El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes
- 29 Mayo 2019
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Úrsula Ledóchowska, Santa
Virgen y Fundadora, 29 de mayo
Martirologio Romano: En Roma, tránsito de santa Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante, y afrontó fatigosos viajes a través de Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia († 1939).
Fecha de beatificación: 20 de junio de 1983 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 18 de mayo de 2003 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
Nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf (Austria), segunda de nueve hijos. Su madre, de nacionalidad suiza, descendía de una familia noble; su padre procedía de la antigua y noble familia polaca Ledóchowski, en la que destacaron hombres de Estado, militares, eclesiásticos y personas consagradas. Creció en un clima familiar lleno de amor y exigente. María Teresa, su hermana mayor, fundadora de las Misioneras de San Pedro Claver (Hermanas Claverianas), conocida como "madre de África", fue beatificada por el Papa Pablo VI en el año 1975; su hermano Vladimiro, un año menor que ella, fue superior general de la Compañía de Jesús de 1915 a 1942. Otro de sus hermanos, Ignacio, general del ejército polaco, murió asesinado por los nazis en el campo de concentración de Dora-Nordhausen, el año 1945.
En 1883 la familia se trasladó de Austria a Polonia. Tres años después, Julia entró en el convento de las Ursulinas de Cracovia. Durante la profesión religiosa, emitida en 1889, tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Destacó por su amor al Señor, su talento educativo y su sensibilidad ante las necesidades de los jóvenes en las difíciles circunstancias sociales, políticas y morales de su tiempo. En 1904 fue elegida superiora del convento de Cracovia. En ese tiempo emprendió valientes iniciativas apostólicas. Abrió un internado para jóvenes universitarias -el primero en Polonia-, donde las muchachas no sólo pudieran encontrar un lugar seguro, sino también una sólida formación religiosa: les organizaba la Congregación mariana y cursos para profundizar la visión cristiana de la vida, dirigidos por eminentes teólogos.
Convencida de la necesidad de cambiar las Constituciones según las nuevas necesidades pastorales, se dirigió a Roma en 1907. En una audiencia, propuso al Papa Pío X realizar su trabajo apostólico en el corazón de la Rusia hostil a la Iglesia. Con la bendición del Vicario de Cristo, ese mismo año, al concluir su cargo de superiora del convento de Cracovia, acompañada de otra religiosa, ambas vestidas de civil, pues la vida religiosa estaba prohibida en ese país, partió hacia San Petersburgo.
Las religiosas vivían en la clandestinidad y, aunque eran vigiladas continuamente por la policía secreta, realizaban una intensa labor educativa y de formación religiosa, también con vistas a promover buenas relaciones entre polacos y rusos.
En 1908, la Santa Sede, a causa de las grandes dificultades de comunicación, aprobó la erección canónica de la casa de San Petersburgo como casa autónoma, con noviciado. La madre Úrsula fue nombrada superiora. Al año siguiente, la actividad del convento se extendió a Finlandia, donde construyó una escuela con internado para muchachas.
Cuando estalló la primera guerra mundial, en 1914, la madre Úrsula, al ser ciudadana austríaca, tuvo que salir de Rusia y emigró a Escandinavia: primero a Suecia y luego a Dinamarca, desde donde podía mantener más fácilmente contactos con sus religiosas de San Petersburgo. Para evitarles las consecuencias de la revolución bolchevique, trasladó la comunidad a Estocolmo, donde fundó un instituto de lenguas para muchachas. En 1917 se trasladó, con toda la comunidad, a Aalborg, en Dinamarca, donde abrió una casa para niños huérfanos de los inmigrantes polacos.
Durante el tiempo de su estancia en Escandinavia, además de su apostolado educativo, trabajó intensamente en la promoción del compromiso ecuménico. Asimismo, colaboró con el Comité de ayuda a las víctimas de la guerra en Polonia, fundado por Henryk Sienkiewicz, famoso escritor polaco premiado con el premio Nobel por su libro "Quo vadis".
La casa de sus religiosas se convirtió en un apoyo para la gente de diversas orientaciones políticas y religiosas. Su amor ardiente a la patria iba unido a la apertura a los otros. Cuando le preguntaban cuál era su orientación política, respondía sin vacilar: "Mi política es el amor". En ese tiempo, la Santa Sede le concedió el permiso para transformar su convento autónomo de Ursulinas en la congregación de Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante.
La espiritualidad de la congregación se centra en la contemplación del amor salvífico de Cristo y en la participación en su misión por medio de la labor educativa y el servicio al prójimo, especialmente a los que sufren, a los que viven en soledad, a los marginados y a los que buscan el sentido de su vida.
Úrsula educaba a sus religiosas para amar a Dios sobre todas las cosas y en Dios a toda persona humana y a toda la creación. Recomendaba, como testimonio creíble de una relación personal con Cristo, la sonrisa, la serenidad de espíritu, la humildad y la capacidad de vivir la vida ordinaria como camino privilegiado para la santidad. Ella misma era un ejemplo notable de ese tipo de vida.
La congregación se desarrolló rápidamente. Nacieron comunidades de religiosas Ursulinas en Polonia y en otras regiones. En 1928 abrió en Roma la casa general y una pensión para muchachas pobres. Las Ursulinas comenzaron también a trabajar entre los pobres de los suburbios de la ciudad eterna. En 1930 se establecieron en Francia.
La madre Úrsula fundó numerosos centros de educación y de enseñanza; enviaba a las religiosas a dar catequesis y a trabajar en zonas pobres; organizaba ediciones de libros para niños y jóvenes; ella misma escribió libros y artículos.
Trató de iniciar y apoyar organizaciones eclesiales para niños (Movimiento Eucarístico), para la juventud y para las mujeres. Participaba activamente en la vida de la Iglesia y del país. Recibió condecoraciones estatales y eclesiásticas.
Ejerció gran influjo sobre la vida de la madre Úrsula su tío Mieczyslaw, arzobispo de Gniezno-Poznan, primado de Polonia y después prefecto de la Sagrada Congregación para la propagación de la fe.
Murió en Roma el 29 de mayo de 1939. Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 20 de junio de 1983 en Poznan y canonizada por el mismo Papa el 18 de mayo de 2003 en la Basílica Vaticana.
Reproducido con autorización de Vatican.va
Dios permanece siempre con nosotros
Santo Evangelio según San Juan 16, 12-15. Miércoles VI de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de estar atento a la voz del Espíritu Santo, para que, por medio de ella, me guíes y me des a conocer tu santa voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que diría lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
1. El Espíritu de la Verdad nos guiará hasta la verdad plena.
Cristo dice a sus discípulos que le quedan muchas cosas por decirles. ¿Cuáles son esas cosas que el Señor no nos ha dicho? ¿Por qué tenemos que esperar a que venga alguien más para poder conocerlas?
No nos asustemos, no se trata de cosas misteriosas y escatológicas, como el día del juicio final o algo parecido, no. La venida del Espíritu Santo es, sobre todo, la venida de un guía, un consejero. Dios mismo viene en nuestro auxilio para ayudarnos en esos momentos de indecisión en los que no sabemos cuál es la decisión más correcta. El Espíritu Santo nos guiará hasta la verdad plena puesto que Él nos mostrará la voluntad del Padre para nuestras vidas; ésta es la verdad que nos viene a comunicar, la verdad de vivir el día a día de cara a Dios, buscando ser sus hijos fieles.
2. ¿Cómo sé que la voz que escucho es la del Espíritu Santo y no otra?
Dios no se contradice. Las luces y consejos del Espíritu Santo están basadas en lo que Cristo ya nos ha dicho, basta leer el Evangelio y asegurarnos que aquello que creemos es una moción del Espíritu Santo, no contradiga lo que está escrito. «Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará.»
Además, estas mociones vienen acompañadas por una sensación de seguridad, paz y confianza. Si algo nos perturba y nos hace sentir que no hemos tomado una buena decisión, seguro no viene de Dios.
«Los que son generados por Dios son capaces de vencer al mundo, en la lucha de todos los días contra el espíritu del mundo, que es "mentiroso", es un espíritu de apariencias, sin consistencia. El Espíritu de Dios es verdadero. El espíritu del mundo es el espíritu de la vanidad, de las cosas que no tienen fuerza, que no tienen fundamento y que caerán. Como los dulces que se ofrecen en Carnaval, las crepes - llamadas en dialecto "las mentiras"- no son consistentes, sino llenas de aire, así es el espíritu del mundo: lleno de aire y engaña porque es hijo del padre de la mentira.»
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de enero de 2019, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Visitar el Santísimo y ofrecer una visita por una persona que necesite acercarse más a Dios y conocer su amor misericordioso.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Audiencia General de SS Juan Pablo II, del 3 de julio de 1985, acerca de la existencia de Dios. Por: S. S. Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
1. El primer artículo de nuestro Credo: Creo en Dios. Hablar de Dios significa afrontar un tema sublime y sin límites, misterioso y atractivo. Pero aquí en el umbral, como quien se prepara a un largo y fascinante viaje de descubrimiento—tal permanece siempre un genuino razonamiento sobre Dios—, sentimos la necesidad de tomar por anticipado la dirección justa de marcha, preparando nuestro espíritu a la comprensión de verdades tan altas y decisivas. A este fin considero necesario responder enseguida a algunas preguntas, la primera de las cuales es: ¿Por qué hablar hoy de Dios?
En la escuela de Job, que confesó humildemente: «(He hablado a la ligera... Pondré mano a mi boca» (40, 4), percibimos con fuerza que precisamente la fuente de nuestras supremas certezas de creyentes, el misterio de Dios, es antes todavía la fuente fecunda de nuestras más profundas preguntas: ¿Quién es Dios? ¿Podemos conocerlo verdaderamente en nuestra condición humana? ¿Quiénes somos nosotros, creaturas, ante Dios?. Con las preguntas nacen siempre muchas y a veces tormentosas dificultades: Si Dios existe, ¿por qué entonces tanto mal en el mundo? ¿Por qué el impío triunfa y el justo viene pisoteado? ¿La omnipotencia de Dios no termina con aplastar nuestra libertad y responsabilidad? Son preguntas y dificultades que se entrelazan con las expectativas y las aspiraciones de las que los hombres de la Biblia, en los Salmos en particular, se han hecho portavoces universales: «Como anhela la cierva las corrientes de las aguas, así te anhela mi alma, ¡oh Dios! Mi alma está sedienta de Dios, de Dios vivo: ¿Cuándo iré y veré la faz de Dios? (Sal 41/42, 2-3): De Dios se espera la salvación, la liberación del mal, la felicidad y también, con espléndido impulso de confianza, el poder estar junto a El, «habitar en su casa» (cf. Sal 83/84, 2 ss.). He aquí pues que nosotros hablamos de Dios porque es una necesidad del hombre que no se puede suprimir.
2. La segunda pregunta es cómo hablar de Dios, cómo hablar de El rectamente. Incluso entre los cristianos, muchos poseen una imagen deformada de Dios. Es obligado preguntarse si se ha hecho un justo camino de investigación, sacando la verdad de fuentes genuinas y con una actitud adecuada. Aquí creo necesario citar ante todo, como primera actitud, la honestidad de la inteligencia, es decir, el permanecer abiertos a aquell signos de verdad que Dios mismo ha dejado de Sí en el mundo y en nuestra historia. Hay ciertamente el camino de la sana razón (y tendremos tiempo de considerar qué puede el hombre conocer de Dios con sus fuerzas). Pero aquí me urge decir que a la razón, más allá de sus recursos naturales Dios mismo le ofrece de Sí una espléndida documentación: la que con lenguaje de la fe se llama «Revelación». El creyente, y todo hombre de buena voluntad que busque el rostro de Dios, tiene a su disposición ante todo el inmenso tesoro de la Sagrada Escritura, verdadero diario de Dios en las relaciones con su pueblo, que tiene en el centro el insuperable revelador de Dios, Jesucristo: «El que me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14, 9). Jesús, por su parte, ha confiado su testimonio a la Iglesia, que desde siempre, con la ayuda del Espíritu de Dios, lo ha hecho objeto de apasionado estudio, de progresiva profundización e incluso de valiente defensa frente a errores y deformaciones. La documentación genuina de Dios pasa, pues, a través de la Tradición viviente, de la que todos los Concilios son testimonios fundamentales: desde el Niceno y el Constantinopolitano, al Tridentino, Vaticano I y Vaticano II. Tendremos cuidado en remitirnos a estas genuinas fuentes de verdad.
La catequesis saca además sus contenidos sobre Dios también de la doble experiencia eclesial: la fe rezada, la liturgia, cuyas formulaciones son un continuo e incansable hablar de Dios hablando con El; y la fe vivida por parte de los cristianos, de los santos en particular, que han tenido la gracia de una profunda comunión con Dios. Así, pues, no estamos destinados sólo a hacer preguntas sobre Dios para luego perdernos en una selva de respuestas hipotéticas o bien demasiado abstractas.
3. Dios mismo ha venido a nuestro encuentro con una riqueza orgánica de indicaciones seguras. La Iglesia sabe que posee, por gracia de Dios mismo, en su patrimonio de doctrina y de vida, la dirección justa para hablar con respeto a la verdad de El. Y nunca como hoy siente el empeño de ofrecer con lealtad y amor a los hombres la respuesta esencial, que esperan.
4. Es lo que pretendo hacer en estos encuentros. ¿Pero cómo? Hay diversas maneras de hacer catequesis, y su legitimidad depende en definitiva de la fidelidad respecto a la fe integral de la Iglesia. He considerado oportuno escoger el camino que, mientras hace referencia directamente a la Sagrada Escritura, hace referencia también a los Símbolos de la Fe, en la comprensión profunda que ha dado de ella el pensamiento cristiano a lo largo de veinte siglos de reflexión. Es mi propósito, al proclamar la verdad sobre Dios, invitaros a todos a reconocer la validez del camino histórico-positivo y del camino ofrecido por la reflexión doctrinal elaborada en los grandes Concilios y en el Magisterio ordinario de la Iglesia. De este modo, sin disminuir para nada la riqueza de los datos bíblicos, se podrán ilustrar verdades de fe o próximas a la fe o de todas formas teológicamente fundadas que, por haber sido expresadas en lenguaje dogmático-especulativo, corren el riesgo de ser menos percibidas y apreciadas por muchos hombres de hoy, con no ligero empobrecimiento del conocimiento de Aquel que es misterio insondable de luz.
5. No podría terminar esta catequesis inicial de nuestro razonamiento sobre Dios sin recordar una segunda actitud fundamental, además de la de honesta inteligencia, de la que he hablado anteriormente. Y es la actitud del corazón dócil y agradecido. Hablamos de Aquel que Isaías nos propone como el tres veces Santo (6,3). Debemos, pues, hablar de El con grandísimo y total respeto, en adoración. Pero, al mismo tiempo, sostenidos por Aquel «que está en el seno del Padre y nos lo ha dado a conocer» (Jn 1,18), Jesucristo nuestro hermano, hablamos de El con suavísimo amor. «Porque de El, y por El, y para El son todas las cosas. A El la gloria por los siglos. Amén» (Rom 11, 33).
Papa: el pecado envejece, el Espíritu nos hace siempre jóvenes
Aunque la vida "no es un carnaval", y hay muchas dificultades, es posible superarlas y seguir siempre adelante, pero se necesita un diálogo cotidiano con el Espíritu Santo, Aquel que nos acompaña
El protagonista del pasaje evangélico propuesto por la liturgia de hoy es el Espíritu Santo. En su despedida de los discípulos antes de subir al cielo, Jesús – recordó el Papa – nos da una verdadera catequesis sobre el Espíritu Santo, nos explica quién es. Los discípulos están tristes al oír que su Maestro los dejará pronto y Jesús les reprocha por esto, porque – explicó Francisco – "la tristeza no es una actitud cristiana". Pero, ¿cómo no estar tristes? "Contra la tristeza – dijo el Santo Padre – en la oración (...) hemos pedido al Señor que mantenga en nosotros la juventud renovada del Espíritu”. Y aquí el Espíritu Santo entra en el campo porque es Él quien hace que exista en nosotros esa juventud que siempre nos renueva.
Un cristiano triste no va
Un santo decía: Un santo triste es un triste santo. Así – prosiguió el Papa – "un cristiano triste es un triste cristiano: no va”. El Espíritu Santo es el que nos hace capaces de llevar las cruces y nos trae el ejemplo de Pablo y Silas en la primera lectura de hoy, tomada de los Hechos de los Apóstoles que, encadenados, cantaban himnos a Dios. El Espíritu Santo renueva todo. "El Espíritu Santo – dijo Francisco – es el que nos acompaña en la vida, el que nos sostiene", es el Paráclito. Y comentó: "¡Pero qué nombre extraño!” y recordó cuando, siendo sacerdote en una misa de niños un domingo de Pentecostés, les había preguntado si sabían quién es el Espíritu Santo. Y un niño le había respondido: el paralítico. Y muchas veces nosotros también "pensamos que el Espíritu Santo es un paralítico, que no hace nada...".
Paráclito: la palabra paráclito significa "aquel que está a mi lado para sostenerme" para que yo no caiga, para que siga adelante, para que conserve esta juventud del Espíritu. El cristiano siempre es joven: siempre. Y cuando el corazón del cristiano comienza a envejecer, comienza a disminuir su vocación de cristiano. O eres joven de corazón, de alma, o no eres plenamente cristiano.
“ O eres joven de corazón, de alma, o no eres plenamente cristiano ”
El diálogo diario con el Espíritu nos hace avanzar
Francisco continuó diciendo que en la vida habrá dolores, Pablo y Silas habían sido golpeados y sufrían, "pero estaban llenos de alegría, cantaban....".
Ésta es la juventud. Una juventud que siempre te hace mirar la esperanza: esto, ¡adelante! Pero para tener esta juventud necesitamos un diálogo cotidiano con el Espíritu Santo, que está siempre junto a nosotros. Es el gran don que Jesús nos ha dejado: este soporte, que te hace ir adelante.
El pecado envejece el alma, el Espíritu nos hace jóvenes
Y aunque somos pecadores, el Espíritu nos ayuda a arrepentirnos y nos hace mirar hacia delante: "Habla con el Espíritu – dijo el Papa – Él te apoyará y te devolverá tu juventud". El pecado, en cambio, envejece: "El alma envejece, todo envejece". Y subrayó nuevamente: "Nunca más esta tristeza pagana". En la vida hay momentos difíciles, pero en estos momentos "se siente que el Espíritu nos ayuda a avanzar (...) y a superar las dificultades. También el martirio". Y concluyó diciendo:
"Pidamos al Señor que no perdamos esta juventud renovada, que no seamos cristianos retirados que han perdido su alegría y no se dejan llevar adelante... El cristiano nunca se retira; el cristiano vive, vive porque es joven, cuando es un verdadero cristiano".
¿Qué es la inhabitación trinitaria?
Los teólogos han tratado de explicar las misiones invisibles de las Personas divinas y de la inhabitación trinitaria
Propiamente se llama "inhabitación trinitaria" al misterio por el cual la Santísima Trinidad habita en el corazón de la persona que está en gracia (es decir, sin pecado mortal).
1. Lo dice el mismo Señor: Jn 14,23: Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. Y San Pablo: Ef 3,17: Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. Igualmente leemos en el Apóstol San Juan: 1 Jn 4,12-13, 15-16: A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.... Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
En algunos lugares se habla de la presencia del Hijo, en otros de la del Espíritu Santo; en otros del Padre y del Hijo. Evidentemente que el hablar de una de las divinas Personas entraña la referencia a las otras dos, pues confesamos en nuestra fe, como dice hermosamente el Símbolo Atanasiano: “la fe católica es que veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir ni separar las sustancias. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra también la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad. Cual el Padre, tal el Hijo, tal también el Espíritu Santo..., etc., El que quiera salvarse, así ha de sentir de la Trinidad” (Dz 39-40).
2. Ya los Santos Padres insistieron en la presencia de Dios Trino en el alma del justo; aunque a veces sólo refiriéndose a una de las personas. Ignacio de Antioquía gustaba en llamarse “Theóforos”, portador de Dios; o también “Cristóforos”, portador de Cristo. San Ireneo frecuentemente nos recuerda que el Hijo enviado por el Padre, nos revela al Padre en nuestro interior. Los Padres Griegos enseñan comúnmente que ni los hombres ni los ángeles pueden ser justificados, santificados y deificados sino por la participación en las personas divinas. Y se podrían citar numerosísimos testimonios.
3. Los teólogos han hablado, tratando de explicar estos hermosísimos datos, de las misiones invisibles de las Personas divinas y de la inhabitación trinitaria. Las divinas personas se hacen presentes al alma por donación y misión: el Padre, al ser Principio sin principio, no puede ser enviado por nadie y, por tanto, se nos dona a Sí mismo a nosotros; el Hijo, como tiene al Padre por principio, es “enviado” (eso quiere decir “misión”) por el Padre; finalmente el Espíritu Santo, al tener como principios al Padre y al Hijo, es enviado por la primera y la segunda Personas de la Trinidad.
4. Santo Tomás explica: “Las Personas divinas no pueden ser poseídas por nosotros sino o para gozarlas (fruirlas) de modo perfecto, lo cual se da en el estado de la Gloria del cielo; o para gozarlas de modo imperfecto, lo cual se da en esta vida por la gracia santificante” (I Sent., d.14, q.2, a.2, ad 2). ¡Para que gocemos de su presencia y con su presencia y posesión! Qué impresionante y qué riqueza extraordinaria significa esto. Si cada una de las divinas Personas son nuestras ¡y para gozarlas! ¿cómo no lo será todo lo demás? ¿qué podemos temer? ¿qué nos puede faltar? De modo muy hermoso San Juan de Ávila ponía en boca de Cristo algo semejante: “Yo (soy) vuestro Padre por ser Dios, yo vuestro primogénito hermano por ser hombre. Yo vuestra paga y rescate, ¿qué teméis deudas, si vosotros con la penitencia y la Confesión pedís suelta de ellas? Yo vuestra reconciliación, ¿qué teméis ira? Yo el lazo de vuestra amistad, ¿qué teméis enojo de Dios? Yo vuestro defensor, ¿qué teméis contrarios? Yo vuestro amigo, ¿qué teméis que os falte cuanto yo tengo, si vosotros no os apartáis de Mí? Vuestro mi Cuerpo y mi Sangre, ¿qué teméis hambre? Vuestro mi corazón, ¿qué teméis olvido? Vuestra mi divinidad, ¿qué teméis miserias? Y por accesorio, son vuestros mis ángeles para defenderos; vuestros mis santos para rogar por vosotros; vuestra mi Madre bendita para seros Madre cuidadosa y piadosa; vuestra la tierra para que en ella me sirváis, vuestro el cielo porque a él vendréis; vuestros los demonios y los infiernos, porque los hollaréis como esclavos y cárcel; vuestra la vida porque con ella ganáis la que nunca se acaba; vuestros los buenos placeres porque a Mí los referís; vuestras las penas porque por mi amor y provecho vuestro las sufrís; vuestras las tentaciones, porque son mérito y causa de vuestra eterna corona; vuestra es la muerte porque os será el más cercano tránsito a la vida. Y todo esto tenéis en Mí y por Mí; porque lo gané no para Mí solo, ni lo quiero gozar yo solo; porque cuando tomé compañía en la carne con vosotros, la tomé en haceros participantes en lo que yo trabajase, ayunase, comiese, sudase y llorase y en mis dolores y muertes, si por vosotros no queda. ¡No sois pobres los que tanta riqueza tenéis, si vosotros con vuestra mala vida no la queréis perder a sabiendas!” (Epístola 20).
El Espíritu Santo “nos educa en la lógica del amor acogedor”
Saludo a los cristianos árabes
MAYO 29, 2019 12:20 LARISSA I. LÓPEZAUDIENCIA GENERAL
(ZENIT – 29 mayo 2019).-”El Señor nos invita a abrir nuestros corazones al don del Espíritu Santo, para guiarnos por los caminos de la historia. Él, día a día, nos educa en la lógica del evangelio, la lógica del amor acogedor, ‘enseñándonos todo’ y ‘recordándonos todo lo que Señor nos dijo'”. Estas son las palabras que el Santo Padre ha dirigido a los peregrinos de lengua árabe.
Hoy, 29 de mayo de 2019, durante la tradicional audiencia general de los miércoles, el Papa Francisco ha saludado a los cristianos árabes, en particular a los procedentes de Medio Oriente. Al final de sus palabras, el Pontífice les ha bendecido.
En esta catequesis el Obispo de Roma ha comenzado el nuevo ciclo sobre los Hechos de los Apóstoles, un libro escrito por san Lucas que narra la difusión del evangelio a través de dos protagonistas: la Palabra de Dios y el Espíritu Santo.
MAYO 29, 2019 12:20 AUDIENCIA GENERAL
“Dios se manifiesta en el hoy de la historia” – Palabras del Papa en español
Vivir el presente sin temor
MAYO 29, 2019 10:09 LARISSA I. LÓPEZ AUDIENCIA GENERAL
(ZENIT –29 mayo 2019).- “El Resucitado hace que vivamos el tiempo presente sin temor ante lo que acontecerá, porque Dios se manifiesta en el hoy de la historia y nos invita a reconocerle allí”, ha señalado Francisco en relación al tiempo litúrgico que vivimos y la revelación de Dios en nuestra realidad.
En la audiencia general de hoy, 29 de mayo de 2019, el Papa Francisco ha comenzado una serie de catequesis sobre el Libro de los Hechos de los Apóstoles.
Fuerza misionera
Igualmente, el Santo Padre añadió que el Resucitado “nos enseña a no fabricarnos una misión particular a nuestra medida”, sino a pedir en oración al Padre “que nos dé la fuerza misionera para llegar a todo el mundo y vivir en comunión con los hermanos”.
La Palabra de Dios y el Espíritu Santo
Refiriéndose al inicio del ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, el Papa explicó que se trata de un libro escrito por san Lucas que narra la difusión del evangelio a través de dos protagonistas: la Palabra de Dios y el Espíritu Santo.
“La Palabra de Dios es dinámica y eficaz; y a través del Espíritu Santo purifica la palabra humana, haciéndola portadora de vida, capaz de inflamar los corazones, derribar muros y abrir nuevas vías de entendimiento y de fraternidad”, subrayó el Pontífice.
Partícipes de la voluntad salvífica
Además, indicó el Papa, este libro relata la sobreabundancia de la vida del Resucitado en la Iglesia. El bautismo en el Espíritu Santo nos introduce en comunión personal con Dios y posibilita que formemos parte de su voluntad salvífica “adquiriendo la capacidad de pronunciar una palabra que sea limpia, libre, eficaz, llena de amor a Dios y a los demás”, declaró el Obispo de Roma.
MAYO 29, 2019 10:09 AUDIENCIA GENERAL