Mantened encendidas vuestras lámparas

Juan Pablo II, Santo

Memoria Litúrgica, 22 de octubre

CCLXIV Papa

Martirologio Romano: En Roma, en la basílica de San Pedro, san Juan Pablo II, papa, que gobernó la Iglesia por veintisiete años, llevando su presencia misionera a todos los puntos de la tierra, alimentando la doctrina con abundantes y esclarecidos documentos, y convocando a todos los hombres de nuestra época a abrir sus puertas al Redentor. ( 2005)

Fecha de beatificación: 1 de mayo de 2011, por S.S. Benedicto XVI
Fecha de canonización: 27 de abril de 2014, por S.S. Francisco

Breve Biografía

Karol Wojtyla nace el 18 de mayo de 1920, en Wadowice, a unos pocos kilómetros de Cracovia, una importante ciudad y centro industrial al norte de Polonia.

Su padre, un hombre profundamente religioso, era militar de profesión. Enviudó cuando Karol contaba apenas con nueve años. De él -según su propio testimonio- recibió la mejor formación: «Bastaba su ejemplo para inculcar disciplina y sentido del deber. Era una persona excepcional».

De joven el interés de Karol se dirigió hacia el estudio de los clásicos, griegos y latinos. Con el tiempo fue creciendo en él un singular amor a la filología: a principios de 1938 se traslada junto con su padre a Cracovia para matricularse en la universidad Jaghellonica y cursar allí estudios de filología polaca.

Sin embargo, con la ocupación de Polonia por parte de las tropas de Hitler, hecho acontecido el 1 de septiembre de 1939, sus planes de estudiar filología se verían definitivamente truncados.

En esta difícil situación, y con el fin de evitar la deportación a Alemania, Karol busca un trabajo. Es contratado como obrero en una cantera de piedra, vinculada a una fábrica química, de nombre Solvay.

También en aquella difícil época Karol se iniciaba en el "teatro de la palabra viva", una forma muy sencilla de hacer teatro: la actuación consistía esencialmente en la recitación de un texto poético. Las representaciones se realizaban en la clandestinidad, en un círculo muy íntimo, por el riesgo de verse sometidos a graves sanciones por parte de los nazis.

Otra importante ocupación de Karol por aquella época era la ayuda eficaz que prestaba a las familias judías para que pudiesen escapar de la persecución decretada por el régimen nacionalsocialista. Poniendo en riesgo su propia vida, salvaría la vida de muchos judíos.

A principios de 1941 muere su padre. Karol contaba por entonces con 21 años de edad. Este doloroso acontecimiento marcará un hito importante en el camino de su propia vocación: «después de la muerte de mi padre -dirá el Santo Padre en diálogo con André Frossard-, poco a poco fui tomando conciencia de mi verdadero camino. Yo trabajaba en la fábrica y, en la medida en que lo permitía el terror de la ocupación, cultivaba mi afición a las letras y al arte dramático. Mi vocación sacerdotal tomó cuerpo en medio de todo esto, como un hecho interior de una transparencia indiscutible y absoluta. Al año siguiente, en otoño, sabía ya que había sido llamado. Veía claramente qué era lo que debía abandonar y el objetivo que debía alcanzar "sin una mirada atrás". Sería sacerdote».

Habiendo escuchado e identificado con claridad el llamado del Señor, Karol emprende el camino de su preparación para el sacerdocio, ingresando al seminario clandestino de Cracovia, en 1942. Dadas las siempre difíciles circunstancias, el hecho de su ingreso al seminario -que se había establecido clandestinamente en la residencia del Arzobispo Metropolitano, futuro Cardenal Adam Stepan Sapieha- debía quedar en la más absoluta reserva, por lo que no dejó de trabajar como obrero en Solvay. Años de intensa formación transcurrieron en la clandestinidad hasta el 18 de enero de 1945, cuando los alemanes abandonaron la ciudad ante la llegada de la "armada roja".

El 1 de noviembre de 1946, fiesta de Todos los Santos, llegó el día anhelado: por la imposición de manos de su Obispo, Karol participaba desde entonces -y para siempre- del sacerdocio del Señor. De inmediato el padre Wojtyla fue enviado a Roma para continuar en el Angelicum sus estudios teológicos.

Dos años más tarde, culminados excelentemente los estudios previstos, vuelve a su tierra natal: «Regresaba de Roma a Cracovia -dice el Santo Padre en Don y Misterio- con el sentido de la universalidad de la misión sacerdotal, que sería magistralmente expresado por el Concilio Vaticano II, sobre todo en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium. No sólo el obispo, sino también cada sacerdote debe vivir la solicitud por toda la Iglesia y sentirse, de algún modo, responsable de ella».

Como Vicario fue destinado a la parroquia de Niegowic, donde además de cumplir con las obligaciones pastorales propias de la parroquia, asumió la enseñanza del curso de religión en cinco escuelas elementales.

Pasado un año fue trasladado a la parroquia de San Florián. Entre sus nuevas labores pastorales le tocó hacerse cargo de la pastoral universitaria de Cracovia. Semanalmente iba disertando -para la juventud universitaria- sobre temas básicos que tocaban los problemas fundamentales sobre la existencia de Dios y la espiritualidad del ser humano, temas que eran necesarios profundizar junto con la juventud en el contexto del ateísmo militante, impuesto por el régimen comunista de turno en el gobierno de Polonia.

Dos años después, en 1951, el nuevo Arzobispo de Cracovia, mons. Eugeniusz Baziak, quiso orientar la labor del padre Wojtyla más hacia la investigación y la docencia. No sin un gran sacrificio de su parte, el padre Karol hubo de reducir notablemente su trabajo pastoral para dedicarse a la enseñanza de Ética y Teología Moral en la Universidad Católica de Lublín. A él se le encomendó la cátedra de Ética. Su labor docente la ejerció posteriormente también en la Facultad de Teología de la Universidad Estatal de Cracovia.

Nombrado Obispo por el Papa Pío XII, fue consagrado el 23 de setiembre de 1958. Fue entonces destinado como Obispo auxiliar a la diócesis de Cracovia, quedando a cargo de la misma en 1964. Dos años después, la diócesis de Cracovia sería elevada al rango de Arquidiócesis por el Papa Pablo VI.

Su labor pastoral como Obispo estuvo marcada por su preocupación y cuidado para con las vocaciones sacerdotales. En este sentido, su infatigable labor apostólica y su intenso testimonio sacerdotal dieron lugar a una abundante respuesta de muchos jóvenes que descubrieron su llamado al sacerdocio y tuvieron el coraje de seguirlo.

Asimismo, ya desde entonces destacaba entre sus grandes preocupaciones la integración de los laicos en las tareas pastorales.

Mons. Wojtyla tendrá una activa participación en el Concilio Vaticano II. Además de sus intervenciones, que fueron numerosas, fue elegido para formar parte de tres comisiones: Sacramentos y Culto Divino, Clero y Educación Católica. Asimismo formó parte del comité de redacción que tuvo a su cargo la elaboración de la Constitución pastoral Gaudium et spes.

Es creado Cardenal por el Papa Pablo VI en 1967, un año clave para la Iglesia peregrina en tierras polacas. Fue entonces que la Sede Apostólica puso en marcha su conocida Ostpolitik, dando inicio a un importante "deshielo" a nivel de las frías relaciones entre la Iglesia y el Estado comunista. El flamante Cardenal Wojtyla asumiría un importante papel en este diálogo, y sin duda respondió a esta difícil y delicada tarea con mucho coraje y habilidad. Su postura -la postura en representación de la Iglesia- era la misma que había sido tomada también por sus ejemplares predecesores: la defensa de la dignidad y derechos de toda persona humana, así como la defensa del derecho de los fieles a profesar libremente su fe.

Su sagacidad y tenacidad le permitieron obtener también otras significativas victorias: tras largos años de esfuerzos, en contra de la persistente oposición de las autoridades, tuvo el gran gozo de inaugurar una iglesia en Nowa Huta, una "ciudad piloto" comunista. Los muros de esta iglesia, cual símbolo silente y a la vez elocuente de la victoria de la Iglesia sobre el régimen comunista, habían sido levantados con más de dos millones de piedras talladas voluntariamente por los cristianos de Cracovia.

En cuanto a la pastoral de su arquidiócesis, el continuo crecimiento de la cuidad planteaba al Cardenal muchos retos. Ello motivó a que con habitual frecuencia reuniese a su presbiterio para analizar las diversas situaciones, con el objeto de responder adecuada y eficazmente a los desafíos que se iban presentando.

En 1975 asiste al III Simposio de Obispos Europeos. Allí en el que se le confía la ponencia introductoria: «El obispo como servidor de la fe». Ese mismo año dirige los ejercicios espirituales para Su Santidad Pablo VI y para la Curia vaticana. Las pláticas que dio en aquella ocasión fueron publicadas en un libro titulado Signo de contradicción.

1. Sucesor de Pedro

Elegido pontífice el 16 de octubre de 1978, escogió los mismos nombres que había tomado su predecesor: Juan Pablo. En una hermosa y profunda reflexión, hecha pública en su primera encíclica (Redemptor hominis), dirá él mismo sobre el significado de este nombre:

«Ya el día 26 de agosto de 1978, cuando él (el entonces electo Cardenal Albino Luciani) declaró al Sacro Colegio que quería llamarse Juan Pablo -un binomio de este género no tenía precedentes en la historia del Papado- divisé en ello un auspicio elocuente de la gracia para el nuevo pontificado. Dado que aquel pontificado duró apenas 33 días, me toca a mí no sólo continuarlo sino también, en cierto modo, asumirlo desde su mismo punto de partida. Esto precisamente quedó corroborado por mi elección de aquellos dos nombres. Con esta elección, siguiendo el ejemplo de mi venerado Predecesor, deseo al igual que él expresar mi amor por la singular herencia dejada a la Iglesia por los Pontífices Juan XXIII y Pablo VI y al mismo tiempo mi personal disponibilidad a desarrollarla con la ayuda de Dios. A través de estos dos nombres y dos pontificados conecto con toda la tradición de esta Sede Apostólica, con todos los Predecesores del siglo XX y de los siglos anteriores, enlazando sucesivamente, a lo largo de las distintas épocas hasta las más remotas, con la línea de la misión y del ministerio que confiere a la Sede de Pedro un puesto absolutamente singular en la Iglesia. Juan XXIII y Pablo VI constituyen una etapa, a la que deseo referirme directamente como a umbral, a partir del cual quiero, en cierto modo en unión con Juan Pablo I, proseguir hacia el futuro, dejándome guiar por la confianza ilimitada y por la obediencia al Espíritu que Cristo ha prometido y enviado a su Iglesia (...). Con plena confianza en el Espíritu de Verdad entro pues en la rica herencia de los recientes pontificados. Esta herencia está vigorosamente enraizada en la conciencia de la Iglesia de un modo totalmente nuevo, jamás conocido anteriormente, gracias al Concilio Vaticano II».

"No tengáis miedo"

Fueron éstas las primeras palabras que S.S. Juan Pablo II lanzó al mundo entero desde la Plaza de San Pedro, en aquella memorable homilía celebrada con ocasión de la inauguración oficial de su pontificado, el 22 de octubre de 1978. Y son ciertamente estas mismas palabras las que ha hecho resonar una y otra vez en los corazones de innumerables hombres y mujeres de nuestro tiempo, alentándonos -sin caer en pesimismos ni ingenuidades- a no tener miedo "a la verdad de nosotros mismos", miedo "del hombre ni de lo que él ha creado": «¡no tengáis miedo de vosotros mismos!». Desde el inicio de su pontificado ha sido ésta su firme exhortación a confiar en el hombre, desde la humilde aceptación de su contingencia y también de su ser pecador, pero dirigiendo desde allí la mirada al único horizonte de esperanza que es el Señor Jesús, vencedor del mal y del pecado, autor de una nueva creación, de una humanidad reconciliada por su muerte y resurrección. Su llamado es, por eso mismo, un llamado a no tener miedo a abrir de par en par las puertas al Redentor, tanto de los propios corazones como también de las diversas culturas y sociedades humanas.

Este llamado que ha dirigido a todos los hombres de este tiempo, es a la vez una enorme exigencia que él mismo se ha impuesto amorosamente. En efecto, «el Papa -dice él de sí mismo-, que comenzó Su pontificado con las palabras "!No tengáis miedo!", procura ser plenamente fiel a tal exhortación, y está siempre dispuesto a servir al hombre, a las naciones, y a la humanidad entera en el espíritu de esta verdad evangélica».

Desde "un país lejano"

«Me han llamado de una tierra distante, distante pero siempre cercana en la comunión de la Fe y Tradición cristianas». Fueron estas, al inicio de su pontificado, las palabras del primer Papa no italiano desde Adriano VI (1522).

Juan Pablo II nació en Polonia, una extraordinaria nación que por su fidelidad a la fe, puesta en el crisol de la prueba muchas veces, llegó a ser considerada como un "baluarte de la cristiandad", de allí el "Semper fidelis" con que orgullosamente califican los católicos polacos a su patria. La personalidad de S.S. Juan Pablo II está sellada por la identidad y cultura propias de su Polonia natal: una nación con raíces profundamente católicas, cuya unidad e identidad, más que en sus límites territoriales, se encuentra en su historia común, en su lengua y en la fe católica.

Su origen, al mismo tiempo, lo une a los pueblos eslavos, evangelizados hace once siglos por los santos hermanos Cirilo y Metodio. Será casualmente «recordando la inestimable contribución dada por ellos a la obra del anuncio del Evangelio en aquellos pueblos y, al mismo tiempo, a la causa de la reconciliación, de la convivencia amistosa, del desarrollo humano y del respeto a la dignidad intrínseca de cada nación», que su S.S. Juan Pablo II proclamó a los santos Cirilo y Metodio copatronos de Europa, junto a San Benito. A ellos, dicho sea de paso, está dedicada su hermosa encíclica Slavorum apostoli, en la que hace explícita esta gratitud: «se siente particularmente obligado a ello el primer Papa llamado a la sede de Pedro desde Polonia y, por lo tanto, de entre las naciones eslavas».

Una nación probada en su fe

El nuevo Papa era un hombre que había podido conocer «desde dentro, los dos sistemas totalitarios que han marcado trágicamente nuestro siglo: el nazismo de una parte, con los horrores de la guerra y de los campos de concentración, y el comunismo, de otra, con su régimen de opresión y de terror». A lo largo de aquellos años de prueba, la personalidad de Karol fue forjada en el crisol del dolor y del sufrimiento, sin perder jamás la esperanza, nutrida en la fe. Esta experiencia vivida en su juventud nos permite comprender su gran «sensibilidad por la dignidad de toda persona humana y por el respeto de sus derechos, empezando por el derecho a la vida». Su encíclica Evangelium vitae es la expresión magisterial más firme y acabada de esta profunda sensibilidad humana y pastoral.

Gracias a aquellas dramáticas experiencias que vivió en aquellos tiempos terribles «es fácil entender también mi preocupación por la familia y por la juventud». Esta preocupación, por su parte, ha hallado su más amplia expresión magisterial en la encíclica Familiaris consortio.

Improntas del pontificado de Juan Pablo II

La vida cristiana y la Trinidad: Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo

El Papa Juan Pablo II ha querido hacer evidente desde el inicio de su pontificado la relación existente -aunque quizá tantas veces olvidada o relegada- de la vida de la Iglesia (y de cada uno de sus hijos) con la Trinidad, dedicando sus primeras encíclicas a profundizar en cada una de las tres personas de la Trinidad: una a Dios Padre, rico en misericordia (1980); otra al Hijo, Redentor del mundo (1979); y otra al Espíritu Santo, Señor y dador de vida (1986). Este es el misterio central de la fe cristiana: Dios es uno solo, pero a la vez tres Personas. Recuerda así las bases de la verdadera fe, y con ello el fundamento de la auténtica vida de la Iglesia y de cada uno de sus hijos: en efecto, no se entiende la vida del cristiano si no es en relación con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Comunión de Amor.

"Totus Tuus"... un Papa sellado por el amor a la Madre

Totus Tuus, o Todo tuyo (con evidente referencia a María), fue el lema ele-gido por Su Santidad Juan Pablo II al asumir el timón de la barca de Pedro. De este modo se consagraba a Ella, se acogía a su tierno cuidado e intercesión, invitándola a sellar con su amorosa presencia maternal la entera trayectoria de su pontificado. Con ocasión de la Eucaristía celebrada el 18 de octubre de 1998, a los veinte años de su elección y a los 40 años de haber sido nombrado obispo, reiterará en la Plaza de San Pedro ese "Totus Tuus" ante el mundo católico.

En otra ocasión había dicho él mismo con respecto a esta frase: «Totus Tuus. Esta fórmula no tiene solamente un carácter piadoso, no es una simple expresión de devoción: es algo más. La orientación hacia una devoción tal se afirmó en mí en el período en que, durante la Segunda Guerra Mundial, trabajaba de obrero en una fábrica. En un primer momento me había parecido que debía alejarme un poco de la devoción mariana de la infancia, en beneficio de un cristianismo cristocéntrico. Gracias a san Luis Grignon de Montfort comprendí que la verdadera devoción a la Madre de Dios es, sin embargo, cristocéntrica, más aún, que está profundamente radicada en el Misterio trinitario de Dios, y en los misterios de la Encarnación y la Redención. Así pues, redescubrí con conocimiento de causa la nueva piedad mariana, y esta forma madura de devoción a la Madre de Dios me ha seguido a través de los años: sus frutos son la Redemptoris Mater y la Mulieris dignitatem».

Otro signo de su amor filial a Santa María es su escudo pontificio: sobre un fondo azul, una cruz amarilla, y bajo el madero horizontal derecho, una "M", también amarilla, representando a la Madre que estaba "al pie de la cruz", donde -a decir de San Pablo- en Cristo estaba Dios reconciliando el mundo consigo. En su sorprendente sencillez, su escudo es, pues, una clara expresión de la importancia que el Santo Padre le reconoce a Santa María como eminente cooperadora en la obra de la reconciliación realizada por su Hijo.

Su escudo se alza ante todos como una perenne y silente profesión de un amor tierno y filial hacia la Madre del Señor Jesús, y a la vez, es una constante invitación a todos los hijos de la Iglesia para que reconozcamos su papel de cooperadora en la obra de la reconciliación, así como su dinámica función maternal para con cada uno de nosotros. En efecto, «entregándose filialmente a María, el cristiano, como el apóstol Juan, "acoge entre sus cosas propias" a la Madre de Cristo y la introduce en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su "yo" humano y cristiano: "La acogió en su casa". Así el cristiano, trata de entrar en el radio de acción de aquella "caridad materna", con la que la Madre del Redentor "cuida de los hermanos de su Hijo", "a cuya generación y educación coopera" según la medida del don, propia de cada uno por la virtud del Espíritu de Cristo. Así se manifiesta también aquella maternidad según el espíritu, que ha llegado a ser la función de María a los pies de la Cruz y en el cenáculo».

La profundización de la teología y de la devoción mariana -en fiel continuidad con la ininterrumpida tradición católica- es una impronta muy especial de la persona y pontificado del Santo Padre.

Hombre del perdón; apóstol de la reconciliación

Quizá muchos jóvenes desconocen el atentado que el Santo Padre sufrió aquel ya lejano 13 de mayo de 1981, a manos de un joven turco, de nombre Alí Agca. Entonces, guardándolo milagrosamente de la muerte, se manifestó la Providencia divina que le concedía a su elegido una invalorable ocasión para experimentar en sí mismo el dolor y sufrimiento humano -físico, sicológico y también espiritual- para poder mejor asociarse a la cruz del Señor Jesús y solidarizarse más aún con tantos hermanos dolientes. Fruto de esta experiencia vivida con un profundo horizonte sobrenatural será su hermosa Carta Apostólica Salvifici doloris.

Aquel hecho fue también una magnífica oportunidad para mostrar al mundo entero que él, fiel discípulo del Maestro, es un hombre que no sólo llama a vivir el perdón y la reconciliación, sino que él mismo lo vive: una vez recuperado, en un gesto auténticamente cristiano y de enorme grandeza de espíritu, el Santo Padre se acercó a su agresor -recluido en la cárcel- para ofrecerle el perdón y constituirse él mismo en un testimonio vivo de que el amor cristiano es más grande que el odio, de que la reconciliación -aunque exigente- puede ser vivida, y de que éste es el único camino capaz de convertir los corazones humanos y de traerles la paz tan anhelada.

Servidor de la comunión y de la reconciliación

El deseo de invitar a todos los hombres a vivir un proceso de reconciliación con Dios, con los hermanos humanos, consigo mismos y con la entera obra de la creación ha dado pie a numerosas exhortaciones en este sentido. Ocupa un singular lugar su Exhortación Apostólica Post-Sinodal Reconciliatio et paenitentiae -sobre la reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia hoy (se nutre de la reflexión conjunta que hicieron los obispos del mundo reunidos en Roma el año 1982 para la VI Asamblea General del Sínodo de Obispos)-, y tiene un peso singularmente importante la declaración que hiciera en el Congreso Eucarístico de Téramo, el 30 de junio de 1985: «Poniéndome a la escucha del grito del hombre y viendo cómo manifiesta en las circunstancias de la vida una nostalgia de unidad con Dios, consigo mismo y con el prójimo, he pensado, por gracia e inspiración del Señor, proponer con fuerza ese don original de la Iglesia que es la reconciliación».

La preocupación social de S.S. Juan Pablo II

La encíclica Centessimus annus, que conmemora el centésimo año desde el inicio formal del Magisterio Social Pontificio con la publicación de encíclica Rerum novarum de S.S. León XIII, se ha constituido en el último gran aporte de S.S. Juan Pablo II en lo que toca a dicho Magisterio. En ella escribía: «... deseo ante todo satisfacer la deuda de gratitud que la Iglesia entera ha contraído con el gran Papa (León XIII) y con su "inmortal Documento". Es también mi deseo mostrar cómo la rica savia, que sube desde aquella raíz, no se ha agotado con el paso de los años, sino que, por el contrario, se ha hecho más fecunda».

Indudablemente enriquecido por su propia experiencia como obrero, y en su particular cercanía con sus compañeros de labores, la gran preocupación social del actual Pontífice ya había encontrado otras dos ocasiones para manifestarse al mundo entero en lo que toca al magisterio: la encíclica Laborem exercens, sobre el trabajo humano, y la encíclica Sollicitudo rei socialis, sobre los problemas actuales del desarrollo de los hombres y de los pueblos.

La nueva evangelización: tarea principal de la Iglesia

Desde el inicio de su pontificado el Papa Juan Pablo II ha estado empeñado en llamar y comprometer a todos los hijos de la Iglesia en la tarea de una nueva evangelización: «nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión».

Pero, como recuerda el Santo Padre, «si a partir de la Evangelii nuntiandi se repite la expresión nueva evangelización, eso es solamente en el sentido de los nuevos retos que el mundo contemporáneo plantea a la misión de la Iglesia» ... «Hay que estudiar a fondo -dice el Santo Padre- en qué consiste esta Nueva Evangelización, ver su alcance, su contenido doctrinal e implicaciones pastorales; determinar los "métodos" más apropiados para los tiempos en que vivimos; buscar una "expresión" que la acerque más a la vida y a las necesidades de los hombres de hoy, sin que por ello pierda nada de su autenticidad y fidelidad a la doctrina de Jesús y a la tradición de la Iglesia».

En esta tarea el Papa Juan Pablo II tiene una profunda conciencia de la necesidad urgente del apostolado de los laicos en la Iglesia, preocupación que se refleja claramente en su Encíclica Christifideles laici y en el impulso que ha venido dando al desarrollo de los diversos Movimientos eclesiales. Por eso mismo, en la tarea de la nueva evangelización «la Iglesia trata de tomar una conciencia más viva de la presencia del Espíritu que actúa en ella (...) Uno de los dones del Espíritu a nuestro tiempo es, ciertamente, el florecimiento de los movimientos eclesiales, que desde el inicio de mi pontificado he señalado y sigo señalando como motivo de esperanza para la Iglesia y para los hombres».

Pero S.S. Juan Pablo II no entiende la nueva evangelización simplemente como una "misión hacia afuera": la misión hacia adentro (es decir, la reconciliación vivida en el ámbito interno de la misma Iglesia) ha sido también destacada por el Santo Padre como una urgente necesidad y tarea, pues ella es un signo de credibilidad para el mundo entero. Desde esta perspectiva hay que comprender también el fuerte empeño ecuménico alentado por el Santo Padre, muy en la línea del rumbo marcado por los pontífices precedentes y por los Padres conciliares.

"Que todos sean uno"

El Santo Padre, como Cristo el Señor hace dos mil años, sigue elevando también hoy al Padre esta ferviente súplica: «¡Que todos sean uno (Ut unum sint)… para que el mundo crea!». Como incansable artesano de la reconciliación, el actual Sucesor de Pedro ha venido trabajado desde el inicio de su pontificado por lograr la unidad y reconciliación de todos los cristianos entre sí, sin que ello signifique de ningún modo claudicar a la Verdad: «El diálogo –

dijo Su Santidad a los Obispos austriacos, en 1998-, a diferencia de una conversa-ción superficial, tiene como objetivo el descubrimiento y el reconocimiento co-mún de la verdad. (…) La fe viva, transmitida por la Iglesia universal, representa el fundamento del diálogo para todas las partes. Quien abandona esta base común elimina de todo diálo-go en la Iglesia la posibilidad de conver-tirse en diálogo de salvación. (…) nadie puede desempeñar since-ramente un papel en un proceso de diá-logo si no está dispuesto a exponerse a la verdad y a crecer en ella».

Renovado impulso a la catequesis

Como dice el Santo Padre, la Encíclica Redemptoris missio quiere ser -después de la Evangelii nuntiandi- «una nueva síntesis de la enseñanza sobre la evangelización del mundo contemporáneo».

Por otro lado, la Exhortación Apostólica Catechesi tredendae es un intento -ya desde el inicio de su pontificado- de dar un nuevo impulso a la labor pastoral de la catequesis.

El Santo Padre, desde que asumió su pontificado, ha mantenido las catequesis de los miércoles iniciadas por su predecesor Pablo VI. En ellos ha desarrollado principalmente el contenido del "Credo".

En este mismo sentido el Catecismo de la Iglesia Católica -aprobado por el Santo Padre en 1992- ha querido ser «el mejor don que la Iglesia puede hacer a sus Obispos y a todo el Pueblo de Dios», teniendo en cuenta que es un «valioso instrumento para la nueva evangelización, donde se compendia toda la doctrina que la Iglesia ha de enseñar».

El Papa peregrino

Quizá más de uno se ha preguntado sobre el sentido de los numerosos viajes apostólicos que ha realizado el Santo Padre (más de doscientos, contando sus viajes al exterior como al interior de Italia):

«En nombre de toda la Iglesia, siento imperioso el deber de repetir este grito de san Pablo («Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe: Y ¡ay de mi si no predicara el Evangelio!»). Desde el comienzo de mi pontificado he tomado la decisión de viajar hasta los últimos confines de la tierra para poner de manifiesto la solicitud misionera; y precisamente el contacto directo con los pueblos que desconocen a Cristo me ha convencido aún más de la urgencia de tal actividad a la cual dedico la presente Encíclica (Redemptoris missio)».

Asimismo dirá el Papa de sus numerosas visitas a las diversas parroquias: «la experiencia adquirida en Cracovia me ha enseñado que conviene visitar personalmente a las comunidades y, ante todo, las parroquias. Éste no es un deber exclusivo, desde luego, pero yo le concedo una importancia primordial. Veinte años de experiencia me han hecho comprender que, gracias a las visitas parroquiales del obispo, cada parroquia se inscribe con más fuerza en la más vasta arquitectura de la Iglesia y, de este modo, se adhiere más íntimamente a Cristo».

S.S. Juan Pablo II y los jóvenes

Desde 1985 la Iglesia ha visto surgir las Jornadas Mundiales de los Jóvenes. Su génesis -recuerda el Santo Padre- fue el Año Jubilar de la Redención y el Año Internacional de la Juventud, convocado por la Organización de las Naciones Unidas en aquel mismo año:

«Los jóvenes fueron invitados a Roma. Y éste fue el comienzo. (...) El día de la inauguración del pontificado, el 22 de octubre de 1978, después de la conclusión de la liturgia, dije a los jóvenes en la plaza de San Pedro: "Vosotros sois la esperanza de la Iglesia y del mundo. Vosotros sois mi esperanza"».

Maestro de ética y valores

También en nuestro siglo, y con sus particulares notas de gravedad, el Santo Padre ha notado con paternal preocupación como el hombre ha "cambiado la verdad por la mentira". Consecuencia de este triste "cambio" es que el hombre ha visto ofuscada su capacidad para conocer la verdad y para vivir de acuerdo a esa verdad, en orden a encontrar su felicidad en la plena realización como persona humana. La publicación de la Encíclica Veritatis splendor constituye la plasmación de un testimonio ante el mundo del esplendor de la Verdad. En ella se descubren las enseñanzas de quien fuera un notable profesor de ética, que en su calidad de Sumo Pontífice sale al encuentro del relativismo moral a que ha llegado la cultura de hoy: «Ningún hombre puede eludir las preguntas fundamentales: ¿qué debo hacer?, ¿cómo puedo discernir el bien del mal? La respuesta sólo es posible gracias al esplendor de la verdad que brilla en lo más íntimo del espíritu humano… La luz del rostro de Dios resplandece con toda su belleza en el rostro de Jesucristo… Él es "el Camino, la Verdad y la Vida". Por esto la respuesta decisiva de cada interrogante del hombre, en particular de sus interrogantes religiosos y morales, la da Jesucristo; más aún, como recuerda el Concilio Vaticano II, la respuesta es la persona misma de Jesucristo: "Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado…"». A lo largo de toda su encíclica el Santo Padre, con desarrollos magistrales, se ocupa de presentar un horizonte ético -en íntima conexión con la verdad sobre el hombre- para el pleno desarrollo de la persona humana en respuesta al designio divino.

Incansable Servidor de la fe y de la Verdad

A los veinte años de su elevación al Solio Pontificio, el Papa Juan Pablo II -como un incansable Maestro de la Verdad- ha dado a conocer al mundo entero su decimotercera encíclica: Fides et ratio, fe y razón. En ella presenta en forma positiva la búsqueda de la verdad que nace de la naturaleza profunda del ser humano. Sale al paso de múltiples errores que actualmente obstaculizan el acceso a la verdad, y más aún a la Verdad última sobre Dios y sobre el hombre que como don gratuito Dios mismo ha ofrecido a la humanidad entera a través de la revelación. La verdad, la posibilidad de conocerla, la relación entre razón y fe, entre filosofía y teología son temas que va tocando en respuesta a la situación de enorme confusión, de relativismo y subjetivismo en la que se encuentra inmersa nuestra cultura de hoy.

Trabajando por la consolidación de los frutos del Concilio Vaticano II

El Santo Padre ha sido un incansable artesano que ha trabajado, a lo largo de los ya veinte años de su fecundo pontificado, en favor de la profundización y consolidación de los abundantísimos frutos suscitados por el Espíritu Santo en el Concilio Vaticano segundo. Al respecto ha dicho él mismo: «Es indispensable este trabajo de la Iglesia orientado a la verificación y consolidación de los frutos salvíficos del Espíritu, otorgados en el Concilio. A este respecto conviene saber "discernirlos" atentamente de todo lo que contrariamente puede provenir sobre todo del "príncipe de este mundo". Este discernimiento es tanto más necesario en la realización de la obra del Concilio ya que se ha abierto ampliamente al mundo actual, como aparece claramente en las importantes Constituciones conciliares Gaudium et spes y Lumen gentium».

Con S.S. Juan Pablo II hacia el tercer milenio

El Papa Juan Pablo II, mediante su Carta apostólica Tertio millenio adveniente, ha invitado a toda la cristiandad a prepararse para lo que será una gran celebración y conmemoración: tres años han sido dedicados por deseo explícito del Sumo Pontífice a la reflexión y profundización en torno a cada una de las Personas divinas del Misterio de la Santísima Trinidad: 1997 ha sido dedicado al Hijo, 1998 al Espíritu Santo y 1999 al Padre. De este modo la Iglesia se prepara a celebrar con un gran Jubileo los dos mil años del nacimiento de Jesucristo, el Hijo eterno del Padre que -de María Virgen y por obra del Espíritu Santo- «nació del Pueblo elegido, en cumplimiento de la promesa hecha a Abraham y recordada constantemente por los profetas».

De Él, y del cristianismo, nos ha recordado en su misma Carta el Papa: «Estos (los profetas de Israel) hablaban en nombre y en lugar de Dios. (…) Los libros de la Antigua Alianza son así testigos permanentes de una atenta pedagogía divina. En Cristo esta pedagogía alcanza su meta: Él no se limita a hablar "en nombre de Dios" como los profetas, sino que es Dios mismo quien habla en su Verbo eterno hecho carne. Encontramos aquí el punto esencial por el que el cristianismo se diferencia de las otras religiones, en las que desde el principio se ha expresado la búsqueda de Dios por parte del hombre. El cristianismo comienza con la Encarnación del Verbo. Aquí no es sólo el hombre quien busca a Dios, sino que es Dios quien viene en Persona a hablar de sí al hombre y a mostrarle el camino por el cual es posible alcanzarlo. (…) El Verbo Encarnado es, pues, el cumplimiento del anhelo presente en todas las religiones de la humanidad: este cumplimiento es obra de Dios y va más allá de toda expectativa humana».

Este acontecimiento histórico central para la humanidad entera, acontecimiento por el que Dios que se hace hombre para decir «la palabra definitiva sobre el hombre y sobre la historia», es lo que la Iglesia se prepara a celebrar con un gran Jubileo, y de este modo se prepara a trasponer el umbral del nuevo milenio. Su Santidad, el "dulce Cristo sobre la tierra", como icono visible del Buen Pastor va a la cabeza de la Iglesia que peregrina en este tiempo de profundas transformaciones, constituyéndose para todos sus hijos e hijas que con valor quieren escucharle y seguirle, en roca segura y guía firme … "¡No tengáis miedo!"… son las palabras que también hoy brotan con insistencia de los labios de Pedro, hombre de frágil figura, pero elegido y fortalecido por Dios para sostener el edificio de la Iglesia toda con una fe firme y una esperanza inconmovible.

(Lo que sigue es un artículo titulado «S.S. Juan Pablo II: "Profeta del sufrimiento"», cuyo autor es Mons. Cipriano Calderón Polo)

«S.S. Juan Pablo II, es en esta etapa final del segundo milenio, el Pastor universal del pueblo de Dios, guía segura para atravesar el "umbral de la esperanza" que nos introducirá en el tercer milenio de la evangelización...

«¿Cómo se presenta al mundo de hoy el Papa en esta encrucijada decisiva de la historia? «Su imagen característica es ahora la de profeta del sufrimiento, un sacerdote, un evangelizador que realiza en su amable persona la doctrina que él mismo ha explicado en la carta apostólica Salvifici doloris (11 de febrero de 1984) y en tantos discursos sobre el significado del dolor humano.

«Juan Pablo II, en las celebraciones litúrgicas, en las audiencias, en los viajes apostólicos, en todas sus actividades, aparece como un icono del sufrimiento, dando a la Iglesia un testimonio formidable de la fuerza evangelizadora del dolor físico y moral.

«En su persona de Vicario de Cristo se cruzan las debilidades físicas: esas "debilidades del Papa" a las que él mismo se refirió el día de Navidad de 1995 desde la ventana de su despacho; las penas y dolores cada vez más crecientes de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, de todos los pueblos, especialmente de aquellos más pobres de América Latina, África y Asia; los sufrimientos de toda la Iglesia, que naturalmente se acumulan en el vértice de la misma. Y a todo ello se une la fatiga pastoral producida por una entrega sin reservas al ministerio petrino, al que el Papa Wojtyla sigue ofreciendo generosamente todas sus energías, sin dejarse rendir por la edad o por los quebrantos de salud.

«El Santo Padre camina hacia el año 2000, al frente de la humanidad, llevando la cruz de Jesús. Así se parece más al divino Redentor.

«Él mismo lo ha hecho notar en una alocución dominical -Ángelus- pronunciada desde su habitación del hospital Gemelli: "¿Cómo me presentaré yo ahora -comentaba- a los potentes del mundo y a todo el pueblo de Dios? Me presentaré con lo que tengo y puedo ofrecer: con el sufrimiento. He comprendido -decía- que debo conducir a la Iglesia de Cristo hacia el tercer milenio, con la oración, con múltiples iniciativas (como la que actualmente está viviendo toda la Iglesia: un trienio de preparación propuesto en su carta Tertium millenium adveniente); pero he visto que esto no basta: necesito llevarla también con el sufrimiento"».

Nació al Reino de Dios, el 2 de abril de 2005, El 28 de junio del mismo año se inició su causa para la beatificación, misma que se realizó el 1 de mayo, Segundo Domingo de Pascua del año 2011, Día de la Divina Misericordia, en ceremonia presidida por S.S. Benedicto XVI.

Oración para implorar favores por intercesión de San Juan Pablo II

¡Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!

Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animándola a caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús.

Bendice a los jóvenes, que han sido tu gran pasión. Concédeles volver a soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la luz, que ilumina los caminos de la vida en la tierra.

Bendice las familias, ¡bendice cada familia!

Tú advertiste el asalto de Satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las familias y cada vida que brota en la familia.

Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.

Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo, donde te vemos junto a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición de Dios. Amén.

Primer milagro: La beatificación

El milagro que permitió la beatificación del Papa Juan Pablo II fue la sanación de la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, que padecía de Párkinson, la enfermedad que durante años padeció el extinto Pontífice.

Marie Simon PierreMarie Simon-Pierre, nacida en 1962, perteneciente a la congregación de las Hermanitas de las Maternidades Católicas, trabaja actualmente en la maternidad de la Sainte Félicité, en el distrito número 15 de París.

A Marie-Simon-Pierre le diagnosticaron los trastornos neurológicos propios de esa enfermedad en junio de 2001. A continuación, podrán leer el testimonio de la Hermana Marie Simon Pierre:

"Estaba enferma de Parkinson. Me fue diagnosticado en junio de 2001. La enfermedad me había afectado toda la parte derecha del cuerpo, causándome una serie de dificultades. Después de tres años, de una fase inicial lentamente progresiva de la enfermedad, se agravaron los síntomas, se acentuaron los temblores, la rigidez, los dolores y el insomnio.

Desde el 2 de abril de 2005, comencé a empeorar de semana en semana, me debilitaba de día en día, no conseguía escribir -soy zurda- y, si intentaba hacerlo, lo que escribía era difícilmente legible. No conseguía conducir el coche, salvo en trayectos muy breves, porque mi pierna izquierda se bloqueaba a veces durante mucho rato y la rigidez no me permitía conducir. Para desarrollar mi trabajo en el ámbito hospitalario necesitaba además siempre mucho tiempo. Estaba totalmente exhausta. Después del diagnóstico, me era difícil ver a Juan Pablo II en televisión; pero me sentía muy cercana a él en la oración, y sabía que podía entender lo que yo vivía. Admiraba su fuerza y su coraje, que me estimulaban a no rendirme y a amar este sufrimiento. Sólo el amor habría dado sentido a todo ello. Era una lucha cotidiana, pero mi único deseo era vivirla en la fe, y de aceptar con amor la voluntad del Padre.

Era la Pascua de 2005, y deseaba ver a nuestro Santo Padre en televisión, porque en mi interior sabía que sería la última vez que iba a poder hacerlo. Durante toda la mañana me preparé para aquel encuentro (él me mostraba lo que yo sería al cabo de algunos años). Era muy duro para mí, que era tan joven... Pero un imprevisto no me permitió verlo.

La tarde del 2 de abril de 2005, estaba reunida toda la comunidad para participar en la vigilia de oración en la plaza de San Pedro, transmitida en directo por la televisión francesa de la diócesis de Paría (KTO), cuando fue anunciada la muerte de Juan Pablo II se me vino el mundo encima. Había perdido al amigo que me entendía y que me daba la fuerza de seguir adelante.

Notaba en aquellos días la sensación de un gran vacío, pero sentía la certeza de su presencia viva. El 13 de mayo, fiesta de Nuestra Señora de Fátima, el Papa Benedicto XVI anunció oficialmente el comienzo de la Causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Juan Pablo II. A partir del 14 de mayo, las hermanas de todas las comunidades francesas y africanas de mi Congregación pidieron la intercesión de Juan Pablo II para mi curación. Rezaron incansablemente, hasta que llegó la noticia de la curación. Yo estaba de vacaciones en aquellos días. El 26 de mayo, concluido el tiempo de descanso, volví a la comunidad, totalmente exhausta a causa de la enfermedad. Si crees, verás la gloria de Dios: éste es el fragmento del evangelio de San Juan que me acompaña desde el 14 de mayo. Y el 1 de junio: "¡No puedo más! Debo luchar para mantenerme en pie y andar". El 2 de junio, por la tarde, fui a hablar con mi Superiora, para pedirle que me dispensara de toda actividad laboral. Me pidió que resistiese todavía un poco, hasta el regreso de Lourdes, en agosto, y añadió: "Juan Pablo II no ha dicho todavía la última palabra".

Seguramente, él estaba presente en aquel encuentro, que se desarrolló en la paz y en la serenidad. Luego, la Superiora me dio una estilográfica y me pidió que escribiera "Juan Pablo II". Eran las 17 horas. A duras penas, escribí "Juan Pablo II". Ante la caligrafía ilegible, permanecimos largo rato en silencio... Y la jornada prosiguió como de costumbre. Tras la oración de la tarde, a las 21 horas, pasé por mi oficina para volver después a mi habitación. Sentí el deseo de coger una estilográfica y escribir, como si alguien me dijera: "Coge tu estilográfica y escribe…". Era entre las 21:30 y 21:45. La caligrafía era claramente legible, ¡sorprendente! Me tendí sobre la cama, estupefacta. Habían pasado exactamente dos meses desde el regreso de Juan Pablo II a la Casa del Padre... Me desperté a las 4:30, sorprendida de haber podido dormir. Me levanté de la cama. Mi cuerpo ya no estaba dolorido, había desaparecido la rigidez e interiormente ya no era la misma. Luego sentí una llamada interior y un fuerte impulso a caminar para ir a rezar ante el Santísimo Sacramento. Bajé a la capilla y permanecí en oración. Sentí una profunda paz y una sensación de bienestar, una experiencia demasiado grande, como un misterio, difícil de explicar con palabras.

Después, siempre ante el Santísimo Sacramento, medité los misterios de la luz, de Juan Pablo II. A las 6 de la mañana, salí para unirme a mis hermanas en la capilla, para un momento de oración, seguido de la celebración eucarística. Tenía que recorrer unos 50 metros y, en aquel instante, al caminar, me di cuenta de que mi brazo izquierdo se balanceaba, ya no estaba inmóvil a lo largo del cuerpo. Noté también una ligereza y una agilidad física desconocidas para mí desde hacía mucho tiempo.

Durante la celebración eucarística, me sentí colmada de alegría y de paz. Era el 3 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Al salir de Misa, estaba segura de que estaba curada... "Mi mano ya no tiembla. Me voy de nuevo a escribir". A mediodía dejé de tomar las medicinas.

El 7 de junio, como estaba previsto, fui al neurólogo que me atendía desde hacía 4 años. Se quedó sorprendido, también él, al constatar la imprevista desaparición de todos los síntomas de la enfermedad, a pesar de que había interrumpido el tratamiento cinco días antes de la visita. Al día siguiente, la Superiora General confió a todas nuestras comunidades la acción de gracias, y toda la Congregación inició una novena de gratitud a Juan Pablo II.

He interrumpido todo tipo de tratamiento. He reanudado el trabajo con normalidad, no tengo dificultad alguna para escribir, y conduzco incluso larguísimas distancias. Me parece haber renacido; es una vida nueva, porque nada es como antes. Hoy puedo decir que el amigo que dejó nuestra tierra está ahora muy cercano a mi corazón. Ha hecho crecer en mí el deseo de la adoración del Santísimo Sacramento y el amor por la Eucaristía, que tienen un lugar de privilegio en mi vida de cada día.

Esto que el Señor me ha concedido vivir por intercesión de Juan Pablo II es un gran misterio, difícil de explicar con palabras... Pero nada es imposible para Dios. Realmente es cierto: "Si crees, verás la gloria de Dios".

Se trata del casos más impresionante de curación atribuído al difunto Papa, según declaró en Roma, Monseñor Slawomir Oder, encargado del proceso de canonización.

La religiosa francesa Marie Simon Pierre revela detalles inéditos de su curación obtenida por intercesión de Juan Pablo II en el siguient VÍDEO.

Segundo milagro: La canonización

"Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara", expresó Floribeth Mora, la beneficiaria del milagro confirmado por la Santa Sede y que permitió la canonización del Papa polaco.

Según informó el diario español La Razón, esta mujer que vive en la localidad de Tres Ríos de Cartago (Costa Rica), "es la protagonista del milagro que llevó a los altares al Papa polaco, Flory -como la llaman sus familiares y amigos- superó un aneurisma cuando ya estaba desahuciada por los médicos".

Todo comenzó el 8 de abril de 2011 al despertar. "Me dio un dolor de cabeza tan fuerte que pensé que me reventaría la cabeza. Le pedí a mi esposo que me llevara al hospital porque me sentía bastante mal. Cuando llegué me encontraba muy mal por los vómitos y el dolor de cabeza", relata Mora en un testimonio escrito por ella misma hace un año, recogido ahora por La Razón y confirmado a este diario por uno de los partícipes del milagro.

Aquella vez se le diagnosticó estrés y presión alta. Sin embargo, su estado de salud no mejoraba y tras un posterior análisis en un hospital en San José le dijeron "que tenía un pequeño derrame de sangre en mi cerebro, luego me hicieron un TAC y descubrieron que se trataba de un aneurisma cerebral en el lado derecho". En otro centro, tras varios intentos por cerrar el goteo de sangre que sufría en su cerebro, el equipo médico que la atendió tuvo que desistir al encontrarse la dilatación en un lugar de difícil acceso.

Luego de unos días en observación, las limitaciones del sistema sanitario costarricense impidió que fuera operada. "Se cerraban así mis posibilidad de sobrevivir a tan fatal diagnóstico", recuerda Mora, madre de cuatro hijos, abuela de cuatro nietos y esposa de un ex oficial de la Policía.

Le dijeron que le quedaba un mes de vida. Sin embargo, a pesar de la desesperación que en un primer momento tuvieron en su familia, "nos llenamos de mucha fe, pero no puedo negar el miedo tan grande que sentía al ver lo que me estaba sucediendo".

Cuando aún no se cumplía un mes, se realizó en la Plaza de San Pedro la beatificación de Juan Pablo II. Aquel 1 de mayo de 2011 Benedicto XVI destacaba de su predecesor: "Durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona. Su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones sostenían mi servicio. El ejemplo de su oración siempre me ha impresionado y edificado: él se sumergía en el encuentro con Dios, aun en medio de las múltiples ocupaciones de su ministerio".

Mientras, como todos los domingos, la familia de Floribeth acudió a Misa a la parroquia. Acudieron al centro del barrio porque se estaba celebrando una procesión. "En ese momento estaba pasando una carroza con la imagen de Jesús Sacramentado y sentí un frío en el cuerpo. Me bajé del coche y fui hasta allí". Entonces, el sacerdote que acompañaba a la procesión declamaba una oración: "¡Oh, Señor! Hay una sanación".

"Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara". Y en ese preciso instante, algo empezó a cambiar. "Salí de ese parque con la fe de que yo fui la sanada", expresó.

Días después fue al Santuario de la Virgen de Ujarrás para rezar, consciente de que el templo había recibido un relicario con muestras de sangre del nuevo Beato. "De nuevo, un milagro", apostilla. Sin embargo, cuando llegó ya había terminado la exposición. Sin embargo, el P. Dónald Solano hizo una excepción. "Me la enseñó y la toqué. Seis meses después me hicieron otro examen en el cerebro y me indicaron que el aneurisma había desaparecido para la honra y la gloria de mi Dios", afirmó Floribeth.

Según publicó el diario "La Nación" de Costa Rica, el neurocirujano Alejandro Vargas Román, que atendió a Floribeth Mora durante su enfermedad, confirmó que no encontró explicación científica a la desaparición repentina del aneurisma que padecía cuando analizaron exámenes posteriores a aquel 1 de mayo de 2011.

Vargas reveló que funcionarios de la Santa Sede le consultaron sobre los detalles del caso durante la fase diocesana del proceso de canonización. "Médicamente, en teoría, nunca les va a desaparecer un aneurisma a las personas porque es una dilatación. Científicamente yo no le tengo ninguna explicación del por qué desapareció", expresó el médico, que vivió en primera persona lo ocurrido en el hospital Calderón Guardia.

La actitud de espera activa del cristiano

Santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38. Martes XXIX del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Tú que conoces mi corazón, ilumíname para que sepa reconocer las cosas que son más importantes para mi vida eterna y que me guíe por ellas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a media noche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando amamos a alguien nos da muchísimo gusto que esa persona esté con nosotros, y cuando no está, nuestra actitud de espera demuestra el amor y cariño que le tenemos. Cristo nos puede llamar a ayudarle en su misión a cualquier hora y nosotros debemos estar preparados para responderle, listos para salir, como lo refleja el tener la túnica puesta y las lámparas encendidas; aunque sea oscuro el camino para los que tenemos nuestra confianza puesta en el Señor, esto no nos causa miedo porque sabemos que Cristo no nos dejará solos para que se nos acabe el aceite de nuestras lámparas.

Todas nuestras acciones por Dios son una respuesta a sus invitaciones. Él siempre tiene la iniciativa para invitarnos a hacer grandes cosas por Él; y para poder responderle como debemos, es necesaria una escucha atenta a su Palabra para que así sepamos cómo esperarlo mejor.

Esta espera activa nos ayuda a estar preparados porque Dios puede venir a nuestras vidas en cualquier momento, y lo mejor es que nos encuentre haciendo lo que sabemos que Él nos pide, aunque sea difícil. Es ser como un niño que sabe lo que sus papas le piden y, porque los quiere y desea que se sientan orgullosos de él, se comporta bien; pero para llegar a este punto tuvo que haber pasado por las pruebas de qué significa obedecer, y muchas veces se equivocó, sin embargo, no se dio por vencido y siguió perseverando hasta que lo logró.

«Y pensemos que Dios no se desmiente a sí mismo. Nunca. Dios no desilusiona nunca. Su voluntad con nosotros no es confusa, sino que es un proyecto de salvación bien delineado: “Dios quiere que todos los hombres sean salvados y alcancen la conciencia de la verdad”. Por ello, no nos abandonamos al fluir de los eventos con pesimismo, como si la historia fuera un tren del que se ha perdido el control. La resignación no es una virtud cristiana. Como no es de cristianos levantar los hombros o bajar la cabeza ante un destino que nos parece ineludible. Aquellos que tienen esperanza en el mundo nunca son personas sumisas. Jesús nos recomienda esperarlo sin estar de brazos cruzados: “Dichosos los siervos que el Señor, al venir, encuentre despiertos”. No existe constructor de paz que a fin de cuentas no haya comprometido su paz personal, asumiendo los problemas de los demás. La persona sumisa no es un constructor de paz, sino que es un vago, uno que quiere estar cómodo. Mientras el cristiano es constructor de paz cuando arriesga, cuando tiene el coraje de arriesgar para llevar el bien, el bien que Jesús nos ha dado, nos ha dado como un tesoro».

(Audiencia de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Mostrarme disponible con alguien en mi trabajo, aprovechando siempre mi tiempo para hace el mayor bien posible.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¿Hijos firmes o vulnerables?

Algunos consejos para formar la voluntad de nuestros hijos

Somos muchos los padres de familia preocupados por las influencias del ambiente sobre nuestros hijos. ¿Cuál es la diferencia entre aquellos que se mantienen en los principios y los que se dejan envolver por el ambiente?    ¿Qué es lo que hace que algunos sean firmes y otros vulnerables?

La diferencia está en la formación de la voluntad, y ésta se refleja en los diversos ámbitos de la vida.

Todos conocemos a personas que intentan dejar de fumar, cumplir la dieta, ser ordenados y empezar a leer.  Sin embargo, la dieta se rompe, el libro no se termina de leer y los malos hábitos vuelven a dominar.

Nos encontramos con el contraste de personas que “logran” lo que quieren con el simple hecho de proponérselo, mientras que otros, por más que lo intentan, no logran conseguir lo que se proponen.

Los hombres como seres racionales, estamos dotados de “voluntad”, pues somos libres y elegimos como actual. El problema surge cuando actuamos según lo que nuestros impulsos, deseos y pasiones nos presentan como apetecible.

La formación de la “voluntad” es un pilar fundamental de la educación de los hijos, pues en ella recae la capacidad de elegir lo que más conviene y de perseverar con dedicación y fortaleza para alcanzar metas e ideales.

“Solo quien es dueño de sí mismo es capaz de donarse a los demás en el amor y ser feliz”

¿Cómo formar la voluntad?

La voluntad se forma básicamente en la familia, en lo cotidiano, en la convivencia familiar.  La forma en la que los padres viven y cómo motivan a los hijos influye significativamente en la formación de la voluntad.

En la vida diaria se presentan constantemente oportunidades para formarla, pero es importante saber que debe ser:

1. De manera oportuna, temprana, eficaz y preventiva, es decir, adecuada al momento y a las circunstancias del desarrollo del niño, progresiva y que estimule positivamente la elección de lo que está bien hecho.

2. Gradual y constante: deberá ir avanzando según el desarrollo y capacidad de cada hijo.  Cultivarla con el esfuerzo de cada día a través del trabajo constante.  La inconsistencia y la falta de perseverancia dificultarán el progreso y la madurez.

3. Con el ejemplo: los hijos aprenden de los padres el dominio de sí, la disciplina y la fuerza de voluntad: “las palabras jalan….el ejemplo arrastra”.

4. Motivada: la voluntad no se ejercita ni se motiva por el simple hecho de formarse, ni de dominarse, se forma para amar.   El ideal alto, pero las metas tangibles y alcanzables.

La motivación positiva da mejores resultados que la negativa, potencia las áreas de oportunidades y contribuye en la autoestima y el ánimo.  

5. Personalizada: tener en cuenta los aspectos y diferencias individuales de cada hijo para adecuar los esfuerzos educativos y ayudar a cada uno a realizarse, a ser una persona libre y responsable.

Comparto contigo algunos consejos para formar la voluntad de nuestros hijos:

Comunicar claramente lo que se espera y acompañarlo de un estímulo positivo.

- Que reciba la información en condiciones adecuadas.

- Asegurarse de que la procese correctamente.

- Exigir completar lo iniciado.  Por ejemplo: cuando decida inscribirse a alguna actividad extracurricular  (Futbol, música,), no permitirle salirse a medio año simplemente porque ya no le gusta o se aburre.   Explicarle la razón por la que debe permanecer, perseverar y completar lo elegido.

- Proceder siempre con método y previsión sin dejarse llevar por la inspiración o la debilidad del momento.

- Poner especial atención en los detalles.  Por ejemplo: al hacer la tarea, motivarlo para que la haga lo mejor posible, cuidando la letra y la limpieza, y dedicándole tiempo necesario para hacer un buen trabajo.

- Evitar ceder a la vida llena de comodidades y optar por la austeridad de vida, aún en cosas pequeñas y triviales.

- Hacer las cosas con determinación, sin dejarlas para después.

- Mantener la palabra dada.  No retractarse con facilidad.

- Exigir en los pequeños detalles que requieren esfuerzo, como cuidar el orden en casa y en la escuela, la puntualidad.

La formación de la voluntad es tarea primordial de los padres al educar a sus hijos.  Con una voluntad firme serán dueños de sí mismos, libres y capaces de realizarse y alcanzar la felicidad.  

Esto los distinguirá entre ser personas  “firmes” o ser “vulnerables

3 sacramentales que debes tener siempre en casa

Seguramente te sorprenderá el ver esta pequeña lista

Los sacramentales son signos sagrados, muchas veces con materia y forma, por medio de los cuales se reciben efectos espirituales y que son actos públicos de culto y santificación. Pueden ser “cosas” o “acciones”, por la intercesión de la Iglesia (Cfr. CIC. no.1166).

Ellos fueron instituidos por la Iglesia, a diferencia de los sacramentos, que fueron instituidos por Cristo. Tienen ciertas semejanzas con los sacramentos. Son signos de la oración de la Iglesia y nos disponen para recibir la gracia.

A continuación te presentamos 3 de ellos, que si se usan adecuadamente ofrecerán un estímulo para nuestro hogar.

1.- Agua Bendita
El agua bendita es un sacramental, instituido por la Iglesia, y usada con fe y devoción, purifica al cristianos de sus faltas veniales. Las bendiciones de personas y de cosas van acompañadas de algunos signos, y los principales son la imposición de manos, la señal de la cruz, el agua bendita y la incensación (Bendicional 26). El agua bendita es constituida por la bendición del sacerdote o del diácono (ib. 1224-1225), y como todos los sacramentales, “tiende como objetivo principal a glorificar a Dios por sus dones, impetrar sus beneficios y alejar del mundo el poder del maligno” (ib.11),

2.- Sal Bendita
Hoy en día el uso de la sal bendita en la liturgia se da con mayor frecuencia en la Forma Extraordinaria, especialmente en exorcismos, bautizo, la reconsagración de un altar, y la bendición del agua bendita.

3.- Crucifijo
el crucifijo, el Santo Rosario, la Biblia, son parte del arsenal espiritual de la Iglesia para liberar a un alma que sufre de lo demoníaco, y son sacramentales.
El crucifijo y la señal de la cruz son odiados por lo demoníaco, ya que representan la victoria de Cristo en el Calvario, donde fue derrotado satanás.

Mira lo que dice el Catecismo:

1671 Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones (de personas, de la mesa, de objetos, de lugares).

Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones.

En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre “con toda clase de bendiciones espirituales”.

Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo.

¿La Iglesia Católica durará por siempre?

6 razones que afirman que la Iglesia Católica es la única que durará hasta que Cristo vuelva.

Así es, creo que la Iglesia catolica es la unica que durará siempre hasta que Cristo vuelva.

Y sé que para muchos esta certeza de fe les parece locura, sin embargo es una realidad, la Iglesia de Cristo es la unica que se mantendrá en pies hasta su regreso. Les comparto 6 razones:

1. Simplemente por su registro de longevidad: 

Ha existido por más de 2000 años. Ha resistido ataques internos y externos durante todo ese tiempo, y aun es la más antigua, duradera y viviente institución sobre la tierra. Ataques impartidos desde los primeros comienzos, empezando por los judíos, veamos lo que les paso! Jerusalén y el templo fueron destruidos y cada sacerdote judío fue asesinado por los romanos en el año 70 D.C. Se necesita un sacerdote (Obispo) para ordenar a un sacerdote y puesto que los judíos no tenían sacerdotes para ordenar a nuevos, se quedaron solamente con los rabinos, actualmente no tienen sacerdotes. El sacerdocio arriano, terminó brutalmente.

El judaísmo fue casi totalmente destruido, después vinieron los romanos que quemaron a los cristianos a destajo alimentando con ellos a los leones. Ellos, y su imperio diabólico pagano con ellos, se colapsaron en el año 476 D.C. Después vinieron los nestorianos, arrianos, bandoleros, musulmanes, waldenses, abigelsianos, cataristas, protestantismo, la revolución francesa, modernismo, nazismo, comunismo, disidencia y ahora el humanismo secular, fundamentalismo, relativismo, indiferentismo y hedonismo. Existen muchos más grupos y creencias heréticas que no enlisto aquí. ¿En dónde están actualmente las mencionadas anteriormente? Desde que todos los grupos heréticos enlistados hicieron todo lo que pudieron para destruir a la Iglesia Católica durante 20 siglos, ¿por qué fracasaron? Si todo ese "poder" humano no pudo destruir a la Iglesia Católica, ¿Por qué entonces algunos fanáticos actuales creen que podrán?

Herejes y fanáticos han tratado de enterrar a la Iglesia Católica por mas de 2000 años, y aun así es la Iglesia Católica la que los ha enterrado a ellos. Aquellos que ignoran la historia están condenados a repetir los errores de otros anteriores a ellos, y al hacerlo nunca se benefician de tales errores previos. Actualmente la Iglesia Católica está lejos de comprimirse como lo está haciendo el Protestantismo, de hecho se expande cada día mas, con más de 1.1 billones de católicos en el mundo, lo que representa un sexto de la población total mundial. ¿A qué o a "quién" le atribuiremos la responsabilidad por estos dos milenios de constancia e inmortalidad? Nombremos a la Iglesia que cumple el mandato de Jesucristo en Mateo 28:19, "Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos..."

Estas persecuciones fueron predichas por Jesucristo mismo: 

Mateo 5,11-12 , "Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros, por causa mía. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros."

Lucas 6,26, "¡Ay cuando digan bien de vosotros todos los hombres! Porque lo mismo hicieron sus padres con los falsos profetas."

La mayoría del Protestantismo no habla bien de los católicos o de la Iglesia Católica, por lo cual me aventuraré a decir que estos versículos hablan de la Iglesia Católica, ¿no crees?, Si no estás de acuerdo, me gustaría saber el nombre de la iglesia sobre la cual Jesucristo habló en estos versículos.

"No temas, que yo estoy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios; yo te he dado fuerza y te ayudo; te sostengo con la diestra de mi justicia. Confundidos (divididos en 33,800 partes, ¿tal vez?) quedarán y avergonzados todos los que contra ti se irritan, serán como la nada, y perecerán los que te hacen guerra." Isaías 41:10-11 "Ellos te harán guerra, mas no prevalecerán contra ti; porque contigo estoy Yo, dice el Señor, para librarte." Jeremías 1,19

Palabras de sabiduría de dos santos, uno de ellos es también un Padre de la Iglesia: 

"Esta Iglesia es Santa, la Única Iglesia, la Verdadera Iglesia, luchando como lo hace contra todas las herejías. Puede luchar, pero no puede ser vencida. Todas las herejías son expulsadas de ella, como lo podado de una vid. Se mantiene firme en sus raíces, en la vid, en su amor. Las puertas del infierno no la conquistarán." San Agustín de Hipona, Sermón a los Catecúmenos, sobre el Credo, 6,14, 395 D.C. "Es un final infeliz para aquellos que atacan a la Iglesia Católica." San Roberto Belarmino 1542-1621.

Aquellos que obtienen placer al patear " La Piedra ", nunca han aprendido que lo único que lograrán es lastimar su propio pié. Tampoco aprendieron que aquellos que son ignorantes de la historia están predispuestos a repetir sus errores. ¿En dónde se encuentran todos estos atacantes actualmente? La mayoría se han ido, algunos que quedan están tan divididos que prácticamente son impotentes, y algunos están con nosotros temporalmente. Siempre surgirán nuevos atacantes, como hierbas malas en medio del trigo. Después de todo, no podemos tener rosas sin algunas espinas. "...Y al momento de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y al trigo juntadlo en Mi granero" Mateo 13:30

¿Quién es el trigo aquí, y quien la cizaña?

¿Acaso no saben que Jesucristo es el salvador de Su Cuerpo, la Iglesia? "...Como Cristo cabeza de la Iglesia, salvador de su cuerpo." Efesios 5:23 Bien, entonces, "Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?" Romanos 8:31. Este versículo resume toda esta sección en solo 9 palabras. Me pregunto si ¿aquellos que atacan la Iglesia Católica han leído o entendido Efesios 5:23 y Romanos 8:31?

Ellos son la razón por la cual la Iglesia Católica aun está de pie y firme después de 2000 años de persecución, y continuará estándolo hasta el final del tiempo. Esa es la promesa de Dios. ¿Qué fuerza en la tierra te dará trepidación si el Señor de los señores y el Rey de reyes está contigo?

2. Simplemente porque el Antiguo Testamento de la Sagrada Escritura lo dice:

"Cuando se cumplieren tus días y tu descansares con tus padres Yo suscitaré después de tí, un descendiente tuyo que ha de salir de tus entrañas, y haré estable su reino. Él edificará una casa para mi nombre: y Yo afirmaré el trono de su reino para siempre. Yo seré su Padre y él será mi hijo. Cuando obrare mal, le reprenderé con vara de hombres y azotes de hombres. Con todo no se apartará de él mi misericordia como la aparté de Saúl, al cual he quitado de delante de ti. Tu casa y tu reino serán estables ante Mí eternamente, y tu trono será firme para siempre ." 2 Reyes 7,12-16, 2 Samuel 7,12-16

"Y en cuanto a Mí, éste será mi pacto con ellos, dice Yahvé: Mi Espíritu que está sobre de tí, y mis palabras que puse yo en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dice Yahvé , desde ahora y para siempre ." Isaías 59,21.

"En los días de aquellos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca jamás será destruido, y que no pasará a otro pueblo; quebrantará y destruirá todos aquellos reinos, en tanto que el mismo subsistirá para siempre ." Daniel 2,44.

"Y le fue dado el Señorío, la gloria y el reino, y todos los pueblos y naciones y lenguas le sirvieron. Su Señorío es un Señorío eterno que jamás acabará, y su reino nunca será destruido." Daniel 7,14

3. Simplemente porque el Nuevo Testamento en la Sagrada Escritura también dice que perdurará: 

Tenemos garantías de perpetuidad en la Sagrada Escritura provenientes de Dios mismo: "Y yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella." Mateo 16,18.

"Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado. Y mirad que Yo con vosotros estoy todos los días hasta la consumación del siglo." Mateo 28,19-20

"Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Intercesor, que quede siempre con vosotros, el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; mas vosotros lo conocéis, porque El mora con vosotros y estará en vosotros." Juan 14,16-17

"No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros." Juan 14:18 "A Él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de la edad de las edades. Amén." Efesios 3,21.

"Por eso, aceptando el reino inconmovible, tengamos gratitud por la cual tributemos a Dios culto agradable con reverencia y temor. Porque nuestro Dios es fuego devorador." Hebreos 12,28-29

"Ahora, pues, os digo, dejad a estos hombres y soltadlos, porque si esta idea u obra viene de hombres, será desbaratada; pero si de Dios viene, no podréis destruirla, no sea que os halléis peleando contra Dios." Hechos 5,38-39

Percibo que Hechos 5,38-39 resume muy bien la historia turbulenta de la Iglesia Católica, y de sus muchos atacantes a través de los últimos 2000 años. ¿Cómo cualquier institución puede perdurar mas de 2000 años bajo constante persecución? Vanos ataques implacables, perpetuados por miles de grupos herejes durante dos mil años nos indica que la Iglesia Católica claramente es de Dios y no de los hombres.

¿De qué otra forma podrías dar cuenta de su supervivencia bajo tan adversas circunstancias?

He enlistado muchas referencias tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento en las cuales tenemos las promesas de Dios sobre la defensa de Su única Iglesia. El mismo la defenderá de ataques internos y externos. Ahora, si alguien no cree que estos versículos no se aplican a la Iglesia Católica, ¿díganme a cuál? Ninguna denominación Protestante siquiera apareció en escena sino hasta después de 1500 años después de que Jesucristo fundara Su Iglesia, por lo cual dichos versículos no podrían referirse a ninguna de esas miles existentes.

4. Simplemente porque podemos demostrar de muchas formas que Jesucristo fundó la Iglesia Católica: 

Si crees que la Sagrada Escritura es inspirada por Dios, entonces te darás cuenta que fue la Iglesia Católica quien facilitó la Biblia al mundo entero. La Iglesia Católica es la madre de la Biblia, no la hija. Existe prueba de Sucesion Apostolica . Existe una línea sucesiva continua y visible de Figuras Paternas , los Papas . Hay una biblioteca enorme con documentos históricos auténticos de cada uno de los veinte siglos que pueden ser investigados por quien quiera. Cientos de estos escritos mencionan a la Iglesia Católica por nombre desde el año 107 D.C. .

Para todos aquellos que atacan a la Iglesia Católica, les pido que me muestren una sola razón por la cual piensan que su denominación es la iglesia que Jesucristo fundó, incluyendo documentos históricos genuinos que "prueben" lo que afirman. No estoy interesado en "opiniones" personales. Si Jesucristo no fundó la Iglesia Católica, me gustaría saber el nombre de la persona que lo hizo, puesto que todas las iglesias del mundo tienen a alguien por fundador. Sin olvidar documentación y pruebas.

Después de todo esto, ¿En dónde está la Iglesia Católica en nuestros días? La Iglesia Católica, a pesar de todas las flechas aventadas contra ella desde tantos ángulos, aun está aquí, aun está muy capacitada, aun predicando y enseñando la verdad de Jesucristo, como lo ha hecho por mas de 2000 años, y... aun continua creciendo, incluso mas rápidamente que antes. ¿Por qué? Simplemente porque Dios está al timón como lo mostré. Satán, el padre de las mentiras (Juan 8:44), y sus ayudantes herejes, quienes no pueden demostrar ninguna autoridad de cualquier forma, han perdido.

5. Simplemente porque solamente la Iglesia Católica encuadra perfectamente con las Escrituras en donde hablan de las pruebas y tribulaciones del Cuerpo de Cristo: Un mensaje del Obispo Fulton J. Sheen... 

"Si yo no fuera un Católico, y buscara la Iglesia verdadera en el mundo hoy, yo buscaría una Iglesia que no se llevara bien con el mundo; en otras palabras, yo buscaría la Iglesia que el mundo odia. Mi razón para hacer esto sería, si Cristo está en cualquiera de las iglesias en el mundo hoy, El debe ser odiado aún como lo fue cuando El estaba en la tierra en persona. Si usted quiere encontrar a Cristo hoy, entonces encuentre la Iglesia que no se lleva bien con el mundo. Busque la Iglesia que es odiada por el mundo, como Cristo fue odiado por el mundo.

Busque la Iglesia que se acusa de estar atrasada, como Nuestro Señor fue acusado de ser ignorante y de que nunca aprendió. Busque la Iglesia que los hombres se mofan como de ser socialmente inferior, como ellos se mofaron de Nuestro Señor porque El vino de Nazareth.

Busque la Iglesia que se acusa de tener a un diablo, como Nuestro Señor fue acusado de ser poseído por Beelzebub, el Príncipe de Diablos. Busque la Iglesia que, en temporadas de fanatismo, los hombres dicen debe ser destruída en el nombre de DIOS, como los hombres crucificaron a Cristo y pensaron que ellos le habían hecho un servicio a Dios. Busque la Iglesia que el mundo rechaza porque reclama es infalible, como Pilatos rechazó a Cristo porque El se llamó La Verdad. Busque la Iglesia que es rechazada por el mundo como Nuestro Señor fue rechazado por los hombres. Busque la Iglesia que entre la confusión de opiniones opuestas, sus miembros aman como aman a Cristo, y respetan su Voz como la voz de su Fundador, y la sospecha crecerá. Si la Iglesia no es popular con el espíritu del mundo, entonces no es del mundo, y si no es de este mundo, entonces es de otro-mundo. Como es de otro-mundo, es infinitamente amada e infinitamente odiada como lo fue Cristo Mismo. Pero sólo lo que es Divino puede ser infinitamente odiado e infinitamente amado. Por lo tanto, la Iglesia es Divina." Msgr (al momento de escribir) Fulton J. Sheen D.D.. Prefacio a Radio Replies Volumen #1, Fr. Leslie Rumble y Fr. Charles Carty, un Tan Book .

6. Simplemente porque la barca de Pedro tiene a Cristo a bordo: 

"Y sucedió que la muchedumbre se agolpaba sobre Él para oí la palabra de Dios, estando Jesús de pie junto al lago de Genesaret. Y viendo dos barcas amarradas a la orilla de lago cuyos pescadores habían descendido y lavaban sus redes, subió en una de aquellas, la que era de Simón , y rogó a éste que la apartara un poco de la tierra. Y sentado enseñaba a la muchedumbre desde la barca". Lucas 5:1-3 "Cuando subió después a la barca, sus discípulos lo acompañaron. Y de pronto el mar se puso muy agitado, al punto que las olas llegaban a cubrir la barca. Él en tanto, dormía. Acercáronse y lo despertaron diciendo: ‘Señor, sálvanos que nos perdemos´. Él les dijo: ‘¿Por qué tenéis miedo, desconfiados?´ Entonces se levantó e increpó a los vientos y al mar, y se hizo una gran calma.

Y los hombres se maravillaron y decían ¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar le obedecen?" Mateo 8,23-27, Marcos 4,35-40, Lucas 8,22-26

"Aun cuando se muevan los montes y vacilen los collados, mi misericordia no se alejará de ti, y no vacilará mi alianza de paz, dice el que se compadece de ti, Yahvé. Pobrecita, azotada por la tempestad, y que estás sin consuelo, he aquí que Yo asentaré tus piedras sobre carbunclos, y te cimentaré sobre zafiros. Construiré tus almenas con rubíes, tus puertas con piedras de cristal; y toda tu muralla con piedras preciosas. Todos tus hijos serán instruidos por Yahvé , y gozarán de abundancia de paz. Serás restablecida en justicia; y estarás lejos de la opresión, pues nada tendrás que temer, y lejos del espanto, el cual no te alcanzará más. Si (enemigos) se juntan contra ti, no es de parte mía; cuantos se juntaren contra ti, delante de ti caerán. He aquí que yo he hecho al herrero, que sopla las brasas del fuego y forja el arma para su obra, Yo he hecho también al devastador para destruir. Toda arma forjada contra ti será ineficaz, y tu condenarás toda lengua que se mueva para juzgarte. Esta es la herencia de los siervos de Yahvé y la justicia que de Mí les vendrá -oráculo de Yahvé. Isaías 54,10-17

Asumo que todos los grupos herejes que han fracasado por más de 2000 años, ninguno atendió las advertencias de la Sagrada Escritura. Isaías no debe ser ignorado. Tu, que atacas a la Iglesia Católica, ¿has hecho caso de las horrendas advertencias de la Sagrada Escritura? Si más de 2000 años de ataques constantes contra la Iglesia Católica han fracasado, ¿Qué te hace pensar que los tuyos serán exitosos? "La barca de Pedro maltratada por las tormentas perdurará por que Cristo va en ella." Lucas 5,1-3 "Ahora, pues, os digo, dejad a estos hombres y soltadlos, porque si ésta idea u obra viene de hombres, será desbaratada; pero si de Dios viene, no podréis destruirla, no sea que os halléis peleando contra Dios." Hechos 5,38-39

Dios te siga bendiciendo en abundancia.
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Recuerda que debes de luchar por conocer, vivir, predicar, celebrar y defender tu fe para ser un auténtico cristiano.

Bettina di Fiore: Dios no abandona nunca y aparece en la vida de formas inesperadas

Ella era prostituta de lujo y vivía sin Dios: Él la esperaba por caminos singulares

Hace un año, el periodista católico Patrick Madrid dio entrada en su programa en Relevant Radio, para hablar del suicidio, a Bettina di Fiore, una mujer joven que lo había intentado dos veces y que recomendaba como argumentos disuasorios la oración y acudir a aquellas personas que sentirían de verdad si esa decisión se llevase a cabo. 

Bettina vive en el área de la bahía de San Francisco (California, Estados Unidos) y se licenció en filología inglesa en 2008. Tiene un blog, Watching the Whirlwind, donde ha contado también la historia dramática de los dos abortos a los que se sometió cuando tenía 16 y 20 años. "Tengo dos hijos, pero están muertos. Nunca tuve oportunidad de cogerles de la mano. Ni siquiera llegaron a respirar. Porque los aborté. Y son los dos mayores errores de mi vida", confiesa desolada: "Cada día desde su muerte he sentido los dos agujeros en mi vida donde deberían estar mi hijo y mi hija. No permitáis que nadie os diga que vuestra vida será más completa tras un aborto, porque es mentira. Durante el resto de vuestra vida sentiréis que algo se ha perdido".

En un reciente artículo en One Peter Five, Bettina di Fiore ha contado la historia de su vida y de su conversión, que incluye momentos terribles antes, durante y después de esas experiencias de aborto e intento de suicidio. Una historia que gira en torno a la figura de su padre, en torno al hombre que le descubrió, sin él serlo, todo el sentido de la palabra padre, y en torno al Padre celestial, quien salió a su encuentro de formas singulares, desde una clase de química a la pegatina de un programa de radio, pasando por su misma experiencia como prostituta:

ENCONTRAR A MI PADRE

En algunos de mis mejores recuerdos de infancia estoy sentada en la parte de atrás del coche de mi padre, escuchando la música que a él le gusta. Él solía venir a recogerme a la guardería a última hora de la tarde, y yo cerraba mis ojos y me sumergía en la canción que sonara en ese momento: tal vez Dear Prudence, de los Beatles, o Through the Long Night, de Billy Joel, o Don't Let It Bring You Down, de Neil Young. En estado de ensoñación y con los ojos medio cerrados, levantaba la mirada y veía a mi padre sonriéndome con complicidad a través del espejo retrovisor.

"¿Te estás durmiendo?", me preguntaba divertido.

"No, papá" mascullaba yo, "estoy sólo descansando los ojos".

En esos instantes llenos de ternura yo no tenía que planificar nada, ni tenía que preocuparme o manejar la situación en mi propio provecho. Me sentía segura, convencida de que estaba en las manos amorosas, capaces y protectoras de quien me llevaría a donde tenía que ir.

He pasado la mayor parte de mi vida intentando volver a sentirme así.

* * *

Mis padres se divorciaron cuando aún era demasiado pequeña para comprender el significado de esta palabra. Pero no tardé mucho en darme cuenta que significaba el final del mundo tal como lo había conocido hasta entonces.

Antes del divorcio, era mi padre quien me cuidaba. Mi madre se pasaba las noches en los night-clubs esnifando cocaína, y los días durmiendo tras la juerga de la noche anterior, a menudo en la cama de un extraño. Si mi madre era indiferente, mi padre, en cambio, estaba siempre presente. Las ausencias de mi madre las llenaba mi padre. Él cocinaba; los sandwiches de queso caliente eran su especialidad. Él me bañaba. Él era quien me leía cuentos antes de irme a dormir, sentado en mi mecedora favorita, y quien me enseñó a leerle esas mismas historias.

Todo esto cambió cuando mis padres se separaron. A mi madre le dieron mi custodia y me llevó a la otra punta del país, alejándome de mi padre. Con ella nunca estaba segura de que ese día comería; hubo ocasiones en las que tenía tanta hambre que tuve que robar comida del supermercado. Con ella, no sólo tenía que ocuparme de mis propias necesidades, sino también de las suyas: con 10 años era yo quien se ocupaba de la casa. Y con ella ya no había cuentos para dormir.

Pero había relatos fantásticos. Mi madre mentía tan a menudo, de manera tan flagrante y con tanta inventiva que a menudo se engañaba a sí misma. Mentía porque se aburría, mentía para esconder la poco halagüeña realidad... ¡caray, mentía incluso para pasar el tiempo! Sobre todo mentía para manipular, y la mayoría de la gente caía inmediatamente en su red de falacias.

Yo no era una excepción. Cuando era pequeña debí ser para ella como lo que representa una pequeña ciudad de provincias para un vendedor de crecepelo: inocente, crédula y sin sentido del ridículo. En otras palabras, era una presa fácil.

La mayoría de las mentiras que mi madre me dijo eran sobre mi padre. Cuando tenía que renunciar a algo por falta de dinero, le culpaba a él. Me decía que no había mandado el dinero para mi manutención de ese mes -no podía admitir que lo había dilapidado todo en drogas-, y decía de él que era un tacaño, que lo único que amaba era su cartera. Me hacía hablar con él para pedirle dinero, y los silencios incómodos y tensos que seguían parecían apoyar su opinión. El hecho de que su situación económica estuviera mejorando rápidamente al hacer carrera en la compañía petrolífera en la que trabajaba, y el hecho de que pasara mucho tiempo en el trabajo, incluso cuando yo le visitaba, parecía confirmar cuanto decía mi madre sobre su materialismo y su ineptitud como padre.

Pero yo necesitaba desesperadamente creer en él y no en lo que ella me decía, por lo que me propuse conseguir su afecto y que sintiera orgulloso de mí. Me metí en la cabeza que el modo era impresionarlo, que para que me amara debía rendir más, por lo que conseguí tener las mejores notas del colegio y del instituto y ser la primera de mi instrumento en la banda y la orquesta. Aprovechaba cualquier oportunidad para demostrarle que yo era especial.

En 7º, por ejemplo, luché para conseguir el permiso de la junta escolar para pasar a 8º curso. Y lo logré. Pero cuando se lo dije, apenas levantó la mirada del periódico que estaba leyendo. Era mi mayor logro, pero no pareció impresionarle lo más mínimo.

Empecé a creer que era verdad lo que decía mi madre de él: que era una persona fría, indiferente y a la que sólo le interesaba el dinero. Empecé a creer que yo no era una prioridad para él. Empecé a creer que, sencillamente, no me quería.

* * *

En ese mismo periodo empecé a perder la fe en Dios.

Crecí en el Bible Belt [Cinturón de la Biblia, extensa región de Estados Unidos donde el cristianismo evangélico tiene un profundo arraigo social] y siempre había dado por sentada la existencia de Dios, aunque mis padres no eran religiosos. Rezaba en proporción inversa a la calidad de mi vida con mi madre: cuanto peor iban las cosas, más rezaba yo. Recuerdo un sinfín de noches despierta, tumbada sobre la pila de mantas que hacían las veces de colchón, con las manos juntas y mi mirada fija en la luna, que brillaba a través de la ventana como un faro en la oscuridad de la pradera. Recuerdo gritar con todo mi corazón: "Por favor, por favor, sálvame del infierno. Querido Dios, ayúdame a buscar una salida".

Los años pasaban y la vida con mi madre iba de mal en peor; en la época en la que conseguí irme de casa, ella y su novio del momento, un ex presidiario, iban siempre puestos hasta las cejas de crack. Cuando no estaban discutiendo, me amenazaban, y llevaban a cabo sus amenazas. Cada noche había en casa un circo grotesco: o bien mi madre y su novio intentaban matarse a golpes, o el grupo de yonquis, malhechores, camellos y todo tipo de facinerosos que formaban su círculo de amistades aparecía por casa para improvisar una fiesta. Cada mañana traía consigo botellas de cervezas rotas, ceniceros rebosantes, vómitos en la alfombra, desconocidos desmayados y manchas de sangre en los muebles. Se esperaba de mí que pusiera orden en todo este caos.

Los días pasaban y mis peticiones llenas de angustia a un Dios en el que creía, pero del que no sabía nada, crecían en intensidad y frecuencia. Nunca recibí respuesta. Con el tiempo, empecé a sospechar que no había nadie al otro lado.

* * *

Llegué a la adolescencia plenamente convencida de que ni mi padre celestial ni mi padre terrenal se preocupaban por mí lo más mínimo. Dejé de rezar y mi relación con mi padre se hundió. Los sandwiches de queso caliente y la mecedora parecían algo de un pasado muy remoto. Cuando pude abandonar la casa de mi madre a los catorce años, me fui a vivir con mi abuela, no con mi padre.

La ruptura llegó cuando yo tenía veintiún años. Tras años de resentimiento oculto (por mi parte), finalmente tuvimos una enorme discusión. Él me dijo que me sostendría económicamente si volvía a la universidad. Yo había atravesado el país para ir a la facultad que quería, pero cuando llegó la matrícula, él me dijo que me ayudaría ese semestre, pero que después tenía que apañármelas sola.

Fue la gota que colmó el vaso. Le ataqué verbalmente. Él hizo lo mismo. Ambos dijimos cosas que nunca deberíamos haber dicho.

No volvimos a decirnos absolutamente nada en quince años.

* * *

Pasé enfadada los últimos años de mi adolescencia y los primeros de mi juventud. Me pasaba el tiempo diciéndome, y diciendo a los demás, que no necesitaba a mis padres, porque era claramente capaz de cuidar de mí misma. A menudo intentaba convencerme de que no existía ninguna razón lógica por la que tuviera que amarlos. Al mismo tiempo, me sentía furiosa porque mis padres me habían abandonado, porque estaba segura de que mi vida como adulta no sería tan difícil y caótica si hubiera sido amada de niña.

Estaba rabiosa contra las instituciones, que deberían haber intervenido para sacarme del ambiente de violencia que vivía en casa de mi madre mucho antes de que yo consiguiera irme; sentía que mi vida no hubiera sido tan horrible si no hubiera vivido ese infierno.

Estaba cabreada con el universo y la vida misma por obligarme a existir, porque consideraba mi existencia como algo despreciable.

La rabia que sentía contra mi padre acabé proyectándola a todos los hombres. Realmente creía que todos los problemas del mundo estaban causados por los errores y las tendencias que normalmente se atribuyen a los hombres. Las guerras, los genocidios y la violencia de todo tipo eran el resultado de demasiada testosterona. Si se sacaba a los hombres de la foto, el mundo sería mejor y habría más paz. Así pensaba yo.

No sólo estaba enfadada con mi patriarca personal, y el patriarcado en general, también estaba enfadada con el Patriarca Celestial. Llegué a despreciar la mera idea de Dios; sentía que un ser así no podía existir, y que si lo hacía, no quería tener nada que ver con Él. Cualquier deidad que permitía que los niños sufrieran como yo había sufrido no merecía mi alabanza.

Poco a poco, borré del guión de mi vida a mi padre, luego a los otros hombres y, por último, a Dios.

* * *

Cuando era una veinteañera, me convertí en una prostituta de lujo. Aquí empezó el proceso que me hizo madurar. Mis clientes eran políticos, ejecutivos, deportistas, periodistas, hombres que habían hecho una fortuna con la tecnología y, de vez en cuando, hombres corrientes. Incluso tuve como cliente a un joven estudiante universitario que venía a verme cada vez que recibía su beca: una sola visita podía costarle más de lo que le sobraba después de pagar la matrícula.

Todos estos hombres tenían una cosa en común: eran todos aves heridas. Solitarios, marginados, soportaban una pesada carga. Muchos de ellos buscaban algo más que el placer físico, algún tipo de conexión que tuviera sentido. A la mayoría le hubiera ido mejor con un terapeuta experto, pues este era el papel que muchos de ellos me atribuían. Por la razón que sea, eligieron tumbarse en mi sofá y no en el de un psiquiatra.

Tal vez la ilusión del anonimato era el factor detonante. Ese mundo tiene una especie de secreto de confesión: se sobreentiende que lo que se dicen una prostituta y su cliente es confidencial. Estos hombres sabían que nunca se encontrarían conmigo en sus vidas "reales", lo que me convertía en una persona más fiable y segura para sus confidencias. En consecuencia mis clientes, sobre todos los que eran clientes habituales, me abrían su corazón. En mi habitación no sólo se quitaban la ropa, también dejaban de fingir, poniéndome en la privilegiada y excepcional posición de ver a los hombres como realmente son.

Por lo general, todos ellos vivían matrimonios tristes, fracasados. Algunos tenían mujeres que se negaban a tener relaciones sexuales o eran poco afectuosas, otros tenían esposas que los utilizaban para lo que les convenía; había los que no respetaban a sus mujeres, o las ninguneaban o las dominaban. Estos hombres querían comprar, por horas y a un precio desorbitado, una copia aproximada de la atención femenina tradicional que no tenían en casa.

Si sus esposas decidían divorciarse, ellos normalmente lo perdían todo: casa, ahorros y, sobre todo y lo más doloroso para mis clientes, sus hijos. Un hombre que vino a verme había dejado de dormir hacía poco en su coche, porque su ex esposa se había quedado con la casa y no pudo encontrar enseguida otro lugar donde vivir. Otro no había visto a su hijo en más de un año porque su ex mujer había dejado de enviar al niño para las visitas, y ni los tribunales ni la ley intervinieron. Otro, debido a la desmesurada parcialidad que tenía el tribunal en favor de las madres, no pudo obtener la custodia de su hija, que vivía con la madre mentalmente enferma, a pesar de que tenía amplia documentación sobre el comportamiento errático e irresponsable de su ex esposa.

Estos hombres no eran los únicos. Conocí a muchos otros que vivían circunstancias similares.

Siempre me había considerado una mujer progresista y feminista. Pero tenía ante mí, literalmente uno tras otro, casos que desafiaban mi punto de vista. Estos hombres no eran tiranos crueles que despiadadamente sacaban partido de un sistema que les favorecía gracias a generaciones de dominación masculina. Tampoco eran competidores satisfechos rivalizando con sus iguales del otro sexo en igualdad de condiciones. Eran prisioneros de guerra derrotados a quienes mujeres despiadadas les hacían pagar no sólo sus crímenes, cualesquiera que estos fueran, sino también los supuestos crímenes de sus antepasados masculinos; mujeres que ya se estaban beneficiando del ilimitado e incondicional apoyo de las instituciones. A estos hombres se les había dicho docenas de veces en docenas de modos distintos que eran malos, y que estaban equivocados por el mero hecho de ser hombres.

He visto realmente a muchos hombres -buenos hombres, aunque débiles en la carne- perseguidos y reducidos de manera injusta a una vida miserable. No podía no mirar de frente la evidencia. Tenía que reconsiderar mi posición.

* * *

Dado que me había equivocado sobre los hombres, tenía que aceptar la posibilidad de que estuviera equivocada sobre otras cosas. Cuando, con casi treinta años, volví a la universidad, descubrí que era así. Estaba en una facultad muy progresista, pero esto no detuvo a mi profesora de química general, que dedicó toda una clase a desafiar el ateísmo de sus estudiantes. ¿Cuál era el punto esencial de su reflexión? Que no se consigue "algo" de la nada, no importa la reacción que tenga lugar. Tienes que poner "algo" para conseguir "algo". Si esto es así, ¿de dónde surgió el "algo" que originó el universo?

Ahora me suena sencillo y razonable, pero en aquel entonces hizo que mi mente diera vueltas como un torbellino. Desafiaba todo lo que había creído durante mi edad adulta. Pero, de nuevo, no podía negar la evidencia que tenía ante mí. Ese día, mi identidad pasó de "atea" a "agnóstica". Al poco tiempo empecé mi búsqueda de ese "algo" que había generado el "algo" original.

Estudié en profundidad todas las principales religiones. Incluso acudí a un ritual vudú. La única religión que seriamente consideré en adoptar es el judaísmo. Lo estudié e iba a una sinagoga. Pero cuando llegó el momento del mikvah, di marcha atrás. Algo, no sabía exactamente el qué, no acababa de convencerme. Faltaba algo.

Tardé unos ochos años en comprender qué era ese algo.

* * *

Estaba viviendo con mi novio, llevábamos juntos unos cuatro años. Había dejado la prostitución. Obviamente, lo había hecho por mi novio. Mi vida era mejor de lo que había sido nunca; sin embargo, algo faltaba en ella.

Un día estaba aparcando enfrente de nuestro apartamento en North Oakland cuando vi que el coche que estaba aparcado delante tenía una pegatina de una emisora de radio católica. "Vaya", pensé, "¿de qué podrán hablar durante 24 horas al día?".

Empecé a ver esas pegatinas por todas partes. Parecía que de cada tres coches que veía, uno la tenía. Poco a poco me fue invadiendo la curiosidad y decidí sintonizar la emisora. Lo que oí me sorprendió. Tenía sentido. Y las personas no eran raras como la gente que está en los medios de comunicación protestantes. Yo había crecido en la era de los predicadores evangelistas de la televisión y del Trinity Broadcasting Network (TBN), y siempre había pensado que estas personas eran, como mínimo, un poco escalofriantes. Pero las personas que hablaban en la radio católica parecían realmente... normales. Y razonables. Acabé escuchando la emisora católica mientras trabajaba -en esa época limpiaba casas-, y los programas que oía me ayudaron a soportar la rutina y la pesadez de mi trabajo.

Al cabo de dos semanas, me desperté un domingo por la mañana con una convicción que ardía dentro de mí: tenía que ir a misa. Sentía que no podría seguir viviendo si no lo hacía. Me pasé el día dudando y, por fin, esa tarde fui a mi primera misa.

No sería la última.

* * *

Después de buscar un poco, encontré una parroquia con misa tradicional en la que me sentí como en casa. Conocí a un sacerdote con el que hice las catequesis, y que acabó siendo la persona más influyente de mi vida.

Tenía una enorme paciencia conmigo. Me escuchaba cuando daba rienda suelta a todo mi escepticismo, basado en muchas experiencias. Entonces, de un modo claro y exhaustivo, utilizaba la ciencia, la filosofía, la historia -todo lo que considerara pertinente-, para demostrar la verdad de cualquier idea o doctrina que me obsesionara. Cogió mis dudas y mis objeciones y las desmanteló con una precisión de cirujano. En resumen, hizo lo que mi profesora de química había hecho muchos años antes, sólo que él dio un paso más: me demostró que Dios existía, e hizo que me identificara y familiarizara con Él. No sólo respondió de manera satisfactoria a mis preguntas sobre qué, Quién, cuándo y dónde, sino que fue capaz de decirme por qué. Esto es lo que necesitaba para convencerme y convertirme al catolicismo.

Pero este sacerdote hizo mucho más que llevarme a la conversión, me proporcionó un modelo de lo que debe ser un padre.

A medida que se acercaba la fecha de mi bautismo, empecé a sentir que la guerra fría entre mi padre biológico y yo no sólo era estúpida, sino también un impedimento a mi conversión total y verdadera. Este sacerdote estuvo de acuerdo conmigo. Así que un día de otoño de 2013 cogí el teléfono y llamé a mi padre por primera vez en quince años.

Se emocionó de felicidad al oírme. Lloramos, reímos, y lloramos-reímos. Tuvimos una larga conversación que incluyó pedir perdón, explicarse, expresar nuestro arrepentimiento y comprometernos a construir una relación mejor en el futuro.

* * *

La pérdida y posterior redescubrimiento de mis padres han definido la historia de mi vida. No creo que sea una coincidencia que los encontrara a ambos casi al mismo tiempo, amorosamente ayudada por un hombre al que me dirijo llamándole "padre".

No es una historia acabada: el proceso de conocimiento de mis padres sigue en marcha. Sigo aprendiendo, lentamente, a conocer a mis padres, quiénes son, cómo amarlos y respetarlos, y qué significa ser una hija. Es el viaje más maravilloso que he emprendido nunca.

Mi padre lo ha resumido de manera perfecta: "Creo que el final, cuando llegue, será maravilloso y espero que lo podamos escribir juntos".

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