Os he dicho todo esto para que participéis en mi gozo y vuestro gozo sea completo

Juan Bautista de Rossi, Santo

Presbítero, 23 de mayo

Presbítero

Martirologio Romano: En Roma, san Juan Bautista de Rossi, presbítero, que atendió en la Ciudad Santa a los pobres y a los más marginados, instruyendo a todos en la santa doctrina. ( 1764).

Fecha de beatificación: 13 de mayo de 1860 por el Papa Pío IX
Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1881 por el Papa León XIII.

Breve Biografía

Juan Bautista de Rossi representa el triunfo de la voluntad sobre la fragilidad física, del generoso empeño apostólico sobre los obstáculos de la enfermedad. A pesar de su doble enfermedad, la epilepsia y una enfermedad de los ojos, multiplicó el trabajo cotidiano en beneficio de los pobres de la ciudad de Roma y de los recogidos en los hospicios. Había nacido en Voltaggio, provincia de Génova, el 22 de febrero de 1698, pero a los trece años se estableció definitivamente en Roma, en casa de un primo sacerdote, canónigo de Santa María en Cosmedin, para poder estudiar en el colegio romano de los jesuitas. En 1714 siguió los estudios eclesiásticos, y terminó los estudios de teología con los dominicos.

Fue ordenado sacerdote el 8 de marzo de 1721, pero desde antes ya había comenzado su intenso apostolado. Antes de su ordenación había dirigido varios grupos de estudiantes, y de esta experiencia nació la idea de la fundación de la Pía Unión de Sacerdotes Seculares, anexa al hospicio de San Gala que él dirigió y que, durante más de dos siglos, hasta 1935, contó con los mejores nombres del clero romano, algunos de los cuales llegaron al honor de los altares.

Además del hospicio de San Gala, no suyo (había sido fundado por Marco Antonio Anastasio Odescalchi, primo de Inocencio XI) y sólo para hombres, quiso ampliar el radio de su apostolado fundando el hospicio para mujeres, dedicado a san Luis Gonzaga, su santo predilecto. Ayudado por su confesor, el siervo de Dios Francisco María Galluzzi, a pesar de su delicada salud redobló su actividad. Parecía omnipresente en cualquier parte en donde había que animar, instruir, socorrer, a cualquier hora del día o de la noche.

No era raro verlo en las plazuelas romanas improvisar un sermón entre los desocupados o por la noche cuando la gente regresaba del trabajo.

La simpatía que despertaba entre la gente humilde de los barrios atraía a su confesonario largas filas de penitentes. Era, efectivamente, un maestro de espiritualidad y en cualquier parte donde promovía una iniciativa, imprimía un ritmo de santo fervor.

Cuando fue elegido canónigo de Santa María en Cosmedin, quedó dispensado de la obligación del coro para poderse dedicar con más libertad a sus compromisos apostólicos. En los últimos meses de su vida, la gravedad de la enfermedad lo sometió a un verdadero calvario.

Murió el 23 de mayo de 1764, y fue beatificado por Pío IX, que había sido sucesor en la dirección de la Pía Unión de los Sacerdotes Seculares de San Gala. León XIII lo canonizó el 8 de diciembre de 1881.

El deseo de Dios

Santo Evangelio según San Juan 15, 9-11. Jueves V de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, gracias por amarme tanto. Ayúdame a corresponder a tu amor descubriendo tu presencia en cada persona que se cruce en mi camino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 9-11

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Muchos de nosotros hemos pedido un deseo cuando nos tocaba apagar una vela de cumpleaños. En lo personal, cada año era uno diferente o parecido, pero casi nunca era el mismo; pero en Dios, por toda la eternidad, el deseo es el mismo, que permanezca en su amor, que esté con Él y me deje amar.

El Creador del universo desea que me quede con Él; el Todopoderoso me pide que no me vaya, y yo, ¿quiero cumplir su deseo? La respuesta es algo personal porque depende plenamente de mí que se cumpla. Solamente permanecer y nada más.

Pero el permanecer ciertamente no es algo estático, sin hacer nada; el permanecer con Dios requiere vivir como un niño en casa de sus padres, y así como el niño respeta las reglas, así el cristiano respeta las reglas. Pero no son reglas impuestas porque sí, son reglas regaladas para mi bienestar.

Así como nadie duda del amor de los padres a sus hijos, un cristiano no puede dudar del amor de Dios para sí. El mayor deseo de los padres no es que los hijos se vayan, sino que sean felices; el mayor deseo de Dios no es que sus hijos se vayan, sino que sean lo que deben ser. Pero el cristiano solo puede ser cristiano permaneciendo en la casa de Dios, cumpliendo el deseo de estar junto a Él, dejándose amar cada día por Dios.

Vivamos nuestro día permaneciendo junto a Dios, sin alejarnos. Cumplamos el deseo de nuestro Señor, dejémonos amar por Él y vivamos en la casa del Padre permaneciendo en su amor.

«La vid es una planta que forma un todo con el sarmiento; y los sarmientos son fecundos únicamente cuando están unidos a la vid. Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo «permanecer», que en el pasaje de hoy se repite siete veces. “Permaneced en mí” dice el Señor; permanecer en el Señor. Se trata de permanecer en el Señor para encontrar el valor de salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos, para adentrarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar un respiro amplio a nuestro testimonio cristiano en el mundo. Este coraje de salir de sí mismos y de adentrarse en las necesidades de los demás, nace de la fe en el Señor Resucitado y de la certeza de que su Espíritu acompaña nuestra historia.»

(Regina coeli de S.S. Francisco, 29 de abril de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Examinar cómo estoy viviendo mi día a día. ¿estoy con el Señor?

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El deseo de felicidad

Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza.

Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad.

Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia El, el único que lo puede satisfacer:

Ciertamente todos nosotros queremos vivir felices, y en el género humano no hay nadie que no dé su asentimiento a esta proposición incluso antes de que sea plenamente enunciada.

¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de ti.

Sólo Dios sacia.

Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza.

Esta vocación se dirige a cada uno personalmente, pero también al conjunto de la Iglesia, pueblo nuevo de los que han acogido la promesa y viven de ella en la fe. 

El Papa: En la oración debemos pedir por los más vulnerables

El Papa ha concluido sus catequesis dedicadas al "Padre Nuestro"

Esta oración, dijo el Papa, no es una fórmula para repetir mecánicamente. Porque, añadió, al igual que con cualquier oración vocal, es a través de la Palabra de Dios que el Espíritu Santo enseña a los hijos de Dios a orar a su Padre. Jesús mismo usó diferentes expresiones para orar al Padre. Si leemos los Evangelios cuidadosamente, descubrimos que estas expresiones de oración que emergen en los labios de Jesús recuerdan el texto del "Padre Nuestro".

En la noche de Getsemaní

El Papa citó algunos momentos en los que Jesús oró al Padre, en primer lugar, la noche de Getsemaní, allí, dijo el Santo Padre, Jesús ora de esta manera: “Abba, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Y en el texto del Evangelio de Marcos, se pregunta el Pontífice: ¿Cómo podemos dejar de reconocer en esta oración, aunque sea breve, un rastro del "Padre Nuestro"? “En medio de la oscuridad, Jesús invoca a Dios con el nombre de "Abbà", con confianza filial y, mientras siente temor y angustia, pide que se cumpla su voluntad”.

Jesús a sus discípulos pide que cultiven espíritu de oración

“En otros pasajes del Evangelio, Jesús insiste con sus discípulos para que puedan cultivar un espíritu de oración”. Pero la oración debe ser insistente, y sobre todo, afirmó Francisco, debe traer la memoria de los hermanos, especialmente cuando vivimos relaciones difíciles con ellos. Jesús dice: "Cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, y vuestro Padre del cielo os perdonará vuestras culpas”. ¿Cómo podemos dejar de reconocer la similitud con el "Padre Nuestro" en estas expresiones? Y los ejemplos podrían ser numerosos.

También se encuentran en los escritos de San Pablo una presencia del Padre, en una “estupenda” síntesis, dijo el Papa, donde la invocación del cristiano se condensa en una sola palabra: "Abbà".

En el Evangelio de Lucas Jesús enseña la oración del Padre

“En el Evangelio de Lucas, Jesús satisface plenamente la petición de los discípulos que, al verlo a menudo aislado y sumergiéndose en la oración, un día deciden preguntarle: "Señor, enséñanos a orar, como Juan, el Bautista, enseñó a sus discípulos". Y entonces el Maestro les enseñó la oración al Padre”.

Francisco dijo que “considerando el Nuevo Testamento como un todo, está claro que el primer protagonista de toda oración cristiana es el Espíritu Santo, que sopla en el corazón del discípulo. El Espíritu nos hace capaces de orar como hijos de Dios, lo que realmente somos para el Bautismo”. Porque como dijo el Santo Padre, el Espíritu nos hace orar en el "surco" que Jesús cavó para nosotros. Este es el misterio de la oración cristiana: por gracia nos atrae ese diálogo de amor de la Santísima Trinidad.

“Jesús oró así. A veces usaba expresiones que ciertamente están muy lejos del texto del "Padre Nuestro". Pensemos en las palabras iniciales del Salmo 22, que Jesús pronuncia en la cruz: " Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?. ¿Puede el Padre celestial abandonar a su Hijo? No, desde luego”. Y sin embargo, dijo el  Papa, el amor por nosotros, los pecadores, llevó a Jesús a este punto: al punto de experimentar el abandono de Dios, su lejanía. Pero incluso en el grito de angustia, el "Dios mío, Dios mío" permanece. En ese "mío" está el núcleo de la relación con el Padre, está el núcleo de la fe y la oración.

"¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla!”

Por eso, a partir de este núcleo, un cristiano puede orar en cualquier situación. Él puede asumir todas las oraciones de la Biblia, especialmente de los Salmos; pero también puede orar con tantas expresiones que en milenios de historia han brotado del corazón de los hombres. Y al Padre nunca dejamos de hablar de nuestros hermanos y hermanas en la humanidad, porque ninguno de ellos, especialmente los pobres, permanece sin un consuelo y una porción de amor.

Saludos a los fieles de habla hispana

En sus saludos a los fieles de habla hispana, el Papa saludó a los peregrinos venidos de España y Latinoamérica, como también a los peregrinos de la diócesis de Ebibeyin, Guinea Ecuatorial, acompañados por su Obispo.

 “A todos los animo a que pidan al Señor la gracia de ser hombres y mujeres de oración, y a que recuerden ante el Padre a todos nuestros hermanos y hermanas, especialmente a los más necesitados y abandonados, para que a ninguno falte consolación y amor. Que Dios los bendiga”.

10 hábitos que harán que tu oración sea poderosa

La oración es nuestra fortaleza en todo momento y en todo lugar.

La oración es la clave para la salvación. Uno de nuestros grandes Santos de la Iglesia, el famoso San Agustín de Hipona dijo algo muy impresionante sobre la oración:

"El que ora bien, vive bien; el que vive bien, muere bien; y el que muere bien, está completamente bien".

San Alfonso reitera el mismo principio:

"El que ora mucho será salvado; el que no ora será condenado; el que ora poco pone en riesgo su salvación eterna".

El mismo santo afirmó que no hay ni personas fuertes ni personas débiles en el mundo, sino aquellos que saben cómo orar y aquellos que no. En otras palabras, la oración es nuestra fortaleza en todo momento y en todo lugar.

Nos gustaría ofrecer diez palabras de ánimo para ayudarnos en la carrera hacia el cielo a través del esfuerzo de crecer en la vida de oración.

1.- Convicción o determinación

No existe una persona exitosa en este mundo en cualquier empresa que no haya sido animado por la firme determinación de alcanzar su meta.

Súper atletas, músicos exitosos, maestros expertos y escritores nunca alcanzaron la perfección solamente por un deseo, sino por la firme y tenaz convicción de alcanzar su meta - ¡pase lo que pase!

Por esa razón, la Doctora de la oración, Santa Teresa de Ávila dijo:

"Debemos tener una firme determinación para nunca dejar de orar".

Si realmente creemos desde las profundidades de nuestros corazones en los tesoros invaluables que fluyen de la oración, ¡deberíamos fijarnos como meta en esta vida el crecer constantemente en la oración!

2.- El Espíritu Santo como maestro

San Pablo dice que nosotros no sabemos en realidad orar como deberíamos, pero que es el Espíritu Santo que intercede por nosotros como Maestro Interior.

Con María, los Apóstoles pasaron nueve días y noches orando y haciendo ayuno y se vieron empapados del poder que viene de lo alto – el Espíritu Santo.

Antes de iniciar cualquier período de oración formal, ¿por qué no invocar a la Persona del Espíritu Santo para ayudarte en tus debilidades?

Durante el transcurso de tu tiempo de oración, ¿por qué no pedir la presencia del Espíritu Santo para iluminar tu mente y encender tu corazón? Él está más cerca de lo que tú estás consciente. Si estás en estado de gracia, Él habita en tu corazón.

3.- Tiempo, lugar, voluntad y silencio

Como en cualquier arte, nosotros aprendemos con la práctica. ¡Esto también aplica a la oración!

Para aprender a orar debemos tener un tiempo fijo, un buen lugar, voluntad de nuestra parte y silencio. El dicho es tan cierto para los deportes como para la oración:

"La práctica hace la perfección".

4.- Hacer penitencias

Puede suceder que nuestra oración se vuelve insípida, aburrida, sin vida, anémica y estancada por muchas razones. Una posible razón puede ser una vida de sensualidad, indulgencia, glotonería y simplemente vivir más de acuerdo a la carne que al espíritu. Como San Pablo nos recuerda, la carne y el espíritu se oponen mutuamente.

Jesús pasó cuarenta días y cuarenta noches orando y haciendo ayuno. Los apóstoles pasaron nueve días y nueve noches orando y haciendo ayuno.

Uno no puede alcanzar una vida mística seria guiada por el espíritu, si no ha pasado por la vida ascética que implica negarse a sí mismo, mortificación y penitencia.

Un ave necesita dos alas para volar; de igual manera los seguidores de Cristo. Para volar alto en la vida mística las dos alas necesarias son la oración y la penitencia.

Si no tienes experiencia en la vida penitencial, consulta a un buen director espiritual y ¡comienza con pequeños actos de penitencia para acumular la fuerza de voluntad necesaria para los actos más heroicos de penitencia!

Si nunca antes has corrido, ¡comienza con una calle y continúa hasta alcanzar un kilómetro!

5.- Dirección espiritual

Los atletas necesitan entrenadores; los estudiantes necesitan maestros; los maestros necesitan mentores para aprender el arte.

De igual forma, los guerreros de la oración deben tener una forma de guía y esto se llama dirección espiritual.

San Ignacio de Loyola insistió en ver la vida espiritual como un viaje de acompañamiento. Santa Teresa de Ávila tuvo a varios santos dirigiéndola en su largo y doloroso viaje hacia la perfección – San Juan de la Cruz, San Pedro de Alcántara y San Francisco Borgia.

Hay muchos obstáculos en el viaje espiritual, especialmente cuando uno busca una vida de oración más profunda; por esta razón tener un director espiritual con experiencia, que conozca las trampas del demonio, los riesgos que están siempre presentes, y los peligros puede ayudarnos a crecer continuamente en santidad a través de una vida de oración más profunda y auténtica.

6.- Oración y acción

Santa Teresa de Ávila indica que el auténtico crecimiento en la oración se comprueba con el crecimiento en la santidad y esto significa por medio de la práctica de la virtud.

Jesús dijo que por medio de los frutos conoceremos al árbol. De igual manera, una auténtica vida de oración florece en la práctica de virtudes: fe, esperanza, caridad, puridad, amabilidad, servicio, humildad y un constante amor por el prójimo y la salvación de su alma inmortal.

Nuestra Señora es un modelo en todo momento, pero especialmente en la conexión íntima entre la contemplación y la acción. En la Anunciación, admiramos a María absorta en oración; luego en el siguiente misterio (la Visitación) ella sigue la inspiración del Espíritu Santo de servir a su prima en una misión de amor. En verdad podemos llamar a María “Contemplativa en acción”.

7.- El estudio: leer en la oración

Santa Teresa de Ávila no permitía, en el convento de las Carmelitas, mujeres que no pudieran leer. ¿Por qué? La sencilla razón era que ella sabía lo mucho que uno puede aprender sobre diversos temas, pero especialmente sobre la oración a través de una sólida lectura espiritual.

¡Encuentra buena literatura sobre la oración y lee! ¡Cuántas ideas de gran utilidad nacen a través de una buena lectura espiritual!

Una sugerencia: lee Parte Cuatro del Catecismo de la Iglesia Católica. ¡Ésta es una obra maestra espiritual sobre la oración!

8.- Los retiros

Una forma más propicia para realmente profundizar en la oración es destinar algún tiempo para un período prolongado de oración; a esto se le llama un retiro espiritual.

Uno de los estilos de retiros más eficaces son los retiros ignacianos. Puede durar hasta un mes, u ocho días, o incluso un retiro de un fin de semana puede probar ser extremadamente valioso.

Viendo a los Apóstoles sobrecogidos con el trabajo, Jesús les exhortó: "Retírense un tiempo y descansen..." Este descanso que Jesús menciona ha sido interpretado como una llamada a un retiro espiritual.

Mira el calendario para este año y fija un tiempo aparte. ¡Más períodos extendidos de tiempo para oración permitirán una mayor profundización en la oración!

9.- Confesión y oración

A veces, la oración puede resultar extremadamente difícil debido a una consciencia sucia. Jesús dijo:

"Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios". (Mt, 5,8)

Luego de una buena confesión, en la que la Preciosa Sangre de Jesús lava nuestras almas y limpia nuestras consciencias, el ojo interior del alma puede ver y contemplar la cara de Dios con mayor claridad.

10.- Nuestra Señora y la oración

Como hemos mencionado, es de mucha importancia el Espíritu Santo como nuestro Maestro Interior, y de igual manera deberíamos rogar a María que ore por nosotros y con nosotros cada vez que dedicamos tiempo y esfuerzo a la oración. Ella nunca nos fallará.

Como Jesús convirtió el agua en vino en Caná a través de la intercesión de María, así ella puede ayudarnos a convertir nuestra oración insípida y sin sabor en una dulce devoción. ¡María nunca te fallará! ¡Llámala!

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