Entrar en el descanso de Dios
- 19 Julio 2019
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Macrina la Joven, Santa
Virgen, 19 de julio
Virgen
Martirologio Romano: En el monasterio de Annesis, cerca del río Iris, en el Ponto, ahora en Turquía, santa Macrina, virgen, hermana de los santos Basilio Magno, Gregorio de Nisa y Pedro de Sebaste, gran conocedora de las Sagradas Escrituras, que se retiró a la vida solitaria y fue ejemplo admirable de amor a Dios y de alejamiento de las vanidades del mundo. († 379)
Breve Biografía
Macrina era la mayor de los diez hijos de los santos Basilio y de Emelia la mayor, y hermana de los Padres Capadocios, san Basilio y san Gregorio de Nisa. Nació en Cesarea de Capadocia, hacia el año 327 y su madre la educó con particular esmero, le enseñó a leer y vigilaba cuidadosamente sus lecturas. El libro de La Sabiduría y los Salmos de David eran las obras predilectas de Macrina, quien no descuidaba por ello los deberes domésticos y los trabajos de hilado y costura. A los doce años fue prometida en matrimonio, pero su prometido murió súbitamente y Macrina se negó a aceptar a ninguno de los otros pretendientes, para dedicarse a ayudar a su madre en la educación de sus hermanos y hermanas menores. San Basilio el Grande, san Pedro de Sabaste, san Gregorio de Nissa y los otros hermanos de Macrina, aprendieron de ella el desprecio del mundo, el temor a la riqueza y el amor a la oración y la palabra de Dios. Según se dice, san Basilio volvió muy envanecido de mnr estudios, y su hermana le enseñó a ser humilde. Por otra parte, Macrina fue «el padre y la madre, el guía, el maestro y el consejero» de su hermano menor, san Pedro de Sebaste, pues san Basilio el Mayor, murió poco después del nacimiento de su último hijo. A la muerte de su padre, san Basilio estableció a su madre y a su hermana Macrina en una casa a orillas del río Iris; las dos santas mujeres se entregaron allí a la práctica de la ascética con otras compañeras.
A la muerte de santa Emelia, Macrina repartió entre los pobres su herencia y vivió del trabajo de sus manos.
Su hermano Basilio murió a principios del año 379, y Macrina cayó gravemente enferma nueve meses después. Cuando san Gregorio de Nissa llegó a visitada después de nueve años de ausencia, la encontró en un lecho de tablas. El santo quedó muy consolado al ver el gozo con que su hermana soportaba la tribulación y muy impresionado del fervor con que se preparaba para la muerte. Santa Macrina exhaló eI último suspiro en un transporte de gozo al atardecer. Era tan pobre, que para amortajar el cadáver no se encontró más que un vestido viejo y una tela muy burda; pero San Gregorio regaló con ese fin una túnica de lino. El obispo del lugar, llamado Amauxio, dos sacerdotes y el propio San Gregorio, transportaron el féretro y, durante la procesión funeraria, se cantaron los salmos; pero la afluencia de la multitud y las lamentaciones del pueblo, especialmente de algunas mujeres, perturbaron mucho la ceremonia.
En el «Diálogo sobre el alma y la resurrección» y en un panegírico dedicado al monje Olimpio, san Gregorio dejó trazada la biografía de su hermana Macrina, con muchos detalles sobre su virtud, su vida y su entierro. En el panegírico mencionado, el santo habla de dos milagros: el primero de ellos fue que santa Macrina recobró la salud cuando su madre trazó sobre ella la señal de la cruz; en el segundo caso, la santa curó de una enfermedad de los ojos a la hijita de un militar. San Gregorio añade: «Creo que no es necesario que repita aquí todas las maravillas que cuentan los que vivieron con ella y la conocieron íntimamente ... Por increíbles que parezcan esos milagros, puedo asegurar que los consideran como tales quienes han tenido ocasión de estudiarlos a fondo. Sólo los hombres carnales se rehusan a creerlos y los consideran imposibles. Así pues, para evitar que los incrédulos sean castigados por negarse a aceptar la realidad de esos dones de Dios, he preferido abstenerme de repetir aquí esas maravillas sublimes ...» Este comentario confirma, una vez más, el dicho de que sólo un santo puede escribir la vida de otro santo.
Santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8. Viernes XV del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que te busque sólo a Ti, que no me distraiga con lo que los demás digan o hagan, sino que haga las cosas de cara a Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8
En sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”.
Él les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?
¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso comenten pecado? Pues yo les digo que aquí hay alguien más grande que el templo.
Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Qué fácil somos para juzgar, nos parecemos a veces a los fariseos que son incapaces de perdonar la debilidad de cuantos los rodean y vivimos inmersos en nuestros deseos de una falsa justicia; nuestras normas y lo que nos rodea no nos deja satisfechos; vemos cómo muchos no reciben sanciones por su mediocridad o, al no ser cristianos, viven desenfrenadamente. Podemos pensar: «de que sirve que yo haga las cosas bien si ha habido muchos que en el último instante de su vida le pidieron perdón a Dios…»
Es normal esta actitud, somos hombres, nos es natural este sentido de justicia; medimos todo como se nos mide, como los fariseos. Sin embargo, esa no es la enseñanza de Jesús quien nos pide ir más allá del formalismo; no juzgar, por ejemplo, a quien no vimos en la misa el domingo, pues no sabemos si fue a otra parroquia o quizá había alguien enfermo en su casa, o quizá…
Jesús se hace Señor del cristiano mediocre, del que juzga a los demás y del atribulado. Es Señor de todos y nos recuerda que lo importante es hacer cuanto Él quiere. Que podamos, como dice san Agustín, amar y hacer, lo que queramos, pues cuando las cosas las hacemos por amor, las hacemos en nombre de Dios.
«La memoria es un ir atrás para encontrar fuerzas y poder caminar hacia delante. La memoria cristiana es siempre un encuentro, un encuentro con Jesucristo: Acuérdate de Jesucristo, enseña estas cosas. La memoria cristiana es como la sal de la vida: sin memoria no podemos ir adelante. Cuando nosotros encontramos cristianos “desmemoriados”, inmediatamente vemos que han perdido el sabor de la vida cristiana y han terminado por ser personas que cumplen los mandamientos, pero sin la mística, sin encontrar a Jesús. En cambio, a Cristo debemos encontrarlo en la vida. Me han venido a la mente tres situaciones en las cuales podemos encontrar a Jesús: En los primeros momentos, así los llamo yo; en nuestros jefes, en nuestros antepasados; y en la ley.»
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de junio de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Me ofreceré a hacer la labor de casa o del trabajo que más me cuesta hacer, sin pensar en qué tan bien lo harían los demás, sino en qué tan bien lo puedo hacer yo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¿Qué sentido tiene ofrecer cosas a Dios?
¿Acaso Dios necesita algo de nosotros?, ¿qué gana si yo le ofrezco esto?, ¿para qué le sirve que se lo ofrezca?, ¿acaso le hace algún bien a Dios?
Seguramente desde chicos hemos aprendido a ofrecer a Dios distintas realidades de la vida, sobre todo las desagradables. Cuando llegaba la hora de tomar un jarabe de gusto desagradable, de un dolor, de una derrota futbolística, etc., nuestra madre con un sencillo "ofrécelo a Dios" despachaba la cuestión. Incluso quizá, en algunos momentos, nos ha llegado a molestar que nos lo dijeran, ya que no aceptábamos aquello y, por tanto, menos queríamos ofrecerlo.
Con el tiempo y más formación, posiblemente habremos ampliado el espectro de los ofrecimientos hacia los deberes de la vida -las cosas que debíamos hacer con responsabilidad-, dándonos cuenta de no sólo era una obligación a cumplir (el estudio, el trabajo, etc.) sino algo que podíamos ofrecer al Señor.
Y, si avanzamos más en la vida cristiana, el amor a Dios no habrá llevado más lejos, haciéndonos ver que no sólo podíamos ofrecer las caras molestas y responsables de la vida, sino que también es lógico "compartir" con El las cosas agradables y placenteras.
Es un tema que nos suena conocido, pero en que quizá no hemos profundizado lo suficiente.
Cuando no se entiende el por qué
El encuentro con personas que no entienden el sentido de ofrecer a Dios trabajos, sacrificios, dolores, etc., me ha sugerido escribir sobre este tema. Personas que cuando se les plantea la cuestión preguntan desconcertadas ¿acaso Dios necesita algo de nosotros?, ¿qué gana si yo le ofrezco esto?, ¿para qué le sirve que se lo ofrezca?, ¿acaso le hace algún bien a Dios?
Y tienen razón. Si la cuestión acerca del sentido y valor del ofrecimiento se plantea desde nuestra perspectiva utilitarista, es difícil de entender. Mirado así, efectivamente, no parece que pueda servir de mucho. Efectivamente, si lo lleváramos a un plano personal, qué pensaríamos si nos ofrecieran cosas que no nos sirven, ni necesitamos, ni nos interesan... quizá no estaríamos demasiado agradecidos. ¿Para qué quiero yo un elefante, o un traje de novia, o 10 Kg de cemento, o un karting…? Posiblemente esos regalos me crearían un problema que no tengo: ¿qué hago yo con esto?
Aplicado a Dios, uno se podría preguntar ¿qué hace con mi estudio?, ¿qué le cambia si yo se lo ofrezco?, ¿para qué le sirve mi dolor de muelas?, ¿qué hace con la carne que no como los viernes...? y así podríamos seguir con infinidad de ejemplos.
Pero el asunto no es qué gana Dios, sino qué gano yo. Aquí radica la verdadera perspectiva. Porque Dios me pide cosas que El no necesita, pero que yo sí necesito. Me pide para dar. Exige para entregarse.
Por otro lado, el ofrecimiento santifica lo ofrecido, y hacerse santo santificando la vida es lo más útil del mundo...
De manera que nos vendrá muy bien entender mejor qué sentido tiene ofrecer, para qué lo hacemos, qué pasa cuando lo hacemos (que es lo que hacemos realmente al ofrecer algo). Para llenarlo de sentido, descubrir su valor y sobre todo ganarnos el cielo.
Veamos siete perspectivas de la santificación del trabajo.
1. Una cuestión de amor
Dios manifiesta su amor aceptando nuestro ofrecimiento
Obviamente Dios no nos necesita. El no saca ningún provecho de lo que nosotros le podamos ofrecer. No gana nada. Por otro lado, todo es suyo, eso que le queremos ofrecer... ¡lo ha creado El mismo!
Pero no todo en la vida es cuestión de utilidad… La cuestión más radical no entra en cálculos de practicidad: el amor. Quien se preguntara para qué me sirve amar... estaría encarando muy equivocadamente la cuestión del amor: y por ese camino nunca llegará a amar y, por tanto a ser feliz.
El amor de Dios por nosotros
- ¿Por qué Dios quiere que le ofrezcamos sacrificios, ofrendas, etc.? Desde el principio anticipo la respuesta: porque nos quiere, aprecia todo lo nuestro.
El hecho de la necesidad de ofrendas está fuera de duda: aparece desde el principio del Antiguo Testamento. Allí encontramos a Abel y Caín ofreciendo a Dios el fruto de su trabajo: su ganado y los frutos de la tierra.
"Y entrando en la casa, vieron al Niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra".
Mt 2,11
Amar implica buscar el bien de la persona amada. Algunos se preguntan: ¿qué bien puedo yo procurarle a Dios? Es claro que ninguno. Esto también resulta patente en la Sagrada Escritura; Dios lo dice explícitamente a los judíos, y lo hace en un tono hasta divertido: "No tengo que tomar novillo de tu casa, ni machos cabríos de tus apriscos. Pues mías son todas las fieras de la selva, las bestias en los montes a millares; conozco todas las aves de los cielos, mías son las bestias de los campos. Si hambre tuviera, no habría de decírtelo, porque mío es el orbe y cuanto encierra. ¿Es que voy a comer carne de toros, o a beber sangre de machos cabríos? (Salmo 50, 9-13).
Pero aquí aparece su amor: Dios quiere lo que me hace bien a mí.
Se lo entiende mirando un reflejo humano del amor divino: al amor materno. Una buena madre se goza más en el bien de los hijos que en el propio. Cuando le preguntan ¿qué quieres que te regale? Contesta: "¡que te portes bien!" Y no es una forma de decir, una formalidad: es verdad: lo que realmente quiere. Eso es lo que las llena: el bien de sus hijos, su éxito, verlos mejor, crecer, madurar, llegar alto… Se gozan en sus hijos…
¡Y Dios es nuestro Padre! Dios nos creó, es nuestro Padre, se complace en que demos fruto (no engaños, fracasos).
Dios se complace en lo nuestro, quiere que le ofrezcamos lo que nos hace bien a nosotros. Y hacer el bien que hacemos, ofreciéndoselo a Dios, nos hace bien a nosotros: porque así nos saca de esquemas egoístas: busco mi santidad por amor a Dios y no por soberbia, amor propio, o afán perfeccionista (lo que sería totalmente contradictorio).
De manera que a Dios le complace lo que no necesita... ¡porque nos ama!
"No entiendo para qué tengo que ofrecer, para qué le sirve". Si nos cuesta entender es quizá porque se nos ha metido una visión utilitarista de la vida (que significa una visión egoistona o centrada en el beneficio o interés): me sirve, le sirve, qué saco, conviene. Dispuestos a hacer sacrificios (algo que no me gusta) sólo en aras de la utilidad propia o ajena.
Olvidando que ¡dar amor es lo más útil del mundo!
"Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios, como obediencia racional".
Rom 12,1
2. Amor y deberes: la ofrenda convierte el deber un acto de amor
Pero, ¿qué sentido puede tener ofrecer a Dios lo que tengo que hacer sí o sí, por obligación o para poder comer, pasar de curso, recibirme, además incluso si además me gusta lo que hago…?, ¿no es un poco engañoso ofrecer lo que haría aunque no lo ofreciera?
Dios quiere nuestra santidad, para eso nos ha creado y podemos ofrecerle lo que es su voluntad.
Toda mi vida entra en sus planes: Dios inscribió la ley del trabajo en la vida del hombre, lo mismo los deberes familiares, la necesidad de desarrollo personal de los talentos que nos ha dado… vida familiar... cumplimiento de deberes que llenan la vida (trabajo, familia...): la mayor parte.
Puedo cumplir su voluntad por amor: no se trata de una alternativa: deber o amor. No, puedo cumplir mis deberes por amor.
Quiero cumplir la voluntad de Dios y amar su voluntad. Con todo lo que me pasa (incluso si no puedo evitar que me pase...), lo que me hace doler, me alegra, no me gusta, me divierte, me molesta... puedo mostrar más realmente mi entrega. Al ofrecer lo que me pasa -eso que no puedo evitar que pase-, me estoy uniendo a la voluntad de Dios. Hacer lo que tengo que hacer por amor, por agradar a Dios, en su presencia y compañía. Estoy aceptándolo no sólo de buena gana, sino intentando quererlo porque amo a Dios.
Igual sucede a nivel familiar. Un padre, una madre, los hijos... lo que tienen que hacer es ¿obligación?, ¿amor? ¡Es lo mismo! Esos deberes se convierten en una obligación de amor.
El ofrecimiento no es una ficción: todo le pertenece, reconocer que todo es suyo y todos lo somos.
Al enriquecer el valor de lo que hago... enriquezco mi vida
Vivir para… Si eliminamos la entrega, eliminamos el amor. El ofrecimiento convierte lo que hacemos en un acto de amor.
3. El ofrecimiento convierte la vida en un regalo
Dios en su bondad quiere darnos la oportunidad de mostrarle nuestro amor a través de estos ofrecimientos, que en el fondo no son más que formas de entregarnos a nosotros mismos.
Es el sentido que tiene los regalos.
Los regalos, dones, etc. son expresiones externas de entrega personal: materializan la entrega de nosotros mismos (nuestra propia vida). No se ofrecen por su valor externo. Lo que vale es el amor que representan, que expresan. En la ofrenda que hacemos, nos ofrecemos nosotros: nos representa y expresa la entrega de nosotros mismos.
En nuestro caso, al ofrecer las cosas por amor a Dios, es ese mismo amor de Dios lo que les da valor. Un chiquito regala a su madre un dibujo. Para la madre, es una obra de arte, tiene un valor mayor que muchos cuadros expuestos en museos.
Consideremos dos maneras de hacer un regalo. En un caso damos a un empleado $50 para que compre un regalo para alguien y se lo envíe. Qué distinto resulta, en cambio, si nosotros pensáramos qué le gustaría a esa persona, fuéramos personalmente a elegirlo, comprarlo y llevárselo... El valor material puede ser el mismo, pero el regalo es muy distinto.
No son meras palabras: "lo hago por vos". Como una etiqueta que se le pone. El que sea para esa persona está en la raíz de la existencia de lo que se ofrece.
El ofrecimiento de lo que somos y hacemos es la manera que tenemos de manifestar nuestro amor; de amar: amamos ofreciéndonos.
Quiero vivir para Dios. Que todo lo mío sea suyo. Yo mismo pertenecerle. La única forma que tengo de que sea operativo, es ir dándole todo lo que voy haciendo, lo que me va pasando, etc.
Y si de utilidad se trata, en cuestiones de amor -paradójicamente- los regalos no se piensan en categorías de utilidad. Un novio regala a su novia un anillo, una flor, un chocolate… ¿para qué sirve? Normalmente no regala cosas útiles. Para expresar amor: cuanto más inútil, cuanto más amor, cuanto más lindo… Si te regalo lana para que me tejas un sweater…
4. El amor da valor a lo que hacemos
¿Cuál es el valor de lo que hacemos? A veces valoramos mal las cosas, usamos medidas que no son las verdaderas, ya que son exteriores (valor económico, reconocimiento social, sentimiento de realización personal, etc.).
El verdadero valor de las cosas es el que tienen a los ojos de Dios.
¡Qué bien nos lo enseñó Jesús al elogiar el óvolo de la viuda en el Templo! Siendo la que menos contribuyó desde el punto de vista monetario, fue la que más dio a los ojos de Dios.
"Un pequeño acto hecho por amor, ¡cuánto vale!"
"Y si repartiera todos mis bienes en alimentos, y si entregara mi cuerpo para alcanzar la gloria, si no tengo caridad, de nada me sirve"
1 Cor 13,3
5. Queremos meter a Dios en nuestra vida
Con nuestro ofrecimiento, involucramos a Dios en lo nuestro: es también suyo.
¡Qué maravilla que lo mío sea de Dios!
Entonces, el Señor nos cuida: nuestro trabajo está en sus manos porque allí lo pusimos. Es lo que decimos a la Virgen en el Oh Señora mía: "y ya que soy todo tuyo, Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión tuya".
Absolutamente todo puede ser objeto de nuestro ofrecimiento a Dios:
"Por tanto, ya comáis, ya bebáis, o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios".
1 Cor 10,31
6. Nos lleva a ser mejores
El amor busca y se complace en el bien de la persona amada. Quiere agradar, dar el gusto. Cuando ofrecemos a Dios nuestro trabajo por amor, esto tiene muchas consecuencias prácticas: nos lleva a hacerlo bien.
Para Dios lo mejor: no podemos ofrecerle cosas mal hechas.
Se ofrece uno mismo: lo que damos es lo de menos, ya que es expresión de nuestro amor (que es lo que realmente interesa).
En efecto, amar ofreciendo nos hace mucho bien a nosotros porque saca lo mejor de nosotros mismos.
Se habla mucho de motivación: no existe una mejor y más elevada que trabajar para Dios: nadie tiene más motivos para hacer las cosas lo mejor posible.
7. Lo más grande: nuestro trabajo que se hace salvador y santificador
Dios nos hace partícipes de la Redención: cooperadores: no porque lo necesite; sino para darnos una ocasión de grandeza.
Instrumentos de la santificación del mundo.
En el Bautismo hemos sido capacitados para eso.
Una cuestión de santidad
A través del ofrecimiento, hacemos que nuestra vida "entre" por decirlo de alguna manera, en la esfera divina: que se divinice. Así adquiere otra dimensión: se convierte en una cuestión de santidad.
San Josemaría enseñó tres dimensiones de la santificación del trabajo: santificar el trabajo (es decir, el mundo creado), santificarnos con el trabajo (nuestra santificación personal) y santificar a los demás con el trabajo (al santificar el trabajo, santificamos también a los demás).
El ofrecimiento por amor de la vida ordinaria:
Santifica el don en sí mismo
Santifica a quien lo ofrece
Santifica a los demás
La santificación del trabajo supone unos requisitos imprescindibles:
1) Estar bautizado: este sacramento da capacidad para santificar las cosas que hacemos. El carácter que imprime el Bautismo es una participación del sacerdocio de Cristo. Los fieles podemos participar del mismo de dos maneras esencialmente distintas:
- a través del sacerdocio ministerial: concedido por el sacramento del orden sagrado, los sacerdotes pueden celebrar la Santa Misa, perdonar los pecados, etc.
- a través del sacerdocio común de los fieles: que en palabras de San Josemaría nos hace "sacerdotes de nuestra propia existencia", es decir un sacerdocio cuyo objeto es el ofrecimiento de la propia vida.
Así, se puede decir que de la misma manera que sin sacerdocio ministerial no hay Misa…, sin sacerdocio real no hay santificación del trabajo.
"También vosotros, como piedras vivas, sois edificados en templo espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales gratos a Dios por medio de Jesucristo"
1 Pe 2,5
2) Estado de gracia: la santidad no procede de nosotros sino de la vida sobrenatural que está en nosotros (vida divina). Se puede ofrecer el trabajo sin estar en gracia -y es bueno hacerlo- pero este ofrecimiento no puede hacerlo santo, ni santificador.
3) Bondad del trabajo: obviamente el trabajo debe ser honesto, no se podría santificar un delito o algo inmoral.
4) Entrega personal: dar lo mejor de nosotros mismos. Es obvio que no podemos santificar un trabajo mal hecho: a Dios hemos de darle lo mejor. Esto supone esfuerzo y generosidad.
5) Amor: el motivo por el que trabajamos, la intención con la que hacemos las cosas. Esto ser expresa precisamente en el ofrecimiento: lo entrego a Dios, lo hago por El, con El y para El.
Los momentos específicos de ofrecimiento
Siempre se puede ofrecer a Dios lo que hacemos, nos pasa, queremos, etc.; pero se pueden subrayar tres momentos privilegiados:
1) Santa Misa, y en particular el ofertorio de la Misa: no sólo ofrecemos el pan, el vino y las ofrendas que la comunidad lleva al altar, sino que espiritualmente unimos nuestra vida, todo lo nuestro lo ponemos junto a esas ofrendas. De hecho, el sacerdote termina el ofertorio invitando a los fieles a la oración con las siguientes palabras: "Orad hermanos para que este sacrificio mío y vuestro". Ese sacrificio es nuestro porque allí está todo lo nuestro que se ofrece al Padre.
2) Ofrecimiento de obras: a primera hora de la mañana, ofrecer a Dios todos nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras obras, de manera que todo lo que hagamos y nos pase ese día estará consagrado a su gloria. Una oración sencilla y corta basta para hacer este acto de entrega matinal.
3) El momento de hacerlo, dirigir el corazón a Dios: el Espíritu Santo no es un huésped ocioso dentro de nosotros sino que santificará lo que tengamos entre manos.
5 tips que te pueden ayudar a no ser presa de las tan compartidas “Fake News”
Con las redes sociales, las noticias falsas circulan cada vez con más frecuencia.
Hoy, Internet es una herramienta de conocimiento e información muy poderosa, por lo que debemos aprender a usarla adecuadamente.
El título de muchos artículo tienen la única función de generar incertidumbre. Tal vez no leas todo el contenido, pero cumplen con su misión si te llevaron a ingresar a la página de donde sale la noticia. Con las redes sociales,las noticias falsas circulan cada vez con más frecuencia por diversas razones: para ganar más seguidores o likes, para generar pánico, para crear viralidad o simplemente por humor. A continuación te presento algunos tips que te pueden ayudar a no ser presa de las tan compartidas “Fake News”.
1. Páginas de humor
Antes que nada, verifica que la noticia no sea una sátira humorística. Muchas páginas de humor cuentan con un pie de página (al final de todo), en donde indican que su contenido es humorístico. Además, muchas sulen usar logos o nombres parecidos a los de medios reconocidos para despistar.
2. Duda de los títulos
¡No todo lo que brilla es oro! El título es el enganche inicial para cualquier noticia y algunos medios o páginas web los redactan de manera sensacionalista o alarmista para así crear viralidad de la misma.
3. Investiga la fuente
Usa tu “sentido arácnido” para desconfiar de fuentes no conocidas. Inclusive, contrasta la información de medios de comunicación reales, nacionales e internacionales. De esta manera podrás tener un criterio más amplio sobre la noticia.
4. Presta atención a las fotos
Las fotografías deben ser coherentes y fidedignas. Las herramientas digitales facilitan la alteración de cualquier foto. No puedes fiarte de todo lo que ves, el propósito es engañar y enganchar.
5. Utiliza Google a tu favor
Si algo te genera dudas, puedes utilizar esta herramienta para comparar fechas, leer blogs e inclusive noticias sobre la veracidad de la noticia.
6. Los mensajes de texto o de voz de WhatsApp
Soy fan de los memes. Con los grupos de WhatsApp, las noticias y los memes se viralizan casi a la velocidad de la luz. Muchas de estas noticias, carecen de fuentes veraces y no suelen ser fiables. Recuerda que cualquiera puede hacer un audio y enviarlo masivamente, pero aquello no lo hace cierto.
Por último, ten presente que la información que compartes puede afectar a terceros sin que te des cuenta. No compartas noticias sin verificar e intenta comprobar la veracidad de las fuentes antes de dar a “compartir”.
¿Son falsas las manchas de sangre de la Sábana Santa?
Paoli Di Lazzaro, vicedirector del Centro Internacional de Sindonología, desmiente este último estudio
Estos días medios de comunicación de todo el mundo se hacen eco de una información que pone en duda de la autenticidad de la Sabana Santa. Los investigadores Matteo Borrini, de la Liverpool John Moores University,y Luigi Garlaschelli, del Comité para el Control de las Afirmaciones sobre las Pseudociencias (CICAP) realizaron un estudio sobre la síndone e hicieron un experimento utilizando un maniquí. Según sus conclusiones más de la mitad de las marcas de sangre son falsas y que habrían sido pintadas con un pincel. Y eso que ni siquiera han tenido acceso al sudario
Sus conclusiones, lejos de ser estudiadas y puestas en discusión, han llenado los titulares de los periódicos. Sin embargo, los grandes expertos sobre la Sabana Santa se muestran especialmente escépticos sobre esta nueva investigación y explican sus graves deficiencias. Así lo ha puesto de manifiesto el físico Paoli Di Lazzaro, vicedirector del Centro Internacional de Sindonología, en una entrevista en Vatican Insider:
- ¿Qué le parece esta nueva investigación?
Antes que nada hay que distinguir la investigación ahora publicada en el Journal of Forensic Sciencesde ciertas simplificaciones periodísticas. Los autores del estudio no ponen en duda que se trate de sangre, pero dicen que las manchas de sangre no son completamente compatibles con la posición de una persona
crucificada y después acostada. Dejaron que la sangre corriera con catéter de la muñeca y observaron las trayectorias y las manchas según diferentes angulaciones del brazo, con el objetivo de verificar cuál era la que más se acercaba a las manchas presentes en la Síndone de Turín. Según los resultados de este experimento, para obtener manchas semejantes los brazos habrían debido encontrarse en una posición casi vertical. Y esto vuelve a dar pie, según los autores, a la hipótesis del hábil falsificador medieval, que habría llevado a cabo una imagen corpórea que todavía no logramos reproducir, pero que se habría equivocado al “dibujar” con la sangre las manchas de los brazos. También hay que decir que esta investigación no es para nada nueva. Lleva la fecha de 2014 y fue presentada, sin ser publicada, en un congreso de medicina forense en Estados Unidos. En esa época surgieron notables perplejidades entre los médicos sobre la validez de los resultados. Ahora, ese mismo estudio, con los resultados de algunos nuevos experimentos, fue publicado.
- ¿Cuáles son esas perplejidades sobre la metodología de la investigación?
- En 2014 se indicó un primer problema, relacionado con el uso de una bolsa de sangre con anticoagulante. Se puede ver bien en el vídeo que acompaña la investigación: la sangre sale de la cánula y fluye sobre el brazo de manera muy fluida, parece casi agua colorada. Esto se debe a la presencia del anticoagulante, indispensable para mantener fluido la sangre en la bolsa. Pero esta fluidez de la sangre utilizada para el experimento no tiene nada que ver con la situación del hombre crucificado de la Síndone. El hombre de la Síndone fue torturado (como demuestran los signos en todo el cuerpo y las heridas provocadas por la corona de espinas) y estaba deshidratado: no comía ni bebía por lo menos desde el día anterior. Fue sometido a estrés, llevó el “patibulum”, el brazo horizontal de la cruz, hasta el Calvario. Como consecuencia, la sangre de esta persona debía ser más viscosa de lo normal, por lo que los recorridos de la sangre al salir de las heridas pueden haber tomado direcciones muy diferentes de las que tomó la sangre fluidificada que se utilizó en este experimento. Otro de los parámetros que influye en el recorrido de la sangre es la velocidad a la que sale de las heridas del hombre de la Síndone, que no conocemos, por lo que no es posible reproducirla en un experimento como el de Borrini y Garlaschelli.
- ¿La viscosidad de la sangre es la única variable que hay que tener en cuenta?
- No, hay otra también importante y que este experimento no tomó en consideración: el estado de la piel del hombre sindónico. Las manchas de la sangre visible en la Síndone surgieron a través de la piel del crucificado. Una cosa es la piel limpia e íntegra del profesor Garlaschelli, que prestó su cuerpo para el experimento, y otra es la piel de un hombre torturado, deshidratado, tumefacto. En la Síndone encontramos huellas de terreno, cosa que demuestra que la piel del hombre de la Síndone estaba sucia, debido a las repetidas caídas. La piel del crucificado debía estar sudada, sucia de terreno, con hinchazones, hematomas y con costras de sangre de las heridas provocadas con el flagelo. Nada que ver con la piel limpia y lisa utilizada en el experimento. Y precisamente el estado de la piel, las incrustaciones, las tumefacciones, la suciedad, el sudor pueden haber interferido notablemente en la dirección en la que la sangre densa y viscosa salió y dejó las manchas.
- En la nueva parte de la investigación de Borrini y Garlaschelli se critica también el llamado “cinturón de sangre”, esa mancha que se encuentra alrededor de la cadera del hombre sindónico y que proviene del costado…
- Sí, gracias a un maniquí, sobre el que exprimieron una esponja con sangre sintética, como si se tratara de un golpe en el costado, dedujeron que esa mancha no habría debido formarse. Pero, también en este caso, nos encontramos frente a muchas variables que no conocemos y, por lo tanto, no podemos reproducir en un experimento. No sabemos si la salida de la sangre de la herida del costado se puede simular de manera realista (la misma velocidad, la misma cantidad) exprimiendo una esponja llena de sangre. No sabemos si la Síndone sirvió para envolver el cadáver del crucificado o también para transportarlo hasta el sepulcro: en ese caso, tomando el cuerpo por los brazos y los pies, la parte de la cadera se habría encontrado más baja, provocando la mancha de sangre a la altura de la cintura. Nos encontramos en el campo de las meras hipótesis. Es bienvenido todo nuevo experimento, pero antes de sacar conclusiones un científico serio debe tener en cuenta los límites de los experimentos, parámetros desconocidos y, sobre todo, la configuración diferente de la piel y de la sangre entre las del hombre deshidratado, herido y golpeado que vemos en la Síndone y la sangre fluidificada sobre la piel de una persona en buenas condiciones de salud. No podemos afirmar que las manchas de la sangre no son congruentes con la posición del crucificado si no nos acercamos a las condiciones del hombre sindónico deshidratado, con la sangre viscosa y la piel tumefacta, sucia y sudada. Por ello creo que los resultados de esta investigación deben ser considerados como preliminares, mientras llegue un experimento que trate de reproducir las manchas visibles en la Síndone utilizando parámetros de sangre y piel más cercanos a los que se pretenden reproducir. De hecho, este artículo de Borrelli y Garlaschelli no responde (es más, refuerza) las perplejidades ya planteadas por los expertos en 2014.
¿Por qué los católicos usamos cruces?, ¿y por qué nos persignamos?
En un mundo donde nadie quiere sufrir, ni siquiera por amor, es más urgente el lenguaje de la cruz
¿Evangelicos y testigos de Jehova?
Pregunta: Tengo amigos testigos de Jehová que dicen que Jesús no murió en una cruz y que además que por qué cargo una cruz en el pecho. ¿Qué acaso si a mi papá lo mataran con una pistola me colgaría una pistola? Por otro lado un evangélico me dice que para qué me persigno o cargo la cruz, si Jesús ya resucitó y hay que predicar a un Cristo vivo y no a un Dios muerto. ¿Qué me puede decir sobre esto?
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Respuesta:
Con gusto te comento lo siguiente:
1.- Los Testigos de Jehová y la Cruz.
En todas las Biblias del mundo dice que Jesucristo murió en una cruz excepto en la versión de la Biblia que hicieron los Testigos de Jehová para sus miembros. Aun así hay que subrayar que los mismos Testigos de Jehová creyeron en "la Cruz".(Ver su libro "Plan Divino de las edades" estudio XII ) y que fue hasta 1925 que «cambiaron de opinión» y como tienen su propia Biblia muy tranquilamente desaparecieron la palabra cruz y la sustituyeron por ‘madero´. O sea que los primeros 50 años de esa secta, todos sus seguidores estuvieron equivocados incluyendo hasta su fundador y sus dirigentes que si creyeron y escribieron sobre la cruz, o sino, entonces los actuales testigos están mal...
2.- Murió en una Cruz.
La palabra griega para cruz es "stauros" viene de la letra "Tau", que es la "T". Esto es porque hace referencia no a un palo vertical, sino a dos palos cruzados en forma de "T". Cuando en el Nuevo Testamento se menciona la palabra madero (4 veces) no está diciendo que fue en un palo vertical, sino que obviamente está haciendo referencia al material del que fue hecho. Todavía hoy en día es común que alguien diga "pásame ese fierro" eso es sin importar la forma sino el material del que está hecho el objeto que se está pidiendo.
Otro punto histórico por el que estamos seguros de que fue en una cruz, es que los romanos usaban este tipo de tortura para ajusticiar a los reos pues era una forma de marcar el desprecio hacia los malhechores. (Antes la usaron en Babilonia, Persia, Egipto y Grecia). Después que el emperador Tito tomó Jerusalén, crucificaban a tantas personas que no había suficiente madera y lugar para poner las cruces. Esto lo puede encontrar en una buena enciclopedia que hable sobre la historia de la Cruz.
3.- Detalles bíblicos que olvidaron los Testigos de Jehová.
Cuando los Testigos de Jehová cambiaron de opinión y dejaron de creer en la Cruz, quitaron esa palabra de su Biblia. Borraron Mc 8,34;Gal 5,11; Ef 2,16 y todas las veces que venía esta palabra. Con esto pensaron que así sería más fácil salir con el cuento de que todas las Biblia del mundo habían traducido mal, excepto la de ellos. Pero, veamos dos detalles que los testigos olvidaron y que podemos mencionar usando la misma Biblia que ellos se hicieron:
a) El letrero encima de su cabeza: «Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos» Mt 27,37 Los Testigos de Jehová siempre dibujan a Jesús con las manos extendidas hacia arriba y le ponen el letrero encima de sus manos. Pero la Biblia dice claramente que tenía el letrero encima de su cabeza, no encima de sus manos. Y si lo dice así es porque no tenía las manos extendidas hacia arriba, sino más bien tenía las manos extendidas hacia los lados; es decir, en forma de Cruz.
b) Los clavos de sus manos: «Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» Jn 20,25
Este es el otro detalle que los testigos olvidaron borrar de su Biblia. Cuando ellos dibujan a Jesucristo y lo ponen en un palo vertical en su lógica pusieron un clavo solamente entre las manos de Jesús. Pero resulta que al leer el Evangelio de Juan encontramos al Apóstol Tomás decir que no creerá si no mete su dedo en el agujero de «los clavos» en plural. Por supuesto que si eran clavos, fue porque tenía las manos extendidas y separadas en forma de cruz. No se vaya extrañar si en la próxima versión de la Biblia que se invente esa secta, también vayan a cambiar esos pasajes bíblicos. Una vez aclarado que sí murió en una cruz, veamos ahora cuál fue el significado que se le dio desde los primeros años.
4.- Símbolo de salvación, no de muerte.
La Sagrada Escritura enseña que para los cristianos el hablar de ´la Cruz´ no era algo malo o relacionado con la muerte, sino todo lo contrario. Desde el principio fue adquiriendo un significado de vida y salvación, pues ésta es la llave por la que nosotros podemos entrar al Reino. De ahí que San Pablo llegue a afirmar:"Nosotros predicamos a un Cristo crucificado... fuerza de Dios y sabiduría de Dios" 1 Cor 1, 23-24
También el apóstol Pablo escribe: "Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan es poder de Dios" 1 Cor 1,18 "En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo" Gal 6,14
Es por eso que cargar una cruz o crucifijo no es algo antibíblico como lo dicen algunas sectas, sino todo lo contrario. No es símbolo de muerte, sino de salvación. Ya para el siglo quinto, San Juan Crisóstomo comenta que era muy común encontrar el símbolo de la cruz por todos lados, en caminos, casas, montañas y hasta en las vajillas. Era normal, pues para ellos era un signo de salvación. Tertuliano, San Teodoro, Félix y Octaviano son algunos gigantes del cristianismo de los primeros siglos que también hablaron acerca de la veneración de la cruz.
5.- Persignarse haciendo la señal de la Cruz.
En realidad toda la vida diaria del cristiano estaba marcada por la señal o signo de la cruz. Los primeros cristianos se bautizaban persignándose. De hecho, el Santo Apóstol Juan antes de su muerte dibujó una cruz sobre su cabeza con la mano. En las actas de San Afri se relata que cierta vez un pagano le dijo a San Narquis y a su diácono: "Sé que son cristianos ya que con frecuencia signan su frente con la cruz."
Era de esta manera que de una forma externa transmitían su fe en la salvación obtenida gracias a la muerte de Jesucristo en la cruz. Ya en tiempos de los apóstoles se comenzaba todo acto con la señal de la cruz. Al entrar al templo, los cristianos se persignaban. Hacían lo mismo al comenzar y al finalizar las oraciones. El sacerdote se persignaba al comenzar el sermón. Con la señal de la cruz se comenzaba cualquier oficio de la Iglesia: la bendición, la santificación, etc.
Tertuliano escribe que los cristianos se persignaban durante todas sus ocupaciones, ante cada movimiento: cuando salían o volvían a su casa, cuando se vestían y se calzaban, al entrar al baño, al sentarse a la mesa, al encender las lámparas, al comenzar una conversación, al acostarse, etc. Se signaban siempre con la mano derecha aunque de distinta manera, al principio lo hacían con un dedo signando la frente, la boca y el pecho.
Esto se llamaba la pequeña cruz. Luego se persignaban tocando con la mano la frente, el pecho, el hombro izquierdo y después el derecho. Con el tiempo comenzaron a poner tres dedos juntos al persignarse, con lo que recordaban la Santísima Trinidad, y los dos dedos restantes los apretaban contra la palma como símbolo de las dos naturalezas de Cristo. Así fue evolucionando hasta nuestro tiempo. Como católicos, estamos totalmente seguros que como el Apóstol Pablo lo dijo: para nosotros la cruz es poder de Dios.
6.- La Cruz: un signo del auténtico Discípulo de Cristo.
Son muchas las formas de acercarnos a profundizar sobre el misterio de la cruz y su relación con nuestras vidas, pero uno de los grandes significados que encontraremos en la Biblia es que Jesucristo mismo nos la dejó como un signo del auténtico discípulo cristiano, pues sin excepción, todos los cristianos estamos llamados a seguir a Cristo en su camino de la Cruz. El Señor Jesucristo dijo: "El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" Mc 8,34
Para poder seguir a Cristo es necesario que tomemos nuestra cruz, es decir, nuestras desgracias o sufrimientos, nuestros dolores y pruebas, nuestros problemas familiares, nuestras debilidades y todo lo pongamos en las manos de Dios. No con una mentalidad masoquista ni conformista sino con una actitud de confianza absoluta de su mano y protección sobre nosotros.
San Agustín afirmaba:
"Toda la vida del cristiano que vive de acuerdo con el Evangelio, implica su cruz y sufrimientos." Hasta que se cumpla el tiempo y aparezca la Cruz, "la señal del Hijo del Hombre en los cielos" Mt 24,30
Resumiendo, podemos decir que es por todo esto y más que «la Cruz» y el «persignarse» son signos que nos recuerdan que queremos ser seguidores de Jesús de una manera plena y que con San Pablo predicamos un Mesías crucificado.
En un mundo donde nadie quiere sufrir, ni siquiera por amor, es más urgente el lenguaje de la cruz. Por cierto, hasta una secta religiosa hay que su slogan es "pare de sufrir" como si el cristianismo fuera una religión donde no existiera ningún sufrimiento. Sin cruz no habría cristianismo pues en ella está la máxima prueba del amor de Jesús hacia nosotros y de nosotros hacia nuestro prójimo y nos gozamos de que al resucitar él, si seguimos como discípulos suyos, resucitaremos también con él para la vida eterna. Ánimo y adelante. Esperamos haber respondido a tu inquietud.
El tema anterior lo puedes seguir profundizando si lees el libro de Respuestas Catolicas Inmediatas
Dios te siga bendiciendo en abundancia.
Si eres católico, no olvides que como cristianos que somos, debemos de buscar como renovar nuestra vida en Cristo(Jn 15,1-7) e impulsar nuestro apostolado para traer a mucha gente a los pies de Jesucristo(Mt 28,18-20) y no dejar esa labor a las sectas o iglesias protestantes que no poseen la plenitud de los medios de salvación.
Si eres evangélico, mormón o testigo de Jehová te invito a que conozcas en serio lo que es la fe cristiana(Ef 4,13), la BIblia(2 Tes 2,15) y la Iglesia de Cristo(Ef 5,25). Estudia la historia del cristianismo y ora para que Dios siga actuando en tu vida. Dios te ama y espera en el redil de plenitud que ha dejado: La Iglesia católica(Mt 16,18).
Yo simplemente deseo cumplir la voluntad de Dios en plenitud.(Mt 7,21-23) ¿Y usted...?
Oración de la Fe
Yo creo, Señor; en Ti
que eres la Verdad Suprema.
Creo en todo lo que me has revelado.
Creo en todas las verdades
que cree y espera mi Santa Madre
la Iglesia Católica y Apostólica.
Fe en la que nací por tu gracia,
fe en la que quiero vivir y luchar
fe en la que quiero morir.