Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos..., proclamando la Buena Noticia del Reino

AGUSTÍN ZHAO RONG († 1815)
Y 119 COMPAÑEROS, MÁRTIRES EN CHINA († 1648 - 1930)

Martirologio Romano: Santos Agustín Zhao Rong, presbítero, Pedro Sans i Jordá, obispo, y compañeros, mártires, que en distintos lugares de China y en distintos tiempos fueron testigos del Evangelio de Cristo con sus palabras y con sus obras, y, por haber predicado y confesado la fe, sufrieron persecución, mereciendo por ello pasar al banquete eterno de la gloria (siglos XVII/XVIII).

Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.

Fecha de canonización: 1 de Octubre del año 2000 por el Papa Juan Pablo II.

Reseña de los Hechos

Desde los más remotos orígenes del pueblo chino (hacia la mitad del tercer milenio antes de Cristo) el sentimiento religioso hacia el Ser Supremo y la piedad filial y devota hacia los antepasados difuntos son las características más relevantes de su cultura milenaria.

Esta nota de neta religiosidad se encuentra, más o menos, en los chinos de todos los siglos, hasta el nuestro, cuando bajo el influjodel ateísmo occidental, algunos intelectuales, especialmente los educados en el exterior, han querido desprenderse, como algunosde sus maestros occidentales, de cualquier idea religiosa.

El Evangelio se anunció en China en el siglo V y, a primerosdel VII, se erigió allí la primera iglesia. Durante la dinastía T´ang(618-907) la comunidad de los cristianos estuvo floreciente durante dos siglos. En el XIII la comprensión del pueblo chino y de sus culturas, que supo tener un misionero como Juan de Montecorvino, lograron que se pudiera dar impulso a la primera misión católica en el «Reino del medio» con sede episcopal en Beijin.

No es de extrañar que, especialmente en la época moderna (es decir, desde el siglo XVI, cuando las comunicaciones entre oriente y occidente comenzaron a ser en cierto modo más frecuentes), haya existido por parte de la Iglesia Católica el deseo de llevar a este pueblo la luz del Evangelio, a fin de que ésta enriqueciese aún más el tesoro de tradiciones culturales y religiosas tan ricas y profundas.

Así pues, a partir de las últimas décadas del siglo XVI, varios misioneros católicos fueron invitados a China: se habían elegido con gran esmero personas como Matteo Ricci y otros, teniendo en cuenta, además de su espíritu de fe y de amor, sus capacidades culturales y sus cualidades en diversos campos de la ciencia, en especial de la astronomía y de la matemática. De hecho, gracias a éstos y al aprecio que demostraron los misioneros por el notable espíritu de investigación presente en los estudiosos chinos, pudieron establecerse relaciones de colaboración científica muy provechosas. Éstas sirvieron a su vez para abrir muchas puertas, incluso las de la corte imperial, y para así entablar relaciones muy útiles con varias personas de grandes capacidades.

La calidad de la vida religiosa de estos misioneros fue lo que indujo a no pocas personas de alto nivel a sentir la necesidad de conocer mejor el espíritu evangélico que los animaba y, luego, de instruirse en los postulados de la religión cristiana: lo cual se hizo de manera conveniente a sus características culturales y a su modo de pensar. A finales del siglo XVI y primeros del XVII, fueron numerosos los que, una vez adquirida la debida preparación, pidieron el bautismo y llegaron a ser cristianos fervientes, manteniendo siempre con justo orgullo su identidad de chinos y su cultura.

El cristianismo se vio en aquel período como una realidad que no se oponía a los más altos valores de las tradiciones del pueblo chino, ni se superponía a ellos, sino que los enriquecía con una nueva luzy dimensión.

Gracias a las óptimas relaciones existentes entre algunos misioneros y el mismo emperador K´ang Hsi; gracias a sus servicios prestados por restablecer la paz entre el «zar» de Rusia y el «hijo del cielo», o sea el emperador, éste promulgó en 1692 el primer decreto de libertad religiosa, en virtud del cual todos sus súbditos podían seguir la religión cristiana y todos los misioneros podían predicarla en sus vastos dominios.

Como consecuencia, la acción misionera y la difusión del mensaje evangélico se desarrollaron notablemente y fueron muchos los chinos que, atraídos por la luz de Cristo, pidieron recibir el bautismo.

Pero desgraciadamente la cuestión espinosa de los «ritos chinos», irritó sobremanera al emperador K´ang Hsi y preparó la persecución (fuertemente influenciada por la del vecino Japón), que en unos sitios más en otros menos, abierta o solapada, violenta o velada,se extendió prácticamente con sucesivas oleadas desde la primera década del siglo XVII hasta la mitad del siglo XIX, matando a misioneros y a fieles laicos y destruyendo no pocas iglesias.

Fue exactamente el 15 de enero de 1648 cuando los Tártaros Manciù, habiendo invadido la región del Fujian y mostrándose hostiles a la religión cristiana, dieron muerte al San Francisco Fernández de Capillas, sacerdote de la Orden de los Frailes Predicadores. Después de haberlo encarcelado y torturado, lo decapitaron mientras rezaba con otros los misterios dolorosos del Rosario.

El San Francisco Fernández de Capillas ha sido reconocidopor la Santa Sede como Proto mártir de China.

Hacia la mitad del siglo siguiente, el XVIII, otros cinco misioneros españoles, que habían ejercido su actividad entre los años 1715-1747, fueron también asesinados como resultado de una nueva ola de persecución iniciada en 1729 y con secuaces más encarnizados en 1746. Era la época de los emperadores Yung-Cheng y de su hijo K´ien-Lung.

San Pedro Sans i Iordà, O.P., Obispo, martirizado el 26 de mayo de 1747 en Fuzhou.
San Francisco Serrano, O.P., Sacerdote,
San Joaquín Royo, O.P. Sacerdote,
San Juan Alcober, O.P., Sacerdote,
San Francisco Díaz, O.P. Sacerdote, los cuatro fueron matados el 28 de octubre de 1748 en Fuzhou.

Una nueva fase de régimen de persecución en relación con la religión cristiana se desató posteriormente en el siglo XIX.

Mientras algunos Emperadores de los siglos precedentes habían autorizado el catolicismo, el Emperador Kia-Kin (1796-1821) publicó en cambio numerosos y severos decretos en contra. El primero se remonta al 1805; dos edictos del 1811 iban dirigidos contra aquellos de entre los chinos que hacían los estudios para recibir las órdenes sagradas y contra los sacerdotes que propagaban la religión cristiana. Un decreto del 1813 exoneraba de cualquier castigo a los apóstatas voluntarios, es decir, a los Cristianos que declaraban espontáneamente que abandonaban la fe cristiana, pero amenazaba a todos los demás.

En este período sufrió el martirio el San Pedro Wu, laico catequista, chino, nacido de familia pagana, recibió el bautismo en 1796 y pasó el resto de su vida anunciando la verdad de la religión cristiana. Todas las tentativas para hacerlo apostatar fueron vanas. Emitida contra él la sentencia de muerte, fue estrangulado el 7 de noviembre de 1814.

Siguió sus pasos en la fidelidad a Cristo el San José Tshang-Dapeng, laico catequista, comerciante, bautizado en el 1800, llegó a ser después el alma de la misión en la ciudad de Kony-Yang. Encarcelado, murió estrangulado el 12 de marzo de 1815.

Este año (1815) se promulgaron otros dos Decretos, en los que se aprobaba la conducta del Virrey del Sichuan, que había hecho decapitar a Mons. Dufresse, de las Misiones Exteriores de París,y a muchos cristianos chinos. Siguió una persecución más exacerbada.

Son de este período los siguientes mártires:

San Juan Gabriel Taurin Dufresse, M.E.P., Obispo, arrestado el 18 de mayo de 1815, conducido a Chengdu, condenado y ajusticiado el 14 de septiembre de 1815.

San Agustín Zhao Rong, Sacerdote diocesano chino que, siendo antes uno de los soldados que escoltaron a Mons. Dufresse desde Chengdu hasta Beijin, había quedado impresionado por la paciencia de éste y había pedido ser contado entre los neófitos: una vez bautizado, se le mandó al Seminario y después se ordenó sacerdote. Arrestado, sufrió crueles suplicios y después murióen 1815.

San Giovanni da Triora, O.F.M., Sacerdote, hecho prisionero junto con otros en el verano del 1815, después condenado a muerte y murió estrangulado el 7 de febrero de 1816.

San José Yuan Zaide, Sacerdote diocesano chino, el cual, habiendo escuchado a Mons. Dufresse hablar de la fe cristiana, quedó prendado de la belleza de ésta y después llegó a ser un neófito ejemplar. Más tarde, ordenado sacerdote y, como tal, entregado a la evangelización en varios distritos; fue apresado en agosto de 1816, condenado a la estrangulación y matado de esta suerte el 24 de junio de 1817.

San Francisco Regis Clet de la Congregación de la Misión que, después de haber obtenido el permiso para ir a las misiones de China, se había embarcado para el Oriente en 1791. Llegado allí, llevó durante treinta años una vida sacrificada de misionero: sostenido por un celo incansable, evangelizó tres inmensas Provincias del Imperio Chino: Jiangxi, Hubei, Hunan.

Traicionado por un cristiano, fue arrestado y llevado a prisión donde sufrió atroces suplicios. Mediante sentencia del Emperador fue matado por estrangulación el 17 de febrero de 1820.

San Tadeo Liu, Sacerdote diocesano, chino, que se negó a apostatar, diciendo que era sacerdote y quería ser fiel a la religión que había predicado. Condenado a muerte, fue estrangulado el 30 de noviembre de 1823.

San Pedro Liu, catequista, laico, chino, arrestado en 1814 y vendido como exclavo en Tartaria, donde permaneció casi tres lustros. Vuelto a la patria, fue de nuevo apresado y estrangulado el 17 de mayo de 1834.

San Joaquín Ho, catequista laico, chino, fue bautizado a la edad de casi 20 años. En la gran persecución del 1814 había sido prendido con muchos otros fieles y sometido a crueles torturas. Desterrado a Tartaria, allí permaneció unos 20 años; regresado a la patria fue nuevamente apresado y rehusó apostatar. A continuación, una vez confirmada la sentencia de muerte por parte del Emperador, fue estrangulado el 9 de julio de 1839.

San Augusto Chapdelaine, M.E.P., sacerdote de la Diócesis de Coutances. Habiendo ingresado en el Seminario de las Misiones Exteriores de París, se embarcó directamente a China en 1852; llegó a Guangxi a finales del 1854. Arrestado en 1856, torturado, condenado a muerte enjaulado, expiró en febrero de 1856.

San Lorenzo Bai Xiaoman, laico, chino, obrero modesto, que acompañó al San Chapdelaine en el asilo que habían ofrecido al misionero y fue con él apresado y conducido al tribunal. Nada pudo hacerlo apostatar. Fue decapitado el 25 de febrero de 1856.

Santa Inés Tsao Kouying, viuda, había nacido de antigua familia cristiana; habiéndose dedicado a la instrucción de las muchachas jóvenes convertidas por el San Augusto Chapdelaine, fue arrestada y, condenada a morir enjaulada, expiró el 1 de marzo de 1856.

El 28 de enero de 1858, por orden del mandarín de MaoKou (en la provincia de Guizhou), fueron matados tres catequistas, conocidos como Mártires de MaoKou:

San Jerónimo Lu Tingmei,
San Lorenzo Wang Bing,
Santa Àgueda Lin Zao.


Se pidió a los tres que renunciaran a la religión cristiana. Como su respuesta fuese negativa, fueron condenados a la decapitación.

El 29 de julio de 1861 sufrieron el martirio simultáneamente dos seminaristas y dos laicos, de los cuales uno era cultivador y la otra una viuda que prestaba sus servicios como cocinera en el seminario. Se los conoce como Mártires de Qingyanzhen (Guizhou):

San José Zhang Wenlan, seminarista,
San Pablo Chen Changpin, seminarista,
San Juan Bautista Luo Tingying, laico,
Santa Marta Wang-Luo Mande, laica.

El año siguiente, el 18 y 19 de febrero de 1862, dieron su vidapor Cristo otras 5 personas, conocidas como Mártires de Guizhou,a saber:

San Juan Pedro Néel, Sacerdote de las Misiones Exterioresde París,
San Martín Wu Xuesheng, catequista laico,
San Juan Zhang Tianshen, catequista laico,
San Juan Chen Xianheng, catequista laico,
Santa Lucía Yi Zhenmei, catequista laica.

Mientras tanto habían ocurrido, en el campo de la política, algunos episodios que tuvieron notables repercusiones en la vida de las misiones cristianas.

En junio de 1840 el Comisario imperial de Guangdong, queriendo con razón suprimir el comercio del opio, que estaba en manos de los ingleses, había hecho arrojar al mar más de veinte mil cajas de esta droga. Este había sido el pretexto de la guerra inmediata, con victoria de los ingleses. Terminada la guerra, China debió firmar en 1842 el primer tratado internacional de los tiempos modernos, al que siguieron muy pronto otros con América y Francia. Aprovechando la ocasión, Francia sustituyó a Portugal como potencia protectora de las misiones y como consecuencia se promulgó un doble decreto: uno del 1844, por el cual se permitía a los chinos seguir la religión católica, otro del 1846, mediante el cual se suprimían las antiguas penas contra los católicos.

La Iglesia pudo entonces vivir abiertamente y ejercer su acción misionera, desarrollándola también en el ámbito de la educación superior, universitaria y de la investigación científica.

Al multiplicarse los diversos Institutos culturales de alto nivel y gracias a su actividad muy apreciada, se establecieron gradualmente lazos cada vez más profundos entre la Iglesia y China con sus ricas tradiciones culturales.

Esta colaboración con las autoridades chinas favoreció de un modo creciente la mutua estima y participación en aquellos valores que deben regir siempre toda sociedad civil.

Transcurrió así un siglo de expansión de las misiones cristianas, con la excepción hecha del período en que se abatió sobre ellas la desgracia de la insurrección de la «Asociación de la justicia y de la armonía» (conocida comúnmente como de los “Boxers”), que ocurrió al principio del siglo XX y causó el derramamiento de sangre de muchos cristianos.

Es sabido que en esta revuelta confluyeron todas las sociedades secretas y el odio acumulado y reprimido contra los extranjeros de los últimos decenios del siglo XIX a causa de las vicisitudes políticas y sociales que siguieron a la «guerra del opio» y a la imposición de los así llamados «Tratados desiguales» por parte de las Potencias Occidentales.

Sin embargo fue muy distinto el móvil de la persecución a los Misioneros, aunque fueran de nacionalidad europea. Su matanza fue determinada por una causa puramente religiosa: fueron matados por el mismo motivo con que lo fueron los fieles chinos que se habían hecho cristianos. Documentos históricos indiscutibles ponen en evidencia el odio anticristiano que impulsó a los “Boxers” a asesinar a los Misioneros y a los fieles locales que se habían adherido a su doctrina. Respecto a ellos se emitió un edicto el 1 de julio de 1900, en el cual se decía, en síntesis, que ya había pasado el tiempo de las buenas relaciones con los Misioneros europeos y sus cristianos: que los primeros debían ser repatriados inmediatamente y los fieles obligados a la apostasía, bajo pena de muerte.

Como resultado de esto tuvo lugar el martirio de algunos misioneros y de muchos chinos que se agruparon en los siguientes grupos:

a) Mártires de Shanxi, muertos el 9 de julio de 1900, que son Frailes Menores Franciscanos:

San Gregorio Grassi, Obispo,
San Francisco Fogolla, Obispo,
San Elías Facchini, Sacerdote,
San Teodorico Balat, Sacerdote,
San Andrés Bauer, Hermano Religioso;

b) Mártires del Hunan Meridional, muertos el 7 de julio de 1900, también Frailes Menores Franciscanos:

San Antonino Fantosati, Obispo,
San José María Gambaro, Sacerdote,
San Cesidio Giacomantonio, Sacerdote ( 4 julio).

A los mártires franciscanos de la Orden Primera se añaden siete Franciscanas Misioneras de María, de las cuales 3 francesas,2 italianas, 1 belga y 1 holandesa:

Santa María Ermellina de Jesús (en el siglo: Irma Grivot),
Santa María de la Paz (en el siglo: María Anna Giuliani),
Santa María Clara (en el siglo: Clelia Nanetti),
Santa María de Santa Natalia (en el siglo: Juana María Kerguin),
Santa María de San Justo (en el siglo: Ana Moreau),
Santa María Adolfina (en el siglo: Ana Dierk),
Santa María Amandina (en el siglo: Paula Jeuris).

De los mártires chinos de la familia franciscana forman parte también 11 Franciscanos seglares, todos chinos:

San Juan Zhang Huan, seminarista,
San Patricio Dong Bodi, seminarista,
San Juan Wang Rui, seminarista,
San Felipe Zhang Zhihe, seminarista,
San Juan , Zhang Jingguang, seminarista,
San Tomás Shen Jihe, laico, sirviente,
San Simón Qin Cunfu, catequista laico,
San Pedro Wu Anbang, laico,
San Francisco Zhang Rong, laico agricultor,
San Matías Feng De, laico neófito,
San Pedro Zhang Banniu, obrero laico.

A ellos se añaden algunos fieles laicos chinos:

San Santiago Yan Guodong, agricultor,
San Santiago Zhao Quanxin, sirviente,
San Pietro Wang Erman, cocinero.

Cuando la rebelión de los “Boxers”, iniciada en Shandong, difundida luego en Shanxi y en Hunan, llegó también al sudeste de Tcheli, en aquel entonces Vicariato Apostólico de Xianxian, confiado a los Jesuitas, los cristianos matados se cuentan por millares.

Entre éstos se encuentran 4 misioneros jesuitas franceses y 52 cristianos laicos chinos, hombres, mujeres y niños, el más anciano de ellos tenía la edad de 79 años, mientras que los dos más jóvenes sólo 9 años. Todos sufrieron el martirio en el mes de julio de 1909; muchos de ellos fueron matados en la Iglesia del Pueblo di Tchou-Kia-ho, donde se habían refugiado y estaban en oración junto con los dos primeros de los misioneros que a continuación se enumeran:

San León Mangin, S.J. sacerdote,
San Pablo Denn, S.J., sacerdote,
San Remigio Isoré, S.J., sacerdote,
San Modesto Andlauer, S.J., sacerdote.

He aquí los nombres y edades de los laicos cristianos chinos:

Santa María Zhu, de unos 50 años,
San Pedro Zhu Rixin, de 19 años,
San Juan Bautista Zhu Wurui, de 17 años,
Santa María Fu Guilin, de 37 años,
Santa Bárbara Cui Lian, de 51 años,
San José Ma Taishun, de 60 años,
Santa Lucía Wang Cheng, 18 años,
Santa María Fan Kun, de 16 años,
Santa María Chi Yu, de 15 años,
Santa María Zheng Xu, de 11 años,
Santa María Du Zhao, de 51 años,
Santa Magdalena Du Fengju, de 19 años,
Santa María Du Tian, de 42 años,
San Pablo Wu Anjyu, de 62 años,
San Juan Bautista Wu Mantang, 17 años,
San Pablo Wu Wanshu, de 16 años,
San Ramón Li Quanzhen, de 59 años,
San Pedro Li Quanhui, de 63 años,
San Pedro Zhao Mingzhen, de 61 años,
San Juan Bautista Zhao Mingxi, de 56 años,
Santa Teresa Chen Tinjieh, de 25 años,
Santa Rosa Chen Aijieh, de 22 años,
San Pedro Wang Zuolong, de 58 años,
Santa María Gou Li, de 65 años,
San Juan Wu Wenyin, de 50 años,
San Zhang Huailu, de 57 años,
San Marcos Ki-T´ien-Siang, de 66 años,
Santa Ana An Xin, de 72 años,
Santa María An Guo, de 64 años,
Santa Ana An Jiao, de 26 años,
Santa María An Linghua, de 29 años,
San Pablo Liu Jinde, de 79 años,
San José Wang Kuiju, de 37 años,
San Juan Wang Guixin, de 25 años,
Santa Teresa Zhang He, de 36 años,
Santa Lang Yang, de 29 años,
San Pablo Lang Fu, de 9 años,
Santa Isabel Qin Bian, de 54 años,
San Simón Qin Cunfu, de 14 años,
San Pedro Liu Zeyu, de 57 años,
Santa Ana Wang, de 14 años,
San José Wang Yumei, de 68 años,
Santa Lucía Wang Wang, de 31 años,
San Andrés Wang Tianqing, de 9 años,
Santa María Wang Li, de 49 años,
San Chi Zhuze, de 18 años,
Santa María Zhao Gou, de 60 años,
Santa Rosa Zhao, de 22 años,
Santa María Zhao, de 17 años,
San José Yuan Gengyin, de 47 años,
San Pablo Ge Tingzhu, de 61 años,
Santa Rosa Fan Hui, de 45 años.

El hecho de que este considerable número de fieles laicos chinos haya ofrecido la vida a Cristo juntamente con los misioneros que les habían anunciado el Evangelio y se habían prodigado por ellos pone en evidencia la profundidad de los vínculos que la fe en Cristo establece, reuniendo en una sola familia personas de razas y culturas diversas, estrechamente hermanados entre sí, no ya por motivos políticos, sino en virtud de una religión que predica el amor, la fraternidad, la paz y la justicia.

Además de todos los matados por los “Boxers” hasta ahora mencionados, debe recordarse también al San Alberico Crescitelli, sacerdote del Instituto Pontificio de las Misiones Exteriores de Milán, que desarrolló su ministerio en el Shanxi Meridional y fue martirizado el 21 de julio de 1900.

Años después, al nutrido ejército de los Mártires arriba recordados iban a unirse algunos Miembros de la Sociedad Salesiana de S. Juan Bosco:

San Luis Versiglia, Obispo,
San Calixto Caravario, Sacerdote.

Fueron asesinados juntos el 25 de febrero de 1930 en Li-Thau-Tseul.

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas

Santo Evangelio según San Mateo 9, 32-38. Martes XIV del tiempo ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ayúdame a ser un trabajador diligente y eficaz en tu mies para que más gente te conozca y te ame.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 32-38

En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló. La gente decía admirada: "Nunca se ha visto en Israel cosa igual." En cambio, los fariseos decían: "Éste echa los demonios con el poder del jefe de los demonios." Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies."

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Podemos pensar que Cristo es quien llama a las puertas de nuestro corazón, que nos pide que le dejemos entrar. ¿Cómo es mi disposición a lo que Dios me pide? En el Evangelio de hoy podemos ver el llamado a la generosidad que, en ocasiones, se transforma en pequeños sacrificios, o en dejarnos vencer por el AMOR de un Dios que nos llama a seguirle, a escucharle, a que no tengamos miedo a decir como María, Fiat, hágase según tu palabra.

«Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, como ovejas que no tienen pastor». Esas ovejas somos nosotros que, en ocasiones, quizás por nuestro orgullo, o tal vez no por mala voluntad, sino por ignorancia, nos alejamos del buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Ahora nos podemos preguntar: ¿Conozco a mi pastor? ¿Conozco su voz? Para conocerlo más profundamente tenemos dos medios muy importantes, la santa Eucaristía y la Palabra de Dios; de esos dos medios va a brotar un tercero que es la oración, donde trataremos con Él al igual que tratamos con un amigo, porque Él es el AMIGO.

«También hoy Jesús vive y camina en nuestras realidades de la vida ordinaria para acercarse a todos, comenzando por los últimos, y curarnos de nuestros males y enfermedades. Me dirijo ahora a aquellos que están bien dispuestos a ponerse a la escucha de la voz de Cristo que resuena en la Iglesia, para comprender cuál es la propia vocación. Os invito a escuchar y seguir a Jesús, a dejaros transformar interiormente por sus palabras que “son espíritu y vida”. María, Madre de Jesús y nuestra, nos repite también a nosotros: “Haced lo que él os diga”.»

(S.S. Papa Francisco, Mensaje mundial de oración por las Vocaciones, 14 de mayo de 2014)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer una oración pidiendo por el incremento de las vocaciones en la Iglesia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¿Por qué me cuesta tanto rezar?

7 puntos importantes para tener en cuenta en tu vida de oración

La oración es el oxígeno de nuestra vida cristiana: nos permite respirar, estar sanos, aliviar nuestras dolencias, seguir caminando y sobre todo acrecentar nuestra relación con Dios. La oración pasa por momentos de aridez y de grandes frutos, este ritmo es parte de nuestra vida espiritual. Es normal que pases por momentos de gran gozo y consolación interior, y otros donde parece todo oscuro y desolado. ¡No te desanimes nunca al orar! Hay que orar con perseverancia. Recuerda que la oración es un diálogo con el Señor, es sobre todo escuchar su voz tenue que resuena en nuestro interior.

Hay que orar, pero como dice el Papa Francisco: "orar, permítanme decirlo, con la carne: que nuestra carne ore. No con ideas, sino orar con el corazón". Este es un verdadero desafío, pero, ¡sí se puede! ¡no tengas miedo! Si te cuesta orar ten en cuenta estos 7 elementos que pueden ayudarte a mejorar tu vida espiritual y tu oración.

1. ¿Te fijas en la postura en la que rezas?

Hay diversas posturas para orar. Recuerda la celebración de la Santa Misa, sueles estar de pie, luego sentado, luego de rodillas. Cada una de estas posturas tiene detrás un significado profundo. Estar de pie denota atención y respeto, es señal de bienvenida, es acoger al invitado. Cuando nos sentamos solemos tener una actitud de escucha, de recibir lo que el otro quiere decirme, de aprender, como un discípulo al maestro. Arrodillarse tiene un significado más profundo, solemos arrodillarnos en momentos de gran solemnidad sobre todo en la Adoración Eucarística. Luego podemos agregar la postración, que es una actitud de humildad y abandono en Dios. Esta postura del cuerpo suele ser característica de una ordenación sacerdotal o una profesión religiosa. ¡La postura suele comunciar mucho! Pero cuidado con las posturas demasiado cómodas que pueden provocarte sueño o pereza, quizá no te ayude estar sentado o acostado a la hora de orar. Utiliza una postura adecuada para hablar con Dios, así dispones tu cuerpo entero a la escucha de Dios que habla al corazón.

"Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra" (Mateo 2,11)

2. ¿Reconoces tu momento personal?

No es lo mismo hablar con Dios cuando estamos en un momento de gran alegría personal o cuando pasamos por una crisis existencial. Debes reconocer tu momento personal y desde allí hablar con Dios. Los salmos son un claro ejemplo de ello, hay de todos tipos: desde los más alegres, a los más tristes cuando el mundo parece conspirar contra nosotros. Por ejemplo en la tristeza el salmista clama al Señor con estas palabras: "Desde lo hondo a ti grito, Señor. Señor, escucha mi voz, estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica" (Salmo 129). Reconoce tu momento y sé sincero con el Señor, porque Él ya conoce tu estado personal. Otro ejemplo está en el salmo 69, que dice: "Sálvame, Dios mío, que las aguas me llegan hasta el cuello. Estoy hundido en un fango profundo, no puedo apoyar el pie; he llegado a las profundidades del agua, me arrastra la corriente. Estoy fatigado de gritar" (Salmo 69, 2-3). En fin, nuestra vida es dinámica y nos afectan los cambios, los problemas y los acontecimientos ajenos. ¡Reconoce tu momento personal y acércate a Dios con humildad!

"El Señor está cerca. No se preocupen por nada; al contrario: en toda oración y súplica, presenten a Dios sus peticiones con acción de gracias. Y la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús" (Filipenses 4, 5-7).

3. ¿Buscas un lugar recogido?

Si buscas orar en medio del bullicio será difícil. Dios habla con voz tenue, como una brisa, un viento suave que es presencia de Dios. Para ello debes alejarte del ruido,buscar la calma y la tranquilidad de un lugar sereno y reposado. Por eso las iglesias son un lugar propicio para la oración debido al silencio que reina allí. También puedes ir a una montaña, como lo hacía el mismo Jesús, o caminar solo por ahí en medio de los árboles. Busca un momento de soledad y silencio. Ah, cuidado, que el silencio suele espantar a muchos en este mundo tan ruidoso. Pero haz la experiencia de descubrir el gran tesoro que hay allí. Pide al Señor que esta soledad y silencio externos te ayuden a disponer tu corazón para que así puedas escuchar la voz de Dios que te habla de verdad. Dios habla, lo malo es que nosotros no lo escuchamos. El lugar es importante, pero sobre todo será importante que tu corazón sea aquel lugar que reciba al Señor y le deje habitar en el.

"Tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará" (Mateo 6, 6).

4. ¿Dialogas?

Cuando te acercas a tu papá o tu mamá y sólo hablas tú, no esperes que ellos intervengan con algún consuelo o consejo, no hay espacio para que puedan expresarse. Por eso es necesario hablar con Dios, sí, contarle tus cosas, pero también dejarle tiempo para que te hable a ti. Solo escucha, detente, mírale a Él. Espera con calma, sin prisas ni aceleraciones. Calma. Te aseguro que escucharás la voz de Dios resonar dentro de ti. Deja que Dios te hable, que te llame por tu nombre, que te consuele o que te abrace con su mirada. Déjale. Este diálogo es de un Padre con su hijo, es un diálogo de intimidad, de perdón, de amor, de conexión profunda. No pierdas tu tiempo en largos discursos, escucha mejor la dulce voz del Padre.

"Al orar no empleen muchas palabras como los gentiles, que piensan que por su locuacidad van a ser escuchados. Así pues, no sean como ellos, porque bien sabe su Padre de qué tienen necesidad antes de que se lo pidan" (Mateo 6, 7-8).

5. ¿Entras en ti mismo? 

Yo diría que esto es una de las cosas más difíciles hoy en día. "Entrar en sí mismo para salir de sí mismo" es una frase que espanta. ¿Qué significa esto? Entrar en sí mismo es vernos desde dentro, desde el corazón. Quizá la imagen sea difícil de entender. Entrar en sí mismo es reflexionar sobre la propia vida, es examinarse, es recogernos dentro de nosotros. Es hacer una pausa del exterior donde lo importante somos nosotros mismos. Y desde esa conciencia de sí mismo podemos elevarnos hacia Dios. Es hacer un “break” en nuestra vida, sabernos amados por Dios descubiréndole a Él. Un proceso que comienza con lo externo, luego va a lo interno y por último hacia lo eterno. ¿Comprendes? Quizá es difícil explicarlo, pero intenta liberarte del ruido, de aquellas cosas externas a tí, para tomar conciencia de tu propia vida y desde ahí podrás subir a Dios y entrar en oración. ¡Inténtalo! Verás que te ayudará mucho en tu vida espiritual.

"Vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2, 20).

6. ¿Te dejas acompañar?

"Sin mí no pueden hacer nada d"ice Jesús. Y es cierto, solos no podemos hacer nada. Primero es necesario dejarnos acompañar por Dios, y si lo estoy buscando aún y no lo encuentro, es bueno dejarnos acompañar por alguien que te acerque a Él: sacerdotes, religiosos y religiosas, un catequista, un familiar, un amigo, etc. Lo importante es que no recorras este camino solo, que siempre sientas la compañía de alguien en esta tierra que te guíe por el sendero de la Voluntad de Dios. Esto claramente va contra la autosuficiencia y el individualismo, porque la fe tiene una necesaria dimensión personal pero también una profunda dimensión comunitaria. Somos Iglesia, nos ayudamos a llegar a Dios, nos dejamos acompañar, nos dejamos instruir, corregir. Con esta actitud crecerá también la humildad, actitud que a Dios le gusta mucho: "aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas" (Mateo 11, 29). ¡Busca ayuda, pídela y déjate guiar!

"Se levantó Saulo del suelo y, aunque tenía abiertos los ojos, no veía nada. Lo condujeron de la mano a Damasco, donde estuvo tres días sin vista y sin comer ni beber" (Hechos 9, 8-99).

7. ¿Confías en la gracia de Dios?

Sobre todo confiar en Dios. Santa Teresa lo tenía muy claro al exclamar: "Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta". Y es el secreto de los secretos en la vida espiritual. Quien a Dios tiene no le falta nada, quien en Dios confía puede estar tranquilo y en paz de corazón y espíritu. Confía en el Señor. Confía en sus planes, en sus caminos, en sus proyectos, en su infinito amor. La confianza requiere humildad, desprendimiento y amor. En Dios no sirve la frase popular "en la confianza está el peligro" sino al contrario, "en la confianza en Dios está la salvación". Dios es cercano, es justo y misericordioso, es lento a la ira y a la cólera. Dios es Padre y como buen Padre nos corrige con amor. Confiar en Dios da al alma una enorme paz, una conciencia tranquila y un corazón desapegado de las cosas materiales. Un corazón confiado en Dios apunta siempre hacia lo alto porque sabe que su destino no es esta tierra, sino la bienaventuranza eterna con Dios en los Cielos.

"Bendito el hombre que confía en el Señor, y el Señor es su confianza. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces a la corriente, no teme que llegue el calor y sus hojas permanecerán lozanas" (Jeremías 17, 7-8).

La oración no es tanto hacer, sino dejarse hacer. Por último, dejemos que sea el mismo Papa Francisco que nos ayude en este camino de oración con dos frases que de seguro serán aliento en esta lucha:

La oración hace milagros, ¡pero tenemos que creer! Creo que podemos hacer una hermosa oración… y decirla hoy, todo el día: "Señor, creo, ayúdame en mi incredulidad" …y cuando nos piden que oremos por tanta gente  que sufre en las guerras, por todos los refugiados, por todos aquellos dramas que hay en este momento, rezar, pero con el corazón al Señor: "¡Hazlo!", y decirle: "Señor, yo creo. Ayúdame en mi incredulidad" Hagamos esto hoy (20 de mayo de 2013).

La oración, frente a un problema, en una situación difícil, en una calamidad, es abrir la puerta al Señor para que venga. Porque Él atrae las cosas, Él sabe arreglar las cosas y acomodar las cosas. Orar es esto: abrir la puerta al Señor, para que haga algo. Pero si cerramos la puerta, ¡el Señor no puede hacer nada! (8 de octubre de 2013).

¿Cuánto dura la presencia de Cristo en la Eucaristía?

Asimismo, cuando lo recibimos en la comunión ¿cuánto tiempo permanece Cristo dentro de nosotros?

Sabemos que en el altar, al momento de la consagración, la hostia y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Pero ¿cuánto tiempo permanece su presencia en ellos? Asimismo, cuando lo recibimos en la comunión ¿cuánto tiempo permanece Cristo dentro de nosotros? Vamos a responder estas preguntas.

En cada pedazo de la hostia consagrada y en cada gota del vino consagrado está Cristo completo, es decir, todo su Cuerpo, su Sangre, alma y divinidad. Por lo tanto, cada que comulgamos, recibimos al mismo Cristo vivo y resucitado. Así lo confirma el Catecismo de la Iglesia Católica al decir: “En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero” (1374).

De tal manera que al fraccionar la Hostia consagrada no es que se divida a Cristo, ya que hasta en la más pequeña partícula de la Hostia está Cristo con todo su Cuerpo y su Sangre. Lo mismo al recibir el vino en el cáliz, no es solamente la Sangre de Cristo, sino que es el Señor en toda su persona divina. “Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo” (CCE 1377).

Ahora bien, la presencia real de Cristo en la Eucaristía permanece desde la consagración del pan y del vino, hasta que duren las especies que sirvieron para su ofrecimiento. Es decir, que cuando las especies del pan y del vino se alteran por el tiempo o se disuelven a través del estómago, la presencia física de Jesús deja de estar.

Se pudiera decir que son aproximadamente entre 10 y 15 minutos los que dura la presencia física de Jesús dentro de nosotros. El que ya no esté en su presencia real y verdadera, no quiere decir que Cristo nos abandone. Sigue presente en nuestra alma, habita en nosotros, en unión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de manera real.

Al reconocer que es Cristo en cuerpo y alma a quien recibimos, es necesario que preparemos también nuestro cuerpo ya que no es un alimento ordinario. Por lo tanto, por respeto a su presencia dentro de nosotros, el Código de Derecho Canónico nos dice cómo debemos prepararnos: “Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas” (919). Asimismo, no debemos comer ningún alimento de manera inmediata luego de haber comulgado, hasta que haya pasado el tiempo prudente para que se disuelva totalmente la Hostia dentro de nuestro organismo.

Qué triste es ver a tantos que después de recibir a nuestro Señor permanecen como si hubiesen recibido un simple trozo de pan. Hagamos el compromiso de vivir con piedad y cuidado ese momento de la comunión. Deleitemonos en comerlo, platiquemos con Él desde el corazón.

Al comulgar al Señor nos convertimos en sagrarios vivientes, dentro de nosotros está el mismo cielo; por lo tanto, debemos aprovechar ese momento tan especial para adorar y conversar con aquel que nos ama y que ha decidido vivir en ti y en mí. La presencia de Cristo Eucaristía permanece para siempre, para toda la eternidad. ¡Cuida tu gracia y no te prives de este alimento que da la vida eterna!

5 Tips de cómo santificar tu trabajo de cada día

Los frutos del trabajo dependerán de la visión con que nosotros tomemos el don de trabajar

El trabajo es el acto que siempre ha acompañado la existencia del ser humano, para muchos es una maldición que cayó sobre el hombro de Adán. Para otros, trabajar es tal y como dice Gibran “Trabajáis para poder seguir el ritmo de la Tierra y del alma de la Tierra” por ello los frutos del trabajo dependerán de la visión con que nosotros tomemos el don de trabajar. Así que te presentamos 5 Tips de cómo santificar tu trabajo que el mismo Gibran cita en su afamado libro.

1 Ofrendarlo a Dios

El trabajo es el fruto de tu esfuerzo, haz todo con el deseo de que tu fruto sea una ofrenda agradable a los ojos de Dios, despierta con esa convicción y esa oración en tus labios y será la convicción que dominará tu día. Como dice san Agustín: Ora como si todo dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti

2 Valorarlo

Cierto momento he escuchado a personas ir por su salario y expresarse de ello como ir a recoger “esa cochinada” ¿Así valoras todo tu esfuerzo? Como algo tan simple o sin valor. Si tú mismo no lo valoras ¿Cómo esperas que otros valoren tu trabajo? Así que antes de recoger esa “cochinada” ve y recoge la bendición de tus frutos laborales.

3 Trabajar con amor

Ya decía el proverbio, quien trabaja en lo que ama no trabaja nunca, y si no cuentas con la suerte de trabajar en lo que amas, pues ama en lo que trabajas, porque es el barco en el que pasas tu vida y puedes amarlo haciendo cada labor como si fuera para alguien a quien amas

Y cuando trabajáis con amor, os integráis a vosotros mismos, y el uno al otro, y a Dios.

¿Y qué es trabajar con amor?

Es tejer la tela con los hilos sacados de vuestro corazón, como si vuestro bienamado debiera vestirla.
Es construir una casa con afecto, como si vuestro bienamado debiera habitar en ella.

Es sembrar granos con ternura y recoger la cosecha con alegría, como si vuestro bienamado debiera comer sus frutos. 
Gibran

4 Trabajar con orgullo

No es una maldición que cargamos el tener que trabajar, esto independientemente de cual sea tu labor. Algunos creen que es más honrosa una profesión a otra, pero todas realizadas con orgullo y amor dignifican a todo hombre. Leamos a Gibran

A menudo os he oído decir, como si hablarais en sueños:
“Quien trabaja el mármol y haya la forma de su alma en la piedra, es más noble que aquél que labra la tierra. Y quien alcanza el arco iris y lo extiende sobre la tela a semejanza del hombre, es más que aquél que hace sandalias para nuestros pies”

Pero yo digo, no en sueños sino en pleno despertar del mediodía, que el viento no habla con más dulzura a la gigantesca encina que a la más ínfima de las hierbas del bosque.

5 Vive para trabajar y no trabajes para vivir

Que el trabajar sea para dignificarte y no para esclavizarte, que ames trabajar pero no que sea lo único que ames hacer. Ya decía Facundo, el conquistador por cuidar su conquista termina esclavo de lo que conquistó. Así que adelante hazlo con el orgullo con que Beata Madre Teresa de Calcuta bañaba a sus pobres, con la alegría con que san Francisco salía a Predicar, con el deseo de hacerlo bien con que san Martín de Porres barría el monasterio, pero sobre todo con el amor con que Jesús cumplió su misión aun siendo una dura misión.

9 características de un buen amigo

Es válido preguntarnos: ¿Existe la verdadera amistad?

En este mundo, muchos dirán que tienen a los mejores amigos, otros dirán que la amistad no existe… Entonces es válido preguntarnos: ¿Existe la verdadera amistad?¿Existen los verdaderos amigos? Aquí te dejo 9 características de un verdadero amigo.

1. Una premisa vital: la amistad para que sea verdadera, debe fluir,sin prisas, sin presiones, sin forzar los afectos. Debe vivirse en el marco de la libertad de los hijos de Dios, viviendo una purificación constante a través de la oración. Ninguna amistad es perfecta, pero si se vive desde Dios, Él mismo indicará si esa amistad es según Su voluntad o no y nosotros como hijos suyos, estamos llamados a ser dóciles a su voz.

2. El verdadero amigo reza por ti: Sí, sin Dios no podemos ser buenos amigos, ¿Qué mejor lugar para los que amas y estimas que en las manos de Dios? Un momento óptimo para rezar por tus amigos es en la Santa Misa.

3. El verdadero amigo te ama tal cual eres: Sí, el amor puro existe. Los amigos verdaderos se aman en el Señor de manera pura, libre y compartida. Es una experiencia que es posible solo si ama desde Dios. Ese amor lleva a aceptarle de manera genuina, siempre buscando ser ayuda idónea en el proceso de conversión.

4. El verdadero amigo no es egoísta: lo que es de Dios se comparte, el amigo verdadero no te aísla ni te aleja de tus demás cercanos. Al contrario, la amistad, cuando es verdadera, crea equipos, verdaderas comunidades fraternas, unidas por la caridad y transparencia.

5. El verdadero amigo no teme a los cambios:Cuando la amistad es verdadera, no se basa solo en elementos pasajeros para existir, sino que es libre y a pesar de distancia, silencios, tiempo o ambiente, siempre permanece.

6. El verdadero amigo se queda, cuando todos se van: En los peores momentos, se encuentran a los mejores. En momentos de obscuridad, el verdadero amigo seca las lágrimas, anima al cansado, consuela al deprimido, todo por la fuerza del Amor.

7. El verdadero amigo sabe CÓMO corregir: En una amistad verdadera, hay confianza para señalar las fallas, pero, sobre todo, se aprende a corregir con amor, caridad, tacto, prudencia, paciencia y si se falla en esto, Dios ayuda a dar la humildad suficiente para pedir perdón y perdonar.

8. El verdadero amigo NO teme discutir: La amistad para que sea genuina, debe ser purificada así que incluso cuando discutas o tengas dificultades con tus amigos, ¡da gracias por eso! Dios utiliza todo para nuestro bien.

9. El verdadero amigo no te aleja de Diosni de su Iglesia: un amigo que en serio quiere tu bien, siempre buscará ser reflejo del amor de Dios en tu vida.

La Palabra de Dios nos dice: “Quien ha encontrado un amigo, ha encontrado un tesoro” y la hermana Glenda complementa esa cita, en su conocida alabanza, diciendo “y yo te he encontrado a ti (…) encontré a Jesús por ti”. Es decir: la verdadera amistad es un tesoro dado por Dios, nos lleva a Dios y nos hace vivir el Amor verdadero, es decir, a Dios. Nosotros los católicos sabemos que Jesús mismo nos llama amigos. Por ende, podemos decir claramente: SÍ, EXISTEN LOS VERDADEROS AMIGOS.

No dudes en la pureza de la amistad. Así como Francisco y Clara se tuvieron uno al otro, y como tantos santos experimentaron la amistad verdadera, no dudes que Dios te dará los amigos que sean perfectos para ti, porque serán según el corazón de Dios.

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