
"Dios es Amor" (Jn 4,8-16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor "Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado". (Rom 5,5).
Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La Comunión con el Espíritu Santo, "La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros." 2 Co 13,13; es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado. Por el Espíritu Santo nosotros podemos decir que "Jesús es el Señor ", es decir para entrar en contacto con Cristo es necesario haber sido atraído por el Espíritu Santo.
Mediante el Bautismo se nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo.
Vida de fe. El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Sin embargo, es el "último" en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad.
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.
El Paráclito. Palabra del griego "parakletos", que literalmente significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo diciendo: "El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16). El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la salvación eterna. Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado "otro paráclito" porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la muerte eterna.
Espíritu de la Verdad: Jesús afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel "discurso de despedida" con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha anunciado y revelado.
El Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo. Los campos de acción en que actúa el Espíritu Santo, son el espíritu humano y la historia del mundo. La distinción entre la verdad y el error es el primer momento de dicha actuación.
Permanecer y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los discípulos de Cristo, desde los primeros años de la Iglesia hasta el final de los tiempos, y es el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad acerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones.
El silencio de Dios reta y quizá incluso puede empezar a socavar nuestra fe. Preguntarse por qué Él no se hace escuchar es válido
Muchas veces en mis años siguiendo a Dios, me he quejado diciendo: “Señor, ¿por qué no me hablas más claramente? ¿Qué pasa con esto? ¡Eres Dios, no creo que te sea difícil contactarme!” Luego, siempre sigue un gran silencio, y normalmente me lleno de frustración.
Para muchos de nosotros, la mayor parte del tiempo Dios está aparentemente distante. Parece que se involucra en nuestras vidas más o menos tanto como la constelación de la Osa Mayor. Claro, sabemos que está ahí, pero no tiene ningún efecto en nuestra vida. No realiza ningún cambio o por la menos no esperamos que realmente cambiase las cosas.
En mi trabajo, encuentro a muchas personas que me dicen como gradualmente van perdiendo su fe.
“Rezo, pero no siento nada. Parece que no importa cuánto rezo. Es como si hablara con una pared. Si Dios tuviera algo que decirme, ¡creo que me lo podría decir!”
El silencio de Dios reta y quizá incluso puede empezar a socavar nuestra fe. Preguntarse por qué Él no se hace escuchar es válido, después de todo, Él es todopoderoso. Como si se le dificultara dar con una manera de contactarnos.
Dicen que Dios habla incesantemente. Si eso es cierto y no lo oímos, no estamos escuchando. Mi profesor de filosofía medieval siempre repetía una y otra vez que si Dios cesara de “pronunciar” el mundo, dejaría de existir como mis palabras desaparecen cuando dejo de propulsar aire a través de mis cuerdas vocales. Lo que la teología llama la creatio continua--el hecho de que la creación de Dios no se acaba una vez para siempre sino que es un sostener constantemente en la existencia--significa que Dios habla sin pausa (CIC 301). Para saber qué está diciendo, hay que que saber escuchar.
No para machacar en hierro frío, pero todavía me pregunto, “¿Por qué Dios exige que yo escuche atentamente?” ¿Por qué me pide tanto esfuerzo? Él tiene la capacidad de hacer que las cosas sean obvias. Si realmente está, ¿por qué no lo demuestra?
En primer lugar, no siempre espera hasta que pongamos atención para revelarse. Michael es un motociclista de los Estados Unidos ostentando una colección impresionante de tatuajes. Admite que es alcohólico y a veces usa drogas. En sus múltiples roces con la muerte, nunca cuestionó su estilo de vida hasta que un día compró de una casa de empeño un espejo curioso.
Era un artefacto interesante con un grabado de una mujer en el centro. Había sido el grabado que le llamó la atención. Resulta que la imagen representa a la Virgen de Guadalupe, y un día Michael escuchó una voz.
“No te traje hasta acá para perderte ahora!” le dijo. Michael no sabía qué pensar, pero se dio cuenta que tenía que ver con la imagen. Empezó a investigar y unos días después encontró un panfleto para una peregrinación a Medjugorje--el único problema era que costaba 3,000 dólares.
“Me gustaría ir, pero no tengo esa cantidad de dinero para gastarlo así,” pensaba. Ese fin de semana, jugando bingo en el club de veteranos, Michael ganó el bote--y fue exactamente 3,000 dólares. “No te traje hasta acá para perderte ahora!” Dios a veces habla alto y claro. Michael fue a Medjugorje.
Exactamente así nos gusta que Dios se comunica con nosotros: alto y claro. Pero generalmente nos pide escuchar y poner atención. Su aparente silencio puede ser frustrante, desalentador, y oscuro. A los humildes y sencillos de corazón, la voz de Dios es perceptible aun en momentos así. Aprendí la lección hace unos años en medio dificultades y sufrimiento y sigue siendo una verdad que necesito aprender una y otra vez. En medio de la duda y el esfuerzo aparentemente súper-humano de creer en Él, me preguntaba, “¿Si Dios me ama, por qué estaría permitiéndome sufrir esto?” Así me topé con la respuesta: Dios me ama.
Es la actitud del corazón que determina nuestra capacidad de percibirla. Cuando preguntas con humildad, recibes una respuesta. Si Dios me ama y me permite sufrir su silencio, tiene que haber un motivo--¡su mismo amor! Entonces su silencio es una táctica para evocar de mi libertad y mi corazón o una conversión porque algo que yo hago está impidiendo que escuche su voz o más silencio y confianza de mi parte porque esas son las actitudes necesarias para permitir que el obre en mí.
Dios, que nos ama, busca nuestra conversión para poder regalarnos la felicidad y la paz. Su silencio no es nada más que una llamada constante a volver a renovar la confianza en Él y desprendernos de las cosas que nos alejen de Él. De hecho, su silencio no es silencio sino una suave y persistente invitación de confiar en Él.
Papa Regina Coeli 19 Mayo 2019 © Vatican Media
Regina Coeli: “El amor nos abre el uno al otro”
Palabras del Papa antes del Regina Coeli
MAYO 19, 2019 13:44 RAQUEL ANILLO ANGELUS Y REGINA COELI
(ZENIT – 19 mayo 2019).- En este V domingo de Pascua, en el rezo Del Regina Coeli desde la ventana de su despacho que da a la Plaza san Pedro, el Papa nos invita a amarnos unos a otros, no tanto con nuestro amor sino con el suyo.
“Amaos como yo os he amado”. Toda la novedad está en el amor de Jesucristo, aquel que dio su vida por nosotros. Se trata del amor de Dios, universal, sin condiciones y sin límites, que encuentra su apogeo en la cruz.
El amor nos abre el uno al otro, convirtiéndonos en la base de las relaciones humanas.
Palabras del Papa antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy nos lleva al Cenáculo para hacernos escuchar algunas de las palabras que Jesús dirigió a los discípulos en su “discurso de despedida” antes de su pasión. Después de lavar los pies de los doce, les dice: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 13, 34) . Amaos así unos a otros, también vosotros.
¿En qué sentido Jesús a este mandamiento lo llama “nuevo”? Sabemos que ya en el Antiguo Testamento Dios había ordenado a los miembros de su pueblo que amaran a su prójimo como así mismos (cf. Lv 19,18). Jesús mismo, a los que le preguntaron cuál era el mandamiento más grande de la Ley, contestó que el primero es amar a Dios con todo el corazón y el segundo amar al prójimo como a sí mismo (cf. Mt 22,38-39).
Entonces, ¿cuál es la novedad de este mandamiento que Jesús confía a sus discípulos antes de dejar este mundo?. ¿Por qué lo llama mandamiento “nuevo”?. El antiguo mandamiento del amor se ha vuelto nuevo porque ha sido completado con esta adición, “como yo os he amado”. “Amaos como yo os he amado”. Toda la novedad está en el amor de Jesucristo, aquel que dio su vida por nosotros. Se trata del amor de Dios, universal, sin condiciones y sin límites, que encuentra su apogeo en la cruz. En ese momento de descenso extremo y de abandono al Padre, el Hijo de Dios ha mostrado y dado al mundo la plenitud del amor.
Pensando en la pasión y la agonía de Cristo, los discípulos entendieron el significado de esas palabras suyas: “Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros”.
Jesús nos amó primero, nos amó a pesar de nuestras fragilidades, nuestras limitaciones y nuestras debilidades humanas. Fue Él quien nos hizo dignos de Su amor, que no conoce límites y nunca termina. Al darnos el mandamiento nuevo, nos pide que nos amemos no solamente tanto con nuestro amor, sino con el suyo, que el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones si lo invocamos con fe. De esta manera – y sólo de esta manera – podemos amarnos unos a otros no sólo como nos amamos a nosotros mismos sino como Él nos amó, osea, inmensamente más. De hecho, Dios nos ama mucho más de lo que nos amamos a nosotros mismos. Y así podemos esparcir por todas partes la semilla del amor que renueva las relaciones entre las personas y abre horizontes de esperanza. El amor de Jesús es el que abre estos horizontes de esperanza y este amor nos hace hombres nuevos, hermanos y hermanas en el Señor, y nos hace el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, en la cual todos están llamados a
amar a Cristo y en Él amarnos los unos a los otros.
El amor que se ha manifestado en la cruz de Cristo y que Él nos llama a vivir, es la única fuerza que transforma nuestro corazón de piedra en corazón de carne; es la única fuerza capaz de transformar nuestro corazón que nos hace capaces de amar a nuestros enemigos, nosotros amamos con este corazón y perdonar a los que nos han ofendido. Os hago una pregunta y cada uno responda en su corazón : “¿Yo soy capaz de amar a mis enemigos?”. Todos tenemos gente que no están con nosotros, que están del otro lado, o alguien tiene gente que le ha hecho daño; “¿Yo soy capaz de amar a esa gente?”,”¿ese hombre o mujer que me ha hecho mal, que me ha ofendido?”, “¿soy capaz de perdonar?”, pregunta el Papa, cada uno tiene que responder dentro de sí mismo, dentro de su corazón y el amor de Jesús nos hace ver al otro como un miembro actual o futuro de la comunidad de amigos de Jesús, eso nos estimula a dialogar y nos ayuda a escucharnos y conocernos. El amor nos abre el uno al otro, convirtiéndonos en la base de las relaciones humanas. Nos hace capaces de superar las barreras de nuestras propias debilidades y prejuicios, el amor de Jesús en nosotros crea puentes, abre puertas, enseña nuevos caminos, desencadena el dinamismo de la fraternidad.
Que la Virgen María nos ayude, con su maternal intercesión, a recibir de su Hijo Jesús, el don de su mandamiento, y del Espíritu Santo la fuerza para ponerlo en práctica en la vida cotidiana.