Nadie más te conoce mejor que Él

Pedro Canisio, Santo

Doctor de la Iglesia, 21 de diciembre


Martirologio Romano: San Pedro Canisio, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y doctor de la Iglesia, que, enviado a Alemania, se dedicó con ahínco a defender la fe católica y a confirmarla con la predicación y los escritos, entre los que sobresale el Catecismo, y encontró el reposo de sus trabajos en Friburgo, población de Suiza. († 1597)

Breve Biografía

San Pedro Kanijs nació en Nimega, Holanda, en 1521, y puede ser definido como un hierrro colocado entre el yunque y el martillo, es decir, blanco de la irritación que su clara predicación suscitaba en los ambientes protestantes, y de la malevolencia que la envidia le procuraba entre los mismos compañeros de religión. Hijo del alcalde de Nimega, Pedro Kanijs, latinamente Canicius, tuvo la posibilidad de frecuentar óptimas escuelas: derecho canónico en Lovaina y derecho civil en Colonia.

En esta ciudad le gustaba pasar el tiempo libre en el monasterio de los cartujos. Nadie sospechaba que el joven abogado, al que el padre le habia garantizado apoyo en su profesión, llevara debajo del vestido un cilicio. La lectura del breve opúsculo de los Ejercicios Espirituales, que hacía poco había escrito San Ignacio, determinó el cambio decisivo de su vida: terminada la piadosa práctica en Maguncia bajo la dirección del Padre Faber, entró en la compañia de Jesús y fue el octavo jesuita en profesar los votos solemnes. En la joven congregación pudo cultivar sus estudios preferidos y su amor por la erudición; a él se debe la publicación de las obras de San Cirilo de Alejandria, San León Magno, San Jerónimo y Osio de Córdoba.


Vivió en pleno clima de reforma y contrarreforma.

Tomó parte activa en el concilio de Trento, como teológo del cardenal Truchsess y consejero del Papa. Se distinguió por la profundidad de su cultura teológica, por su celo y actividad, pero también por el espíritu concialiador. San Ignacio lo llamó a Italia, luego lo envió a Sicilia a fundar el primero de los famosos colegios, después a Bolonia a enseñar teología, para volverlo a enviar a Alemania, en donde durante treinta años, como superior provincial, empleó sus mejores energias en una época tan difícil marcada por la ruptura de la iglesia protestante. Se lo llamó con razón segundo apóstol de Alemania (el primero fue San Bonifacio).

Como escritor no sólo se dedicó a las obras de erudición, sino también y sobre todo a las catequéticas, adaptando la enseñanza a las capacidades de pequeños y de grandes. San Pio V le ofreció el cardenalato, pero Pedro Canisio 1e pidió al Papa que lo dejara en su humilde servicio a la comunidad, empleando el tiempo en la oración y en la penitencia. Murió en Friburgo (Suiza) el 21 de diciembre de 1597. En 1925 fue canonizado y declarado doctor de la Iglesia.


Corre presuroso(a) a Jesús

Santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45. Sábado III de Adviento


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame, Jesús, la gracia de abrirte mi corazón para escuchar tu voz y querer y abrazar aquello que Tú quieras para mí.




Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45



En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Hoy contemplamos en el Evangelio a María que portaba en su vientre a Jesús. Imagina por un momento a aquella jovencita, María, que viajó probablemente algunos días para llegar a la casa de su prima Isabel. Imagínate, ella estaba embarazada y tuvo que ir a un pueblo en las montañas. Junto con el peso del viaje, ella guardaba en su corazón un secreto pues solo ella sabía que estaba embarazada, e iba presurosa a compartir la gran alegría de llevar a Jesús en su vientre con la única persona que lo sabía.

En esta meditación te invito a pensar en aquellas cosas que llevas en tu corazón que solo tú y Dios conocen. Esa enfermedad o preocupación que cargas uno y otro día, eso que te cuesta, que escondes detrás de tu sonrisa; trae a tu mente todo aquello que te pesa y que te angustia y como María corre, ven presuroso(a), atraviesa las montañas y cuéntale a la persona que llevas dentro de tu corazón aquello que te aflige. Pues como a María, solo quien sabe te comprende.

Dios es tan grande que en su infinita providencia nunca te deja solo; Él se ha querido quedar en la Eucaristía y dentro de ti para que, en cualquier lugar y en cualquier momento, puedas correr y subir a la montaña de tu corazón para compartir con Él aquello que llevas dentro. Él se quiere alegrar y regocijar, o llorar contigo si es necesario, para que le cuentes todo aquello que llevas dentro; nadie más te conoce mejor que Él, cuéntale y sorpréndete de lo que te va a decir.

Y acuérdate también de que Jesús nos dejó a su Madre María para que ella nos guiara y nos acompañara; déjate acompañar por ella; que ella te enseñe a compartir con su Hijo aquello que llevas en tu corazón.

¡Jesús, mi alma está inquieta hasta que descansa en ti!

«Así como María fue a la casa de Isabel, como Iglesia tenemos que aprender el camino frente a nuevas problemáticas, buscando no quedar paralizados por una lógica que enfrenta, divide, condena. Poneos en camino y buscad una respuesta a estos desafíos pidiendo la asistencia segura del Espíritu Santo. Él es el Maestro para mostrar los nuevos caminos a transitar. Reavivemos entonces nuestro llamado vocacional, hagámoslo bajo este magnífico templo dedicado a María, y que nuestro “sí” comprometido proclame las grandezas del Señor, alegre el espíritu de nuestro pueblo en Dios, nuestro Salvador».
(Discurso de S.S. Francisco, 5 de septiembre de 2019).




Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Compartir con alguien más alguna experiencia que Dios me ha regalado.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.



¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!



Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


María, dichosa la que ha creído

Ella nos enseña que creer es sencillo aunque ser fiel a la fe comporta una espada que traspasa el alma.


La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia en la fe", nos dice el Catecismo de la Iglesia (n. 148). Muchos cristianos encuentran difícil el ejercicio de la fe. El Espíritu Santo nos ha dejado en María un modelo cercano para vivir la fe. Ella nos invita a abandonarnos en Dios, como lo hizo en el momento en que el ángel le anunció el plan que el Señor tenía para Ella. Juan Pablo II habla del "claro oscuro" de la fe de la Virgen María y de una peregrinación en la fe.

Cuando pensamos en la fe de los grandes personajes del Antiguo Testamento, de María, de José quizás tenemos en mente la fe de unos "gigantes", que, en comparación con nosotros, hombres y mujeres de poca fe, son muy superiores a nosotros.


Es cierto que ellos vivieron de fe, pero su fe, fue como la nuestra sometida a la prueba. No fue una fe fácil, sino siempre en camino, siempre abierta a las grandes sorpresas de Dios. María, a quien el ángel Gabriel llamó "llena de gracia" y llena de la presencia del Espíritu Santo, una vez que el mensajero celeste la dejó, se quedó sola con la carga de misterio que llevaba en su corazón y en su cuerpo. Muchas preguntas se haría dentro de su alma y muchas preguntas le podrían poner los otros a las que Ella no sabría responder. Vivió toda su vida con el misterio y lo aceptó abandonándose en manos del Padre. Por ello, Isabel al saludarla la llama dichosa porque ha creído (Lc 1, 45).


Isabel, quizás sin saberlo, nos está dando la clave de la felicidad, de la dicha, que tanto buscamos los hombres y tan difícil nos es acercarnos a ella y poseerla en plenitud. Isabel pone en relación la felicidad, con la fe. En la medida en que tenemos más fe, somos más dichosos. A veces pensamos lo contrario, que la fe nos hace infelices, que nos obliga a someternos a una serie de reglas insoportables, que nos encierra en una prisión llena de preceptos, que no nos deja disfrutar de la vida. Y no es así. La fe nos da la verdadera dimensión del ser humano que es la dimensión espiritual. Es cierto que tenemos un cuerpo, pero este mismo cuerpo está como permeado por el alma. Y la fe nos abre a la dimensión del espíritu que, junto con el cuerpo, constituye la unidad el ser humano en su ser personal.


María fue una mujer libre y liberadora porque vivió de fe. Fue dichosa en la fe. Abrió horizontes nuevos a su vida gracias a la fe. Ella nos enseña que creer es sencillo aunque ser fiel a la fe comporta una espada que traspasa el alma, "para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 35).


El cristiano es, como María, hombre de fe y por eso es dichoso. "Santo triste, triste santo", decía la gran santa de Ávila. La fe nos da la clave de la felicidad, de esa plenitud de una existencia de quien se sabe amado por un Amor infinito que nunca fallará. María llevó en su corazón y en su cuerpo ese Amor, el Emmanuel, el Dios con nosotros que nos acompaña en cada instante. Ella lo dio al mundo y nos lo da a cada uno de nosotros para que, acogiéndolo en la fe, se nos abran, también a nosotros, las puertas de la felicidad.



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Tercera predicación de Adviento: «María en Navidad»

El Papa Francisco en la Capilla «Redemptoris Mater» del Palacio Apostólico.


En su tercera predicación de Adviento, el Padre Raniero Cantalamessa recordó que los “pasos” que estamos siguiendo sobre "las huellas de María" a lo largo de estas reflexiones "corresponden bastante fielmente al desarrollo histórico de su vida, como resulta de los Evangelios".

«La meditación sobre María llena de fe nos ha llevado al misterio de la Anunciación; la del Magnificat al misterio de la Visitación, y ahora la de María “Madre de Dios” a la Navidad. De hecho, fue en la Navidad, en el momento en el cual dio a luz a su hijo primogénito (Lc 2, 7), no antes, que María pasa a ser verdadera y plenamente Madre de Dios», afirmó el Predicador de la Casa Pontificia explicando que al hablar de María, la Escritura destaca constantemente dos momentos fundamentales, que "corresponden a aquellos que también la experiencia humana común considera esenciales para que haya una maternidad verdadera y plena: concebir y dar a luz".

Dos momentos fundamentales de María: concebir y dar a luz


«Mira –dice el ángel a María– concebirás y darás a luz un hijo (Lc 1, 31). Estos dos elementos están presentes incluso en la narración de Mateo: La criatura que ha “concebido” es obra del Espíritu Santo y ella “dará a luz” un hijo (cfr. Mt 1, 20s)», añadió el padre Raniero.

Asimismo, el Predicador indicó que "Madre de Dios", además de ser el título dogmático más antiguo e importante de la Virgen, "que fue definido por la Iglesia en el Concilio de Éfeso en el 431 como verdad de fe que todos los cristianos deben creer"; es un título que expresa "uno de los misterios y, para la razón, una de las paradojas más altas del cristianismo": "es el fundamento de toda la grandeza de María".

En este sentido, el fraile capuchino destacó que María "no empieza a ser Madre de Dios en el concilio de Éfeso en 431, al igual que Jesús no empieza a ser Dios en el concilio de Nicea en 325, que lo define como tal; sino que ya lo era antes", ya que "sucede como con el descubrimiento de una nueva estrella: no nace en el momento en el que su luz llega a la tierra y el observador la ve, sino que existía ya de antes, quizás desde miles de años luz antes".

Las tres fases de la maternidad de María


Y en este proceso que lleva a la proclamación solemne de "María Madre de Dios", el padre Raniero distingue tres grandes fases: La maternidad física, la metafísica y la espiritual.

La maternidad física de María, es aquella que se desarrolla en la fase más antigua del cristianismo, empleada para demostrar la verdadera humanidad de Jesús. "Fue en este período y en este clima que se formó el artículo del credo: nacido (o encarnado) del

Espíritu Santo y de María Virgen. Esto, al comienzo, quería decir simplemente que Jesús es Dios y hombre", afirmó el teólogo.

En cuanto a la maternidad metafísica, esta fase sucede durante la época de las grandes controversias cristológicas del siglo V-continuó argumentando el Predicador- cuando el problema central, en torno a Jesús, no era ya el de su verdadera humanidad, sino el de la unidad de su persona: "la maternidad de María no es ya vista sólo en referencia a la naturaleza humana de Cristo, sino, como es más justo, en referencia a la única persona del Verbo hecho hombre. Debido a que esta única persona que María genera según la carne no es otra que la persona divina del Hijo, como consecuencia, ella aparece verdadera Madre de Dios”.

Por último está la fase de la maternidad espiritual, o de fe, "que hace de María la primera y la más santa hija de Dios, la primera y la más dócil discípula de Cristo, la creatura que – escribe incluso san Agustín –por el honor debido al Señor, no se debe ni siquiera mencionar cuando se habla del pecado”.

El "título" María Madre de Dios es el punto de encuentro


Además el padre Cantalamessa señaló que el título de “Madre de Dios” es incluso hoy el punto de encuentro "y la base común a todos los cristianos, desde la cual retomar para reencontrar el acuerdo entorno al lugar de María en la fe", ya que éste "es el único título ecuménico, no sólo de derecho, porque fue definido en un Concilio ecuménico, pero también de hecho por que es reconocido por todas las Iglesias".


Y en el ejercicio diario de la vida cristiana en la que el creyente busca imitar a la Madre de Dios, "en este camino sobre las huellas de María", el Predicador afirmó en su meditación en que la clave consiste en contemplar los “pasos” individuales realizados por ella para después imitarlos en nuestra vida. ¿Pero cómo se puede imitar esta característica de la Virgen de ser Madre de Dios?

¿Cómo se puede imitar a la Madre de Dios?


"Debemos recordar que la maternidad divina de María se realiza sobre dos planos: sobre un plano físico y sobre un plano espiritual"- dijo Cantalamessa- "María es Madre de Dios no sólo porque lo ha llevado físicamente en su seno, sino también porque lo concibió primero en el corazón con la fe". Por consiguiente, "no podemos imitar a María en el primer sentido, generando de nuevo a Cristo, pero podemos imitarla en el segundo sentido, que es el de la fe".

Oración delante del pesebre en la víspera de Navidad


Para finalizar, el Predicador de la Casa Pontificia recordó que en las tres meditaciones de Adviento "hemos intentado prepararnos para la Navidad en la escuela de la Madre de Dios. Ahora que hemos llegados al final no nos queda más que unirnos a ella en una contemplación silenciosa y adoradora del Dios hecho hombre por nosotros", concluyó el fraile capuchino invitando a rezar delante del pesebre una bella oración de la liturgia bizantina en la víspera de Navidad:

«¿Qué podemos ofrecerte como regalo, oh Cristo nuestro Dios, por haber aparecido en la tierra asumiendo nuestra propia humanidad? Cada una de las criaturas moldeadas por tus manos te ofrece algo para darte gracias: los ángeles te ofrecen su canción, los cielos la estrella, los magos sus dones, los pastores su maravilla, la tierra una cueva, el desierto un pesebre. ¡Pero te ofrecemos una Madre virgen!».


¡Celebremos auténticamente la Navidad!

Durante estas festividades, ¿estamos dispuestos a compartir sinceramente?


Desde siempre he tenido en mente los días previos a la Navidad, se podría decir que en casa de mis padres existía todo un ritual: debíamos primero guardar la imagen de Cristo Rey que se exhibía en la ventana de nuestra casa junto a las banderas de la ciudad y del Ecuador. Luego empezábamos a desempolvar todos los cartones con los arreglos navideños, con el árbol y las luces incluidas. Entretanto mis hermanos y yo nos disponíamos a pasar un fin de semana en familia con este “proyecto” liderado por mi papá a cargo del árbol de Navidad y mi mamá del Nacimiento. Era realmente un tiempo pedagógico, desarrollábamos habilidades de paciencia, organización, colaboración y apreciación estética por decirlo menos… porque debía quedar hermosa la escena de Belén.

Un tiempo para guardar en el corazón

¿Qué es lo que más recuerdo y aprecio de esas épocas? Pues indudablemente estar junto a mi padre, imitando sus movimientos y esmeros por enderezar el árbol y reemplazar cada foquito quemado o flojo de la guirnalda de luces. Realmente eran horas de trabajo, con mucho polvo y calor incluido, pero estábamos felices en familia, con nuestros hermanos y a veces hasta con los vecinos. Lo mismo pasaba con mamá y su compra del musgo para el nacimiento (que hoy lo considerarían antiecológico). Cómo penetraba por la nariz ese olor de humedad que anunciaba que llegaban las fiestas de Navidad, que coincidía con las primeras lluvias y los primeros brotes de los guayacanes.

No había espacio para la discordia, a lo sumo opiniones diversas sobre el lugar donde armaríamos el árbol, que se difuminaban en la alegría al comprar un nuevo juego de luces, ¡todo era tan sencillo! Días después se pensaba en la cena navideña, en cómo presentar al Niño en la Misa de Gallo y qué regalo recibiríamos de la carta al Niño Dios.

¿Y el espíritu navideño?

Nada más distante a lo que vemos, escuchamos y sentimos hoy en las proximidades de las fiestas. No es solo que ya nadie habla de Cristo Rey, sino que hasta tenemos que soportar los monstruos y fantasmas de Halloween, en medio de un sincretismo comercial-religioso que anticipa la decoración navideña y confunde especialmente a los niños que ya no alcanzan a distinguir su significado.

Este escenario se complica cuando las ofertas de Black Friday invaden los medios de comunicación y no permiten apreciar el verdadero carácter de esta celebración religiosa. No podemos darnos el lujo de desperdiciar un tiempo tan hermoso para hablar, abrazar, cantar y sonreír junto a nuestra familia. No nos inundemos de cintas de colores y papel de regalo, que acaban en la basura o de juguetes tan diversos y costosos, que a la semana termina novedad.

De la misma manera echamos nuestros sentimientos y vivencias familiares, al tacho de basura. No recordamos el regalo de amor que nos hace Jesús (sin entrar en detalles teológicos), basta con comprobar la paz y el amor que se respira en los hogares cuando viven de corazón la Navidad. Este es un tiempo de preguntarnos si lo estamos aprovechando o no, no por falsa piedad ni folclor, sino por nuestra familia y la oportunidad de amarnos nuevamente en la sencillez del Niño que se nos regala.

6 claves geniales para hacer el regalo apropiado en estas fiestas

¿Cómo saber si estoy eligiendo un regalo bueno, bonito y barato para Navidad?


“¿Qué puedo regalar?” es la pregunta que más nos repetimos en esta época. Celebramos el nacimiento de Jesús y así como los Reyes Magos le llevaron ofrendas al Niño, nosotros mostramos el amor hacia nuestros seres queridos con un regalo.

A continuación comparto algunos consejos, que a mi parecer, pueden direccionarte a realizar un regalo bueno, apropiado y que transmita la alegría y el cariño que queremos compartir en estas fiestas.

1. Pensar a quién vas a regalar

¿A quién quieres dar el regalo? Piensa en eso, piensa en esa persona: ¿qué le gusta?, ¿qué es importante para ella?, ¿qué le hace gracia?, ¿qué recuerdo te viene a la mente cuando piensas en ella? Hazte estas preguntas y otras similares y vas a dirigirte hacia el regalo ideal. Uno que sea un verdadero acto de amor, una muestra de cuánto conoces a esta persona y una oportunidad para sacar toda la creatividad que tienes escondida.

2. Pensar en algo útil

Quizás se pueda aprovechar el intercambio de regalos para dar a alguien aquello que necesita, que le será útil. Aunque esto no tiene por qué significar algo grande o costoso, sino un detalle que a la otra persona le vendría muy bien. Esto además, es una manera de estar pendiente de los gustos y las necesidades de los demás, de estar presente en las cosas pequeñas de todos los días.

3. No caer en el consumismo

Dejarse llevar por las tendencias consumistas que nos prometen “lucirnos” con “el mejor regalo”, puede cegar a muchos que quieren quedar como el amigo, el tío o el papá más “cool”, llevándoles a comprar algo muy costoso… y muy impersonal. Personalmente, aprecio mucho más un regalo pequeño, que refleje que mis seres queridos realmente me conocen, entienden de mis gustos, están al tanto de alguna necesidad mía, y por esto me regalan algo que podría no ser lo más nuevo, lo más caro o moderno, pero que tiene un altísimo valor sentimental.

4. Explotar tu talento

Todos tienen una habilidad especial de la cual pueden servirse para hacer un regalo personalizado, íntimo, sentido. ¿Sabes dibujar?, ¿cantar?, ¿escribir?, ¿cocinar? Una buena idea puede ser entonces realizar una tarjeta, personalizar algún objeto, escribir una carta, dedicar una canción, cocinar un pan dulce. Si no estás familiarizado con ninguno de estos talentos, ¡tranquilo! Piensa qué tienes que te haga único, y cómo eso lo puedes compartir con quienes te importan.

5. Llevar la fe

¿Alguna vez se te ocurrió que puedes regalar algo que, al mismo tiempo sirva para compartir la fe? Por ejemplo: pienso en mi abuela que todos los años nos regala a cada familia –es decir, a mis tíos y a mis papás– un librito que contiene el Evangelio diario de todo el año comentado. Pero, si bien puede ser una buena idea regalar algún libro de espiritualidad a alguien a quien quieras ayudar a profundizar su fe, para llevar la fe a tus amigos no es necesario gastar. Simplemente hablándoles del verdadero sentido de la Navidad, contándoles más sobre lo que sucedió hace más de 2000 años en una pequeña ciudad, en un pesebre de Belén, les estarás haciendo un regalo invaluable.

6. Regalar algo que no se puede comprar

Creo que el mercado puede ofrecernos un sinfín de opciones para regalar, tanto así que es prácticamente imposible no encontrar un regalo bueno, bonito e incluso barato. Pero puede ser que no atendamos a lo más significativo que podríamos entregar: aquello que no se encuentra en las tiendas. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo le puedo dedicar a mi familia estas fiestas?, ¿hace cuánto no hablo con algún amigo? ¿Y si disculpo a las personas a quienes guardo rencor? ¿O pido perdón a los que de alguna u otra forma ofendí o lastimé? En síntesis, el mayor regalo que Dios nos hizo en la Navidad fue el Amor. El mejor regalo que podemos hacer nosotros, es llevar un poco de cariño a los demás, a los que queremos, y especialmente a los que necesitan un poco de afecto.

Lo más importante… ¿qué le regalamos a Jesús?

Entre tanto “loquerío”, en el vaivén de organizar la cena de Navidad, reunir a la familia, tener listos los regalos, etc., podemos perder de vista que no estamos festejando otra cosa sino el Nacimiento de Jesús. ¡Él es el Cumpleañero! Y, lastimosamente, quizás sea el más olvidado de la fiesta. Pero, este año todos podemos proponernos festejar la Navidad de otra manera, recordando que Él es el agasajado, y por tanto, a quien debemos llevar también algún regalo. ¿Qué, por ejemplo?

Podemos aprovechar este tiempo para rezar un poquito más, al menos para tener alguna oración especial adicional. Aunque sea breve, pero que nos ayude a recordar a Quién estamos esperando. Según San Josemaría Escrivá, la mortificación es la oración de los sentidos, entonces podríamos también ofrecer a Dios algún pequeño sacrificio. Todo esto podemos, al mismo tiempo que lo entregamos a Dios, ofrecerlo por la paz que hoy más que nunca necesita de nuestras oraciones y sacrificios.

El servicio a los demás también es un lindo obsequio que, además de poner contento a Jesús, alegra a los demás contagiando la fe y la felicidad propia de la época.

El Poder de la Mirada: Al servicio del Encuentro.

¿Qué hubo en esa mirada que generó ese alivio en nuestro corazón?


Para esta época te recomendamos un excelente libro, que seguramente te ayudará a sentirte amado y también dar una mirada con amor a tu prójimo. Te dejamos aquí la reseña de este libro y la bibliografía de la autora.

El poder de la Mirada al Servicio del Encuentro.

Posiblemente alguna vez hemos tenido la dicha de experimentar el poder sanador de una sola mirada. ¿Qué hubo en esa mirada que generó ese alivio en nuestro corazón? ¿Qué sucedió en ese contacto visual? ¿Qué es lo que hace que miradas como ésas sean tan consoladoras?

Todos anhelamos ser mirados con amor a pesar de todo lo que somos, y a pesar de todo lo que no somos. Anhelamos que exista una mirada –aunque fuera una sola- que nos haga sentir que al fin hemos sido descubiertos. Al ser humano le basta que exista un corazón que pueda amarle, para salvarle del engaño de que no es amado, de que no es suficiente. Ciertamente, un par de ojos tienen ese poder de revelarle al hombre la verdad más fundamental para su vida y pueden rescatarle definitivamente de la soledad y la desesperación.

Por otro lado, también sentimos el peso de no saber mirar con amor: no sabemos dar lo que tanto necesitamos recibir. Estamos dispuestos a exigir -e incluso a mendigar- esas miradas compasivas y profundas que puedan ver más allá de nuestra apariencia… y sin embargo, no somos capaces de dominar todo lo que expresamos con nuestros propios ojos.

Este libro te ayudará a explotar mejor ese don que, tal vez sin saberlo, portas en tus ojos y a purificar tu mirada en La Mirada que consuela, sana y regenera todo por dentro.

¿Quién es Karla Amezcua?

Karla Amezcua, Consagrada del Regnum Christi y Coach de vida, se ha especializado en el acompañamiento personal y la mentoría a jóvenes y adultos en distintas partes del mundo. Como consagrada en la Iglesia Católica, ha sabido ofrecer una respuesta valiosa para todas las personas, independientemente de sus creencias religiosas. Certificada también por la Escuela de Acompañamiento de la Universidad Francisco de Vittoria, la autora se ha apasionado por la llamada “cultura del encuentro”, tan mencionada y puesta en boga por el Papa Francisco.

Viernes de la Misericordia: El Papa sorprende a los alumnos de la escuela Pilo Albertelli

Una de las más antiguas de Roma

DICIEMBRE 20, 2019 15:16

(ZENIT – 20 dic. 2019).- Hoy es viernes y el Papa Francisco ha vuelto a sorprender con otra de sus visitas improvisadas en las calles de Roma. A las 11:25 horas, el Pontífice llegó en coche a la Escuela Superior Estatal Pilo Albertelli, una de las más antiguas de la ciudad, fundada en 1880, ubicada cerca de la Basílica de Santa María la Mayor.

El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, ha comunicado este viernes, 20 de diciembre, a los periodistas que el Papa ha llegado al colegio con el director de L’Osservatore Romano, Andrea Monda, ex profesor de religión del centro, y el decano. Al entrar en el instituto, saludó a los profesores, al personal y a los jóvenes que habían escrito los textos de las meditaciones del Vía Crucis del Viernes Santo de 2018.

El comunicado de Matteo Bruni señala que el Santo Padre llegó al patio de la escuela, acogido por unos 800 estudiantes del instituto. Después de una canción interpretada por algunos estudiantes y el saludo del director, en respuesta a las preguntas de algunos estudiantes, el Papa dirigió unas palabras a los jóvenes.

Habló de la soledad, que cuando se vive mal conduce a la melancolía, del amor gratuito, un camino difícil, hecho de «poda» de sí mismo, de paciencia, de «pequeños sacrificios».

Migración: necesidad de vivir juntos. respuesta a una pregunta sobre la coexistencia de diferentes culturas y religiones, habló sobre la migración, incluso en su propio país, Argentina, y cómo ha llevado a la «necesidad de vivir juntos», indica la Santa Sede. «Dirigiéndose a los no creyentes, subrayó el valor del testimonio para despertar la curiosidad por el Evangelio y la fe».

Después de recordar a los niños la importancia de jugar y soñar, que «trae oxígeno al alma», contestando a una pregunta sobre los verdaderos maestros, el Papa habló de la relación entre maestro y discípulo, un regalo que él mismo pudo recordar en los últimos días al hablar de su padre espiritual, Miguel Ángel Fiorito.

Cuando sonó la campana, Francisco deseó a los niños y a los presentes una Feliz Navidad y, antes de irse, respondió a una última pregunta de un joven sobre la contradicción del uso de la guerra para traer paz y seguridad. Citando las trágicas situaciones de algunos países, anunció su mensaje de vídeo sobre el tema de la paz, grabado con el Secretario General de las Naciones Unidas al final de la reunión de esta mañana.

DICIEMBRE 20, 2019 15:16
PAPA Y SANTA SEDE


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