Cristo volverá con gran gloria
- 28 Noviembre 2019
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Catalina Labouré, Santa
Religiosa
Esta fue la santa que tuvo el honor de que la Sma. Virgen se le apareciera para recomendarle que hiciera la Medalla Milagrosa.
Martirologio Romano: En París, Francia, santa Catalina Labouré, virgen de las Hijas de la Caridad, que de manera singular honró a la Inmaculada y brilló por su sencillez, caridad y paciencia († 1876)
Fecha de beatificación: 28 de mayo de 1933 por el Papa Pío Pío XI
Fecha de canonización: 27 de julio de 1947 por el lPapa Pío XII
Nora: Antes del Concilio Vaticano II se la recordaba el 28 de noviembre, el actual Martirologio Romano la recuerda el día de su partida a la casa del Padre: 31 de diciembre.
Breve Biografía
Sus padres tuvieron diecisiete hijos de los que vivieron nueve. Catalina era la séptima. Nació en Fain-les-Moutiers (Francia), el 2 de Enero del 1806. Huérfana de madre desde los nueve años, pasó la niñez entre las aves y los animales de la granja porque tuvo que hacerse cargo de las faenas de la casa junto con su hermana pequeña Tonina. Dos amas de casa, en una familia numerosa, que tenían doce y nueve años.
Ella nota el tirón de la vocación a la vida religiosa. Pero —los santos casi siempre lo tuvieron difícil— tiene que vencer engorrosas y complicadas dificultades familiares para poder realizarla. Incluso tuvo que trabajar como criada y camarera en los negocios de dos hermanos mayores suyos durante algunas temporadas. Lo que pasa es que, cuando Dios llama y uno persevera, las dificultades se superan.
Ingresó en las Hijas de la Caridad que fundó San Vicente de Paul. El amor a Dios le lleva a cumplir fielmente las ocupaciones habituales. Se desenvuelve en la vida sencilla y escondida de una religiosa que tiene por vocación atender a los que están limitados: asilos, hospitales, manicomios, hospicios etc., en donde hay enfermos, sufrimiento, camas, cocina, ropas ... rezos y ¡mucho amor a Dios! Hubiera empleado su vida, como tantas religiosas santas, sin que su nombre hubiera pasado a las líneas de la historia, de no habérsele aparecido la Virgen Santísima en el mes de Julio del 1830 y luego varias veces más. Aún se puede ver, en la rue du Bac, de París, el sillón de respaldo y brazos muy bajos, tapizado de velludillo rojo en donde estuvo sentada Nuestra Señora en la primera aparición. Aparte de otras cosas personales, le pide la Virgen que se grabe una medalla con su imagen en la que aparezcan unos haces de gracia que se derraman desde sus manos para bien de los hombres. Luego, esa medalla ha de difundirse por el mundo. Es el comienzo de la Medalla Milagrosa.
Después pasó su vida desempeñando trabajos escondidos y sin brillo propios de cualquier religiosa. Nadie supo hasta la muerte de esta monjita bretona — no muy letrada— el hecho de las apariciones que ella quiso guardar con el pudor propio de quien conoce la grandeza, las finuras y la personal delicadeza del amor. Sólo tuvo conocimiento puntual el P. Aladel, su confesor.
Muere el 31 de Diciembre del 1876
Santo Evangelio según san Lucas 21, 20-28. Jueves XXXIV del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que ante las dificultades pueda mantener una fe firme en ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 20-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando vean a Jerusalén sitiada por un ejército, sepan que se aproxima su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en la ciudad, que se alejen de ella; los que estén en el campo, que no vuelvan a la ciudad; porque esos días serán de castigo para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Pobres de las que estén embarazadas y de las que estén criando en aquellos días! Porque vendrá una gran calamidad sobre el país y el castigo de Dios se descargará contra este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el plazo que Dios les ha señalado.
Habrá señales prodigiosas en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar. La gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El fin del mundo es un hecho que nos recuerda que nuestra vida se acabará y, por esto, hay que encontrar y tomarse de aquello que no se acaba. Hay circunstancias que nos hablan de esto como cuando el tiempo sigue su marcha y cada vez nos sentimos menos fuertes, menos sanos; esto nos hace reconocer que el tiempo se acerca.
Ya que los últimos tiempos serán caóticos, nos debemos preparar ahora que podemos para que, cuando lleguen, no digamos: «Espera, Señor, aún me falta hacer esto o no estoy listo, necesito más tiempo», porque el fin nadie lo sabe, es un misterio; pero de lo que sí tenemos certeza es el ahora, así que debemos reconciliarnos con nuestros enemigos para estar en paz con ellos, debemos enseñar a los jóvenes y más pequeños cuál es el verdadero sentido de la vida con nuestra propia vida, y debemos poner nuestra confianza en el único que no nos fallará, Jesucristo, porque pasarán el cielo y la tierra pero sus palabras no pasarán.
Al final vendrá Cristo, nuestro amigo, que pondrá fin al caos con su poder misericordioso y, con su majestad justa, hará un juicio sobre la humanidad en el que se revelarán todas las acciones que hayamos hecho en nuestra vida que no hayan sido aún perdonadas, y nos abrirá las puertas del paraíso en base a esto; esta meta del cielo es una de las motivaciones que tenemos en nuestra vida terrena porque aquí, en la tierra, experimentamos el dolor y el sufrimiento, pero no en el cielo que, además, es eterno.
«Estar despiertos y orar. El sueño interno viene siempre de dar siempre vueltas en torno a nosotros mismos, y del permanecer encerrados en nuestra propia vida con sus problemas, alegrías y dolores, pero siempre dando vueltas en torno a nosotros mismos. Y eso cansa, eso aburre, esto cierra a la esperanza. Esta es la raíz del letargo y de la pereza de las que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un esfuerzo de vigilancia, mirando más allá de nosotros mismos, alargando la mente y el corazón para abrirnos a las necesidades de la gente, de los hermanos y al deseo de un mundo nuevo. Es el deseo de tantos pueblos martirizados por el hambre, por la injusticia, por la guerra; es el deseo de los pobres, de los débiles, de los abandonados. Este es un tiempo oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién gastamos nuestras vidas».
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de diciembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ir a confesarme si lo necesito.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Es necesario reflexionar: ¿Cómo tratamos a los demás?
En el Nuevo Testamento se habla de la curación de leprosos. La lepra era (y sigue siendo) una enfermedad espantosa, porque excluía de la comunión con el pueblo de Dios. El leproso, además de ser un “castigo de Dios”, era un enfermo del que había que huir, en nombre de la ley y de la higiene.
El libro Levítico nos presenta una parte significativa de las minuciosas disposiciones contenidas, con el propósito de evitar cualquier contacto con el leproso. Tiene que vivir fuera del campamento y, después, fuera de la ciudad.
La lepra era la imagen más apropiada de todo lo que es “impuro”, tanto desde el punto de vista moral como religioso. La relación con un leproso “ensuciaba”, lo mismo que el contacto con un cadáver. Por eso, se le consideraba como un muerto. Y una curación se tomaba como una verdadera resurrección.
Es triste constatar como en una comunidad se toma casi siempre el camino más fácil del rechazo frente al elemento extraño que molesta, crea problemas, representa una amenaza para la tranquilidad en vez de responder con amor y confianza, y elegir la vía del diálogo y de la paciencia.
El esquema disciplinario con mucha frecuencia resulta mucho más desarrollado y sofisticado, que el código de la misericordia y del perdón evangélico. La legalidad cuenta más que la fraternidad y hasta que la humanidad.
Entre todas las imposiciones, la más cruel era la que obligaba al leproso a “proclamar” su impureza: “Andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: ¡Impuro, impuro!”. Tiene el deber de advertir a los otros su peligrosidad social, ponerlos en guardia contra la propia persona “infectada”, a invitarlos a permanecer a distancia.
Se trata de un mecanismo perfecto, para que el pobre desgraciado se dé cuenta de que está enfermo por una culpa personal.
A esta lógica del egoísmo se opone la lógica de Jesús. No le recomienda al leproso “es justo que aceptes la condición deshonrosa por razones de salud pública y por la salvación del alma”.
Sino que le dice: “Quiero, queda limpio”. No le exhorta “ten paciencia, aguanta”, sino que le hace entender: no acepto, no puedo soportar que te sigan tratando de esta manera, que aguantes esta vergonzosa discriminación.
Jesús desafía al contagio, no evita el contacto con el impuro. No duda en infringir el reglamento, romper el cordón sanitario, hacer saltar los mecanismos de exclusión.
En todo el Evangelio, Jesús aparece como uno que suprime las fronteras, tira los muros de separación, salta por encima de los prejuicios, no acepta las discriminaciones raciales o religiosas. A los ojos de Cristo solamente existe el hombre sin adjetivos, con quien entablar una relación, una amistad, un intercambio.
¿Y nosotros? Si tuviéramos el coraje de mirar a la cara la realidad, caeríamos en la cuenta de que quizás son muchos los “leprosos” que mantenemos a distancia.
Nos cuesta aceptar y acoger los “leprosos” que están a nuestro lado, los que nosotros “convertimos” en leprosos. Los que no comparten nuestras ideas, los que no nos son simpáticos, se muestran aburridos o inoportunos, nos fastidian con sus problemas, nos molestan con sus miserias, no respetan nuestros programas, nos interrumpen poniendo en discusión nuestra comodidad y nuestros privilegios.
¿Cómo tratamos a los demás? Pidámosle a Jesús que nos regale la gracia de abrir más nuestro corazón a los hermanos que se acercan y que necesitan de nuestro apoyo, comprensión y amor.
Preguntas para la reflexión
1. ¿No será que también defendemos nuestro campamento privado?
2. ¿Tenemos a algunos, fuera de nuestra tienda?
3. ¿Cómo trato a los “distintos”?
Si Cristo es Rey, ¿María es también Reina?
¿Hay algún fundamento bíblico para afirmar esto?
Es muy conocida por todos la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, que se sitúa al final del año litúrgico. Sin embargo, a la luz de ello, podemos hacernos esta pregunta: ¿si Cristo es Rey, María es reina? ¿Hay algún fundamento bíblico para afirmar esto? Lo veremos a continuación.
El Padre Sam comienza aclarando que hay muchas cosas que incomodan a nuestros hermanos protestantes (él prefiere llamarles “hermanos esperados”), sobretodo respecto a la Virgen María, por ejemplo, el de llamar a María “madre de Dios” o “nuestra intercesora”… y luego se detiene a hablar del título de “reina de cielos y tierra”, fiesta que celebramos cada 22 de agosto.
Luego, el sacerdote nos recuerda uno de los misterios gloriosos que meditamos en el Santo Rosario (el quinto): la Coronación de la Santísima Virgen (Ap 12, 1; Lc 1, 32; Jr 13, 18), con su respectivo fundamento bíblico.
Después se detiene a analizar el texto de 2 Tim 2,12: “Si sufrimos con Cristo, reinaremos con Él”. Y este es el texto que nos ayuda tanto para entender el reinado de María. Ella es reina de cielos y tierra, aclarando que es “reinar CON Cristo” no “EN VEZ de Cristo”. Y enfatiza que de ahí viene la fuente de la confusión, cuando creemos que el reinado de María le quita protagonismo a Dios. No, su reinado es junto a Cristo, no en lugar de Cristo.
“El triunfo de Cristo es también el triunfo de todos aquellos que son de Cristo, y la Virgen María es aquella que se mantuvo fiel, que le acompañó en los momentos más difíciles, por eso, a toda honra se merece el título de “reina del universo”,
¿Cómo renovar tu relación de pareja en 7 sencillos pasos?
Nos dimos la libertad de interpretarlos a nuestro estilo para hacerlos más aplicables a la vida diaria
En este video publicado en 2015 con motivo del Día de San Valentín, la tienda francesa de artículos de hogar Leroy Merlin y su agencia BETC decidieron ayudar a las parejas a renovar su relación en siete simples pasos.
Y en este post nos damos la libertad de meter nuestros propios brochazos a estos consejos, interpretándolos a nuestro estilo para hacerlos más aplicables a la vida diaria.
1. Usa ropa que te proteja. ¿De qué se deben proteger las parejas? De las influencias negativas que vienen de fuera, que nos invitan a no ser fieles de mente y cuerpo, que nos venden la idea de que tener una relación generosa y sin egoísmos es cortar la libertad, entendida ésta como “no poder hacer lo que te da la gana”.Las parejas que de verdad se aman deben procurar estar lejos de esos “amigos” que buscan justificar sus errores jalando a los demás para no sentirse tan solos en su vida sin sentido. También deben de alejarse de situaciones peligrosas. Todos somos frágiles. Y mejor ser conscientes de ello.
2. Limpiar las paredes.Limpiemos nuestro corazón de malos sentimientos, del temor a amar. No hay que tener miedo de dar al otro un amor puro y verdadero que busca no satisfacer nuestros deseos y necesidades, sino el bien de nuestra pareja. Una pareja limpia es la que busca, por sobre todas las cosas, la felicidad del otro.
3. Suavizar cualquier imperfección.Ser perfectos es el deseo que tiene todo ser humano pero que tan solo con la lucha y el trabajo diario puede ir lográndose. Y la pareja debe ser el gran soporte en nuestra vida para llegar a esa perfección. Ser mejor por el otro y ayudar a nuestra pareja a mejorar siempre con cariño es una de las tareas espirituales que debemos tener al estar juntos. O crecemos en el amor o mejor no perdamos el tiempo.
4. Protejan el piso.Completando el primer punto, debemos protegernos el uno al otro como las águilas protegen sus nidos. Los ponen en lo más alto de la montaña y, si bien para ellas también es un gran trabajo llegar hasta ahí se aseguran de que ningún predador lo alcance. Pongamos nuestro amor en un lugar donde nadie lo pueda destruir.
5. Mezclen la pintura. Comunicación, conversación, conocimiento e interés por el otro. Adiós a los chats cuando estamos juntos. Apaguemos la televisión. Mezclemos nuestros pensamientos, anhelos y sueños. Como bien dijo el Papa Francisco a las familias: “No dejemos de soñar”.Y mejor hacerlo juntos. Convirtamos el “yo” y el “tú” en un “nosotros”.
6. Use rodillos para las superficies más grandes.En la vida en pareja nunca faltan problemas y desencuentros. Pero debemos ser capaces de contar con las herramientas necesarias para volver al punto inicial de nuestro amor cuando nos perdemos en el camino. Un amigo católico, un sacerdote, un terapista. Lo que sea. Alguien que nos ayude a reencontrarnos. Y por supuesto, qué mejor que Jesús como la mejor herramienta para cubrir la superficie más importante: nuestro espíritu.
7. Use una brocha pequeña para los detalles. Este consejo lo da hasta el pasquín romántico más barato del mundo. Detalles, detalles, detalles. No olvidar el gracias, el por favor, un piropo, una caricia, un perdóname y un te perdono. Si llenamos la vida de pareja de detalles todo será más fácil. Y, por supuesto, un chocolatito nunca está de más para nadie.
«El matrimonio es un trabajo de todos los días, se puede decir que artesanal, un trabajo de orfebrería porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a la mujer y la mujer tiene la tarea de hacer más hombre al marido. Crecer también en humanidad, como hombre y mujer». (Papa Francisco a los novios).
El gigante dormido (los laicos)
Cuando todo lo que conoces sobre la Iglesia se limita a lo que quieran decir los que controlan los medios de comunicación lo lógico es vivir equivocado
“Que tu vida no sea una vida estéril. Sé útil. Deja poso. Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón”.
San Josemaría Escrivá de Balaguer.
Ante la pregunta sobre quiénes forman la Iglesia es habitual que se empiece a hacer recuento de cargos eclesiásticos: Sacerdotes, Obispos, Monjas, el Papa… Es una forma de pensar típica de quien no tiene muy claras las ideas acerca de lo que es la Iglesia, y debo reconocer que una buena parte de cristianos tienden a dar la misma respuesta; yo mismo hubo un tiempo en el que la habría dado sin pensármelo dos veces.
En cierto modo es normal. Cuando todo lo que conoces sobre la Iglesia se limita a lo que quieran decir los que controlan los medios de comunicación lo lógico es vivir equivocado. En el seno de la Iglesia está presente un enorme gigante que, todavía hoy, permanece dormido. Se va desperezando poco a poco, pero todavía le queda mucho para estar plenamente despierto. Se trata de quienes conforman la mayoría de la Iglesia, los laicos.
Durante demasiado tiempo, los laicos, nos hemos dejado anestesiar, hemos ido reduciendo paulatinamente nuestro compromiso con la Iglesia y con lo que supuestamente son nuestras creencias y nuestros principios y hemos dejado que el tiempo transcurriera plácidamente mientras olvidábamos… Y, de pronto, nos hemos encontrado con que ¡no conocemos lo que creemos! Mientras una ofensiva laicista aprovecha nuestro sueño para imponer sus ideologías.
Ante este ataque el gigante empieza a despertar. Poco a poco han surgido multitud de asociaciones y otras iniciativas en busca de una vivencia de la fe mucho más coherente. Pero todavía queda mucho por hacer. No podemos esperar que esas asociaciones sean las únicas que resuelvan el problema. Si falla la base, todo el edificio caerá irremediablemente. Por tanto si los laicos no somos capaces de vivir realmente nuestro cristianismo, la Iglesia se irá desmoronando.
No es casualidad que haya sido en los momentos y lugares de mayor persecución y necesidad cuando han aparecido los mejores ejemplos de cristianos comprometidos. Sin embargo, es una pena que, cuando no se dan esas situaciones, la modorra gobierne nuestras vidas. Olvidamos que Dios mismo nos ha elegido para constituir su Iglesia y que, por tanto, tenemos un papel en ella; es más, me atrevería a decir que el papel del laico es enormemente importante, fundamental. Se trata de una responsabilidad vital en el mantenimiento de la Iglesia. Nosotros somos el primer frente de lucha en el mundo ordinario, porque, no nos engañemos, la vida del cristiano es una lucha constante. Contra nuestro propio egoísmo, contra las corrientes que buscan rebajar la dignidad humana, contra la ignorancia, contra la tibieza… Contra el Mal, en definitiva.
No es ni debe ser una lucha cruenta, pero eso no hace que no sea extenuante; hasta el punto de que solos no podríamos afrontarla sin acabar sumiéndonos en la más absoluta desesperación. Necesitamos radicar nuestra vida, nuestra actividad diaria, en Cristo. Sólo así podremos avanzar en un mundo en el que da la sensación de que a cada día que pasa resulta más complicado no ser un borrego más, que siga servilmente la corriente que marcan las modas y los gobiernos.
A nosotros nos corresponde la lucha en nuestros puestos de trabajo, en nuestras familias, en nuestro propio ambiente. Debemos hacer oración cada una de nuestras actividades, y más aún si nos resultan repetitivas y rutinarias. Debemos luchar por entender nuestra fe y por hacérsela entender a los demás. Nosotros tenemos la responsabilidad de llevar la luz a aquellos que, dentro del círculo en el que nos movamos en la vida, caminan a oscuras. Llegamos a todos los rincones de la sociedad, y por ello podemos iluminarla en su totalidad. Pero para eso tenemos que despertarnos, y se está tan bien dormido sin preocuparse de nada…
“También ustedes como piedras vivas, edifíquense y pasen a ser un Templo espiritual, una comunidad santa de sacerdotes que ofrecen sacrificios espirituales agradables a Dios, por medio de Cristo Jesús” (1ª Pedro 2, 5).
«Dios bendiga con paz y prosperidad a Tailandia y Japón»
Audiencia General del Papa Francisco, 27 de Noviembre.
El 32° Viaje Apostólico Internacional que lo llevó a visitar los países de Tailandia y Japón, del 19 al 26 de noviembre, fue el tema de la catequesis del Papa Francisco durante la Audiencia General del último miércoles de noviembre de 2019.
Dios los bendiga con paz y prosperidad
En su catequesis, el Santo Padre dijo que su visita a Tailandia y Japón fue un don por el que está muy agradecido al Señor. En este sentido, el Pontífice renovó su gratitud a las Autoridades y Obispos de estos dos países, que lo han invitado y acogido con gran preocupación, y sobre todo agradeció al pueblo tailandés y al pueblo japonés. “Esta visita – precisó el Papa – ha aumentado mi cercanía y afecto por estos pueblos: Dios los bendiga con abundancia de prosperidad y paz”.
Tailandia, la primera etapa del Viaje
El Papa Francisco al referirse a la primera etapa de su Viaje Apostólico dijo que, Tailandia es un antiguo reino que se ha modernizado en gran medida. “En Tailandia – explicó el Pontífice hablando en nuestro idioma – quise rendir homenaje a la rica tradición espiritual y cultural del pueblo Thai, y animar el compromiso por la armonía entre los diferentes componentes de la nación.
Visité al Patriarca supremo de los budistas, siendo la religión budista parte integrante de la historia y de la vida de ese pueblo. Además, participé en el encuentro ecuménico e interreligioso”.
La Iglesia en Tailandia al servicio de los últimos
Asimismo, el Santo Padre señaló que, el testimonio de la Iglesia en Tailandia pasa a través de las obras de servicio a los enfermos y a los últimos. “Entre ellos, destaca el Hospital Saint Louis – precisó el Pontífice – al que visité animando al personal de salud y encontrando a algunos pacientes. También dediqué momentos específicos a los sacerdotes y a las personas consagradas, a los Obispos y también a los hermanos jesuitas. En Bangkok he celebrado la Misa con todo el pueblo de Dios en el Estadio Nacional y luego con los jóvenes en la Catedral. Allí hemos experimentado que en la nueva familia formada por Jesucristo están también los rostros y las voces del pueblo Thai”.
La segunda etapa del Viaje, Japón
Al referirse a la segunda etapa de su Viaje Apostólico, el Papa Francisco dijo que fue recibido por los Obispos de Japón en la Nunciatura Apostólica de Tokio, con ellos inmediatamente compartió el reto de ser pastores de una Iglesia muy pequeña, pero portadora de agua viva, el Evangelio de Jesús. “El lema de mi visita a aquel país fue: ‘Proteger toda vida’. Este mensaje – explicó el Papa hablando en nuestro idioma – es significativo en aquella tierra que lleva las heridas del bombardeo atómico y del triple desastre de 2011; pero es una nación que se ha hecho portavoz del derecho fundamental por la vida y la paz. En Nagasaki y en Hiroshima condené nuevamente las armas nucleares y la hipocresía de hablar de paz cuando se construye y se vende material bélico. Pude además recordar en aquellos lugares la memoria de los mártires san Pablo Miki y los 25 compañeros, el beato Justo Takayama y tantos hombres y mujeres que han conservado la fe en los momentos de persecución”.
Hacia un mundo más justo y pacífico
Además el Santo Padre señaló que, las primeras víctimas del vacío de sentido son los jóvenes, por eso se les dedicó un encuentro en Tokio. “He escuchado sus preguntas y sus sueños; los he animado a oponerse juntos a toda forma de acoso, y a superar el miedo y la cerrazón abriéndose al amor de Dios, en la oración y en el servicio al prójimo. A otros jóvenes los encontré en la Universidad de Sophia, junto a la comunidad académica. Esta Universidad, como todas las escuelas católicas, son muy apreciadas en Japón”. Asimismo, en Tokio, afirmó el Papa, tuve la oportunidad de visitar al Emperador Naruhito, a quien renuevo la expresión de mi gratitud; y me reuní con las Autoridades del país y el Cuerpo Diplomático. “Les he deseado una cultura de encuentro y diálogo, caracterizada por la sabiduría y un amplio horizonte. Fiel a sus valores religiosos y morales, y abierto al mensaje evangélico, Japón puede ser un país líder para un mundo más justo y pacífico y para la armonía entre el hombre y el medio ambiente”.
Que progresen en sendas de paz y justicia
Finalmente, antes de concluir su catequesis y hablando en nuestro idioma, el Papa Francisco saludó cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y Latinoamérica. “A todos los invito a rezar por los dos países que he visitado, Tailandia y Japón, para que sigan progresando en sendas de paz y justicia, y a los católicos les conceda el don de la perseverancia, siguiendo el ejemplo de los santos mártires”.