A estos doce los envió en misión
- 10 Julio 2019
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Canuto de Dinamarca, Santo
Mátir Laico, 10 de julio
Martirologio Romano: En Odense, ciudad de Dinamarca, san Canuto, mártir, rey de ardiente celo, que dio gran esplendor al culto en su reino, promovió el estado clerical y asentó sólidamente las iglesias de Lund y Odense, siendo finalmente asesinado por unos sediciosos (1086).
Etimológicamente: Canuto = Aquel que es imprescindible,es de origen germánico.
Patronazgo: de Dinamarca
Breve Biografía
Canuto IV el Santo (en danés, Knud den Hellige) (1040 - 1086) reinó en Dinamarca desde 1080 hasta su asesinato en 1086. Era hijo natural de Sven II rey de Inglaterra. Sucedió a su hermano Harald III Hen.
Desde joven resaltan en él las mejores cualidades para la lucha y posee apreciadas dotes de conquistador. Pelea contra los piratas que destrozan las costas del reino y logra limpiar los mares; sale vencedor en las sangrientas guerras contra los vendos paganos. Crece más y más su estima entre el pueblo. Pero a la muerte de su padre usurpa el trono su hermano Harald porque la nobleza prefiere un rey flojo y estúpido, que muere a los dos años. Entonces es cuando sube al trono Canuto, corriendo el año 1080.
Se esfuerza por restablecer las buenas costumbres ya que se ha encontrado con un reino que aún sufre los tropiezos del paganismo. Purga al pueblo de vicios y desórdenes. Guerrea contra Estonia y añade a Dinamarca los territorios de Curlandia y Samogitia. Parece que no por ambición, sino por piedad; de hecho, inmediatamente manda misioneros que evangelicen a los habitantes de esas tierras.
Como suele suceder en un rey, se casó con Adela, hija de Roberto, conde de Flandes, de quien tuvo a Carlos el Bueno.
Dispone las cosas del reino con leyes humanas, sabias y prudentes. Hace por los menesterosos, construye hospitales, su tesoro es para los pobres. Favorece la misión de la Iglesia con la construcción de templos y patrocinando monasterios.
Precisamente la cuestión de los diezmos le indispone con los nobles. Intenta desarraigar en el pueblo la mala costumbre de atribuir únicamente a los pecados de los clérigos la causa de las calamidades que periódicamente afligen al pueblo, las enfermedades, catástrofes y todo tipo de desórdenes naturales.
Por su parte, adopta actitudes penitenciales. Tiene una piedad grande que le lleva a traer después de invadir Inglaterra, las reliquias de san Albano. Entre todas las actitudes religiosas destaca su amor y veneración por la Eucaristía. Sinceramente es capaz de poner a los pies de Cristo crucificado su espada, su corona y las insignias reales ¡y lo hace!
Es traicionado por su hermano Olao. Un día que asiste a la Misa en Odense, en la isla de Fünen y en la iglesia de san Albano, acompañado por algunos leales, los rebeldes capitaneados por Blacon rodean la Iglesia. Después de haber confesado y comulgado, muere asaeteado, perdonando a sus enemigos. Fue un 10 de enero del 1087. Es canonizado y proclamado primer santo de Dinamarca el año 1.100. El Papa Clemente X reconoce su culto para toda la Iglesia.
En nuestra época puede resultarnos extraña la figura de un santo rudo, peleón, invasor de tierras extrañas y exigente sin contemplaciones. Parece convencernos más su bondad con los pobres, su compasión con el débil, su piedad y penitencia. Pero él hizo lo que pudo para ser leal consigo mismo, bueno con su pueblo y fiel con la Iglesia. Eso era lo que le pedía el siglo de hierro, aquel oscuro tiempo bárbaro y turbulento.
Santo Evangelio según San Mateo 10, 1-7. Miércoles XIV del tiempo ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ayúdame, Señor, a nunca olvidar lo mucho que me amas, y que siempre tenga presente lo que has hecho por mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 1-7
En aquel tiempo, llamando Jesús a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos del Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos, ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Detrás de un nombre se encuentra una vida llena de historias, repleta de sucesos impactantes e importantes. Un nombre revela a una persona que lanza proyectos y sueños; nos muestra diversos aspectos de las personas, desde sus deseos y fortalezas hasta sus debilidades y caídas. Parece ser que cuando escuchamos el nombre de algún hombre o alguna mujer, nos narra una parte de su vida, una parte de lo que son.
El saber pronunciar un nombre significa conocer a la persona, conocer su historia, conocerle profundamente. Es por esto por lo que los nombres que conocemos pueden alcanzar una intimidad personal o pueden ser nombres vacíos. Laura, Diego, Jorge… no todos pueden comprender lo que hay detrás de cada nombre, pues en cada uno hay una vida cargada de experiencias personales. El reto es encontrar el valor que se esconde detrás de cada nombre.
Pero ¿por qué tiene tanto valor un nombre? Es importante recordar que en el inicio Dios pronunció nuestro nombre para llamarnos a la vida y así sus labios nos bendijeron desde el comienzo de nuestro crecimiento. Además, después de toda una vida con luchas, con caídas y triunfos, después de haber firmado con nuestro nombre tantos actos benévolos o crueles, se nos sigue llamando por nuestro nombre, pues nunca podremos perder la dignidad de ser interpelados por el que todo lo ha creado.
Cristo, que llamó a cada apóstol por su nombre, es el único que conoce completamente lo que significa nuestro nombre y, por eso, sigue poniendo delante de nuestro nombre una misión para que transmitamos el valor que se tiene en ser llamados hijos de Dios.
«Este episodio evangélico se refiere también a nosotros, y no solo a los sacerdotes, sino a todos los bautizados, llamados a testimoniar, en los distintos ambientes de vida, el Evangelio de Cristo. Y también para nosotros esta misión es auténtica solo a partir de su centro inmutable que es Jesús. No es una iniciativa de los fieles ni de los grupos y tampoco de las grades asociaciones, sino que es la misión de la Iglesia inseparablemente unida a su Señor. Ningún cristiano anuncia el Evangelio “por sí”, sino solo enviado por la Iglesia que ha recibido el mandado de Cristo mismo. Es precisamente el bautismo lo que nos hace misioneros. Un bautizado que no siente la necesidad de anunciar el Evangelio, de anunciar a Jesús, no es un buen cristiano.»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de julio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy trataré de conocer profundamente a una persona buscando trasmitirle el mejor regalo: la experiencia de mi fe en Cristo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¿Por qué exactamente 12 Apóstoles?
Doce indica la perfección de gobierno.
El Nuevo Testamento está plagado de detalles narrativos y descriptivos muy precisos que contribuyen a su veracidad e historicidad y, por tanto, aumentan la credibilidad.
Los cuatro evangelistas al redactar sus textos tuvieron la excelente oportunidad de contrastar y corroborar sus afirmaciones con testigos directos de lo que narran, de ahí la enorme concordancia entre los textos de los evangelistas, que compartieron los mismos testigos.
Es un lujo de detalles respecto a lugares en los que Jesucristo estuvo, comarcas, personas con las que se relacionó, con sus nombres propios, hasta el número exacto de panes y peces que utilizó en la primera y segunda multiplicación de los panes, así como el número exacto de cestos y piezas que se recogieron después del milagro. Alguien tuvo que contarlos.
O los 153 peces grandes que se recogieron de la pesca milagrosa (Jn 21,1-14). Alguien se tomó el interés de contarlos con tanta precisión.
En Lc 10,1-9: ¨Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir¨. Y en n. 17: ¨Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre».
También se tomaron la molestia de hacer el recuento de esos 72.
Pues en esa misma dirección de minuciosidad en los detalles, cuando Cristo eligió alos doce Apóstoles, los evangelistas no solamente especifican su número sino, también los nombres y, en bastantes casos, los detalles de cómo fue la llamada personal que Jesucristo les hizo.
Al narrar la elección de los doce eran conscientes de la importancia de ese hecho y dato concreto. Conocían la Biblia y la intención de Cristo al decidirse por ese número.
El número 12 es usado 187 veces en la Biblia. ¨Doce¨ indica la perfección de gobierno, el servicio, la potestad y la protección, características de un sistema perfecto de gobierno: 12 Patriarcas, 12 hijos de Israel, 12 tribus, 12 Jueces.
Cuando Jesucristo elige exactamente a 12, está respetando la tradición del pueblo hebreo y, al mismo tiempo, está exponiendo con claridad que se trata de un nuevo pueblo (no sólo los hebreos), una Nueva Ley, y un nuevo edificio (universal), basado en esas doce columnas.
Ese nuevo edificio es la Iglesia de Cristo: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).
Y claramente les dice: «cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel» (Mat. 19:28).
Tan claro quedó esto para los primeros cristianos que en el Nuevo Testamento aparece 31 veces la expresión ¨los doce¨ refiriéndose a los apóstoles.
Y en Apocalipsis 21:14 se nos dice que ¨los doce cimientos del muro de la Nueva Jerusalén tendrán inscriptos sobre ellos los nombres de los doce discípulos¨.
Hasta el punto de que, al fallar y morir Judas, eligen a su sustituto para seguir siendodoce:
"Conviene entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió a los cielos".
Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas".
Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1).
Pablo, siendo una figura tan importante que fue llamado apóstol, sin embargo no era considerado uno de los doce. Más bien, se puede considerar a Pablo como carisma promovido por el Espíritu Santo dentro de la Iglesia que, a lo largo de la historia, tantos otros carismas ha promovido y promueve actualmente.
Hoy se celebra a la Virgen de Chiquinquirá, patrona de Colombia
El Santuario de la Patrona de Colombia, declarado Basílica en 1927 por el Papa Pío XI
El 9 de julio se celebra la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, que fue proclamada por el Papa Pío VII, en 1829, como Patrona de Colombia otorgándole su propia fiesta litúrgica. En 1919 fue coronada canónicamente luego que el Papa Pío X firmara el decreto.
El Santuario de la Patrona de Colombia, declarado Basílica en 1927 por el Papa Pío XI, es visitado como cada año por miles de fieles en especial durante esta fecha.
En este recinto se encuentra el lienzo con la imagen de Nuestra Señora custodiado por los dominicos. La imagen muestra a la Virgen María en su advocación del Rosario y la acompaña San Antonio de Padua y San Andrés el Apóstol.
El lienzo pertenece al arte colonial colombiano más antiguo y es una manta de algodón de más de un metro, en un marco con placas del escudo nacional, las diócesis del país y de los padres dominicos.
La palabra Chiquinquirá significa lugar de nieblas y pantanos. Esta ciudad se ubica en el departamento de Boyacá en la región andina del país a más de dos mil metros de altura.
San Juan XXIII y San Juan Pablo II tuvieron una especial cercanía a esta advocación. San Juan XXIII, por ejemplo, con la intención de pedir por la buena realización del Concilio Vaticano II, en 1960 ofrendó, por medio del Nuncio en el país, un llamado “cirio de purificación” para ser encendido frente a la imagen mariana.
En 1986, San Juan Pablo II visitó la Basílica y consagró Colombia a la Virgen María, pidiendo que conceda “el don inestimable de la paz, la superación de todos los odios y rencores, la reconciliación de todos los hermanos”.
“Que cese la violencia y la guerrilla. Que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica. Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad”.
El esplendor de la verdad en Cristo
Cristo al unirse en cierto modo a cada hombre hace que la humanidad de cada hombre se vuelva vía para afirmar el Misterio cristiano
1.- La misión de la Teología
La Teología tiene en su última raíz en la procesión eterna del Verbo y en su Encarnación; narrándonos los misterios del seno del Padre primero en la voz de los Profetas y últimamente, en la carne mortal de Cristo. Cristo es la teología encarnada de Dios; Él vino a hablarnos de Dios en lenguaje humano. Penetrar y explicar esa revelación de Dios, es el dulce, delicado y fructuosísimo aunque difícil trabajo del teólogo. Trabajo necesario hasta el fin de los siglos. La tarea capital de la Teología es la de aproximar nuestra inteligencia a los misterios de la fe, valiéndose de “analogías” (semejanzas), y comparándolas e insertándolas en las ideas y conceptos de nuestro espíritu. Dios se conoce perfectísimamente a sí mismo desde toda la eternidad expresando su propio ser en un “verbo” interior, que estaba en el principio, y estaba con Dios y El mismo era Dios. En cambio, nuestros conceptos son pobres, imperfectos, adoleciendo de debilidad.
Los teólogos jamás podrán agotar las profundidades del misterio escondido en Dios. La teología tampoco es una metafísica sobrenatural abstracta cuyo único oficio es sistematizar las verdades reveladas sino que también debe interpretar e impregnar los signos de los tiempos actuales, la vida real del mundo y la historia concreta del Cuerpo Místico en el que actúa ya, en germen, el “Reino de Dios” esperando la definitiva revelación de nuestro Señor Jesucristo en su segundo advenimiento:
“…Nada os falte en don alguno, mientras llega para vosotros la manifestación de nuestro Señor Jesucristo”
(I Corintios, 1,7)
Pero no por esto, la Teología deja de ser una ciencia humana en el estricto sentido aristotélico de la palabra. Es una ciencia humana, es verdad, pero subalternada a la ciencia del Verbo. El hábito teológico es, en sí mismo, natural y adquirido; pero su raíz que es la fe -hábito de los primeros principios sobrenaturales- es sobrenatural e infuso. La Teología está emplazada entre la fe y la visión beatífica en el Verbo. Su fuente primera es la fe pero no puede alejarse de ella sin dejar de ser ciencia, como la filosofía no puede renunciar al sentido común sin dejar de ser filosofía.
Todo cristiano es virtualmente teólogo porque posee los principios del orden sobrenatural que son los artículos de la fe recibidos en sus primeros años de catecismo como un proceso científico que deduce conclusiones virtualmente contenidas en estos principios. Del mismo modo, que todo hombre es virtualmente filósofo porque posee los primeros principios del orden natural. Pero la Teología, adolece de cierta imperfección que le viene no de su misma estructura interior sino por razón del estado vial en que nos hallamos: será perfecta cuando se continué por la posesión de Aquel que tiene su ciencia subalternante: el Verbo.
“…La Sagrada Teología se apoya, como en cimientos perpetuos en la palabra escrita de Dios, al mismo tiempo que en la Sagrada Tradición, y con ella se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el misterio de Cristo. Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología. También el ministerio de la palabra, esto es, la predicación pastoral, la catequesis y toda instrucción cristiana, en que es preciso que ocupe un lugar importante la homilía litúrgica, se nutre saludablemente y se vigoriza santamente con la misma palabra de la Escritura”.
(Dei Verbum, 24)
La visión beatífica hará evidentes los principios que ahora sólo son creíbles. Toda Teología tiende al Verbo, como toda ciencia subalternada tiende a su ciencia subalternante. El hábito teológico, fruto del estudio, permanecerá en el cielo, pero el hábito de la fe, raíz de la Teología se mudará en visión. “…Seremos semejantes a Él. ¿Por qué?...Porque lo veremos cómo es en sí”.
2.- Revelación y Fe.
La religión católica es una religión revelada por Dios. El Concilio Vaticano I nos enseña que la revelación es moralmente necesaria para que estas verdades sean conocidas “…por todos, fácilmente, con certeza y sin mezcla de error”. En cambio el contenido propio de las verdades que constituyen una fórmula de fe o un dogma del Cristianismo, excede totalmente la capacidad cognoscitiva de la inteligencia, por consiguiente solo puede sernos comunicada por la revelación divina y por lo mismo debe ser creída por fundarse en el testimonio infalible del mismo Dios. Ejemplo: Dogma de la Inmaculada Concepción.
El Concilio Vaticano II nos profundiza esta doctrina diciéndonos en la Constitución Dogmática Dei Verbum punto 2 que:
“… Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación”.
La revelación como testimonio o preparación para señalar la verdadera revelación de Dios en el sentido pleno de la palabra se completó con la venida de Jesucristo, se inicia desde tiempos muy remotos por intermedio de hombres que hablaban en nombre de Dios y movidos o inspirados por Dios. La misión de estos “anunciadores” de la divina voluntad llamados Profetas y de los Patriarcas del Antiguo Testamento consistió en señalar a Cristo. Según la doctrina católica, Dios por medio de la revelación primitiva reveló ya muchas verdades a los primeros hombres como las relacionadas con el Misterio de la Trinidad y de la Encarnación. La vida pública, Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo demostró que Él era enviado de Dios para traer a los hombres la Verdad. Según su propio testimonio, es el Hijo de Dios hecho hombre y la Verdad Encarnada (Jn 14, 6). Es la aparición de Dios y de la Verdad divina bajo los velos de la carne. Es la Revelación Personal de Dios.
A esto encuentro personal con la Persona de Cristo responde el hombre con Fe. A este llamado y seguimiento a Cristo. El sentido íntimo y propio de la fe es la aceptación a Cristo, un Sí rotundo a su revelación. La fe es un acto espiritual con Cristo. “…Cristo habita por la fe en nuestros corazones”, dice San Pablo. El despojo del hombre viejo en conversión del hombre nuevo en Cristo. La metanoia de nuestros corazones nos hace entrar en contacto con Cristo. Por consiguiente “creer” significa entrar en contacto con la Persona de Cristo que es la “Palabra del Padre” por la cual entramos en contacto con el Padre. Es la plenitud y fuente de vida. El acto de fe es un acto moral que nos lleva a una entrega total a Cristo. Creer implica un inmenso enriquecimiento interior; es apropiarse la ciencia divina e iluminar con su indefectible claridad los problemas de nuestro propio ser y el fin último de nuestra existencia. Santo Tomás nos enseña que “…creer es el acto del entendimiento que asiente a la verdad divina imperada por la voluntad, a la que Dios mueve por la gracia”[1]. “…En la definición de la fe entra la realidad esperada, porque el objeto propio de la fe es una realidad no evidente en sí misma. De ahí que fuera necesario designarla por esa circunlocución mediante algo que viene en pos de la fe”[2].
El hombre por su propia naturaleza religiosa, anhela y necesita ordenar y reunir en una síntesis sistemática, las diversas fórmulas o artículos de fe para poder comprender la conexión íntima de unas con otras y de este modo testimoniarla mediante el apostolado. De este amor a la Verdad Revelada y de este anhelo de sistematizarla nace la Teología.
El dogma, al afirmar una verdad fundada en la autoridad divina, es un estímulo a la inteligencia; la solicita y la urge para investigar la creación en todas sus direcciones hasta encontrar su armonía con la fe.
3.- El esplendor de la verdad en Cristo
Karol Wojty?a es uno de los principales exponentes del personalismo polaco. Fue el alma de la escuela ética de Lublin. Discípulo de Kazimierz Wais. Su Magisterio Pontificio es un desarrollo sistemático del Concilio Vaticano II influenciado por la ética de Max Scheller, de quién toma y analiza la experiencia moral entendida como fuente epistemológica de la ética clásica, el personalismo del humanismo integral de Jacques Maritain, una síntesis de fenomenología kantiana y tomismo construyendo una antropología moderna sobre la estructura central de la persona humana con el fin de edificar una “civilización del amor” por medio de la defensa de los derechos del hombre (DD.HH.), la democracia, el diálogo interreligioso, la evangelización de la cultura, una filosofía de la Familia, la bioética y la educación que implique un esfuerzo de superación entre subjetivismo y objetivismo, entre idealismo y realismo. La lectura de San Juan de la Cruz será para él una revelación. Su tesis doctoral en teología tendrá como finalidad objetivar la experiencia subjetiva de la fe tal y como San Juan de la Cruz la describe. Estas intuiciones adquirirán una forma más articulada, clara y amplia en la que muchos años más tarde será su Encíclica programática: Redemptor hominis al asumir la cátedra de Pedro adoptando el nombre de Juan Pablo II. Cristo al unirse en cierto modo a cada hombre hace que la humanidad de cada hombre se vuelva vía para afirmar el Misterio cristiano.
Juan Pablo II veía con suma atención y preocupación los intentos del mundo moderno por destruir la familia como cimiento de la sociedad cristiana. Por eso, dedico gran parte de su magisterio a la importancia de la subjetividad social de la familia como fundamento sólido y perenne de la ¨civilización del amor¨ mediante poderosas reflexiones económicas, políticas, sociales, filosóficas y teológicas. Un enfoque necesariamente multidisciplinario desde la perspectiva de la Fe.
El problema del constituirse de la cultura a través de la “praxis” humana. En ella expone la prioridad del hombre como sujeto de la acción humana y su consecuencia metodológica: la acción como camino para entender a la persona. La fecundidad de la prioridad praxeológica de lo humano al interior de la acción permitirá entender cómo la persona se construye a sí misma al momento de construir el mundo. Además ayudará a entender que la subjetividad de la persona se participa al ser y hacer-junto-con-otros. Por lo que será posible hablar propiamente de que la sociedad posee «subjetividad» cuando el modo humano de la acción, es decir, la acción solidaria, se establece como dinámica estable en una comunidad. El tema de la “subjetividad social” será una de las claves para comprender la propuesta antropológica de las Encíclicas Solicitudo Rei Socialis y Centesimus Annus.
En la Segunda Instrucción sobre la Teología de la Liberación, (Sobre Libertad cristiana y liberación) del 22-3-1986 publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en sus puntos 43-60, podemos vislumbrar el verdadero sentido de liberación en y por Cristo propuesto por S. Juan Pablo II cuando nos dice que la verdadera liberación se regocijo en la figura de Cristo Crucificado. La acción redentora de Cristo nos libero de la muerte y del pecado. Esta libertad dada por Cristo nos religo a la comunión con el Padre. En esta comunión el hombre encuentra su verdadera libertad.
La concepción cristiana de libertad se encuentra en la gracia de la fe y de los sacramentos de la Iglesia. El hombre emprende durante toda su vida en la tierra un combate espiritual por su salvación según las armas de Dios. Este combate no anula la libertad. El Espíritu Santo es la fuente de verdadera libertad y la caridad es el cumplimiento pleno de su ley. La iglesia, fiel a esta vocación, nos muestra el verdadero camino de liberación promoviendo la dignidad de la persona y ahuyentándonos de toda forma de opresión. La felicidad la alcanzaremos si hacemos buen uso de nuestro libre albedrío alcanzando la Jerusalén Nueva, ciudad de libertad. La salvación de nuestra alma es la glorificación de la libertad. No se puede reducir esta concepción a un plano político terrenal. La forma es una forma de injusticia que clama su pronta solución pero su sentido más profundo se alcanza cuando se es liberado de las redes del pecado y no por milagro de ideologías políticas.
La misión confiado por Cristo a la Iglesia es la de anunciar la verdad revelada y de esta modo iluminar las conciencias. La salvación integral del mundo es el fin buscado y las bienaventuranzas anunciadas por Jesús manifiestan la perfección de ese amor evangélico. El compromiso con los asuntos temporales al servicio del prójimo liberándolos del pecado y del maligno es la misión evangelizador y salvífica por excelencia de la Iglesia. La Iglesia nos muestra el camino para nuestra salvación y no se aparta del mismo cuando se pronuncia sobre la promoción de la justicia y la dignidad del hombre. Instigar la formación moral del carácter y sedimentar la vida espiritual de los hombres.
La dimensión soteriológica de la liberación no puede reducirse a la dimensión socio - ética. La DSI ofrece principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción para lograr instaurar el Reino de Dios en los asuntos temporales preservando el fundamento supremo que es la dignidad del hombre estando ligados íntimamente el principio de solidaridad y de subsidiariedad. La DSI emite a la luz de sus principios sobre los métodos estructurales y culturales marcados por el pecado que influyen sobre el hombre respetando siempre su responsabilidad y no imponiendo ningún sistema en particular. La conversión de los corazones es el camino más sólido para obtener verdaderos cambios que enaltezcan la dignidad del hombre. Los medios de acción para la consecución de este fin deben estar en conformidad con la dignidad del hombre respetando su libertad.
4.- La conversión del mundo a Cristo.
La civilización actual debe ser transformada por la civilización del amor. Las estructuras del pecado deben dejar paso al Reino social de Cristo y por su medio la salvación de los hombres. El acceso a la cultura y la educación del trabajo son medidas fundamentales para este fin. El modelo a seguir se encuentra en la figura de Jesús de Nazaret. El trabajo es la clave de toda la cuestión social. Todo hombre tiene derecho a un trabajo digno que enaltezca su dignidad. El trabajo debe ser anterior al capital. El Estado debe ser el garante para este fin pero muchas veces puede ser llamado a intervenir directamente. El esfuerzo laboral de los hombres debe estar orientado al bien común nacional e internacional. Todo hombre debe tener acceso a aquellos bienes necesario para su planificación. La solidaridad debe alentar este espíritu. Los países ricos deben asistir a los países más pobres por el destino universal de los bienes. El Estado tiene que eliminar el índice de analfabetismo en la sociedad. La cultura y la educación no tienen que ser utilizadas como factores al servicio del poder político y económico; la tarea educativa es responsabilidad de la familia. La inculturación no puede seguir llevando a los pueblos al subdesarrollo. El evangelio tiene que impregnar la cultura de la nación. La Iglesia es la única que une la diversidad y unidad en beneficio de la persona. Sólo con un verdadera y sincera metanoia en Cristo, las sociedades y el hombre podrán dignificarse y alcanzar la concordia y un desarrollo integral que lo enaltezca. Mientras los gobiernos sigan alentando y sosteniendo la apostasía con un orden jurídico que de carta de ciudadanía y residencia a la cultura de la muerte en las sociedades del siglo XXI, las opciones no serán muy alentadoras para el desarrollo integral y trascendental del hombre.
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[1]Summa Theologiae 2-2, q. 2, a. 9
[2]Op.cit., 2-2ae, q. 17
¿Cómo hablar de ideología de género a nuestros hijos?
Lo mejor es promover, de modo muy positivo, una sana educación y vivencia de la sexualidad
La “ideología de género” es un problema que genera mucha confusión entre padres de familia, que, en muchos casos, no tienen una postura clara al respeto, pues carecen, comprensiblemente, de formación básica al respeto. ¿Por qué hablar de este asunto genera “anticuerpos” en muchos ámbitos escolares? Exhorto a los papás –que no tienen las ideas tan claras– a hacer un esfuerzo y conocer el peligro que comporta esta “supuesta defensa de libertad”.
Una inserción en lo cotidiano
En primer lugar, hace ya algún tiempo, el gobierno y ONG´s transnacionales, así como muchos medios de comunicación, difunden esta “ideología”, presionando para que los profesores tengan que enseñarla, como parte obligatoria del currículo escolar. Prácticamente, “atropellan” el deber y derecho que tenemos los padres de enseñarles lo que consideramos correcto. Se sostiene que, no se nace con un sexo definido, sino que, tiene todo el derecho y “libertad” de escoger su género. Principalmente, con relación a cosas tan esenciales como: su orientación y comprensión de la sexualidad.
No nos confundamos
Tengamos mucho cuidado, pues a través de un sutil juego de palabras “muy justas” (equidad, respeto, igualdad…), nos hacen creer, que no hay nada de qué preocuparse, pues se está “promoviendo una sana defensa de la equidad sexual”. Por este motivo, debemos ser capaces de explicar la recta vivencia de la sexualidad. Así como las graves mentiras que se esconden detrás de esta ideología.
Por si fuera poco, lo hacen, prácticamente, a espaldas de nuestra conciencia, educándolos desde temprana edad, en cosas tan esenciales como: su orientación y comprensión de la sexualidad. No estamos hablando solamente de los colegios, películas y series de televisión. Preocupémonos y hagamos un esfuerzo especial por formar de modo consciente a nuestros hijos e hijas en lo que respecta a sexualidad. Esto exige, en primer lugar, una formación básica y fundamental acerca de lo que significa la castidad, palabra cada vez más rara y olvidada en nuestra cultura. La misma que está marcada y oprimida por valores totalmente tergiversados acerca de lo que significa vivir una sana orientación sexual entre hombre y mujer.
Líneas de acción
Una sana educación sexual:Seamos los primeros que debemos comprender y vivir una correcta vida sexual. La palabra “castidad”, que suena casi a algo medieval, significa no más que un recto orden en la vivencia de nuestra sexualidad. Es decir, así como todas las cosas, existe un orden naturalmente establecido para vivir esa dimensión tan importante de nuestra vida.
Vivir la castidad: El diccionario de la Real Academia Española, define “casto” a “la persona que se abstiene de todo goce sexual desordenado”, o que “se atiene a lo que se considera como lícito”. Es quien vive su sexualidad de acuerdo con su condición y estado en que se encuentra.
No hay “géneros distintos”: No se trata de reflexionar ahora sobre los tiempos en que uno empieza a iniciarse en la vida sexual, y cómo lo hace. Lo que sí interesa ahora, es que quede claro, que existe una manera masculina o femenina de vivir la castidad.
Vivir una sexualidad positiva:Enseñemos a nuestros hijos la correcta manera de vivir su sexualidad, lo cual es algo muy hermoso, pues valora no sólo el cuerpo, sino también nuestras emociones, pensamientos, hasta nuestro espíritu.
Por lo tanto, a la pregunta: ¿cómo hablar de “ideología de género” a nuestros hijos?, lo mejor es promover, de modo muy positivo, una sana educación y vivencia de la sexualidad. Es a través de esta educación y formación positiva, como logramos que nuestros hijos vean en la sexualidad, un camino hermoso para vivir el verdadero amor cristiano y no un simple acto de placer egoísta.
¿Qué enseña la Iglesia acerca de la anticoncepción?
El verdadero problema de la anticoncepción es la mentalidad que la anima...
Pregunta:
Soy una alumna de un colegio católico y se me pidió hacer una investigación sobre los anticonceptivos, quiero pedirle ayuda acerca de este tema y del punto de vista de la Iglesia. Necesito saber con fundamentos claros el por que la iglesia se opone a este método, si es pecado usarlos, etc. Por favor agradecería su ayuda. Navegando en Internet llegue a una pagina en donde me aparecía que usted sabia bastante acerca de este tema, por esta razón quise escribirle. Me despido afectuosamente V. De antemano muchas gracias
Respuesta:
Estimada V.:
La anticoncepción es el rechazo a tener hijos ya sea por motivos sin peso o por medios ilícitos.
Muchas veces, cuando se habla en contra de la anticoncepción se mencionan los efectos secundarios que causan muchas píldoras o medios anticonceptivos como, por ejemplo:
-Efectos sobre el metabolismo lipido-glucídico: arterioesclerosis, peligros de hemiplejias.
-Efectos cardiovasculares: trombosis vascular, venosa, arterial o del mesenterio, hemorragias y embolias cerebrales o pulmonares, infartos, hipertensión, oclusión coronaria, etc. (efectos que se aumentan hasta un 250% cuando se combina la píldora anticonceptiva con el tabaco o el alcohol).
-Efectos hepáticos: hepatitis virósicas, ictericia, cálculos, lesiones vasculares y tumores.
-Efectos sobre la piel: acné, caída de cabello, hiperpilosidad, manchas.
-Efectos neuropsíquicos: desequilibrios, depresiones, tendencias suicidas, aburrimiento, tristeza, alteración de la libido, desafección sexual.
-Efectos ginecológicos: riesgos de infecciones, quistes, cáncer de útero y seno.
-Efectos genéticos en los descendientes: mongolismo, malformaciones varias.
-Efectos sobre la fecundidad: disminución de las reglas, esterilidad total; en las jovencitas pueden llegar a darse un bloqueo del crecimiento sexual (el fenómeno de las ‘mujeres-niñas’).
Por este motivo, muchas mujeres desconfían de la píldora y recurren a otros medios moralmente tanto o más malos e injustos que aquélla, como la esterilización y el aborto.
Sin embargo, el problema es más profundo y sería igualmente inmoral la anticoncepción aunque se consiguiese fabricar una píldora que no produjese ningún efecto nocivo, o la esterilización fuese totalmente reversible.
El Papa Juan Pablo II ha señalado con fuerza que el verdadero problema de la anticoncepción es la mentalidad que la anima. Es la mentalidad de la cerrazón a la vida, de la falsedad en la relación entre el hombre y la mujer y de la manipulación y cosificación del amor.
Ante todo, la anticoncepción, como su nombre lo indica, implica una oposición a la concepción de una nueva vida. Es una actitud de rechazo. El Papa ha dicho que entre el recurrir a los métodos naturales (es decir, el recurrir a los ritmos de fertilidad e infertilidad que la misma naturaleza prevé para la mujer) y el anticoncepcionismo no hay una simple diferencia de método sino dos concepciones de la persona humana y de la sexualidad humana, ‘irreconciliables entre sí’.
En la anticoncepción ‘la procreación se convierte en el ‘enemigo’ a evitar en la práctica de la sexualidad’ (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 23). Esta práctica tiene su raíz es una mentalidad hedonista, es decir, egoísta, que pone el placer por encima de todo: un hijo, una nueva vida, es un mal. Esta es la actitud contraria a la de Dios que nos ha dado a nosotros la vida.
Es por ser una oposición a la vida que tiene estrecha relación con el aborto. A veces se dice que hay que favorecer la anticoncepción para que haya menos abortos. Es falso. Aunque se trate de cosas diversas, una llama a la otra. El que no quiere una nueva vida intenta primero evitar que venga, pero si falla en evitarla, intentará luego destruirla. Por eso decía Juan Pablo II: ‘los contravalores inherentes a la ‘mentalidad anticonceptiva’… son tales que hacen precisamente más fuerte esta tentación (del aborto) ante la eventual concepción de una vida no deseada. De hecho, la cultura abortista está particularmente desarrollada justo en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción’ (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 13).
En segundo lugar, implica una falsedad en la relación entre el hombre y la mujer. Ya hemos hecho referencia a esto: cuando deliberadamente se quita de ese acto la capacidad de dar la vida, de engendrar, de ser fecundos, ese acto se vuelve mentiroso.
En tercer lugar, implica una relación cosificada: se rebaja al otro cónyuge porque se lo ve ya sólo como un objeto de placer. Una cosa que da placer, no una persona a la que se entrega con totalidad. Cuando el acto sexual se reduce a la búsqueda del placer, entonces se convierte en la suma de dos egoísmos, pero dos egoísmos no hacen un amor.
Finalmente, en la anticoncepción los esposos se comportan como dueños y árbitros absolutos de la creación. Ellos se dictan su propia ley, usan su cuerpo, su sexo, el placer, según sus propios criterios, contra la voluntad de Dios expresada en la ley natural y en los mandamientos divinos.
Resumiendo todo esto decía el Papa Juan Pablo II: ‘Cuando los esposos, mediante el recurso al anticoncepcionismo, separan estos dos significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como ‘árbitros’ del designio divino y ‘manipulan’ y envilecen la sexualidad humana, y con ella la propia persona del cónyuge alterando su valor de donación ‘total’. Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce, no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal llamando a entregarse en plenitud personal’ (Juan Pablo II, Familiaris consortio, 32).
Este es el problema más profundo y más real de la anticoncepción.