Que el amor nos haga seguirle

Ascensión del Señor

Solemnidad, 2 de junio de 2019

Solemnidad Litúrgica

Martirologio Romano: Solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, el cual, cuarenta días después de la Resurrección, fue elevado al Cielo delante de sus discípulos, para sentarse a la derecha del Padre, hasta que venga en su gloria para juzgar a vivos y muertos. 

En las Sagradas Escrituras

Hch 1,1-11:
"En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó:
- 'No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.'
Ellos lo rodearon preguntándole:
- 'Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?' Jesús contestó:
- 'No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.'
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
- 'Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.'"


Ef 1,17-23:
"Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos".

Lc 24,46-53:
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- 'Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.'
Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo).
Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios".

Testigos de la Resurrección del Señor

¡Que alegría y tranquilidad nos da el saber que el Señor está vivo entre nosotros!

Nuestro mundo de hoy está muy necesitado de buenos ejemplos. Siempre escuchamos noticias sobre robos, abusos, crímenes, y cosas así. Pero, ¡cuánta falta nos hace escuchar y ver testimonios de personas que verdaderamente creen en el Señor y están dispuestos a llevarlo a conocer a todas las criaturas. ¿Cuántas personas dependerán de tu buen ejemplo, de tu testimonio como cristiano? El Señor invitó sus apóstoles y discípulos a ser testigos de su Resurrección. A nosotros también nos invita a imitarlos.
¡Qué momentos más intensos están viviendo los discípulos que iban de camino a Emaús y los apóstoles del Señor! ¡Qué amorosos encuentros tienen con su Señor Resucitado!

En esta ocasión, se encontraban ya los discípulos que habían ido a Emaús contando todo lo que les sucedió, hasta que descubrieron al Señor al partir el pan. De pronto, el mismo Señor se hace presente. ¡Qué susto, qué desconcierto y qué temor los invadió! Sin embargo, ante la aparición amorosa del Resucitado, del Señor de la Vida, de su Maestro, se van tranquilizando pues Él, lleno de sabiduría y comprensión les invita a que no tengan miedo. Y Él continua paciente y dulcemente, ayudándoles para que el temor y la incredulidad fueran desapareciendo. ¡Tan sensible es el Señor que ayuda a cada uno de sus apóstoles y discípulos presentes a que se tranquilicen!

Entonces les muestra sus manos y sus pies. Los apóstoles ven las heridas de los clavos… ¡Qué felicidad va llenando los corazones de estos desconcertados amigos íntimos del Señor que van, poco a poco, reconociendo que era verdad todo lo que su Maestro les había anunciado con anterioridad. ¡El Señor ha Resucitado! ¡Era verdad todo lo que les había dicho! ¿Cómo vibraría el corazón de Pedro, el primer Papa, cuando volvió a encontrarse con su Señor? ¿Y qué decir de Juan, aquél apóstol lleno de sensibilidad y cercanía con el Señor? Pues bien, todos fueron serenándose. Contemplaban ante ellos al mismo Hijo de Dios, a su Maestro y Señor, a su Amigo, a su hermano amoroso, que había muerto y resucitado.

Y el Señor, después de confortarlos y animarlos, les dice: "Ustedes son testigos de esto (de su pasión, de su muerte y de su resurrección)". Él los invita a que lleven a todo el mundo el testimonio que ellos presenciaron. ¡El Señor está vivo! ¡Ha vencido a la muerte! ¡Venció a las tinieblas! ¡Nos ha abierto las puertas del Cielo!

Desde ese día los apóstoles estarían preparándose para lanzarse a todo el mundo a predicar el Evangelio, a predicar que era verdad que Jesús había resucitado de entre los muertos. Esperarán pacientemente a que el Espíritu Santo les ilumine para lanzarse al apostolado.

Quien es testigo de la grandeza y del amor de Dios querrá llevarlo a conocer a todas partes. ¡Esta es la vocación del cristiano! ¡Esta es nuestra propia vocación!

La vocación de todo cristiano ha de ser la de su propia santificación personal y la del apostolado. La santificación personal consiste en ser cada día más semejantes a Jesucristo, quien es nuestro Camino, la Verdad y la Vida. Será santo quien viva en amistad con Dios por medio de la gracia santificante, y se esfuerce día a día por ser mejor y parecerse más a su maestro.

Y la vocación al apostolado es la de llevar la buena nueva a todos los hombres. Todos estamos llamados a hacerlo.

Quien se considere verdaderamente cristiano ha de esforzarse por mantenerse cada día en amistad con Dios. No permitas, pues, que nada ni nadie te separe de Nuestro Señor. No permitas que el pecado te aparte del Señor.

La comodidad es uno de los grandes enemigos que posee el apóstol. Si tu estás convencido que has recibido la vocación de cristiano a llevar la buena nueva a los demás, lucha pacientemente contra la comodidad. Que tu amor a Dios y a las almas sea más fuerte que esa comodidad.

Los cristianos tenemos la gran vocación de ser testigos de la Resurrección del Señor, que nos propone lograr nuestra santificación personal que es mantener la amistad con el Señor, y a llevarlo a todo el mundo.

Papa: "Transformar el rencor en oportunidad de comunión"

En su segundo día del viaje a Rumanía, ha celebrado, la misa en el Santuario Mariano de Sumuleu-Ciuc
Sentido de los santuarios

El Papa, al inicio de la homilía saludó a todos los asistentes y les recordó que los santuarios son “lugares casi “sacramentales” de una Iglesia hospital de campaña, guardan la memoria del pueblo fiel que en medio de sus tribulaciones no se cansa de buscar la fuente de agua viva donde refrescar la esperanza. Son lugares de fiesta y celebración, de lágrimas y petición”.

Los santuarios marianos son lugares de encuentro con María, y para que ella “nos lleve a aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6)”.

La peregrinación anual a este Santuario -observa- "pertenece al legado de Transilvania, pero también honra las tradiciones religiosas rumanas y húngaras; también hay fieles de otras confesiones y es un símbolo de diálogo, unidad y fraternidad".

María nos ayuda a sanar la historia

La virgen María canta la misericordia del Señor. Por eso debemos pedir su intercesión "para que no nos dejemos robar la fraternidad por las voces y heridas que alimentan la división y la fragmentación. Los complejos y tristes acontecimientos del pasado no deben ser olvidados ni negados, pero tampoco pueden ser un obstáculo o un argumento para impedir una ansiada convivencia fraterna”.

Peregrinar con Jesús y con el pueblo

Para el Papa Francisco, “Peregrinar significa sentirse convocados e impulsados a caminar juntos pidiéndole al Señor la gracia de transformar viejos y actuales rencores y desconfianzas en nuevas oportunidades para la comunión; es desinstalarse de nuestras seguridades y comodidades en la búsqueda de una nueva tierra que el Señor nos quiere regalar”.

El Papa añade: “Peregrinar es vivir juntos… no tener miedo a mezclarnos, encontrarnos y ayudarnos”... Es creerle al Señor que viene y que está en medio de nosotros promoviendo e impulsando la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad y justicia”.

Luchar por los rezagados

El Papa subraya que, en la peregrinación por la vida, lo importante no es “lo que podría haber sido —y no fue- “, sino “creerle al Señor que viene y que está en medio de nosotros promoviendo e impulsando la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad y justicia”.

De aquí surge el compromiso de luchar para que “los rezagados de ayer, sean los protagonistas del mañana, y los protagonistas de hoy no se vuelvan los rezagados del mañana” … “Por eso estamos aquí para decir juntos: Madre enséñanos a hilvanar el futuro”.

El misterio de la elección de Dios

El peregrinar a este santuario, “nos hace volver la mirada a María y al misterio de la elección de Dios. Ella, una muchacha de Nazaret, pequeña localidad de Galilea, en la periferia del imperio romano y también en la periferia de Israel, con su “sí” fue capaz de poner en marcha la revolución de la ternura... El misterio de la elección de Dios que pone sus ojos en lo débil para confundir a los fuertes nos impulsa y anima también a nosotros a decir sí, como ella, para transitar los senderos de la reconciliación”.

Al que arriesga, el Señor no lo defrauda

Al finalizar su homilía, el Papa invitó a todos: “Caminemos y caminemos juntos dejando que sea el Evangelio la levadura que lo impregne todo y regale a nuestros pueblos la alegría de la salvación”.

En la Casa Jakab Antal Haz

Después de celebrar la eucaristía, el Papa y su comitiva se dirigieron hacia la casa Jakab Antal Haz, administrada por Cáritas diocesana de Alba Julia, situada a unos diez minutos, en coche, del lugar donde se celebró la misa.

El Santo Padre saludó y bendijo a un grupo de personas con discapacidades en la casa arquidiocesana Jakab Antal. Después del almuerzo, volará en helicóptero al aeropuerto Mure? de Târgu con su séquito. Desde aquí volará a Iasi. El inicio del encuentro mariano con los jóvenes y las familias, en la plaza del Palacio de la Cultura, está previsto hacia las 17.30 horas.

El Papa Ha Presidido La Beatificación De 7 Nuevos Mártires Rumanos © Vatican Media

Beatificación en Rumanía: El Papa llama a ser “testigos de libertad y de misericordia” contra las “nuevas ideologías”

Homilía en la beatificación de 7 mártires rumanos

JUNIO 02, 2019 11:57 ROSA DIE ALCOLEATESTIMONIOS DE LA FE, VIAJES PONTIFICIOS

(ZENIT – 2 junio 2019).- “Que seáis testigos de libertad y de misericordia“: El Santo Padre ha exhortado en la beatificación de los 7 mártires rumanos a “llevar la luz del Evangelio a nuestros contemporáneos” y “a seguir luchando, como estos beatos, contra estas nuevas ideologías que surgen”.

“Nos toca a nosotros luchar ahora como tocó a ellos en aquellos tiempos”, ha invitado a las 60.000 personas que han participado en la ceremonia, este domingo, 2 de junio de 2019, en el Campo de la libertad, en Blaj, mientras otras 20.000 personas han seguido la celebración a través de las pantallas instaladas en el centro de la ciudad rumana, según las autoridades locales.

El Pontífice ha destacado dos virtudes de los nuevos beatos, martirizados en los años de régimen comunista en Rumanía, de 1950 a 1970: la libertad y la misericordia, preciosa herencia que han dejado al pueblo rumano.

Amor ejemplar hacia su pueblo

Francisco, ha hecho una mención especial al nombre del lugar de la celebración: “Campo de la libertad”, y ha comentado que “Ante la feroz opresión del régimen”, los siete obispos greco-católicos “manifestaron una fe y un amor ejemplar hacia su pueblo”, ha indicado. “Con gran valentía y fortaleza interior, aceptaron ser sometidos a un encarcelamiento severo y a todo tipo de ultrajes, con tal de no negar su pertenencia a su amada Iglesia”.

Pensando en la libertad, no puedo dejar de observar que estamos celebrando la Divina Liturgia en el “Campo de la Libertad”. Este lugar significativo evoca la unidad de vuestro Pueblo que se ha realizado en la diversidad de las expresiones religiosas. (…) Los nuevos beatos sufrieron y dieron su vida, oponiéndose a un sistema ideológico que rechazaba la libertad y coartaba los derechos fundamentales de la persona humana.

El otro aspecto subrayado por el Pontífice de la “herencia espiritual” de los nuevos beatos es la misericordia. “Ellos compaginaban la tenacidad de profesar la fidelidad a Cristo con una disposición al martirio sin palabras de odio hacia los que los perseguían, ante los que demostraron una profunda mansedumbre”.

Nuevas ideologías

En este contexto, el Papa ha advertido que también hoy reaparecen “nuevas ideologías” que, “de forma sutil, buscan imponerse y desarraigar a nuestros pueblos de sus más ricas tradiciones culturales y religiosas”.

Estas “colonizaciones ideológicas” desprestigian el valor de la persona, de la vida, del matrimonio y la familia y “dañan con propuestas alienantes, tan ateas como en el pasado”, especialmente a nuestros jóvenes y niños “dejándolos desprovistos de raíces desde donde crecer”.

Así, el Santo Padre ha exhortado a todos los presentes a “llevar la luz del Evangelio a nuestros contemporáneos” y “a seguir luchando, como estos beatos, contra estas nuevas ideologías que surgen”. “Nos toca a nosotros luchar ahora como tocó a ellos en aquellos tiempos”, ha anunciado.

“Que seáis testigos de libertad y de misericordia, haciendo prevalecer la fraternidad y el diálogo ante las divisiones, incrementando la fraternidad de la sangre, que encuentra su origen en el periodo de sufrimiento en el que los cristianos, dispersos a lo largo de la historia, se han sentido cercanos y solidarios”.

***

Homilía del Papa Francisco

«Maestro ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» (Jn9,2). Esta pregunta de los discípulos a Jesús desencadena una serie de movimientos y acciones que acompañará todo el relato evangélico desvelando y dejando en evidencia lo que realmente enceguece el corazón humano.

Jesús, al igual que sus discípulos, ve al ciego de nacimiento, es capaz de reconocerlo y ponerlo al centro. Después de aclarar que su ceguera no era fruto del pecado mezcla el polvo de la tierra con su saliva y lo pone en sus ojos; luego le ordena lavarse en la piscina de Siloé. Cuando se lavó, el ciego recobró la vista. Es interesante notar cómo el milagro se narra en apenas dos versículos, en los demás se pone la atención no en el ciego recuperado, sino en las discusiones que desencadena. Parece que su vida y especialmente su curación se vuelve banal, anecdótica o elemento de discusión, así como de irritación y enojo. El ciego sanado es interrogado en un primer momento por la multitud estupefacta, después por los fariseos; y estos interrogan también a sus padres. Ponen en duda la identidad del hombre sanado; posteriormente niegan la acción de Dios, poniendo como excusa que Dios no actúa en sábado; llegan incluso a dudar que aquel hombre naciera ciego.

Toda la escena y las discusiones revelan lo difícil que resulta comprender las acciones y prioridades de Jesús, capaz de poner en el centro a aquel que estaba en la periferia, especialmente cuando se piensa que el primado lo tiene “el sábado” y no el amor del Padre que busca que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm2,4); el ciego tenía que convivir no sólo con su ceguera sino también con la de aquellos que lo rodeaban. Así son las resistencias y hostilidades que surgen en el corazón humano cuando, al centro, en vez de encontrar personas, se ponen intereses particulares, rótulos, teorías, abstracciones e ideologías, que lo único que logran es enceguecer todo a su paso. En cambio, la lógica del Señor es diferente, lejos de esconderse en la inacción o la abstracción ideológica, busca a la persona con su rostro, con sus heridas e historia. Va a su encuentro y no se deja embaucar por discursos incapaces de priorizar y poner en el centro lo realmente importante.

Estas tierras conocen bien el sufrimiento de la gente cuando el peso de la ideología o de un régimen es más fuerte que la vida y se antepone como norma a la misma vida y a la fe de las personas; cuando la capacidad de decisión, la libertad y el espacio para la creatividad se ve reducido y hasta cancelado (cf. Carta enc. Laudato si’, 108). Vosotros habéis sufrido los discursos y acciones basados en el desprestigio que llevan hasta la expulsión y aniquilación de quien no puede defenderse y hacen callar las voces disonantes. Pensamos de manera particular en los siete obispos greco-católicos que he tenido la alegría de proclamar beatos. Ante la feroz opresión del régimen, ellos manifestaron una fe y un amor ejemplar hacia su pueblo. Con gran valentía y fortaleza interior, aceptaron ser sometidos a un encarcelamiento severo y a todo tipo de ultrajes, con tal de no negar su pertenencia a su amada Iglesia. Estos pastores, mártires de la fe, han recuperado y dejado al pueblo rumano una preciosa herencia que podemos resumir en dos palabras: libertad misericordia.

Pensando en la libertad, no puedo dejar de observar que estamos celebrando la Divina Liturgia en el “Campo de la Libertad”. Este lugar significativo evoca la unidad de vuestro Pueblo que se ha realizado en la diversidad de las expresiones religiosas. Esto constituye un patrimonio espiritual que enriquece y caracteriza la cultura y la identidad nacional rumana. Los nuevos beatos sufrieron y dieron su vida, oponiéndose a un sistema ideológico que rechazaba la libertad y coartaba los derechos fundamentales de la persona humana. En aquel periodo triste, la vida de la comunidad católica fue sometida a una dura prueba por un régimen dictatorial y ateo: todos los obispos y muchos fieles de la Iglesia Greco-Católica y de la Iglesia Católica de rito latino fueron perseguidos y encarcelados.

El otro aspecto de la herencia espiritual de los nuevos beatos es la misericordia. Ellos compaginaban la tenacidad de profesar la fidelidad a Cristo con una disposición al martirio sin palabras de odio hacia los que los perseguían, ante los que demostraron una profunda mansedumbre. Es elocuente lo que el Obispo Iuliu Hossu declaró durante la prisión: «Dios nos ha enviado a estas tinieblas del sufrimiento para dar el perdón y rezar por la conversión de todos». Estas palabras son el símbolo y la síntesis de la actitud con la que estos beatos en el periodo de la prueba sostuvieron a su pueblo en la confesión continua de la fe sin fisuras ni represalias. Esta actitud de misericordia hacia los torturadores es un mensaje profético, porque se presenta hoy como una invitación a todos para superar el rencor con la caridad y el perdón, viviendo la fe cristiana con coherencia y valentía.

Queridos hermanos y hermanas: También hoy reaparecen nuevas ideologías que, de forma sutil, buscan imponerse y desarraigar a nuestros pueblos de sus más ricas tradiciones culturales y religiosas. Colonizaciones ideológicas que desprestigian el valor de la persona, de la vida, del matrimonio y la familia (cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 40) y dañan con propuestas alienantes, tan ateas como en el pasado, especialmente a nuestros jóvenes y niños dejándolos desprovistos de raíces desde donde crecer (cf. Exhort. ap. Christus vivit, 78); y entonces todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses inmediatos empujando a las personas a aprovecharse de otras y a tratarlas como meros objetos (cf. Exhort. ap. Laudato si’, 123-124). Son voces que, sembrando miedo y división, buscan cancelar y sepultar el más rico de los legados que estas tierras vieron nacer. Pienso por ejemplo al Edicto de Torda en 1568 que sancionaba todo tipo de radicalismo y promovía por primera vez en Europa un acta de tolerancia religiosa.

Deseo animaros a llevar la luz del Evangelio a nuestros contemporáneos y a seguir luchando, como estos beatos, contra estas nuevas ideologías que surgen. Nos toca a nosotros luchar ahora como tocó a ellos en aquellos tiempos. Que seáis testigos de libertad y de misericordia, haciendo prevalecer la fraternidad y el diálogo ante las divisiones, incrementando la fraternidad de la sangre, que encuentra su origen en el periodo de sufrimiento en el que los cristianos, dispersos a lo largo de la historia, se han sentido cercanos y solidarios. Que os acompañen en vuestro camino la materna protección de la Virgen María y la intercesión de los nuevos beatos. © Librería Editorial Vaticano

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