Dios mío, ten compasión de mí que soy un pecador
- 27 Octubre 2019
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Evaristo, Santo
V Papa y Mártir, 27 de octubre
Quinto Papa de la Iglesia y Mártir
Martirologio Romano: En Roma, san Evaristo, papa, que fue el cuarto sucesor de san Pedro y rigió la Iglesia romana en tiempo del emperador Trajano.
Breve Biogrtafía
Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos.
No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.
Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.
Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos. Establece normas que afectan a la consagración y trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de Africa y de Egipto.
Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117.
La iglesia del tiempo cada día crece en número, pero está perseguida por las leyes; es silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vive dentro del Imperio en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad al soplo del Espíritu.
Santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14. Domingo XXX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame la gracia, Señor, de reconocer que soy un pecador, tener la certeza de que Tú me puedes comprender como soy y me amas sin condiciones.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por buenos y despreciaban a los demás:
“Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias’.
El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’.
Pues bien, Yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cristo comienza reconociendo la realidad de que hay personas que se consideran mejores que otras y por esto se sienten superiores y desprecian a los demás, pero el hecho de que se crean mejores que muchas personas a su alrededor, les quita el mérito de sus talentos y las cosas que hacen bien, porque encontrarse con una persona engreída que se cree mejor que todos no es una experiencia buena.
El primer personaje de la parábola tiene muchas cosas por las que agradecer a Dios, pero lo hace de una manera soberbia porque no reconoce el don del cual Dios le hace partícipe ni que sus cualidades no son obra suya sino un regalo de Dios. Más allá que juzgar a las personas pecadoras con las que nos encontramos, debemos pedir por ellas y ver que nosotros podemos estar bien en algunos aspectos pero que todavía no somos perfectos.
En cambio, la segunda persona orante que aparece en la historia es alguien que reconoce sus limitaciones y no se avergüenza de decir que se ha equivocado y necesita del perdón de Dios en su vida. La persona que sabe pedir perdón es un tesoro para los que lo rodean porque tiene la humildad de decir que no es perfecto, y eso ayuda a todos a crear una cultura de misericordia donde Dios ocupa el primer lugar y nosotros nos esforzamos por seguir su ejemplo.
«Ante Dios nos presentamos todos con las manos vacías, un poco como el publicano de la parábola que se había detenido a orar al final del templo. Y cada vez que un hombre, al hacer el último examen de conciencia de su vida, descubre que las faltas son muchas más que las obras de bien, no debe desanimarse, sino confiarse a la misericordia de Dios. Y esto nos da esperanza, ¡esto nos abre el corazón! Dios es Padre, y hasta el último momento espera nuestro regreso. Y al hijo pródigo que ha regresado, que comienza a confesar sus culpas, el padre le cierra la boca con un abrazo. ¡Este es Dios: así nos ama!».
(Audiencia de S.S. Francisco, 25 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Perdonar a alguien que me haya hecho algún mal.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Debemos preguntarnos cómo rezamos y no cuánto
El Papa Francisco explica la mejor manera de orar para llegar al corazón de Dios y obtener su misericordia.
Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco explicó hoy su audiencia general cómo hay que orar, para llegar al corazón de Dios, e invitó a ¨reencontrar el camino hacia el corazón¨ de los hermanos y de Dios, que ¨tiene debilidad por los humildes¨. El pontífice diferenció la actitud engreída del fariseo al rezar de la humilde del publicano. ¨El publicano es el icono del auténtico creyente; el fariseo, icono del hipócrita¨, sostuvo y agregó: “Más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemos, o mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y eliminar toda arrogancia”.
El papa Francisco explicó en la audiencia general cómo hay que orar, para llegar al corazón de Dios, e invitó a "reencontrar el camino hacia el corazón" de los hermanos y de Dios, que "tiene debilidad por los humildes".
Ante la multitud reunida en la Plaza San Pedro, el pontífice leyó la parábola del fariseo y del publicano de San Lucas, y recordó "Todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
Tras invitar en dos oportunidades a los presentes a decir tres veces como el publicano la oración: “Oh Dios, ten piedad de mi pecador”, diferenciar la actitud engreída del fariseo de la humilde del publicano.
“En la parábola del fariseo y el publicano, que suben al templo para orar, Jesús nos enseña la actitud correcta para invocar la misericordia del Padre”, sostuvo.
“El fariseo hace una oración de agradecimiento en la que se complace de sí mismo por el cumplimiento de la ley, se siente irreprensible y desprecia a los demás. Su soberbia compromete toda obra buena, vacía la oración, y lo aleja de Dios y del prójimo”, agregó.
Francisco dijo que “más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemos, o mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y eliminar toda arrogancia”.
“El publicano ora con humildad, arrepentido de sus pecados, mendiga la misericordia de Dios. Nos recuerda la condición necesaria para recibir el perdón del Señor y se convierte en imagen del verdadero creyente. La oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la oración humilde obtiene su misericordia”, subrayó.
Al finalizar la catequesis, el Papa saludó a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica: “Que la Virgen María, nuestra Madre, que proclama en el Magnificat la misericordia del Señor, nos ayude a orar siempre con un corazón semejante al suyo”, pidió.
Catequesis del papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El miércoles pasado hemos escuchado la parábola del juez y la viuda, sobre la necesidad de orar con perseverancia. Hoy, con otra parábola, Jesús quiere enseñarnos cuál es la actitud justa para orar e invocar la misericordia del Padre: cómo se debe orar. Una actitud justa para orar. Es la parábola del fariseo y del publicano (Cfr. Lc 19,9-14).
Ambos protagonistas suben al templo a orar, pero actúan de modos muy diferentes, obteniendo resultados opuestos. El fariseo ora «de pie» (v. 11), y usa muchas palabras. La suya, si, es una oración de agradecimiento dirigida a Dios, pero en realidad es un alarde de sus propios méritos, con sentido de superioridad hacia los «demás hombres», calificándolos como «ladrones, injustos y adúlteros», como, por ejemplo – y señala a aquel otro que estaba ahí - «como ese publicano» (v. 11). Pero precisamente aquí está el problema: aquel fariseo ora a Dios, pero en verdad mira a sí mismo. ¡Ora a si mismo! En vez de tener delante a sus ojos al Señor, tiene un espejo. A pesar de encontrarse en el templo, no siente la necesidad de postrarse delante de la majestad de Dios; está de pie, se siente seguro, ¡casi fuera él, el dueño del templo!
Él enumera las buenas obras cumplidas: es irreprensible, observante de la Ley más de lo debido, ayuna «dos veces por semana» y paga la “decima” parte de todo aquello que posee. En conclusión, más que orar, el fariseo se complace de la propia observancia de los preceptos. Y además, su actitud y sus palabras están lejos del modo de actuar y de hablar de Dios, quien ama a todos los hombres y no desprecia a los pecadores. Éste desprecia a los pecadores, también cuando señala al otro que está ahí. Aquel fariseo, que se considera justo, descuida el mandamiento más importante: el amor a Dios y al prójimo.
No basta pues preguntarnos cuánto oramos, debemos también examinarnos cómo oramos, o mejor, cómo es nuestro corazón: es importante examinarlo para evaluar los pensamientos, los sentimientos, y extirpar la arrogancia y la hipocresía. Pero, yo pregunto: ¿se puede orar con arrogancia? No. ¿Se puede orara con hipocresía? No. Solamente, debemos orar ante Dios como nosotros somos. Pero éste oraba con arrogancia e hipocresía. Estamos todos metidos en la agitación del ritmo cotidiano, muchas veces a merced de sensaciones, desorientadas, confusas. Es necesario aprender a encontrar el camino hacia nuestro corazón, recuperar el valor de la intimidad y del silencio, porque es ahí que Dios nos encuentra y nos habla. Solamente a partir de ahí podemos nosotros encontrar a los demás y hablar con ellos. El fariseo se ha encaminado hacia el templo, está seguro de sí, pero no se da cuenta de haber perdido el camino de su corazón.
El publicano en cambio se presenta en el templo con ánimo humilde y arrepentido: «manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho» (v. 13). Su oración es breve, no es tan larga como aquella del fariseo: «Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador». Nada más. “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. Bella oración, ¿eh? Podemos decirla tres veces, todos juntos. Digámosla: “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. De hecho, los cobradores de impuestos – llamados justamente, publicanos – eran considerados personas impuras, sometidas a los dominadores extranjeros, eran mal vistos por la gente y generalmente asociados a los “pecadores”. La parábola enseña que se es justo o pecador no por la propia pertenencia social, sino por el modo de relacionarse con Dios y por el modo de relacionarse con los hermanos. Los gestos de penitencia y las pocas y simples palabras del publicano testimonian su conciencia acerca de su mísera condición. Su oración es esencial.
Actúa como un humilde, seguro solo de ser un pecador necesitado de piedad. Si el fariseo no pedía nada porque tenía ya todo, el publicano puede solo mendigar la misericordia de Dios. Y esto es bello, ¿eh? Mendigar la misericordia de Dios. Presentándose “con las manos vacías”, con el corazón desnudo y reconociéndose pecador, el publicano muestra a todos nosotros la condición necesaria para recibir el perdón del Señor. Al final justamente él, despreciado así, se convierte en icono del verdadero creyente.
Jesús concluye la parábola con una sentencia: «Les aseguro que este último – es decir, el publicano - volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado» (v. 14). De estos dos, ¿Quién es el corrupto? El fariseo. El fariseo es justamente el icono del corrupto que finge orar, pero solamente logra vanagloriarse de sí mismo delante de un espejo. Es un corrupto pero finge orar. Así, en la vida quien se cree justo y juzga a los demás y los desprecia, es un corrupto y un hipócrita. La soberbia compromete toda acción buena, vacía la oración, aleja a Dios y a los demás. Si Dios prefiere la humildad no es para desanimarnos: la humildad es más bien la condición necesaria para ser ensalzados por Él, así poder experimentar la misericordia que viene a colmar nuestros vacíos. Si la oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la humildad del miserable lo abre. Dios tiene una debilidad: la debilidad por los hombres. Delante a un corazón humilde, Dios abre su corazón totalmente. Es esta humildad que la Virgen María expresa en el cantico del Magníficat: «Ha mirado la humillación de su esclava. […] Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen» (Lc 1,48.50). Que Ella nos ayude, nuestra Madre, a orar con un corazón humilde. Y nosotros, repitamos tres veces más, aquella bella oración: “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. Gracias. +
Clausura del Sínodo. El Papa: en la conciencia ecológica se nos juega el futuro
El Papa Francisco cerró los trabajos en el Aula del Sínodo en la tarde de este 26 de octubre.
Un repaso por los puntos abordados en el documento conclusivo del Sínodo realizó el Papa Francisco en la conclusión de los trabajos durante la 16ª Congregación General, la última antes de que oyera el rezo del Te Deum sellando las semanas de reflexión y discernimiento de los padres sinodales y de los auditores en el Aula: el Sumo Pontífice agradeció ante todo a los participantes en el Sínodo, que “han dado testimonio de trabajo, de escucha, de búsqueda” en un espíritu sinodal que aún se está aprendiendo – dijo– a “fijar”.
“El Sínodo para la Amazonía podemos decir que tiene cuatro dimensiones: la dimensión pastoral, la dimensión cultural, la dimensión social y la dimensión ecológica” había dicho Francisco dando inicio a los trabajos en el Aula del Sínodo el pasado 7 de octubre. Hoy, en la conclusión, sobre las mismas cuatro dimensiones posó su reflexión sobre el documento sinodal, presentado y votado en Aula.
La inculturación está dentro de la tradición de la Iglesia
En la dimensión cultural, se habló de la inculturación “de valoración de la cultura” dijo el Papa, “con una fuerza muy grande”: “quedo contento con lo que se ha dicho al respecto, que está dentro de la tradición de la Iglesia”.
En la conciencia de la dimensión ecológica se nos juega el futuro
Recordando que el Patriarca Bartolomé fue uno de los pioneros en generar conciencia de la dimensión ecológica, y recordando su trayecto, el Pontífice subrayó que “esta conciencia ecológica” “hoy nos denuncia un camino de explotación compulsiva, de destrucción” del cual la Amazonía “es un símbolo”. En esta dimensión, afirmó, “se nos juega el futuro”.
La trata “escucha”
Junto a la dimensión ecológica está la dimensión social, prosiguió, “que ya no es sólo lo que se explota salvajemente, lo creado, la creación”, sino “las personas”:
“En Amazonia aparece todo tipo de injusticias, destrucciones de personas, explotación de personas a todo nivel, y destrucción de la identidad cultural”, dijo, y recordó un cartel visto durante su visita a Puerto Maldonado, que advertía sobre la trata de personas: “La trata escucha, ¿no? La trata al más alto nivel de corrupción, pero de personas a todo nivel”.
El Evangelio debe ser asimilado y comprendido
Es urgente que sea anunciado y asimilado el anuncio del Evangelio, exhortó Francisco, subrayando sin embargo que el mismo debe ser “asimilado y comprendido por esas culturas”. De ahí la necesidad de “fortalecer” el trabajo que realizan los laicos, sacerdotes y diáconos permanentes, religiosos y religiosas.
Injusticia social que no se permita a aborígenes el camino seminarístico
“Se habló de nuevos ministerios, inspirados en la Ministeria quaedam de Pablo VI, de creatividad en esto" dijo el Papa pidiendo "creatividad en los nuevos ministerios", ver "hasta dónde se puede llegar”. Francisco agradeció también “la valentía del card. O’Malley” al hablar de los seminarios indígenas:
“Es una verdadera injusticia social, que no se le permite de hecho a los aborígenes el camino seminarístico y el camino del sacerdocio”.
La comisión de estudio sobre el diaconado femenino: tal vez nuevos miembros
Desglosando algunos de los puntos de documento, el Papa Francisco también asumió el pedido de volver a convocar a la comisión para estudiar el diaconado femenino en la Iglesia, indicando la posibilidad de volver a abrirlo “quizá con nuevos miembros”, y señaló su empeño en rehacer esto “con la Congregación para la Doctrina de la Fe”.
La Iglesia siempre debe ir reformándose
Porque “la tradición es la salvaguarda del futuro y no la custodia de las cenizas” el Pontífice aseguró que la Iglesia “siempre tiene que ir reformándose”, y abordó algunas cuestiones al respecto, como el tema de la formación sacerdotal, sobre el cual recordó haber oído que se nota en algunos países “cierta falta de celo apostólico en el clero de la zona no amazónica respecto a la zona amazónica”. “Los jóvenes religiosos tienen una vocación muy grande – dijo – y hay que formarlos en el celo apostólico para ir a las fronteras”.
Candidatos al sacerdocio y nuncios, al menos un año en tierra de fronteras
De ahí que sugiriera que en el plan de formación de los religiosos existiera “una experiencia de un año o más en regiones limítrofes” “al servicio de un obispo en un lugar de misión”. Misma sugerencia para el servicio diplomático de la Santa Sede, presentada por escrito al Papa y sugerida por él mismo en su discurso de clausura. Además, entre las reformas, se refirió a la “redistribución del clero en el mismo país”: sucede que hay muchos sacerdotes en los países del primer mundo, y “no hay para mandar a la zona amazónica”: “Los fidei donum interesados”, lamentó. “Te viene uno que vos lo mandaste a estudiar y se enamoró del lugar y quedó en el lugar y con todo lo que ofrece el primer mundo y no te quiere volver a la diócesis. Y claro, uno por salvar la vocación, cede”. Pero en ese punto – advirtió Francisco - : tener mucho cuidado y no favorecer”. “Seamos valientes en hacer esas reformas de redifusión del clero en el mismo país”.
El papel de la mujer en la Iglesia “va mucho más allá”
Según Francisco lo que se dice en el documento sobre la pastoral de la mujer “queda corto”, pues, “todavía” no se ha “caído en la cuenta” de lo que significa la mujer en la Iglesia: “nos quedamos solamente en la parte funcional”, observó, “pero el papel de la mujer en la Iglesia va mucho más allá de la funcionalidad. Y eso es lo que hay que seguir trabajando. Mucho más allá”.
Organismos eclesiales regionales: abrir espacios
Sobre el tema de la creación de un organismo eclesial de servicio en la región amazónica, el Papa alentó a “progresar”: una de sus sugerencias fe “que la Repam tenga más consistencia” o “hacer conferencias epsicopales sectoriales”, como de hecho ya hay en otros lugares. En definitiva, alentó a ir “abriendo” a otras realidades.
Otros ritos: la Santa Madre Iglesia nos guía, no tener miedo
Acerca del propuesto “rito amazónico” el Pontífice señaló que es competencia de la Congregación para el Culto Divino, a quienes animó a ir “siempre más allá”. Recordó además que de las 23 iglesias con rito propio que se mencionaron en el documento, “al menos 18 sino 19 son iglesias sui iuris y empezaron de chiquito”, “armando tradiciones”: no tenerle miedo – dijo – a las organizaciones que custodian una vida especial”. Siempre con la ayuda de la Santa Madre Iglesia, madre de todos, que nos va guiando en este camino para no separarnos. No le tengan miedo. Y siguiendo con la organización de la curia romana afirmó que según él – de acuerdo con el documento - "hay que abrir una sección amazónica" dentro del Dicasterio para la Promoción Humana Integral.
A los medios de comunicación: nadie ha perdido, todos hemos ganado
Manifestando su gratitud a todos los que trabajaron fuera del sínodo, se dirigió en particular a los medios de comunicación, a quienes les pidió el favor de – en la difusión del documento final – se detengan en “los diagnósticos”: Diagnóstico cultural, diagnostico social, el diagnóstico pastoral y el diagnóstico ecológico.
No se encierren en cuestiones intraeclesiásticas: difundan los diagnósticos
Esto porque, dijo el Papa “la sociedad tiene que hacerse cargo de esto”. No quedarse en las pequeñas “cuestiones disciplinares”, pidió, sino transmitir el documento de modo que “la sociedad se haga cargo del diagnóstico que nosotros hemos realizado”. “No se encierren”, insistió, “en cuestiones intraeclesiásticas”, yendo “a la cosita” y olvidándose de la “cosa”. A propósito de esto, el Romano Pontífice tradujo para los presentes una frase del filósofo Charles Péguy:
“Porque no tienen el coraje de estar con el mundo, ellos se creen de estar con Dios. Porque no tienen el coraje de comprometerse en las opciones de vida del hombre, se creen de luchar por Dios. Porque no aman a ninguno, se creen de amar a Dios”.
A mí me iluminó mucho, no caer prisioneros de estos grupos selectivos que del sínodo van a querer ver qué se decidió sobre este punto intraeclesiástico o sobre este otro, y van a negar el cuerpo del sínodo que son los diagnósticos que hemos hecho en las cuatro dimensiones.
“Gracias de corazón, perdónenme la petulancia y recen por mí, por favor. Gracias”, concluyó.
¿Por qué los católicos rezamos a los Santos? Analicemos un argumento comúnmente usado contra la intercesión de los Santos:
¿Por qué los católicos rezamos a los Santos? Los católicos no creemos que los santos tengan ´poderes especiales´ que compitan con Dios. Simplemente creemos que al morir están con Cristo, y siguen siendo parte de la Iglesia: Siguen rezando a Cristo por nosotros, porque siguen estando vivos.
Cristo. El Único Mediador entre los Hombres y Dios Padre.
Bien, analicemos un argumento comúnmente usado contra la intercesión de los Santos: "Jesucristo es el único mediador". Analicemos más a fondo la lógica de nuestros hermanos evangélicos:
1. Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres.
2. Los católicos dicen que María es intercesora ante Jesús.
3. ¡Pero Jesús es Dios!
4. Entonces María es otro mediador entre Dios y los hombres.
5. Así que "según los católicos", Jesús NO es el único mediador entre Dios y los hombres. (De hecho es según el malentendido protestante del catolicismo)
6. Por lo tanto, lo que dicen los católicos de la intercesión, es herético y antibíblico.
Bueno... analicemos esto más de cerca:
1. Jesús es Dios.
2. Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres.
3. ¿Pero para qué mediaría Jesús ante sí mismo? ¡Eso no es mediación!
4. Por lo tanto, la mediación entre Dios y los hombres, perteneciente a Jesús, tiene que ser entre Dios Padre, y los hombres.
Si Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, es porque es Dios y hombre. En cualquier caso, la intercesión de los santos no interfiere con la única mediación, porque los santos no dejan de ser hombres (humanos).
Ahora regresemos al contexto. Jesús es el único mediador entre Dios Padre y los hombres. Cuando Pablo habla de Jesús como mediador, muy pocos sabían que Jesús es Dios. Antes de mostrar que Jesús es Dios (y eso lo hizo san Juan, no san Pablo), uno tenía que probar que Jesús es el Mesías esperado del pueblo hebreo. El Cristo. En otras palabras, cuando san Pablo habla de Dios, se refiere al Padre. Incluso Jesús había dicho que su Padre era a quien los judíos llamaban "su Dios".
¿Es esto una herejía? Lo dudo. ¿Puede aplicarse la intercesión de los santos aquí? Obvio que sí, otro argumento menos contra "rezar" a los santos.
Ahora, ¿qué tipo de exclusividad tiene esta mediación? Obviamente no es una mediación de conseguir milagros de Dios, o la ayuda de Dios, porque también los ángeles nos ayudan, como ayudaron a Lot en Sodoma, o cuando un ángel rescató a san Pedro de la cárcel, o, si incluimos otros relatos, cuando el arcángel Rafael ayuda a Tobías. Si hablamos de una mediación exclusiva, esto no puede aplicar. Es decir: Una mediación exclusiva en cuanto a pedir milagros, va contra la misma Biblia (como cuando el profeta Elías resucita al hijo de la extranjera). Por lo tanto tenemos que distinguir sobre el verdadero significado de la mediación única de Cristo (lo cual veremos más adelante). El único modo de asociar los milagros con la mediación de Cristo, que no contradiga la Biblia, es que dicha mediación sea difusiva, siendo Cristo el último eslabón.
Nunca dice la Biblia que Cristo sea el único mediador entre alguien y Dios, sino el único mediador entre LOS hombres (en total) y Dios. Es decir: Es Jesús quien envía a los ángeles (o a los Santos). Incluso si Jesús quisiera que María reinara sobre los ángeles, esto no influiría en su mediación, porque ella actuaría en el nombre de Jesús.
Ahora veamos qué pasa con la intercesión. Supongamos que quiero dar a Dios un regalo (una oración). Primero se lo tengo que dar a Jesús, luego Jesús se lo da a Dios. Ahora, supongamos que se lo quiero dar primero a María (humana). Ella se lo da a Jesús (hombre y Dios), y Jesús se lo da al Padre (Dios). Jesús no deja de ser el único mediador entre Dios y los hombres. Entonces la única Mediación es difusiva (no hay de otra). Veamos el siguiente diagrama:
Analicemos primero la figura B de la intercesión. Quizás esta sea tu idea de la intercesión católica. Otras personas reemplazando a Jesús en la intercesión. Bueno, entendiste mal.
Ahora veamos la figura A. Aquí, aunque María y los santos participan en la intercesión, Jesús es un eslabón. Sin este eslabón, no habría Mediación entre Dios y los hombres. Puedes rezarle directamente a Jesús si quieres. Pero, ¿no sería mejor si María, los ángeles y los santos lo hicieran, para que la oración sea más efectiva? (La Biblia dice que la oración del Justo es poderosa. ¿Y quién más justo que los santos para que le recen a Jesús?)
Aquí puedes ver cómo los católicos entendemos la intercesión. Todas las oraciones son dirigidas a María, los ángeles y los santos, y son redirigidas a Dios Padre gracias a la mediación de Jesús.
El verdadero significado de la mediación única de Jesús.
Hasta ahora he rebatido el argumento que cita fuera de contexto, que "Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres". Ahora, para terminar esto, veamos a qué tipo de mediación se refería san Pablo. No señor, no era pedir milagros.
Amonesto pues, ante todas cosas, que se hagan rogativas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por todos los hombres; Por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador; El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre; El cual se dio á sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos." (1 Tim 2:1-6)
Porque los otros cierto sin juramento fueron hechos sacerdotes; mas éste, con juramento por el que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote eternamente Según el orden de Melchîsedec: Tanto de mejor testamento es hecho fiador Jesús. Y los otros cierto fueron muchos sacerdotes, en cuanto por la muerte no podían permanecer. Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable: Por lo cual puede también salvar eternamente á los que por Él se allegan á Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Heb 7:21-25
Otra vez, Pablo habla de Jesús como mediador de la salvación de los hombres. También habla de la Nueva Alianza. Por eso en la última cena, habla de la sangre de la Nueva Alianza, que es derramada por nosotros (en la cruz).
Mas ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, el cual ha sido formado sobre mejores promesas (Heb 8:6)
Así que, por eso es mediador del nuevo testamento, para que interviniendo muerte para la remisión de las rebeliones que había bajo del primer testamento, los que son llamados reciban la promesa de la herencia eterna (Heb 9:15)
Una Nueva Alianza. Jesús es el Nuevo y Eterno Sacerdote, que se sacrificó a Sí mismo para nuestra salvación. Esta es la mediación de la que Pablo habla. A través de Jesús, llegamos al Padre: "Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida. Nadie llegará al Padre si no es por mí" (Juan 14:6)
Esta es la mediación de Jesús. La mediación de la salvación. Ni los ángeles ni los hombres podían reconciliarnos con el Padre. Por eso Pablo dice que Jesús era el único que se podría sacrificar por nuestros pecados. ¿Tiene sentido, no?
Regresemos al concepto de la intercesión (incluso rezar para la salvación de alguien) al diagrama anterior. De hecho, el Catecismo de la Iglesia Católica dice:
´Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad´ (LG 49) (CCC 956).
Notemos que aunque los santos interceden por nosotros, no toman el rol de Jesús como mediador... así como Dios gobierna al mundo a través de los ángeles, Jesús nos ayuda a través de los santos. No es difícil de entender.
Si la gente va a Jesús (p.ej. son ´salvados´, como dicen los evangélicos) por las oraciones de alguien, es porque Jesús escuchó esas oraciones. Las personas también llegan a Jesús por medio de la Iglesia. ¿Quién dice que esta mediación no empezó por el amor del Padre, en el Espíritu Santo?
"¡Pero el Espíritu Santo intercede por nosotros!" Cuando le pides a alguien que rece por tí, (de acuerdo con esta lógica), estás violando esta regla, al "reemplazar al Espíritu Santo" en la oración (¡idolatría!). Todos sabemos que esto es ridículo. Cuando pides por alguien, sabes que es el Espíritu Santo quien pide por él, usándote como un instrumento. ¿Quién dice que el Espíritu Santo deja de actuar en los que ya están en el cielo?
Es ilógico pensar que aquellos que murieron en santidad (que ya tenían el Espíritu Santo), dejaron de tenerlo a la hora de la muerte. Sus cuerpos se separaron de sus almas, de acuerdo, pero esto no afecta al Espíritu Santo en nada.
Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Rom 8:38-39) (NIV)
En este pasaje de la carta a los Romanos, san Pablo nos dice que la muerte NO nos separará del amor de Jesús (notemos que no incluye el pecado, pero eso es otro asunto). Aquellos que tenían el Espíritu Santo (y no lo perdieron), todavía lo tienen después de la muerte. Así, que cuando los Santos rezan por nosotros, es también el Espíritu Santo quien reza por ellos (y en consecuencia, también por nosotros).
Terminemos con el más claro pasaje de intercesión: La sanación del siervo del centurión.
Y el siervo de un centurión, al cual tenía Él en estima, estaba enfermo y á punto de morir. Y como oyó hablar de Jesús, envió a Él los ancianos de los Judíos, rogándole que viniese y librase a su siervo. Y viniendo ellos a Jesús, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es digno de concederle esto; Que ama nuestra nación, y Él nos edificó una sinagoga. Y Jesús fué con ellos. Mas como ya no estuviesen lejos de su casa, envió el centurión amigos á Él, diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado; Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir a ti; mas di la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí soldados; y digo á éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo: Haz esto, y lo hace. Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de Él, y vuelto, dijo á las gentes que le seguían: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y vueltos á casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo. (Lucas 7:2-10)
Bien, veamos lo que pasó:
1. El centurión envió algunos ancianos a pedirle a Jesús que sanara al siervo.
2. Los ancianos hablaron en favor del centurión (dudo que un siervo edificara una sinagoga).
3. Algunos amigos del centurión dijeron a Jesús lo que el centurión les dijo. Repitieron el mensaje.
4. Luego Jesús dijo: "Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe".
5. Y luego sanó al siervo del centurión.
¿El centurión, EN ALGÚN MOMENTO habló directamente a Jesús? No, y ¡oh sorpresa! Jesús dijo que no había hallado una fe tan grande en Israel! ¡La intercesión sirve! El centurión ha de haber agradecido a sus amigos que enviaron el mensaje. Pero ¿quién hizo el trabajo duro? ¡Jesús! Todo mundo lo sabía. No fueron los amigos los que sanaron al sirviente. Pero cooperaron en su sanación.
Del mismo modo, nuestros hermanos mayores en el cielo, interceden por nosotros ante Jesús, así que Jesús nos salva de peligros para nuestros cuerpos e incluso almas. Recordemos que Jesús salvó la vida del siervo. ¿No es la vida espiritual más importante que la material?
"Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe"
Si los santos están VIVOS, rezando y cuidando de nosotros, ¿por qué no pedirles ayuda? ¿Es acaso la cooperación entre cristianos idolatría? ¿Acaso los santos le roban el crédito a Jesús, sólo porque le piden al mismo Jesús que nos ayude?.
Halloween ¿Cristianismo o paganismo?
¿Lo debe celebrar un cristiano?
No se puede negar que es divertido disfrazar a los pequeños de la casa y salir con ellos a pedir dulces por las calles, muchos de nosotros tenemos recuerdos gratos de las fiestas de Halloween en donde compartíamos dulces y echábamos mano de todo lo que estaba a nuestro alcance para confeccionarnos el mejor de los disfraces.
Halloween, ¿Lo debe celebrar un cristiano?
Pero no podemos pasar por alto que las fiestas que celebramos reflejan quiénes somos e influyen en nuestros valores. Desgraciadamente muchos cristianos han olvidado el testimonio de los santos y la importancia de rezar por los muertos y se dejan llevar por costumbres paganas para festejar con brujas y fantasmas.
"Halloween" significa (All hallow´s eve), del inglés antiguo, all hallows eve, o Víspera Santa, pues se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. La fantasía anglosajona, sin embargo, le ha robado su sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.
Raíces paganas de Halloween
Ya desde el siglo VI antes de Cristo los celtas del norte de Europa celebraban el fin del año con la fiesta de Samhein (o La Samon), fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de octubre. Marcaba el fin del verano y de las cosechas. El colorido de los campos y el calor del sol desaparecían ante la llegada de los días de frío y oscuridad.
Creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra fomentando un ambiente de muerte y terror. La separación entre los vivos y los muertos se disolvía aquella noche y haciendo posible la comunicación entre unos y otros. Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciéndole a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos. Sin duda Samhein no es otro sino el mismo demonio que en todas las épocas busca implantar la cultura de la muerte.
Aquellos desafortunados también creían que esa noche los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos salían libremente para aterrorizar a los hombres. Para aplacarlos y protegerse se hacían grandes hogueras. Estas hogueras tuvieron su origen en rituales sagrados de la fiesta del sol. Otras formas de evitar el acoso de estos macabros personajes era preparándole alimentos, montando macabras escenografías y disfrazándose para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibidos sus miradas amenazantes.
¿Como sabía aquella gente la apariencia de brujas, fantasmas y monstruos?. Al no conocer al verdadero Dios vivían aterrorizados ante las fuerzas de la naturaleza y las realidades del sufrimiento y la muerte. De alguna forma buscaban desahogar aquella situación dándole expresión en toda clase de fantasías. Todo lo feo, lo monstruoso y lo amenazante que se puede imaginar en figuras de animales y seres humanos constituye la base para darle riendas libres a la imaginación del terror.
Mezcla con el cristianismo
Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que algunos las mezclaran. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.
Algunos inmigrantes Irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folklore popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde USA, Halloween se ha propagado por todo el mundo.
Algunas costumbres de Halloween
Trick or Treat
Los niños (y no tan niños) se disfrazan (es una verdadera competencia para hacer el disfraz mas horrible y temerario) y van de casa en casa exigiendo «trick or treat» (truco o regalo). La idea es que si no se les da alguna golosina le harán alguna maldad al residente del lugar que visitan. Para algunos esto ha sido un gracioso juego de niños. Ultimamente esta práctica se ha convertido en algo peligroso tanto para los residentes (que pueden ser visitados por una ganga violenta), como para los que visitan (Hay residentes que reaccionan con violencia y han habido casos de golosinas envenenadas).
La Calabaza
Según una antigua leyenda irlandesa un hombre llamado Jack había sido muy malo y no podía entrar en el cielo. Tampoco podía ir al infierno porque le había jugado demasiados trucos al demonio. Tuvo por eso que permanecer en la tierra vagando por los caminos, con una linterna a cuesta. Esta linterna primitiva se hace vaciando un vegetal y poniéndole dentro un carbón encendido. Jack entonces se conocía como "Jack of the Lantern" (Jack de la Linterna) o, abreviado, Jack-o-´Lantern. Para ahuyentar a Jack-o-´Lantern la gente supersticiosa ponía una linterna similar en la ventana o frente a la casa. Cuando la tradición se popularizó en USA, el vegetal con que se hace la linterna comenzó a ser una calabaza la cual es parte de las tradiciones supersticiosas de Halloween. Para producir un efecto tenebroso, la luz sale de la calabaza por agujeros en forma del rostro de una carabela o bruja.
Fiestas de Disfraces
Una fiesta de disfraces no es intrínsecamente algo malo. Pero si hay que tener cuidado cuando estas se abren a una cultura desenfrenada como la nuestra. Detrás de un disfraz se pueden hacer muchas cosas vergonzosas con impunidad. Con frecuencia se hace pretexto para esconderse y aprovecharse de la situación. Como hemos visto, los disfraces de Halloween tienen origen en el paganismo y por lo general aluden a miedo y a la muerte. Hoy día con frecuencia los disfraces se burlan de las cosas sagradas. Vemos, por ejemplo, disfraces de monjas embarazadas, sacerdotisas, pervertidos sexuales, etc. Nada de eso es gracioso y solo puede ofender a Dios.
Con el reciente incremento de satanismo y lo oculto la noche de halloween se ha convertido en la ocasión para celebrar en grande toda clase ritos tenebrosos desde brujerías hasta misas negras y asesinatos. Es lamentable que, con el pretexto de la curiosidad o de ser solo por pasar el tiempo, no son pocos los cristianos que juegan con las artes del maligno.
Jesucristo es la victoria sobre el mal
La cultura moderna, jactándose de ser pragmática y científica, ha rechazado a Dios por considerarlo un mito ya superado. Al mismo tiempo, para llenar el vacío del alma, el hombre de hoy retrocede cada vez mas al absurdo de la superstición y del paganismo. Ha cambiado a Dios por el mismo demonio.
No es de extrañar entonces que vivamos en una cultura de la muerte en la que millones de niños son abortados cada año y muchos mas mueren de hambre y abandono.
Es más fácil dejarse llevar por la corriente de la cultura y regresar al miedo, a la muerte y a un "mas allá" sin Dios porque, sin la fe, el hombre se arrastra hacia la necesidad de protegerse de fuerzas que no puede dominar. Busca de alguna manera con sus ritos exorcizar las fuerzas superiores.
Como católicos, profesamos que solo Jesucristo nos libera de la muerte. Solo Él es la luz que brilla en la oscuridad de los largos inviernos espirituales del hombre. Solo Él nos protege de la monstruosidad de Satanás y los demonios. Solo Él le da sentido al sufrimiento con su Cruz. Solo Él es vencedor sobre el horror y la muerte. Solo Dios basta para quién ha recibido la gracia y vive como discípulo de Cristo. Ante Cristo la cultura de la muerte cede el paso al amor y la vida.
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Los cristianos debemos no solo desenmascarar el mal sino ser además luz en las tinieblas. Debemos abogar por el retorno a la verdadera celebración de la Fiesta de Todos los Santos y la riqueza del festejo del Día de muertos . Se pueden hacer muchas celebraciones en torno al recuerdo de los santos.
Un ejemplo puede ser nuestro Proyecto: Fiesta de Todos los Santos
Los niños se pueden disfrazar de un santo favorito y aprenderse su vida, especialmente sus virtudes, con el fin de imitarlas. Los mayores pueden leer acerca de los santos, tener una fiesta en honor a un santo favorito de la comunidad o de la familia.
En algunas comunidades que aun se mantienen cristianas se puede renovar la costumbre de pueblos españoles de ir de puerta en puerta cantando, tocando instrumentos musicales y pidiendo dinero para las «ánimas del Purgatorio».
Aquellos que hagan el esfuerzo por vivir su fe lograrán en la Fiesta de Todos los Santos recordar que todos somos llamados a la santidad. Podrán conocer la vidas maravillosas de los santos que les ayudarán a vivir el Evangelio. Encontrarán además grandes amigos que intercederán desde el cielo por su salvación.
El Papa invita a “pedir la gracia de sentirnos necesitados de misericordia, interiormente pobres”
Homilía en la Misa de clausura del Sínodo
OCTUBRE 27, 2019 12:17nROSA DIE ALCOLEASÍNODO DE LA AMAZONÍA
(ZENIT – 27 oct. 2019).- En la Misa de clausura del Sínodo Especial de los Obispos para la Región Panamazónica, el Papa ha reflexionado, a través de la Palabra de Dios anunciada hoy, en tres maneras de rezar, mediante tres personajes: en la parábola de Jesús rezan el fariseo y el publicano, en la primera lectura se habla de la oración del pobre.
Este domingo, 27 de octubre de 2019, tras tres semanas de trabajos sinodales, el Santo Padre ha presidido la Eucaristía en la basílica de San Pedro, acompañado en el altar de la cátedra por el Cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, el cardenal Cláudio Hummes, relator general, y el cardenal Michael Czerny, secretario especial.
Oración del fariseo
El fariseo, advierte el Papa, presume porque cumple unos preceptos particulares de manera óptima, pero “olvida el más grande: amar a Dios y al prójimo“. De este modo, no le pide nada al Señor, porque “no siente que tiene necesidad o que debe algo, sino que, más bien, se le debe a él”. “Está en el templo de Dios, pero practica otra religión, la religión del yo”. También los cristianos que rezan y van a Misa el domingo “están sujetos a esta religión del yo“, ha observado.
Así, ha animado a los fieles a rezar “para pedir la gracia de sentirnos necesitados de misericordia, interiormente pobres”, ya que “que sólo en un clima de pobreza interior actúa la salvación de Dios”.
“¡Cuánta presunta superioridad que, también hoy se convierte en opresión y explotación!”, ha observado. “Lo hemos visto en el Sínodo, cuando hablábamos de la explotación de la Creación, de la gente, de los habitantes, de la Amazonía, la trata de personas, el comercio de las personas”, y ha agradecido que “providencialmente hoy” hayan participado en la Misa “no solamente los indígenas de la Amazonía, también los más pobres de la sociedad desarrollada, los hermanos y hermanas enfermas”, palabras aplaudidas por la asamblea.
Oración del publicano
Mirando al publicano, ha dicho Francisco, “descubrimos de nuevo de dónde tenemos que volver a partir: del sentirnos necesitados de salvación, todos”. Este el “primer paso de la religión de Dios, que es misericordia hacia quien se reconoce miserable”, ha indicado.
Ha recordado que “su oración nace del corazón, es transparente; pone delante de Dios el corazón, no las apariencias. Rezar es dejar que Dios nos mire por dentro sin fingimientos, sin excusas, sin justificaciones. Porque del diablo vienen la opacidad y la falsedad, de Dios la luz y la verdad”. En cambio, ha añadido, “la raíz de todo error espiritual, como enseñaban los monjes antiguos, es creerse justos. Considerarse justos es dejar a Dios, el único justo, fuera de casa”.
Oración del pobre
Los pobres, dice el Pontífice, son “iconos vivos de la profecía cristiana”. Francisco ha exhortado a pedir “la gracia de saber escuchar el grito de los pobres: es el grito de esperanza de la Iglesia”. Así, “haciendo nuestro su grito, también nuestra oración atravesará las nubes”. En este Sínodo “hemos tenido la gracia de escuchar las voces de los pobres y de reflexionar sobre la precariedad de sus vidas, amenazadas por modelos de desarrollo depredadores”. Y, sin embargo, ha añadido, “aun en esta situación, muchos nos han testimoniado que es posible mirar la realidad de otro modo, acogiéndola con las manos abiertas como un don”. Sigue la homilía completa del Papa Francisco en la Eucaristía de clausura del Sínodo Amazónico:
Homilía del Papa Francisco
La Palabra de Dios nos ayuda hoy a rezar mediante tres personajes: en la parábola de Jesús rezan el fariseo y el publicano, en la primera lectura se habla de la oración del pobre.
1. La oración del fariseo comienza así: «Oh Dios, te agradezco». Es un buen inicio, porque la mejor oración es la de acción de gracias y alabanza. Pero enseguida vemos el motivo de ese agradecimiento: «porque no soy como los demás hombres» (Lc18,11). Y, además, explica el motivo: porque ayuna dos veces a la semana, cuando entonces la obligación era una vez al año; paga el diezmo de todo lo que tiene, cuando lo establecido era sólo en base a los productos más importantes (cf. Dt 14,22 ss.). En definitiva, presume porque cumple unos preceptos particulares de manera óptima. Pero olvida el más grande: amar a Dios y al prójimo (cf. Mt 22,36-40). Satisfecho de su propia seguridad, de su propia capacidad de observar los mandamientos, de los propios méritos y virtudes, sólo está centrado en sí mismo. No tiene amor. Pero, como dice san Pablo, incluso lo mejor, sin amor, no sirve de nada (cf. 1 Co 13). Y sin amor, ¿cuál es el resultado? Que al final, más que rezar, se elogia a sí mismo. De hecho, no le pide nada al Señor, porque no siente que tiene necesidad o que debe algo, sino que, más bien, se le debe a él. Está en el templo de Dios, pero practica otra religión, la religión del yo. Y muchos grupos ilustrados, cristianos, católicos, van por este camino.
Y además de olvidar a Dios, olvida al prójimo, es más, lo desprecia. Es decir, para él no tiene un precio, no tiene un valor. Se considera mejor que los demás, a quienes llama, literalmente, “los demás, el resto” (“loipoi”, Lc 18,11). Son “el resto”, los descartados de quienes hay que mantenerse a distancia. ¡Cuántas veces vemos que se cumple esta dinámica en la vida y en la historia!
Cuántas veces quien está delante, como el fariseo respecto al publicano, levanta muros para aumentar las distancias, haciendo que los demás estén más descartados aún. O también considerándolos inferiores y de poco valor, desprecia sus tradiciones, borra su historia, ocupa sus territorios, usurpa sus bienes. ¡Cuánta presunta superioridad que, también hoy se convierte en opresión y explotación! Lo hemos visto en el Sínodo, cuando hablábamos de la explotación de la Creación, de la gente, de los habitantes, de la Amazonía, la trata de personas, el comercio de las personas.
Los errores del pasado no han bastado para dejar de expoliar y causar heridas a nuestros hermanos y a nuestra hermana tierra: lo hemos visto en el rostro desfigurado de la Amazonía. La religión del yo sigue, hipócrita con sus ritos y “oraciones”, –y muchos de ellos son católicos, y se confiesan católicos, pero se han olvidado de ser cristianos y hombres–, olvidándose de que el verdadero culto a Dios pasa a través del amor al prójimo. También los cristianos que rezan y van a Misa el domingo están sujetos a esta religión del yo.
Podemos mirarnos dentro y ver si también nosotros consideramos a alguien inferior, descartable, aunque sólo sea con palabras. Recemos para pedir la gracia de no considerarnos superiores, de creer que tenemos todo en orden, de no convertirnos en cínicos y burlones. Pidamos a Jesús que nos cure del hablar mal y lamentarnos de los demás, de despreciar a nadie: son cosas que no agradan a Dios y providencialmente hoy nos acompañan en esta Misa no solamente los indígenas de la Amazonía, sino también los más pobres de la sociedad desarrollada, hermanos y hermanas enfermas, están con nosotros, aquí en primer lugar. (Aplauso)
2. La oración del publicano, en cambio, nos ayuda a comprender qué es lo que agrada a Dios. Él no comienza por sus méritos, sino por sus faltas; ni por sus riquezas, sino por su pobreza. No se trata de una pobreza económica —los publicanos eran ricos e incluso ganaban injustamente, a costa de sus connacionales— sino de una pobreza de vida, porque en el pecado nunca se vive bien. Ese hombre se reconoce pobre ante Dios y el Señor escucha su oración, hecha sólo de siete palabras, pero también de actitudes verdaderas.
En efecto, mientras el fariseo está delante en pie (cf. v. 11), el publicano permanece a distancia y “no se atreve ni a levantar los ojos al cielo”, porque cree que el cielo existe y es grande, mientras que él se siente pequeño. Y “se golpea el pecho” (cf. v. 13), porque en el pecho está el corazón. Su oración nace del corazón, es transparente; pone delante de Dios el corazón, no las apariencias. Rezar es dejar que Dios nos mire por dentro sin fingimientos, sin excusas, sin justificaciones. Porque del diablo vienen la opacidad y la falsedad, de Dios la luz y la verdad. Queridos Padres y Hermanos sinodales: Ha sido hermoso y les estoy agradecido, por haber dialogado durante estas semanas con el corazón, con sinceridad y franqueza, exponiendo ante Dios y los hermanos las dificultades y las esperanzas.
Hoy, mirando al publicano, descubrimos de nuevo de dónde tenemos que volver a partir: del sentirnos necesitados de salvación, todos. Es el primer paso de la religión de Dios, que es misericordia hacia quien se reconoce miserable. En cambio, la raíz de todo error espiritual, como enseñaban los monjes antiguos, es creerse justos. Considerarse justos es dejar a Dios, el único justo, fuera de casa.
Es tan importante esta actitud de partida que Jesús nos lo muestra con una comparación paradójica, poniendo juntos en la parábola a la persona más piadosa y devota de aquel tiempo, el fariseo, y al pecador público por excelencia, el publicano. Y el juicio se invierte: el que es bueno pero presuntuoso fracasa; a quien es desastroso pero humilde Dios lo exalta. Si nos miramos por dentro con sinceridad, vemos en nosotros a los dos, al publicano y al fariseo. Somos un poco publicanos, por pecadores, y un poco fariseos, por presuntuosos, capaces de justificarnos a nosotros mismos, campeones en justificarnos deliberadamente. Con los demás, a menudo funciona, pero con Dios no. Recemos para pedir la gracia de sentirnos necesitados de misericordia, interiormente pobres. También para eso nos hace bien estar a menudo con los pobres, para recordarnos que somos pobres, para recordarnos que sólo en un clima de pobreza interior actúa la salvación de Dios.
3. Llegamos así a la oración del pobre, de la Primera Lectura. Esta, dice el Eclesiástico, «atraviesa las nubes» (35,17). Mientras la oración de quien presume ser justo se queda en la tierra, aplastada por la fuerza de gravedad del egoísmo, la del pobre sube directamente hacia Dios. El sentido de la fe del Pueblo de Dios ha visto en los pobres “los porteros del cielo”. Ese sensus fideique hace falta en la declaración final. Ellos son los que nos abrirán, o no, las puertas de la vida eterna; precisamente ellos que no se han considerado como dueños en esta vida, que no se han puesto a sí mismos antes que a los demás, que han puesto sólo en Dios su propia riqueza. Ellos son iconos vivos de la profecía cristiana. En este Sínodo hemos tenido la gracia de escuchar las voces de los pobres y de reflexionar sobre la precariedad de sus vidas, amenazadas por modelos de desarrollo depredadores. Y, sin embargo, aun en esta situación, muchos nos han testimoniado que es posible mirar la realidad de otro modo, acogiéndola con las manos abiertas como un don, habitando la creación no como un medio para explotar sino como una casa que se debe proteger, confiando en Dios. Él es Padre y, dice también el Eclesiástico, «escucha la oración del oprimido» (v. 16).
Cuántas veces, también en la Iglesia, las voces de los pobres no se escuchan, e incluso son objeto de burlas o son silenciadas por incómodas. Recemos para pedir la gracia de saber escuchar el grito de los pobres: es el grito de esperanza de la Iglesia. Haciendo nuestro su grito, también nuestra oración atravesará las nubes.
El Papa Francisco: “No hay una cultura pura, que purifica las demás”
Antoine Mekary | ALETEIA
Ary Waldir Ramos Díaz | Oct 27, 2019
Ángelus en plaza de San Pedro. La Virgen María, maestra de inculturación y “Reina de Amazonia”.
Tras haber clausurado el Sínodo amazónico, el papa Francisco durante el ángelus rechazó implícitamente las tesis teológicas de los detractores de la sinodalidad y apoyó el camino de una Iglesia al servicio de todas las culturas, de la inculturación de la fe y de la escucha del grito de dolor de los pequeños, de lo pueblos originarios y de la casa común.
“No hay una cultura estándar, no hay una cultura pura que purifica las otras, existe el Evangelio, puro, que se incultura”, dijo Francisco este domingo 27 de octubre, antes del rezó de la oración mariana del Ángelus junto a miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro y tras haber celebrado la misa de clausura de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica en la Basílica vaticana.
Francisco llamó “Reina de Amazonia” a la madre de Jesús, la Virgen María, “venerada y amada”. El Papa la ha puesto como ejemplo: Ella se ha convertido en Reina de la Amazonia “no conquistando, sino “inculturizandose”: con el coraje humilde de la madre convertida en la protectora de sus pequeños, la defensora de los oprimidos”.
“A Ella, que en la pobre casa de Nazaret cuidaba de Jesús, confiamos a sus hijos más pobres y a nuestra casa común”, sostuvo. “Ella, mujer de la esperanza, interceda porque baje sobre nosotros El Espíritu Santo, que con su dulce creatividad hace todas las cosas nuevas”, añadió.
Haciendo alusión a la primera lectura de la liturgia, del Libro de Siracusa, en la que se nos recuerda que “Dios escucha la oración de los oprimidos” (Eclo 35,21.16), el Pontífice subrayó que en esta ocasión “el grito de los pobres, junto con el de la tierra, vino a nosotros desde el Amazonas”.
Un dolor que invita a “no permanecer indiferentes”. Asimismo, Francisco quiso profundizar sobre cuál ha sido el sentido del Sínodo: un caminar juntos, mirándonos y escuchándonos, expresó.
“Caminamos mirándonos a los ojos y escuchándonos, sinceramente, sin ocultar dificultades, experimentando la belleza de seguir adelante juntos, para servir”, expresó e invitando a cada uno a preguntarse: “Yo, ¿qué cosa puedo hacer por el bien del Evangelio?”
“En el Sínodo nos hemos hecho esta pregunta, deseando abrir nuevos caminos al anuncio de la Buena Nueva. Y, en primer lugar, hemos sentido la necesidad, como el publicano en el Evangelio de hoy (cf. Lc 18, 13-14) de ponernos ante el Señor, de ponerlo a Él de nuevo en el centro, tanto a nivel personal y como de Iglesia”.
Entonces, instó a proclamar el evangelio para vivir por Jesús, “para vivir por el Evangelio, uno debe salir de sí mismo”, expresó. Por ultimo, al final del rezo mariano, dirigió un pensamiento especial por “los amados libaneses”, en particular a los jóvenes, pueblo que atraviesa “problemas sociales y económicos”. .
Instó a todos a buscar las soluciones correctas en el camino del diálogo, y rezo a la Virgen María, Reina del Líbano, para que, con el apoyo de la comunidad internacional, ese país continúe siendo un espacio de convivencia pacífica y respeto por la dignidad y la libertad de todos” y además “en beneficio de toda la región del Medio Oriente”. Por otro lado, el Papa recordó que este es el último domingo de octubre, un mes misionero, que este año ha tenido un carácter extraordinario, y también es el mes del Rosario.
“Renuevo la invitación para rezar el Rosario por la misión de la Iglesia hoy, particularmente por los misioneros y misioneras que enfrentan mayores dificultades. Y al mismo tiempo seguimos rezando el Rosario por la paz. El Evangelio y la paz caminan juntos”. “Les deseo a todos un buen domingo. Por favor no te olvides rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!”, concluyó.