Mi paz os doy
- 21 Mayo 2019
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Cristóbal Magallanes y 24 compañeros, Santos
Memoria Litúrgica, 21 de mayo
25 Mártires Mexicanos
Martirologio Romano: Santos Cristóbal Magallanes, presbítero, y compañeros, mártires, que, perseguidos en diversas regiones de México en odio al nombre cristiano y a la Iglesia católica, por haber confesado fielmente a Cristo Rey alcanzaron la corona del martirio. († de 1915 a 1937).
Fecha de beatificación: 22 de noviembre de 1992 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 21 de mayo de 2000 por S.S. Juan Pablo II
Breve Reseña
La persecución religiosa de Méjico se extendió, en diferentes oleadas a lo largo de casi tres decenios del siglo XX. En 1911, apenas vencieron las fuerzas revolucionarias de Madero, sobre las de Porfirio Díaz, comenzó para los católicos un periodo de dos años en los que gozaron de igualdades jurídicas y políticas. En 1913, fue asesinado el presidente Madero, y fueron acusados los católicos y su jerarquía de se causantes o apoyar el asesinato, con lo cual fueron víctimas de una cruel persecución por las fuerzas revolucionarias. Venció el ejército de Carranza en 1914, que redactó la Constitucion anticlerical de 1917, donde se exiliaron a los obispos y la mayoría de los religiosos y el clero; se destruyeron iglesias y se prohibió el culto. En 1920, con la llegada del general Obregón se pusieron las bases para la paz religiosa, ablandando la censura, permitiendo el regreso de los obispos y el clero. En 1925, el presidente Calles, originó el cisma y volvió a la persecución religiosa, que originó un levantamiento del pueblo mejicano, llamados "cristeros" que reivindicaba la catolicidad del pueblo de Méjico, una parte del clero rural tuvo que ver en este levantamiento, y todo ello originó una fuerte persecución. Los obispos, la mayoría en el exilio, estuvieron divididos, y una parte no fue partidaria de la lucha armada. La Santa Sede a pesar de condenar la "Constitución de 1917", no apoyó a los "cristeros". El 1929, la Santa Sede consiguió y firmó con el gobierno mejicano "un modus vivendi" que comprometió al gobierno a firmar una amnistía a los clérigos y fieles y a deponer las armas a los cristeros. Hasta 1992, hubo en Méjico un estado laico, anticlerical, pero se "toleraba" a la Iglesia, hasta que se establecieron las relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.
El milagro de su canonización
Uno de los pasos formales en las causas de canonización en la iglesia católica es la verificación de un milagro obrado por Dios por intercesión del o de las personas para quienes se busca su inclusión en el canon de santos. En el caso de este grupo de 25 mártires cristeros, María del Carmen Pulido Cortes de Guadalajara, México, experimentó ese milagro.
Pulido, diagnosticada con una enfermedad incurable luego de que se descubrieran quistes (algunos extirpados quirúrgicamente) en el pecho, fue a Roma para el pedido de beatificación -de este grupo de mártires- acompañando a Fray José de Jesús Gálvez Amezcua, director en ese momento de un seminario de Guadalajara. "Fui a Roma y rogué por mi curación, pero no sucedió", relató ella en una entrevista.
En 1993, Fray Gálvez le dio a Pulido un crucifijo de plata que contenía pequeños trozos de ropa, sangre y huesos de los 25 mártires cristeros. Ella colocó el crucifijo sobre su pecho. “Estaba muy enferma”, le dijo al periodista, “pero apenas mi madre me dio la cruz con las reliquias sentí alivio. La cura fue instantánea”. Los médicos confirmaron que Pulido estaba completamente curada pero no pudieron explicar lo que había sucedido.
Luego de seis años de extensas investigaciones la Congregación para la Causa de los Santos presentó al Papa Juan Pablo II el caso y él firmó el decreto reconociendo el mismo como un milagro.
Los 25 santos canonizados el 21 de mayo del 2000 fueron:
Cristobal Magallanes Jara, Sacerdote
Roman Adame Rosales, Sacerdote
Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote
Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote
Luis Batis Sainz, Sacerdote
Agustin Caloca Cortés, Sacerdote
Mateo Correa Magallanes, Sacerdote
Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote
Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote
Pedro Esqueda Ramirez, Sacerdote
Margarito Flores Garcia, Sacerdote
Jose Isabel Flores Varela, Sacerdote
David Galván Bermúdez, Sacerdote
Salvador Lara Puente, Laico
Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote
Jesus Mendez Montoya, Sacerdote
Manuel Morales, Laico
Justino Orona Madrigal, Sacerdote
Sabas Reyes Salazar, Sacerdote
Jose Maria Robles Hurtado, Sacerdote
David Roldan Lara, Laico
Toribio Romo Gonzalez, Sacerdote
Jenaro Sanchez Delgadillo
David Uribe Velasco, Sacerdote
Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote
Creyendo a Jesús, confiando en Jesús, acompañando a Jesús
Santo Evangelio según San Juan 14, 27-31. Martes V de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias por este momento de calma e intimidad contigo. Ábreme los ojos, para que pueda ver cómo me amas. María, que confiaste siempre en Dios, acompáñame en este momento de oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 14, 27-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: 'Me voy, pero volveré a su lado'. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.
Ya no hablaré muchas cosas con ustedes, porque se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. ¿Alguna vez alguien te ha defendido? Cuando alguien fuerte nos defiende, nos sentimos seguros. Sabemos que nada malo nos puede pasar. Piensa en alguien que te ha defendido, o en alguna vez cuando defendiste a alguien. Ahí había amistad, fuerza, valentía. Ahora imagina: ¿Qué tal si tu mejor amigo fuera el más fuerte y el más valiente? ¿Qué tal si él siempre estuviera junto a ti? ¿Tendrías miedo alguna vez? Por eso Jesús nos dice hoy: La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Primero dice: la paz os dejo, la paz os doy. O sea, que, con Él en nuestro corazón, con la seguridad de que Él nos ama como somos, podemos estar en paz, incluso en las pruebas de la vida. ¿Por qué? Porque su paz no es como la paz del mundo. Su paz es profunda, nada la puede turbar. Porque en verdad: ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? (Rm 8,35)
Cuando escuches que el diablo te dice: Dios no está contigo, Dios no te quiere feliz, Dios no te sacará adelante, pide a María que te ayude a confiar. Pídele que, confiando en Jesús, no tiemble tu corazón, ni se acobarde. Pídele que, aun en los sufrimientos, sepas confiar en Jesús como ella confió al pie de la cruz.
«Reserven la misma preocupación formativa a sus laicos, de los cuales depende no sólo la solidez de las comunidades de fe, sino gran parte de la presencia de la Iglesia en el ámbito de la cultura, de la política, de la economía. Formar en la Iglesia significa ponerse en contacto con la fe viviente de la Comunidad viva, introducirse en un patrimonio de experiencias y de respuestas que suscita el Espíritu Santo, porque es Él quien enseña todas las cosas.»
(Discurso de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a visitar a Jesús en la Eucaristía y estaré con Él. en silencio. unos minutos, para dejar que me llene de su amor. Si lo necesito voy a buscar una oportunidad de confesarme.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Nuestro mayor problema hoy es vivir en una superficialidad, separados de lo profundamente esencial.
Se habla a veces de manera tan superficial sobre las cuestiones más importantes de la vida, y se opina con tal ignorancia sobre la religión, que ahora se hace necesario aclarar, incluso, las cosas más elementales como el ¿qué significa creer en Dios?
A los cristianos de hoy nos toca vivir en un mundo en el que muchos hombres han desplazado a Dios de su vida y viven como si Dios no existiera; bastantes incluso niegan explícitamente su existencia. La increencia, la indiferencia, el ateísmo, nos rodean y acechan nuestra vida de fe.
Cuando una persona habla “desde fuera”, sin conocer por experiencia personal lo que es creer en Dios, piensa: Creo que Dios existe, pero no lo puedo asegurar. Sin embargo, para el que vive desde la fe, creer en Dios es otra cosa. Cuando el creyente dice a Dios “yo creo en Ti”, está diciendo: “No estoy solo, Tú estás en mi origen y en mi destino último; Tú me conoces y me amas; no me dejarás nunca abandonado, en Ti apoyo mi existencia; nada ni nadie podrá separarme de tu amor y comprensión”.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice “Por su revelación, «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía» (DV 2). La respuesta adecuada a esta invitación es la fe.
Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela”.
Entonces, la fe es la respuesta del hombre a la revelación divina. Dios ha querido comunicarse a sí mismo, darse a conocer, para invitar a los hombres a participar de la vida divina. A través de la mediación de la Iglesia, la revelación divina llega a nosotros. En el creer se manifiestan la confianza, la obediencia y la entrega. Esto lo podemos ver reflejado en los grandes personajes de la Sagrada Escritura. Como en Abraham, que al escuchar lo que Dios le pedía lo puso en práctica, en la Virgen María que igualmente escucha y obedece.
Le creemos a Dios. La fe se fundamenta, en la autoridad de Dios que se revela a sí mismo, Dios ni se engaña ni nos engaña, su autoridad es la autoridad de la Verdad. Creemos a Dios y creemos en Dios, porque Él constituye el centro y el contenido de la fe. La revelación divina nos da a conocer, ante todo, el Misterio que es Dios, en el cual el hombre encuentra la salvación.
Por eso, para creer, lo decisivo no son las “pruebas” a favor o en contra de la existencia de Dios, sino la postura interior que uno adopta ante el misterio último de la vida. Nuestro mayor problema hoy es no vivir desde el fondo de nuestro ser. Vivimos por lo general, en una superficialidad, separados de lo profundamente esencial.
Papa a Misiones Extranjeras: no teman evangelizar con valentía
Este lunes, Papa Francisco ha dirigido un discurso al Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras.
El Papa recibió a los miembros de las Misiones Extranjeras que participan en Roma, en la XV Asamblea General del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), en el CIAM (Centro Internacional de Animación Misionera).
Novedad del Instituto
El Papa hizo un recuento de la historia del Instituto que se encuentra a casi 170 años de su fundación. El Papa expresó: “Recordamos al protagonista de los comienzos: Mons. Angelo Ramazzotti, luego obispo de Pavía. Tomó un deseo del Papa Pío IX y tuvo la feliz idea de involucrar a los Obispos de Lombardía en la fundación, sobre la base del principio de la corresponsabilidad de todas las diócesis para la difusión del Evangelio a los pueblos que aún no conocen a Jesucristo”.
Esta iniciativa era una novedad en aquella época, pues en ese tiempo, afirma: “El apostolado misionero estaba totalmente en manos de las Órdenes y Congregaciones religiosas. Con los Institutos de París y Milán comenzó a ser asumida por las Iglesias particulares, que se comprometieron a abrirse al mundo entero para enviar a sus sacerdotes más allá de sus propias fronteras”.
El Papa recuerda que en el PIME “ustedes no hacen votos como los religiosos, sino que se consagran a lo largo de su vida a la actividad misionera con una promesa definitiva”.
Las Misiones Extranjeras comenzaron su misión en Oceanía, India, Bangladesh, Myanmar, Hong Kong y China. Después de la Segunda Guerra Mundial ampliaron su presencia en Brasil y la Amazonía, Estados Unidos, Japón, Guinea-Bissau, Filipinas, Camerún, Costa de Marfil, Tailandia, Camboya, Papúa Nueva Guinea, México, Argelia y Chad.
Presencia de mártires
El Papa subraya el camino de santidad de muchos de sus miembros: “Recordamos a los mártires Sant'Alberico Crescitelli, Beato Giovanni Battista Mazzucconi, Beato Mario Vergara; y a los confesores Beatos Paolo Manna y Clemente Vismara. Entre sus misioneros hay 19 mártires, que dieron su vida por Jesús en nombre de su pueblo, sin reservas y sin cálculos personales. Sois una "familia de apóstoles", una comunidad internacional de sacerdotes y laicos que viven en comunión de vida y actividad”.
Francisco cita a san Pablo VI, cuyas palabras resumen la vocación de este Instituto cuando dice: "Si yo siento la necesidad de anunciar a Jesucristo, no puedo permanecer en silencio [...]. Debo confesar su nombre: Jesús es el Cristo, el Hijo vivo de Dios [...]. Nunca dejaría de hablar de él: él es la luz, él es la verdad, [...]; él es el Pan, la fuente de agua viva para nuestra hambre y sed; él es el Pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano".
Evangelizar, razón de su existencia
El Papa subraya que “Evangelizar es la gracia y la vocación propia de vuestro Instituto, su identidad más profunda. Pero esta misión -siempre es bueno subrayar- no les pertenece, porque brota de la gracia de Dios: "La primera palabra, la verdadera iniciativa, la verdadera actividad, viene de Dios y sólo insertándonos en esta iniciativa divina, sólo implorando esta iniciativa divina, podemos llegar a ser también -con Él y en Él- evangelizadores”.
El Papa advierte de un peligro para los evangelizadores: “Hay un peligro que se repite -parecía anticuado, pero se repite-: confundir la evangelización con el proselitismo".
Por eso continúa: "La evangelización es el testimonio de Jesucristo, muerto y resucitado, allí. Es Él quien atrae. Por eso la Iglesia crece por atracción y no por proselitismo, dijo Benedicto XVI. Pero esta confusión nace de una concepción político-económica de la evangelización entre comillas, que no es evangelización. Entonces la presencia; y la presencia allí, que te pregunta por qué eres así. Y allí Jesucristo anuncia. No se trata de buscar nuevos socios para esta sociedad católica - no - se trata de mostrar a Jesús: que Él se muestra en mi persona, en mi comportamiento; y abrir, abrir, abrir con mis espacios de vida a Jesús. Esto es evangelizar. Y esto es lo que sus fundadores tenían en sus corazones".
Mes Misionero Extraordinario
Francisco afirma que este año se cumplen “100 años de la Carta Apostólica Maximum illud del Papa Benedicto XV. Como sabéis, para celebrar este aniversario he convocado el Mes Misionero Extraordinario el próximo mes de octubre con el tema: "Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo". El objetivo de esta iniciativa es "despertar más la conciencia de la misión ad gentes y retomar con nuevo ímpetu la transformación misionera de la vida y de la pastoral"
Les animó afirmando: “Y ustedes, misioneros, son los protagonistas de este aniversario, para que sea ocasión de renovar el celo misionero ad gentes, para que toda su vida, sus programas, su trabajo, sus estructuras mismas, puedan sacar de la misión y del anuncio del Evangelio la sangre de la vida y los criterios de renovación”. Y añadió: "No tengamos miedo de emprender, con confianza en Dios y con tanto coraje, una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y que toda estructura eclesial se convierta en un canal adecuado para la evangelización del mundo actual".
Hoy se celebra por primera vez la memoria de María, Madre de la Iglesia
El Vaticano estableció la memoria a través de un Decreto firmado el 11 de febrero de 20
Este 21 de mayo la Iglesia celebra por primera vez la memoria de la Santísima Virgen María Madre de la Iglesia, cuya fecha fue establecida el lunes siguiente a Pentecostés.
El Vaticano estableció la memoria a través de un Decretode la Congregación para el Culto Divino firmado el 11 de febrero de 2018.
El documento sostiene que el Papa Francisco “consideró atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana”.
En el decreto, la misma Congregación señala que “esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.
“La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer, la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”, precisa el texto.
En una reciente columna semanal, el Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gomez, indicó que los primeros cristianos “tenían una conciencia profunda de que la Iglesia era su ‘madre’ espiritual, que los daba a luz en el bautismo, constituyéndolos en hijos de Dios a través de los sacramentos”.
También en el Nuevo Testamento “los apóstoles a menudo se referían a los fieles como a sus hijos espirituales, reflejando así nuevamente su comprensión de que la Iglesia es nuestra madre y nuestra familia”.
“Y en esto, los primeros cristianos entendieron que María era el símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la Iglesia”, afirmó Mons. Gomez.
Por ello, señaló que la nueva memoria que los católicos celebrarán el 21 de mayo es “un profético redescubrimiento de una antigua devoción”.
En el siglo XX, el Papa Pablo VI, dirigiéndose a los padres conciliares del Vaticano II, declaró que María Santísima era Madre de la Iglesia.
La memoria “Virgen María, Madre de la Iglesia” recuerda que ella es Madre de todos los hombres y especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, desde que es Madre de Jesús por la Encarnación.
Así lo confirmó Jesús desde la Cruz, antes de morir, al apóstol San Juan, y el discípulo la acogió como Madre.
La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano, cumpliendo así la profecía de la Virgen, que dijo: “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1,48).
Una Madre siempre escucha, aunque no la veamos
Afortunadamente, del mismo modo que tenemos un Padre en el cielo, también tenemos una Madre; Ella, con un corazón lleno de bondad y comprensión, acude en ayuda de nuestra debilidad.
Todos conocemos la devoción y el cariño que los sevillanos le tienen a Nuestra Señora de los Dolores; a quien llaman familiarmente “La Macarena”. A ella recurren con profunda fe solicitando ayuda, dando gracias y haciendo promesas.
Hace unos años, una familia sevillana tuvo la desgracia de que el hijo más pequeño sufriera un grave accidente de moto del que quedó en estado de coma. El padre iba todos los días a rezar a la Macarena pidiéndole la curación de su hijo. Los médicos, que conocían la gravedad del proceso, no le daban muchas esperanzas.
Pasaban los días y el hijo en lugar de mejorar empezó a presentar serias complicaciones que anunciaban un fatal desenlace. No obstante, el padre, movido por su fe en la Macarena, hizo promesas, sacrificios y toda clase de oraciones. Sabía que no le podía fallar.
Una mañanita, estando el padre en el trabajo, le llamaron del hospital para anunciarle que su hijo estaba agonizando. La familia al completo se presentó en el hospital. Pocos minutos después el hijo moría en medio de angustiosos llantos.
Ante este fatal desenlace, el padre se desesperó, blasfemó, pensó que había perdido el tiempo pidiéndole a la Virgen una gracia. En el enfado del momento prometió que no iría más a verla y que, si ella quería algo que fuese a verlo a su casa.
Desde ese momento dejó toda práctica religiosa y sacramental. Estaba desconocido. Un hombre que siempre había vivido muy cristianamente no supo encajar el golpe cuando el sufrimiento llamó a su puerta.
Tres años después de la muerte del hijo, en plena Semana Santa, la Cofradía de la Virgen Macarena salía en procesión como todos los años por las calles de Sevilla., y mira por donde que comenzó a llover.
La Virgen pasaba en esos momentos por delante de la casa de este padre todavía trastornado por la muerte de su hijo. Los cofrades llamaron a la casa para que les dejara entrar el paso de la Virgen en la espaciosa cochera que había junto a la fachada principal.
Tomado por sorpresa, nuestro hombre no puso ninguna pega. Abrió la cochera de par en par y dejó entrar el maravilloso paso de la Virgen. Apenas la Macarena había cruzado el umbral de la cochera cuando se acordó de las palabras llenas de rabia y desprecio con que se había dirigido a ella. La misma Virgen había escuchado su queja y ahora venía humildemente a su casa para sanarle el corazón.
Al ver las lágrimas de la Virgen por su Hijo muerto en la cruz, un profundo sentimiento de pesar y arrepentimiento le inundó el corazón. Comprobar que la Virgen le había escuchado y había acudido a él, le llenó el alma de paz. Pudo comprobar por sí mismo que una Madre nunca abandona.
Cuando sufrimos, tendemos a cometer dos graves errores que hacen que nuestros sufrimientos todavía duren más y en ocasiones no encuentren una fácil solución: el primer error es culpar a Dios de los males que nos ocurren. Dios, por respeto a nuestra libertad, permite las cosas malas que nos puedan pasar; aunque nunca las quiere ni las causa directamente (salvo cuando a través de un castigo busque corregirnos de errores muy graves. Por ejemplo: la expulsión del Paraíso de nuestros Primeros Padres, el castigo de Sodoma y Gomorra por su perversión, etc...). Y el otro error que cometemos en esos momentos de pena es el de separarnos de Dios, abandonarlo. En lugar de acudir a Él para que sane nuestras heridas y nos acompañe en nuestro pequeño calvario, tendemos a separarnos de Él; por lo que si tenía intención de ayudarnos, no se lo permitimos. Afortunadamente, del mismo modo que tenemos un Padre en el cielo, también tenemos una Madre; Ella, con un corazón lleno de bondad y comprensión, acude en ayuda de nuestra debilidad.
¡María, consuelo de los afligidos! – Ruega por nosotros.