Lo que se diga de más, viene del maligno


Santa Germana Cousin

Celebrado El 15 De Junio

Esta santa «sin historia», como se la denomina, es otra de las doctoras en el modo admirable y heroico de asumir el anonadamiento espiritual y el perdón. Un ejemplo de vida oculta en Cristo. Pasó su existencia sin realce social ni intelectual. Deforme de nacimiento, despreciada, maltratada, abandonada de los suyos, humillada, y destinada a vivir con los animales, en ese calvario cotidiano, que llevada de su amor a Dios le ofrecía, se labró su morada eterna en el cielo. Y de eso se trata. Algunas pinceladas de su biografía se reconstruyeron en diciembre de 1644, casi medio siglo después de su muerte, cuando se abrió la tumba para enterrar a una parroquiana y hallaron su cuerpo incorrupto. Dos vecinos, que tenían ya cierta edad y habían sido contemporáneos de la joven, echaron mano de su memoria y dieron pistas para identificarla.

Había nacido en Pibrac, Francia, hacia 1579 porque se piensa que falleció en 1601 cuando tenía 22 años. Su deceso se produjo en completa soledad, como había vivido, en el establo y sobre un camastro de rudos sarmientos, acompañada del ganado que custodiaba. Era hija de Laurent Cousin, quien al enviudar de la madre de Germana, Marie Laroche, que falleció cuando aquélla tenía unos 5 años, contrajo matrimonio –era el cuarto para él– con Armande Rajols. Y ésta fue una auténtica madrastra para la pequeña; no tuvo ni un ápice de compasión con la niña. Germana había nacido con una pésima salud. Padecía escrófula y presentaba evidente deformidad en una de sus manos. Ante la pasividad de su padre, Armande la maltrató cruelmente ideando formas despiadadas para infligirle el mayor daño posible. Al final, la separó de su hogar, le vetó el acceso a sus hijos y la destinó al cuidado de las ovejas con las que conviviría hasta el final. Tenía 9 años cuando comenzaron a enviarla a pastorear en la montaña, seguramente con la idea de ir borrando el recuerdo de su existencia, o hacerla desaparecer bajo las fauces de los lobos. Arrinconada, considerada una nulidad para cualquier acción por sencilla que fuera, Germana tuvo dos ángeles tutelares: una iletrada sirvienta de su familia, Juana Aubian, y el párroco de la localidad, Guillermo Carné. La primera volcó en ella sus entrañas de piedad hasta donde le fue posible ya que, en cuanto vieron que podía medio valerse por sí misma, la enviaron al establo. El excelso patrimonio que Juana le legó fue hablarle del Dios misericordioso. A su vez el sacerdote, hombre sin duda virtuoso y clarividente, juzgó que se hallaba ante una elegida del cielo por los signos que apreciaba en ella: bondad, espíritu de mansedumbre, y una inocencia evangélica tal que infundía una alegría ciertamente sobrenatural. La mísera ración de comida, mendrugos de pan que le echaban a cierta distancia en prevención de un eventual contagio, la compartía con los indigentes. Ni siquiera esta muestra de compasión consintió la madrastra, y un día la persiguió para darle público escarmiento. Cuando en presencia del vecindario le arrebató violentamente el delantal donde guardaba su esquilmada provisión para los pobres, quedó impactada por el prodigio que se obró en ese mismo instante. Todos vieron cómo se desprendía del modesto mandil una cascada de flores silvestres bellísimas en una estación impropia para su nacimiento y en un entorno en el que no solían brotar, anegando el suelo con sus brillantes colores.

Laurent despertó un día de su cobarde letargo y ofreció a Germana volver al hogar. La joven agradeció la invitación paterna, pero eligió seguir en el cobertizo. Oraba cotidianamente por la conversión de Armande, que no terminó de conquistar esta gracia hasta poco antes de morir. El párroco acogió a la santa como catequista de los niños que entendían maravillosamente las verdades de la fe a través de los ejemplos que ponía. Era asidua a la misa, rezaba el rosario y no podía evitar que fueran haciéndose extensivos los hechos milagrosos obrados a través de ella, y que ya en vida le dieron fama de santidad. Uno de estos se produjo nada más morir el 15 de junio de 1601, y fue contemplado por varios religiosos que se hallaban de paso en Pibrac.

Vieron doce formas blancas que se elevaban hacia el cielo dando escolta a una joven vestida de blanco; llevaba la frente ceñida con una corona de flores. Al descubrir que había fallecido, todos supusieron que era Germana que entraba en la eternidad. Fue enterrada en la iglesia, lugar en el que siguieron multiplicándose los milagros. Los partidarios de la Revolución intentaron destruir sus restos echándoles cal viva. Pero en el siglo XVIII volvieron a hallar su cuerpo incorrupto. Pío IX la beatificó el 7 de mayo de 1854, y la canonizó el 29 de junio de 1867.

Pureza de intención

Santo Evangelio según San Mateo 5, 33-37. Sábado X del tiempo ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, vengo ante Ti para pasar este momento de oración en tu presencia. Quiero estar contigo. Necesito de Ti. Dame la gracia de conocerte un poco más en esta oración. Ayúdame a ser una persona honesta y con pureza de intención.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 5, 33-37



En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.

Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno”.

Palabra del Señor.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



En el Evangelio de hoy se nos habla claramente de no jurar, ni por el cielo, ni por la tierra, ni mucho menos por Dios mismo. Puede pasar que, en ocasiones, se nos presenta la oportunidad de jurar por algo en una determinada circunstancia, solamente para librarnos de algo, como un regaño, o porque queremos dejar bien claro alguna cosa. Hoy el Señor nos habla y dice: «hijo/a es momento de llamar las cosas por su nombre y vivir en una constante pureza de intención.» La pureza de intención se va viviendo en el día con día, haciendo, sobre todo, ese ejercicio de sinceridad en medio de las dificultades. Lo que ayuda es pensar que Dios lo ve todo y que ve nuestra pureza de intención, sólo que es obvio que depende de cada uno de nosotros.

«La enseñanza que Jesús nos da hoy nos ayuda a recobrar lo que es esencial en nuestras vidas y favorece una relación concreta y cotidiana con Dios. Hermanos y hermanas, las balanzas del Señor son diferentes a las nuestras. Pesa de manera diferente a las personas y sus gestos: Dios no mide la cantidad sino la calidad, escruta el corazón, mira la pureza de las intenciones.»
(Homilía de S.S. Francisco, 11 de noviembre de 2018).



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Dios mío, ayúdame a ser una persona que sepa vivir en una pureza de intención. Te pido por esas personas que se han habituado a mentir y jurar en vano.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En esta semana, o lo que queda de ella, haré ese ejercicio de pureza de intención. En los momentos en que me sienta tentado a jurar en vano pediré la intercesión de la Santísima Virgen María, ella que supo llevar su vida en una constante pureza de intención.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.



¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


8 claves para permanecer en presencia de Dios

Lo importante es la pureza de intención que tengas, ese deseo auténtico de unirte a Dios, de decirle “aquí estoy”

Existen muchas maneras de buscar la unión con Dios. Sin querer acabar toda la espiritualidad en este artículo, les comparto 8 acciones que nos ayudarán a buscar a Dios en lo cotidiano y a unirnos a Él sea donde sea o hagamos lo que hagamos.

La clave de lectura de estos consejos está en la intención, es decir, en un corazón que quiere corresponder a Dios, en ese deseo de acercarse a Él y ofrecerle lo que tiene, aunque sean solo dos minutos. Verás que tu vida “rutinaria” irá cambiando, que Dios irá permeando tus costumbres. Estarás dejándote moldear por Dios.

1. Meditación

Hablar de meditación puede asustar incluso a los más veteranos en la vida espiritual. Y es que no hablamos de yoga, reiki o similares, aquí hablamos de la oración, el diálogo entre dos personas en la unidad del amor. Es como cuando hablas con tu papá o tu mamá, pero esto es con Dios. Sí, es un diálogo. Pero no necesitas muchas palabras, basta abrirle el corazón al Señor que ya sabe lo que te sucede. Hablamos principalmente de cinco tipos de oración: bendición, adoración, petición e intercesión, acción de gracias y alabanza. Te recomiendo que dediques unos 30 minutos al día para esto. De preferencia por la mañana, antes de hacer cualquier otra cosa, así permeas todo tu ser y hacer de Dios. ¡Este será tu momento para Él! Lo importante es saberte buscado, esperado, amado por Él. ¡Ahh!, también deberás aceptar los momentos de silencio de Dios: cuando no te habla y parece alejarse, esas ocasiones son las mejores para unirse a Él con fe verdadera.

«Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mateo 6,6).

2. Santo Rosario

Cuando el hombre está contento y agradecido suele ofrecer rosas a la “mujer más hermosa del mundo” (su madre o su esposa). El rosario es lo mismo pero con nuestra Madre del Cielo, la Santísima Virgen María. A diario podemos ofrecerle nuestras oraciones como un ramo de flores que luego ella lleva a su Hijo Jesucristo. De esta forma la Madre intercede por sus hijos. Es un alago, una caricia, una sonrisa que se eleva al Cielo y nos acerca muchísimas gracias. Ese es el santo rosario. Se me ponen los pelos de punta al solo pensar en cuántos murieron con su rosario en la mano, dando la vida por Jesús a través de la intercesión de María. Cuántos otros sufrieron persecuciones y allí estaban rezando un misterio tras otro. Cuántos más se vieron libres de las ataduras del demonio al solo pronunciar el Inmaculado nombre de María.

«No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, será llamado Hijo de Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 30-33).

3. Lectura Espiritual

Consiste en leer un libro espiritual durante 15 o 30 minutos al día. Puede ser la vida de un santo, los escritos del papa, libros sobre la oración, los sacramentos, etc,. Siempre que sea una lectura “espiritual”. Esta práctica no sustituye la lectura diaria de la Biblia que incluso podemos hacer en la meditación de la mañana, pero si será una gran oportunidad de abrir tu mirada a la obra espiritual de la Iglesia. Debes tener cuidado con los libros de apariencia espiritual pero que al final terminan por confundirte más. Fíjate si está aprobado por un obispo o por el Papa. Que sea de alguna editorial católica o tenga buenas referencias bibliográficas. Te aseguro que haciendo esto poco a poco irás conociendo más a Jesús, a la Iglesia, a los santos, etc,.

«Porque la palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreros 4, 12).

4. Ángelus

Esta oración data del s. XIII. Es una muy breve oración que recuerda los tres grandes misterios de la Santísima Virgen María: el anuncio que hace el ángel a María de que sería Madre del Salvador, el «Sí» de María a Dios y a su plan redentor, y la Encarnación del Hijo de Dios. Se reza tres veces al día: una por la mañana (puede ser después de la meditación), otra a las 12 en punto (mediodía), y otra por la tarde (luego del rosario).Haciendo esta oración con fe nos unimos a los cristianos que en el mundo elevan sus plegarias a Dios. No olvides que recordar los misterios de la vida de la Santísima Virgen nos va centrando en lo verdaderamente importante, en Jesús, y es que es inevitable que la Madre nos lleve a su Hijo.
«Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: -Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?… ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lucas 1, 42-43.45).

5. Visita Eucarística

Es breve y muy fácil de hacer. Cuando pasas por una iglesia y no dispones sino de 3 minutos, esto es perfecto para tí. Entras a la capilla y haces un acto de fe, visitas al Señor Jesús Sacramentado. Aquí puedes decirle lo que desees, por ejemplo: «Aquí estoy, Señor, paso muy rápido a verte sólo para decirte gracias…». San Francisco cada vez que entraba en una iglesia decía: «Te alabamos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias del mundo, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo». Es sencillo. ¡Cuántas veces pasamos de largo al ver una capilla! No se trata tampoco de detenerte en cada capilla que veas, sobre todo si vives en Roma o España donde hay muchas iglesias, sino de buscar estar con Dios, ocupar tu tiempo con Él aunque sea breve. En caso de que no puedas ir a una iglesia, puedes detenerte un momento y unirte a Dios con una “comunión espiritual”, diciéndole a Dios: «Señor, te amo, quiero recibirte a Tí Sacramentado, pero no pudiendo hacerlo ahora, te recibo espiritualmente en mi corazón». Esto sí que renueva tu día, sobre todo en momentos de dificultad.

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca tendrá sed… La voluntad de mi Padre es que todos los que vean al Hijo y crean en él tengan vida eterna, y yo los resucitaré en el último día» (Juan 6, 35.40).

6. “Credo” antes de dormir

Esto debe ser lo que más cuesta, si es así, vas por buen camino. Cuando llega la noche lo único que uno desea es acostarse y dormir, así que ofrecerle cinco minutos a Dios para rezar el “Credo” será un sacrificio. Este acto de desprendimiento de sí mismo Dios lo ve, tenlo por seguro. Costará más al principio, luego formarás el hábito y te será de gran gusto. Rezar el “Credo” antes de dormir será una ayuda clave incluso frente a las tentaciones: conectarte a Internet hasta la madrugada, ver pornografía o visitar sitios inadecuados, responder mensajes durante horas, etc. Confía tu sueño a Dios, haz la señal de la cruz y dile al Señor: «Sálvanos, Señor, despiertos; protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz».
«Sepan que el Señor me ha mostrado su amor. El Señor me escucha cuando lo invoco… Me acuesto tranquilo y en seguida me duermo, porque sólo tú, Señor, me haces descansar en paz» (Salmo 4, 4.9).

7. Via Crucis (viernes)

Esta práctica es de gran ayuda, como todas las anteriores pero especialmente, para centrarte en el misterio pascual de Jesucristo. Recorrer las catorce estaciones te ayudará a sobrellevar la cruz por muy pesada que sea, a unirte al sufrimiento de Nuestro Señor, a encomendar a tantas personas que pasan por momentos difíciles. Luego de varias veces vas descubriendo la estación que más te ayuda, en la cual necesitas profundizar más. Cuando llegas a la estación número quince, que es la Resurreción del Señor, agradece a Dios por tu vida, por tu familia, por todo lo que te ha dado; precisamente es allí donde todo calvario triunfa en la vida nueva. Las heridas sanan. Es hermoso pensar en esto: caminamos con Jesús en esta vida, llevamos nuestra cruz, pero nuestros pasos no son estériles, son semillas de fe para otros, son luz en las tinieblas, son la sal de la tierra. Nuestro caminar es fecundo, ¡atrévete a darle un sentido cristiano a tu vida!
«Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la conservará» (Mateo 16, 24-25).

8. Jaculatorias

La palabra jaculatoria viene del latín «iaculum» que significa lanza. El término se ha usado en el deporte con la variante “jabalina”. En la vida espiritual las jaculatorias son pequeñas frases que se repiten durante el día, sobre todo en momentos difíciles, para unirnos a Dios. Imagínate que son pequeñas flechas de luz que se lanzan al cielo, donde cada frase es una breve oración que llega directo a Dios. Pueden ser: «Jesús, en tí confío», «Señor, tú sabes que te amo», «Haz de mí un instrumento de tu paz», «Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo», etc. Versículos bíblicos, invocaciones, pedacitos de oraciones, una frase de fe. Aquí tu mismo puedes crearlas, lo importante es repetir constantemente esta frase, de manera que se haga vida, y brote de allí una esperanza o una luz en medio de las tinieblas.

«Que la palabra está cerca de tí; en tu boca y en tu corazón. Pues bien, ésta es la palabra de fe que nosotros anunciamos… Cuando se cree con el corazón actúa la fuerza salvadora de Dios, y cuando se proclama con la boca se obtiene la salvación» (Romanos 8, 10).

Estos consejos no deben ser entendidos en una visión matemática. No significa que mientras más actos hagas, más cerca estás de Dios. Lo que importa es la pureza de intención que tengas, ese deseo auténtico de unirte a Dios, de decirle “aquí estoy”. Una vez comprendido lo anterior estamos listos para cambiar de vida, haciéndola más espiritual, más cercana a Dios. Antes de terminar es necesario que conozcas una máxima muy cierta: «El que no avanza en la vida espiritual, retrocede». No es lo mismo unirte a Dios que no unirte a Él. Tu vida espiritual sin la oración no sigue igual, al contrario, vas retrocediendo, porque el mundo es como un río correntoso, y nosotros vamos contracorriente, cualquier descuido o parada te hará caer en la corriente. Sin caer en angustias o desalientos, debemos luchar para que Cristo reine en mi vida y luego en la sociedad.

Termino con San Pío de Pietrelcina que decía: «Ora, ten fe y no te preocupes».

El Papa: decir las cosas con "projimidad", la ternura es el lenguaje de Dios

Con ocasión de la iJornada tuitera de formación que tuvo lugar el jueves por la tarde por convocación de iMisión, el Papa Francisco se sumó a la iniciativa con un video mensaje en el que animó a los tuiteros a decir las cosas con "cercanía y projimidad", porque ambas expresan "la ternura", que es el lenguaje de Dios.

Este jueves 13 de junio a las 19 de la tarde hora de Madrid, misioneros digitales hispano hablantes se dieron cita en Twitter convocados por iMisión para una iJornada tuitera. Siguiendo los hilos de twitter, los usuarios pudieron recibir formación a través de este medio, brindada por nueve exponentes que abordaron diversos temas como los nuevos usos e implicaciones de las redes sociales, la inteligencia colaborativa para la sinodalidad cotidiana, el lenguaje, el tono y el estilo para comunicar la fe en Internet, y la ternura como canal de comunicación del Papa Francisco.

El Papa, de hecho, no faltó a la cita, y se hizo presente en twitter con el hashtag #iJornada2019 con un video mensaje registrado, en el que habló, precisamente, de “la ternura” como el “lenguaje de Dios”, único que puede "decir" cosas de verdad, no en forma aséptica ni meramente declaratoria, sino cosas que "construyan el futuro".

A continuación las palabras del Papa y el vídeo mensaje


«Quiero darles un saludo a ustedes que están reunidos en la Jornadas Misioneras Digitales: ¡vayan adelante!

El problema que nosotros tenemos hoy, no es tanto lo que uno dice o lo que no dice, sino el cómo. Podemos decir cosas dentro de un laboratorio, totalmente asépticas que no sirven para nada. Podemos decir cosas a la distancia, son declaraciones que tampoco pueden servir mucho, por ahí te inspiran en algo. Lo importante es decir las cosas con “projimidad”, con cercanía. Y cuando uno es capaz de decir las cosas con cercanía y con “projimidad” expresa la ternura: la ternura de una caricia, la ternura de una mirada serena, sencilla. La ternura de una palabra de ánimo, la ternura de un acompañar al que se queda rezagado. La ternura del que está sufriendo los efectos de esta civilización del descarte. ¡No le tengan miedo a la ternura! La ternura dignifica, la ternura es el lenguaje de Dios. El Padre se presenta al pueblo de Israel diciendo cómo lo trata: Yo me comporté con él - dice Dios - como un Padre que lleva su niño en los brazos. Se presenta con una imagen de ternura.  ¡No teman a la ternura, vayan adelante!

Comprométanse con el corazón: entonces sí van a "decir" cosas de verdad, pero no cosas asépticas, no cosas declaratorias, no cosas de compromiso, sino cosas que construyan el futuro. No se olviden de rezar por mí, yo los bendigo, y que la Virgen los cuide».

IMision es una asociación sin ánimo de lucro que reúne a varias instituciones y personas católicas con inquietudes por evangelizar el Continente Digital. Nació en el año 2012 del encuentro en Twitter del Padre Daniel Pajuelo sm. y la Hermana Xiskya Valladares rpm, y tiene tres objetivos: Crear una red de iMisioneros que se formen, ayuden y trabajen juntos en Internet; ofrecer formación de calidad a todos los interesados en ser misioneros digitales y convocar a eventos formativos presenciales.

10 cosas que te agradecerá tu confesor

Consejos de un sacerdotes

Sabemos la importancia del sacramento de la confesión, para reconciliarnos con Dios, con los demás y nosotros mismos, pero muchas veces quizás no lo hemos hecho de la mejor manera, o hemos descuidado algunos detalles, hoy te comparto 10 consejos que te agradecerá tu confesor.

1. Acércate con confianza, es Dios mismo el que te estará escuchando.
2. Que hayas hecho tu examen de conciencia, es decir que no llegues al confesionario, a ver qué sale o ver de qué me acuerdo, sino que con amor reflexiones con humildad en qué le has fallado a Dios, a ti y a los demás.
3. Que digas TUS pecados, es decir concentrarte en ti, no en los demás. Son tus pecados los que en este momento interesan. Sin pecados, no hay sacramento.
4. Que seas sincero, no intentes esconderte ni justificar tus pecados. Sólo el que anda en la verdad puede recibir la misericordia de Dios.
5. Que lo comprendas cuando está cansado, que nunca olvides que es un ser humano. Quizás tu confesión es la confesión numero 78 de ese día, solo por poner un número.
6. Que te tomes tiempo para una dirección espiritual, es decir, si necesitas extenderte más en los detalles o situaciones que traes, pídele amablemente que te reciba en otro momento, con más tiempo.
7. Ser concreto, evitar contar demasiadas historias que, si bien son importantes, no son necesarias para el sacramento de la Reconciliación. Di tus pecados evitando dar muchas vueltas.
8. Que evites prejuicios, por ejemplo qué va a pensar de mí, o ya no me tratará igual. Él escucha tu confesión y te absuelve tus pecados en nombre de Dios, y fin de la historia, no se pondrá a repasar tus pecados.
9. Ponerle nombres a los pecados, es decir, llamar a las cosas por su nombre: “mentí, caí en la fornicación, robé, fui chismoso”, etc.
10. Que pidas por él para que el Espíritu Santo lo ilumine, pedir por él antes, para que el Señor lo guíe y lo sostenga en este importante ministerio, que le dé paciencia y sabiduría, pedir por él después en gratitud al ejercicio de su ministerio, para que Dios lo haga feliz en santidad.
Acerquémonos confiadamente a este trono de gracia donde podemos alcanzar misericordia (Hebreos 4,16).


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