La cosecha es mucha y los trabajadores pocos

Fermín, Santo

Obispo y Mártir, 7 de julio 

San Fermín, obispo de Pamplona. El obispo de Tolosa San Saturnino le envió a predicar el Evangelio a Pamplona, le consagró por su primer obispo y, vuelto después de algunos años a las Galias, predicó el Evangelio en el norte de Francia, muriendo en Amiéns, s. II.

Etimológicamente: Fermín = Aquel que es constante, firme, recio, valeroso y sólido, es de origen latino.

Breve Biografía

Este Santo es el famoso patrono de las "Corridas de San Fermín" en España, aunque en su vida ni los toros ni la fiesta brava tuvieron presencia alguna.

San Fermín de Amiens, nacio -según su leyenda- en Pamplona alrededor del año 272, murió en Amiens el 25 de septiembre de 303 fue un misionero cristiano, primer obispo de Amiens, cuya iglesia construyó. Fue decapitado cuando tenía unos 31 años. Es patrón de Amiens, Lesaca, y co-patrón de Navarra junto con San Francisco Javier.

Nacido en Pompaelo (la actual Pamplona), hijo de un senador pagano de nombre Firmo, un alto funcionario de la administración romana que gobernó Pamplona en el siglo III. La predicación de san Honesto, quien había marchado a la península tras ser milagrosamente liberado de su prisión en Carcassonne, conmovió a sus padres, quienes sin embargo no se convirtieron hasta oír a san Saturnino de Toulose. El santo habría bautizado a Fermín y a sus padres en el lugar que hoy se llama popularmente pocico de San Cernin.


Bajo la tutela de Honesto el joven Fermín aprendió la religión y el arte de la prédica. A los 18 años fue enviado a Tolosa, donde sería ordenado. Tras predicar en Navarra, marchó a Francia, donde se asentó en Amiens. Habiendo organizado la construcción de la iglesia local, fue nombrado obispo a los 24 años. La oposición oficial a la doctrina cristiana le granjeó la cárcel, donde, tras negarse a cesar su prédica, fue decapitado.

En 1186 el obispo Pedro de París llevó de Amiens a Pamplona una reliquia de la cabeza de Fermín.

Actualmente su santoral se celebra el 7 de julio. En Pamplona se conmemora con unas fiestas de fama internacional, los Sanfermines, en las que destacan los encierros de toros.

Es además patrono de las cofradías de boteros, vinateros y panaderos.

La mirada puesta en lo alto

Santo Evangelio según San Lucas 10, 1-12.17-20. Domingo XIV (C) del tiempo ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que mi corazón no olvide lo cerca que está el Reino.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12.17-20



En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares donde pensaba ir, y les dijo: ‘La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; Yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa.’ Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá.

Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios.’ Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca.’ Yo les digo que en el día del juicio Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad.’

Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: ‘Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre.’ Él les contestó: ‘Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo.’



Palabra del Señor




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



El itinerario del discípulo. Así podríamos titular el pasaje de hoy. Y es que en él se nos muestran los pasos a seguir para poder verdaderamente ser fieles testigos de lo que hemos visto y oído de boca del Señor. Quisiera ahora centrarme sobre cuatro lecciones que aplicar en nuestra vida.



La primera: los envío acompañados. Cierto es que en la Iglesia tenemos muchos ejemplos de santos misioneros que asumieron solos la labor de proclamar el Evangelio en tierras desconocidas. Pero igual de cierto es que la fe florece únicamente donde hay una comunidad que la acoja. Y la comunidad nunca puede ser de un solo individuo.



La segunda: corderos en medio de lobos. No es sencilla la tarea de evangelizar, de anunciar la fe. Hay muchos obstáculos y un Enemigo mortal, que conoce nuestras debilidades. Ante eso, sin embargo, no debemos reaccionar con la fiereza del lobo, sino con la mansedumbre del cordero. El Evangelio es verdad, sí, pero en el amor, en la misericordia.



La tercera: portadores de paz. Sí, el Evangelio causa oposición, provoca que los hijos se vuelvan contra los padres y los padres contra los hijos. Mas esa contrariedad no se da en la violencia. Dios no se manifiesta con agresividad. El verdadero testigo se reconoce por la paz que lleva dentro de él, la misma paz que quiere comunicar.



La cuarta: poderosos en el Señor. Humanos, llegamos a corta distancia; acompañados por la fuerza del Señor, llegamos a cualquier lugar. Basta dar una hojeada a la historia para constatar que es difícil hallar fronteras para un discípulo que arde en deseos por evangelizar. No obstante, hay un riesgo que debemos evitar, y es el de creer que los prodigios realizados son el motivo de nuestro éxito. No es así.



Al final, una cosa es la que debe seguir motivando nuestra entrega. Podemos ir de dos en dos; podemos comportarnos cual dóciles corderos en medio de lobos feroces; podemos llevar la paz del Señor a la casa que nos reciba; podemos incluso someter algún demonio en nombre de Jesús; todo eso pasa. Lo que permanece, como siempre, es la Palabra de Dios, y ella nos dice que nuestros nombres, con todo y apellidos, están inscritos en el cielo. Una alegría así...no se puede quitar.



«Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les dijo: “Cuando entréis en una casa, decid primero: ‘Paz a esta casa´. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo. Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana. La “casa” mencionada por Jesús es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias y con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación. También es nuestra “casa común”: el planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar con interés.»
 (SS Papa Francisco, homilía del 1 de enero de 2019)



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Tomaré un momento de reflexión este día para hacer espacio en mi interior para la llegada del Reino, que día a día viene a mí.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.



¡Cristo, Rey nuestro!


¡Venga tu Reino!



Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.


Ruega por nosotros.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

¿Por qué Dios calla a veces?

El que Dios no nos dé siempre lo que le pedimos no quiere decir que no nos haya oído

Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien cuidaba una capilla. A ella, acudía la gente a orar con mucha devoción. En esta capilla había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro.

Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodillo ante la cruz y dijo:

Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.

Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Efigie, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:   

Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.   

¿Cual, Señor? preguntó con acento suplicante Haakon. ¿Es una condición difícil? ¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!

Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardarte en silencio siempre.

Haakon contestó: Te lo prometo, Señor.

Y se efectuó el cambio. Nadie pudo apreciar el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.

Un día, llegó un rico, después de haber orado, dejo allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho que estaba orando se la había apropiado.

El rico se volvió al joven y le dijo iracundo: ¡Dame la bolsa que me has robado!. El joven sorprendido, replicó: ¡No he robado ninguna bolsa!. ¡No mientas, devuélvemela enseguida!. ¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa! afirmó el muchacho. El rico arremetió, furioso contra él.

Sonó entonces una voz fuerte: ¡Detente!

El rico miró hacia arriba y vió que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. El hombre quedó anonadado, perplejo, y salió de la capilla corriendo. El joven salió también estupefacto por lo que había visto y porque tenia prisa para emprender su viaje.

Cuando la capilla quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:

Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.

Señor, - dijo Haakon - ¿Como iba a permitir esa injusticia?.

Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz. El Señor, siguió hablando:

Tu no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer.

El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero, pues su familia estaba pasando por una hambruna terrible e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabias nada. Yo si. Por eso callo. Y el Señor nuevamente guardó silencio.

Reflexión:

Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué razón Dios no nos contesta.? ¿Por qué se queda callado?.  Muchos de nosotros quisiéramos que Él nos respondiera lo que deseamos oír pero, Dios no es así. Dios nos responde aún con el silencio. Debemos aprender a escucharlo. Su Divino Silencio, son palabras destinadas a convencernos de que, El sabe lo que está haciendo. En su silencio nos dice con amor: ¡Confiad en mí, que se bien lo que debo hacer!. ¿Estás dispuesto a hacer silencio en el Obrar de Dios en tu vida

¿Sabemos que es lo que más nos conviene cuando le pedimos "x" o "y" cosa a nuestro Señor Jesús?.

¿Somos algunos de nosotros de los que nos hemos retirado de la oración porque no hemos visto atendidas nuestras peticiones a la primera?. El que Dios no nos dé siempre lo que le pedimos no quiere decir que no nos haya oído. Además, querer que Dios ejecute nuestros deseos no sería pedir, sino mandar.

Y... ¿qué es lo que pedimos?

Casi siempre, lo mismo: que no tengamos enfermedades ni dolores, que venga a nosotros el éxito fácil, ese puesto de trabajo cómodo hasta la puerta de la casa, las soluciones rápidas a la hipoteca o a la crisis.

Dios deja que los acontecimientos sigan su curso porque de ellos se derivará un bien mayor para nosotros. Por ignorantes, por impulsivos pedimos piedras en lugar de pan. Jesús no da migajas sobrantes y caídas al suelo, sino el pan tierno y blanco de su amor y poder infinito.

Sean el germen de una forma renovada de vivir

Papa a Comunidades Laudato Si




En su Mensaje, el Papa Francisco dirige su saludo cordial a los organizadores y a los participantes en este II Foro de las Comunidades Laudato si' , que se celebra en un territorio devastado por el terremoto que sacudió el centro de Italia en agosto de 2016 y que más que otros ha pagado un precio muy alto en número de víctimas y expresa su deseo de que estas comunidades “sean el germen de una forma renovada de vivir el mundo, de darle futuro, de preservar su belleza e integridad para el bien de todos los seres vivos”.

Doxología, eucaristía y ascesis

El Papa además destaca tres palabras: doxología, eucaristía y ascesis. Para el Papa, una de las cosas más necesarias es la capacidad de alabar a Dios o la también llamada “doxología”: “Ante tanta belleza, con admiración renovada, con ojos infantiles, debemos ser capaces de apreciar la belleza que nos rodea y de la cual está tejido también el hombre” explica Francisco en el mensaje. También pide una actitud eucarística ante el mundo y sus habitantes: “Todo se nos da de forma gratuita, no para ser depredado y fagocitado, sino para que se convierta a su vez en don  para compartir, don para entregar para que la alegría sea para todos y sea, por ello, más grande”. Por último, pide una actitud ascética, asegurando que toda forma de respeto surge “de la capacidad de saber renunciar a algo por un bien mayor, por el bien de los demás”.

Las Comunidades Laudato si' 

Son un movimiento de personas y asociaciones comprometidas en la difusión del pensamiento de esta encíclica del Santo Padre. Originalmente fueron concebidos por la Iglesia de Rieti y por Slow Food, y adoptan y promueven estilos de vida coherentes con los valores y propuestas del documento firmado del Papa Francisco, tanto a nivel personal y colectivo, como a través de encuentros y conferencias, o llevando a cabo acciones concretas e iniciativas prácticas.
En Italia hay algunas decenas de comunidades activas, mientras otras se encuentran en proceso de creación. Están presentes en todo el país y tienen bases en veinte localidades, en las provincias de Turín, Cuneo, Asti, Novara, Mantua, Milán, Varese, Pavía, Treviso, Vicenza, Padua, Rieti, Roma, Foggia, Ragusa, Agrigento, Trapani y Caltanissetta.

También comienzan a formarse en otros países, como en el caso de la ciudad de Brasilia en Brasil. Con su compromiso, estas Comunidades contribuyen al movimiento ambiental desde el punto de vista de la "ecología integral", es decir, siempre teniendo en cuenta la estrecha relación que existe entre el respeto a la Casa Común y la justicia social.

Número de hijos y salud del planeta

Entre los seres vivos, también cada ser humano influye, en ocasiones seriamente, en el equilibrio del ambiente que nos permite existir.

Cada ser vivo influye, con mayor o menor medida, en el planeta Tierra. Entre los seres vivos, también cada ser humano influye, en ocasiones seriamente, en el equilibrio del ambiente que nos permite existir. En este contexto surge en algunos la pregunta sobre el número de hijos que genere cada pareja. ¿Tener más hijos provocaría un mayor daño al ambiente? ¿Tener menos hijos llevaría a mejorar las condiciones externas y a respetar la ecología? No resulta fácil ofrecer respuestas exhaustivas por la cantidad de aspectos que habría que tener en cuenta. Estas líneas se fijan en cuatro que merecen una reflexión seria y equilibrada.

Lo primero que hace falta recordar es lo siguiente: no todos los seres humanos influyen de igual modo en el ambiente.

Ello explica que una familia con 6 hijos puede tener un impacto sobre el planeta mucho menor que un soltero sin hijos, según los estilos de vida que adopten la familia y la persona que vive sola, respectivamente.

Porque si esa familia numerosa, por elección o por necesidad, vive con pocos aparatos, con un escaso uso de electricidad, con una dieta bastante reducida, sin un coche, sin sistemas de calefacción o de refrigeración, será mucho más “ecológica” que el individuo que vive sin hijos pero que usa continuamente un yet particular...

Este primer aspecto pone de relieve que el punto central no está en el número de hijos, sino en los estilos de vida que cada uno puede escoger. Desde luego, una familia con muchos hijos y que adopta un nivel de vida lleno de aparatos y de viajes generará consecuencias ecológicas de enorme importancia. Pero no sería correcto considerar a tal familia como irresponsable por tener tantos hijos, sino por la manera consumística en la que vive...

Tener esto en cuenta no significa ignorar la importancia de los números. El influjo que tienen en un territorio 100 personas que usan razonablemente de los recursos de nuestro mundo será siempre menor que lo que generen 1000 personas con un tenor de vida semejante al de las 100 personas en ese mismo territorio. Lo que se intenta evidenciar es la complejidad del tema y la importancia de las opciones y comportamientos que adopten cada individuo y cada familia, para no fijarnos solo en los números.

El segundo aspecto se refiere a lo difícil que resulta evaluar el impacto que tiene la especie humana en una perspectiva que tenga en cuenta todo el globo terráqueo. Son tantas las variables y tantos los aspectos a considerar, que establecer cuál sería el número total de habitantes que “soporte” la Tierra resulta prácticamente imposible.

Lo que sí resultaría más asequible es estudiar el tema en territorios reducidos. Ciertamente, existe el comercio y muchos alimentos pasan de un continente a otro. Además, durante siglos cientos y miles de personas, en situaciones de comida o de agua en una zona concreta, han optado por desplazarse a otros territorios. Pero es obvio que si en un determinado momento las familias constatan que tener hijos es condenarlos al hambre y agravar la situación de todo un poblado o una región, tendrán esto en cuenta a la hora de abrirse o no a la llegada de un nuevo hijo.

Hay un tercer aspecto que tiene su importancia. Cada ser humano tiene unas características que lo hacen único. Si no está afectado por graves enfermedades que le impidan una vida normal, pensará de modo inteligente y tomará decisiones libres.

De esta manera, cada hijo entra en el mundo con unas posibilidades casi ilimitadas, lo que permitirá que el quinto hijo de un matrimonio llegue un día a descubrir un nuevo sistema de producir agua dulce desde el agua del mar. También permitirá, por desgracia, que otro hijo construya fábricas que contaminen el ambiente, o provoque guerras en las que se usen armas químicas...

Por eso, a la hora de pensar en cuántos hijos “debería” tener una pareja no basta con sopesar en qué influirá este posible nuevo hijo en el ambiente, sino en las maneras concretas en las que vivirá, maneras que permitirán mejorar las cosas (si vive ecológicamente) o empeorarlas (si actúa esclavizado por el consumismo y las ambiciones egoístas).

Un último aspecto a considerar va más allá de lo simplemente terrestre. Un hijo empieza a existir en la Tierra, pero está llamado a una vida eterna. Es a la luz de esa vida eterna que cada existencia tiene un valor incalculable. Sea rico o pobre, sano o enfermo, de una raza o de otra, su existencia está en relación directa con Dios.

Por eso, optar por no tener hijos por miedo a que provoquen un posible y no muy claro daño el ambiente es caer en un reduccionismo que no ve que cada vida vale por sí misma, aunque camine por una ciudad llena de smog o no consiga los alimentos necesarios para lograr una dieta equilibrada.

Tener en cuenta estos aspectos ayuda a reconocer la complejidad de las dimensiones que están en juego. En cambio, pensar que con menos hijos mejorará la salud del planeta resulta simplista y, en ocasiones, implica una alianza con mentalidades antinatalistas denunciadas por el Papa Francisco en la encíclica “Laudato si'“.

En concreto, y así terminamos estas líneas, son de especial interés las siguientes reflexiones de la encíclica apenas citada:

“En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad. No faltan presiones internacionales a los países en desarrollo, condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de «salud reproductiva». Pero, «si bien es cierto que la desigual distribución de la población y de los recursos disponibles crean obstáculos al desarrollo y al uso sostenible del ambiente, debe reconocerse que el crecimiento demográfico es plenamente compatible con un desarrollo integral y solidario». Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo. Además, sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y «el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre». De cualquier manera, es cierto que hay que prestar atención al desequilibrio en la distribución de la población sobre el territorio, tanto en el nivel nacional como en el global, porque el aumento del consumo llevaría a situaciones regionales complejas, por las combinaciones de problemas ligados a la contaminación ambiental, al transporte, al tratamiento de residuos, a la pérdida de recursos, a la calidad de vida” (Papa Francisco, Laudato si', n. 50).

Novena a la Virgen del Carmen

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (7 al 15 de julio)

Por la señal, etc.



ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS



Dios mío y Señor mío, postrado delante de vuestra Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. A ti te reconozco por mi Dios y mi Señor; en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío. Me has de perdonar mis culpas y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. A Ti te amo sobre todas las cosas. A Ti confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois. Propongo firmemente, ayudado con vuestra divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderos, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo serviros y agradaros. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en este Novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.




ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS



Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo: (rezar tres avemarías)




ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS



Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu divino Hijo y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea.



DÍA PRIMERO



Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que fuiste figurada en aquella nubecilla que el gran Profeta de Dios, Elías, vio levantarse del Mar, y con su lluvia fecundó copiosamente la tierra, significando la purísima fecundidad con que diste al mundo a tu querido Hijo Jesús, para remedio universal de nuestras almas: te ruego, Señora, me alcances de su majestad copiosas lluvias de auxilios, para que mi alma lleve abundantes frutos de virtudes y buenas obras, a fin de que sirviéndole con perfección en esta, vida, merezca gozarle en la eterna. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.



DÍA SEGUNDO



Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que por tu singular amor a los Carmelitas los favoreciste con tu familiar trato y dulces coloquios, alumbrándolos con las luces de tu enseñanza y ejemplo de que dichosamente gozaron. Te ruego, Señora, me asistas con especial protección, alcanzándome de tu bendito Hijo Jesús luz para conocer su infinita bondad y amarle con toda mi alma; para conocer mis culpas y llorarlas para saber como debo comportarme a fin de servirle con toda perfección; y para que mi trato y conversación sean siempre para su mayor honra y gloria y edificación de mis prójimos. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.




DÍA TERCERO


Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que te dignaste admitir con singular amor el obsequio filial de los Carmelitas, que entre todos los mortales fueron los primeros que en tu honor edificaron un templo en el Monte Carmelo, donde concurrían fervorosos a darte culto y alabanza. Te ruego, Señora, me alcances sea mi alma templo vivo de la Majestad de Dios, adornado de todas las virtudes, donde El habite siempre amado, adorado y alabado por mi, sin que jamás le ocupen los afectos desordenados de lo temporal y terreno. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.



DÍA CUARTO


Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para mostrar tu especialísimo amor a los Carmelitas les honraste con el dulce nombre de hijos y hermanos tuyos, alentando con tan singular favor su confianza, para buscar en ti, como en amorosa Madre, el remedio, el consuelo y el amparo en todas sus necesidades y aflicciones, moviéndoles a la imitación de tus excelsas virtudes. Te ruego, Señora, me mires, como amorosa Madre y me alcances la gracia de imitarte, de modo que dignamente pueda yo ser llamado también hijo tuyo, y que mi nombre sea inscrito en el libro de la predestinación de los hijos de Dios y hermanos de mi Señor Jesucristo. Así Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.


DÍA QUINTO



Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para defender a los Carmelitas, tus hijos, cuando se intentaba extinguir la sagrada Religión del Carmen, mostrando siempre el amor y singular predilección con que los amparas, mandaste al Sumo Pontífice, Honorio III, los recibiese benignamente y confirmase su instituto, dándole por señal de que esta era tu voluntad y la de tu divino Hijo, la repentina muerte de dos que especialmente la contradecían. Te ruego, Señora, me defiendas de todos mis enemigos de alma y cuerpo, para que con quietud y paz viva siempre en el santo servicio de Dios y tuyo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.


SEXTO DÍA


Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para señalar a los Carmelitas por especiales hijos tuyos, los enriqueciste con la singular prenda del santo escapulario, vinculando en él tantas gracias y favores para con los que devotamente lo visten y cumpliendo con sus obligaciones, procuran vivir de manera que imitando tus virtudes, muestran que son tus hijos. Te ruego, Señora, me alcances la gracia de vivir siempre como verdadero cristiano y cofrade amante del santo escapulario, a fin de que merezca lograr los frutos de esta hermosa

devoción. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.


DÍA SÉPTIMO


Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que en tu santo Escapulario diste a los que devotamente lo visten, un firmísimo escudo para defenderse de todos los peligros de este mundo y de las asechanzas del demonio, acreditando esta verdad con tantos y tan singulares milagros. Te ruego, Señora, que seas mi defensa poderosa en esta vida mortal, para que en todas las tribulaciones y peligros encuentre la seguridad, y en las tentaciones salga con victoria, logrando siempre tu especial asistencia para conseguirlo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.



DÍA OCTAVO



Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que ejerces tu especial protección en la hora de la muerte para con los que devotamente visten tu santo escapulario, a fin de que logren por medio de la verdadera penitencia salir de esta vida en gracia de Dios y librarse de las penas del infierno. Te ruego, Señora, me asistas, ampares y consueles en la hora de mi muerte, y me alcances verdadera penitencia, perfecta contrición de todos mis pecados, encendido amor de Dios y ardiente deseo de verle y gozarle, para que mi alma no se pierda ni condene, sino que vaya segura a la felicidad eterna de la gloria. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.



DÍA NOVENO



Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que extendiendo tu amor hacia los Carmelitas, aún después de la muerte, como piadosísima Madre de los que visten tu santo escapulario consuelas sus almas, cuando están en el Purgatorio, y con tus ruegos consigues salgan cuanto antes de aquellas penas, para ir a gozar de Dios, nuestro Señor, en la gloria. Te ruego, Señora, me alcances de su divina Majestad cumpla yo con las obligaciones de cristiano y la devoción del santo escapulario, de modo que logre este singularísimo favor. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.

Para saber qué es el Escapulario de la Virgen del Carmen, su historia, el objetivo, las promesas de la Virgen a quien lo lleve, puedes leer Nuestra Señora del Carmen Fiesta y significado del Escapulario.
 
Ángelus: “La misión de proclamar a todos que Dios nos ama”

Palabras del Papa antes de la oración mariana

JULIO 07, 2019 13:08

RAQUEL ANILLO

ANGELUS Y REGINA COELI

(ZENIT – 7 julio 2019).- En este 14º domingo del tiempo ordinario, el Papa Francisco desde la ventana del estudio del palacio Apostólico Vaticano, se dirige a loa peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro para recitar el Ángelus.
Palabras del Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La página del Evangelio de hoy (cf. Lc 10,1-12.17-20) presenta a Jesús que envía en misión setenta y dos discípulos, además de los doce apóstoles. El número setenta y dos probablemente indica todas las naciones. De hecho, en el libro del Génesis se mencionan setenta y dos naciones diferentes (cf. 10,1-).32). Así pues, este envío prefigura la misión de la Iglesia de proclamar el Evangelio a todos las naciones. A estos discípulos de Jesús les dice: “La mies es abundante, pero hay pocos obreros. Rueguen pues, al”¡Señor de la mies que envíe obreros a su mies!” (v. 2). Esta petición de Jesús es siempre válida. Debemos rezar siempre al “dueño de la mies, es decir, al Dios Padre, para que envíe obreros a trabajar en su campo, que es el mundo. Y cada uno de nosotros debe hacerlo con el corazón abierto, con una actitud misionera; nuestra oración no debe limitarse sólo a nuestras necesidades, a nuestras carencias: una oración que es verdaderamente cristiana es también así si tiene una dimensión universal.

Al enviar a los setenta y dos discípulos, Jesús les da instrucciones precisas, que expresan las características de la misión. La primera -ya lo hemos visto-: oren; la segunda: vayan; y después: no lleven una bolsa o una alforja…; digan: “Paz a esta casa”….quédense en esa casa….no vayan de una casa a otra; curen a los enfermos y díganles: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”; y, si no los acogen, salgan a las plazas y despídanse (ver vv. 2-10). Estos imperativos muestran que la la misión se basa en la oración; que es itinerante, no está detenida, es itinerante; que requiere desapego y pobreza; que lleva paz y sanación signos de la cercanía del Reino de Dios; que no es proselitismo sino anuncio y testimonio  y que también requiere la franqueza y la libertad evangélica para irse, subrayando la responsabilidad de haber rechazado el mensaje de la salvación, pero sin condenas ni maldiciones.

Si se vive en estos términos, la misión de la Iglesia se caracterizará por la alegría. Y como termina este pasaje: “Los setenta y dos regresaron llenos de alegría” (v. 17). No se trata de una alegría efímero, que brota del éxito de la misión; al contrario, es una alegría enraizada en la Promesa que -dice Jesús- “sus nombres están escritos en el cielo” (v. 20). Con esta expresión se refiere a la alegría interior e indestructible que surge de la conciencia de haber sido llamado por Dios a seguir a su Hijo. Es decir, la alegría de ser sus discípulos. Hoy por ejemplo: Cada uno de nosotros aquí en la plaza, puede pensar en el nombre que recibió el día de su bautismo: ese nombre está “escrito en los cielos”, en el corazón de Dios Padre. Y es la alegría de este don la que hace de cada discípulo un misionero, uno que camina en compañía del Señor Jesús, que aprende de Él a gastarse sin reservas por los demás, libre de sí mismo y de sus propias posesiones.

Invoquemos juntos la protección maternal de María Santísima, para que ella sostenga en todo lugar, la misión de los discípulos de Cristo; la misión de proclamar a todos que Dios nos ama, nos quiere salvar, y nos llama a ser parte de su Reino.

 

 

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