Sabemos que su testimonio es verdadero
- 27 Diciembre 2019
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Fiesta Litúrgica, 27 de diciembre
Apóstol y Evangelista
El Discípulo Amado
Martirologio Romano: Fiesta de san Juan, apóstol y evangelista, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano Santiago y con Pedro fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando lo que vio. († s.I)
Breve Biografía
Juan, hijo de Zebedeo y de Salomé, hermano de Santiago, fue capaz de plasmar con exquisitas imágenes literarias los sublimes pensamientos de Dios. Hombre de elevación espiritual, se lo considera el águila que se alza hacia las vertiginosas alturas del misterio trinitario: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios”.
Es de los íntimos de Jesús y le está cerca en las horas más solemnes de su vida. Está junto a él en la última Cena, durante el proceso y, único entre los apóstoles, asiste a su muerte al lado de la Virgen. Pero contrariamente a cuanto pueden hacer pensar las representaciones del arte, Juan no era un hombre fantasioso y delicado, y bastaría el apodo que puso el Maestro a él y a su hermano Santiago -”hijos del trueno”- para demostrarnos un temperamento vivaz e impulsivo, ajeno a compromisos y dudas, hasta parecer intolerante.
En el Evangelio él se presenta a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba”. Aunque no podemos indagar sobre el secreto de esta inefable amistad, podemos adivinar una cierta analogía entre el alma del “hijo del trueno” y la del “Hijo del hombre”, que vino a la tierra a traer no sólo la paz sino también el fuego.
Después de la resurrección, Juan parmanecerá largo tiempo junto a Pedro. Pablo, en la carta a los Gálatas, habla de Pedro, Santiago y Juan “como las columnas” de la Iglesia.
En el Apocalipsis Juan dice que fue perseguido y relegado a la isla de Patmos por la “palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.” Según una tradición, Juan vivió en Éfeso en compañía de la Virgen, y bajo Domiciano fue echado en una caldera de aceite hirviendo, de la que salió ileso, pero con la gloria de haber dado también él su “testimonio”.
Después del destierro en Patmos, regresó definitivamente a Éfeso en donde exhortaba infatigablemente a los fieles al amor fraterno, como resulta de las tres epístolas contenidas en el Nuevo Testamento.
Murió de avanzada edad en Éfeso, durante el imperio de Trajano, hacia el año 98.
Referencias Bíblicas:
[1] Santiago y Juan, hijos de Zebedeo cf. Lc. 5, 10; Mc. 10, 35
[2] Salomé, madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo cf. Mc. 15, 40; Mt. 27, 56
[3] "En el principio estaba el Verbo..." (Jn. 1, 1)
[4] Juan sentado junto al Señor en la Última Cena cf. Jn. 13, 23
[5] Juan testigo de la transfiguración cf. Mc. 9, 2
[6] Juan junto al Señor en el monte de los Olivos cf. Mc. 14, 32-34
[7] Juan, el discípulo amado por Jesús cf. Jn. 21, 20-25
[8] Juan, junto a Pedro y Santiago, columnas de la Iglesia cf. Gál. 2, 9
[9] Juan, desterrado a la isla de Patmos por la Palabra cf. Ap. 1, 9
Santo Evangelio según san Juan 20, 2-9. Viernes de la Octava de Navidad
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame la gracia, Señor, de vivir como verdadero apóstol del evangelio. Dame un corazón que esté abierto totalmente a tu amor. Dame una fe que transforme mi vida para ser testimonio para los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 20, 2-9
El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy celebramos al «discípulo amado», san Juan, un hombre y apóstol que estuvo con el Señor y lo acompañó, incluso, hasta el momento culminante de su vida, la Cruz. ¿Qué podemos aprender hoy de este gran apóstol?
En el pasaje evangélico se nos relata la experiencia de los apóstoles Pedro y Juan el día de la resurrección del Señor. ¡Jesús está vivo! Pero los apóstoles no se lo creen, ven de manera humana este acontecimiento, se han llevado el cuerpo del maestro… El Evangelio nos da testimonio de que los apóstoles, después de escuchar a las mujeres, quieren ver con sus ojos si es cierto; una certeza o una esperanza comienza a mover sus corazones; corren al sepulcro, y al llegar y ver la tumba, todo cambia; esta es la certeza de la fe, vio y creyó. ¡Jesús realmente está vivo!
Si vemos con los ojos de fe la Sagrada Escritura, comprenderemos la maravillosa historia de amor que Dios ha tenido con nosotros. Jesucristo ha nacido en el seno de María, se ha encarnado y estado en este mundo para demostrarnos cómo hemos de vivir, que esta vida tiene un sentido y que, a pesar de que hay un final, la muerte, la nueva vida es certera. ¡Dios nace en nuestro corazón y está vivo en él! La fe cambia nuestro sentido de vivir, como a san Juan, quien experimentó y creyó en el momento de la resurrección y su vida fue testimonio de esta fe certera; así nosotros debemos creer y vivir con convicción de que Dios está con nosotros.
«El discípulo Juan, el discípulo amado, representa a la Iglesia, pueblo mesiánico. Él debe reconocer a María como su propia madre. Y al reconocerla, está llamado a acogerla, a contemplar en ella el modelo del discipulado y también la vocación materna que Jesús le ha confiado, con las inquietudes y los planes que conlleva: la Madre que ama y genera a hijos capaces de amar según el mandato de Jesús».
(S.S. Francisco, Jornada del enfermo 2018)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Como hombre o mujer de fe, y dando testimonio de mi vida cristiana, viviré y daré testimonio a los demás con mi alegría.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Síndone y Sudario cubrieron el cadáver de la misma persona
Según la Medicina Forense aparece un elevado número de concordancias entre las lesiones
«Desde el punto de vista de la Antropología Forense y de la Medicina Forense, toda la información puesta al descubierto por la investigación científica», en relación con la Síndone de Turín y con el Sudario de Oviedo, «es compatible con la hipótesis de que Síndone y Sudario cubrieron el cadáver de la misma persona», con todos los traumatismos y lesiones que sufrió Jesús de Nazaret, según la narración de los Evangelios. Lo afirmó el médico forense español Alfonso Sánchez Hermosilla, en el Congreso anual del Centro Internacional de Sindonología, que se llevó a cabo en febrero de 2015, en la ciudad de Turín, dedicado a la actualización sobre los «principales temas» relacionados con la Síndone.
Se trata de un encuentro reservado para los miembros del Centro, y este año también participaron grupos y organizaciones que en todo el mundo colaboran con el Centro de Turín. Hubo más de 300 estudiosos y expertos de Francia, Inglaterra, España, Perú, México, Brasil y Bolivia. «También en esta ocasión», explicó Gian Maria Zaccone, director científico del Museo de la Síndone, «en el centro del debate y de las intervenciones, no se encuentra el tema de la autenticidad de la Tela. El objetivo del encuentro es ver el estado de la cuestión sobre algunos temas de la investigación sindónica que requieren mayor profundización, como, por ejemplo, el papel de la investigación palinológica y el significado de la investigación histórica e informática sobre la Síndone».
Entre los expertos se encontraba Sánchez Hermosilla, director del EDICES (Equipo de Investigación del Centro Español de Sindonología) y médico forense que ha continuado con los estudios que emprendió en los años 60 monseñor Giulo Ricci sobre el Sudario de Oviedo. «La similitud en la morfología de las manchas y el tamaño de las mismas, con la Síndone de Turín» hizo pensar a Ricci «que, efectivamente, había dado con la reliquia que menciona San Juan. Desde el punto de vista de la Antropología Forense y de la Medicina Forense –explicó Sánchez Hermosilla–, toda la información puesta al descubierto por la investigación científica, es compatible con la hipótesis de que Síndone y Sudario cubrieron el cadáver de la misma persona».
El Sudario de Oviedo es una reliquia que se conserva en la Catedral de “El Salvador” en la ciudad española; se encuentra en la Cámara Santa utilizada como capilla del palacio durante el reino de Alfonso II “el Casto”, un edificio anexo al palacio y que fue construido con la intención de albergar el Sudario y otras reliquias por el mismo rey. «Este lienzo se encuentra en esta región del norte de España desde los años 812 ó 842, según los historiadores», y la reliquia «está confeccionada en lino, y tiene un tamaño aproximado de 84x54 centímetros». La estructura textil de la Síndone y del Sudario «tienen igual composición, concretamentelino, idéntico grosor de fibras, están hilados a mano y con torcedura en “Z”, aunque han sido tejidos de diferente manera: sarga en espiga para la Síndone y trama ortogonal, (tafetán) para el Sudario».
En el Sudario no hay nada parecido a la imagen misteriosa que se encuentra en la Síndone, que se produjo después de que el cuerpo envuelto en la sábana lo manchara con sangre y fluidos. Hay solo huellas de sangre y otros fluidos corporales «procedentes de un cadáver humano, como ya determinó en el año 1985 el Dr. Pierluigi Baima Bollone, confirmando que además, la sangre era del grupo AB, dato que fue corroborado con posterioridad por el Dr. José Delfín Villalaín Blanco».
«El estudio morfológico de las manchas presentes en los dos lienzos –afirmó Sánchez Hermosilla– manifiestan un evidente parecido entre ellas, la causa se debe a que el cadáver que las originó fue tratado con mucho cuidado en ambos casos». Claro, admitió el especialista español, «Debe tenerse en cuenta que este parecido morfológico entre las manchas de sangre no tendría por qué darse obligatoriamente: cabezas distintas pueden dar manchas muy parecidas y la misma cabeza puede dar manchas muy distintas. Sin embargo –insistió–, ambas formaciones se corresponden muy bien, tanto en posición relativa como en tamaño superficial, a lo que cabría añadir la concordancia de las distancias entre las lesiones maculantes que originaron las manchas si comparamos ambas reliquias».
Sánchez Hermosilla hizo notar que el Sudario de Oviedo «pudo cubrir el rostro del cadáver con anterioridad» a la Síndone de Turín. «Desde el punto de vista de la Medicina Forense –explicó–, aparece un elevado número de concordancias entre las lesiones que se aprecian en la imagen sindónica, y las que se pueden observarse en el estudio criminalístico del Sudario de Oviedo. Todas estas lesiones además, son concordantes con los hallazgos que, en su día, realizó el STURP mediante el uso del VP8».
Entre las evidencias más importantes, según el médico español, está las manchas de sangre atribuidas a las espinas de la corona que «aparecen en ambas reliquias con una gran similitud en la distancia que las separa entre sí». La superficie «ocupada por la nariz en ambos lienzos es muysimilar, en el Sudario de Oviedo ocupa un área de 2.280 mm2, y en la Síndone es de 2.000 mm2. Asimismo, hacia la mitad de la región derecha de la nariz aparece una zona inflamada con una superficie de 100 mm2en el Sudario y 90 mm2en la Síndone».
Además, una de las manchas del Sudario de Oviedo «parece compatible con algunas de las heridas ocasionadas por Flagrum Taxilatumen la zona derecha del cuello, y resulta ser compatible con algunas de las improntas de la Síndone de Turín atribuidas a esta misma causa. En la región occipital aparecen manchas de sangre vital, es decir, que se vertió cuando el condenado estaba aún con vida, son muy similares en ambos lienzos, y parecen relacionarse con lesiones punzantes en cuero cabelludo, además resultan ser concordantes con las que produciría una corona de espinas».
«A la altura de la 7ª vértebra cervical, o “vertebra prominens” –continuó el estudioso español–, en el Sudario de Oviedo aparece una mancha que adopta la forma de una mariposa, y que se pudo originar como consecuencia de coser cuidadosamente el lienzo ovetense al cabello del cadáver embadurnado con sangre aún fresca. Esta forma de coser el lienzo a la cabellera ocasionó que esta adoptase la forma que puede apreciarse en la imagen sindónica y que algunos autores creyeron identificar con una especie de coleta, o incluso trenza, constituyendo otra pruebamás de la influencia que el uso previo del Sudario pudo tener sobre la Síndone. A ambos lados de esta mancha, aparecen otras ocasionadas por fluidos cadavéricos, y que resultan similares en Síndone y Sudario».
Sánchez Hermosilla también afirmó que en el Sudario de Oviedo hay una mancha que se encuentra precisamente en la esquina inferior izquierda del reverso de la tela, «que podría haberse producido como consecuencia del orificio de salida de la lesión ocasionada por la lanzada, dicha mancha tiene su equivalencia en la Síndone de Turín, y podría haber pasado desapercibida hasta la fecha por susimilitud morfológica con las manchas atribuidas a la flagelación. Además de esta mancha, aparecen signos indirectos de la lanzada, tales como los abundantes coágulos de fibrina que aparecen en las denominadas mancha difusay mancha en acordeón».
Las reconstrucciones tridimensionales del rostro del hombre de la Síndone corresponden con las manchas que se encuentran en el Sudario de Oviedo. «Tras conocer las proporciones craneométricos que aparecen en ambas reliquias, y una vez realizada su comparación, se comprueba que son concordantes, lo que ha permitido al escultor D. Juan Manuel Miñarro López realizar una reconstrucción del rostro del Hombre de la Síndone, dicha reconstrucción es absolutamente compatible conel rostro del Hombre del Sudario, no sólo en sus proporciones antropométricas, sino también en las lesiones traumáticas que presentan ambos».
«De hecho, incluso se verificó la compatibilidad del rostro una vez esculpido, pues se cubrió con tinta en las regiones anatómicas que aparecen manchadas de sangre en el Sudario de Oviedo, sobre ellas se aplicó un lienzo y se ajustó cuidadosamente, para a continuación retirarlo y comprobar el resultado; las improntas resultantes resultaron ser muy similares a las que aparecen en el lienzo ovetense».
Para concluir, explicó el médico español, incrustado en un coágulo de sangre que proviene del Sudario de Oviedo, «se ha descubierto un grano de pólen que ha sido identificado morfológicamente por la Bióloga del EDICES, Doña Marzia Boi, como perteneciente al género botánico “Helicrisum”, y es compatible con otros pólenes análogos encontrados por otros investigadores sobre la Síndone de Turín. Este hallazgo, además de suponer una nueva concordancia entre ambas reliquias, podría corroborar la hipótesis de Doña Marzia Boi de que parte de los pólenes podrían haber llegado a los lienzos procedentes de los ungüentos con que fue amortajado el cadáver».
«Anunciar a Cristo con gestos de fraternidad y de caridad evangélica»
Alocución del Santo Padre antes de la oración mariana del Ángelus.
“La fiesta del protomártir Esteban nos llama a recordar a todos los mártires de ayer y de hoy, a sentirnos en comunión con ellos, y a pedir a ellos la gracia de vivir y morir con el nombre de Jesús en nuestros corazones y en nuestros labios”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus, de este 26 de diciembre, Fiesta de San Esteban, protomártir. El martirio y el verdadero significado de la Navidad
Al saludar a los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro para rezar a la Madre de Dios, el Santo Padre recordó que, hoy celebramos la fiesta de San Esteban, primer mártir.
Comentando la página de la liturgia de hoy que nos presenta a Esteban en los momentos finales de su vida, cuando es capturado y lapidado, el Pontífice señaló que, “esta memoria del primer cristiano asesinado por la fe puede aparecer fuera de lugar”.
Sin embargo, precisamente desde la perspectiva de la fe, la celebración de hoy se pone en sintonía con el verdadero significado de la Navidad. “En el martirio de Esteban – afirmó el Papa – de hecho, la violencia es derrotada por el amor, la muerte por la vida: él, en la hora del testimonio supremo, contempla los cielos abiertos y dona a sus perseguidores su perdón”.
San Esteban, un joven servidor del Evangelio
Asimismo, el Papa Francisco dijo que San Esteban es un joven servidor del Evangelio, lleno del Espíritu Santo, que supo narrar a Jesús con las palabras, y sobre todo con su vida. “Mirándolo a él, vemos realizarse la promesa de Jesús a sus discípulos: Cuando los entreguen por mi causa, el Espíritu del Padre les dará la fuerza y las palabras para dar testimonio”. En la escuela de San Esteban, que se asemejó a su Maestro tanto en la vida como en la muerte, afirmó el Pontífice, también nosotros fijamos la mirada en Jesús, testigo fiel del Padre.
Aprendemos que la gloria del Cielo, aquella que dura para la vida eterna, no está hecha de riquezas y poder, sino de amor y de entrega de sí mismo.
Un estilo de vida plasmado según Jesús
Por ello, señaló el Santo Padre, tenemos necesidad de tener la mirada fija en Jesús, «autor y perfeccionador de la fe», para poder dar razones de la esperanza que se nos ha donado, a través de los desafíos y las pruebas que debemos afrontar cotidianamente. “Para nosotros los cristianos, el cielo ya no está lejos, separado de la tierra: en Jesús – precisó el Pontífice – el Cielo ha descendido a la tierra. Y gracias a Él, con la fuerza del Espíritu Santo, nosotros podemos asumir todo lo que es humano y orientarlo hacia el Cielo”. De tal modo que el primer testimonio sea precisamente nuestro modo de ser humanos, un estilo de vida plasmado según Jesús: manso y valiente, humilde y noble, no violento.
Anunciar a Cristo a través de gestos de fraternidad
En este sentido, el Santo Padre propuso la figura de Esteban, uno de los primeros siete diáconos de la Iglesia, como aquel que nos enseña a “anunciar a Cristo a través de gestos de fraternidad y de caridad evangélica”. Su testimonio, que culmina en el martirio, afirmó el Pontífice, es una fuente de inspiración para la renovación de nuestras comunidades cristianas. Estas están llamadas a ser cada vez más misioneras, todas orientadas a la evangelización, decididas a alcanzar a los hombres y mujeres de las periferias existenciales y geográficas, donde hay más sed de esperanza y de salvación. Comunidades que no siguen la lógica mundana, que no ponen al centro a sí mismas, su propia imagen, sino únicamente la gloria de Dios y el bien de la gente, especialmente los pequeños y los pobres.
La gracia de vivir y morir con el nombre de Jesús
Finalmente, el Papa Francisco invitó a que en la fiesta del protomártir Esteban, todos estamos llamados a recordar a todos los mártires de ayer y de hoy, a sentirnos en comunión con ellos, y a pedir a ellos la gracia de vivir y morir con el nombre de Jesús en nuestros corazones y en nuestros labios. “Que María, Madre del Redentor – invocó el Papa – nos ayude a vivir este tiempo de Navidad fijando la mirada en Jesús, para hacernos cada día más semejantes a Él”.
La doctrina social de la Iglesia y la práctica empresarial
La empresa de hoy
Hoy, en nuestros países, se observan empresas de la mayor diversidad. Desde las empresas de la economía informal, -un mundo que apenas se está explorando- hasta las grandes compañías de accionistas anónimos y administradores profesionales, empresas, muchas de ellas internacionales, con numerosos trabajadores y amplios recursos técnicos y de capital, pasando por toda una gama intermedia de empresas de diversos tipos, tamaños y grados de desarrollo. ¿Pero qué es una empresa?. Ordinariamente se ha denominado como empresa a esa entidad productiva en la que el capital y el trabajo se combinan para producir utilidades.
Esta es una verdad pero incompleta: la empresa es algo más. La empresa es una invención humana, es un instrumento diseñado por el hombre para satisfacer mejor sus necesidades satisfaciendo las de los demás.
La empresa puede definirse como una asociación libre de personas, destinada a la producción de bienes y servicios vendibles, a la que unos aportan su capital y otros su trabajo, ya sea de dirección o de ejecución, con el propósito de obtener cada uno una retribución por su aporte.
Dicho de otra manera, la empresa es un instrumento de servicio que tiene fundamentalmente tanto finalidades económicas como finalidades sociales.
Las económicas pueden dividirse en una finalidad económica externa que es servir a los hombres de fuera, la sociedad, proporcionándoles bienes y servicios; y una finalidad económica interna, que es servir a los hombres de dentro, sus inversionistas, directivos y trabajadores, mediante la obtención de un valor agregado que debe distribuirse en forma de beneficios a los primeros y de salarios, sueldos y prestaciones u otras remuneraciones a los segundos.
Pero la empresa tiene también finalidades sociales. Una finalidad externa que consiste en contribuir al pleno desarrollo de la sociedad en la que se encuentra y una finalidad interna que es contribuir al pleno desarrollo de sus integrantes. Como hemos visto, en una empresa se conjugan tres tipos de aportaciones: la del capital, la de la dirección y la del trabajo. En muchos casos, como en una empresa de tipo agrario o artesanal y en las pequeñas empresas comerciales, las tres funciones suelen estar reunidas prácticamente en una sola persona. En otros casos la función de aportación de capital suele ir unida a la función directiva y la de ejecución estar separada de ella. Esto ocurre con frecuencia en la pequeña y mediana empresa cuando la dirección esté en manos del propietario.
Condicionamiento de la empresa
La empresa en el desempeño de su actividad está sujeta a rigurosas exigencias económicas. Debe suministrar a la sociedad, al público, bienes y servicios con calidad, a precios competitivos, oportunamente y con un buen servicio; debe contratar la fuerza de trabajo que se requiere, capacitarla, dirigirla, motivarla continuamente; debe desarrollar a sus proveedores y colaborar estrechamente con ellos y definitivamente dotar a la empresa del liderazgo indispensable para que pueda cumplir su indeclinable responsabilidad de crear riqueza en un estado permanente de riesgo y poder remunerar así a quienes le han confiado su capital o su trabajo.
Los valores cristianos en la empresa
Esta es la vida de la empresa a la que tenemos que llevar los valores cristianos: una empresa que exige realismo, eficacia, racionalidad, previsión, productividad, disciplina, cálculo, rentabilidad, pragmatismo, ambición, competitividad, interés, empuje, asunción de riesgos, habilidad negociadora, dominio técnico y ejercicio de autoridad. Una empresa en la que fácilmente el capital tiene primacía sobre el trabajo y lo material sobre lo espiritual.
Por otra parte como cristianos dentro de la empresa, nuestra fe nos exige desinterés, tolerancia, compasión, generosidad, esperanza, abnegación, humildad, adhesión a la justicia y a la verdad, ayuda y amor al prójimo, respeto a los demás, sacrificio y entrega personal. Nos exige dar primacía al trabajo sobre el capital y lo espiritual sobre lo material.
Las responsabilidades sociales
Estas exigencias morales conforman profundamente las responsabilidades sociales de la empresa. La primera de ellas es cumplir cabalmente con sus finalidades económicas. Es, como se decía antes, cumplir con su "deber de estado". Y también observar las leyes y disposiciones de la autoridad que desde luego gravan sus ingresos y muchas veces limitan o entorpecen su acción; cuidar que su publicidad sea veraz y constructiva; lograr la colaboración de todos quienes trabajan en ella, tratarlos dignamente y con justicia, pugnar por que tengan la oportunidad de desarrollarse como personas e integrarlos a la obra común; afrontar la competencia de otras empresas lealmente sin pretender perjudicarlas o arruinarlas y desde luego respetar el medio ambiente y contribuir de algún modo al bien de la comunidad.
La empresa en la sociedad civil
La empresa si bien es una célula económica es también una célula social. Está inmersa en la sociedad en la que se encuentra y a la que sirve.
No sólo está vinculada con quienes entran en contacto con ella de una manera más o menos directa como son sus inversionistas, trabajadores, clientes, proveedores y competidores, sino también con esa extraordinaria variedad de grupos y comunidades como son la familia, el barrio, la escuela, la Iglesia, la profesión, el sindicato, el partido político, la entidad cultural, deportiva, de esparcimiento o de beneficencia, las instituciones colectivas superiores o el Estado mismo.
Se ha dicho que detrás de los conceptos de capital y trabajo hay hombres concretos que son los inversionistas y que son los trabajadores, que esperan ser tratados como personas y retribuidos justamente en proporción a sus aportes. Del mismo modo se puede decir que detrás del público consumidor también hay seres humanos concretos que esperan recibir un valor real por el precio que pagan, que también quieren ser tratados como personas y servidos razonablemente.
No puede olvidarse que la empresa ha sido creada por los hombres, para los hombres y que por lo tanto no puede desentenderse de todas las dimensiones del ser humano. No puede vulnerar sus valores fundamentales sino promoverlos lo más posible. La empresa, cuya misión es colaborar al bienestar de la sociedad, está obligada a contribuir también a su bienser.
La doctrina social de la Iglesia
La Iglesia ofrece en su doctrina social un conjunto de principios de reflexión, de criterios de juicio y de directrices de acción para que los cambios en profundidad que exigen las situaciones de miseria y de justicia sean llevados a cabo, de una manera tal que sirva al verdadero bien de los hombres.
Los criterios y directrices, pero sobre todo los grandes principios de la Doctrina Social Cristiana, tienen una gran relevancia para la economía en general y para la empresa en particular. Se cuentan entre los últimos la dignidad de la persona humana, la solidaridad, la subsidiaridad, el valor y significado del trabajo, el destino universal de los bienes y ya en el ámbito de criterios y directrices, la participación de los trabajadores de la empresa.
El principio del destino universal de los bienes y el concomitante derecho a la propiedad privada establece que quien es propietario de bienes y desde luego de los medios de producción es más bien un administrador de ellos. Esta rigurosa exigencia en materia del derecho de propiedad plantea a la empresa la obligación de cuidar celosamente los recursos que se le proporcionan y en relación con los trabajadores el pugnar porque de algún modo tengan acceso a la propiedad, ya sea de la misma empresa o de otro tipo de inversiones. Y es evidente que este concepto de propiedad condiciona el ejercicio de la autoridad.
La participación del personal en la empresa
En el ámbito de juicio y directrices para la acción de la Doctrina Social de la Iglesia, una de sus tesis más importantes es la de la necesidad de integrar en la empresa a quienes en ella trabajan de modo que participen activamente en la misma. Las exhortaciones pontificias en esta materia han sido numerosas.
Se han desarrollado muchos medios para integrar a quienes trabajan en la empresa a fin de que participen lo más posible en ésta. Es muy alentador comprobar cómo estas directrices de la Doctrina Social Cristiana han sido validadas cada vez más por las modernas técnicas de administración.
Este sentido humano, -decía Pío XII- hay que lograr que "penetre como la gota de aceite en el engranaje, en todos los miembros, todos los órganos de la empresa, los dirigentes, los colaboradores, los empleados, los trabajadores de todos los grados".
La libertad de emprender
Una de las grandes metas del pensamiento social cristiano ha sido contribuir al diseño de una economía verdaderamente al servicio del hombre. Esto implica integrar, en el conjunto de la sociedad, las fuerzas que le dan equilibrio, firmeza y capacidad de resistencia contra las fuerzas destructivas externas e internas.
El interés propio del empresario
Una de estas fuerzas, que emana de la libertad y que muchas veces ha sido severamente impugnada, es el interés propio. De este interés propio, sobre todo si es un interés bien entendido, surgen la creatividad, la innovación, la diligencia, el ahorro, la tenacidad y la asunción de riesgos, cualidades todas ellas que se propician cuando hay libertad de emprender.
La libertad, valor fundamental del hombre, debe estar vinculada a un interés inmediato si se quiere demostrar que vale como fuerza aseguradora de una sociedad democrática y libre. Se tiene libertad para alcanzar algo, para lograr el fin por el que se opta y debe haber retribución, si el fin elegido era bueno y se alcanzó, y debe haber sanción si el fin elegido no se alcanzó o era malo.
La libertad de emprender hace posible el papel empresario. El desarrollo y crecimiento económicos dependen principalmente de la aportación de las empresas. No nos cansaremos de afirmar que el progreso y desarrollo de un país depende vitalmente de la existencia de un empresariado creativo y dinámico.
A esta lista de principios, criterios y directrices de la Doctrina Social de la Iglesia hay que añadir desde luego el bien común, la justicia, la autoridad, y el amor fraterno, mandato supremo de la fe cristiana.
Viniendo a la práctica
A continuación enumero algunas medidas prácticas para la empresa, fruto de una larga experiencia empresarial, muchas de ellas validadas por las más modernas técnicas de dirección y gerencia.
1. Difundir y lograr que se acepte el concepto de que la empresa no es simplemente un negocio, sino una obra de creación real de riqueza, de mayor alcance y trascendencia y para beneficio no sólo de unos cuantos sino para beneficio de muchos.
2. Insistir siempre en que la empresa es sobre todo un instrumento de servicio. Sirve a los hombres de fuera, proporcionándoles bienes y servicios, lo que la sociedad espera de ella. Pero también existe para servir a los hombres de dentro, es decir, para que los que trabajan en la empresa puedan ganarse la vida; y a los que han invertido en ella, para que reciban un rendimiento razonable por su inversión. "La empresa es para el hombre y no el hombre para la empresa".
3. Difundir y lograr que se acepte el concepto de que la empresa es una obra común en la que están involucrados todos sus integrantes, que la pueden sentir como propia y ser un proyecto de vida y realización personal. "La empresa somos todos".
4. Pugnar porque en la empresa haya una genuina convicción de la importancia del cliente y del consumidor, a quienes se debe respetar y tratar de dejar siempre satisfechos. "El cliente es el verdadero jefe de la empresa".
5. Tener una preocupación generalizada y casi obsesiva por la calidad en su más amplio sentido. Considerarla algo en lo que no puede transigirse. "El producto que se hace y el servicio que se proporciona deben amarse".
6. Tener una preocupación permanente por la productividad. La empresa es responsable de los bienes y esfuerzos que se le encomiendan y por lo tanto, debe proscribir rigurosamente toda ineficiencia, desperdicio o despilfarro.
7. Lograr que haya un ejercicio recto y eficaz de la autoridad y para ello seleccionar escrupulosamente a sus jefes de todos los niveles, formarlos, dirigirlos y motivarlos para que cumplan su papel de líderes con responsabilidad y espíritu de servicio. Todo grupo humano para su propio beneficio debe tener jefes y el jefe sólo se legitima por el servicio y el bien que procura a sus seguidores.
8. El personal de la empresa es el factor más valioso de ella. "La empresa será tan buena y productiva como lo sean sus colaboradores". La selección adecuada para que la gente haga mejor su trabajo, la capacitación y la educación permanente son tareas indispensables.
9. La responsabilidad moral de la empresa implica no sólo el cumplimiento de las leyes y las obligaciones contraídas sino también honradez, trato justo a
todos los que con ella se relacionan, austeridad, espíritu de trabajo, respeto y promoción de los valores fundamentales de todo ser humano.
10. Tener una visión de largo plazo, flexibilidad y rapidez para responder positivamente a los incesantes cambios de la economía y de la sociedad moderna.
11. Llevar a cabo un esfuerzo sostenido de comunicación dentro y fuera de la empresa, para que más y más gente entienda la naturaleza de la misma y el funcionamiento de ella y de la economía.
12. Involucrar lo más posible a los colaboradores de la empresa mediante su participación en las decisiones, en los beneficios y en el capital de ella, y con procesos continuos de capacitación, comunicación, consulta y oportunidades para aplicar su visión y su iniciativa.
13. Desterrar de la empresa la "relación adversaria". Por lo contrario, pugnar por que en ella exista un ambiente fraternal y comunitario, en el que se promuevan la justicia, el respeto, la confianza y el afecto en todas las relaciones. Lograr que quienes trabajan en la empresa, además de ganarse la vida sean reconocidos plenamente como personas, tengan la oportunidad de emplear su capacidad y avanzar así su cabal plenitud, aspiración fundamental del pensamiento social cristiano. "La empresa debe ser altamente productiva y plenamente humana".
Conclusión
Para concluir, hemos de señalar que una de las grandes metas de la Doctrina Social Cristiana es la forma de la empresa. El sociólogo Johannes Messner ha dicho que "la cuestión social ha de resolverse en la empresa si es que ha de resolverse de alguna manera". Y Peter Drucker por su parte ha afirmado que "la solución de los problemas de la empresa, conformará el sistema bajo el que tendremos que vivir".
Es evidente que para esta indispensable reforma social, la empresa debe transformarse y fortalecerse. Y quienes creemos en la Doctrina Social de la Iglesia y apreciamos su gran valor, debemos ser los más decididos promotores de esta transformación y fortalecimiento. Y tenemos que hacerlo a partir de nuestra propia empresa. Hacerla un núcleo de auténtica eficacia productiva. Hacerla, por medio de una inteligente participación de sus integrantes, un reducto de libertad, de creatividad, y de iniciativa; una segunda escuela en la que sus hombres no sólo se capaciten sino que se formen y desarrollen; una segunda familia en la que sus hombres encuentren confianza, amistad, y afecto.
Una empresa en la que sus hombres, al fin reconciliados, se unan al logro de objetivos comunes.
Una empresa fraternal, una empresa con alma.
Así podremos ofrecer a la sociedad un modelo real y vivo de una institución que puede servir para la transformación de otras instituciones y de la sociedad misma. Así podremos contribuir al advenimiento de una economía a la dimensión del hombre, una economía que esté verdaderamente a su servicio.
Juan apóstol, amigo de Cristo
Juan se caracterizó por su gran amor a Cristo. Y es lo que yo necesito, amar a Dios, sentirlo cercano, necesario.
Juan era hijo de Zebedeo, pescador de Betsaida y de Salomé, una de las mujeres que estuvieron al servicio de Jesús. Era hermano de Santiago, a quienes se les designaba con el título de "hijos del trueno". Fue discípulo de Juan el Bautista de donde pasó a ser seguidor de Cristo, convirtiéndose en uno de sus apóstoles preferidos, el “discípulo amado".
Parece ser que Juan vivió después de todo esto en Antioquía y en Efeso. Además de escribir el Evangelio, Juan escribió el Apocalipsis y tres cartas. Finalmente recordamos que fue el acompañante de María .
Entre todos los aspectos que podríamos señalar en S. Juan, vamos a quedarnos en esta meditación con esa realidad que le caracteriza tanto: su amor a Cristo.
En la vida de todo hombre están en disputa siempre una serie de valores que compiten entre sí por su primacía. Muchas veces en la esfera de la mente y de la razón se hace evidente para un cristiano que Dios es lo primero. Pero posteriormente en la esfera de lo existencial, de lo vital, del día a día, Dios se oscurece en la conciencia para dar paso a otras realidades que copan plenamente la energía, la atención, el pensamiento, la preocupación, hasta el punto de que se convierten así en las verdaderas razones de nuestro existir.
Es ésta una lucha constante y normal en nuestro interior. La realidad de Dios se ve frecuentemente vapuleada por otras realidades que la desplazan. Se termina teniendo tiempo para casi todo, pero no para Dios. Hay frases muy usadas y muy conocidas como "no tengo tiempo para el espíritu", "me es imposible ir a misa", "no encuentro tiempo para confesarme", "ya quisiera tener un minuto para poder leer el Evangelio o algún libro formativo". En el fondo de todo ello está la derrota del espíritu frente a la fuerza y empuje de lo material, de lo inmanente, de lo pasajero.
A veces queremos reaccionar frente a esta situación, pero enseguida el tráfago de la vida y las ocupaciones nos apartan de nuestros propósitos.
Como consecuencia de todo ello, sentimos que el espíritu empieza a perder entusiasmo por Dios y nos encontramos cada vez más con un vacío que nos angustia y llena de culpabilidad.
Es como si mascáramos el fracaso de una vida que, a medida que avanza, se siente más vacía. Y es que no podemos apagar la sed del espíritu, es que no podemos negar al corazón lo que el corazón necesita de veras, porque tras el olvido de Dios llega a continuación el poner en un lugar también secundario la familia, la esposa, los hijos, la honradez, la verdad. El fracaso del espíritu siempre arrastra tras sí a todo el hombre.
Todo ello hace comprender por qué Dios quiere ser Dios en nuestra vida o por qué el hombre no puede concebir una vida sin Dios. La medida de nuestra dicha, de nuestro gozo, de nuestra paz no puede ser otro que Dios. "Nos hiciste, Señor, para ti". Son palabras que han tenido, tienen y seguirán teniendo una fuerza y una verdad incontestables. Por más que los hombres se empeñen en llenar el vacío de Dios con otras realidades, nunca lo lograrán.
Ahí está el porqué Dios es el Señor de nuestras vidas. Sería un suicidio querer plantear una vida y un futuro lejos de Él.
Pero no basta que Dios sea Dios en nuestra vida. Desde su realidad de Dios, Dios debe ser vivido como Padre, Amigo, Compañero, Confidente. Un Dios en quien se crea, pero que no afecte cordialmente a mi vida, con quien yo no tenga una relación personal e íntima, que yo no sienta a mi lado, nunca terminaría convirtiéndose en mi vida en lo primero. Puedo creer en Dios, puedo respetar a Dios, puedo temer a Dios, pero esto necesariamente no es amor. Y realmente lo que necesito es amar a Dios, es decir, sentirlo como persona, sentirlo cercano, sentirlo necesario.
Cómo explicarle a un adolescente algo de Dios
Si eliges que Dios no existe, no leas esto
Empecemos por el principio y tienes que elegir: Dios existe o Dios no existe. No hay opciones intermedias, del mismo modo que no hay opciones intermedias para el sistema binario "1-0" de la informática y la inteligencia artificial. El concepto de vaguedad no se puede aplicar a la robótica ni al ser humano porque lleva a un infinito de posibilidades, y la duda es el planteamiento binario por excelencia: preguntar o dudar es exponer y enfrentarse a una elección. No decidirse es inviable en el mismo sentido en que no avanzar es retroceder.
El mundo no deja de moverse.
Volvamos a Dios. Si eliges que no existe, deja de leer ahora mismo. No lo podrás demostrar. Has elegido la fe de no creer. Nadie ha podido demostrar que Dios no existe. Pero punto final. Haz lo que quieras, menos criticar a quienes sí que creen en Dios, porque ellos están como tú: no lo pueden demostrar.
Supongamos que crees en Dios. ¿En qué Dios? Si hay muchos, por definición, no son Dios. Pueden ser dioses, en el sentido de seres espirituales más o menos poderosos y más o menos creados o engendrados o procedentes de algo o alguien.
Si tampoco crees en el mundo espritual, también puedes dejar de leer. Piensa tan solo que la ciencia empírica conoce el 10% escaso del universo; el resto dice que es "materia oscura" para ocultar que no tiene ni idea de qué está hablando.
Si hay muchos dioses, pues, no son Dios en el sentido de causa primera increada de todo lo creado. Que la materia sea eterna es muy improbable porque tiende a la muerte, a la descomposición, a la corrupción -al mal- y a la nada. La energía se transforma hasta que desaparece: un ser humano reducido a polvo tras la muerte deja de ser energía y, por supuesto, deja de ser y de ser humano. El mal, la corrupción de lo vivo -lo bueno-, lleva en consecuencia a la nada. Y la nada no puede crear nada.
Lo vivo es bueno. Nadie quiere morir y todos queremos ser felices. La felicidad ¿qué es? ¿De dónde surge este deseo? ¿La música de Bach está en el piano? ¿La de Clapton en la guitarra? No. Y tampoco está en la partitura. La música existe en la acción de tocar música.
Dios es análogo a la música. El espíritu, también. Las neuronas y la química cerebral son el equivalente del piano, la guitarra o la partitura. La partitura es el ADN, en el caso de los seres vivos.
El espíritu, dice el Dios cristiano, "da la vida, la carne no sirve para nada". Esto es como decir: "el músico hace la música cuando toca, el piano solo no sirve para nada".
Dios, entonces, para ser Dios tiene que ser eterno, infinito, creador e increado; omnipotente y omnisciente; único en su simplicidad, porque si es divisible es corruptible y por lo tanto ya no sería Dios. Dividir, trocear, es igual a morir, a separar cuerpo y espíritu: separar es corromper. El mal es corrupción del bien.
Un bien absoluto -Dios- no puede ser corruptible. Es "1" o es "0", como decía al principio. No hay término medio, ni para Dios ni para la vida. No se está muerto a medias, ni vivo a medias.
Este Dios puede tener muchos nombres pero solo hay tres religiones que lo identifican como único, eterno, infinito y todopoderoso: el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Este Dios, siguieno el esquema 1-0, ha dicho: "el que no está conmigo está contra mí". No se está con Dios a medias. Si no se está con Él, bien absoluto o "1", se está con el mal o "0". El mal tiene distintas formas también espirituales, y se llaman demonios.
Estos demonios han tomado y toman diversos nombres a través de la historia: en Babilonia, en Egipto, en Roma o en Cuzco y México; en la India o en Japón. De Anubis a Quetzalcoatl, de Baal a Luzbel; de Gaia a Moloch.
Buscan que se les adore a través de sacrificios humanos -niños, por ejemplo- o prácticas que reducen a la persona a una nada que es un suicidio espiritual: ni sufro, ni amo, ni pienso, ni siento. La nada es "0".
Las técnicas para llegar a esa nada son varias: yoga, reiki, meditación trascendental o drogas; chamanismo, magia -toda es negra- y brujería. En todos estos casos, el espíritu del mal se introduce en la persona y la destruye.
La prueba de que es el espíritu del mal consiste en que, en casos extremos, necesitan exorcismos y tienen reacciones violentas ante la presencia de sacerdotes u objetos sagrados cristianos.
La indeferencia o la burla de lo cristiano es un signo del mal.
Ningún buen creyente de una religión se burla del fiel de otra fe.
Ningún buen creyente desprecia a otro creyente.
Por consiguiente, no existen prácticas espirituales inofensivas e inocuas: o te llevan al Dios único de la paz y del amor, o te llevan a los dioses-demonios del egoísmo, la autosatisfacción, el vicio disfrazado de libertad y la esclavitud del mal.
El universo es binario: 1-0. Mal y Bien. Tú decides